lunes, 30 de noviembre de 2020

Marinero de luces: la muerte de Paquirri hecha canción

Por primera vez en la historia del blog voy a analizar una canción por encargo de una de mis lectoras: mi gran amiga Rene, una persona maravillosa a la que aprecio muchísimo. Es lo mejor que me ha dado este fatídico 2020. Conocer a seres humanos como ella es el regalo más bonito que me ha podido deparar la vida. Una amistad que la voy a llevar siempre por bandera

Y además, como estamos de celebración (hace unos días fue el primer aniversario del blog), creo que es un buen momento de cumplir peticiones. Así que hoy vamos a comentar una de sus canciones favoritas: Marinero de luces

Esta copla nos viene como anillo al dedo, aprovechando que está de candente actualidad el tema de la herencia de Paquirri y todos los líos entre Isabel Pantoja, el hijo, los hermanos y la madre que los parió jejjeje. La cantidad de horas y Sálvames que están dedicando a engordar este asunto jjejejeje

                                              

Enlace del video: https://www.youtube.com/watch?v=VWvvohTmYjc

Ese barco velero cargado de sueños

Cruzó la bahía
Me dejó aquella tarde, agitando el pañuelo
Sentada en la orilla

Marinero de luces
Con alma de fuego y espalda morena
Se quedó tu velero, perdido en los mares
Varado en la arena

Olvidaste que yo, gaviota de Luna
Te estaba esperando
Y te fuiste meciendo en olas de plata
Cantando, cantando
Te embriagó aquella tarde
El aroma del mar

Olvidaste que yo, golondrina del aire
Te estaba esperando
Te llevaste contigo
Mis últimos besos, mis últimos años
Te embriagó aquella tarde
El olor de azahar

Ese barco velero, cargado de sueños
Cruzó la bahía
Me dejo tu mirada de fuego encendido
Clavada en la mía

Marinero de luces
De sol y de sombra, de mar y de olivo
Se quedó tu silencio, de rojo y arena
Clavado en el mío

Olvidaste que yo, gaviota de Luna
Te estaba esperando
Y te fuiste meciendo, en olas de plata
Cantando, cantando
Te embriagó aquella tarde
El aroma del mar

Olvidaste que yo, golondrina del aire
Te estaba esperando
Te llevaste contigo, mis últimos besos
Mis últimos años
Te embriagó aquella tarde
El olor de azahar

Ese barco velero, cargado de sueños
Cruzó la bahía

 .....................................................................................................

El poema fue compuesto por José Luis Perales en el año 1985. La historia que circunda al disco y a la canción es de sobra conocido: el torero Paquirri contrajo matrimonio con la tonadillera Isabel Pantoja el 30 de abril de 1983. Se casaron, tuvieron un hijo (Kiko Rivera), y vivieron felices y contentos (o no, según los últimos cotilleos), hasta el 26 de septiembre de 1984, fecha en la que Paco sufrió una mortal cogida en Pozoblanco (Córdoba) por el toro Avispado.

Una cornada que le costó la vida. Cuando la ambulancia llegó a la capital (tras un recorrido de más de 80 kilómetros por una carretera secundaria llena de curvas y baches), el torero había fallecido. Desde ese momento Isabel Pantoja se convertiría en la viuda de España. Tras unos meses de retiro de la música debido a las duras circunstancias personales, al año siguiente volvería a los escenarios con un disco en el que la cantante expresaría el amor hacia su marido y el dolor por su pérdida.

La muerte del amado queda representada metafóricamente con una embarcación que abandona el puerto y se aleja mar adentro: ese barco velero cargado de sueños cruzó la bahía. Es el paso de la vida a la muerte.

Una realidad física, material y tangible (barco), se vincula con un elemento abstracto y mental (sueños). Tened en cuenta que Paquirri murió joven, a los 36 años. Estaba en la flor de la vida. Tenía un montón de proyectos vitales que cumplir: recién casado, con su mujer, un hijo que acababa de nacer hace unos meses, un éxito profesional que ya quisieran muchos, una situación económica envidiable…Todo esto se vio truncado. Se fue demasiado pronto.

El yo poético contempla impotente la muerte de su amado: me dejó aquella tarde agitando el pañuelo. No puede hacer nada para evitar la pérdida. Cuando las cosas están de pasar, pasan. Ante eso, solo queda despedirse de él (recurriendo a un gesto típico de la marinería como es el movimiento del pañuelo, cuando alguien parte hacia la mar).

La protagonista se limita a ser testigo, observar, contemplar desde la distancia, en posición pasiva: sentada en la orilla. Ante la muerte no se puede hacer nada.

Mediante el demostrativo se marca la deixis temporal del fatídico momento de la tragedia (aquella tarde), que marcó un antes y un después en la vida de esta familia. Se trata de la famosa tarde de Pozoblanco del 26 de septiembre de 1984 cuando Avispado dio la cornada mortal a Paquirri.

En la segunda estrofa, el amado queda representado como un hombre del mar (marinero de luces). El oficio de marino y el oficio de torero tienen muchas cosas en común: se mueven en entornos peligrosos (el mar bravo, y el toro bravo), se necesitan muchas agallas y valentía, los seres queridos lo pasan mal porque la muerte acecha en todo momento…. Hay que estar hecho de una pasta especial para lidiar con la naturaleza en su máximo esplendor (un animal enfurecido y un mar tempestuoso no son moco de pavo).

En el vocativo se plasma la fusión/síntesis/unión entre el mundo del toro y el mundo de la marinería: marinero de luces. El núcleo del sintagma es marinero (persona que trabaja en el mar). El complemento (de luces) hace referencia al traje del torero. Detrás de ese marinero (metáfora), hay una persona real, de carne y hueso (Paquirri). Para realzar la figura del torero, el autor recurre a una metáfora con otro oficio que connote (socialmente) la misma gallardía

Así se crea una imagen muy sugerente de un marinero-torero que emociona no solo al que lee el texto literario, sino a quien conoce la historia personal de Isabel Pantoja. Todos sabemos que detrás de ese marinero está Paquirri. Se crea un juego entre ficción y realidad, lenguaje metafórico y lenguaje figurado, literatura y mundo convencional.

El amado se representa como una persona apasionada, llena de sentimientos (con alma de fuego). Ya sabéis que en el lenguaje de la mística, el fuego representa el amor, la pasión, el entusiasmo en grado máximo.

Además, la descripción está cargada de un componente físico-sensual: espalda morena. En la canción española el prototipo de belleza masculino es el hombre moreno, de piel tostada.

En esta segunda estrofa, la muerte del amado se representa como un barco encallado, que no puede desplazarse: se quedé tu velero, perdido en los mares, varado en la arena. La falta de vida implica falta de movimiento. Se crea una imagen inerte, quieta, congelada, fría…La imagen del barco parado sugiere muerte, desencanto, falta de energía vital. Además, la embarcación se encuentra perdida en el mar, síntoma de que la vida ha dejado de tener sentido. Ahora llega la eternidad de la muerte.  

Ante eso, el yo poético muestra una actitud de lamento, tristeza, queja ante la ausencia: olvidaste que yo, gaviota de Luna, te estaba esperando. Parece que la protagonista le está reprochando al marido que se haya muerto, que se haya ido tan pronto, que no haya pensado en ella. Al fin y al cabo, cuando una persona muere los que sufren y lloran la pérdida son los que quedan vivos. Con la muerte de Paquirri, también se truncaron los sueños de Isabel Pantoja. Se ha quedado sola.

