viernes, 18 de febrero de 2022

Lolita La Musaraña: una mujer que vive en la inopia

A lo largo de estos más de dos años que lleva abierto el blog hemos conocido algunos personajes pintorescos que han protagonizado las coplas más divertidas y disparatadas del repertorio. Los cotilleos de la Sebastiana, el atontamiento y el pavo que tenía Marta la Dormía o las ganas de ser el centro de atención de Manolita la Primera, no tendrán nada que envidiar a las locuras de la protagonista del tema de hoy: Lolita la Musaraña.

En 1945, Quintero, León y Quiroga crearon para Juanita Reina esta divertida marcha que cuenta la historia de una mujer que ha perdido completamente el juicio. En términos coloquiales diríamos que está para que la ingresen en un manicomio o en el psiquiátrico, debido a la cantidad de locuras que lleva a cabo, y que su pobre marido sufrirá día sí y día también. Tantas son las idas de olla y fantasías de esta señora, que al final, el amado también acabará trastornado y perdiendo la cabeza.




Los ojos desencajados,

con una mirada extraña,

camina por todos lados.

Lolita, la Musaraña.

¿Qué llevará en la cabeza?

¿Por qué va tan distraída,

que por la calle tropieza

con los camiones y los tranvías?

El novio padece, 

las ducas secretas, 

porque le parece,

que está majareta.

 

¡Lolita, me estás matando!

Lolita, ¿por qué cavilas?

Lolita, ¿qué vas pensando,

que tienes cara de lila?

Lolita, aparentemente,

le escucha con atención,

y le dice de repente:

¡Que viva Napoleón!

¡Mata la araña,

pipiritaña, tu cabecera

con telarañas!

Igual que una regadera,

está Lolita, la Musaraña,

está Lolita, la Musaraña

 

Lolita, la Musaraña,

ya hay tiempo que se ha casado,

y ayer cometió una hazaña

con el niño y el guisado.

Pensando en la gran fortuna

del Conde de Montecristo,

metió un tomate en la cuna

y a la criatura la echó en el pisto.

Lo saca el esposo, 

de la cacerola

y exclama furioso

mirando a la Lola:

 

Lolita, tú estás pensando,

nada más que en los folletines,

y al niño lo estás guisando,

como a los calabacines.

Con una sonrisa hueca,

Lolita le respondió:

¡Quién hable mal de Rebeca

no tiene perdón de Dios!

¡Mata la araña,

pipiritaña, tu cabecera

con telarañas!

Igual que una regadera,

está Lolita, la Musaraña,

está Lolita, la Musaraña.

 

Con el tiempo y una caña,

recobra Lola el sentido,

y ahora las musarañas, 

las ve el pobre del marido.

Camina por el alero,

diciéndole así a la gente:

¡Yo soy los Tres Mosqueteros

y mi señora, nuestro aistente!

Del susto Lolita 

llorando se queja,

y el otro le grita

colgado de una teja:

 

Lolita, ¿por qué te extrañas?,

Lolita, ¿que esté chalado?

recojo las musarañas,

Lolita, que tú has dejado.

Si tú fuiste antes de ahora,

la suegra de Gulliver,

yo soy la locomotora,

del mixto de Santander.

¡Mata la araña,

pipiritaña, yo tengo el coco

con telarañas!

está el infeliz más loco

que estaba Lola, la Musaraña,

que estaba Lola, la Musaraña.

.....................................................................

Evidentemente, la canción posee un enfoque cómico, ya que la intención principal es sacar la carcajada del espectador, a partir de las locuras de la protagonista, las cuales rompen con el principio del realismo, la verosimilitud y el sentido común.

Ya sabéis que en este tipo de coplas divertidas el yo poético busca crear una caricatura, mediante la exageración y la hipérbole de los rasgos psicológicos de la muchacha.

En el teatro cómico grecolatino (Plauto, Aristófanes) es habitual que los defectos físicos o psicológicos de la gente se convierta en material risible. La gente se divierte mediante la contemplación de eventos que se salen de la normalidad y son llevados al extremo, a una zona en la que la frontera entre lo real, lo hipotético y lo imaginario es muy tenue. Esa confusión es la que causa la risa.

