lunes, 21 de septiembre de 2020

Moscatel: la historia de una niña dulce, pura, ingenua y bondadosa que deja en buen lugar a Chipiona

Como dice el refrán, después de la tormenta siempre llega la calma. Tras vivir una historia truculenta y folletinesca como fue la de Lola Puñales, con esa peculiar Medea coplera que nos conmocionó a todos con el asesinato a su novio, creo que es bueno dar un giro de 180 grados y relajarse con un tema alegre y desenfadado, ideal para mover el esqueleto. Espero que os guste esta conocida rumba de Gracia Montes, del año 1968, que estuvo dedicada a la localidad gaditana de Chipiona. Hoy analizaremos Moscatel


Era una vez una niña

que llamaban Isabel.

De tanto andar por la viña,

le pusieron Moscatel.

 

Moscatel, labios de sangre como un clavel.

Moscatel, sonrisa alegre de cascabel.

 

Al campo, niña, no vayas sola

que el viento acecha tu delantal

y está mal visto que una amapola

ande de noche por el parral.

 

Moscatel, caramelito

de azúcar, canela y miel,

del mundo lo más bonito

son tus ojitos de moscatel.

Tus ojitos, tus ojitos,

tus ojitos de moscatel.

 

Diego pasó por la viña

y al mirar a Moscatel,

enloqueció por la niña

y también ella por él.

 

Moscatel, verde aceituna tienes la piel.

Moscatel, verdes los ojos como el laurel.

 

Vente a la playa de Chipiona,

blanca, más blanca que un palomar.

Tengo una casa pa tu persona

y una corona blanca de azahar.

 

Moscatel, moscatelita

de azúcar, canela y miel,

tus ojos, niña bonita,

son dos uvitas de moscatel.

Dos uvitas, dos uvitas,

dos uvitas de moscatel.

........................................................................

El título de la canción está construido sobre un mecanismo metafórico que configura el apodo a la protagonista de la copla. El término moscatel designa a una variedad de uva muy dulce y olorosa, de grano redondo, con la cual, después de unos cuantos días al Sol, se puede hacer un determinado tipo de vino muy acaramelado y dulzón. La etiqueta Moscatel se refiere tanto a la uva, como al vino o incluso al viñedo.

Por lo que se ve, la protagonista de la copla (cuyo nombre real es Isabel) se pasa todo el día dando paseos por los viñedos. A esto hay que unirle un carácter muy dulce, pues la moza es muy agradable, simpática y complaciente con la gente, y siempre va envuelta en un halo de alegría y vitalismo. Por eso, en el poema se la conoce como Moscatel (nombre metafórico): la dulzura de su psicología (lo risueña que es, su complicidad con la gente....) se identifica con la dulzura de este vino.

Por tanto, estamos ante una copla de estructura eminentemente descriptiva (con alguna pincelada narrativa).

En la primera estrofa, se introduce el personaje, como si fuera la protagonista de un cuento (Érase una vez una niña que llamaban Isabel). Empezar la copla de esta manera permite concebir a la chica como alguien importante, trascendental, conocida por todo el mundo. Pensad en Caperucita, La Cenicienta, Blancanieves…son gente como de la familia. Pues ese mismo efecto se pretende conseguir con la mujer de esta canción

El origen del apodo es explicado mediante una estructura subordinada consecutiva: De tanto andar por la viña, le pudieron Moscatel. El uso de la tercera persona del plural (llamaban, pusieron) permite crear un halo de fama sobre la protagonista (todo el mundo la conoce, todo el mundo sabe quién es, todo el mundo sabe cómo es…). Al final, la persona se acaba convirtiendo en un personaje de gran fama local.

A lo largo de la canción se elabora un retrato literario de la protagonista. El retrato combina la etopeya (descripción de los rasgos psicológicos, espirituales y morales de la muchacha) y la prosopografía (descripción de los rasgos físicos), mediante estructuras en anáfora (Moscatel, labios de sangre…/Moscatel, sonrisa alegre…).

Así hay metáforas y comparaciones que se refieren a cualidades externas, como por ejemplo, el color rojo de los labios: labios de sangre como un clavel. La sangre y el clavel son dos elementos recurrentes que permiten representar literariamente el color de la pasión. Hay otras metáforas que se refieren al carácter afable de la chica: Sonrisa alegre de cascabel. Ya sabéis, que el cascabel (instrumento musical), posee un timbre muy juguetón, muy divertido, muy lúdico (igual que el carácter de la muchacha).

La protagonista aparece representada como si fuera una mujer ingenua, inocente, pura que todavía no ha llegado a conocer el lado crudo de la vida. Por eso, su espíritu resulta algo infantil, algo aniñado (todo es alegría, bondad, humanidad, benignidad…). De ahí las advertencias que le hace el yo poético a la moza: que tenga cuidado, que no todo el mundo es bueno, que no todos son como ella, que hay gente con segundas intenciones. Esto se expresa con la personificación del viento: Al campo niña no vayas sola, que el viento acecha tu delantal

El viento simboliza a aquellos elementos nocivos, molestos, perversos, pérfidos…que se aprovechan de la bondad e ingenuidad de la gente para intentar sacar tajada. La alusión a una parte de la vestimenta femenina (el delantal) crea una atmósfera como de picardía, erotismo y sensualidad, que nos lleva a concebir a la moza como una mujer que todavía no ha perdido la virginidad (de ahí la pureza y el carácter inmaculado de la chiquilla).

El imperativo (no vayas) junto al hipérbaton, consistente en el adelantamiento del complemento circunstancial de lugar a primera posición oracional (al campo no vayas) enfatizan las advertencias y consejos vitales

En esta parte del texto, el yo poético adopta una postura paternal hacia la niña, de ángel de la guarda, de maestro de la vida, formulando una serie de reglas de buena conducta que toda niña bien educada debe seguir: “está mal visto que una amapola ande de noche por el parral”. 