A pesar del tono elegíaco, encontramos metáforas muy sensuales y preciosistas, extraídas del mundo natural-marítimo, que en este caso se aplican a la amada: gaviota de Luna, golondrina del aire. Al fin y al cabo, Isabel (al igual que Paquirri), era joven, guapa, tenía toda la vida por delante. Esa sensación de libertad que tienen las aves no va a poder disfrutarla igual sin la presencia de su marido. Ella, como gaviota/golondrina, solo puede contemplar desde la distancia cómo ese barco se va.

En este punto de la canción observamos que el acto de muerte queda dulcificado y suavizado poéticamente, con el objetivo de quitar truculencia al tema y no convertirlo en un melodrama. Esto se puede ver en dos imágenes

-Por un lado, el amado que se aleja del mar con una actitud positiva, sin sufrimiento, de manera tranquila y sosegada, fusionándose con un entorno preciosista: y te fuiste meciendo en olas de plata cantando, cantando. En lugar de llorar, el amado canta, acto que va más ligado a contextos festivos y alegres que funestos.

-Por otro lado, el amado que disfruta viviendo al límite y se siente atraído por los peligros de la vida: te embriagó aquella tarde el aroma del mar. Al fin y al cabo Paquirri era torero, y este tipo de personas encuentran su placer en exponerse a situaciones que ponen en riesgo su vida. Sienten emociones fuertes. Por eso, Paquirri murió haciendo lo que más quería (torear).

Con esta estampa tenemos la impresión de que la muerte no ha buscado a Paquirri, sino que ha sido Paquirri el que ha buscado la muerte y lo ha hecho desde la voluntad, atenuando un poco el componente trágico. Es una manera de engrandecer y mantener el honor de la figura del torero. Se quita importancia al hecho truculento (un toro ha matado a Paquirri) para dársela a la persona (Paquirri ha muerto feliz haciendo lo que más quería: desafiando al peligro). Se suaviza el componente trágico en favor del panegírico (homenaje)

La sinestesia crea un entorno mágico, paradisiaco, sensual, especial (el aroma del mar). Todo esto dulcifica y atenúa el dramatismo. No obstante, en algunos tramos, el yo poético se rompe y se lamenta de la ausencia del marido, ya que con su pérdida, la vida de la amada también se ha truncado: te llevaste contigo mis últimos besos, mis últimos años

Como veis, hay un paralelismo: posesivo (mis) + ordinal (últimos) + sustantivo (besos/años). Con la muerte de su amado, la vida de la mujer no será la misma. Ese sentimiento de amor tan grande y tan intenso no lo va a vivir más.

En la segunda estrofa las metáforas de la despedida están cargadas de un componente amoroso-sensual importante: ese barco velero […] me dejó tu mirada de fuego encendido clavada en la mía.

Asistimos a un intercambio de sentimientos mediante el lenguaje corporal (mirada). El fuego ya hemos dicho que simboliza la pasión, el amor. Además, va complementado con un adjetivo que suma intensidad (encendido) a un elemento que ya es calorífico (fuego). Está claro que el amor es profundo y verdadero.

El barco (metáfora del amado) está personificado, ya que tiene la capacidad de intercambiar miradas con la amada, cosa que solo pueden hacer las personas. Es un barco con sentimiento jejjeje

El amado se vincula con elementos del mundo natural, plagados de belleza y sensualidad, tal y como se refleja en la enumeración: de sol y de sombra, de mar y de olivo.

La muerte física del amado supone también la muerte en vida de la amada: se quedó tu silencio, de rojo y arena, clavado en el mío.

El silencio supone la falta de ruido, y por ende, la falta de vida. La metáfora sinestesiada (tu silencio de rojo y arena) va ligada a la escena de la cogida. Paquirri murió en una plaza de toros (la arena del redondel) por la cornada del toro (de ahí el rojo de la sangre)

El momento de la muerte queda inmortalizado y retratado para la eternidad, ya que supone un cambio en la vida de Isabel Pantoja. A partir de la muerte del torero, su vida no fue la misma.

Las estrofas combinan versos de 12/13 sílabas con otros de 6/7. La rima es asonante de primero con tercero (sueños/pañuelo) y segundo con cuarto (bahía/orilla)

Los estribillos constan de 6 versos. El primero y el tercero son de arte mayor. El resto de arte menor. Solo detectamos una leve asonancia en el 2º con el 4º (esperando/cantando/años)

lunes, 23 de noviembre de 2020

Cuando te vayas: la incertidumbre ante el fin del amor: ¿Qué nos deparará la vida después de esta persona?

Y de una época en la que la copla era la reina indiscutible del panorama musical español (años 40), nos vamos a la cara opuesta de la moneda. En la década de los 90, la canción andaluza se concebía como un estilo añejo, anticuado, trasnochado, pasado de moda. El género se encontraba prácticamente olvidado. Solo una minoría (la gente mayor que se había criado con Concha Piquer o Juana Reina) estaba al tanto de las pocas canciones que se producían. 

La gente joven prefería otro tipo de tendencias y artistas más internacionales (canción moderna), ya que la copla representaba un contexto histórico que se había quedado obsoleto, desfasado. La sociedad franquista de los 40 y los 50 no tenía nada que ver con la España de la democracia. Los temas, tópicos y formas de los poemas no evolucionaron como sí lo hizo la cultura y mentalidad del país.  

El hecho de que la copla fuera (y siga siendo) un género poco comercial, no significa que esté muerto. A pesar del "mal tiempo", todavía se seguían componiendo temas, se sacaban discos al mercado y se organizaban conciertos y espectáculos de canción española, destinados a un público minoritario pero fiel. Por lo tanto, no podemos hablar nunca de extinción. Ya os hablé de la importancia de Carlos Cano, y de cómo en una época de decadencia como esta, intentó recuperar y actualizar el género.

La canción que os traigo hoy fue compuesta en el año 1990. Pertenece a uno de los últimos discos de Marifé de Triana. Ya os he dicho varias veces,  bajo mi modesta opinión, que la Marifé de los años 90, es una Marifé que tiende a los excesos, a la artificialización, a la barroquización, a la sobreactuación dramática, con unos temas que se sitúan a medio camino entre la copla y la canción melódica (balada). 

Sin embargo, las letras de esta última época siguen siendo una maravilla (literariamente hablando). Y un ejemplo claro es el tema que vamos a analizar hoy: Cuando te vayas, poema intimista en el que se reflejan las inquietudes del yo poético en torno al fin de la relación amorosa.

En este contexto, Marifé ya no tenía una voz tan limpia ni tan rotunda como cuando era joven. Al hacerte mayor, es normal que te cueste afinar, que te falte aire y no llegues a ciertos tonos. Por eso, esas carencias vocales, las recompensaba con una dosis extra de interpretación, de tal forma que en lugar de ver a una cantante en el escenario estábamos viendo a una actriz que rozaba, a veces, la sobreactuación. Evidentemente, sobre gustos no hay nada escrito. A mí, esa Marifé histriónica no me gusta tanto. Sin embargo, sí me gusta el sentido poético de sus letras y la elaboración literaria.



