martes, 26 de septiembre de 2023

Las tardes del Ritz: bailando con el novio a ritmo de foxtrop ante la atenta mirada de mamá

De vez en cuando me gusta dar un salto atrás en el tiempo hasta el periodo precoplero (tres primeras décadas del siglo XX), época en la que triunfaron algunos géneros musicales que ejercieron años después una gran influencia sobre la copla (pasodoble, tango, vals, cuplé, charleston…). 

En esta ocasión, vamos a abordar el análisis de un conocido cuplé que Álvaro Retana y el maestro Monreal crearon en 1923, y que está dedicado a uno de los hoteles más conocidos y lujosos de Madrid: Las tardes del Ritz. La cantante catalana Tina de Jarque o la actriz asturiana Lilian de Celis (esta última en la película Aquellos tiempos de cuplé) hicieron estupendas versiones de este curioso tema.



Yo me voy todas las tardes
a merendar al hotel Ritz,
y tras el té suelo hacer mil locuras
con un galán que está loco por mí.
Juntos a bailar salimos,
nos enlazamos con pasión
y al final tengo yo que decirle
toda llena de miedo y rubor:

¡Ay, no por Dios,
no me apriete usted así!
¡Ay, por favor,
que me siento morir!,
tenga usted en cuenta que mira mamá
y si se fija nos regañará.
¡Ay, suélteme,
no me oprima usted más,
pues le diré,
si me quiere asustar,
que soy cardiaca y por esta razón
no debo llevarme ninguna emoción.

Las mamás cotorreando
toman el té sin advertir
que en el salón, al bailar, las parejas
se hablan de amor con atroz frenesí.
A las tres o cuatro danzas
suele crecer nuestra ilusión,
y las niñas a coro decimos
rebosantes de satisfacción:

¡Ay, yo no sé
lo que me pasa a mí,
pero ya ve
que me siento feliz,
siga apretando aunque mire mamá
que si se irrita ya se calmará!
¡Ay, qué placer
es bailar el fox-trot
con un doncel
que nos hable de amor!
Aunque cien años llegara a vivir
yo no olvidaría las tardes del Ritz

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El hotel Ritz fue fundado en el año 1910 por el rey Alfonso XIII. Está ubicado en la ciudad de Madrid, y más concretamente, en la plaza de la Lealtad (distrito Retiro) cerca del Museo del Prado. A comienzos del siglo XX, la capital española carecía de complejos hoteleros de calidad. El rey consideraba que era necesario la creación de un hotel de lujo, con la suficiente “dignidad” para poder alojar a las diferentes personalidades ilustres y miembros de la realeza europea, que venían de visita por España. 

Estas personas podrían llevarse una imagen muy negativa de nuestro país al tener que alojarse en pensiones o posadas de mala muerte. Por eso, se inició la construcción del hotel Ritz, el cual ya estaba inaugurado para la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg. Personajes conocidos como la espía Mata Hari o el pintor Salvador Dalí pisaron sus instalaciones.

La fundación del Ritz transformó algunas costumbres populares de la sociedad madrileña que estaban asentadas desde el siglo XIX, en pro de la adquisición de hábitos foráneos. Por ejemplo, en el seno de la aristocracia y las clases altas, se puso de moda ir al Ritz en la sobremesa a tomar té. Una costumbre típicamente francesa e inglesa (tea time) quedó arraigada en el seno de los grupos más adinerados. 

Antes del Ritz, la merienda habitual de los ricos era el chocolate caliente. A partir de la construcción del hotel, se empezó a estilar el té a diario, el cual era servido en unos recipientes elegantes denominados jícaras y mancerinas.

Un ambiente elitista, selectivo y exquisito se fraguaba en los salones del Ritz. La comida que se servía seguía los fundamentos de la gastronomía francesa. El menú de cada día se anunciaba en los periódicos más importantes de la época. Por las tardes, muchos madrileños visitaban el Ritz  para disfrutar de uno de los bailes que se pusieron de moda en la época, y que se baila en los salones del hotel: el fox-trot. 

Todo esto se ve reflejado bien en la canción. Con la excusa de los bailes, mucha gente joven acudía al hotel, y entre baile y baile siempre quedaba algún huequecito para intentar encandilar el corazón de otra persona. Muchos noviazgos se consolidaron en los salones del Ritz, que era un lugar idóneo para ligar y conocer gente 

Este poema debe analizarse desde la óptica del realismo/costumbrismo. El objetivo no es contar una historia o expresar sentimientos, sino representar la realidad de la manera más verosímil y fiel posible. ¿Y qué significa verosímil? Esto quiere decir que debe tener apariencia de verdad, ha de ser creíble, los elementos que se citan (personas, espacios, conceptos) nos remiten a un determinado contexto, extraído de la vida cotidiana real (en este caso, hotel Ritz, años 20), y que configuran un ambiente de verdad. La copla es una pintura exacta  de lo que pasaba todas las tardes en el hotel durante esos años

El receptor es testigo de una estampa/cuadro/escena que podría considerarse real y habitual en aquella época. Se crea una atmósfera entrañable, que permite al lector trasladarse a los felices años veinte. 

La protagonista es una muchacha joven que acude todas las tardes al Ritz con su familia, para tomar el té y bailar fox-trot. Allí, la chica conoce a un chaval, con el que pasa divertidos momentos bailando. Los dos jóvenes se enamoran y aprovechan la danza para empatizar, conocerse, estar juntos y pasar un rato agradable uno junto al otro, mientras se dicen cosas bonitas y tontean como dos enamorados, intentando disimular ante la atenta mirada de las madres, en una época en la que estaba mal visto, y constituía un fuerte tabú, este tipo de juegos amorosos y relaciones juveniles frívolas. 