Tened en cuenta que hace 40 años era inconcebible que una mujer de orden anduviera sola por la calle, ya que podía ser el blanco perfecto (joven, guapa, buena presencia…) de ciertas mentes perversas. A la mujer, identificada como ser débil, indefenso (en comparación con el hombre) había que protegerla y salvaguardarla de ciertos peligros, y de ahí que el yo poético haga tantas advertencias a Isabel y actúe como si fuera su padre, ya que no quiere que la niña pierda esa pureza, inocencia e ingenuidad.

Actualmente, ver a una chica sola a las tantas de la madrugada ya no escandaliza tanto ni nos llama la atención (ya estamos curados de espanto jajaja), pero hace 40 años era algo inaudito e inadmisible (iba en contra del código de las buenas costumbres, ya que la noche era asociado a lo pecaminoso, lo amoral, lo peligroso).

En los estribillos, se sigue profundizando en la descripción de la protagonista, mediante metáforas que representan el carácter agradable y dulzón de la chica (cualidades espirituales): Moscatel, caramelito de azúcar, canela y miel. Como veis, el léxico se refiere a especias de cocina que dan un sabor dulce a las comidas. El diminutivo (caramelito, ojitos) da a la expresión un carácter afectivo

La anástrofe intensifica el componente elogioso de la metáfora: Del mundo lo más bonito son tus ojitos de moscatel. En este caso, se identifica los ojos de la protagonista (cualidad física) con las uvas de moscatel, que son muy preciadas en Cádiz.

Las reiteraciones y anáforas (tus ojitos, tus ojitos/ tus ojitos de moscatel) dan mucha musicalidad a la rumba, además de darle un toque meloso. Al final, el carácter dulzón del vino y de la protagonista, se acaba trasladando a la melodía.

En la segunda estrofa se añade una anécdota narrativa. Aquí se recurre a los tiempos de perfecto (pasó, enloqueció), que como sabéis es el más utilizado a la hora de contar hechos. En esta parte del poema se habla de cómo un muchacho llamado Diego se acaba enamorando de la protagonista. Algunos aspectos de esta relación amorosa son:

-Carácter fulminante y súbito: el amor se genera de manera inmediata, tras verse por primera vez. Mediante un predicado que denota un evento puntual, un instante (Diego pasó por la viña) se produce un cambio de estado: de no estar enamorado, los personajes pasan a estarlo

-Importancia de los ojos en el procedimiento amoroso. Ya os dije que en la Edad Media se hicieron todo tipo de teorías y tratados médicos en los que se afirmaba que el amor se producía por unos espíritus que salían de los ojos de uno de los amantes, y se metían por  los ojos del otro. En la copla se alude a la importancia de la vista, de cómo los amantes se enamoran con la mirada: Y al mirar a Moscatel…

-La concepción del amor como trastorno que provoca alteraciones en la persona, hasta tal punto de afectarle a la razón y provocarle la locura: Enloqueció por la niña…

-El amor como sentimiento recíproco: para que la relación amorosa sea afortunada es necesario que exista correspondencia (el mismo sentimiento de afecto que uno tiene del otro, el otro también lo debe tener): Y también ella por él…

A continuación se siguen sucediendo metáforas y comparaciones en estructuras anafóricas para continuar la descripción de la protagonista: “Moscatel, verde aceituna tienes la piel/ Moscatel, verdes los ojos como laurel”.

Ya os comenté en una ocasión que la mujer con ojos verdes, en el mundo de la canción andaluza, es el prototipo de belleza y dama ideal. Es la donna angelicata de la copla. Igual que en Petrarca la mujer con cabello rubio, ojos claros y cuello largo simbolizaba la perfección estética, en la canción española son los ojos verdes.

El hecho de representar a la chica con piel verde da un toque surrealista y onírico al texto (recuerda el Romance del sonámbulo de Lorca, en el que también se describe a una mujer de carne verde). Al fin y al cabo en esta copla se está describiendo a un personaje tan idílico, tan puro, tan perfecto que parece imposible encontrarlo en la realidad, y solo puede aparecer en creaciones artísticas como estas.

En la última estrofa se hace alusión (con clave de homenaje) a la localidad gaditana de Chipiona. El yo poético anima a la protagonista a irse a las playas de este pueblo, las cuales quedan descritas con comparaciones (blancas como un palomar).

Hay alusión a objetos de color blanco (tengo una casa para tu persona y una corona blanca de azahar). El blanco es símbolo de lo puro, de lo limpio, de lo no manchado. Ya os dije antes que en la estrofa anterior se aludía a la virginidad de la protagonista y al peligro de que gente perversa acabara con ese estado de pureza, de ingenuidad, de inocencia.

Chipiona representa en la copla lo puro, lo limpio, lo genuino. Se ve como un lugar ideal para que la protagonista pueda gozar ad eternum de ese estado de niñez, de infancia, de bondad, de inocencia. La infancia representa el paraíso, la época de mayor felicidad para la persona, ya que un niño todavía no ha conocido el lado crudo y oscuro de la vida, no se ha corrompido, no tiene preocupaciones. Chipiona aparece en el poema como un paraíso. Al fin y al cabo el objetivo del poeta era hacer un homenaje a la localidad.

El segundo estribillo reitera metáforas ya vistas en otros momentos de la copla, como el hecho de identificar los ojos de la niña con uvas, mediante una metáfora: Tus ojos, niña bonita, son dos uvitas de moscatel. El vocativo (niña bonita) y el diminutivo (uvitas) dan un carácter afectivo e incluso infantil al discurso. El carácter añiñado de la chica va relacionado con esa pureza y bondad que os he dicho.