Cuando te vayas

Voy a hacer balance

De este amor tan grande

Que los dos tuvimos

 

Cuando te vayas

Veré si me haces falta

O tal tez todo cambie

A lo nuevo y distinto

 

Veré si tu sitio me hace recordar

Si la noche puedo soportar

Y el silencio no me quiere herir

A partir de ahora

 

Cuando te vayas

Sabré el tamaño de las horas

Serán las duras heridas en mi piel

Si tu recuerdo me obsesiona

 

Cuando te vayas

Puedo ser barco que se hunde

O gaviota en plena libertad

Y a no tenerte me acostumbraré

 

Cuando te vayas

Conoceré  a otra gente

Distinta y diferente

Que envolverá mis cosas

 

Cuando te vayas

Puede ser que yo cambie

Y ese camino firme

Con el tiempo se rompa

 

Veré si tu sitio me hace recordar

Si la noche puedo soportar

Y el silencio no me quiere herir

A partir de ahora

 

Cuando te vayas

Sabré el tamaño de las horas

Serán las duras heridas en mi piel

Si tu recuerdo me obsesiona

 

Cuando te vayas

Puedo ser barco que se hunde

O gaviota en plena libertad

Y a no tenerte me acostumbraré

...............................................................

Como podéis ver, la canción es portadora de uno de los temas más explotados, debatidos y teorizados en el contexto de la poesía amorosa: ya sea por muerte de la persona querida, o ruptura de la pareja (debido a la disconformidad e incompatibilidad entre los amantes, o a las dificultades y trabas que la vida te va poniendo), la relación amorosa se acaba terminando. 

Esto sumerge a la protagonista de la copla en un mar de incertidumbres y dudas: ¿Será capaz de vivir sin la persona a la que tanto quería? ¿Cómo será la vida sin el amado? ¿Cambiará en algo? ¿Qué habrá después de esa relación? Como veis, se trata de un poema impregnado de un profundo contenido humano, que mezcla lo amoroso con lo existencial, de una forma clara y sincera.

El uso de la oración subordinada temporal (Cuando te vayas) marca el fin de la relación amorosa como algo seguro, irremediable, inevitable (tarde o temprano el amor se termina y no se puede hacer nada). 

Evidentemente, se trata de una visión subjetiva, personal, partidista, extraída de los propios códigos del yo poético, de acuerdo a su forma de concebir la existencia, que está condicionada por sus experiencias vitales. Habrá gente que esté de acuerdo con esta afirmación tan rotunda, y otra que no (en función de sus circunstancias). Lo que está claro es que la realidad es vista y analizada desde la perspectiva de pensamiento de este yo poético concreto e individual. Al fin y al cabo, en eso consiste la lírica, en autentificar estados de ánimo y modos de pensar, válidos y sinceros para cada uno de nosotros

El verso “cuando te vayas” encabeza cada una de las estrofas, cohesionando el texto a partir de paralelismos: Cuando te vayas voy a hacer balance…, Cuando te vayas veré si me haces falta…., Cuando te vayas sabré el tamaño de las horas…, Cuando te vayas puedo ser el barco…. Gracias a estas estructuras penetramos en el interior del pensamiento del yo poético, profundizando en los diferentes matices en torno al fin de la relación amorosa. .

La voz poética adopta una postura reflexiva y analítica sobre la experiencia amorosa (Voy a hacer balance de este amor tan grande que los dos tuvimos...). Esto nos evoca a la poesía cancioneril del siglo XV, en la cual no solo se vive y se recrea el amor (se sufre, se pasa mal, el yo llora y se atormenta por el fin de la relación), sino que se teoriza y reflexiona sobre las emociones, como si la protagonista fuera una erudita, alguien que decide ponerse a estudiar el sentimiento amoroso como un hecho científico. Se trata de una poesía en la que el amor se siente y se analiza a partes iguales.

El uso del pretérito perfecto simple (tuvimos) permite situar el hecho amoroso en el pasado, como si fuera algo ya acabado, cuando realmente no es así. Objetivamente la relación no ha terminado, ya que la protagonista está hablando de un hipotético futuro, dando por supuestas cosas que todavía no han pasado: cuando te vayas...El yo está "matando" el amor antes de tiempo. Está afirmando que sí o sí se va a terminar. 

Por tanto, la protagonista actúa como si ese futuro hubiera sucedido (a pesar de que los tiempos verbales utilizados nos dicen que la ruptura no ha ocurrido). Estamos en el contexto de la suposición, la hipótesis (plano de la idea, no de la realidad): Si tú te vas…., yo…Lo que pasa es que la protagonista se apasiona tanto con el tema, le da tanto a la cabeza, que al final parece que la relación ha terminado de verdad y sufre tanto como si esto hubiera sucedido.

Cuando el sentimiento de amor hacia esa persona es tan intenso, hay veces que resulta imposible buscar al adjetivo apropiado. De ahí que se recurra a una palabra baúl o comodín, cuyo significado resulta muy amplio, muy general, y poco concreto, pero suficiente para señalar la trascendencia que ha tenido la relación amorosa en la vida de una persona: De este amor tan GRANDE

El componente existencial se manifiesta en la presencia de oraciones disyuntivas, en las cuales el yo poético intenta dar forma a los distintos planteamientos vitales que le esperan una vez se ha terminado la relación: Cuando te vayas veré si me haces falta o tal vez todo cambie a lo nuevo y distinto. Aquí la protagonista manifiesta sus inquietudes, sus dilemas, sus temores a un futuro incierto, indefinido, lleno de interrogantes que resolver. El adverbio de duda (tal vez) contribuye a esto.

Es la primera vez que la protagonista se plantea una situación así (perspectiva de la inexperiencia y la inmadurez) y eso genera muchas incertidumbres, ya que por un lado, está la nostalgia por lo perdido, pero por otro lado, la posible ilusión por algo nuevo. Son dos cosas (lo nuevo y lo viejo), a priori, incompatibles e imposibles de darse simultáneamente. 

Resulta imposible unir el pasado y el futuro en un presente (al menos en la protagonista) y eso genera mucha incomodidad, mucha reflexión, mucho flujo mental, mucho “darle a la cabeza”, como si hubiera una perturbación que cohesiona el interior del pensamiento del yo. 

Tener el futuro “en el aire” (no como algo fijo, sino titubeante, tambaleante, dudoso, incierto) crea una inestabilidad emocional en cualquier persona, ya que no sabe qué le deparará la vida. De ahí el componente existencialista de este poema. 

Al fin y al cabo la vida da muchas vueltas, giros inesperados, sorpresas (es de todo menos fija e inmutable). Cualquier persona cree que una relación va a ser eterna, para siempre (te creas esa idea mental) y luego cuando no es así, te rompe todos los esquemas (que es lo que le pasa a la protagonista de esta copla). De ahí que tenga tantas dudas y se haga tantas preguntas a sí misma. Es un poema muy confesional y filosófico.

La bimembración de adjetivos sustantivados (lo nuevo y lo distinto) ayuda a enfatizar y proyectar la incertidumbre hacia el futuro. 

Por naturaleza, los seres humanos nos acomodamos a una situación, a una estabilidad, a una rutina. Con el paso del tiempo, esto acaba forjando nuestro carácter, ya que nos acostumbramos a unos valores y a unos estados emocionales, que forman parte de nuestro estado de normalidad y nuestra propia esencia. 

