lunes, 22 de febrero de 2021

Estudiantina de Madrid: el ambiente de las tunas universitarias de los 60

Durante la dictadura franquista (años 40, 50 y 60) la copla vivió su periodo de máximo esplendor, popularidad y comercialización, pues era el género musical predilecto de la mayoría de los españoles.

La canción andaluza formó parte de la vida diaria de nuestros mayores: se hicieron películas en las que se insertaron números de copla, se organizaron recitales, se crearon espectáculos teatrales, salieron al mercado discos de copla, se ponía copla todos los días en la radio y la televisión, en la prensa circulaban noticias de las grandes estrellas del género (Concha Piquer, Juanita Reina, Estrellita Castro…). También era habitual en los repertorios de las asociaciones musicales, coros y tunas.

Las tunas son hermandades de estudiantes universitarios que se dedican a cantar e interpretar temas del folclore tradicional, al son de instrumentos de cuerda (guitarras, bandurrias…).

Desde la creación de la Universidad en el siglo XIII era habitual que los pupilos más pobres (con pocos recursos económicos), pero bien dotados de voz y talento, con el fin de costear los gastos que suponía estudiar fuera de casa (matrícula, comida, residencia, ocio…) frecuentaran los bares y tabernas de la zona, interpretando estas cancioncillas, para sacarse un dinerillo

Estos estudiantes eran conocidos como goliardos, sopistas o tunos, ya que vivían a la sopa boba, es decir, de la caridad de la gente. Muchas personas estaban dispuestas a pagar cierta cantidad de dinero por escuchar estas canciones.

Otras veces, la gente contrataba los servicios de estos estudiantes para amenizar actos socioculturales, o dedicar canciones (a novias, pretendientas, amoríos…). Si un chico estaba enamorado de una chica guapa, lo normal era pagar a la tuna para que cantara una canción a modo de cortejo y la chavala cayera rendida a los pies del muchacho

Durante la Posguerra, muchas coplas formaron parte del repertorio de estas tunas. Es el caso del poema de hoy: Estudiantina de Madrid, que Antonio Molina popularizó en el año 1962.



Ya llega la estudiantina

la estudiantina llegó,

y una mujer la ilumina

con su mirada desde un balcón.

Alegres los estudiantes

haciendo el tiempo feliz

van deshojando sus cantes

por los rincones de mi Madrid.

 

Sal a tu balcón que quiero mirar tu bello semblante

sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes

sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña

sal a tu balcón, sal a tu balcón que te canto yo

mujerrrrrrrrrrrrrrrr, madrileña.

 

El tuno que va delante estudia sin descansar

y el cuarto que es más tunante busca la forma de no estudiar

el quinto estudia los astros y dice el sinvergonzón

que para ver las estrellas Sofía Loren es lo mejor.

 

Sal a tu balcón que quiero mirar tu bello semblante

sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes

sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña

sal a tu balcón, sal a tu balcón que te canto yo

mujerrrrrrrrrrrrrrrr, madrileña.

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El tema es interesante por dos motivos

-Por un lado, es una canción que sirve para rondar, coquetear, cortejar y piropear a cualquier muchacha. El yo poético recurre a los servicios de la tuna para insinuarse a una moza, y así esta sepa que el chaval anda detrás de ella. Esto lo vemos en el estribillo

-Por otro lado, se describe un ambiente universitario y estudiantil típico del Madrid de la época: los jóvenes llenando las calles de alegría y entusiasmo ante la atenta mirada de los vecinos, la tuna cumpliendo sus encargos, los estudiantes exponiendo sus modos y filosofías de vida…Esto se plasma en las estrofas.

Las estrofas se caracterizan por su enfoque descriptivo, ya que el objetivo no es contar una historia, sino representar una estampa, un cuadro, una escena cotidiana del ambiente estudiantil de los 60. Es como si una cámara de video estuviera grabando en una calle de Madrid llena de estudiantes, captando lo que sucede, con el objetivo de tejer el poema

Al principio, el foco descriptivo (la “cámara”) se concentra en un estudiante concreto (una alumna que ha sido elegida arbitrariamente de entre todos los pupilos que hay en la calle). Después, se ofrece una panorámica de todos los chavales, es decir, de la multitud, de la muchedumbre, del grupo. En la primera estrofa pasamos del primer plano al plano general

En la segunda estrofa asistimos al proceso inverso: el enfoque total (amplitud) da paso a varios primeros planos de diferentes alumnos

El primer plano de la 1ª estrofa supone la presentación del personaje de la estudiantina, mediante dos estructuras semánticamente equivalentes (mismas palabras), pero con cambios en el orden sintáctico, dando lugar a construcciones cruzadas (quiasmo): Ya llega la estudiantina, la estudiantina llegó: verbo +sujeto/ sujeto + verbo.

El poliptoton (el verbo llegar aparece en presente llega y perfecto llegó) da fuerza a la aparición de la chica, resaltándola sobre el resto de estudiantes

La metáfora de la vista como rayo de luz (una mujer la ilumina con su mirada desde un balcón) contribuye a sostener el primer plano de la cámara durante un tiempo indefinido y dar el protagonismo que se merece a este personaje.

La gente joven (niños, estudiantes, universitarios), por lo general, es un colectivo que llama la atención y genera curiosidad entre las personas mayores. Cuando uno es viejo tiende a ponerse nostálgico y recordar su época de jovencito. Por eso, la señora del balcón se queda mirando fijamente a la estudiantina.

A continuación, se produce el cambio de plano. La cámara deja de apuntar a la chica, y enfoca toda la calle (en una panorámica) con todos los estudiantes que allí se encuentran

Los alumnos son jóvenes. La juventud suele ir asociada a la belleza, a la alegría de vivir, a los grandes placeres mundanos, al optimismo y a la inocencia. La gente joven, por norma general, todavía no ha tenido contacto con experiencias duras y terribles y ven las cosas de color de rosa. Al fin y al cabo, la juventud es la primavera de la vida, cuando nuestro cuerpo y nuestro espíritu están en su mejor momento.

De ahí que la presencia de tanta gente joven genere entusiasmo, color y sensualidad en el ambiente: Alegres los estudiantes, haciendo el tiempo feliz.

La anteposición del complemento predicativo (hipérbaton: “Alegres…”) enfatiza el vitalismo. La personificación del tiempo (se le atribuye una propiedad psicológica humana: el adjetivo “feliz”) también contribuye a reforzar ese espíritu juvenil.

El alborozo, el optimismo y la juventud de los estudiantes se irradian por el ambiente, mediante procesos metafóricos: Van deshojando sus cantes por los rincones de mi Madrid. Los cantes representan esa vitalidad, la cual se propaga por el entorno, y contagia de buen humor al resto de personas, inundando de ganas de vivir a la gente

A mucha gente mayor le encanta disfrutar de la presencia de los jóvenes. Seguramente a la mayoría de vuestros abuelos, les encante salir a tomar el fresco a la calle y divertirse viendo pasar a la juventud. Al fin y al cabo, las ganas de vivir, esa actitud de comerse el mundo, el deseo de disfrutar de las cosas, de pasarlo bien, ir de acá para allá, se contagia y se percibe. Nuestros mayores se sienten identificados con esos estudiantes, en sus yos de hace muchos años (en plan, cuando yo era joven también hacía esto jejje). Y esbozan una sonrisa nostálgica.

Como es imposible volver a ser adolescente, los adultos buscan consuelo en estos mecanismos de observación e identificación. Se sienten jóvenes al ver a los jóvenes.

En la segunda estrofa se produce un cambio de perspectiva. De una vista panorámica (en la que se ve la calle con todos los estudiantes), pasamos al zoom: la cámara se centra en alumnos concretos, pasando de uno a otro, como si fueran escenas de una película. Es un mecanismo para profundizar en las diferentes filosofías de vida e inquietudes de los jóvenes

Los estudiantes, al fin y al cabo, son un colectivo heterogéneo, en el que podemos encontrar de todo: algunos son responsables y ordenados, y su máxima aspiración es estudiar y sacar buenas notas; otros solo quieren divertirse y pasárselo bien, y sus proyectos son más banales e intrascendentes: El tuno que va delante estudia sin descansar, y el cuarto que es más tunante busca la forma de no estudiar.

Se produce un juego de palabras entre tuno (sustantivo: miembro de la tuna universitaria) y su derivado tunante (adjetivo: holgazán, vago, truhán). El fenómeno de la derivación da una pincelada de humor costumbrista al poema. Leyendo este verso, todos nos imaginamos al típico estudiante vago, que no estudia y siempre está ideando triquiñuelas de dudosa legalidad para aprobar los exámenes

La oposición entre el buen alumno (responsable) y el mal alumno (vago) se manifiesta en el paralelismo:  sujeto (el tuno/ el cuarto) + oración de relativo (que va delante/ que es más tunante) + verbo (estudia/busca) + complemento (sin descansar/la forma de no estudiar)

El humor sigue presente en la descripción del tercer estudiante: El quinto estudia los astros y dice el sinvergonzón que para ver las estrellas Sofía Loren es la mejor. La comicidad se consigue con la ambigüedad semántica de estos versos que da lugar a una doble lectura:

-Por un lado, una interpretación más objetiva y neutra: al alumno le encanta el mundo artístico (como hobby o pasatiempo) y dice que Sofía Loren (actriz italiana) es uno de los mejores ejemplos de talento, triunfo y éxito. El término estrella hace referencia a una persona que sobresale en su profesión.

-Por otro lado, una interpretación más pícara y traviesa. La expresión “ver las estrellas” posee connotaciones eróticas y puede ser interpretada como “tener un objeto de deseo sexual”.

