jueves, 17 de septiembre de 2020

Lola Puñales: la asesina que nunca sintió remordimientos

Después de dos coplas humorísticas y cómicas, basadas en una misma temática (la soltería) desde diferentes puntos de vista, es hora de cambiar de registro e irnos con un tema más folletinesco y truculento, transmisor de una historia sangrienta y violenta, protagonizada por una mujer de armas tomar, con un profundo odio a los hombres y cierto trasfondo trágico, que recordará al personaje griego de Medea (la cual es capaz de cometer los crímenes más atroces y pasionales sin sentir ningún tipo de remordimiento ni cargo de consciencia, actuando a sangre fría con premeditación y alevosía). En el año 1949 Concha Piquer nos cantaría esta marcha, conocida como Lola Puñales

Entre la gente de bronce
que cantaba y que bebía,
brillaba Lola Puñales.
Era una rosa flamenca,
que a los hombres envolvía,
igual que los vendavales.

Vino primero don Pedro,
un marqués enamorado y galán,
pero la Lola con mucho saber,
lo despreció por donjuan.
Y así la Puñales, perdiendo y ganando,
trataba a los hombres de mala manera,
hasta que una noche la fueron matando,
los ojos de un hombre que dijo a su vera:

¿Quien ha encendido esta hoguera
en tus ojeras de petenera,
Lola Puñales?
Que, aunque no quieres Dolores,
matas de amores a los mejores
y más cabales.
Sin saber como ni cuando
tú te vas a enamorar,
con el fuego estás jugando
y te tienes que quemar.
Y verás, entrañas mías,
lo que son ducas mortales
cuando llores de agonía
y te den las claritas del día
sin dormir, Lola Puñales.

Con fatiguillas de muerte
y sudores de agonía,

lloraba Lola Puñales,
porque aquel hombre moreno,
se llevó pá toá la vida,
la rosa de sus rosales.

Mucho te quiero y me muero, mujer,
mucho, te juro por Diós,
y si te vi, no me acuerdo, después
de que en sus brazos cayó.

Corrió como loca buscando la reja,
en donde de otra los besos bebía
y un grito de muerte se oyó en la calleja
mientras que unos ojos quedaban sin vida.

Vayan los jueces pasando,
vayan firmando,
que está esperando,
Lola Puñales.
que no me importa esta pena,
ni ir a la trena,
que estoy serena,
y en mis cabales.
Lo maté y a sangre fría
por hacer burla de mí
y otra vez lo mataría
si volviera a revivir.
Con que apunte el escribano,
que al causante de mis males,
por jurar cariño en vano,
sin siquiera temblarle la mano,
lo mató Lola Puñales.

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El argumento de la copla se basa en un hecho real, en un asesinato cometido por María Dolores Castro León hacia su novio. ¿Los motivos de este crimen? Fundamentalmente fueron los celos y la rabia que sintió la mujer cuando vio que su novio se estaba besando con otra mujer. Vamos…una cuestión de despecho

De todas formas, ya sabéis que estas historias tan atroces sobre homicidios y muertes, suelen estar dopadas de mito y leyenda, ya que la realidad, muchas veces, se acaba mezclando con la fantasía y la imaginación de la gente que cuenta la historia. Para darle un toque novelesco más intenso, el pueblo tiende a maquillar y adornar la realidad con materiales literarios, hasta desdibujarla y convertirla en algo distinto e interesante

La historia real de esta mujer (conocida por todos como Lola puñales debido al crimen que cometió) es la siguiente:

Ella nació y pasó su infancia en un pueblo de la provincia de Córdoba hacia 1870. Cuando era joven, esta chiquilla tuvo un pequeño desengaño con uno de los mozos del pueblo (no se sabe qué pasó exactamente, pero sí se presupone que desde ese momento Lola Puñales juró nunca más enamorarse de un chico).