Mediante el presente de indicativo, la protagonista hace alusión a una serie de acciones o eventos  que forman parte de su vida cotidiana, y que hace de manera normal y habitual en su vida de joven: me voy todas las tardes […] al Ritz, tras el té suelo hacer mil locuras, juntos salimos a bailar. Esta modalidad de presente se llama “presente habitual”. Todos los días la protagonista va al hotel, toma té y baila (en ese orden), tal como se describe en la primera estrofa.

Ya os he dicho que mucha gente de la alta aristocracia madrileña cogió como costumbre diaria el hecho de ir al hotel a tomar el té y participar en los bailes. El uso de la primera persona, ya sea en pronombres (ME voy, loco por MÍ, YO tengo que decirle), o formas verbales (voy, suelo, salimos, enlazamos, tengo) vincula la canción con el diario personal o la memoria, textos en los que la protagonista describe una escena que forma parte de su vida diaria, remarcando las circunstancias espaciales (al hotel Ritz) y temporales (todas las tardes).

El indefinido (TODAS las tardes) y la perífrasis verbal de frecuencia (SUELO hacer) marcan el hábito de la acción. Se trata de eventos periódicos y frecuentes, que se dan de forma continua en el tiempo. La cotidianidad se manifiesta de una manera rígida, inflexible, inalterable, casi sin cambios, creando una monotonía ritualizada, en la que todos los eventos se suceden siempre en el mismo orden. Primero va el té y luego el tonteo con el chico. De ahí, la presencia de circunstanciales temporales, que van marcando el orden de todas las acciones: TRAS EL TÉ suelo hacer mil locuras…

En los años veinte el tema de las relaciones prematrimoniales era tabú. Estaba mal visto que dos chicos jóvenes se relacionaran de una manera tan explícita y directa (el baile puede implicar contacto corporal) sin haber formalizado una relación, y delante de toda la gente. Esto tiene su porqué. En esta época, lo convencional (lo correcto, lo moral, lo bien visto, lo decente, lo que te enseñaban en casa) era llegar virgen al matrimonio. La Iglesia consideraba pecado que dos personas mantuvieran relaciones antes de casarse. Si la Iglesia (que era una autoridad importante) pensaba esto, la sociedad también adoptaba esa mentalidad. 

Se veía con malos ojos todo aquello que incitara de manera directa o indirecta las relaciones sexuales (besos, abrazos, llevar ropa ajustada e incluso bailar pegados, tal como sucede en esta canción). En una sociedad de mentalidad puritana todas estas cosas no eran bien vistas. Los padres, a la hora de educar a sus hijos, les transmitían el mensaje de que bailar, besar, abrazar y tocar a otra persona era malo. Las prohibiciones estaban a la orden del día. Ý por supuesto, hablar de relaciones amorosas era tabú

El yo poético sabe que bailar y coquetear con un chico no es propio de una mujer decente. Para referirse a elementos que resultan amorales, incorrectos, vergonzosos, pudorosos y chirriantes, la protagonista emplea un eufemismo: Suelo hacer mil LOCURAS. Este eufemismo consiste en una palabra baúl, de significado genérico y poco precioso. ¿Qué puede ser una locura? ¿Bailar? ¿Pelar la pava? ¿Agarrarse? ¿Besarse? ¿Acariciarse? ¿Sonreírse? Hay tantas cosas que podrían considerarse locura...

El término locura implica algo negativo, pero de forma poco concreta, sin entrar en detalles escabrosos. La protagonista sabe que eso que está haciendo con el chico está prohibido desde la perspectiva de la educación burguesa. Resulta escandaloso, polémico. La gente te marca, te señala, te apunta con el dedo (como diría Alaska jejejej). Por eso no profundiza en el tipo de interacción que tenía con el chaval. Con el término locura (que es negativo, ya que se opone a la razón) se suavizan y neutralizan otros términos que pueden ser más duros y provocadores. Por eso el término locura tiene valor eufemístico. 

Si analizamos el léxico del poema, el lector se dará cuenta de que estamos en una época en las que los tabúes y vergüenzas están a la orden del día: Toda llena de MIEDO y RUBOR. Parece que la chica está desafiando las leyes de la moral de aquellos años. 

El hipérbaton enfatiza la vergüenza de quebrantar esas normas. La protagonista sabe que lo que está haciendo no está bien y eso genera, de manera inconsciente, pequeños pudores y alteraciones anímicas, que sintácticamente se manifiestan en el cambio de orden entre el infinitivo y el tiempo personal de la perífrasis, y el adelantamiento del predicativo al verbo: juntos a bailar salimos/ salimos a bailar juntos.

No obstante, mediante la hipérbole del numeral cardinal, la protagonista adopta una actitud desafiante: mil locuras. Aunque eso de ligotear no está bien visto en la sociedad de la época, ella lo hace muchas veces. La exageración numérica implica repetición, y por ende, rebeldía. Ella está dispuesta a incumplir las normas y los principios educaciones que le ha inculcado la familia. 

La adición de elementos sensuales a las descripciones acentúa el componente pecaminoso. En lugar de amedrentarse ante las prohibiciones, la voz poética se jacta de quebrantar las conductas propias de una jovencita bien educada de los años veinte. Se siente orgullosa de hacer lo que le da la gana. Le divierte jugar con fuego. Le divierte estar situada en una frontera entre lo correcto y lo escandaloso. Se regodea ante el resto de hacer lo que le da la gana. En los años veinte estaba mal visto tontear con un chico en un lugar público. A ella se la suda todo . De ahí la alusión a elementos que implica contacto y cercanía: juntos, enlazamos. 