La belleza de esta actriz te hechiza, te vuelve loco, te deja K.O, te aturde (pierdes el sentido jajajaja). En los años 60 Sofía Loren era una de las grandes divas del cine. La mujer era guapa y levantaba pasiones entre los chicos jóvenes. Igual que hoy en día Angelina Jolie o Cristina Aguilera son consideradas ídolos de masas y símbolos de un cuerpo 10, en 1960 los sex symbol eran figuras como Sofía Loren. Los adolescentes pegaban en sus carpetas fotos de la actriz, hablaban de ella, y había cierto fervor por todas sus películas.

El uso del despectivo (sinvergüenza<sinvergonzón), el doble sentido de la palabra estrella (estrella de astro y estrella de cine) y el estilo indirecto (dice […] que…) crean un halo afectivo, entrañable, divertido y jocoso, sin olvidar la pincelada culturalista de turno (citar a una de las actrices más importante de ese momento).

El adverbio de lugar (delante) y los numerales (cuarto, quinto) crean una progresión entre las diferentes escenas o cuadros, que van marcando la descripción de cada uno de ellos, dándole a cada personaje su protagonismo correspondiente: El tuno que va delante…El cuarto…El quinto…Todos los alumnos son igual de importantes.

En el estribillo, la canción se convierte en el típico cortejo que sirve para invocar, rondar y coquetear a la muchacha. Muchos chicos contrataban los servicios de la tuna como forma de pretenderla (pagando una cantidad de dinero). Todo esto se resuelve con estructuras en anáfora y paralelismo: Sal a tu balcón, que quiero mirar tu bello semblante. Sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes. Sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña. Sal a tu balcón que te canto yo, mujer madrileña.

El vocativo (mujer madrileña), el imperativo (sal) y las marcas de posesivo de segunda persona (tu balcón, tu bello semblante, con el tuyo sueña) realzan la figura femenina en la escena del cortejo. Se trata de una muestra de afecto del hombre a la mujer.

El epíteto (bello semblante) es una forma sencilla y elegante de dar poeticidad al texto y enfatizar la belleza de la dama. Para que una letra y un piropo sean bonitos no hace falta complicarse la vida. Con un adjetivo simple (bello) se consigue sobriedad, sensibilidad y sinceridad en el proceso lírico.  

La personificación de los corazones es típico de la poesía de cancionero y marca la necesidad de reciprocidad y fusión entre las dos almas: mi corazón con el tuyo sueña. El estudiante está enamorado de la chica.

La primera estrofa está formada por ocho versos octosílabos, salvo el cuarto y el octavo que son decasílabos. Poseen el siguiente esquema de rima: abaBcdcD. Por tanto, estamos ante dos “cuasi-cuartetas” (no son perfectas, ya que el último verso de cada cuarteta es de arte mayor).

Los estribillos están formados por cuatro versos de 16 sílabas y un quinto hexasílabo de remate. Los dos primeros versos riman entre sí en asonante (pareado). Y el tercer verso rima con el remate. El cuarto queda libre.

La segunda estrofa está formada por 4 versos de arte mayor. Aquí hay una mayor irregularidad en el número de sílabas (15, 18, 17 y 18).  El primero forma un pareado con el segundo, y el tercero con el cuarto: AABB.

lunes, 15 de febrero de 2021

Tatuaje: amores marineros no correspondidos que marcan para toda la vida y no impiden el sentimiento

Nuestro blog de copla poco a poco va asentándose en la red de redes. Con el paso de las semanas, las cifras han ido incrementándose. En 15 meses hemos alcanzado las 2000 visitas (que no está nada mal, sabiendo que la canción española no es un género de masas precisamente).

La mejor manera de celebrar este evento es analizar uno de los grandes temas del repertorio.  Para eso, damos un salto atrás en el tiempo hasta el año 1941, cuando Xandro Valerio, Rafael de León y Manuel Quiroga crearon para Concha Piquer el emblemático Tatuaje. Es una de las coplas más conocidas y versionadas de toda la historia. Artistas de otros estilos (como Ana Belén) se han atrevido a dramatizar e interpretar este poema.





Él vino en un barco, de nombre extranjero.

Lo encontré en el puerto un anochecer,

cuando el blanco faro sobre los veleros

su beso de plata dejaba caer.

 

Era hermoso y rubio como la cerveza,

el pecho tatuado con un corazón,

en su voz amarga, había la tristeza

doliente y cansada del acordeón.

 

Y ante dos copas de aguardiente

sobre el manchado mostrador,

él fue contándome entre dientes

la vieja historia de su amor:

 

Mira mi brazo tatuado

con este nombre de mujer,

es el recuerdo del pasado

que nunca más ha de volver.

 

Ella me quiso y me ha olvidado,

en cambio, yo, no la olvidé

y para siempre voy marcado

con este nombre de mujer.

 

Él se fue una tarde, con rumbo ignorado,

en el mismo barco que lo trajo a mí

pero entre mis labios, se dejó olvidado,

un beso de amante, que yo le pedí.

 

Errante lo busco por todos los puertos,

a los marineros pregunto por él,

y nadie me dice, si esta vivo o muerto

y sigo en mi duda buscándolo fiel.

 

Y voy sangrando lentamente

de mostrador en mostrador,

ante una copa de aguardiente

donde se ahoga mi dolor.

 

Mira tu nombre tatuado

en la caricia de mi piel

a fuego lento lo he marcado

y para siempre ire con el.

 

Quiza ya tu me has olvidado

en cambioo yo no te olvidé

y hasta que no te haya encontrado

sin descansar te buscare.

 

Escúchame marinero,

y dime que sabes de él,

era gallardo y altanero,

y era más rubio que la miel

 

Mira su nombre de extranjero

escrito aquí, sobre mi piel.

Si te lo encuentras marinero

dile que yo, muero por él.

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Ya os he comentado en más de una ocasión que la copla es un género muy versátil y maleable, ya que es capaz de aglutinar y fusionar elementos de diferentes procedencias, ritmos y registros (jotas, pregones, pasodobles, rumbas, tanguillos, zambras, farrucas, bulerías, boleros, flamenco, seguidillas, baladas…).

Muchos temas tomaron prestados conceptos rítmicos, dramáticos y tímbricos de fuentes musicales ricas y variadas, que forman parte de la tradición. En el caso de Tatuaje, haciendo un análisis estrictamente melódico (no literario), la canción se puede dividir en dos secciones:  

Por un lado, las estrofas a ritmo de vals. Corresponden a la parte más narrativa del tema. Al fin y al cabo, Tatuaje cuenta una historia (con planteamiento nudo y desenlace), de una muchacha, que un buen día, paseando por el puerto se encuentra a un marinero, con el cual mantiene un encuentro fugaz encantador. Pasan la noche en una taberna, en un ambiente de bohemia, en el que el alcohol y los sentimientos harán acto de presencia.

El marino le cuenta a ella sus penas (ya que él, anteriormente, había mantenido una relación amorosa fallida con otra mujer). La protagonista se convierte en su confidente, en su paño de lágrimas y lo escucha. Poco a poco surgirá una química especial entre ellos. La mujer se acabará enamorando perdidamente del chico, pero él, de la noche a la mañana desaparece (coge un barco y se va, sin decir nada). Ella, desesperada, se pone a buscarlo por todos los puertos, ya que necesita tener noticias de él, pues ese encuentro ha sido uno de los momentos más maravillosos de su vida y le gustaría culminarlo

Por otro lado, hay estrofas a ritmo de tango. Corresponden a la parte más lírica e intimista de la copla. Recogen la tristeza, lamentos, sentimientos, pensamientos e inquietudes de los personajes. Durante el tango, la historia deja de avanzar para que los caracteres puedan recrearse en sus estados anímicos. Estos materiales líricos se encuadran en un contexto de desamor y desengaño:

a) Por un lado, el marinero, que sufre al no verse correspondido por el amor de una mujer, la cual se cita en el poema, aunque no aparezca como personaje

b) Por otro lado, la protagonista que se ha enamorado locamente del marinero pero este se ha ido

Realmente, tanto al marinero como a la protagonista les pasado lo mismo: se han enamorado perdidamente, pero las parejas no se han involucrado de la misma manera en el sentimiento amoroso. Lo que para unos ha sido un simple encuentro (sin importancia, sin trascendencia, como algo anecdótico y casual que no significa nada), para otros ha sido una experiencia celestial, maravillosa, casi mística, que marca emocionalmente para toda la vida y jamás va a desaparecer (de ahí la metáfora del tatuaje).

El tatuaje no es solo algo físico (el dibujo que nos pintamos en el cuerpo). También es símbolo de aquello que nos acompaña para siempre y no se puede borrar. Cuando alguien es importante para nosotros, y nos aporta tantas cosas y tan buenas, es imposible olvidar los sentimientos, las sensaciones que esa persona nos genera (aunque la relación haya terminado).

La vida es una sucesión de experiencias que van dejando huella (tatuajes) en nuestro espíritu. Eso es lo que les pasa a los personajes: ese flechazo, aunque haya sido fugaz (ha durado poco), es lo suficientemente intenso e importante para dejar huella y aportar cosas maravillosas. Es el AMOR en mayúsculas. Lo que pasa es que ese amor no siempre es recíproco (la pareja no puede sentir lo mismo que tú sientes). Eso lleva al desengaño.

¿Y cuál es la diferencia entre el marinero y la protagonista? La protagonista es víctima (sufre el desengaño). Por el contrario, el marinero es víctima y causante de dolor, ya que el muchacho sufre el desengaño de una mujer (lo pasa mal), pero luego ignora y no responde a los sentimientos de la protagonista (se lo hace pasar mal). La historia (desamor) se repite, pero con los papeles cambiados: después de haber penado por la no correspondencia (víctima), el marinero se convierte en verdugo (culpable) de un nuevo desengaño, cuya víctima va a ser la protagonista.