La protagonista es una mujer de carne y hueso (real), que padece un trastorno de locura (real), pero sus comportamientos, conductas y reacciones se representan de una forma poco real, con dosis de fantasía, disparate y frivolidad.

Como se puede ver, la hipérbole y el surrealismo enfatizan esa “anormalidad”, para que todo el mundo se dé cuenta de que el objetivo no es reírse de alguien, sino reírse con alguien, y solo en el plano de la ficción. Todo el mundo sabe que se trata de una historia inventada que ha sido creada en un texto dramático concreto para pasar un rato divertido sin herir o atacar a nadie

Estamos ante un teatro de evasión, con un humor efectista y superficial (como sucede en las series televisivas actuales, tipo La que se avecina). No hay que echarse las manos a la cabeza porque el autor de esta copla se ría de una mujer mentalmente enferma, ya que todos sabemos que se trata de una ficción hiperbolizada que no va a tener trascendencia en la realidad.

Un mecanismo habitual del teatro cómico es el arquetipo. El arquetipo consiste en representar un rasgo psicológico mediante un aspecto físico. Por ejemplo, la gordura se asocia al personaje del graciosillo; el llevar gafas al ilustre o erudito; los trajes largos suelen ir ligados a personajes cursi; la barba, se relaciona con el prestigio social.

Son convenciones arbitrarias y caprichosas que han formado parte de la tradición teatral  a la hora de representar a personajes tipo

En este caso, la ida de olla de la mujer se representa con la descripción de los ojos fuera de sus órbitas. Cuando a un niño, por ejemplo, le dices que imite a un loco, el chavalillo representa la locura con una mirada perdida, tal como aparece representada la muchacha al principio del tema: Los ojos desencajados con una mirada extraña

Otro recurso típico en estas coplas cómicas es el apodo o mote. El apodo es una etiqueta que permite identificar y señalar a una persona mediante un rasgo físico o psicológico característico de ella y que conoce todo el mundo. Normalmente suele ser un defecto, ya que los motes tienen un carácter despectivo.

En este caso, el apodo de la protagonista es “La musaraña”. La musaraña es un animal mamífero, muy parecido al ratón, con una cola más corta pero un hocico más grande, que forma una especie de trompa ligeramente corva. La musaraña, en nuestra cultura, simboliza la distracción, el embelesamiento. De hecho, hay una frase hecha conocida en nuestra lengua que es “pensar en las musarañas”.

Esto se aplica a aquellas personas que están absortas, en su mundo interior, sin darse cuenta de lo que pasa alrededor. Suele ser gente que no se percata de nada, ya que van a su bola, tienen la cabeza en otra parte y son poco realistas. Esto es lo que le sucede a la protagonista, que está sumergida en sus disquisiciones mentales y ralladuras, como si no hubiera un entorno físico y tangible circundante. De ahí el mote de La musaraña. Este funciona como aposición de su nombre real (Lolita, la musaraña).

El narrador (en tercera persona) presenta a la protagonista con interrogaciones retóricas. Ya sabéis que una interrogación retórica no busca generar una respuesta en los oyentes, sino dar poder y fuerza a la expresión. En este caso, se quiere presentar a Lola como una mujer loca, distraída, ensimismada, especial: ¿Qué llevará en la cabeza? ¿Por qué va tan distraída?

La cabeza es una forma metonímica de designar a la mente (el continente por el contenido), ya que el cerebro (órgano responsable de las decisiones y actos humanos) se encuentra en la parte alta de la cabeza. El problema que tiene Lola no es físico, sino psicológico.

Al inicio del poema encontramos imágenes que buscan la hiperbolización y rompen con el principio de verosimilitud: ¿Por qué va tan distraída que por la calle tropieza con los camiones y los tranvías?

Los elementos de la escena se caracterizan por su excesivo tamaño y crean un contraste. Los camiones y los tranvías son realidades que se perciben con facilidad, y sin embargo, la protagonista no se da cuenta de ellos. Conclusión: la chica no rige lo suficiente para distinguir las cosas claras y obvias que cualquier ser normal se daría cuenta.

Al final de la primera estrofa aparece el novio. Este se representa como una víctima. La victimización está envuelta en un halo grotesco, ya que se recurre a un léxico trágico y dramático en un contexto cómico: el novio padece las ducas secretas.