Los juegos de palabras son otra herramienta de la que se vale la chica burlarse de esas convenciones morales, a la vez que se recrea en el amor que siente el chaval por ella: un galán que está loco por mí

-Por un lado, el término loco contrasta con el término locura del verso anterior. El sustantivo locura se crea por derivación del adjetivo loco, añadiendo un sufijo (loc-ura). Aunque las dos palabras suenan parecido y están emparentadas formalmente (loco-locura), los contextos semánticos son diferentes: el término locura se refiere a aquellas cosas que están mal vistas por la sociedad, y resultan inaceptables e inasumibles según los preceptos morales; por el contrario, el término loco se refiere a la intensidad del sentimiento amoroso. Este juego de palabras permite acentuar la burla hacia las costumbres de la época, y reírse de ellas, adoptando una actitud frívola.

-Por otro lado, la protagonista hace alusión al sentimiento amoroso, recurriendo al léxico de la literatura cortesana: un galán. El galán es el hombre que corteja a la dama. Cuando el amor era muy intenso, se hiperbolizaba y alcanzaba un estado de locura, tal como ocurría en la lírica cancioneril del siglo XV

Como veis, hay dos fuerzas que tiran de la muchacha: por un lado, el estupor y la vergüenza de hacer algo prohibido; y por otro lado, la rebeldía ante las normas, ya que la voz poética se encuentra a gusto con este chico y tampoco quiere achicarse. No va a dejar que lo políticamente correcto frene su deseo. 

En el primer estribillo la protagonista baila junto al muchacho, y se dirige a él, advirtiéndole de que su madre está mirando y se podrían meter en un lío si esta se percatara de que están ligoteando: Tenga usted en cuenta que mira mamá y si se fija nos regañará. 

Mediante las oraciones exclamativas, las interjecciones y los imperativos, la protagonista busca alejarse de aquellas cosas que resultan amorales, prohibidas, mal vistas, ya que son una tentación: ¡Ay, por Dios, no me apriete usted así!, ¡Ay, por favor, que me siento morir!.¡Ay suélteme, no me oprima usted más!. 

Los ruegos de la mujer se suceden mediante estructuras en paralelismo: Interjección (Ay)+ fórmulas de cortesía de carácter intensivo (Por dios/ Por favor) +  Orden en negativo (no me apriete/tenga usted).

Se produce una lucha entre pasión (estrofa) y razón (estribillo). En el fondo de su corazón, la chica arde en deseos de que el chico baile con ella. Está disfrutando y gozando de la velada en el Ritz. ¿Cuál es el problema? Hay mucha gente al lado, y como la madre vea en tonteo, lo normal es que esta se enfade, se líe la de Dios es Cristo y le prohíban volver a ver al chaval. Por eso, la protagonista debe contenerse y aguantarse las ganas. Su cabeza le dice que frene la libido. 

El hecho de invocar o aludir elementos religiosos (por Dios) da convicción al discurso de la muchacha amén de dramatismo. Es una forma de convencer al amado para que vuelva al mundo real y analice la situación desde una óptica realista y racionalizada. La religión era un elemento serio y trascendente en el contexto social de los años veinte. No se puede bromear con ella. Lo que el yo poético está diciendo es muy importante y debe ser escuchado. 

La protagonista le pide al novio que deje de agarrarse a ella, no vaya a ser que la madre los vea y las consecuencias sean nefastas para el devenir de la relación. Por eso, en esta parte de la copla predomina un léxico que denota separación y falta de unión: suélteme, no me apriete, no me oprima...

La protagonista recurre a elementos de cortesía como el pronombre (usted), el imperativo (no apriete) o fórmulas de petición (por favor). La aparición de elementos relacionados con la muerte y la salud es otra manera de dar autoridad y trascendencia a las palabras: Que me siento morir, Que soy cardiaca y por esta emoción no debo llevarme ninguna emoción

La oración subordinada condicional en modo indicativo concibe lo descrito como real y seguro (en vez de hipotético o probable): Si [mamá] se fija [en vernos juntos] nos regañará. Si se cumple el contenido de la oración principal (la madre los ve bailando) con absoluta certeza se cumplirá el contenido de la subordinada (enfado y regañina maternal). Las cosas funcionaban así en esta época. Un padre no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo su hijo hacía en público cosas que no estaban bien vistas por las concepciones morales de la época.

Si la madre los pilla tonteando, la bronca y el castigo serían terribles. Los padres de los años veinte eran muy estrictos con la educación de los hijos (y más en la clase alta). Aunque solo estuvieran bailando un poco camelados o rozados, este tipo de situaciones atentaban contra el honor y la imagen de la familia, y generaban escándalo social. A día de hoy (año 2023) parece una tontería, pero en esa época las cosas funcionaban así. 

Por eso, se comprende que la protagonista no esté del todo feliz. Tiene miedo de que se entere la madre, y haya un castigo: No me oprima usted más, pues le diré que soy cardiaca y por esta razón, no debe llevarme ninguna emoción. La autoridad paternal puede más que el deseo y la pasión

Los imperativos (suéltame, no me oprima...) son poco sinceros ya que van en contra de los verdaderos sentimientos de la chica. Si por ella fuera, estaría todo el rato agarrada al muchacho. Si le pide que deje de tocarla, no es porque no se encuentre a gusto o no esté enamorada, sino por miedo a que su madre la descubra y la reprenda. Pesan más los motivos circunstanciales (el qué dirán, la reacción de la madre) que los motivos pasiones. Su deseo es bailar. 