Métricamente, se suceden diferentes tipos de estrofas:

-La copla empieza con una cuarteta en octosílabos con esquema de rima abab.

-Después, un pareado de 13 silabas (Moscatel, labios de sangre como un claves/Moscatel, sonrisa alegre de cascabel).

-A continuación, un serventesio decasílabo con el esquema de rima ABAB.

-Finalmente, nos encontramos una sextilla con esquema ababab

Este ciclo (cuarteta+pareado+serventesio+sextilla) se vuelve a repetir una segunda vez, y de esta forma, obtenemos el esqueleto métrico de esta copla.

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Lola Puñales: la asesina que nunca sintió remordimientos

Después de dos coplas humorísticas y cómicas, basadas en una misma temática (la soltería) desde diferentes puntos de vista, es hora de cambiar de registro e irnos con un tema más folletinesco y truculento, transmisor de una historia sangrienta y violenta, protagonizada por una mujer de armas tomar, con un profundo odio a los hombres y cierto trasfondo trágico, que recordará al personaje griego de Medea (la cual es capaz de cometer los crímenes más atroces y pasionales sin sentir ningún tipo de remordimiento ni cargo de consciencia, actuando a sangre fría con premeditación y alevosía). En el año 1949 Concha Piquer nos cantaría esta marcha, conocida como Lola Puñales

Entre la gente de bronce
que cantaba y que bebía,
brillaba Lola Puñales.
Era una rosa flamenca,
que a los hombres envolvía,
igual que los vendavales.

Vino primero don Pedro,
un marqués enamorado y galán,
pero la Lola con mucho saber,
lo despreció por donjuan.
Y así la Puñales, perdiendo y ganando,
trataba a los hombres de mala manera,
hasta que una noche la fueron matando,
los ojos de un hombre que dijo a su vera:

¿Quien ha encendido esta hoguera
en tus ojeras de petenera,
Lola Puñales?
Que, aunque no quieres Dolores,
matas de amores a los mejores
y más cabales.
Sin saber como ni cuando
tú te vas a enamorar,
con el fuego estás jugando
y te tienes que quemar.
Y verás, entrañas mías,
lo que son ducas mortales
cuando llores de agonía
y te den las claritas del día
sin dormir, Lola Puñales.

Con fatiguillas de muerte
y sudores de agonía,

lloraba Lola Puñales,
porque aquel hombre moreno,
se llevó pá toá la vida,
la rosa de sus rosales.

Mucho te quiero y me muero, mujer,
mucho, te juro por Diós,
y si te vi, no me acuerdo, después
de que en sus brazos cayó.

Corrió como loca buscando la reja,
en donde de otra los besos bebía
y un grito de muerte se oyó en la calleja
mientras que unos ojos quedaban sin vida.

Vayan los jueces pasando,
vayan firmando,
que está esperando,
Lola Puñales.
que no me importa esta pena,
ni ir a la trena,
que estoy serena,
y en mis cabales.
Lo maté y a sangre fría
por hacer burla de mí
y otra vez lo mataría
si volviera a revivir.
Con que apunte el escribano,
que al causante de mis males,
por jurar cariño en vano,
sin siquiera temblarle la mano,
lo mató Lola Puñales.

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El argumento de la copla se basa en un hecho real, en un asesinato cometido por María Dolores Castro León hacia su novio. ¿Los motivos de este crimen? Fundamentalmente fueron los celos y la rabia que sintió la mujer cuando vio que su novio se estaba besando con otra mujer. Vamos…una cuestión de despecho

De todas formas, ya sabéis que estas historias tan atroces sobre homicidios y muertes, suelen estar dopadas de mito y leyenda, ya que la realidad, muchas veces, se acaba mezclando con la fantasía y la imaginación de la gente que cuenta la historia. Para darle un toque novelesco más intenso, el pueblo tiende a maquillar y adornar la realidad con materiales literarios, hasta desdibujarla y convertirla en algo distinto e interesante

La historia real de esta mujer (conocida por todos como Lola puñales debido al crimen que cometió) es la siguiente:

Ella nació y pasó su infancia en un pueblo de la provincia de Córdoba hacia 1870. Cuando era joven, esta chiquilla tuvo un pequeño desengaño con uno de los mozos del pueblo (no se sabe qué pasó exactamente, pero sí se presupone que desde ese momento Lola Puñales juró nunca más enamorarse de un chico).

Abandonó su pueblo natal y se fue a Sevilla donde sobrevivió actuando, cantando, bailando y prostituyéndose en diferentes locales. Durante esta época muchos hombres se acercaban a ella, pero Lola, debido al infortunio que sufrió con ese mozo de su pueblo, tenía un odio inmenso al género masculino. Ella disfrutaba humillando, despreciando, ninguneando y rechazando a todos los hombres que se arrimaban a ella para cortejarla. Ella los provocaba con su físico, su encanto, su simpatía, para que cayeran hechizados, y después decirles que no. Esto es lo que se no cuenta en los primeros versos del poema

Sin embargo, una noche, llega al café en el que Lola trabaja un hombre joven y guapo, con aspiraciones a torero. La protagonista se enamora profundamente de él. El chico, sin embargo, tiene unas intenciones bien diferentes. Él finge estar loquito perdido por Lola, con el objetivo de sacarle todo el dinero posible para así librarse del servicio militar obligatorio. A finales del XIX y principios del XX la gente con dinero era la única que podía librarse de la mili si pagaba una cantidad de dinero estipulada

Además, el mozo quería probar suerte en el mundo del toro, y para eso necesitaba más dinerillo. Por eso, hizo el paripé de enamorarse de la Puñales para así sacarle el parné. Hay que decir que él ya tenía una novia antes de conocer a Lola. Un día, el chico se besa con su amada y cuando Lola los ve, monta en cólera y sin ningún tipo de miedo o vergüenza, mata al joven ahí mismo (delante de su novia).

