La canción que vamos a analizar hoy es todo un clásico de
Ana Belén y Víctor Manuel. El tema fue compuesto en el año 1988 y está dedicado
a uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Madrid: la puerta de
Alcalá. ¿Queréis que lo recordemos?
La Puerta de Alcalá es una de las cinco antiguas puertas
reales que daban acceso a la capital de España. Fue construida en el siglo
XVIII (estilo neoclásico), entre los años 1769 y 1778 por el arquitecto
Francesco Sabatini y los escultores Francisco Gutiérrez Arribas y Roberto
Michel. El monarca Carlos III fue el impulsor de este proyecto. El monumento se
encuentra en el centro de la rotonda de Plaza de la Independencia, junto a las
puertas del Retiro y la fuente de Cibeles, en el cruce de las calles Serrano,
Alcalá, Alfonso XII y Salustiano Olózaga. En la antigüedad la puerta servía de
acceso para los viajeros que venían de la carretera de Aragón. Hoy en día la
función de entrada a la ciudad ha desaparecido y ha quedado como un vestigio
monumental ornamental.
Acompaño a mi sombra por la avenida,
mis pasos se pierden entre tanta gente,
busco una puerta, una salida
donde convivan pasado y presente…
De pronto me paro, alguien me observa,
levanto la vista y me encuentro con ella
y ahí está, ahí está, ahí está, ahi esta
viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá.
mis pasos se pierden entre tanta gente,
busco una puerta, una salida
donde convivan pasado y presente…
De pronto me paro, alguien me observa,
levanto la vista y me encuentro con ella
y ahí está, ahí está, ahí está, ahi esta
viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá.
Una mañana fría llegó Carlos III con aire insigne
se quitó el sombrero muy lentamente
bajó de su caballo con voz profunda
le dijo a su lacayo: ahí está la Puerta de Alcalá
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá
Lanceros con casaca, monarcas de otras tierras,
fanfarrones que llegan inventando la guerra,
milicias que resisten bajo el “no pasarán”
y el sueño eterno como viene se va
ahí está, ahí está la puerta de Alcala ahi esta ahi esta
viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá.
fanfarrones que llegan inventando la guerra,
milicias que resisten bajo el “no pasarán”
y el sueño eterno como viene se va
ahí está, ahí está la puerta de Alcala ahi esta ahi esta
viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá.
Todos los tiranos se abrazan como hermanos,
exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes,
manadas de mangantes, doscientos estudiantes
inician la revuelta son los años sesenta
exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes,
manadas de mangantes, doscientos estudiantes
inician la revuelta son los años sesenta
ahí está, ahí está la puerta de Alcala
ahi esta, ahi esta viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá
ahi esta, ahi esta viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá
Un travestí perdido, un guardia pendenciero,
pelos colorados, chinchetas en los cueros,
rockeros insurgentes, modernos complacientes,
poetas y colgados, aires de libertad ahi esta la puerta de Alcala
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá
pelos colorados, chinchetas en los cueros,
rockeros insurgentes, modernos complacientes,
poetas y colgados, aires de libertad ahi esta la puerta de Alcala
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá
La miro de frente y me pierdo en sus ojos,
sus arcos me vigilan, su sombra me acompaña,
no intento esconderme, nadie la engaña,
toda la vida pasa por su mirada
sus arcos me vigilan, su sombra me acompaña,
no intento esconderme, nadie la engaña,
toda la vida pasa por su mirada
La Puerta de Alcala
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá.
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá.
............................................................
La introducción del tema sigue los patrones de una
descripción impresionista. El yo poético se inserta en el paisaje urbano de
Madrid como si fuera un ciudadano más, para describir y explicar su encuentro
con la famosa puerta mientras va caminando hacia ella.
Se trata de una descripción que no busca la totalidad, sino
captar trozos, pinceladas, fragmentos, estampas en donde fusiona lo sensorial y
lo subjetivo-imaginativo: Acompaño a mi sombra por la venida, mis pasos se
pierden entre tanta gente…. Es una descripción lenta. El autor se recrea en
los momentos previos al encuentro, con detallismo (caminando por la calle, con
la gente alrededor). Busca captar la belleza y la emoción del instante.