La protagonista se ve invadida, de manera simultánea, por la pasión y el miedo. Por eso, su discurso resulta dubitativo y lleno de contradicciones. Por un lado, hay pudor y vergüenza; y por otro lado, un halo de picardía y sensualidad envuelve la escena. Tened en cuenta que los dos jóvenes están rozándose, muy cerca uno del otro. El baile ayuda a caldear el ambiente. 

En los dos siguientes versos confluyen el temor a la autoridad maternal y el deseo carnal. A pesar del peligro que supone ser visto por la familia, la protagonista está encantada de que el chico la agarre. El contacto físico provoca placer, calentura, alteración hormonal, y por eso, hay frases con doble sentido: No me apriete usted así, […] que me siento morir, […] que soy cardiaca y no debe llevarme ninguna emoción

En los cuplés es frecuente encontrarnos versos que pueden tener una lectura carnal, erótica, picante, que elevan la temperatura de la escena. El hecho de estar haciendo algo prohibido y que le descubran le hace alterarse y ponerse nerviosa, pero a la vez está un poco "cachonda" (perdonadme la expresión) de tener al lado a un chico guapo bailando con ella. Su estado roza el éxtasis. 

El placer físico es tan intenso, que se hiperboliza con imágenes fisiológicas: me voy a morir del placer, el corazón va a mil por hora.... La pasión y el pudor se fusionan a lo largo de este primer estribillo.

En la segunda estrofa, se produce un cambio en la focalización de la descripción. Os lo explico para qué me entendáis. En la primera parte, el receptor era testigo de la estampa o cuadro creado desde los ojos de la protagonista y su entorno más inmediato (el novio, que constituía su centro de visión). El foco de atención recaía de forma exclusiva sobre la pareja. Se representaba una problemática individual: una chica bailando con un chico, el chico la agarra y la madre de la chica ojeando. La cámara siempre está enfocando a los dos miembros de la relación.

En la segunda parte la problemática se enfoca desde la colectividad. Es como si la cámara nos ofreciera una panorámica de todo el salón del hotel, de forma que ese problema individual, no es tan individual, y eso mismo que le pasa a la protagonista (quiere estar con el chico, pero tiene miedo de mamá), también le pasa a todos los jóvenes que se encuentran bailando. 

El receptor es testigo de la estampa desde un plano general, en el que se enfocan a todas las personas que están en el comedor del Ritz. El centro de atención recae sobre la masa y no tanto en los novios. La problemática individual se convierte en una problemática general: todos los jóvenes que acuden al hotel lo hacen para bailar y ligar con el chico/a que les gusta, y con el temor de que los padres se den cuenta. 

Esto le da un carácter cómico y entrañable al tema: al final, todos los veinteañeros están igual: capean a los padres mientras disfrutan del baile como pueden, con la persona que les gusta. 

La descripción resulta realista y verosímil. Mientras la juventud baila el fox-trot en el centro del salón, las madres se sientan en los sofás y se ponen a hablar horas y horas mientras toman el té. Lo bueno que tenía esto, es que los chismorreos, cotilleos y cotorreos eclipsaban la atención de las mujeres, y muchas veces, absortas en sus conversaciones se olvidaban de que su hijo/a estaba bailando con otros chicos. Estaban tan apasionadas en sus conversaciones y en el marujeo que se les olvidaba lo demás. Por eso, los chicos, aprovechaban estos momentos en los que las madres bajaban la guardia, para poder ligar un poco y declararse a la chica que les gustaba: Las mamás cotorreando toman el té sin advertir que en el salón, al bailar, las parejas se hablan de amor con atroz frenesí

La verborrea y los cotilleos de las madres se representan con una metáfora animalizada. Algunas aves (cotorras, ruiseñores, alondras) se caracterizan por emitir sonidos vocales que se van hilvanando hasta forman pequeños cantos, que se difunden por el espacio. Las madres van “cantando” sus cotilleos unas a otras, como el trino de las cotorras.

Se crea una atmósfera picante (y picardeante) gracias a adjetivos y sustantivos que denotan intensidad, pasión, fuerza, plenitud, garra: se hablan de amor con ATROZ FRENESÍ, y las niñas a coro decimos REBOSANTES de SATISFACCIÓN. La pasión amorosa es mayor a medida que avanza la tarde en el salón, configurando progresivamente un clima de placer y bienestar entre la juventud. Por eso, a medida que se suceden los bailes, los jóvenes se animan cada vez más hasta terminar extasiados, absortos en un entorno placentero. El contacto y la unión personal hace la fuerza, hasta calentar el ambiente:  a las tres o cuatro danzas, suele crecer nuestra ilusión

Al final de la segunda estrofa se introduce el paso al estilo directo del estribillo, mediante un verbo dicendi: y las niñas a coro decimos rebosantes de satisfacción

Si en el primer estribillo la que hablaba en primera persona era la protagonista, en el segundo estribillo la voz poética la constituye el grupo de chicas jóvenes que puebla el salón del hotel Ritz. Si el primer estribillo era una mezcla de sensualismo con miedo y vergüenza social, en este segundo estribillo los pudores morales se dejan a un lado, y el cuplé se convierte en un derroche de pasión y lujuria. La unión hace la fuerza. La protagonista, sola, tenía miedo de la madre, pero si la protagonista se une a todas las mujeres que están en la misma situación que ella, todas esas vergüenzas desaparecen, y a las chicas no les importa irradiar pasión amorosa hacia los muchachos.