Lola es detenida y juzgada por el crimen cometido. La última parte de la canción hace referencia al proceso judicial. Finalmente, nuestra protagonista acaba muriendo en el penal de Cartagena unos años después del asesinato, sin haber mostrado arrepentimiento por lo que hizo.

Como veis, estamos ante la típica historia truculenta y sanguinaria, muy en la línea de María la Portuguesa y Maña sale (que analizamos hace unos meses) y que recuerda al folletín y al romance de ciego.

En la primera estrofa, un narrador en tercera persona nos presenta al personaje de Lola. La historia comienza con la joven ya trabajando como chica para todo en el café-cantante de Sevilla.

La manera de presentar a la protagonista resulta muy cinematográfica, como si la cámara estuviera realizando una vista panorámica del local, y poco a poco, se fuera acercando, a modo de zoom, a Lola: Entre la gente de bronce, que cantaba y que bebía, brillaba Lola Puñales.

La protagonista destaca por encima de los demás, tiene algo que el resto no tiene (llama la atención dentro del cuadro pintado). La metáfora del brillo del metal, adquiere tintes simbólicos, ya que genera unas sensaciones de muerte, de sangre fría, de frialdad. En muchos poemas de esta época, los metales tienen connotaciones trágicas (las armas blancas son de metal).

Por eso, este tipo de presentación nos sugiere que algo trágico va a pasar. La heroína aparece representada como las grandes asesinas del cine, es decir, de apariencia normal, que intenta pasar desapercibida entre la gente, pero tiene “algo” que no pinta nada bien y en cuanto pueda, va a sacar su verdadero yo y a cometer el crimen, sin ningún tipo de reparo o remordimiento (de ahí su frialdad, en relación a lo frío del metal).

Después, el narrador realiza una descripción de la chica. Mediante la metáfora enfatiza su belleza y su capacidad de atraer a los hombres por sus encantos: Era una rosa flamenca que a los hombres envolvía. En cierta medida, este tipo de descripción nos recuerda a la mujer fatal, aquella muchacha que usa sus malas artes para engañar a la gente, para que los hombres caigan en su trampa.

La comparación remarca con gran fuerza la mala leche, el odio y su brujería: Que a los hombres envolvía igual que a los vendavales. Lola se nos presenta como la típica hechicera o bruja que hace conjuros con el objetivo de provocar el mal en los demás. Odia tanto a los hombres que disfruta engañándolos, viéndolos sufrir, despreciándolos, rechazándolos. Hace con ellos lo que quiere. Los maneja como quiere, les provoca todo tipo de cataclismos emocionales.

Para entender mejor esta idea, el narrador recurre a un ejemplo, a una anécdota, para hacer ver que este tipo de historia se va a repetir siempre, va a ser una constante en la vida y conducta de la protagonista. Es algo que vive todos los días.

Así se nos cuenta cómo la muchacha va engatusando a unos y otros, y cuando el hombre ya está enamorado, ella le dice que no quiere saber nada de él y decide irse con otro (al cual le hace lo mismo). Ella disfruta despreciando a sus amados: Vino primero don Pedro, un marques enamorado y galán, pero la Lola con mucho saber, lo despreció por don Juan. Así es su vida diaria.

Las aposiciones (un marqués....) y los circunstanciales (con mucho saber….) permiten al narrador recrearse en la maldad de la protagonista, de cómo Lola convierte esto en una afición, en un pasatiempo, en un divertimento, e incluso en una técnica (el arte de rechazar y herir a los hombres).

El uso del determinante con nombre propio (La Lola) es un vulgarismo. El poeta utiliza esta licencia como forma de adoptar un estilo cercano al receptor, que le va a permitir contar la historia y adaptarla al habla del público (en esta época el analfabetismo era muy alto y para que la gente entendiera una historia y mostrara interés había que utilizar un lenguaje muy cercano a la oralidad, a la forma de hablar de la masa).

La antítesis ayuda a concebir el acto de desprecio como algo constante y reiterado en la vida de la protagonista: Y así la Puñales, perdiendo y ganando, trataba a los hombres de mala manera

Al final de la primera estrofa y al inicio de la segunda, se produce un punto de inflexión en la historia. Como en toda tragedia, se necesita un hecho que sea el desencadenante y la causa de todo lo truculento que va a venir después. Se necesita un cambio del sentido de la acción. Esto se conoce con el nombre de PERIPECIA (término extraído de la Poética de nuestro amigo Aristóteles).

Tiene que aparecer alguien, sin el cual no ocurriría el hecho trágico, y ese alguien es el mocito aspirante a torero que encandilará a la protagonista. De ahí que se le dé cierta trascendencia a la entrada de este personaje a escena: Hasta que una noche la fueron matando los ojos de un hombre que dijo a su vera. 

La subordinada temporal “hasta que…” marca esa inflexión, cómo este personaje masculino supone un antes y un después en la forma de actuar de la protagonista. Ella, que despreciaba y rechazaba a los hombres, ahora va a quedar enamorada. Ahora va a empezar a recibir de su propia medicina. El castigo por sus malas acciones está cerca

La personificación metaforizada de los ojos (los ojos […] la fueron matando) intensifica el proceso de enamoramiento que experimenta la protagonista. Como en toda buena tragedia, la peripecia suele esconder algo, a priori, positivo y beneficioso para la protagonista (el amor es algo aparentemente bonito). Sin embargo, al final se volverá nocivo y será la causa de todo lo truculento.

