lunes, 22 de febrero de 2021

Estudiantina de Madrid: el ambiente de las tunas universitarias de los 60

Durante la dictadura franquista (años 40, 50 y 60) la copla vivió su periodo de máximo esplendor, popularidad y comercialización, pues era el género musical predilecto de la mayoría de los españoles.

La canción andaluza formó parte de la vida diaria de nuestros mayores: se hicieron películas en las que se insertaron números de copla, se organizaron recitales, se crearon espectáculos teatrales, salieron al mercado discos de copla, se ponía copla todos los días en la radio y la televisión, en la prensa circulaban noticias de las grandes estrellas del género (Concha Piquer, Juanita Reina, Estrellita Castro…). También era habitual en los repertorios de las asociaciones musicales, coros y tunas.

Las tunas son hermandades de estudiantes universitarios que se dedican a cantar e interpretar temas del folclore tradicional, al son de instrumentos de cuerda (guitarras, bandurrias…).

Desde la creación de la Universidad en el siglo XIII era habitual que los pupilos más pobres (con pocos recursos económicos), pero bien dotados de voz y talento, con el fin de costear los gastos que suponía estudiar fuera de casa (matrícula, comida, residencia, ocio…) frecuentaran los bares y tabernas de la zona, interpretando estas cancioncillas, para sacarse un dinerillo

Estos estudiantes eran conocidos como goliardos, sopistas o tunos, ya que vivían a la sopa boba, es decir, de la caridad de la gente. Muchas personas estaban dispuestas a pagar cierta cantidad de dinero por escuchar estas canciones.

Otras veces, la gente contrataba los servicios de estos estudiantes para amenizar actos socioculturales, o dedicar canciones (a novias, pretendientas, amoríos…). Si un chico estaba enamorado de una chica guapa, lo normal era pagar a la tuna para que cantara una canción a modo de cortejo y la chavala cayera rendida a los pies del muchacho

Durante la Posguerra, muchas coplas formaron parte del repertorio de estas tunas. Es el caso del poema de hoy: Estudiantina de Madrid, que Antonio Molina popularizó en el año 1962.



Ya llega la estudiantina

la estudiantina llegó,

y una mujer la ilumina

con su mirada desde un balcón.

Alegres los estudiantes

haciendo el tiempo feliz

van deshojando sus cantes

por los rincones de mi Madrid.

 

Sal a tu balcón que quiero mirar tu bello semblante

sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes

sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña

sal a tu balcón, sal a tu balcón que te canto yo

mujerrrrrrrrrrrrrrrr, madrileña.

 

El tuno que va delante estudia sin descansar

y el cuarto que es más tunante busca la forma de no estudiar

el quinto estudia los astros y dice el sinvergonzón

que para ver las estrellas Sofía Loren es lo mejor.

 

Sal a tu balcón que quiero mirar tu bello semblante

sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes

sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña

sal a tu balcón, sal a tu balcón que te canto yo

mujerrrrrrrrrrrrrrrr, madrileña.

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El tema es interesante por dos motivos

-Por un lado, es una canción que sirve para rondar, coquetear, cortejar y piropear a cualquier muchacha. El yo poético recurre a los servicios de la tuna para insinuarse a una moza, y así esta sepa que el chaval anda detrás de ella. Esto lo vemos en el estribillo

-Por otro lado, se describe un ambiente universitario y estudiantil típico del Madrid de la época: los jóvenes llenando las calles de alegría y entusiasmo ante la atenta mirada de los vecinos, la tuna cumpliendo sus encargos, los estudiantes exponiendo sus modos y filosofías de vida…Esto se plasma en las estrofas.

Las estrofas se caracterizan por su enfoque descriptivo, ya que el objetivo no es contar una historia, sino representar una estampa, un cuadro, una escena cotidiana del ambiente estudiantil de los 60. Es como si una cámara de video estuviera grabando en una calle de Madrid llena de estudiantes, captando lo que sucede, con el objetivo de tejer el poema

Al principio, el foco descriptivo (la “cámara”) se concentra en un estudiante concreto (una alumna que ha sido elegida arbitrariamente de entre todos los pupilos que hay en la calle). Después, se ofrece una panorámica de todos los chavales, es decir, de la multitud, de la muchedumbre, del grupo. En la primera estrofa pasamos del primer plano al plano general

En la segunda estrofa asistimos al proceso inverso: el enfoque total (amplitud) da paso a varios primeros planos de diferentes alumnos

El primer plano de la 1ª estrofa supone la presentación del personaje de la estudiantina, mediante dos estructuras semánticamente equivalentes (mismas palabras), pero con cambios en el orden sintáctico, dando lugar a construcciones cruzadas (quiasmo): Ya llega la estudiantina, la estudiantina llegó: verbo +sujeto/ sujeto + verbo.