Abandonó su pueblo natal y se fue a Sevilla donde sobrevivió actuando, cantando, bailando y prostituyéndose en diferentes locales. Durante esta época muchos hombres se acercaban a ella, pero Lola, debido al infortunio que sufrió con ese mozo de su pueblo, tenía un odio inmenso al género masculino. Ella disfrutaba humillando, despreciando, ninguneando y rechazando a todos los hombres que se arrimaban a ella para cortejarla. Ella los provocaba con su físico, su encanto, su simpatía, para que cayeran hechizados, y después decirles que no. Esto es lo que se no cuenta en los primeros versos del poema

Sin embargo, una noche, llega al café en el que Lola trabaja un hombre joven y guapo, con aspiraciones a torero. La protagonista se enamora profundamente de él. El chico, sin embargo, tiene unas intenciones bien diferentes. Él finge estar loquito perdido por Lola, con el objetivo de sacarle todo el dinero posible para así librarse del servicio militar obligatorio. A finales del XIX y principios del XX la gente con dinero era la única que podía librarse de la mili si pagaba una cantidad de dinero estipulada

Además, el mozo quería probar suerte en el mundo del toro, y para eso necesitaba más dinerillo. Por eso, hizo el paripé de enamorarse de la Puñales para así sacarle el parné. Hay que decir que él ya tenía una novia antes de conocer a Lola. Un día, el chico se besa con su amada y cuando Lola los ve, monta en cólera y sin ningún tipo de miedo o vergüenza, mata al joven ahí mismo (delante de su novia).

Lola es detenida y juzgada por el crimen cometido. La última parte de la canción hace referencia al proceso judicial. Finalmente, nuestra protagonista acaba muriendo en el penal de Cartagena unos años después del asesinato, sin haber mostrado arrepentimiento por lo que hizo.

Como veis, estamos ante la típica historia truculenta y sanguinaria, muy en la línea de María la Portuguesa y Maña sale (que analizamos hace unos meses) y que recuerda al folletín y al romance de ciego.

En la primera estrofa, un narrador en tercera persona nos presenta al personaje de Lola. La historia comienza con la joven ya trabajando como chica para todo en el café-cantante de Sevilla.

La manera de presentar a la protagonista resulta muy cinematográfica, como si la cámara estuviera realizando una vista panorámica del local, y poco a poco, se fuera acercando, a modo de zoom, a Lola: Entre la gente de bronce, que cantaba y que bebía, brillaba Lola Puñales.

La protagonista destaca por encima de los demás, tiene algo que el resto no tiene (llama la atención dentro del cuadro pintado). La metáfora del brillo del metal, adquiere tintes simbólicos, ya que genera unas sensaciones de muerte, de sangre fría, de frialdad. En muchos poemas de esta época, los metales tienen connotaciones trágicas (las armas blancas son de metal).

Por eso, este tipo de presentación nos sugiere que algo trágico va a pasar. La heroína aparece representada como las grandes asesinas del cine, es decir, de apariencia normal, que intenta pasar desapercibida entre la gente, pero tiene “algo” que no pinta nada bien y en cuanto pueda, va a sacar su verdadero yo y a cometer el crimen, sin ningún tipo de reparo o remordimiento (de ahí su frialdad, en relación a lo frío del metal).

Después, el narrador realiza una descripción de la chica. Mediante la metáfora enfatiza su belleza y su capacidad de atraer a los hombres por sus encantos: Era una rosa flamenca que a los hombres envolvía. En cierta medida, este tipo de descripción nos recuerda a la mujer fatal, aquella muchacha que usa sus malas artes para engañar a la gente, para que los hombres caigan en su trampa.

La comparación remarca con gran fuerza la mala leche, el odio y su brujería: Que a los hombres envolvía igual que a los vendavales. Lola se nos presenta como la típica hechicera o bruja que hace conjuros con el objetivo de provocar el mal en los demás. Odia tanto a los hombres que disfruta engañándolos, viéndolos sufrir, despreciándolos, rechazándolos. Hace con ellos lo que quiere. Los maneja como quiere, les provoca todo tipo de cataclismos emocionales.

Para entender mejor esta idea, el narrador recurre a un ejemplo, a una anécdota, para hacer ver que este tipo de historia se va a repetir siempre, va a ser una constante en la vida y conducta de la protagonista. Es algo que vive todos los días.

Así se nos cuenta cómo la muchacha va engatusando a unos y otros, y cuando el hombre ya está enamorado, ella le dice que no quiere saber nada de él y decide irse con otro (al cual le hace lo mismo). Ella disfruta despreciando a sus amados: Vino primero don Pedro, un marques enamorado y galán, pero la Lola con mucho saber, lo despreció por don Juan. Así es su vida diaria.