En la segunda estrofa, el personaje masculino toma la palabra y habla en primera persona dirigiéndose a la protagonista mediante la interrogación retórica (¿Quién ha encendido…?), el vocativo (tus ojos de petenera, Lola Puñales) y las marcas de segunda persona (TUS ojeras, TÚ TE vas a enamorar, cuando lloreS de agonía).

 En el monólogo del personaje masculino hay una serie de claves muy interesantes:

-En primer lugar, una representación simbólica del amor. Ya os he dicho muchas veces que una de las concepciones más tópicas del sentimiento amoroso (deudora de San Juan de la Cruz y de la mística) es representarlo como fuego (el calor de la llama equivale a la pasión amorosa). Esto se ve en la interrogación retórica: ¿Quién ha encendido esta hoguera en tus ojos de peteneras, Lola Puñales?

-El muchacho cumple, a su vez, la función de oráculo, ya que se dedica a lanzar a la protagonista una serie de advertencias y malos presagios sobre su futuro, vaticinándole una situación de peligro: Sin saber cómo ni cuando tú te vas a enamorar con el fuego estás jugando y te tienes que quemar.

Con la perífrasis ir + infinitivo (vas a enamorar) y la de obligación (tienes que quemar), este oráculo está dando un carácter inminente e inevitable a los hechos (a Lola le va a pasar algo malo y no puede hacer nada por evitarlo). Esto crea una visión determinista de la historia (todo está escrito de antemano, por el capricho de unos dioses), como en las grandes tragedias griegas, en las que el héroe ya tiene prefijado un destino cruel, desdichado y desafortunado.

La expresión “jugar con fuego y quemarse” adquiere un doble sentido en este poema:

a)         Ella se está empezando a enamorar del chico, se está encoñando, está perdiendo los sentidos por él (cosa que nunca antes había pasado, ya que hasta ahora se dedicaba a despreciar a los hombres, y esta es la primera vez que se enamora de verdad). Y cuando amas con corazón, aparece un sentimiento que te puede acabar matando, quemando (metafóricamente hablando): los celos, el miedo a que el amado preste más atención a otra persona que a ti.

b)         Ella está arriesgando demasiado, se está poniendo en peligro, ya que este enamoramiento (peripecia) va a ser el desencadenante de la tragedia que vamos a vivir en unos momentos.

En las palabras del chico apreciamos una serie de maldiciones y malos augurios que sellarán el destino de la protagonista: Y verás sentrañas mías, lo que son ducas mortales, cuando llores de agonía y te den las claritas der día sin dormir, Lola Puñales. La palabra “ducas” es un arcaísmo y significa “penas”. Se utiliza mucho en el flamenco.

El encabalgamiento abrupto (y te den las claras del día/sin dormir…) da rotundidad y fuerza al discurso, simulando el componente oraculista del muchacho.

El uso del futuro (Verás lo que son ducas…) da un carácter de amenaza a las palabras, poniéndose el hombre (oráculo) en una posición de superioridad, de maestro de la vida, en plan “ahora vas a ver lo que es bueno y vas a recibir de tu propia medicina, para que entiendas el daño que estás haciendo”

En cierta medida, se está produciendo un efecto karma: al final, todos los males que Lola provocaba (el desprecio a los demás hombres), la vida se los va a devolver (para así conseguir la armonía, el equilibrio entre lo vicioso y lo virtuoso, lo amoral y lo mora, lo justo y lo injusto).

Por eso, el hombre le dice a la chica que ella va a acabar padeciendo lo mismo que sufrían todos aquellos a los que tan mal hacía. Lola se verá en la misma situación que los hombres a los que despreciaba (sentirá dolor, rabia, celos…). De hecho, se puede establecer un curioso contraste entre dos expresiones hiperbólicas que aparecen en el texto

-Matar de amores: “y aunque no quiere dolores, mata de amores a los mejores y más cabales”

-Llorar de agonía: “y verás lo que son ducas mortales cuando llores de agonía y te den las claritas del día”

¿Veis el karma? Antes ella mataba de amores a los hombres que despreciaba (pues los muchachos sufrían al verse rechazados). Ahora la protagonista va a llorar de agonía, cuando ella sea la enamorada y el novio sea el que la engañe. Hay un intercambio de posiciones. Parece que existe algo que iguala y nivela las energías del mundo para que funcione con justicia, dándole a cada uno lo que merece en función de su forma de actuar

Se produce la antítesis entre el carácter maligno de la protagonista y el carácter bonachón de los hombres a los que rechaza. La bimembración mejores y cabales ayuda a reforzar esto.

También se produce un juego de palabras cuando el muchacho dice que la protagonista (llamada Lola, equivalente a Dolores) disfruta provocando dolores a los hombres.

En la tercera estrofa, asistimos a uno de los momentos más importantes de la tragedia: la anagnórisis, el paso de la ignorancia al conocimiento. La protagonista descubre las verdaderas intenciones del muchacho del que se ha enamorado. Él lo único que quiere es dinero, y encima, tiene otra novia. Hasta ahora desconocía esta segunda cara

El narrador en tercera persona se recrea en el sufrimiento y angustia de la protagonista (descubrir la verdadera realidad es un trance doloroso, que no es plato de buen gusto). De ahí que se recurran a expresiones grandilocuentes y metaforizadas que connoten muerte (descubrir la verdad, ha “matado” a la protagonista, líricamente hablando). Estas expresiones aparecen en primera posición oracional gracias al hipérbaton: Con fatiguitas de muerte y sudores de agonía lloraba Lola Puñales

La metáfora (casi alegoría) de la rosa y el rosal enfatizan el hecho del robo, de cómo el muchacho se ha enamorado de Lola por una cuestión de materialismo, de interés económico, para sacar tajada, y arrebatarle cosas que eran de su propiedad: Aquel hombre moreno se llevó para toda la vida la rosa de sus rosales.