Las reglas del amor son así de caprichosas: no tienen una explicación teórica o racional. Unas veces provocan culpables y otras víctimas, y no se puede hacer nada por evitarlo.

La gente se lamenta de no ser correspondida por la persona que quiere (llora, lo pasa mal, piensa que todo es injusto, que es una desgracia, que el mundo está en tu contra), pero luego, inconscientemente, también puede provocar estropicios sentimentales sin saberlo en otra persona (si no respondes a alguien que está enamorado de ti). Se trata de comer o ser comido (en el terreno sentimental). Una enfoque lírico de la teoría de Darwin. La protagonista es comida. El marinero come y es comido (a la vez). Por eso, el personaje femenino conmueve muchísimo más al público.

Al terminar la canción, el receptor se queda con una sensación de vacío: es una pena que dos personajes tan especiales, tan iguales, que actúan de una manera tan parecida, que tienen sentimientos auténticos (los dos tienen tatuajes), no puedan culminar su relación. A veces las cosas no salen como uno quiere. Por eso, Tatuaje es una copla trágica (aunque no haya muertes ni episodios truculentos de por medio). 

En la primera parte de vals se narra el encuentro entre la protagonista y el muchacho, en primera persona (perspectiva femenina). Cuando un hecho resulta trascendental en tu vida, tiendes a recordar todos los detalles, incluso los más insignificantes y anecdóticos (el día, el lugar, los objetos que te rodean…). Esto es lo que le pasa a la chica. Para ella este encuentro se ha convertido en un momento mítico, en una estampa inolvidable, que se evoca desde la nostalgia: Él vino en un barco, de nombre extranjero, lo encontré en el puerto un anochecer. El uso de oraciones yuxtapuestas permite al yo poético alargar esta estampa y recrearse en ella.

El objetivo es crear un ambiente de ensueño, mítico, idílico (como si fuera una pintura o un producto cinematográfico). Las imágenes realistas (el puerto, el mar, el faro alumbrando los barcos aparcados, el final de la tarde…) se revisten de un lenguaje literario, con el objetivo de elevar la experiencia personal y convertir lo vivido, en algo artístico, único, mítico, llamativo, singular, que esté envuelto en un halo de magia y brillantez (se maquilla, se aliña, se decora la realidad, pero sin llegar a romper con ella).

Hay una mezcla de verdad y artificio (cuando nosotros contamos una experiencia importante, tendemos a novelizar, a vender esa vivencia como algo atractivo y bonito para el receptor, añadiendo “literatura”). Se crean metáforas personificadas: los elementos inertes (el faro, el velero) cobran vida, y están dotados de un plus de sensualidad, de esteticismo, con el objetivo de enmarcar la experiencia amorosa en un entorno idealizado: Cuando el blanco faro, sobre los veleros su beso de plata dejaba caer

A una estampa que ya es romántica (el mar, el faro, el atardecer) se le da un aliño extra de literatura en post del sensualismo. El epíteto (blanco faro) y el hipérbaton (su beso de plata dejaba caer) crean un cuadro impresionista. Lo fácil hubiera sido decir “el faro alumbra el barco” (lo que todos diríamos en un lenguaje estándar). Sin embargo, al yo poético quiere presentar la situación como algo inédito, que nunca más va a vivir. Por eso, juega con los conceptos y “erotiza” el entorno. El beso de plata es metáfora de la luz del faro. Tanto la plata como la luz son elementos brillantes.

El lenguaje literario se extiende a la descripción física del marinero gracias a la comparación: Era hermoso y rubio como la cerveza. Como veis, un elemento que desde la intuición no resulta estético ni literario (la cerveza) acaba tejiendo una imagen muy sensual, con el objetivo de resaltar la belleza del muchacho.

La descripción del marino empieza de forma prosopográfica, es decir, se señalan sus rasgos físicos más llamativos (el pelo, el tatuaje…). En esta primera estrofa, el tatuaje es un elemento superficial. De momento, no tiene valor simbólico, ya que lo único que hace es resaltar la imagen sensual, varonil y exótica del chico: el pecho tatuado con un corazón. El simbolismo del tatuaje irá cobrando fuerza a medida que avanza la historia.

La prosopografía evoluciona a etopeya, es decir, se irá profundizando en la psicología del marinero, en su estado anímico y espiritual, con sinestesias: En su voz amarga, había la tristeza, doliente y cansada del acordeón.

En este punto del poema, la sugestión sensorial y la connotación se convierten en elementos fundamentales (el timbre de acordeón transmite tristeza, melancolía, pena). El muchacho no se siente anímicamente bien.  

El uso del verbo “haber” como “poseer” (en su voz amarga, había [tenía] la tristeza) da a la expresión unos aires añejos y medievalizantes. Al fin y al cabo, si queremos presentar una historia como trascendente, hay que darle credibilidad: que el receptor se piense que ha ocurrido de verdad. Y un recurso eficaz es presentar los hechos como si fueran antiguos, a modo de leyenda. Y estas pinceladas de lenguaje arcaico ayudan a dar autoridad al contenido del poema

Las bimembraciones (hermoso y rubio, doliente y cansada, gallardo y altanero) son frecuentes en el texto. Profundizan y matizan diferentes aspectos de la historia y sus personajes.

En la primera parte del tango, el marinero y la muchacha se van a una taberna portuaria, lugar donde congeniarán. Él se desahogará con ella contándole sus penas. El ambiente decadentista y bohemio se percibe en la descripción de la situación dramática: Y entre dos copas de aguardiente sobre el manchado mostrador, él fue contándome entre dientes la vieja historia de su amor.

La ausencia de nexos permite presenciar la escena como si fuera un cuadro, recreándose en los detalles (el tipo de bebida, lo sucio del local, el movimiento de la boca de él…). Es una manera de presentar el momento dramático de forma pausada, relajada, estática, poquito a poco, sin prisas, saboreando la escena en cada uno de sus componentes. Se trata de crear expectación e intriga en el público, el cual está deseando saber más sobre esa mujer y ese marinero. La yuxtaposición ayuda a crear un flujo lírico y a mantener la atención hasta el final.

A continuación, el marino habla en primera persona, empleando el estilo directo. Es aquí donde aparece el tatuaje con sus connotaciones simbólicas y emocionales. Las marcas de imperativo y el posesivo en primera persona dinamizan la conversación y potencian el vínculo de la protagonista con el muchacho: Mira mi brazo tatuado con este nombre de mujer…

A pesar de que se acaban de conocer, da la sensación de que son amigos de toda la vida. Él está compartiendo su intimidad con ella, contando sus penas, desahogándose.

El hombre evita pronunciar el nombre de la mujer. Esto puede ser por dos motivos:

-El marinero quiere quitar morbo al asunto y centrarse en lo que de verdad importa, que son los sentimientos. Lo fundamental es lo que hay dentro de su alma. sus emociones, sus inquietudes, sus temores, sus penas. El nombre de la chica es un dato accesorio, un elemento externo y superficial, que no tiene relevancia ninguna

-La experiencia con esta chica ha sido tan traumática que le resulta doloroso decir su nombre, y por eso prefiere no ahondar en detalles que le hieren el alma.

El tatuaje, como ya os he dicho, simboliza aquellas cosas de la vida que te marcan para siempre, y que son un reflejo de todo lo que has sentido/sufrido/amado: Es el recuerdo del pasado que nunca más ha de volver.

Las metáforas ayudan a concebir el tatuaje como el sello que da autenticidad a nuestra existencia (es NUESTRA VIDA). Cada persona tiene tatuajes distintos, en función de lo que le ha tocado vivir. Cada uno de nosotros somos originales y diferentes. Llevamos adherido nuestro propio tatuaje.

La copla recoge un concepto de muerte muy en la línea de Jorge Manrique. Para los personajes de este poema, morir no significa desaparecer de la vida terrenal, sino desaparecer de la memoria del otro. El olvido es mucho peor que la muerte física. Mientras existan recuerdos hacia una persona, siempre habrá amor. Si esa persona desaparece de tu memoria, es que no ha sido importante y no la quieres tanto. Por eso, el marinero se siente angustiado al ver cómo la mujer que quería se ha olvidado de él: Ella me quiso y me ha olvidado. En cambio, yo no la olvidé.

El polípton (el verbo olvidar aparece en perfecto compuesto “ha olvidado” y pretérito perfecto simple “olvidé”) crea el contrapunto entre la parte masculina y femenina. Él se ha enamorado, y ella no se ha enamorado (y por eso lo ha olvidado). El amor no siempre tiene que ser recíproco.

Eso no significa que no haya autenticidad en el sentimiento. Aunque ella no le corresponda, él sigue igualmente enamorado a pesar del paso del tiempo. El amor, cuando es de verdad no desaparece y te marca para toda la vida. De ahí, la importancia del tatuaje: Y para siempre voy marcado con este nombre de mujer

Durante el tango, la narración se ha detenido a favor de la expresión lírica. Lo importante es profundizar en el estado anímico del marinero. La protagonista es solo una oyente, una testigo, un paño de lágrimas. Pero su empatía como ser humano le hará enamorarse del marinero.

En la segunda parte del vals, la copla adquiere otra vez tintes narrativos, y la historia sigue su curso. Se cuenta cómo un día el marinero coge el barco y se va, sin despedirse de la muchacha: Él se fue una tarde, con rumbo ignorado, en el mismo barco que lo trajo aquí.

En estos versos se recoge el tópico romántico del Homo errante, aquel que va de un lado a otro sin rumbo fijo, de manera caprichosa, sin tener las cosas claras, moviéndose a través de impulsos irracionales (hoy estoy aquí y mañana esto allí), con continuos giros en su vida, de manera desordenada y sin sentido.