Este tipo de descripción bebe de la novela novecentista de
Gabriel Miró (El obispo leproso) o la novela impresionista de Azorín (La voluntad). Cada
movimiento o detalle es descrito de forma minuciosa en enumeraciones breves
pero contundentes, apoyándose de marcadores temporales o enfatizadores: “De
pronto me paro, alguien me observa, levanto la vista y me encuentro con ella”.
Esa entidad con la que se encuentra es la majestuosa puerta de Alcalá, la cual
queda personificada, es decir, se le atribuyen acciones propias de seres
humanos (alguien me observa). La puerta está en una posición privilegiada en
la ciudad y es testigo de todo lo que pasa. El deíctico de lugar señala al
monumento y lo ubica: “Ahí está ahí está…”. Le da protagonismo y realce como si
fuera un cuadro impresionista.
Y aquí es donde entra el valor simbólico de la puerta de
Alcalá en este tema. El monumento simboliza la imperturbabilidad ante el paso
del tiempo. Los años pasan, las generaciones se suceden, van ocurriendo hechos
históricos importantísimos…y la puerta sigue en pie presidiendo el centro de
Madrid como si nada pasara. Nosotros somos mortales. Y en cambio la puerta
permanece allí. Es inmortal ante el paso del tiempo.
La antítesis “Donde convivan pasado y presente” y la
personificación “viendo pasar el tiempo” explican muy bien esto. Desde el siglo
XVIII hasta nuestros días la puerta ha sido testigo de muchas de las cosas que
han pasado en la ciudad de Madrid. La gente que vivió en el Madrid de Carlos
III no es la misma que la que vivió el Madrid de la movida de los 80. La puerta
es el único elemento en “vivir” ambos periodos. Si nos ponemos a pensar, los
grandes monumentos históricos que conservamos hoy (iglesias, catedrales,
murallas) estaban también en pie en momentos trascendentales de nuestra
historia, y eso es motivo para estar orgullosos. Al menos, a través de estos
monumentos podemos vivir la historia de un país o de una ciudad.
Por eso, cada estrofa de la canción va a estar dedicada a
describir una etapa concreta de la historia de Madrid. ¿Y cuál es el elemento
común en todas esas escenas tan distantes en el tiempo? Pues la mismísima
puerta de Alcalá.
-La primera escena se ambienta en el Madrid del XVIII.
Aparece uno de los monarcas ilustrados más importantes que ha tenido este país,
y el que para muchos fue el mejor alcalde de la ciudad: Carlos III (impulsor de la
creación de la puerta de Alcalá): “Una mañana fría llegó Carlos III…”. En este
parte de la canción se acumula léxico que connota estatus, señorío, poder, fama,
sobresaliencia (“aire insigne”, “sombrero”, su lacayo”, “caballo”). Todo esto
es símbolo de la solidez de la monarquía durante el siglo XVIII. De nuevo se
opta por una descripción basada en detalles, instantes, momentos que marcan las
coordenadas temporales (“una mañana fría”) y modales (aire insigne, se quitó el
sombrero, le dijo a su lacayo, bajó se su caballo, con voz profunda…). El
núcleo es el monarca, y todo lo demás, son aderezos que caracterizan al rey y
lo insertan en su contexto.
-La segunda escena se ambienta en el Madrid de la Guerra
Civil. Se enumeran elementos propios de los años 30: los soldados milicianos
que impidieron la entrada a Madrid del ejército nacional con el lema “No
pasarán” (“Milicias que resisten bajo el no pasarán”) , el sueño de la
República que acabó roto tras la llegada de Franco (tal como se refleja en la
antítesis “el sueño eterno como viene se va”), los soldados de caballería que
usaban lanzas (“lanceros con casaca”), la presencia de soldados de Alemania,
Italia, Marruecos que participaron en el conflicto (“monarcas de otras
tierras…”), el golpe de estado del 36 (“fanfarrones que llegan inventando la
guerra”).