El poliptoton (el verbo llegar aparece en presente llega y perfecto llegó) da fuerza a la aparición de la chica, resaltándola sobre el resto de estudiantes

La metáfora de la vista como rayo de luz (una mujer la ilumina con su mirada desde un balcón) contribuye a sostener el primer plano de la cámara durante un tiempo indefinido y dar el protagonismo que se merece a este personaje.

La gente joven (niños, estudiantes, universitarios), por lo general, es un colectivo que llama la atención y genera curiosidad entre las personas mayores. Cuando uno es viejo tiende a ponerse nostálgico y recordar su época de jovencito. Por eso, la señora del balcón se queda mirando fijamente a la estudiantina.

A continuación, se produce el cambio de plano. La cámara deja de apuntar a la chica, y enfoca toda la calle (en una panorámica) con todos los estudiantes que allí se encuentran

Los alumnos son jóvenes. La juventud suele ir asociada a la belleza, a la alegría de vivir, a los grandes placeres mundanos, al optimismo y a la inocencia. La gente joven, por norma general, todavía no ha tenido contacto con experiencias duras y terribles y ven las cosas de color de rosa. Al fin y al cabo, la juventud es la primavera de la vida, cuando nuestro cuerpo y nuestro espíritu están en su mejor momento.

De ahí que la presencia de tanta gente joven genere entusiasmo, color y sensualidad en el ambiente: Alegres los estudiantes, haciendo el tiempo feliz.

La anteposición del complemento predicativo (hipérbaton: “Alegres…”) enfatiza el vitalismo. La personificación del tiempo (se le atribuye una propiedad psicológica humana: el adjetivo “feliz”) también contribuye a reforzar ese espíritu juvenil.

El alborozo, el optimismo y la juventud de los estudiantes se irradian por el ambiente, mediante procesos metafóricos: Van deshojando sus cantes por los rincones de mi Madrid. Los cantes representan esa vitalidad, la cual se propaga por el entorno, y contagia de buen humor al resto de personas, inundando de ganas de vivir a la gente

A mucha gente mayor le encanta disfrutar de la presencia de los jóvenes. Seguramente a la mayoría de vuestros abuelos, les encante salir a tomar el fresco a la calle y divertirse viendo pasar a la juventud. Al fin y al cabo, las ganas de vivir, esa actitud de comerse el mundo, el deseo de disfrutar de las cosas, de pasarlo bien, ir de acá para allá, se contagia y se percibe. Nuestros mayores se sienten identificados con esos estudiantes, en sus yos de hace muchos años (en plan, cuando yo era joven también hacía esto jejje). Y esbozan una sonrisa nostálgica.

Como es imposible volver a ser adolescente, los adultos buscan consuelo en estos mecanismos de observación e identificación. Se sienten jóvenes al ver a los jóvenes.

En la segunda estrofa se produce un cambio de perspectiva. De una vista panorámica (en la que se ve la calle con todos los estudiantes), pasamos al zoom: la cámara se centra en alumnos concretos, pasando de uno a otro, como si fueran escenas de una película. Es un mecanismo para profundizar en las diferentes filosofías de vida e inquietudes de los jóvenes

Los estudiantes, al fin y al cabo, son un colectivo heterogéneo, en el que podemos encontrar de todo: algunos son responsables y ordenados, y su máxima aspiración es estudiar y sacar buenas notas; otros solo quieren divertirse y pasárselo bien, y sus proyectos son más banales e intrascendentes: El tuno que va delante estudia sin descansar, y el cuarto que es más tunante busca la forma de no estudiar.