En esta parte de la canción encontramos un rasgo que nos evoca a la mística. Cuando una cosa es placentera, resulta muy difícil explicar cómo nos sentimos, nos cuesta mucho definir nuestro estado con palabras. Esto es lo que les pasa a las chicas, que no saben explicar lo que sienten, y tienen que recurrir a adjetivos demasiado genéricos y obvios: Ay, yo no sé lo que me pasa a mí, pero ya ve que me siento FELIZ. Las exclamaciones y la interjección “ay” dan fuerza y autenticidad al discurso.

Los imperativos se enfocan de manera afirmativa. Si en el primer estribillo, la mujer le pedía al hombre que no le agarrara, en este segundo estribillo pasa lo contrario. La muchacha le pedirá al muchacho que la coja muy fuerte, manteniendo las pautas de cortesía: Siga apretando aunque mire mamá, que si se irrita ya se calmará. 

Como veis, a las chicas les da igual la autoridad. Se rebelan de una manera clara contra los principios morales y sociales, aunque tengan que desobedecer a la familia. Los deseos y pasiones se ponen por delante de las normas. El miedo al castigo ha desaparecido. El uso de verbos en modo indicativo en las condicionales da seguridad y contundencia al discurso, restando importancia a los problemas familiares derivados del baile: si [mamá] se irrita, ya se calmará. No es el fin del mundo si me regañan. Si nuestras madres se cabrean, ya se descabrearán jejejjee. 

Las niñas se recrean en los momentos gozosos mediante la exclamación retórica: Ay, qué placer es bailar el fox-trot con un doncel que nos hable de amor. 

El objetivo es parar el tiempo, eternizando una imagen que resulta placentera para esas jóvenes del Ritz. Cuando una cosa causa felicidad, queda fija en nuestra memoria para siempre, en forma de recuerdo, el cual será imborrable ante el paso del tiempo, como si fuera un tatuaje: Aunque cien años llegara a vivir, yo no olvidaría las tardes del Ritz. 

Para hacer este juicio, la voz poética recurre a una intensificación en el uso del numeral (cien años), con el fin de enfatizar la importancia de la felicidad en la vida de la persona. Hay que cumplir con nuestras aspiraciones, deseos, proyectos, hacer lo que nos pida el cuerpo, aunque en ocasiones tengamos que romper las convenciones de lo moral o lo políticamente correcto. Cuando nosotros actuamos de acuerdo a nuestros deseos, nuestra vida se convertirá en algo pleno. Es la autorrealización. 

En cuanto a la disposición métrica, no se puede establecer un patrón regular en el cómputo silábico de los versos. A lo largo de la composición encontramos diferentes tipologías de verso, tanto de arte menor como mayor: pentasílabos (ay, no por Dios), heptasílabos (si me quiere asustar) octosílabos (juntos a bailar salimos), eneasílabos (a merendar al hotel Ritz), decasílabos (y las niñas a coro decimos), endecasílabos (y tras el té suelo hacer mil locuras), dodecasílabos (tenga usted en cuenta que mira mamá).

En las estrofas, los versos pares riman en asonante (Ritz-mí, pasión-rubor), mientras que los impares quedan libres.

Los estribillos se estructuran de la siguiente manera:

-Una cuarteta: 5a 8b 5a 8b

-Un pareado (mamá-regañará, se-ve)

-Otra cuarteta: 5a 8b 5a 8b

-Otro pareado (razón-emoción, vivir-Ritz).

 


 

martes, 12 de septiembre de 2023

Romance del Rey Don Sancho (Joaquín Díaz): el intento fallido de la conquista de Zamora por culpa de una traición

Hoy os traigo un romance viejo, anterior al siglo XVI, que fue musicalizado e interpretado por el folclorista zamorano Joaquín Díaz. Narra la muerte del rey Sancho II de Castilla en manos del noble leonés Vellido Dolfos durante la toma de la ciudad de Zamora (1072). ¡¡¡¡¡Bienvenidos al análisis del Romance del rey don Sancho!!!!!!



–"¡Rey don Sancho, Rey don Sancho,
no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora
un alevoso ha salido!

Llámase Vellido Dolfos,
hijo de Dolfos Vellido;

cuatro traiciones ha hecho,
y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre,
mayor traidor es el hijo."

Gritos dan en el real,

a don Sancho han mal herido;
muerto le ha Vellido Dolfos,
gran traición ha cometido.

Desque le tuviera muerto,
metiose por un postigo;
por las calles de Zamora,
va dando voces y gritos:
–"Tiempo era, doña Urraca,
de cumplir lo prometido."

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Un romance viejo es una composición breve, de transmisión oral, autoría anónima, destinado al cante y la declamación, con acompañamiento musical. Su métrica se basa en una sucesión indefinida de versos octosilábicos con rima asonante en los versos pares y los impares libres. En este caso, son 20 versos, todos de 8 sílabas (gran traición ha cometido), con asonancia -io (aviso, salido, Vellido, cinco, hijo, herido, cometido, postigo, gritos, prometido).

Estamos ante un poema de contenido histórico-nacional, ya que se inspira en un hecho real ocurrido en el siglo XI, que es el intento fallido de conquista de la capital de Zamora por parte del ejército castellano, y que acaba con la muerte de su rey (Sancho II) en manos de la nobleza leonesa (Vellido Dolfos).