El marinero representa a esta figura errante, exótica, misteriosa, que va improvisando con su vida sobre la marcha, sin tener nada fijo. Tened en cuenta que después de un desengaño, mucha gente no sabe cómo tomar las riendas de su vida: unos se refugian en paraísos artificiales, otros deciden ir dando tumbos por ahí, otros se ven sumidos en un estado de angustia existencial…Son mecanismos del gusto romántico y modernista.

Esa tendencia aleatoria en el deambular del marinero representa el capricho del destino.  Las cosas pasan y no se puede hacer nada por evitarlas. Hay veces que es imposible dar una explicación racional a todo lo que nos ocurre. 

Para la protagonista esta marcha supone un palo muy duro, ya que estaba enamorada del marinero: pero entre mis manos se dejó olvidado un beso de amante, que yo le pedí. Esta imagen crea un distanciamiento, un alejamiento entre el hombre y la mujer, que genera una sensación de desengaño, desamor, desarmonía, falta de compatibilidad. La chica no ha podido culminar su deseo de amar (beso). El sentimiento no ha sido correspondido ni satisfecho.

Lo mismo que ha penado el marinero por la mujer de la que estaba enamorado, sufrirá ahora la protagonista. Esta se convertirá en un trasunto del marinero (ahora será ella la víctima, la que beba aguardiente, la que se tatúe su nombre). Y el marinero se convertirá en un trasunto de su anterior pareja (ahora será él el causante del dolor en otra persona).

La mujer buscará al marino por todos los puertos. El adelantamiento del complemento predicativo y del complemento directo a primera posición oracional (hipérbaton) crea una sensación de angustia, agobio, inestabilidad y perturbación en el estado emocional de la protagonista: Errante lo busco por todos los puertos. A los marineros pregunto por él.

El paralelismo aumenta la intensidad y dramatismo de la situación: complemento regido (errante/a los marineros) + verbo (busco/pregunto) + circunstancial (por él/ por todos los puertos). La chica está desesperada por encontrar a su marinero. Estamos en el punto culminante de la canción (al menos, desde una perspectiva literaria).

Para la muchacha, el marinero se ha convertido en un elemento trascendental, en una vía existencial, imprescindible para encauzar su vida. Por tanto, la escena de ella buscando al él no solo hay que interpretarlo en un sentido literal, sino también metafísico: el hecho de no saber nada de él, crea una indefinición, una angustia, un vacío en su propia vida, en plan ¿Qué hago? ¿Qué va a ser de mí? Ella sin él no es nadie. Por tanto, para saber qué hacer con su vida y aclarar sus ideas, necesita hablar cara a cara con él.

Ella está sumida en un mar de dudas, incertidumbres, inquietudes, y para resolverlas debe contactar con él. Mientras el marino siga desaparecido, su estado de confusión y vacío mental seguirá latente: Y nadie me dice si está vivo o muerto y sigo en mi duda buscándolo fiel. 

Además de una interpretación filosófico-existencial, esta escena podría ser analizada desde un punto de vista emocional y psicológico. Cuando te toca afrontar un episodio duro en tu vida (en este caso la chica se ha quedado con las ganas de continuar su historia de amor con el marinero), hay gente que se niega aceptar/asumir la realidad. Un mecanismo de defensa es crear un estado de duda para dejar abierto un hilo de esperanza, en vez de asimilar la desgracia (el marinero no quiere a la chica)

Tened en cuenta que el muchacho se ha marchado. La mente de la protagonista no quiere ponerse en lo peor, así que empieza a elucubrar/especular/hipotetizar con el objetivo de sembrar dudas y retrasar el momento doloroso. ¿Por qué se ha ido el marinero? Podría ser por varias razones: 

a)      El marinero no está enamorado de la protagonista, y por eso se ha ido sin despedirse. 

b)      El marinero es un bala perdida (un día está en un lado, al día siguiente en otro, sin estabilidad). Esto no significa que no esté enamorado. Simplemente, su personalidad es esa. Su filosofía de vida es ir de un lado a otro según sople el viento jejjeje. Es su manera de ser y de actuar. 

La protagonista quiere pensar que el muchacho se ha ido por lo segundo (como es un cabecita loca, le ha dado la ventolera y ha decidido irse de un día para otro, sin decir nada). Ella tiene la esperanza de que el chico no se haya ido por desamor, sino por locura, y por eso, decide buscarlo con insistencia y tozudez. La locura no implica desencanto.

De todas formas, hay que ser realistas: si el muchacho se llega a enamorar de verdad de la chica, no se hubiera marchado sin despedirse. Por tanto, a la protagonista le cuesta asimilar la realidad e intenta refugiarse en esperanzas vanas. Se agarra a un pequeño hilito. No obstante, ella misma sabe (tal como veremos en el segundo tango) que la correspondencia es imposible. No lo dice explícitamente, pero lo intuye.

Sea para aclarar ideas, sea por mecanismo de defensa o simplemente, por querer encontrarse con el marinero y recibir ese beso, está claro que la búsqueda por los puertos da intensidad a la trama. 

En la segunda parte del tango se ha producido el intercambio de papeles. La protagonista ha pasado de ser testigo en el primer tango (de cómo otros lloraban sus penas) a víctima (la que llora y ahoga sus penas en alcohol es ella). El paralelismo entre los dos tangos es evidente. Lo que cambia es el personaje: en el primer tango, el foco es el marinero, y en el segundo, la protagonista. 

En ambos tangos recurrimos a un ambiente decadentista y bohemio, pues la muchacha se refugiará en el alcohol: Y voy sangrando lentamente, de mostrador en mostrador, ante una copa de aguardiente donde se ahoga mi dolor.

La metáfora del desangrado hace referencia a la pena que se siente con el desengaño, al sufrimiento de no ser correspondido. La personificación del dolor acentúa el dramatismo de la situación.

En ambos tangos, se recurre a la metáfora del tatuaje. Ahora es la protagonista la que tiene tatuado el nombre del marinero, ya que ese hombre ha sido muy importante en su vida: le ha marcado, le ha dejado huella, el amor hacia él es muy grande. 

La mujer se dirige al marinero, hablando con él de desde su imaginación (aunque él no esté presente): Mira tu nombre tatuado en la caricia de mi piel.

Los posesivos (yo-tú) marcan la fusión de los amados en un solo ente. La unión no se materializa en el plano físico, sino en la mente de ella. Esta imagen está influida por la mística. El enlace entre TU CARICIA y MI PIEL expresa el vínculo más íntimo entre estos dos seres. Aunque él no le corresponde a ella, los sentimientos de la protagonista son auténticos, válidos, puros. El amor puede expresarse y sentirse sin haber reciprocidad.

El adverbio de duda abre una vía de esperanza en la protagonista, aunque haya más posibilidades de no correspondencia que de correspondencia: Quizá tú me hayas olvidado. En cambio yo no te olvidé.

La chica se resiste a dejar escapar el amor. Busca agotar el último cartucho: Y hasta que no te haya encontrado sin descansar te buscaré. 

El adelantamiento de la oración adverbial temporal (hasta que…) y el complemento de modo (sin descansar) enfatizan el espíritu de lucha y esperanza de la protagonista ya que no quiere dar por muerta esa relación. Su pretensión es culminarla. Y va a esforzarse en cumplir su voluntad. 

El poema termina con un recitado, en el que la muchacha se dirige a una tercera persona, ajena a la historia, mediante el imperativo (escúchame, dime) y el vocativo (marinero). Le pregunta por el paradero del amado: Escúchame, marinero y dime qué sabes de él.

Con el fin de que la gente identifique a su marinero, y pueda dar con él, la protagonista elabora un retrato que incluye:

-Descripción psicológica. Se emplean términos de gran fuerza fonética: era gallardo y altanero

-Descripción física. Se recurre a la comparación: era más rubio que la miel

Además, enseña el brazo tatuado para que todo el mundo sepa cómo se llama y facilitar su búsqueda. 

Los últimos versos son una declaración de amor en toda regla, sin artificios ni florituras, y de una manera rotunda y coloquial: Si te lo encuentras marinero, dile que yo muero por él. La hipérbole (morir por) enfatiza el grado máximo en la escala de amar. Más claro no se puede decir.

En cuanto a la métrica, la parte del vals está formada por 2 serventesios de versos dodecasílabos. En los serventesios, el primer verso rima con el tercero, y el segundo con el cuarto 12A 12B 12A 12

En la parte del tango, los serventesios son de versos eneasílabos, excepto en la primera estrofa que son de 12 sílabas: 9A 9B 9A 9B. 

El recitado final también consta de serventesios de 9 silabas.

lunes, 8 de febrero de 2021

Señora (Ecos del Rocío): un homenaje a nuestras abuelas

Si el el mes pasado hicimos un homenaje a los pequeños de la casa con Esos locos bajitos, hoy les toca a los mayores, y más concretamente a nuestras abuelas, esas señoras que desde bien pequeñitas han luchado, a pesar de las dificultades, contra viento y marea, para sacar adelante su familia y su casa. Y hoy, nosotros, somos lo que somos gracias a ellas. Para ello he elegido una bonita sevillana de Ecos del Rocío del año 1999 titulada Señora.



A su vera soy un niño
¿Cómo andamos de salud?
Le tengo tanto cariño
Quisiera hablarle de tú

Para todo el mundo eres la “vieja”
Te llamas Rosa, Manuela
Rosario, Regla o Pilar
Tu vida es una novela
Que anda buscando el final

No me empiece a contar
Señora de aquellos tiempos
Del lavadero y la cal
Hay que hacerte un Monumento
Y nadie te ha hecho nada

Tienes la gloria ganada
Dolores, Ana, Maria
Carmen, Concha o Soledad
Qué guapa estás todavía
Con tu cara escamondada

No hace falta preguntarte
Ni tu nombre, ni tu edad
Déjame que yo le cante
A tus manos arrugas

Nunca fueron a la escuela
Apenas saben de cuentas
Ni aprendieron a jugar
Tus manos son dos leyendas
Y nadie te ha dicho nada


Tu vida fue siempre igual
De algofifa y escalera
De rodillas encalladas
Tus manos son para cogerlas
Y besarlas sin parar.