El recurso de la derivación (del sustantivo “rosa” añadimos un sufijo y formamos el colectivo “rosal”) permite recrear con más dramatismo y sensibilidad el engaño, como si aquello que el muchacho ha robado fuera algo muy valioso (por su valor simbólico más que por su valor económico). Una rosa que se corta es un daño irreparable, ya que no se puede volver a colocar en el rosal, una vez se ha arrancado. A ella le da igual el dinero. Lo que le duele es lo que representa el robo (la traición, el engaño). Lo mismo que ella hacía a los demás hombres. A la Puñales le duele que el hombre haya jugado con ella, se haya aprovechado de sus sentimientos para sacarle dinero.

El paralelismo ayuda a recrear ese engaño, esa visión de un amor materialista: finges querer a una persona para sacar provecho, y después, una vez has obtenido lo que querías, se termina la relación, ya no interesa: Mucho ‘te quiero, y me muero, mujér’, mucho ‘te juro por Dios’, y si te vi no me acuerdo, después de que en sus brazos cayó

Al final de la tercera estrofa se produce el tercer gran elemento de la tragedia: el pathos o lance patético. Es la acción destructiva, que en este caso corresponde al asesinato. La protagonista contempla con horror a su novio besándose con otra chica, de tal forma que lo matará ahí mismo, sin contemplaciones.

La comparación contribuye a dar intensidad al momento, pues la protagonista, movida por la rabia, los celos y el despecho, toma la decisión de acabar con el novio: Corrió como loca, buscando la reja en donde la otra los besos bebía. Estos celos se ven acrecentados por la imagen metaforizada de la novia besándose con el muchacho. En todo momento, Lola sabe lo que está haciendo, es consciente de que lo iba a hacer, a sangre fría y sin miramientos.

A la hora de representar el asesinato se hace de una manera decorosa, sin dar detalles morbosos, escabrosos feos o sórdidos. Aunque muchas coplas sean de contenido sanguinario (asesinatos, crímenes), realmente, a la hora de narrar el lance, se hace de una manera fina, breve y aseada, sin necesidad de recrearse en el mal gusto.

El asesinato se narra de una manera poética, sensitiva, sugerente, empleando estructuras en paralelismo, y una sintaxis más o menos sencilla: Un grito de muerte se oyó en la calleja, mientras que unos ojos quedaban sin vida.

Como veis, en dos versos se resuelve la parte morbosa de la copla. En la tragedia clásica también ocurría esto: había escenas que resultaban muy crudas para ser representadas (Edipo arrancándose los ojos, Medea matando a sus hijos, Antígona enterrada viva). Entonces, cuando llegaba el lance, no se daban detalles escabrosos (un mensajero aparecía en escena contando el momento culminante, para evitar verlo explícitamente).

En la última estrofa Lola ha sido detenida y va a ser juzgada: Vayan los jueces pasando, vayan firmando, que está esperando Lola Puñales

La protagonista adopta una postura que se acerca a la Medea de Eurípides. Ella ha cometido un crimen terrible, y a pesar de ello, no muestra signos de arrepentimiento y le da igual su destino. Lola ya ha cumplido su objetivo (la venganza). Lo que le pueda pasar (el castigo, la condena) le da igual: Que no me importa esta pena, ni ir a la trena, que estoy serena y en mis cabales

Muchos asesinos, a la hora del juicio, achacaban todo a la locura, a algún problema o enfermedad mental, a la bebida, para intentar reducir la pena. En cambio, Lola se enorgullece de haber llevado a cabo tal acto de una manera racional (era lo que tenía que hacer para quedarse tranquila). Lo ha hecho de manera premeditada, sin remordimientos, sabiendo lo que hacía y con todas sus facultades mentales. Incluso ella misma reconoce que volvería a hacerlo: Lo maté y a sangre fría, por hacer burla de mí y otra vez lo mataría si vorviera a revivir

Como veis, ella misma reconoce abiertamente haber provocado el asesinato (no ha sido ni un accidente ni un infortunio ni un sin querer, sino algo planificado y ejecutado por ella, como forma de castigar a su novio por el engaño). Podía haber acusado a otra persona del asesinato o negarse a reconocer el crimen. Sin embargo, ella no se esconde y reconoce su autoría. Incluso se dicta a sí mismo los cargos que se le deben imputar: Con que apunte el escribano, que ar causante de mis males, por jurar cariño en vano, sin siquiera temblarle la mano lo mató Lola Puñales

La diferencia entre Lola y otros héroes trágicos (como Edipo) es que Lola cae en la tragedia desde su voluntad, y jamás se arrepiente. Edipo, por el contrario, llega a la fatalidad por un yerro involuntario (amartía) y se arrepiente. Lola es más cercana a Medea y todas estas heroínas que en todo momento eran conscientes de la barbaridad que cometían. Por eso, el receptor no siente tanta compasión por la condena de la mujer

viernes, 11 de septiembre de 2020

Jueves (La Oreja de Van Gogh): una historia de amor enmarcada en los atentados del 11M de Atocha

La canción que os traigo hoy se concibió como un homenaje a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Fue compuesta en el año 2008 para Leire Martínez, la vocalista de la Oreja de Van Gogh. Fue uno de los primeros éxitos de la etapa post Amaia Montero. Como ya habéis podido deducir, el análisis de hoy va a estar dedicado a Jueves.


Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte quién eres

Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo por ti mi falda más bonita
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar

Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación, enfrente tú y yo
Va y viene el silencio

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar

Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando
Supongo que piensas qué chica más tonta
Y me quiero morir

Pero el tiempo se para y te acercas diciendo
Yo no te conozco y ya te echaba de menos
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren

Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado
Un día especial este once de marzo
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
Que apaga la luz

Te encuentro la cara, gracias a mis manos
Me vuelvo valiente y te beso en los labios
Dices que me quieres y yo te regalo
El último soplo de mi corazón

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El poema cuenta la historia de una joven que todos los días coge el tren para ir a trabajar. Un buen día, dentro de su vagón, coincide con un chico del cual se acaba enamorando. Sin embargo, por miedo/vergüenza/falta de autoestima/pudor nunca le dice nada. Pasan los días sin dar el paso. No obstante, el lenguaje corporal les delata (cruce de miradas, suspiros, expresiones faciales, nervios…). Se nota que hay química y chispa entre ellos, aunque no se digan nada.

Ella podría coger un tren directo que le llevara hasta su trabajo. Sin embargo, prefiere dar más vuelta y tardar más, solo para poder coincidir con el joven en el tren. Por fin, un día, se atreve a hablar con él y a declararse. Es aquí en este punto cuando el 11M entra en juego. Resulta que el día que hablan por primera vez es el 11 de marzo de 2004, el día que explotan las bombas en los trenes de Atocha. Y ellos van a bordo de uno de los trenes de la muerte. El destino quiere que ese día, justo después de haber materializado uno de sus deseos (declararse al chico), se produzca la tragedia, y los jóvenes mueran.

La protagonista de la canción es una joven muy insegura, con la autoestima por los suelos, con tendencia a infravalorarse, con poca confianza en sí misma. Esto se manifiesta mediante las subordinadas condicionales que forman paralelismos: “Si fuera más guapa, y un poco más lista/si fuera especial, si fuera de revista): nexo (si) + verbo (fuera) + atributo cuantificado (más guapa/un poco más lista). Como veis, ella cree que su físico y su psicología no tienen el encanto y carisma suficiente para encandilar al chico. Eso le crea muchísima inseguridad y timidez, y por eso, no tiene la energía suficiente para hablar con él: “Si fuera […] tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres”. Es una joven muy apocada y cohibida. Muy poco decidida.

Como la chica no tiene el valor suficiente para hablar con chico, se conforma con la contemplación: disfrutar del amor mediante la vista, la observación, ver a la persona que quieres en un entorno cotidiano. En esta parte de la canción la satisfacción amorosa es visual. Cualquier gesto, movimiento o cosa que haga el muchacho, por muy antisensual que sea, será fuente de enamoramiento y placer para la chica. “Y al verte lanzar un bostezo al cristal se inundan mis pupilas”. La chica consigue ver belleza y amor en un simple bostezo matinal jajaja. Es lo que tiene el amor. Cualquier cosa que haga la persona que quieres te cautiva, te llena. La metáfora de la inundación del ojo enfatiza la atención visual que pone ella en él. Ella no le puede quitar la atención y todo lo que él hace no le deja indiferente.

Poder ver al chico todas las mañanas crea una atmósfera de ilusión y motivación para vivir: “Te sientas enfrente y ni te imaginas que llevo por ti mi falda más bonita”. Esto supone una pequeña inyección de autoestima: se arregla, se pone guapa, se cuida. Lo que pasa es que se trata de un sentimiento silencioso y las pruebas o contraseñas de amor son difícilmente perceptibles por el chico (ponerse una falda no es comunicativo, resulta irrelevante para la otra parte). La timidez de la chica es un obstáculo. De todas formas, hemos pasado del contexto del inmutismo (no decir nada) al símbolo (ponerse la falda). Algo es algo. La relación evoluciona aunque sea a pasito de pulga jajaja

En la siguiente estrofa pasamos del plano del símbolo al plano de la comunicación corporal. Podemos ver que entre los dos miembros de la pareja surge una comunicación cinésica no verbal (gestos, movimientos, expresiones faciales, elementos paralingüísticos): “De pronto me miras, te miro y suspiras/ yo cierro los ojos, tú apartas la vista/apenas respiro…). En estos dos versos se crea un flujo amoroso en el plano de lo no verbal. Ella se ha fijado en él, y él en ella. Los sentimientos son recíprocos. La forma de mirarse y las reacciones del cuerpo (los suspiros, las respiraciones…) son un indicio de que no hay indiferencia. Entre las dos partes hay emociones. El poliptoton (miro/miras) y el paralelismo (yo cierro los ojos/tú apartas la vista: sujeto + verbo+ complemento directo) enfatiza la correspondencia mutua.

No obstante, a pesar del pasito que ha dado, la protagonista no tiene la suficiente seguridad y confianza en sí misma como para creer en la afectividad del juego corporal. Y esto le provoca no sentirse cómoda ni bien consigo mismo. Le da mucha vergüenza haber entrado en ese juego no verbal. Cree que ha hecho el ridículo jugando a los gestitos y las miraditas con un desconocido: “Me hago pequeñita y me pongo a temblar”. La protagonista se infravalora. Ella cree que no tiene la categoría suficiente para conquistar al chico. La metáfora de la pequeñez es una manera de realzar la baja autoestima. Ella es pequeña en un mundo grande. Ella no se come el mundo. El mundo se la come a ella. Y por otro lado, también le da miedo por lo que puede pensar el chaval, en plan…¿Y la tía esta tonta que no para de mirarme? Jajajjaa Ya en serio: para una persona con la autoestima por los suelos vivir una escena así tiene que ser un calvario.

La relación se queda estancada en el nivel del lenguaje no verbal. A partir de este punto, la protagonista opta por no hacer nada y dejar que el tiempo pase. “Y así pasan los días, de lunes a viernes”. El paso del tiempo se manifiesta muy bien con la intertextualidad haciendo referencia a uno de los versos más emblemáticos de Gustavo Adolfo Bécquer: “Como las golondrinas del poema de Bécquer”. Es un clásico del posromanticismo intimista: Volverán las oscuras golondrinas a tu balcón sus nidos a colgar y otra vez con el ala en tus cristales jugando llamarán. A este verso se refiere la canción.