-La tercera escena se ambienta en el Madrid de los años 60.
Es la época de la dictadura Franquista. Y Franco utilizaba las plazas más
importantes de Madrid para organizar actos multitudinarios de loa y exaltación
al régimen, en el que se hacía uso de los típicos saludos y símbolos fascistas:
“Todos los tiranos se abrazan como hermanos exhibiendo a las gentes sus calvas
indecentes”. En este caso, la calva tiene valor metonímico. Lo que el dictador
exhibe son las ideas/pensamientos que hay dentro de esa calva (su ideología).
El continente por el contenido. Aunque también añade el toquecito de matiz e
ironía. El Franco de los años 60, ya en la vejez, tenía muy poco pelo jajajjaa.
El yo poético no puede evitar mojarse, ideológicamente hablando, y poner un
adjetivo valorativo a las ideas de la dictadura (“calvas indecentes”). Cuando
salió esta canción Franco ya había muerto y se podía plasmar ideas políticas en
las canciones sin ningún tipo de miedo.
Y otra de las escenas típicas del tardofranquismo son las
manifestaciones de estudiantes. Las universidades eran uno de los focos de
oposición más importantes para el régimen franquista, y en esta década era
habitual que los grises tuvieran que intervenir para disolver las protestas:
“doscientos estudiantes inician la revuelta…”.
-Y la cuarta y última escena se ambienta en el Madrid de la
movida, en los años 80. El ambiente de liberación y desenfado se plasma muy
bien con la metáfora “aires de libertad” que resume perfectamente la estrofa.
La ciudad huele a libertad, a democracia, a modernidad, la gente puede expresar
lo que quiera, vestirse como le dé la gana, identificare con todo tipo de
rarezas y extravagancias sin sentirse incómodo.
Y aquí se enumeran una serie de personajes que se pusieron
de moda en los ochenta: poetas bohemios, travestis, rockeros, jóvenes con el
pelo pintado, policías peleones. Es la época de las tribus urbanas, los
movimientos contraculturales, las tendencias alternativas y la actitud rebelde
de los jóvenes. En la diversidad y la heterogeneidad está el gusto: “un
travesti perdido, guardias pendencieros, pelos colorados, chinchetas en los
curos, rockeros insurgentes, modernos complacientes, poetas y colgados”.
La canción finaliza volviendo al momento presente, cuando el
yo poético se encuentra frente a la puerta de Alcalá contemplándola: “Miro de
frente, me pierdo en sus ojos”. La belleza del monumento es tan grande que
tiene el poder de hechizar, de cautivar, de apasionar, de encandilar, de
sorprender, de no dejar indiferente. De ahí esa metáfora casi hiperbólica (“me
pierdo en sus ojos”). De hecho, la contemplación del monumento por parte del yo
poético le ha llevado a retrotraerse en el tiempo y hacer un ejercicio de evolución
y reflexión histórica. Mirando la puerta
de Alcalá estás viendo la historia de Madrid como si fuera una película. De ahí
la metáfora “Toda la vida pasa por su mirada”.
La personificación engrandece a la puerta, la humaniza, le
da vida, la convierte en una entidad
trascendental: “sus arcos me vigilan, su
sombra me acompaña”. Las estructuras paralelísticas marcan ese instante: sujeto
referido a la puerta (sus arcos/su sombra), complemento directo referido al yo
poético (me/me) y verbo (vigilan/acompaña). La puerta de Alcalá es un símbolo
de la ciudad, que se ha mantenido impertérrito a pesar de los años, y eso la ha
convertido en una entidad superior: “no intento esconderme, nadie la engaña”.
La puerta lo ve todo. No se le escapa nada. Es el centro de la capital. Y ha sobrevivido a todos nosotros.
Predomina el verso de arte mayor (superior a 8 sílabas). La
rima es libre, aunque detectamos leves asonancias entre versos consecutivos:
tierras-guerra, indecentes-estudiantes, pendenciero-cueros, acompaña-engaña.
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