La palabra duca pertenece al habla calé y significa pena. Normalmente, se usa en coplas trágicas y dramáticas en las que los personajes lloran y se lamentan por sus desdichas. Aquí, el vocablo chirría bastante, ya que introduce un concepto ultradramático en medio de un contexto de risa.

En estos casos, lo cómico absorbe lo trágico, y se convierte en grotesco. Todo el mundo se ríe del pobre marido que tiene que soportar a la señora. Las connotaciones dramáticas y lacrimógenas se anulan en post de la comicidad.

El narrador cuenta la historia empleando un lenguaje cotidiano-coloquial, que es el que utilizaría cualquier persona que está hablando con su familia o amigos, en una situación relajada: porque le parece que está majareta

Se recurren a comparaciones cosificadas coloquiales: Igual que una regadera está Lolita la musaraña.

El hipérbaton enfatiza la locura de la mujer, ya que en primer lugar se coloca el atributo, que indica la cualidad psicológica de la prota (igual que una regadera=loca). El verbo y el sujeto se posponen, como si fuera la parte menos importante del tema (está Lolita). Al fin y al cabo, el protagonismo está en las locuras de la chica y no tanto, en su persona. Recordad que el autor se ríe CON ella, nunca DE ella.

En el estribillo, el narrador se dirige a la protagonista mediante vocativos (Lolita….), exclamaciones (¡Me estás matando!) e interrogaciones retóricas (¿Por qué cavilas? ¿Por qué vas pensando que tienes cara de lila)?

El objetivo es que el receptor coja cariño a la muchacha y esta resulte entrañable para el receptor (a pesar de sus locuras). Es un poco como sucedía en el Quijote. Cervantes no solo se ríe de las andanzas del caballero manchego, sino que también busca que este se convierta en un personaje carismático y el lector le coja cierto afecto.

El surrealismo y la fantasía tiñen las metáforas (cara de lila). En coplas como estas es habitual violar los principios de la ciencia y la verosimilitud (por ejemplo, cambiando el color natural de las cosas). Lola no tiene la cara de un color normal. Está claro que es un ser especial jejjeje.

Otro dispositivo lingüístico que realza cómicamente el poema es la incoherencia. La incoherencia consiste en que un personaje habla cosas que no son pertinentes a una situación o contexto. Además, esos contenidos no tienen conexión ni relación lógica. Se trata de un disparate. Es como la escritura automática del surrealismo: tú dices lo que quieres, lo primero que se te pase por la cabeza, sin importar que tenga sentido o significado: Qué viva Napoleón, Mata la araña pipiritaña de tu cabeza, con telarañas.

Estos absurdos están envueltos en un juego fónico, ya que se repite el significante –aña, creando un efecto rima (araña, pipirataña, telaraña).

En el estribillo el narrador formula una pregunta a la protagonista acerca de su estado de ensimismamiento, ya que su personalidad tan peculiar y pintoresca genera fascinación e interés: ¿Por qué cavilas? ¿Qué vas pensando?

En vez de obtener una respuesta lógica y pertinente, Lolita salta por peteneras y contesta con el absurdo de Napoléon y la araña. No responde a lo que se le pregunta. Es incapaz de seguir un diálogo o conversación.

Esta situación patética realza la falta de entendimiento de la sociedad con este tipo de personas

En la segunda estrofa, se produce un avance del tiempo narrativo. Han pasado varios años respecto a los hechos de la primera estrofa. Lola ha contraído matrimonio y tiene un niño. Esto se expresa con un habla arcaica y añeja: Lolita, […], ya hay tiempo que se ha casado. El verbo haber se emplea con valor de acaecer: hay tiempo < hace tiempo

Mientras que en la primera parte, el surrealismo y el disparate se presentan en pequeñas dosis y pinceladas, en esta segunda estrofa cobran el máximo protagonismo, dando un toque macabro a la historia. Se trata de la locura más grande de la protagonista, del colmo de los colmos, del momento álgido de la historia. Este segmento tan importante se presenta como si fuera una gran hazaña heroica, tan típica de las novelas de caballería o los cantares de gesta: Ayer cometió una hazaña con el niño y el guisado.