Las locuciones (de estación a estación, de lunes a viernes) sirven para crear una monotonía, una rutina que es exactamente igual todos los días: los dos compartiendo espacio muy cerca uno de otro (“enfrente tú y yo”), pero sin hacer ni decir nada. “Va y viene el silencio”. La personificación de la quietud es una forma de materializar esa inseguridad de la chica, que prefiere no hacer nada a dar el paso.

A pesar de lo estancada que resulta la relación, hacia mitad del tema asistimos al giro de los acontecimientos. Y por fin, la chica se atreve a dar el paso después de tantas vacilaciones y dudas. El adverbio de tiempo marca el punto de inflexión (y entonces ocurre). Llegamos al momento mítico: se pasa del lenguaje no verbal al verbal. Esto se manifiesta mediante la personificación de la boca, que es el órgano de donde salen los sonidos (“mis labios despiertan, pronuncian tu nombre”). Para la protagonista esto que acaba de hacer no es fácil. Una persona tan insegura, a la que le cuesta expresar sus sentimientos, poder dirigirse a este chico es algo insólito.

De hecho, se notan los nerviosos e inseguridades: “pronuncian tu nombre tartamudeando”. Ella cree que de nuevo ha vuelto a hacer el ridículo como cuando usaba el lenguaje no verbal: “Supongo que piensas qué chica más tonta y me quiero morir”. La muerte funciona en sentido metafórico: querer desaparecer del foco de alguien por la vergüenza que está pasando.

No obstante, la conjunción adversativa (“Pero…”) marca un giro sorpresivo de las expectativas de la protagonista. ¿Qué es lo que ella esperaba de este acercamiento verbal? Pues viendo su inseguridad, ella esperaba rechazo y burla (se va a reír de mí, piensa que soy tonta, voy a hacer el ridículo…). En cambio, la reacción es justo la contraria, y la protagonista se encuentra con la aceptación del chico: “el tiempo se para y te acercas diciendo yo no te conozco y te echaba de menos”. Cuando asistimos a un evento trascendental en nuestras vidas, tendemos a olvidarnos del mundo y de la realidad y se crea un tiempo mítico. De ahí la metáfora del tiempo parado. Esto que ha pasado es algo tan importante y grande para la protagonista que se olvida de todo lo demás. La paradoja (no te conozco y ya te he echado de menos) sirve para expresar la correpondencia amorosa.

Justo en el momento culminante de la relación (triunfo del amor) entra en juego el otro componente del tema: el destino, en forma de 11M (atentados de Madrid).

En esta parte del tema encontramos elementos pertenecientes a la literatura trágica. El destino se concibe como algo caprichoso y cruel. Justo el día que la protagonista cumple su mayor deseo (ser correspondida por el chico) se produce la tragedia que les conducirá a la muerte. Y encima, ella, podía haber evitado esa muerte: “Cada mañana rechazo el directo y elijo este tren”. Recordad que hay un tren que le llevaría directo a su trabajo, pero ella prefiere el otro tren porque en él va el chico. Y casualmente, este tren es uno de los que explotaron aquella fatídica mañana. Podríamos decir que la chica va a morir por amor (aunque suene muy cursi decirlo). Si no se hubiera enamorado del chico nunca más hubiera cogido ese tren. En cambio ese enamoramiento le lleva directamente a la muerte. Cosas del destino.

En las últimas estrofas se describen los últimos momentos de vida de la pareja. Recordad que los trenes explotaron un poco antes de llegar al andén: “Y ya estamos llegando”. El receptor morboso que solo escucha este tema por la referencia al 11M, cuando llega a este punto ya sabe lo que va a pasar. El tren llega a su destino, que es la muerte.

Sin embargo, la protagonista es ajena a todo lo que va a pasar. Ella es feliz. Ha conseguido lo que quería. El chico de sus sueños la quiere. Es un día importante en su vida: “Mi vida ha cambiado, un día especial este once de marzo”. Y aquí entra en juego la ironía del destino. Su vida ha cambiado, claro…tanto que si ha cambiado. Va a morir en unos instantes. El 11M es el día de su muerte pero también el día de su máxima plenitud y satisfacción espiritual.

En los últimos instantes de vida, los amantes permanecen unidos: “Me tomas la mano, llegamos a un túnel que apaga la luz…”. Hay unión física y espiritual de los personajes. El túnel queda personificado (“apaga la luz”). El fin de la luz y la llegada de la oscuridad es metáfora del final de la vida, y también de ese amor que tan efímero ha sido.

La protagonista dedica sus últimos segundos de vida a contemplar y palpar la figura del amado (“te encuentro la cara, gracias a mis manos […] y te beso en los labios”). Haber alcanzado la plenitud amorosa le ha hecho recuperar la autoestima, perder sus miedos, justo en el final de su vida. Hay una transformación de la protagonista de la primera estrofa a la de la última: “Me vuelvo valiente…”

En dos versos finales se expresa el último acto comunicativo entre los amantes: “Dices que me quieres (declaración verbal de intenciones) y yo te regalo el último soplo de mi corazón (se materializa el cuerpo como acto de entrega al amado). Lo único más valioso que le queda a la protagonista (su segundo de vida) se lo dedica a él.

Casi todos los versos del poema son de arte mayor (más de 8 sílabas), excepto el último verso de cada estrofa que es octosílabo (se inundan mis pupilas, va y viene el silencio, y me quiero morir, y elijo este tren…). A veces se producen pareados entre dos versos consecutivos (lista-revista, bonita-imaginas, viernes-Bécquer)