Tu nombre suena a verdad

Teresa, Juana, Josefa
Rafaela o Caridad
Déjame ver la belleza
De tus manos arrugadas

Trae la guitarra compadre
¿A quién le vas a cantar?
A los pechos que una tarde
Me hartaron de mamar

Ella quiso amamantarme
Que no podía mi madre
Cómo le voy a pagar
A alguien que quiso darme
de su hijo la mitad

El campo te vio luchar
De algodones y olivares
De vendimia y arrozal
Tú que siempre te aviaste
Con los flecos de un jornal

Seca tus ojos mujer
Milagros, Paca, Rocío,
Candelaria, Isabel
Quién se quedara dormido
En tus pechos otra vez

Señora me da dos besos
Que no la quiero cansar
Le agradezco el consentimiento
Para poderla tutear

Ni la sonrisa pintada
Fue su marido y sus niños
Su único capital
Usted vivió con cariño
Su vida para los demás

Qué mas me puede contar
Señora de aquellos tiempos
Del lavadero y la cal
Hay que hacerte un Monumento
Y nadie te ha hecho nada

Señora que guapa está
Consuelo, Antonia, Luisa
Mercedes o Trinidad
Gracias por darle la vida
A quién no la olvidará

.............................................................

El yo poético exalta y canta a la figura de la anciana como símbolo de la lucha por la vida. Esta señora podría ser cualquiera de nuestras abuelas, y seguro, que muchos de los lectores le acabarán poniendo cara, identificándola con alguna de las mujeres que han jugado un papel importante en sus vidas y circunstancias personales. Seguramente muchos diréis al escuchar esta sevillana: anda, esto me recuerda a mi abuela, a mi madre, a mi tía... Esa es la magia del tema: que el receptor se emocione y vea en esta ancianita a alguien de su entorno íntimo y cercano. Por tanto, esta señora de la canción es un concepto genérico o prototípico que cada uno podrá concretar con sus circunstancias personales.

De ahí que a lo largo de la canción se enumeren antropónimos (nombres de mujer) típicos de la onomástica española: Rosa, Manuela, Rosario, Regla, Pilar, Dolores, Ana, María, Carmen, Concha, Soledad, Teresa, Juana, Josefa, Rafaela, Caridad, Milagros, Paca, Rocío, Candelaria, Isabel, Consuelo, Antonio, Luisa, Mercede, Trinidad. Todos son nombres propios femeninos frecuentes en nuestro país. Es fácil que un porcentaje importante de los lectores conozca a alguna mujer de su vida íntima que se llame así. Eso enfatiza muchísimo el proceso de identificación. 

En los estribillos, el yo poético no para de verter elogios sobre la señora: Que guapa está todavía con tu cara escamondada, Déjame ver la belleza de tus manos arrugadas, Señora que guapa está. Aunque la vejez no sea la etapa más estética y armónica del cuerpo humano (al fin y al cabo, se trata de una época de decadencia), el amor, el cariño y la pasión que siente la voz poética por estas mujeres es tan grande, que ve un halo de hermosura donde a priori parece que no hay. 

De todas formas, no os dejéis llevar por las apariencias. Muchas de estas señoras en su juventud fueron muy guapas, aunque os parezca que no. Ya lo dice el refrán: quien tuvo retuvo. Y aunque no lo fueran, la calidad humana es tan grande que todo es percibido como bello. Esto es típico de la poesía de cancionero donde la pasión se acaba comiendo a lo físico. Y la belleza no es solo por fuera, sino por dentro. Esas arrugas, por ejemplo, son bellas en el sentido de que son vestigio de una historia, de la historia de la vida de estas señoras.

Además del elogio, el yo poético evoca nostálgicamente escenas pasadas placenteras con estas señoras, manifestando el deseo de volver atrás en el tiempo, tal como se expresa con la exclamación retórica: Quien se quedara dormido en tus pechos otras vez!. Este es el viejo tópico manriqueño de que cualquier tiempo pasado fue mejor. El yo se recrea en su infancia y rescata una escena feliz y sin preocupaciones.

Ya vemos que hay elogio, hay evocación nostálgica, y también hay agradecimiento. El yo poético da las gracias a estas señoras por existir, por llevarnos al mundo, por querernos, por darnos nuestro amor, por darlo todo por nosotros: Gracias por darle la vida a quien no la olvidará. 

El premio a toda esa vida es el recuerdo. Permanecer en la memoria del otro es una de las sensaciones más gratificantes que hay. Incluso cuando esa persona, por ley natural, ya no esté en el mundo, habrá gente que la siga recordando por todas esas cosas tan maravillosas que hizo. Estas mujeres han dejado un legado, y eso nunca se olvida. Aunque mueran, seguirán siendo eternas. Es el concepto manriqueño de fama: la memoria y el recuerdo que una persona deja en el mundo tras una existencia honrosa y ejemplar, como las de estas señoras.

A lo largo de la sevillana el yo poético habla y se dirige en primera persona a la señora, la cual es receptora del homenaje, pero nunca toma la palabra. Esto nos evoca a la jarcha mozárabe. Hay un diálogo esbozado (no total): se supone que en el acto comunicativo tenemos un receptor (la señora), pero no habla, aunque sí está presente al lado del yo. 

Por ejemplo, en uno de los estribillos este se dirige a la anciana y le dice que se seque las lágrimas (seca tus ojos mujer). Aunque la señora no habla, la vemos reaccionar, emocionarse, por ese homenaje que le están haciendo y por recordar cosas de su pasado. Es normal que ante todas las cosas bonitas que el yo poético le dice, la anciana se emocione y se tenga que secar las lágrimas

En la primera sevillana asistimos al saludo del yo poético a la señora, mediante la presentación (A su vera soy un niño) y la interrogación retórica (¿Cómo andamos de salud?)

El yo poético se metaforiza a sí mismo (soy un niño), para enfatizar la idea de que ante una mujer anciana, contrastando en términos de edad, parece un chiquillo. Si comparamos a una persona de 20,30,40 con una de 80,90. Aunque la primera esté en una edad adulta/mediana, al lado de la otra es mucho más joven. El término niño se usa en la sevillana de forma laxa, relajada, pensando más en el contexto que en la definición objetiva del diccionario. Este fenómeno se conoce en semántica con el nombre de vaguedad.

En la etapa de la vejez, el cuerpo humano suele resentirse y es cuando llegan los problemas físicos y achaques. La salud pasa a convertirse en una de las principales preocupaciones para estas personas mayores. Por eso, la forma de empezar el acto comunicativo es preguntando a la señora qué tal se encuentra de salud.

El yo poético necesita crear un contexto cómodo, íntimo, pasional, apto para el fluir de las emociones. Por eso, se va a dirigir a la mujer mayor mediante el tuteo: Le tengo tanto cariño, quisiera hablarle de tú. Aunque las leyes de la cortesía nos dicen que las ancianas están en una jerarquía social superior y merecen un trato cortés y respetuoso (usted), el yo poético cree que eso podría resultar frío, y cuando quieres tanto a una persona debes ser tú mismo y actuar de la manera más natural y espontánea posible. 

Con las personas importantes, debemos ser nosotros mismos y dejarnos de protocolos lingüísticos. Así, el contenido de las palabras es más sincero y verdadero que si hay que andar planificando y midiendo cada detalle para cumplir unas reglas que no tienen mucho sentido. La emoción requiere espontaneidad. Y para expresar admiración y respeto no hace falta un pronombre de cortesía.

El homenaje empieza en lo más lo superficial, externo y banal: Para todo el mundo eres la vieja, te llamas Rosa, Manuela…. Por lo general, cuando alguien ve a una persona mayor suele quedarse con sus rasgos de vejez que es lo que externamente llama más la atención (las canas, arrugas, curvatura…). Es una vieja, una persona mayor, una abuela, una anciana… Es más o menos lo que decimos cuando vemos a alguien de elevada edad. Las asociamos a tiempos antiguos, pasados, en blanco y negro, de miserias y dificultades, muy alejado del nuestro y con el que apenas nos identificamos: señora de aquellos tiempos del lavadero y la cal. 

El lavadero es un elemento que lo asociamos a épocas arcaicas, cuando la gente lavaba a mano la ropa (normalmente en el río). No había lavadoras como ahora. Y con la cal ocurre algo parecido. Antiguamente las paredes y fachadas de las casas estaban revestidas de cal. Nada que ver con los materiales de construcción actuales (que si ladrillos, que su pladur…).

Después, la descripción entrará al plano de lo profundo, lo interno, lo espiritual, lo esencial, lo que de verdad merece la pena de estas señoras. Da igual que se llamen de una manera o de otra. Da igual que sean viejas. Lo importante es la calidad humana que tienen, la vida tan difícil que han pasado y todo lo que han luchado y nos han querido.

El hecho de haber vivido tantos años hace que estas personas hayan pasado por muchas experiencias vitales. Han sufrido, han penado, han reído, han llorado, han disfrutado, días buenos, días malos, desgracias, fortunas…de todo. Tanto trance y tanta peripecia se refleja muy bien con la metáfora: tu vida es una novela que anda buscando el final. Las novelas son complejas, llenas de aventuras, acciones, personajes, lugares. La vida es como una novela, ya que pasan muchas cosas a lo largo de los años, y en este caso, al tratarse de una mujer ya anciana es normal que el desenlace esté cerca.