Cuando se produce un cambio en nuestra vida (que nos obliga a desprendernos de esos valores, de esas costumbres) estalla la crisis emocional (que es lo que le pasa a la protagonista de la copla). 

La vida le ha obligado a desprenderse de cosas de su pasado, y por consiguiente, a adoptar otras nuevas, desconocidas y diferentes. El hecho de no saber qué cosas nuevas van a venir (el yo se encuentra solo, perdido, desorientado, desubicado...) junto a la nostalgia por lo que deja atrás, genera una sensación de inquietud emocional. 

Cuando nos apegamos a ciertos elementos de una manera tan intensa, pasional, y trascendental (como le ha pasado a la protagonista en su relación amorosa), luego cuesta despegarse de ellos, elegir otros nuevos y a acostumbrarse a ellos. De ahí que se mire con ciertas dudas al futuro, ya que lo más fácil y sencillo es anclarse en la estabilidad emocional. 

Mediante el paralelismo, el yo poético manifiesta su estado de angustia, ya que no sabe si será capaz de aguantar la ausencia del amado: Veré si tu sitio me hace recordar, si la noche puedo soportar y el silencio no me quiere herir a partir de ahora. 

Toda ausencia genera dolor, tristeza y eso puede impedir a la persona seguir con su vida de una forma normal. La imagen de la noche no solo está asociada al luto (a la pena por el fin de la relación), sino también a la sensación de vacío. 

Esto está muy influido por el lenguaje de la poesía mística, y más concretamente, por la llamada vía purgativa en la que el Alma (yo poético) buscaba a Dios (luz) en medio de la oscuridad y de las tinieblas. La noche se convierte en símbolo de la soledad del alma (ya que en medio de la oscuridad no se ve absolutamente nada, y es como si estuvieras solo).  La protagonista de la copla tiene miedo a esa sensación de soledad. 

La personificación sensorial (el silencio no me quiere herir) enfatiza las inquietudes de la mujer sobre su lucha contra la soledad, ya que no sabe si será capaz de soportarla. La falta de ruido en este poema va ligada a la sensación de vacío y soledad. Por tanto, forma parte de este lenguaje simbólico

La anteposición del complemento directo (si la noche puedo soportar) permite das trascendencia al momento de soledad.

En el estribillo se alude a una sensación sobre el estado anímico en relación al paso del tiempo. Cuando una persona es feliz, emocionalmente se encuentra contento, el tiempo pasa volando. Por el contrario, cuando una persona lo está pasando mal y no se encuentra anímicamente bien (en este caso, por el hipotético fin de la relación), parece que el tiempo pasa muy despacio y no avanza: Cuando te vayas, sabré el tamaño de las horas...

Se trata de una sensación personal del yo poético que comparte con el receptor y da dramatismo al poema, ya que le permite recrearse con detalle en el dolor. La percepción del tiempo varía en función de nuestro estado psicológico o mental  

Otro recurso bastante efectivo que ayuda a crear dramatismo es asociar un daño anímico a un elemento físico, es decir, mezclar el dolor psicológico con el daño corporal: Serán las duras heridas en mi piel si tu recuerdo me obsesiona. 

De esta manera vemos a un yo poético sufridor, muy parecido al mártir de amor de la vieja poesía de cancionero. A mí me recuerda levemente (sin tanto extremismo) a la figura del amante hereos, que era aquel hombre que se obsesionaba tanto con la amada, que al final enfermaba o se volvía loco. El yo poético femenino, en este caso, se come mucho la cabeza sobre este tema y no para de darle vueltas a las cosas en un bucle continuo de pensamientos y disquisiciones mentales (que muy sano, no es). El yo se está atormentando con sus propios pensamientos y conclusiones.

Sin embargo, a pesar del dolor y de la angustia percibida, la voz poética no se dejará vencer del todo, y por momentos, adoptará una actitud objetiva, abriendo un halo de esperanza al futuro, analizando no solo lo malo de esto (el fin de la relación), sino también lo bueno (tal vez el futuro le depare algo maravilloso, o conozca a alguien que le quiera). Esto se refleja con dos metáforas antitéticas: Cuando te vayas puedo ser barco que se hunde o gaviota en plena libertad y a no tenerte me acostumbraré

La imagen del barco hundido representa un futuro más pesimista (ella será incapaz de rehacer su vida y vivirá como una desgraciada hasta que se muera), mientras que la imagen de la gaviota representa el futuro optimista (al no tener pareja, vuelve a ser libre para conocer a otra gente y empatizar con ella, sin trabas y sin obstáculo). Quedarse soltera no es tan malo ni ten dramático.

El yo poético, a pesar del punto de locura que alcanza al inicio del estribillo, al final recula y analiza la situación de una manera objetiva, dejándose llevar por la cabeza y la razón, dibujando su futuro de una forma no tan terrible. El verbo “poder” da un matiz de posibilidad, de disyunción (hay 50% de posibilidades de tener un futuro negro y un 50% de tener un futuro maravilloso) y quita radicalidad al pensamiento de la muchacha (podrá tener un futuro malo, pero también un futuro bueno si se lo propone). 

El uso del futuro y del hipérbaton (A no tenerte me acostumbraré) dota de cierta autenticidad a las palabras de la protagonista, dejándose llevar por el sentido común y la sabiduría popular (esa que todo el mundo conoce, sin saber su procedencia, pero resulta validísima y acertadísima): hay que dejar que el tiempo cure poco a poco las heridas. 

Al final, por muy negro que veas el futuro, no queda más remedio que seguir hacia delante, y la vida ya se encargará de que vuelvas a andar, quieras o no, y de recompensarte (como una especie de karma). De una manera natural, el dolor, aunque no se desaparece, si se puede atenuar y neutralizar con otras cosas maravillosas. Es una postura muy estoicista la que se puede ver en las palabras del yo poético.

¿Habéis visto su evolución? Al principio de la copla se dejaba llevar por el dolor y la visceralidad, y al final, se ha dejado llevar por la razón. La emoción desbordada ha sido controlada por el intelecto. La reflexión y el análisis de las cosas ayudan a dominar un contexto dramático como este, y a ver las cosas un poquito más favorables. Como veis, de toda copla se puede sacar una moraleja.

En la segunda estrofa, el yo poético ha controlado la situación. El tiempo futuro ayuda a encauzar la vida de la protagonista, y a encarrilarla, asumiendo que el ciclo natural sigue: Cuando te vayas conoceré a otra gente distinta y diferente, que envolverá mis cosas.

Como veis, el yo poético se recrea con detalle en el futuro, para intentar definirlo y crear proyectos vitales, con cierta ilusión. Esa recreación se consigue con el retardamiento lingüístico. A un sustantivo (gente) se le ponen muchos complementos en forma de adjetivos (distinta y diferente) y oraciones relativas (que envolverá mis cosas). Aunque el futuro sigue siendo incierto (hay dudas, incertidumbres, que se manifiestan en expresiones como “puede ser que…”), la actitud para afrontarlo es diferente a la de la primera parte de la canción.

Al final de la segunda estrofa, la protagonista adopta una postura de madurez, ya que ha asumido que las cosas no son eternas, y a lo largo de su vida tendrá muchos momentos críticos como el que acaba de vivir: Cuando te vayas puede ser que yo cambie, y ese camino firme, con el tiempo se rompa. 