Las aposiciones (un marqués....) y los circunstanciales (con mucho saber….) permiten al narrador recrearse en la maldad de la protagonista, de cómo Lola convierte esto en una afición, en un pasatiempo, en un divertimento, e incluso en una técnica (el arte de rechazar y herir a los hombres).

El uso del determinante con nombre propio (La Lola) es un vulgarismo. El poeta utiliza esta licencia como forma de adoptar un estilo cercano al receptor, que le va a permitir contar la historia y adaptarla al habla del público (en esta época el analfabetismo era muy alto y para que la gente entendiera una historia y mostrara interés había que utilizar un lenguaje muy cercano a la oralidad, a la forma de hablar de la masa).

La antítesis ayuda a concebir el acto de desprecio como algo constante y reiterado en la vida de la protagonista: Y así la Puñales, perdiendo y ganando, trataba a los hombres de mala manera

Al final de la primera estrofa y al inicio de la segunda, se produce un punto de inflexión en la historia. Como en toda tragedia, se necesita un hecho que sea el desencadenante y la causa de todo lo truculento que va a venir después. Se necesita un cambio del sentido de la acción. Esto se conoce con el nombre de PERIPECIA (término extraído de la Poética de nuestro amigo Aristóteles).

Tiene que aparecer alguien, sin el cual no ocurriría el hecho trágico, y ese alguien es el mocito aspirante a torero que encandilará a la protagonista. De ahí que se le dé cierta trascendencia a la entrada de este personaje a escena: Hasta que una noche la fueron matando los ojos de un hombre que dijo a su vera. 

La subordinada temporal “hasta que…” marca esa inflexión, cómo este personaje masculino supone un antes y un después en la forma de actuar de la protagonista. Ella, que despreciaba y rechazaba a los hombres, ahora va a quedar enamorada. Ahora va a empezar a recibir de su propia medicina. El castigo por sus malas acciones está cerca

La personificación metaforizada de los ojos (los ojos […] la fueron matando) intensifica el proceso de enamoramiento que experimenta la protagonista. Como en toda buena tragedia, la peripecia suele esconder algo, a priori, positivo y beneficioso para la protagonista (el amor es algo aparentemente bonito). Sin embargo, al final se volverá nocivo y será la causa de todo lo truculento.

En la segunda estrofa, el personaje masculino toma la palabra y habla en primera persona dirigiéndose a la protagonista mediante la interrogación retórica (¿Quién ha encendido…?), el vocativo (tus ojos de petenera, Lola Puñales) y las marcas de segunda persona (TUS ojeras, TÚ TE vas a enamorar, cuando lloreS de agonía).

 En el monólogo del personaje masculino hay una serie de claves muy interesantes:

-En primer lugar, una representación simbólica del amor. Ya os he dicho muchas veces que una de las concepciones más tópicas del sentimiento amoroso (deudora de San Juan de la Cruz y de la mística) es representarlo como fuego (el calor de la llama equivale a la pasión amorosa). Esto se ve en la interrogación retórica: ¿Quién ha encendido esta hoguera en tus ojos de peteneras, Lola Puñales?

-El muchacho cumple, a su vez, la función de oráculo, ya que se dedica a lanzar a la protagonista una serie de advertencias y malos presagios sobre su futuro, vaticinándole una situación de peligro: Sin saber cómo ni cuando tú te vas a enamorar con el fuego estás jugando y te tienes que quemar.

Con la perífrasis ir + infinitivo (vas a enamorar) y la de obligación (tienes que quemar), este oráculo está dando un carácter inminente e inevitable a los hechos (a Lola le va a pasar algo malo y no puede hacer nada por evitarlo). Esto crea una visión determinista de la historia (todo está escrito de antemano, por el capricho de unos dioses), como en las grandes tragedias griegas, en las que el héroe ya tiene prefijado un destino cruel, desdichado y desafortunado.

La expresión “jugar con fuego y quemarse” adquiere un doble sentido en este poema:

a)         Ella se está empezando a enamorar del chico, se está encoñando, está perdiendo los sentidos por él (cosa que nunca antes había pasado, ya que hasta ahora se dedicaba a despreciar a los hombres, y esta es la primera vez que se enamora de verdad). Y cuando amas con corazón, aparece un sentimiento que te puede acabar matando, quemando (metafóricamente hablando): los celos, el miedo a que el amado preste más atención a otra persona que a ti.

b)         Ella está arriesgando demasiado, se está poniendo en peligro, ya que este enamoramiento (peripecia) va a ser el desencadenante de la tragedia que vamos a vivir en unos momentos.