Para el yo poético estas señoras merecen un homenaje. Han sufrido y han luchado mucho en una época que no era nada fácil, y muy poca gente les ha reconocido ese esfuerzo. Por eso, esta canción es una forma de realzar el valor y el mérito de estas señoras, que son anónimas, pero han hecho hazañas hercúleas por sacar adelante sus casas, sus familias: Hay que hacerte un monumento que nadie te ha hecho nada. 

Normalmente, los monumentos, mausoleos, homenajes, epitafios están destinados a personas que han dejado una huella importante en la historia (militares, héroes, pacifistas, escritores, pintores, artistas…). Este tipo de señoras podrían estar al mismo nivel que ellos, (aunque sean del pueblo llano) ya que han tenido que currárselo igual o más para alcanzar sus logros.

En esta canción se pretende pagar la deuda que la humanidad tiene con estas señoras, como una forma de devolver en forma de cariño y reconocimiento todo eso que han hecho por nosotros en vida. Les debemos mucho a estas mujeres. No merecen el olvido y el abandono. Después de todas las penurias y dificultades por las que han pasado y esa existencia honrosa, merecen el mejor estado posible. En este caso, recurriendo al pensamiento católico: Tiene la Gloria ganá. La Gloria, en el contexto de la religión cristiana, es el estado de felicidad plena en presencia de Dios después de la Muerte. Ya sabéis: los malos al Infierno, y los buenos al Cielo. Estas señoras son buenas y merecen la paz eterna.

En la segunda y tercera sevillana se describen escenas de la vida cotidiana de estas señoras, que plasman la dureza de la época en que vivieron. Es una forma de dar sentido y justificación al homenaje. Es muy bonito decir que merecen la Gloria, que hay que hacerles un monumento, que estamos en deuda con ellas…Sin embargo, la retórica sin hechos y casos concretos no tiene sentido. El yo poético recurre a estampas realistas extraídas de la vida de estas mujeres a través de las cuales entenderemos por qué estas señoras son grandes y lo han pasado tan mal.

Por un lado, alude al analfabetismo de la época (Nunca fueron a la escuela, apenas saben de cuentas ni aprendieron a jugar). Muchas de estas señoras no saben leer y escribir. Tened en cuenta que tenían que trabajar desde muy pequeñas y muchas no fueron al colegio o lo abandonaron demasiado pronto para empezar a meter dinero en casa. No tienen estudios básicos. Lo poco que aprendieron fue de forma autodidactica. 

La infancia de estas mujeres no fue feliz. Un niño se supone que tiene que estar contento, no tener preocupaciones. Estas señoras no han disfrutado de una infancia normal. No han tenido amigos, ni se han divertido, no saben lo que es el ocio. Todo era trabajar para comer. Las estructuras paralelísticas van marcando estas escenas tan crudas: elemento negativo (nunca, apenas, ni)+ verbo (fueron, saben, aprendieron) + complemento preposicional (a la escuela, de cuentas, a jugar).

Lo normal es que las mujeres se dedicaran a las tareas domésticas, tal como se reflejan en estas escenas: Tu vida fue siempre igual de algofifa y escalera, de rodillas encadallas. Limpiar una casa es una de las labores más sacrificadas que hay. Hay que pasarse de rodillas mucho tiempo, tirarse al suelo, subir y bajar escaleras. Las casas dan mucho trabajo (suelos, platos, comidas, suciedades, el patio…). Para los que no sepáis, una algofifa es una balleta o trapo que se utiliza para limpiar

Otra de las escenas más emotivas se refiere al hecho de que muchas de estas mujeres amamantaron a sus nietos. Cuando las madres no podían dar el pecho a su bebé, eran las abuelas las que debían ejercer ese rol: Trae la guitarra compadre…¿A quién le vas a cantar? A los pechos que una tarde me hartaron de mamar. Ella quiso amamantarme que no podía mi madre. 

El yo poético se muestra agradecido. Por eso, realza el valor incalculable del gesto: Cómo le voy a pagar a alguien que quiso darme de su hijo la mitad. Homenajear a una entidad inanimada (cantar a los pechos) es otra forma de elevar la generosidad de las mujeres.

En este contexto, la abuela está al nivel de una madre, ya que trata al nieto como un hijo (le da de mamar como si fuera su propio retoño). La cosificación de lo trascendente (dar la mitad de su hijo) y la anástrofe del complemento del nombre (de su hijo la mitad/la mitad de su hijo) pone en relieve el amor que estas señoras sintieron por nosotros. Han dado todo por sus nietos, hasta lo más íntimo y personal, igual que hacen las madres. Han cedido gratuitamente sus pechos para amamantarnos. Su cuerpo. Algo suyo.

Al final de la tercera estrofa aparece otra de las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse nuestras abuelas: las tareas agrícolas. Este queda personificado con el objetivo de acentuar la dureza del trabajo: El campo te vio luchar. 

En esta parte de la sevillana el léxico se vincula con el campo semántico agrícola, formando estructuras bimembres: De algodones y olivares, de vendimias y arrozal.  Las uvas, las aceitunas, el cereal…entre unas cosechas y otras estas mujeres se pasaban todo el año echando largas jornadas soportando el frío invernal y los calores de julio.

Y además, se realza la capacidad de gestión y administración de estas señoras, ya que con un solo jornal tenían que hacer malabarismos para pasar el mes: Tú que siempre te aviaste con los flecos de un jornal. Yo siempre he dicho que las amas de casa son las mejores gestoras de recursos. Hay que tener ingenio, talento y habilidad para dar de sí un sueldo tan ajustado y que dentro de las posibilidades, la familia lleve una vida digna. La metáfora (flecos del jornal) enfatiza la escasez económica. Normalmente, eran jornales bajos que no te permitían muchos lujos.

Entre escena y escena, el yo poético hace juicios valorativos elogiando la labor de la señora con metáforas (Tus manos son dos leyendas) y muestras de pasión (y besarlas sin parar). Después de tantos años de vida, el cuerpo habla por sí solo, nos comunica cosas. Esas manos han tocado tantas cosas, han conocido a tanta gente, cuentan tantas historias. De ahí que se vinculen con uno de los géneros elevados más solemnes y épicos que existen, la leyenda. Una leyenda recoge una historia desde sus orígenes. En este caso, de la historia de esta mujer.

La sinestesia (Tu nombre suena a verdad) es una forma estética y bonita de enfatizar la veracidad de este tipo de personas. Con su historia y con su vida reflejan muy bien cómo es el mundo de una forma pura y verdadera. Es que estas señoras existieron en la vida real. Y todo lo que nos cuentan son testimonios de una época que nunca se debe olvidar. Esta sevillana es realidad pura y dura.

En la última sevillana asistimos al cierre del homenaje. El yo poético se despide de la anciana: Señora me da dos besos que no la quiero cansar. Por tanto, el acto comunicativo finaliza, usando como pretexto que la señora es ya mayor y tampoco es conveniente que viva tantas emociones juntas. Una mujer mayor se cansa enseguida y el homenaje tampoco debe alargarse tanto (por salud, más que por otra cosa).

La última sevillana va en paralelo a la primera, muchos de los contenidos se repiten (el tuteo, el monumento, los tiempos de Maricastaña del lavadero y la cal). No obstante, hay algunos versos que no aparecían en la primera y que contribuyen a seguir el homenaje, aunque formalmente ya se haya cerrado con la despedida. Como veis, el homenaje se resiste a concluir. Después de la despedida sigue dando sus últimos coletazos jajajjaj. Es una manera de decir que todo reconocimiento a estas señoras es poco.

Nuestras abuelas aprendieron a poner buena cara ante las peores circunstancias (la sonrisa pintada). Ellas son la base de la familia. Si ellas no están bien, el castillo familiar se desmorona. Estas mujeres son los pilares de cualquier casa. Y si ellas están mal, todos estamos mal. Por eso, a veces, hacían esfuerzos titánicos por poner al mal tiempo buena cara y sacar la mejor de las sonrisas para que todos estuviéramos bien, y no nos amargáramos. 

Los últimos versos cristalizan la conclusión que podemos extraer de esta canción. Estas mujeres han decidido no vivir su vida, para que los demás podamos vivir la nuestra. Es una vida dedicada para/por los demás, en lugar de para ella misma. Usted vivió con cariño su vida para los demás. Estas mujeres trabajaron desde muy chicas, se casaron y tuvieron hijos pronto y se dedicaron a ellos toda su vida. La situación es diferente a la actual. Hoy la gente tiene libertad, viaja, entra, sale, conoce a otros, vive experiencias…en definitiva, nos dedicamos tiempo a nosotros mismos. Estas señoras nunca salían de su entorno, no conocieron más mundo. La casa, la familia, el trabajo y para de contar: Fue su marido y sus niños su único capital

Aunque esto pueda parecernos un M pinchada en un palo en el contexto actual, tened en cuenta que en el siglo pasado esa era la forma de concebir la vida, y dentro de eso, intentaban ser felices. Y para estas señoras contemplar ya en la vejez la obra y el legado que han dejado (hijos ya hechos y derechos, un marido al que aman) es un motivo de orgullo. Eso vale más que cualquier otra cosa. De ahí que el componente humano (maridos, hijos) se identifique con la riqueza económica (capital). Aparte de que estas mujeres vivieron en una situación de pobreza, y sus únicas posesiones solo fueron las humanas: los niños y el marido. 