Como podéis observar, se recurre a una metáfora clásica del mundo manriqueño y machadiano (la vida como camino que recorremos). La protagonista ha asumido que la vida es un concepto cargado de sorpresas, de giros, de hechos, de experiencias (como una película). Las circunstancias nos obligan a evolucionar, a cambiar, a sacar cosas que nosotros creíamos no tener, a matizarnos. No somos lo mismo con 10 años, que con 20, que con 30 que con 70. La vida no es algo estático y fijo, sino que está en constante cambio y efervescencia. El camino de nuestra vida no es llano. Está lleno de irregularidades y accidentes geográficos, y continuamente hay que estar renovándose para adaptarnos a las circunstancias

De todas formas, a la protagonista le falta hacer una cosa muy importante, que es disfrutar del presente, del momento actual que está viviendo. 

Ella continuamente está hablando del futuro. De hecho, el título de la copla es "cuando te vayas", dando por hecho que la relación va a terminarse sí o sí. 

La mujer se pasa toda la canción planteando inquietudes, filosofando, reflexionando, angustiándose por ese hipotético fin de la relación. Por la manera en que habla y utiliza el lenguaje, parece que la relación ha terminado, cuando realmente todavía no ha finalizado. 

Podríamos decir que la protagonista ha madurado desde una perspectiva teórica a lo largo de la copla (ella asume qué es la vida a partir de sus hipótesis y pensamientos), pero le falta madurar en el aspecto pragmático (hay que disfrutar del presente y no atormentarse con el futuro).

Como veis, se trata de un poema que mezcla lo amoroso y lo existencial de una manera clara, sin tapujos y sin abusos en el plano formal. Se agradece que una letra de contenido complejo se plasme de una forma sencilla y accesible.

Métricamente, no hay mucho que decir, ya que es un poema que no se adapta a fórmulas establecidas. Todas las estrofas son de 4 versos pero apenas hay rima. Tan solo encontramos algunas asonancias muy suaves (balance-grande, vayas-falta, recordar-soportar, gente-diferente). Se combinan versos de arte menor (pentasílabos, hexasílabos, septasílabos) y mayor (dodecasílabos, decasílabos, endecasílabos), sin pautas fijas.


viernes, 13 de noviembre de 2020

La vaca lechera (canción popular): un canto a la abundancia en tiempos de hambre

A lo largo de estos meses hemos visto cómo la copla es un género que está en continua conexión con el contexto histórico y cultural de una época (Posguerra Española). Hace unas semanas lo comprobamos en la canción Adiós a España, que reflejaba muy bien la cuestión de las migraciones

Tened en cuenta que la década de los 40 fueron años muy duros para nuestros abuelos. La miseria y el hambre cohesionaban la vida diaria de muchísimas personas. La copla se convirtió en un instrumento de evasión, para olvidar las penas y la crudeza del día a día. Con las letras de las canciones, la gente podía soñar, tener ilusiones y ver cumplidos sus deseos de vivir en mundo de prosperidad, abundancia y bienestar (aunque solamente fuera durante los segundos que durara el poema).

Por eso, en este contexto surgieron coplillas como la que os traigo hoy, en la que tener una vaca que diera leche era todo un lujo para la época. Hoy vamos a analizar La vaca lechera

Se convirtió en la canción más famosa del año 1946. A día de hoy, descontextualizado de su época, puede resultar un tema anodino, intrascendental e incluso absurdo. Muchos pensaréis que me he vuelto loco o he perdido el norte por dedicar una entrada a esta cancioncilla, que para muchos no es más que un poema infantil para amenizar a los niños en el patio, o un tema que se canta para hacer el tonto, a modo de chorrada, en esas noches de juerga y diversión, cuando el alcohol se ha subido a la cabeza.

Sin embargo, en los años 40 era un claro ejemplo de coplilla testimonial, en la que se reflejaban los sueños, las ilusiones y las aspiraciones de mucha gente que se conformaba con algo tan básico como tener alimento al alcance de la mano


Enlace al video: https://www.youtube.com/watch?v=yDGjpOmRW4U

Tengo una vaca lechera

No es una vaca cualquiera

Me da leche merengada

¡Hay que vaca tan salada!

Tolón, tolón

 

Un cencerro le he comprado

Y a mi vaca le ha gustado

Se pasea por el prado

Mata moscas con el rabo

Tolón, tolón

 

Qué felices viviremos

Cuando vuelvas a mi lado

Con sus quesos, con tus besos

Los tres juntos ¡qué ilusión!

 ....................................................................

El yo poético se recrea y regodea de manera gozosa en el hecho de tener una vaca, como si fuera algo valioso y extraordinario, que los demás no poseen. Al fin y al cabo, solo una minoría social disfrutaba del privilegio de disponer en su propia casa de un animal que le diera sustento.

Tened en cuenta que en estos años de escasez la gente no tenía libertad para comprar lo que quisiera. Existía el racionamiento, en forma de cartillas, las cuales indicaban la cantidad de alimento que debía consumir cada persona.

Teóricamente, no se podía recibir más comida de la que se indicaba en la cartilla. Sin embargo, en la práctica, surgió una especie de mercado negro, donde se ponía a la venta (a un precio bastante desorbitado y mucho más alto del habitual) todo tipo de alimento, para que la gente (que tuviera dinero) pudiera adquirir más productos sin limitaciones. Esta práctica se denomina estraperlo, y duró hasta el año 1953 que fue cuando quitaron el racionamiento.

Por tanto, la gente que tuviera una vaca lechera no solo podía disponer de leche durante todo el año (que era un bien muy escaso que se aparecía a cuentagotas en la cartilla), sino también podía venderla a un precio alto, y así sacarse sus dinerillos.

Ahora que conocéis este contexto histórico, me imagino que entenderéis mejor el sentido de La vaca lechera

El yo poético adopta una actitud de júbilo, alegría, festividad, celebrando su buena suerte y transmitiéndola de una manera abierta al receptor, presentándose como alguien afortunado, en una situación de superioridad respecto a los demás, por encima de la media.

 El hecho de reduplicar varias veces la palabra vaca a lo largo del tema ayuda a enfatizar ese componente de buenaventura: Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera.

Como veis, el poeta no se conforma solo con celebrar su buena suerte, sino también compararse con los demás, regodearse en su privilegio, transmitiendo cierta altanería, fanfarronería, arrogancia y engreimiento. Este elitismo era frecuente en la época: mientras que la mayoría de la gente estaba muriéndose de hambre (literalmente) y comiéndose las pieles de las naranjas, solo unos pocos (gente de buena familia) podía permitirse el lujo de vivir bien y comer ciertos alimentos (entre ellos la leche).

La realidad se representa de una manera distorsionada, hasta el punto de llegar al disparate, a la falsedad, a lo ilógico, a lo irracional, a lo surrealista con el objetivo de enfatizar más esa situación de privilegio del yo poético y así el farde sea mayor: Me da leche merengada.

Evidentemente, desde un punto de vista científico, las vacas no dan leche merengada (es una trola como una catedral de grande). Sin embargo, nosotros lo leemos y nos da un “asco” tremendo el yo poético. Un puto fanfarrón jejjeje. Para la gente que nada en la abundancia como la voz de esta copla, la vida es alegre, bonita, maravillosa, no hay problemas, todo es color de rosa, jolgorio, fiesta, banalidad. A mí me recuerda un poco el protagonista, a la del cuento de la Lechera.