Uno de los rasgos del romance es su carácter fragmentario. En lugar de narrarnos un evento histórico de principio a fin, con sus antecedentes, desarrollo y consecuencias, y ahondando en el detalle (como ocurría en el cantar de gesta), el romance selecciona un instante concreto del hecho, el momento más culminante, álgido y dramático. En este caso, el asesinato del rey después de ser traicionado por Vellido Dolfos. Se trata de una escena, peripecia o anécdota conocida y famosa por el pueblo que se circunscribe a un ciclo temático mayor (cerco de Zamora)

Evidentemente, para entender bien el poema es necesario insertarlo en su contexto histórico, social y cultural. Al ser el romance un trocito, un fragmento, un cachito de una historia más grande, es necesario conocer todo el proceso, y así situarnos, sabiendo qué pasa antes y qué pasa después del momento que aquí se narra. Si no conocemos de forma completa la historia del cerco de Zamora, habrá cosas que no entenderemos…¿Quién es don Sancho? ¿Quién es Vellido Dolfos? ¿Por qué lo traiciona? ¿Por qué se quiere conquistar Zamora? ¿Quién es esa Doña Urraca?

Para eso hay que remontarse a la época de la muerte del rey Fernando I, el cual reparte entre sus hijos todos sus territorios, a modo de testamento. A cada hijo le corresponde un trocito de “España”: A Sancho le corresponde Castilla, a Alfonso VI León (la joya de la corona), a García le toca Galicia, a Urraca la ciudad de Zamora y Elvira se lleva Toro.

Don Sancho quedó muy disgustado con el reparto de la herencia. Le fastidió, y mucho, que su padre le diera a Alfonso (que era su hijo preferido) el reino más valioso e importante. Tened en cuenta que en esta época lo normal era que los hijos mayores tuvieran preferencia sobre los demás en el reparto de las tierras. Y a Sancho, que era el mayor le molestó que un hermano más pequeño se llevara el ansiado reino de León.

En principio, don Sancho se mantuvo tranquilo a pesar del disgusto. No empezó a tomar medidas hasta que la madre (doña Sancha) falleciera en noviembre de 1067. Y ya a partir de aquí empezó una guerra contra sus hermanos.

Primero se alió a su hermano Alfonso en el año 1071 para arrebatar a García el reino de Galicia. Una vez García estaba fuera de juego, la alianza Sancho-Alfonso se rompe y en enero de 1072 el primero vence al segundo en la batalla de Golpejera. Por lo tanto, Sancho ya tiene León, Castilla y Galicia. Ahora quedan las hermanísimas jajajjaa.

Elvira, viendo el percal, decidió rendirse y le dio directamente a Sancho la ciudad de Toro sin necesidad de entrar en un conflicto bélico.

Una vez cae Toro, a don Sancho solo le quedaba una cosa para cumplir su sueño de unificar todos los reinos en torno a su figura: arrebatarle la ciudad de Zamora a su hermana Urraca. Está a un solo paso de conseguirlo. Sin embargo, será la batalla que más quebraderos de cabeza le dé, y donde, sin saberlo, cavará su tumba. Es aquí donde se sitúa el romance: las tropas castellanas a los pies de Zamora esperando a conquistarla.

La nobleza leonesa rebelde que no apoyó a Sancho tras la derrota de Alfonso VI, se unió en torno a doña Urraca. Su objetivo era evitar que Sancho se hiciera con todo el poder. Había que defender fuera como fuera el último reducto que quedaba, que era Zamora. Y aquí entra en juego Vellido Dolfos. Doña Urraca, con el objetivo de motivar a su gente de Zamora, prometió una recompensa a aquel que liberase la ciudad del asedio de don Sancho. Entonces, el noble Vellido Dolfos ideó una estratagema.

Uno de los días de cerco, el muchacho salió de la ciudad, dirigiéndose al campamento de Sancho II. Se presentó ante el rey diciéndole que iba a desertar del bando de doña Urraca para unirse al suyo. Don Sancho se lo creyó. Vellido Dolfos le dijo al monarca que conocía un lugar secreto para que las tropas pudieran acceder a la ciudad. El rey acudió junto a Vellido al sitio señalado para inspeccionarlo, y aprovechando que estaban solos, el noble leonés asesinó a don Sancho. Después de matarlo, Vellido corrió como un cohete hacia la ciudad para refugiarse en ella.

En este contexto se sitúa el romance del rey don Sancho. Una historia que dio para un cantar de gesta larguísimo y extensísimo. Para el romance, el autor solo se queda con el momento del asesinato, el más dramático, prescindiendo de todo lo demás.

Otra de las características del romance es su inicio abrupto. El poema empieza súbitamente, in medias res, con el personaje en acción, sin exponer los antecedentes. El poema nos traslada nada más comenzar al campo de batalla, al lado de la ciudad de Zamora, con un personaje anónimo-testigo avisando al rey don Sancho de que tenga cuidado, que está a punto de ser traicionado y ocurrir una desgracia: Rey don Sancho, Rey don Sancho no digas que no te aviso…

El comienzo no puede ser más dinámico e intenso. Hay acción desde el principio. Al ser una composición breve hay que ir al grano y desde el primer momento ofrecer chicha al espectador, para que no se aburra. Tened en cuenta que esta poesía se recitaba oralmente y había que divertir al receptor, el cual quiere acción, dinamismo, que pasen cosas. No se puede perder el tiempo en detalles. Para eso estaba el cantar de gesta o la novela de caballerías. En el romance la síntesis y la intensidad son fundamentales.