Seguro, que muchos de vosotros diréis: si a mí me hubiera tocado vivir lo de esta señora me pego un tiro. Claro…desde la óptica del siglo XXI es un plof. Pero es que estas señoras, a pesar de todas las penurias que vivieron, son felices y están orgullosas de todo lo que han conseguido con su esfuerzo y trabajo. No les importa no haber vivido su vida cuando ven que los hijos sí han podido vivir la suya. A través de la felicidad de sus hijos viven la suya

El verso utilizado es el octosílabo. Cada sevillana empieza por una cuarteta (8a 8b 8a 8b). El resto son estrofas de cinco versos. Algunas forman quintilla (para todo el mundo eres la vieja…8a 8a 8b 8a 8b) y otras van por libre (nunca fueron a la escuela…8a 8a 8- 8a 8-)

jueves, 4 de febrero de 2021

Romance de Juan de Osuna: la historia de un condenado inocente, por culpa de una falsa acusación

Después de varias canciones ligeras y divertidas, es hora de hacer un cambio de registro e irnos con un tema mucho más truculento y dramático. Esto es lo bueno que tiene la copla: tan pronto estamos vendiendo sardinas por las rías bilbaínas como narrando la detención y encarcelamiento del personaje que protagoniza el poema de hoy. Se trata de unos jondos-tientos que Manolo Caracol popularizó en el año 1961 en su espectáculo Torres de España. Hoy vamos a analizar Romance de Juan de Osuna



A mí me duele, cómo me duele

El alma me está doliendo, señores, de tanto llorar

 

Ni flor como la amapola

Ni cariño como el mío

Que me sentencian a muerte

Por tenerlo repartío

 

Y a las dos de la mañana

Me vinieron a llamar

Tres pares de ojitos negros

Y me tuve que entregar

 

La manita en el Evangelio

La pongo, que yo me muera

Que yo no he matado a nadie

De noche en la carretera

 

Los tormentos de mis negras duquelas

No se los mando ni a mis enemigos

Yo sufría con clavito y canela

Me despertaron pa darme castigo

 

Mi lunita clara

Eres mi sangre y mi vida

Por lo mucho que yo te quería

Te vas sin volver la cara

 

Por lo mucho que yo te quería

Te vas sin volver la cara

..................................................................

El argumento de esta copla está influido por la literatura folletinesca y el romance de ciego, corrientes en las que el amor, el despecho, el ajuste de cuentas y el castigo se unen para configurar una historia de gran atrocidad y tremendismo. Podríamos decir que la crónica de sucesos se acaba mezclando con los asuntos del corazón, aspecto que nos recordará a María la Portuguesa o Lola Puñales (coplas ya analizadas), pues habrá una venganza de por medio. La creación de una mentira (bulo) servirá para encarcelar injustamente y desgraciar al protagonista de la copla.

Juan de Osuna es un muchacho que nos recuerda a los protagonistas de los dramas románticos de Zorrilla o el Duque de Rivas. Representa el donjuanismo en su máximo esplendor (personaje creado por Tirso de Molina). Es un tipo varonil, dandi, caradura, vividor, que no para de conquistar el corazón de diferentes mujeres.

Gracias a su atractivo físico, su don de gentes, su carisma y sus habilidades sociales ha conseguido crear un enorme imperio de amantes, de tal forma que el hombre tiene que tomar las riendas de diferentes vidas a la vez, para complacer a cada una de las mujeres.

Un buen día, una de esas amantes descubre la vida múltiple del protagonista (se da cuenta de que Juanito tiene más novias). Harta de las infidelidades del muchacho y envuelta en un halo de odio y despecho, la mujer decide denunciarlo a la policía, acusándolo de asesinato. Por tanto, Osuna es perseguido, detenido y finalmente encarcelado por las fuerzas de orden público (a pesar de no haber matado a nadie).

Como veis, de manera indirecta, este poema refleja los abusos cometidos dentro del sistema judicial español. Inventándote un bulo fácil (sin pruebas, sin testigos, movida exclusivamente por motivos personales…), la mujer ha conseguido que el protagonista quede encarcelado sin haber quebrantado ninguna ley.

Aunque parezca surrealista, a lo largo de la historia de España, mucha gente ha utilizado los mecanismos judiciales como forma de venganza personal contra sus enemigos. Por ejemplo, en tiempos de la Santa Inquisición si un vecino te caía mal, la mejor manera de acabar con él era inventarte un bulo, y denunciarlo al santo tribunal por algo que jamás había hecho (por ejemplo, relacionarlo con la brujería o la práctica del judaísmo). Al momento, el pobre desafortunado era detenido y castigado a pesar de no tener pruebas sólidas de eso que se le culpaba. En la Guerra Civil, muchas denuncias se realizaban por motivos personales (envidias hacia el rico del pueblo, celos…). Nada más fácil que acusar a una persona de facha o de rojo (aunque fuera mentira) para que lo fusilaran

No hace falta remontarse a los tiempos de Maricastaña para ver este comportamiento en la gente. Actualmente, es relativamente fácil utilizar la vía judicial a partir de falsos testimonios para saciar una venganza personal. Pensemos, por ejemplo, en la mujer que se inventa que su marido le ha pegado (siendo mentira). Como veis, hay cosas que nunca cambian, y esta copla es reflejo de ello.

Uno de los principales rasgos del romance es su carácter fragmentario. Por eso, en el poema no se va a narrar la historia completa del personaje (desde la formación de ese imperio de amantes hasta su encarcelamiento), sino que se va a seleccionar un momento representativo, el más dramático, emotivo e intenso: la escena de su detención. Todo lo demás hay que presuponerlo (se supone que pasó, aunque el texto no profundice en ello). Tened en cuenta, que un romance se caracteriza por su brevedad. Por eso, hay que quedarse con la escena más relevante e intensa y arrinconar las demás.

Por eso, el comienzo del poema resulta súbito (lo que los filólogos llamamos, in medias res). No se exponen los antecedentes de la acción. Sin apenas introducción se nos sitúa bruscamente en mitad del hecho narrado (el protagonista perseguido por la justicia, a punto de ser detenido). Basta el primer verso para meternos de lleno en la atmósfera del poema y dinamizar la acción.

Resulta también significativo que el romance se trunque (se acabe) en el momento de mayor intensidad, cuando el protagonista se encuentra clamando hacia sí mismo, dolido por la injusticia cometida. La historia podría continuar (la vida en la cárcel, la reacción del personaje femenino, el posible remordimiento…). Sin embargo, la acción termina en el momento culminante (el protagonista encarcelado y dolido).

Lo que pasa después no importa. Todo queda a imaginación y sugestión del lector. La historia completa hay que conocerla para entender bien el romance en su contexto (ya que el romance es un trozo de esa historia), pero literariamente, la escena funciona por sí misma, autónomamente, con sus mecanismos retóricos y conceptuales, sin necesidad de establecer vínculos con los antecedentes y las consecuencias

En los dos primeros versos, el protagonista adopta una actitud de lamento, dirigiéndose a los espectadores mediante el vocativo (Señores), con el objetivo de buscar compasión.

En un espacio más o menos pequeño se concentran muchas palabras que denotan sufrimiento, dolor y pena: A mí me duele, cómo me duele, el alma me está doliendo, señores, de tanto llorar.

La intensidad dramática se consigue mediante la repetición léxica (duele-duele), el políptoton (presente “duele” y gerundio “doliendo”), la cuantificación del verbo (tanto llorar) y la acumulación de marcas de primera persona (a mí, me).

Las palabras elegidas crean una perturbación y una inestabilidad emocional en el yo poético, que engancha al receptor. Tened en cuenta que al espectador le encanta lo morboso. Por tanto, si ven a una persona clamando y llorando de esa forma, el receptor siente curiosidad por ver qué le pasa, y se interesa por la historia del romance.

El comienzo súbito (desde el primer verso hay dolor y pena) genera el morbo necesario para captar al auditorio. En general, el romance es un tipo de literatura que siempre ha gustado a la masa popular por el tipo de historia que cuenta.

El protagonista piensa que él no está cometiendo ningún delito, ya que lo único que está haciendo es querer a varias personas a la vez (tenerlo [el corazón] repartido).

La concepción tradicional del amor (la más arraigada ideológicamente) radica en su carácter binario, es decir, el sentimiento solo puede darse entre dos personas, de manera recíproca y unilateral. En una sociedad conservadora, el multiamor o poliamor (el hecho de querer a varias personas a la vez) no está bien visto y no se puede justificar.

Por eso, el protagonista piensa que esa concepción de amor tan adelantada y moderna para su época (se puede querer a muchas mujeres a la vez) es la que le ha provocado su desgracia (cárcel). Esto lo refleja muy bien con la anáfora y el paralelismo: Ni flor como la amapola/ ni cariño como el mío, que me sentencian a muerte.

La personificación de la flor y del sentimiento abstracto (el cariño) da fuerza a esta idea, pues la sociedad no está adelantada para entender el amor desde esa posición. Esa falta de empatía es la que le llevará al desastre.

En la segunda estrofa el protagonista nos cuenta cómo fue detenido por la policía. Este hecho resulta trascendental en la vida de Juan de Osuna, ya que supone un antes y un después en su biografía. Cuando un evento marca de una manera tan fuerte a alguien, se tiende a recordar todos los detalles que circunscriben a dicho acto (hasta las cosas más insignificantes). Así, el muchacho recuerda la hora exacta de la detención, ya que es un momento histórico: A las 2 de la mañana me vinieron a llamar. El hecho de situar la acción en un momento del día tan antisocial (la noche, la madrugada), genera mayor dramatismo. Parece la escena de una película.

La detención se recrea con el mecanismo de la sinécdoque. La sinécdoque consiste en nombrar una realidad, pero en lugar de hacer referencia al concepto completo, se hace referencia a una de sus partes. Así, en este poema, para designar a los policías (que sería el todo), se alude a una parte de ellos (ojos): Me vinieron a llamar tres pares de ojitos negros y me tuve que entregar. Detrás de esos ojos, hay policías jejjeje

Como veis, hay una tendencia a pronominalizar los verbos en primera persona (me tuve, me vinieron). Es una forma de focalizar la acción sobre el héroe.