No sé si el autor de la letra (Fernando García Morcillo) tendría en cuenta este paralelismo, de asociar la leche al bienestar, a la riqueza, al poder económico. Realmente, la gente se conformaba con muy poco en una época de hambre.

La vaca queda personificada ya que se le adhieren rasgos humanos, de manera coloquial y exclamativa: !Ay, qué vaca tan salada!. La onomatopeya tolón, tolón recrea el sonido de las campanas (cencerros) que suelen colgarse del cuello de las vacas, y es una forma realista de contribuir a esa sensación de goce, de cómo el yo poético se recrea en el momento que está viviendo (incluidos los sonidos que le rodean).

Debido a la acumulación de personificaciones, podríamos decir que la vaca se ha acabado humanizando y vivificando en el texto literario, hasta el punto de estar dotada de voluntad, de decisión: Un cencerro le he comprado y a mi vaca le ha gustado.

La anteposición del complemento directo (un cencerro, a mi vaca) a primera posición oracional contribuye a dar un matiz de materialismo a la canción, remarcando la importancia de lo accesorio, del detalle, de la puesta en escena. Al fin y al cabo, esta minoría elitista, al no pasar hambre, se permite el lujo de tener otras preocupaciones más anodinas y banales (comprar un cencerro a la vaca).

Resulta curioso cómo de vez en cuando en la descripción de la vaca se alterna la humanización con la animalización, ya que en algunas partes deja de personificarse para convertirse en un animal más realista: Se pasea por el prado, mata moscas con el rabo. 

El asíndeton de este verso permite eternizar la estampa literaria, ya que al yo poético le interesa presentar ese contexto de fortuna como algo duradero y extenso en el tiempo. Eliminando la conjunción copulativa se cotidianiza la acción de la vaca (como si fuera algo que se va repitiendo indefinidamente). La buena suerte es eterna jejjee.

En la última parte de la canción se crea una atmósfera idílica, en la que todo es alegría, felicidad, fraternidad: ¡Qué felices viviremos cuando vuelas a mi lado! En estos versos se recrea un tipo de amor un poco “empalagoso”, muy en la línea de la poesía del Cantar de los Cantares, en la que la relación se representa de manera bucólica, paradisiaca e idílica. Todo es positivo. Y la exclamación ayuda a ello.

De todas formas, en el yo poético detectamos cierta hipocresía y falsedad, ya que realmente muestra tantos afectos y elogios a la vaca, no porque la quiera de verdad, sino por los beneficios materiales que conlleva (la leche).

El paralelismo contribuye a enfatizar esa dualidad entre espiritualismo y materialismo: Con tus besos, con tus quesos. Mientras esa vaca genera unos beneficios, está claro que el yo poético la va a querer. Por eso, el animal cobrará transcendencia e importancia, hasta el punto de considerarlo un miembro más de la familia, al nivel de una persona: Los tres juntos. ¡Qué ilusión!

Métricamente estamos ante una canción de versos octosílabos. Las dos primeras estrofas están formadas por pareados (versos que riman entre sí). Cada estrofa, dos pareados. Se alterna la rima consonante (lechera-cualquiera) y la asonante (prado-rabo). En la última estrofa solamente riman en asonante el primer y el tercer verso, y los demás quedan libres.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Un ramito de violetas (Cecilia): la mujer que recibía flores de un amante secreto todos los nueves de noviembre

Aprovechando que hoy es 9 de noviembre no puedo evitar recordar una de las canciones más emblemáticas de la cantautora madrileña Cecilia: Un ramito de violetas. Era en este día, todos los años, cuando la protagonista del tema recibía un obsequio de flores por parte de un hombre desconocido, un amante secreto que se convirtió en el pilar que daba ilusión a su vida, a pesar de estar ya casada.

La canción fue compuesta en el año 1974 por Cecilia. Su carrera artística fue corta pero intensa, con temas compuestos por ella misma que adquirieron muchísima popularidad en la época. Desgraciadamente, la muchacha murió joven, un 2 de agosto de 1976, en un accidente de tráfico que conmocionó a todo el país (similar a lo que le pasó a Nino Bravo tres años atrás).

Su música aúna lo mejor del pop británico y norteamericano con la canción tradicional española. Por tanto, en sus letras podemos detectar ecos que nos recuerdan a la copla. Además, fue una voraz lectora de los poetas españoles (Machado, Miguel Hernández, Valle Inclán…), cuyos textos fueron fundamentales para componer las canciones.

Se han hecho muchísimas versiones de este tema. La más conocida fue la de Manzanita (1981) con un enfoque flamenco muy interesante. También han interpretado el tema Soledad Giménez, Lolita o India Martínez


Enlace del video:https://www.youtube.com/watch?v=8AtSHZTwehY


Era feliz en su matrimonio

Aunque su marido era el mismo demonio

Tenía el hombre un poco de mal genio

Y ella se quejaba de que nunca fue tierno

Desde hace ya más de tres años

Recibe cartas de un extraño

Cartas llenas de poesía

Que le han devuelto la alegría

 

¿Quién la escribía versos? dime quién era

¿Quién la mandaba flores por primavera?

¿Quien cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

La mandaba un ramito de violetas?

 

A veces sueña y se imagina

Cómo será aquel que tanto la estima

Sería un hombre más fiel de pelo cano

Sonrisa abierta y ternura en las manos

No sabe quien sufre en silencio

Quien puede ser su amor secreto

Y vive así de día en día

Con la ilusión de ser querida

 

¿Quién la escribía versos? Dime quién era

¿Quién la mandaba flores por primavera?

¿Quién cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

La mandaba un ramito de violetas?

 

Y cada tarde al volver su esposo

Cansado del trabajo la mira de reojo

No dice nada porque lo sabe todo

Sabe que es feliz, así de cualquier modo

Porque él es quién le escribe versos

Él, su amante, su amor secreto

Y ella que no sabe nada

Mira a su marido y luego calla

 

¿Quién la escribía versos? Dime quién era

¿Quién la mandaba flores por primavera?

¿Quién cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

La mandaba un ramito de violetas?

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La protagonista del poema es una mujer que lleva muchos años casada con su marido. Cuando un matrimonio se alarga tanto en el tiempo suele ocurrir que la monotonía, el paso de los años, el acecho de una edad cada vez más complicada, los problemas del día a día, la convivencia… acaban provocando un desgaste en la relación, que sin llegar a la infelicidad, sí supone una pérdida de la ilusión del principio.

Cuando una cosa se reitera, se repite de manera continuada, lo no normal se convierte en normal, en cotidiano, en habitual, y deja de provocar un efecto sorpresa en la vida. Esto es lo que le pasa a la mujer: aunque ella considera que ha llevado una existencia feliz como esposa (con las virtudes y defectos de la persona que quiere), al final, tantos años de matrimonio y el paso del tiempo, han provocado la pérdida de la ilusión inicial, configurando una rutina plana, lineal, insulsa, en la que apenas hay comunicación con su marido, ya que él peca de poca sensibilidad, y de no poner la suficiente atención a la relación. Diríamos que es un hombre poco romántico jejjeje

Sin embargo, esa aburrida monotonía se ve alterada cuando la protagonista empieza a recibir con cierta frecuencia, flores y cartas de amor de un hombre desconocido. Ella no sabe quién se esconde detrás de esos regalos anónimos, pero el hecho de que haya una persona que de manera secreta se preocupe por ella, le hace recobrar la ilusión y la alegría de su juventud. De esta forma, la señora empezará a fantasear y especular sobre quién está detrás de esos obsequios. Por supuesto, ella no le dirá nada a su marido, y optará por disfrutar en silencio de este amor secreto. ¿Queréis saber quién es ese amante? Solo tenéis que estar atentos al análisis y/o escuchar la canción.