En las palabras del chico apreciamos una serie de maldiciones y malos augurios que sellarán el destino de la protagonista: Y verás sentrañas mías, lo que son ducas mortales, cuando llores de agonía y te den las claritas der día sin dormir, Lola Puñales. La palabra “ducas” es un arcaísmo y significa “penas”. Se utiliza mucho en el flamenco.

El encabalgamiento abrupto (y te den las claras del día/sin dormir…) da rotundidad y fuerza al discurso, simulando el componente oraculista del muchacho.

El uso del futuro (Verás lo que son ducas…) da un carácter de amenaza a las palabras, poniéndose el hombre (oráculo) en una posición de superioridad, de maestro de la vida, en plan “ahora vas a ver lo que es bueno y vas a recibir de tu propia medicina, para que entiendas el daño que estás haciendo”

En cierta medida, se está produciendo un efecto karma: al final, todos los males que Lola provocaba (el desprecio a los demás hombres), la vida se los va a devolver (para así conseguir la armonía, el equilibrio entre lo vicioso y lo virtuoso, lo amoral y lo mora, lo justo y lo injusto).

Por eso, el hombre le dice a la chica que ella va a acabar padeciendo lo mismo que sufrían todos aquellos a los que tan mal hacía. Lola se verá en la misma situación que los hombres a los que despreciaba (sentirá dolor, rabia, celos…). De hecho, se puede establecer un curioso contraste entre dos expresiones hiperbólicas que aparecen en el texto

-Matar de amores: “y aunque no quiere dolores, mata de amores a los mejores y más cabales”

-Llorar de agonía: “y verás lo que son ducas mortales cuando llores de agonía y te den las claritas del día”

¿Veis el karma? Antes ella mataba de amores a los hombres que despreciaba (pues los muchachos sufrían al verse rechazados). Ahora la protagonista va a llorar de agonía, cuando ella sea la enamorada y el novio sea el que la engañe. Hay un intercambio de posiciones. Parece que existe algo que iguala y nivela las energías del mundo para que funcione con justicia, dándole a cada uno lo que merece en función de su forma de actuar

Se produce la antítesis entre el carácter maligno de la protagonista y el carácter bonachón de los hombres a los que rechaza. La bimembración mejores y cabales ayuda a reforzar esto.

También se produce un juego de palabras cuando el muchacho dice que la protagonista (llamada Lola, equivalente a Dolores) disfruta provocando dolores a los hombres.

En la tercera estrofa, asistimos a uno de los momentos más importantes de la tragedia: la anagnórisis, el paso de la ignorancia al conocimiento. La protagonista descubre las verdaderas intenciones del muchacho del que se ha enamorado. Él lo único que quiere es dinero, y encima, tiene otra novia. Hasta ahora desconocía esta segunda cara

El narrador en tercera persona se recrea en el sufrimiento y angustia de la protagonista (descubrir la verdadera realidad es un trance doloroso, que no es plato de buen gusto). De ahí que se recurran a expresiones grandilocuentes y metaforizadas que connoten muerte (descubrir la verdad, ha “matado” a la protagonista, líricamente hablando). Estas expresiones aparecen en primera posición oracional gracias al hipérbaton: Con fatiguitas de muerte y sudores de agonía lloraba Lola Puñales

La metáfora (casi alegoría) de la rosa y el rosal enfatizan el hecho del robo, de cómo el muchacho se ha enamorado de Lola por una cuestión de materialismo, de interés económico, para sacar tajada, y arrebatarle cosas que eran de su propiedad: Aquel hombre moreno se llevó para toda la vida la rosa de sus rosales.

El recurso de la derivación (del sustantivo “rosa” añadimos un sufijo y formamos el colectivo “rosal”) permite recrear con más dramatismo y sensibilidad el engaño, como si aquello que el muchacho ha robado fuera algo muy valioso (por su valor simbólico más que por su valor económico). Una rosa que se corta es un daño irreparable, ya que no se puede volver a colocar en el rosal, una vez se ha arrancado. A ella le da igual el dinero. Lo que le duele es lo que representa el robo (la traición, el engaño). Lo mismo que ella hacía a los demás hombres. A la Puñales le duele que el hombre haya jugado con ella, se haya aprovechado de sus sentimientos para sacarle dinero.