Al final del poema le ocurre un poco lo mismo, ya que es un desenlace abrupto. Justo en el momento de máxima intensidad, el texto se acaba de forma repentina. En este caso, se produce el asesinato y el personaje de Vellido Dolfos huye hacia Zamora y pide a doña Urraca que le otorgue la recompensa por haber matado al rey don Sancho. Nunca sabremos si ese premio se da o no, ya que en ese momento acaba el romance.

El realismo es otra de las señas de identidad del romance que también podemos ver reflejado en el texto. No hay fantasía. No hay imaginación. Aunque la historia es álgida e intensa, resulta bastante verosímil en el contexto de un conflicto bélico. En una guerra es normal que haya muertes, traiciones, advertencias, huidas…Además, hay referencias reales toponímicas (Zamora) y onomástica (Sancho, Vellido Dolfos, Dofos Vellido, doña Urraca)

El objetivo de un romance como este es entretener, divertir al oyente. Hay poco didactismo. Se busca un marco histórico que resulte atractivo. Al pueblo llano le encanta la violencia, el morbo, lo truculento, que haya muertes, conflictos, asesinatos…. La guerra como tal no es divertida, pero desde la posición de observador y la esfera de lo artístico, llega a generar mucha fascinación e interés. Este tipo de literatura les encanta a los chavales de los institutos. Funciona muy bien en el aula. Entre la musicalidad que proporciona el arte menor, y la temática histórico-bélica y truculenta, a los niños les gusta mucho. Y a la gente de la Edad Media también. Era una literatura de masas en el siglo XV.

El tema del poema es la traición de Vellido Dolfos al rey don Sancho para llevar a cabo su asesinato. Si os dais cuenta, a lo largo del poema encontramos una serie de palabras que connotan vileza, deslealtad, falta de principios morales: alevoso, traiciones, traidor, traición.

El poema se divide en dos partes:

-La primera abarca del verso 1 al 10. Una voz anónima en primera persona avisa al rey del peligro que corre, ya que Vellido Dolfos está a punto de traicionarlo: Rey Don Sancho, rey Don Sancho, no digas que no te aviso…Predomina el monólogo, el cual lleva adherido un acto comunicativo que funciona como una advertencia, que anticipa la tragedia.

-La segunda abarca del verso 11 al 20. Un narrador testigo en tercera persona nos cuenta el asesinato del rey y la huida de Vellido Dolfos hacia Zamora. Predomina la narración, aunque encontramos un par de momentos dialogados (estilo directo)

La voz anónima de la primera parte se muestra preocupada, afectada, agitada, nerviosa. Sabe lo que va a pasar. Funciona casi como un oráculo, ya que le vaticina al rey una desgracia que va a cumplirse sí o sí. Ese estado de tensión se manifiesta con la reduplicación: “Rey Don Sancho, rey don Sancho”. El tono de insistencia magnifica la gravedad de la situación. Está a punto de producirse una tragedia.

La función de esta voz anónima es informar, advertir, alertar al rey de lo que va a pasar. Habiendo anunciado la tragedia podríamos decir que ha cumplido con su deber, y queda exento de culpa: No digas que no te aviso. Predominan los tiempos de presente (digas, aviso, llámase…) que marcan el acto verbal.

En toda tragedia hay siempre un personaje que se dedica a avisar del peligro inminente. El protagonista hace caso omiso, y luego ocurre la fatalidad. Pues aquí algo parecido. Vemos a una voz anónima desquiciada, al borde del colapso, que se deja todas sus fuerzas en avisar al rey, pero no servirá de nada. Incluso concretará detalles de esa desgracia: “De dentro de Zamora un alevoso ha salido”. El asesino está en camino. Queda poco tiempo para hacer algo. Como veis, tenemos un comienzo épico para una composición de apenas 20 versos.

La sustantivación del adjetivo (un alevoso ha salido) enfatiza la cualidad predominante en la personalidad del noble leonés. Se trata de una persona sin principios, ni moral, ni dignidad, un traidor, un villano, desleal, engatusa para clavarte el cuchillo cuando menos te lo esperas. Es el antagonista de la historia, el cual tiene un nombre: Llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido

Su personalidad quedará magnificada con dos recursos de gran importancia:

-Primero, el numeral cardinal: CUATRO traiciones ha hecho, y con esta serán CINCO. Las personas traidoras tienden a reiterar y repetir los mismos patrones de conducta. Un traidor no traiciona una sola vez. Es una cualidad que la lleva en la sangre y traiciona las veces que haga falta con quien sea, cuando sea y donde sea. No es una persona de fiar.

-Segundo, la comparación con un elemento superlativo, la cual queda inserta en la oración subordinada condicional: “Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo”. Se trata de poner una realidad que tiene una cualidad en grado máximo por encima de otra que también posee esa cualidad en grado máximo. Entonces, si el padre de Vellido Dolfos era ya considerado el mayor traidor que existe…pues el hijo, un grado más….supera lo insuperable.

Resulta muy curiosa la concepción que se hace de la maldad en este romance. Parece que es algo genético, hereditario, biológico, innato. Vellido Dolfos hereda esa falta de principios de su padre. Se contrapone el pasado/antecesor (fue el padre) con el presente/descendencia (es el hijo), y ambos tienen en común el componente maléfico. Todo esto queda plasmado en el paralelismo: Cuantificador (gran/mayor), + adjetivo (traidor) + verbo de cualidad inherente (es/fue) + sujeto (el padre/el hijo). El verbo ser aparece en presente (es) y pasado (fue). Se trata de un poliptoton que enfatiza la idea de maldad congénita.