En la primera estrofa encontramos el planteamiento narrativo de la historia. Se presenta a la protagonista y se describe la situación sentimental que mantiene con su marido: era feliz en su matrimonio aunque su marido era el mismo demonio

Él aparece representado con una metáfora hiperbolizada sobre su carácter que se acaba asociando a uno de los personajes más emblemáticos de la tradición popular, que es el de Satanás, el del diablo: Su marido era el mismo demonio. Es una manera de enfatizar los defectos de la parte masculina, ya que él representa al típico hombre gruñón, bruto, maniático, nada empático, poco sensible, poco comprensible, al que le falta tacto para entender y ponerse en la piel de su esposa: Tenía el hombre un poco de mal genio y ella se quejaba de que nunca fue tierno.

El cuantificador (un poco) atenúa los defectos, como una especie de eufemismo, para hacer ver que el hombre tiene sus cosas, pero no es tan malo como parece. Al fin y al cabo, está casada con él. La anteposición del verbo al sujeto (hipérbaton) también ayuda a destensar un poco ese carácter: tenía el hombre…

Sin embargo, el adverbio de negación (NUNCA fue tierno) lo que hace es enfatizar esos defectos, magnificarlos, resaltarlos.

Como veis, el yo poético adopta una postura realista que es bastante común de lo que parece. Mucha gente intenta desengañarse ocultando los defectos de la persona a la que quiere, pero al final, no es oro todo lo que reluce, y la verdad menos amable siempre acaba saliendo por mucho que la intentemos enmascarar.

No obstante, la mujer se considera feliz por haber vivido con este hombre. Valorando el conjunto, considera que ha sido más positivo que negativo. De hecho, la subordinada concesiva (los defectos) no impide la felicidad: Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio. Podríamos decir que la mujer quiere a su marido tanto en sus virtudes como en sus vicios.

En la segunda parte de la primera estrofa asistimos al punto de inflexión, al giro de los acontecimientos, al nudo de la historia. Esa monotonía inicial se rompe cuando la mujer recibe unas cartas de amor de un hombre cuya identidad desconoce: desde hace ya más de tres años recibe cartas de un extraño.

La personificación de las cartas ayuda a concebir estas como un elemento regenerador, vitalizador, capaz de aportar a la mujer ilusión, ganas, felicidad, alegría, en definitiva, aliciente y energía para seguir adelante: Cartas llenas de poesía que le han devuelto la alegría.

La reduplicación de la palabra carta en dos versos consecutivos además de dar ritmo e intriga al poema, permite resaltar ese efecto purificador de las cartas: Recibe cartas de un extraño/cartas llenas.... Al fin y al cabo, este texto alude al tópico renacentista y clásico del amor como elemento vital y esencial para la vida.

En el estribillo, el yo poético plantea una especie de juego, de acertijo, de enigma, que permite enganchar al receptor a la historia creada, y lo invita a descubrir quién se encuentra detrás de esas cartas. El narrador se comporta como una especie de juglar que usa técnicas formales para captar la atención de la gente y no se pierda las siguientes estrofas. Este enganche lo hace mediante el uso de oraciones interrogativas en paralelismo: ¿Quién la escribía versos…? ¿Quién la mandaba flores…? “¿Quién […] le mandaba un ramito de violetas?

Con el objetivo de dar dramatismo e intensidad expresiva, para formular un mismo contenido se utiliza en el mismo verso una interrogativa directa (¿Quién la escribía versos?) y una interrogativa indirecta (dime quién era).

 Se genera una necesidad, tanto en el narrador como en el receptor, de querer saber más de esta historia, de conocer todos los detalles, de poner nombre y cara a la persona que le manda flores. Podríamos decir que esta primera estrofa acaba en un momento álgido, lo mismo que en las telenovelas cuando el episodio se pone interesante y hay que cortar y dejarlo para el día siguiente.

El yo poético quiere trasladar al receptor esa ansia de saber, ese afán de curiosidad. El auditorio está ansioso por conocer la identidad de ese hombre, y el narrador tiene las mismas ganas de desvelarlo, pero hay que crear una expectación, darle emoción, intriga, dosificar la información…poco a poco jejjeje

El narrador busca la complicidad y empatía con el público-oyente, y juega un poco con él. De ahí esa acumulación de interrogativas, con el objetivo de generar inquietudes, curiosidad, ganas de indagar en el mundo ficcional creado, en ese amor secreto.

Con el objetivo de dar realismo y verosimilitud a la historia hay una recreación en el detalle, en los elementos circunstanciales: flores por primavera, como siempre sin tarjeta, cada nueve de noviembre…. El espectador necesita referentes cotidianos para engancharse a la historia, y dar detalles (el día que se mandan esas flores, la manera de enviarlas…) activan la atención del que escucha. La finalidad es que el receptor se identifique con los diferentes personajes de esta narración.

En las canciones de Cecilia es frecuente el laísmo. El laísmo es el uso antietimológico del pronombre femenino átono de tercera persona (la), que en lugar de funcionar como complemento directo, lo hace como indirecto: la escribía versos, la mandaba flores…Lo normativo y correcto en estos casos es el uso del pronombre de complemento indirecto (le): le escribía versos, le mandaba flores…El laísmo es frecuente en Madrid.

En la segunda estrofa, la protagonista fantasea y hace hipótesis acerca de la identidad del hombre que se esconde detrás de esos obsequios: A veces sueña y se imagina cómo será aquel que tanto la estima.

Aquí vemos a una mujer ilusionada, optimista, alegre, con ganas de vivir. A pesar de los años que tiene (se supone que es una señora de mediana edad) ha recuperado el espíritu de la juventud, al ver cómo hay alguien que se preocupa por ella, y esa persona, cumple con lo que ella espera de un hombre. Es el amor perfecto, idílico. Alguien que te regala flores, suele ser alguien detallista, sensible, cariñoso, tierno…todo lo contrario a su marido

La reduplicación sinonímica (sueña y se imagina) permite al yo poético introducirse en el pensamiento de la protagonista, en su mente, en sus códigos líricos. Al no ser posible la percepción concreta del amado (no sabemos quién es ni cómo es esa persona que le regala flores), la protagonista pasa del plano real, al plano de la fantasía e imaginación. A pesar de no materializar al amante, alcanza la plenitud por el simple hecho de pensar cómo es.