Las perífrasis verbales marcan la intención de cada uno de los personajes.

-La perífrasis tener que, además de expresar obligación (al protagonista no le queda más remedio que irse con la policía, sí o sí, ya que es una orden expresada por una instancia superior), también refleja la deshumanización, la pérdida de voluntad: ser detenido trae como consecuencia la pérdida de libertad: dejas de ser persona, te conviertes en una carga u objeto sometido a los patrones de la justicia

-La perífrasis venir a, además de expresar aproximación (los policías se acercan para detener al protagonista), también refleja la frialdad del proceso judicial: las autoridades se limitan a aplicar las leyes y llevar a cabo unas actuaciones y decisiones de una forma mecanicista, rígida, matemática, sin tener en cuenta los sentimientos de la persona, las circunstancias o las peculiaridades de cada persona.

A Juan de Osuna lo están deteniendo sin pruebas, solo porque alguien le ha acusado de una manera arbitraria y caprichosa, como forma de venganza personal.

La justicia se concibe como un código objetivo y homogéneo, pero se aplica sobre una realidad que es tan peculiar, tan cambiante, tan heterogénea, tan llena de matices, tan rica, tan variada, tan perspectivista, que es imposible que todo salga perfecto (resulta imposible sistematizar y normativizar algo tan complejo y difícil como es el mundo).

Por eso, es normal que en un contexto judicial se cometan fallos y errores (como sucede en esta copla). Hay gente mala que no usa la justicia como debe (y se inventa falsos testimonios). La justicia parece que no tiene en cuenta el mal uso que la gente pueda hacer de esta. De ahí esa frialdad que os comentaba en el primer párrafo.

El protagonista jura una y otra vez que él no ha hecho nada ni ha matado a nadie (que es de lo que se le acusa). Un cliché bastante común en el mundo de la copla a la hora de hacer un juramento o promesa es poner la mano en el Evangelio. El Evangelio contiene la palabra de Dios, y todo lo relativo a Dios es sagrado. Lo sagrado se caracteriza por su alto valor y por su importancia. De ahí que sea costumbre jurar por Dios, los Santos, la Biblia o a cualquier tipo de elemento ligado a la religión, e incluso jurar por tu propia vida: La manita en el Evangelio la pongo, que yo me muera, que yo no he matado a nadie de noche en la carretera.

Hacer juramentos apostando cosas de valor es algo que hacemos continuamente (lo juro por mi padre, por mi vida, por Dios…). El protagonista no va a ser la excepción. El diminutivo (manita) crea un sentimiento de efecto, para intentar conmover a la policía.

El hipérbaton (La manita en el Evangelio la pongo) es un reflejo de la perturbación anímica del protagonista, ya que lo está pasando realmente mal. En momentos límite las estructuras sintácticas no se ordenan de forma armónica. Es normal que se anteponga el complemento directo (la manita) y el circunstancial (en el Evangelio), y se posponga el verbo (pongo), como una manera de dar dramatismo y realzar el caos, en un contexto de desesperación lírica.

El yo poético busca empatizar con el receptor para intentar trasladarle todo ese malestar y perturbación, derivados de la situación tan injusta que está viviendo, pero a la vez manteniendo la cordura. Para eso, utiliza la táctica de no desear las desgracias, penas, dolores y tristezas por las que está pasando a su peor enemigo: Los tormentos de mis negras duquelas no se los mando ni a mis enemigos. Esto humaniza y engrandece al héroe trágico, convirtiéndolo en un ser que dentro de la desesperación intenta buscar racionalidad, contención, estoicismo, elegancia. La palabra “duquela” pertenece al lenguaje caló (el habla de los gitanos) y significa pena, preocupación o dolor

En cierta medida, parece que estamos asistiendo a la creación de un mártir en este poema. El objetivo es generar una especie de catarsis (como en la tragedia griega): que el espectador sienta temor y compasión al ver cómo una persona aparentemente normal (semejante a nosotros) es víctima de un proceso tan injusto. El oyente de esta copla sufre y se conmueve viendo cómo una persona inocente (que no ha matado a nadie) sufre unas consecuencias y unos castigos que no le corresponden. El receptor se identifica con el protagonista (esto mismo que le ha pasado Juan de Osuna podría pasarnos a cualquiera de nosotros y eso genera unos sentimientos de miedo).

Esto permite replantearnos muchas cosas: el personaje habrá sido muy golfo, queriendo a muchas mujeres a la vez, picoteando de flor en flor, siendo infiel, pero…¿Merece este castigo? Evidentemente, el protagonista tiene sus defectos y sus vicios (como todo hijo de vecino), pero el castigo recibido es totalmente desproporcionado, ya que se le está acusando de asesinato (y por tanto, atentando contra su honor y su imagen pública, además de privarle de la libertad). Esa desproporción es la que crea la catarsis.

Por todo esto, el protagonista nos recuerda a un héroe trágico griego (a un Edipo, por ejemplo), ya que se sitúa en un punto muy equilibrado entre la virtud y el vicio. El hombre no ha sido bueno del todo, ya que ha provocado estragos en esas mujeres, pero tampoco merece ese destino, ya que no ha hecho nada que se salga de la ley.

Querer a varias personas a la vez puede resultar una filosofía demasiado transgresora para determinados sectores sociales (provoca escándalo, polémica, prejuicios…), pero al fin y al cabo no es un delito ni una falta de moral. Se pueden generar sentimientos de amor sinceros y verdaderos hacia varios individuos a la vez (y eso no es malo). A lo mejor el protagonista, en ocasiones, ha jugado con fuego (dejándose llevar por la vena de lo carnal, lo superficial, y el aquí te pillo aquí me mato sin medir bien los daños que puede causar).

Sin embargo, podría darse el caso de que una persona se enamorara de verdad de varias personas, y esa posibilidad, ya genera una actitud de compasión y temor en el receptor de la copla. Pobrecillo…lo único que ha hecho ha sido querer a varias mujeres. La idea de que un inocente sea castigado crea compasión en el receptor. A partir de este caso concreto (el de Juan de Osuna) el receptor puede replantearse ciertas cosas de cómo funciona el mundo, y eso crea un flujo lírico.

Al final, una cosa que parecía buena, bonita, agradable, positiva (amor) se ha convertido en una pesadilla, en un sufrimiento, en algo feo, desagradable y terrible (cárcel): Yo sufría con clavito y canela. Me despertaron para darme el castigo.

Las especias simbolizan lo sabroso de la vida, las cosas ricas, agradables, placenteras (el amor). Sin embargo, la aparición del verbo sufrir anula todos los efectos positivos de las denotaciones léxicas, y la experiencia se convierte en traumática.

Al final, el protagonista se convierte en un muñeco al que se le puede hacer todo lo que se quiera. Parece que ha perdido la voluntad de ser, y solamente se limita a sufrir los castigos que se le asignen, sin ningún tipo de resistencia, queja o protesta.

En la última parte de la canción el yo poético se dirige a la mujer que es causante de todos esos males (aquella que le denunció a la policía y le acusó de asesinato), mediante metáforas: Mi lunita clara, eres mi sangre y mi vida.

Ya sabéis que un procedimiento muy común en la literatura y en la copla es identificar a una persona con un astro, ya que los astros son elementos inaccesibles, y todo lo que resulta inaccesible es valioso.

A pesar de la mala jugada que la mujer le ha hecho, Juan de Osuna todavía la sigue elogiando, como si no tuviera rencor.

También es común identificar a la persona que quieres con la sangre. La sangre es un elemento imprescindible para que nuestro cuerpo funcione. Sin sangre circulando por las venas, no hay vida. Sin amor y sin mujeres…¿Qué sería del protagonista?

Los dos últimos versos son los más dramáticos, ya que representan la penitencia del protagonista: además de ir a la cárcel, la relación sentimental con esta mujer termina para siempre. La imagen de la dama dándole la espalda representa el desdén, el odio, el rechazo, el fin del amor, la no correspondencia, la falta de empatía: Por lo mucho que yo te quería, te vas sin volver la cara. 

Ese desdén y ese despecho son los que han llevado a que la mujer lo denuncia y acuse de asesinato. Para el protagonista esto es muy duro, ya que él está enamorado de verdad de la mujer. Dentro de sus códigos y concepciones vitales, Juan de Osuna no entiende la reacción de la dama, ya que él ha dado todo por ella. Lo que pasa es que ella no logra entender que él puede amar a varias personas a la vez. Ella lo ve como una traición e infidelidad, y por eso, reacciona con tanto despecho.

Métricamente, la canción está formada por las siguientes estrofas:

-En primer lugar, un dístico (dos versos de arte mayor sin rima): 10- 17-

-En segundo lugar, tres coplas, es decir, tres estrofas de cuatro versos octosílabos en los que rima el segundo con el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a

-Después, tenemos un serventesio: estrofa de cuatro versos de arte mayor (en este caso, endecasílabos) en los que riman primero con tercero y segundo con cuarto: 11A 11B 11A 11B

-Y por último, tenemos una especie de redondilla imperfecta. En la redondilla los versos son de arte menor y riman primero con cuarto y segundo con tercero (abba). En este caso, el tercer verso es de arte mayor. Por eso os digo que la redondilla no es perfecta del todo: 6a 8b 10B 8a

Llama la atención que en el título de la canción se indique que estamos ante un romance, y luego, la forma métrica de la composición no sea la de un romance. Si hubiera sido un romance, todos los versos serían octosílabos, manteniendo la misma rima asonante en los versos pares. Aquí, la variedad métrica es mucho mayor.