En coplas cómicas es frecuente presentar un episodio risible y frívolo como si fuera algo trascendental y majestuoso. Recordad los temas de La pulga y La Sebastiana, en los que se cuentan hazañas domésticas como si fueran grandezas. Esto crea un efecto burlesco

El evento narrado se circunscribe a un registro en el que lo real, lo fantástico, lo posible y lo imposible se entremezclan de forma difusa. Al parecer, la protagonista confunde a su hijo con un vegetal: el tomate lo mete en la cuna y al niño lo mete en la olla.

Esta transmutación de elementos crea efectos, a la vez, cómicos y espeluznantes. Por un lado, nos parece surrealista, ilógico y matemáticamente imposible que una madre meta a un niño en una cazuela (el recipiente tiene que ser grande jejjejejje). Pero por otro lado, la protagonista está loca, y en ese contexto de locura puede ocurrir cualquier cosa. Por eso, un hecho imposible puede convertirse en posible, por muy extraño que resulte.

El autor “juega” con el estado mental de la protagonista a la hora de crear una historia. Frivolizar con un hecho grave o trágico (en la vida real, introducir a un niño en una olla supone su muerte) crea unos efectos desdramatizados y deshumanizados que son típicos del esperpento de Valle Inclán. No obstante, el tono de comicidad que se desprende del resto del poema anula la atrocidad de la estampa. Todos sabemos que el autor lo único que busca es hacer reír ofreciendo una historia fantasiosa y disparatada.

Los eventos grotescos se presentan como errores o despistes de la protagonista, fruto del estado de enajenación mental. El narrador recurre a elementos que son propios de un mundo ficcional, y dan la pincelada culturalista al tema: Pensando en la gran Fortuna del conde de Montecristo metió un tomate en la cuna y a la criatura le echó al pisto

El Conde de Montecristo es el protagonista de una novela de aventuras, del escritor romántico francés Alejandro Dumas. Lolita está más pendiente de un mundo interior y mental (la literatura, la ficción…), que del mundo exterior real (su marido, su hijo…). Al igual que Don Quijote, el idealismo vence al realismo.

El hecho de animalizar al niño mediante un hiperónimo (criatura) es otro recurso típico de este tipo de coplas, muy del gusto del tremendismo de los 40. También encontramos alguna comparación cosificada: al niño lo estás guisando como a los calabacines

Mostrar una actitud de normalidad y tranquilidad ante un hecho aparentemente grave acentúa aún más el carácter disparatado, absurdo y descabellado de la historia. El hacer como si nada pasara ante algo anormal es un recurso efectista del teatro cómico.

De hecho, el marido saca al hijo de la olla, como si lo que pasara fuera algo cotidiano e incluso divertido, mediante un hipérbaton que da un aire juguetón al discurso: Lo saca el esposo de la cacerola. De nuevo, la cosificación de un elemento humano jejjeje.

Lo único que se va a llevar la mujer es una bronca o reprimenda de su marido (exclamó furioso, mirando a Lola…), sin consecuencias, ya que la escena que se ha vivido forma parte de una normalidad. Se crea una especie de realismo mágico.

En el segundo estribillo habla el marido en primera persona, el cual se limita a recordar a la protagonista lo loca que está y lo fantasiosa que es en ese mundo tan particular que ha configurado: Lolita, tú estás pensando nada más que en los folletines

El folletín es un tipo de literatura fantástica que cuenta historias truculentas (asesinatos) o de amores y amoríos, de tinte culebronero. Lola está más pendiente de la ficción que de la realidad.

El marido no hace nada ni toma ninguna decisión respecto a la situación que tiene en su casa. Se limita a asentir que la esposa está loca y no soluciona el problema. Se resigna a vivir con esa mujer, y a ver pasar la vida. Esto convierte al hombre en una caricatura, y también, un arquetipo: el esposo pasota y perezoso, al que le da igual todo, acepta todo lo que le venga, sea bueno o malo, sin importar su dignidad.

Al final del segundo estribillo, la mujer responde al amado con palabras sin sentido ni conexión, igual que sucedía en la primera parte. De nuevo, el absurdo y el disparate, ya que la contestación no tiene nada que ver con la formulación del enunciado.

El marido le pregunta que cómo se le ocurre meter al hijo en la olla, y la protagonista le responde con incoherencias y carencias de lógica: Quién hable mal de Rebeca no tiene perdón de Dios. Mata la araña, pipiraña, tu cabecera con telarañas

En la tercera estrofa asistimos al desenlace de la historia, produciéndose un intercambio de roles, que es otro recurso típico del teatro cómico.