Se produce un juego de palabras entre tuno (sustantivo: miembro de la tuna universitaria) y su derivado tunante (adjetivo: holgazán, vago, truhán). El fenómeno de la derivación da una pincelada de humor costumbrista al poema. Leyendo este verso, todos nos imaginamos al típico estudiante vago, que no estudia y siempre está ideando triquiñuelas de dudosa legalidad para aprobar los exámenes

La oposición entre el buen alumno (responsable) y el mal alumno (vago) se manifiesta en el paralelismo:  sujeto (el tuno/ el cuarto) + oración de relativo (que va delante/ que es más tunante) + verbo (estudia/busca) + complemento (sin descansar/la forma de no estudiar)

El humor sigue presente en la descripción del tercer estudiante: El quinto estudia los astros y dice el sinvergonzón que para ver las estrellas Sofía Loren es la mejor. La comicidad se consigue con la ambigüedad semántica de estos versos que da lugar a una doble lectura:

-Por un lado, una interpretación más objetiva y neutra: al alumno le encanta el mundo artístico (como hobby o pasatiempo) y dice que Sofía Loren (actriz italiana) es uno de los mejores ejemplos de talento, triunfo y éxito. El término estrella hace referencia a una persona que sobresale en su profesión.

-Por otro lado, una interpretación más pícara y traviesa. La expresión “ver las estrellas” posee connotaciones eróticas y puede ser interpretada como “tener un objeto de deseo sexual”.

La belleza de esta actriz te hechiza, te vuelve loco, te deja K.O, te aturde (pierdes el sentido jajajaja). En los años 60 Sofía Loren era una de las grandes divas del cine. La mujer era guapa y levantaba pasiones entre los chicos jóvenes. Igual que hoy en día Angelina Jolie o Cristina Aguilera son consideradas ídolos de masas y símbolos de un cuerpo 10, en 1960 los sex symbol eran figuras como Sofía Loren. Los adolescentes pegaban en sus carpetas fotos de la actriz, hablaban de ella, y había cierto fervor por todas sus películas.

El uso del despectivo (sinvergüenza<sinvergonzón), el doble sentido de la palabra estrella (estrella de astro y estrella de cine) y el estilo indirecto (dice […] que…) crean un halo afectivo, entrañable, divertido y jocoso, sin olvidar la pincelada culturalista de turno (citar a una de las actrices más importante de ese momento).

El adverbio de lugar (delante) y los numerales (cuarto, quinto) crean una progresión entre las diferentes escenas o cuadros, que van marcando la descripción de cada uno de ellos, dándole a cada personaje su protagonismo correspondiente: El tuno que va delante…El cuarto…El quinto…Todos los alumnos son igual de importantes.

En el estribillo, la canción se convierte en el típico cortejo que sirve para invocar, rondar y coquetear a la muchacha. Muchos chicos contrataban los servicios de la tuna como forma de pretenderla (pagando una cantidad de dinero). Todo esto se resuelve con estructuras en anáfora y paralelismo: Sal a tu balcón, que quiero mirar tu bello semblante. Sal a tu balcón para ver pasar a los estudiantes. Sal a tu balcón que mi corazón con el tuyo sueña. Sal a tu balcón que te canto yo, mujer madrileña.

El vocativo (mujer madrileña), el imperativo (sal) y las marcas de posesivo de segunda persona (tu balcón, tu bello semblante, con el tuyo sueña) realzan la figura femenina en la escena del cortejo. Se trata de una muestra de afecto del hombre a la mujer.

El epíteto (bello semblante) es una forma sencilla y elegante de dar poeticidad al texto y enfatizar la belleza de la dama. Para que una letra y un piropo sean bonitos no hace falta complicarse la vida. Con un adjetivo simple (bello) se consigue sobriedad, sensibilidad y sinceridad en el proceso lírico.  

La personificación de los corazones es típico de la poesía de cancionero y marca la necesidad de reciprocidad y fusión entre las dos almas: mi corazón con el tuyo sueña. El estudiante está enamorado de la chica.

La primera estrofa está formada por ocho versos octosílabos, salvo el cuarto y el octavo que son decasílabos. Poseen el siguiente esquema de rima: abaBcdcD. Por tanto, estamos ante dos “cuasi-cuartetas” (no son perfectas, ya que el último verso de cada cuarteta es de arte mayor).

Los estribillos están formados por cuatro versos de 16 sílabas y un quinto hexasílabo de remate. Los dos primeros versos riman entre sí en asonante (pareado). Y el tercer verso rima con el remate. El cuarto queda libre.

La segunda estrofa está formada por 4 versos de arte mayor. Aquí hay una mayor irregularidad en el número de sílabas (15, 18, 17 y 18).  El primero forma un pareado con el segundo, y el tercero con el cuarto: AABB.

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