El paralelismo ayuda a recrear ese engaño, esa visión de un amor materialista: finges querer a una persona para sacar provecho, y después, una vez has obtenido lo que querías, se termina la relación, ya no interesa: Mucho ‘te quiero, y me muero, mujér’, mucho ‘te juro por Dios’, y si te vi no me acuerdo, después de que en sus brazos cayó

Al final de la tercera estrofa se produce el tercer gran elemento de la tragedia: el pathos o lance patético. Es la acción destructiva, que en este caso corresponde al asesinato. La protagonista contempla con horror a su novio besándose con otra chica, de tal forma que lo matará ahí mismo, sin contemplaciones.

La comparación contribuye a dar intensidad al momento, pues la protagonista, movida por la rabia, los celos y el despecho, toma la decisión de acabar con el novio: Corrió como loca, buscando la reja en donde la otra los besos bebía. Estos celos se ven acrecentados por la imagen metaforizada de la novia besándose con el muchacho. En todo momento, Lola sabe lo que está haciendo, es consciente de que lo iba a hacer, a sangre fría y sin miramientos.

A la hora de representar el asesinato se hace de una manera decorosa, sin dar detalles morbosos, escabrosos feos o sórdidos. Aunque muchas coplas sean de contenido sanguinario (asesinatos, crímenes), realmente, a la hora de narrar el lance, se hace de una manera fina, breve y aseada, sin necesidad de recrearse en el mal gusto.

El asesinato se narra de una manera poética, sensitiva, sugerente, empleando estructuras en paralelismo, y una sintaxis más o menos sencilla: Un grito de muerte se oyó en la calleja, mientras que unos ojos quedaban sin vida.

Como veis, en dos versos se resuelve la parte morbosa de la copla. En la tragedia clásica también ocurría esto: había escenas que resultaban muy crudas para ser representadas (Edipo arrancándose los ojos, Medea matando a sus hijos, Antígona enterrada viva). Entonces, cuando llegaba el lance, no se daban detalles escabrosos (un mensajero aparecía en escena contando el momento culminante, para evitar verlo explícitamente).

En la última estrofa Lola ha sido detenida y va a ser juzgada: Vayan los jueces pasando, vayan firmando, que está esperando Lola Puñales

La protagonista adopta una postura que se acerca a la Medea de Eurípides. Ella ha cometido un crimen terrible, y a pesar de ello, no muestra signos de arrepentimiento y le da igual su destino. Lola ya ha cumplido su objetivo (la venganza). Lo que le pueda pasar (el castigo, la condena) le da igual: Que no me importa esta pena, ni ir a la trena, que estoy serena y en mis cabales

Muchos asesinos, a la hora del juicio, achacaban todo a la locura, a algún problema o enfermedad mental, a la bebida, para intentar reducir la pena. En cambio, Lola se enorgullece de haber llevado a cabo tal acto de una manera racional (era lo que tenía que hacer para quedarse tranquila). Lo ha hecho de manera premeditada, sin remordimientos, sabiendo lo que hacía y con todas sus facultades mentales. Incluso ella misma reconoce que volvería a hacerlo: Lo maté y a sangre fría, por hacer burla de mí y otra vez lo mataría si vorviera a revivir

Como veis, ella misma reconoce abiertamente haber provocado el asesinato (no ha sido ni un accidente ni un infortunio ni un sin querer, sino algo planificado y ejecutado por ella, como forma de castigar a su novio por el engaño). Podía haber acusado a otra persona del asesinato o negarse a reconocer el crimen. Sin embargo, ella no se esconde y reconoce su autoría. Incluso se dicta a sí mismo los cargos que se le deben imputar: Con que apunte el escribano, que ar causante de mis males, por jurar cariño en vano, sin siquiera temblarle la mano lo mató Lola Puñales

La diferencia entre Lola y otros héroes trágicos (como Edipo) es que Lola cae en la tragedia desde su voluntad, y jamás se arrepiente. Edipo, por el contrario, llega a la fatalidad por un yerro involuntario (amartía) y se arrepiente. Lola es más cercana a Medea y todas estas heroínas que en todo momento eran conscientes de la barbaridad que cometían. Por eso, el receptor no siente tanta compasión por la condena de la mujer

1 comentario:

  1. Interesante historia que muy poco se conocen en la actualidad ...

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