En la canción encontramos dos personajes opuestos. El marido simboliza la cordura, el realismo y el sentido común. Por el contrario, Lola representa la fantasía, el idealismo y la locura.

Durante el transcurso del poema, los caracteres han sido planos, es decir, han mantenido sus rasgos psicológicos, sin cambiarlos.

Sin embargo, al final de la obra, se produce un cambio de conducta: Lolita, que estaba loca, se convierte en alguien cuerda; y el marido, que estaba cuerdo, se contagia de la locura de la protagonista. Estamos en la misma situación dramática del principio (sigue habiendo una persona cuerda y otra loca), pero con los 2 personajes intercambiando sus funciones. Ha habido una transformación radical en la psicología de los miembros de la pareja.

La metamorfosis o transmutación se produce mediante la metáfora de las musarañas, como seres que simbolizan la mente fantasiosa y distraída, alejada de la realidad: Con el tiempo y una caña, recobra Lola el sentido y ahora las musarañas las ve el pobre marido.

El hipérbaton ensalza el proceso de sanación de la prota: recobra Lola el sentido. El verbo, que denota vuelta a la normalidad (recobrar), se antepona al sujeto (Lola) y al C. directo (el sentido)

Adelantar las musarañas a primera posición (tematización) realza el estado de locura que ha alcanzado el esposo: Las musarañas, las ve el pobre marido

El adjetivo pobre tiene un matiz afectivo, ya que el personaje del esposo es el que más desgracias sufre en esta canción. Primero, tiene que aguantar las locuras de su mujer día sí y día también. Esto le pasa factura a su carácter, ya que al final acaba igual de loco. El espectador se compadece del hombre y siente ternura de él, como sucede con El Quijote

Ahora el marido recurre en su discurso a elementos que son propios de un mundo de ficción y de fantasía: Yo soy los Tres Mosqueteros.

Los Tres Mosqueteros es otra de las novelas más conocidas de Alejandro Dumas. El que está inmerso/absorto/abducido en un contexto de imaginación y locura es el esposo.

Lola, que se ha curado, sufrirá ahora los trastornos del marido. Así ve lo que ha sentido su esposo tantos años jejjeje.

Los excesos dramáticos (léxico altisonante, con palabras como llorar, quejar…) quedan anulados por el contexto cómico: Del susto Lolita llorando se queja.

Las hipérboles y roturas de la verosimilitud afectan ahora a la parte masculina: El otro le grita colgado de una teja.

En el tercer estribillo, a pesar de que el estado de locura está presente en el personaje masculino, este tiene consciencia de su comportamiento disparatado, e intenta buscarle un porqué. Esto lo expresa con vocativos e interrogaciones retóricas a su mujer: Lolita, ¿de qué te extrañas? Lolita, ¿qué esté chalado?, recojo las musarañas, que tú has dejado. Él sabe que está loco.

La locura se ve como una enfermedad que se transmite y contagia de una persona a otra. Esta se manifiesta con metáforas que hacen referencia a elementos que denotan fantasía y aventura, mediante los cuales se establece un contraste entre la enajenación que antes ella tenía y la que él tiene ahora: Si tú fuiste antes de ahora, la suegra de Gulliver, yo soy la locomotora del mixto de Santander.

Gulliver es el protagonista de una novela de aventuras de Jonathan Swift. El tren es un elemento que sugiere movimiento, aventuras, viajes a lugares y mundos lejanos. La locura que tiene él es tan grande o más que la que antes tenía ella: Está el infeliz más loco que estaba Lola La musaraña

Métricamente, las estrofas están formadas por la unión de:

-Una cuarteta de versos octosílabos: 8a 8b 8a 8b

-Una estrofa de 4 versos, todos ellos octosílabos (arte menor), menos el último que es decasílabo (arte mayor): 8a 8b 8a 10B

-Una cuarteta de versos hexasílabos: 6a 6b 6a 6b

Los estribillos están formados por la unión de:

-Dos cuartetas octosílabas: 8a 8b 8a 8b

-Una estrofa de 5 versos (quitando la repetición del último) que sigue este esquema: 5a 10B 5a 8b 10A