Eso genera ilusión, alegría, felicidad, como si lo conociera de toda la vida. Al no poder verlo, se conforma con imaginárselo y eso le basta y le sobra para ser feliz. De ahí que haga un retrato de su hombre ideal. Este retrato mezcla rasgos físicos con espirituales: Sería un hombre más de bien de pelo cano, sonrisa abierta y ternura en las manos

Resulta curioso el dibujo de amado ideal que hace la protagonista. En lugar de dejarse llevar por el canon y prototipo de belleza (hombre joven, atractivo, musculoso, alto…la versión masculina de la Donna Angelicata petrarquista jejjej), la mujer busca un señor bastante corriente y estándar físicamente (con pelo canoso, de edad madura) y prefiere resaltar su belleza interior (sonrisa, comprensión, sensibilidad…). En lugar de buscar un George Cloonie o un Brad Pitt, prefiere un hombre de la calle, normal y corriente, no tan perfecto físicamente (con canas, arrugas…), pero sí buena persona

La fantasía, la imaginación, la evasión mental se convierten en un mecanismo de defensa que impulsan a la protagonista a recobrar la ilusión que había perdido, y así poder seguir afrontando su vida. Las cartitas se convierten en energía vital, en aliento regenerador: Y vive así de día en día con la ilusión de ser querida

La relación con este hombre no se materializa físicamente (ya que no se conocen) pero la necesidad de amar y ser amada está siendo satisfecha. No hace falta contacto carnal. Solo con una buena intención (el ramito de violetas) y el poder mental (imaginándose al hombre perfecto), la protagonista se siente querida y amada.

Con la evasión y la fuerza de la mente se puede alcanzar un estado de satisfacción plena sin ser tan necesaria la presencia física y palpable. Se trata de un amor platónico puro y duro, el cual no necesita plasmarse en el mundo sensible. Para que sea consumado es suficiente con que exista una imagen mental, una idea, un concepto, un sentimiento que salga de nuestras entrañas (aunque no se plasme en el mundo).

En esta época de gran conservadurismo y rectitud moral, mucha gente se enamoraba mediante mecanismos de fantasía e imaginación y los efectos podían ser tan puros y auténticos como los de un amor cara a cara. Tened en cuenta que el matrimonio era para toda la vida, así que para una mujer, la única forma de recuperar la ilusión era así (ya que socialmente estaba mal visto que una señora casada tuviera relaciones físicas con otro hombre que no fuera su marido). Eso es lo que le pasa a la protagonista.

En la tercera estrofa el foco narrativo se centra en la figura del marido: Y cada tarde al volver su esposo, cansado del trabajo la mira de reojo

Entramos en un momento importante de la narración, el desenlace. Es aquí cuando se va a resolver el enigma, y conoceremos la identidad del amado. Con el objetivo de crear intriga y retardar lo máximo posible el momento, se empiezan a añadir complementos temporales y predicativos: Cada tarde, Al volver su esposo, Cansado del trabajo

Según se ve, el marido está al corriente de toda la historia (sabe que su mujer recibe cartas de un hombre): No dice nada porque lo sabe todo. Muchas veces el silencio, el no decir nada, transmite líricamente más que un diálogo altisonante en estilo directo.

Sin embargo, la acción da un giro cuando nos enteramos de que la persona que escribe cartas y manda flores a la protagonista es el propio marido: Ella es feliz así de cualquier modo, porque él es quien le escribe versos. Él es su amante su amor secreto.

El paralelismo desvela la realidad con claridad, sin titubeos, sin necesidad de adornos: Él le escribe versos, él es su amante... Cecilia es una cantante sencilla, limpia, diáfana a la hora de contar sus historias. No hace falta crear un culebrón de esto. Hay intriga, pero no hace falta adornarla lingüísticamente (la historia se cuenta sola).

Por lo tanto, la imagen del marido cambia radicalmente. El hombre no es tan insensible ni tan neandertal como parece. Más bien, diríamos que es bastante frío y tímido, y le cuesta explícitamente manifestar sus sentimientos delante de la mujer. Luego, en la esfera de la intimidad, la quiere mucho (y por eso, le manda flores).

Hay gente a la que le cuesta expresar lo que siente, abrirse, desnudarse emocionalmente. Sin embargo, eso no quiere decir que no se tengan sentimientos. El marido ama a su mujer. Le cuesta decir te quiero, le cuesta manifestar el afecto, le cuesta ser cariñoso, pero en el fondo tiene sentimientos de amor hacia ella. Los tiene escondidos, pero, de vez en cuando y a su manera, los saca del fondo del armario jejejjejee

Hay como una doble personalidad por la parte masculina:

-Por un lado, el marido coraza, que parece pasivo, impasible, e insensible (el mismo demonio). Es el envoltorio, la apariencia, la impresión externa. Es lo que se percibe de cara a la galería. Menudo tío más asqueroso jjejejeje (diríamos)

-Por otro lado, el marido enamorado, apasionado, tierno, detallista, que aflora en los momentos de intimidad, cuando nadie lo ve. Es en estos momentos de soledad cuando puede sincerarse de una manera diáfana, sin que los focos le deslumbren. Mucha gente saca lo mejor de sí mismo cuando no hay nadie mirando, sin presiones ni teatros. A las personas tímidas no nos gusta el protagonismo, pero tenemos nuestros sentimientos jejje

El marido quiere que su mujer sea feliz y recobre la ilusión por vivir, aunque sea a costa de su propio honor. Tened en cuenta que la mujer cree que el marido no sabe nada: Y ella que no sabe nada, mira a su marido y luego calla. Con esos silencios da la sensación de que ella se siente un poco culpable de ocultar a su marido la situación (hay otro hombre que le regala flores)

Desde la perspectiva femenina, el marido puede parecer el pobre que no se entera de nada. Aunque sea mentalmente, el hombre está siendo un cornudo, pues la mujer no para de fantasear con el emisor de esas cartas. Resulta irónico que sea el propio marido el que propicie las fantasías de su mujer, y por tanto, sea visto como un pobre cornudo

Al marido, le da igual quedar como un cornudo (siempre mentalmente, claro), con tal de ver a su mujer ilusionada y feliz. Es una manera peculiar de solidificar el matrimonio: ella es feliz recibiendo esas cartas, y él es feliz viendo a ella contenta, ya que al fin y al cabo esas cartas han sido escritas por él (no son de nadie extraño, aunque ella lo crea).

Tal vez sea vergüenza, miedo o timidez lo que le impide al marido manifestar de manera explícita sus sentimientos, y por eso, necesite crearse un personaje para poder hacerlo. Está claro, que ese juego funciona y potencia la relación. A mucha gente le impone decir te quiero, o ponerse tierno con la pareja (sobre todo a un hombre, ya que la imagen de un hombre sensible no corresponde con el arquetipo que la mayoría de la sociedad tiene).

Por eso, por ese miedo, el hombre desdobla su personalidad y la verdadera persona (la esencia) se esconde detrás de un personaje, mientras que la persona, en realidad es un personaje (ya que el hombre no es tan huraño ni tan insensible como parece). Se trata del tópico literario de la vida como teatro. Sin que nosotros nos demos cuenta, muchas veces nos convertimos en actores en diferentes situaciones de nuestra vida.

Métricamente, la canción está formado por la sucesión de pareados (versos que riman entre si): matrimonio-demonio, genio-tierno, era-primavera, cano-mano, esposo-reojo, día-querida). Esto da mucha musicalidad al ritmo.

Los versos son de arte mayor (aunque existe mucha irregularidad). En el estribillo encontramos algunos versos libres, sin rima.

El hecho de repetir palabras en dos versos consecutivos enfatiza la musicalidad: sabe, cartas, él, quién…