El demostrativo (con ESTA) y el futuro de indicativo (SERÁN cinco) anticipan la tragedia y le dan un carácter inevitable e inminente. No se puede hacer nada por evitar la desgracia. Es cuestión de minutos. Está todo escrito. El fátum, el destino cruel e injusto… La tragedia va a ocurrir sí o sí y no hay posibilidad de evitarla. Todavía no se ha producido, y ya se siente en el acto de habla. Se palpa en el ambiente que algo malo va a ocurrir, sin remedio posible.

El asesinato se produce en el verso 11. En lugar de narrarse de forma directa y explícita, el momento del crimen se intuye a través de lo sensorial, de tal forma que el homicidio queda implícito a partir de lo que el narrador observa del entorno: Gritos dan en el real. Esto quiere decir que los soldados del campamento descubren al rey muerto. De ahí el ruido, los gritos, el barullo, la confusión. La tercera persona del plural (dan) da un carácter generalizador y colectivo. Todo el campamento queda conmocionado ante lo que ha pasado y reacciona al unísono. Muchas veces para narrar un hecho trágico no hace falta sangre o vísceras. A partir de la afectación de los testigos ya se transmite esa sensación de angustia.

Además, hay varios versos en estilo directo que dejan claro que se ha producido el asesinato (información decisiva), que en teoría son formulados por un soldado del bando de don Sancho. A Don Sancho han malherido, muerto le ha Vellido Dolfos, gran traición ha cometido. 

Como veis, estos versos están marcados por el hipérbaton: El complemento directo (A Don Sancho/gran traición) se antepone al verbo (han malherido/ha cometido). El verbo (muerto le ha) se antepone al sujeto (Vellido Dolfos). Es una forma de dar prioridad y trascendencia a la traición que al culpable. A una figura tan prestigiosa e importante como el rey Don Sancho se le ha tratado de una forma indigna. Eso duele más que saber quién es el culpable. De ahí que el asesino siempre se posponga al final de la oración y cobre más intensidad la traición en sí. Es algo gravísimo lo que ha ocurrido. Todas esas advertencias y avisos de los primeros versos del romance se han materializado en este verso número 11. Lo vaticinado por la voz anónima se ha cumplido. La traición ha quedado culminada.

Los últimos seis versos del romance cuentan la huida de Vellido Dolfos de la escena del crimen. El pretérito perfecto simple marca la narración la cual se desarrolla de forma poco detallada, como si fueran brochazos dispersos, impresiones sueltas de sitiadores y sitiados, pero de un modo vertiginoso y expresivo: Desde le tuviera muerto, metiose por un postigo”. 

Pensad en la situación. Vellido Dolfos no ha matado a una persona cualquiera…ha matado al rey de Castilla y León. Está claro que no es una chiquillada. La ha liado pardísima. Y está claro que debe escapar de ahí y meterse en un lugar seguro ya que en el campamento se ha dado la voz de alarma, y como lo vean rondando por ahí, se puede dar por muerto. ¿Y cuál es la mejor guarida para meterse después de haber hecho algo así? Está claro que es la propia ciudad de Zamora. En la Edad Media Zamora estaba rodeada de una muralla. La única forma de entrar a la urbe era a través de las puertas (postigos en este romance), las cuales se abrían y cerraban según convenía, y así proteger la ciudad de los ataques enemigos. Se supone que Vellido Dolfos se mete en la ciudad de Zamora y se cierran las puertas a cal y canto para que los soldados del campamento no le puedan atacar.

Por cierto, este postigo por donde se mete Vellido Dolfos, existe en la vida real en la ciudad de Zamora y se conoce como Portillo de la Traición (en referencia al engaño del noble leonés al rey don Sancho). En el año 2010 cambió de nombre y se le empezó a conocer como Portillo de la Lealtad. Al fin y al cabo para los zamoranos, Vellido Dolfos no es un traidor, sino un héroe, ya que evitó que las tropas de don Sancho conquistaran Zamora. Es un ejemplo de fidelidad.

Al final del poema asistimos a la escena de Vellido Dolfos triunfante, extásico, radiante de felicidad: “Por las calles de Zamora va dando voces y gritos”. Sus planes se han cumplido a la perfección, la estrategia ha funcionado. Ha matado al rey, que era lo que quería. Ha salido todo a pedir de boca.

En los dos últimos versos el asesino toma la palabra en primera persona: Tiempo era doña Urraca, de cumplir lo prometido. Mediante el vocativo (doña Urraca) el noble leones se dirige a la reina de Zamora doña Urraca, la cual había prometido una recompensa para aquel que acabara con el asedio a la ciudad. 

Vellido Dolfos ha matado a la cabeza del ejército enemigo. Nada más y nada menos que al rey. Por eso le reclama a Urraca la recompensa prometida. Según algunas fuentes, este premio era material (dinero, tierras, cargos…). Pero según otras fuentes, el premio era el propio casamiento con doña Urraca. Lo que está claro es que es un final abierto, ya que nunca sabremos en qué consistirá esa recompensa.

Cada vez que escucho este poema me da la impresión de que estoy asistiendo al visionado de una escena de una película épico-bélica. Me parece increíble que en un espacio tan chiquitito (20 versos) se condense tanto dramatismo y tanta intriga. La brevedad no va reñida con la intensidad.

En cuanto al estado de la lengua, hay que tener en cuenta que el poema original data de finales de la Edad Media. Es normal encontrarnos con algunos restos que nos remitan a esta época. Hay arcaísmos (desque), enclíticos (metiose), perífrasis (desque le tuviera muerto) o hipérbatos (muerto le ha)