sábado, 29 de mayo de 2021

El despertador: cuando no es por el ruido, es por el silencio. El caso es quejarse

Hoy toca una de esas coplas cómicas y disparatadas que de vez en cuando me gusta traer al blog. La canción española no solo vive del drama, el desamor y la tragedia. También hay temas que tienen como objetivo hacer que el receptor se divierta, se lo pase bien y saque la mejor de sus carcajadas. Esta tarde vamos a analizar un alocado tanguillo de Lola Flores, del año 1945, titulado El despertador



A una niña que presume de abolengo y de parné

Le dijo su novio un día: “Un regalo te vi hasé”

Y para que no soñara le trajo un despertadó

Que cada cinco minutos sonaba como un tambó.

 

Y están los vesinos de la alcaisería

Sin pegar un ojo de noche y de día

Y en las altas horas de la madrugá

Con las chanclas y los camisones

A la fantasiosa la van a cantá.

 

Que son las onse y las doce, que son la una y las dó

La niña sueña que al padre lo han hecho gobernaó,

Y a ver si a las dos y media se vai a Fernando Póo

Y sos da una calentura de las de marca mayó

Y no tengáis compostura

Ni tú, ni tu padre, ni el despertadó.

 

Por los sueños de la niña sin er novio se quedó.

No quiero recuerdos tuyos, ¡allá va el despertadó!

Y con un boyo en la frente se fue sin mirar p’atrás

Y la campana de alarma

 

Y están los vecinos de la alcaisería

Duerme que te duerme de noche y de día,

Mientras las mujeres, ya desesperás

A casa der novio se van a cantá,

Con las ruedas de los teleringos.

 

Que son las siete y las ocho, Que son las nueve y las dié.

Mi Paco no se levanta, mi Pepe no va al tallé.

Resuena las campanitas alegres de tu reló

La mujer que te ha querío dirá “Bendito sea Dios”

Trabaja mi marío

Y viva la gracia del despertador.

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El marco argumental de la canción posee elementos que nos recuerdan a las tramas de las series de comedia que dan por televisión (rollo La que se avecina), así como a las historias procedentes de la animación infantil (tipo Tom y Jerry).

En estos programas hay elementos insustanciales, nimios, banales, de poca enjundia (en el caso de esta copla, un reloj-despertador) que acaban cobrando gran importancia en el contexto, hasta llegan a enganchar al espectador, con esa mezcla de absurdez y seriedad narrativa.

Aunque la historia parezca alocada y ridícula, el narrador la cuenta como si fuera verdadera, dándole credibilidad, con mucho dinamismo y gracia. Eso crea un contrapunto muy interesante que dotará de comicidad a la copla.

Por lo que se ve, un buen día, la protagonista de este poema recibe un regalo de su amado: un reloj despertador, que no para de sonar a todas horas, emitiendo un ruido muy estridente que causará muchísimas molestias a los vecinos, los cuales se quejarán de no poder conciliar el sueño.

Este reloj adquiere un valor simbólico en la copla, ya que la protagonista es una mujer muy fantasiosa, imaginativa y soñadora (no tiene los pies en la tierra). El despertador está relacionado con el despertar, con el fin de ese estado de sueño, con la vuelta a la realidad. El novio le regala el despertador a la novia para que esta no sueñe tanto y se centre un poquito en la vida.

Finalmente, por una serie de complicaciones, el matrimonio se separa (él no aguanta las tendencias soñadoras y fantasiosas de su amada). Ella le devolverá el reloj, y él se irá de casa.

Sin el dichoso despertador sonando todos los días, el barrio podrá volver a dormir tranquilo y sin ruidos. Sin embargo, a largo plazo, esto también causa molestias, ya que sin el reloj, los vecinos dormirán más de la cuenta, se despertarán tarde y no llegarán a tiempo a trabajar.

Como veis, se trata de una historia que en ocasiones roza el disparate y lo absurdo, y resulta relativamente fácil de desmontar (¿Por qué los vecinos no se compran un reloj en lugar de estar pendientes del despertador de la vecina? ¿Cómo puede ser que el ruido de un reloj sea oído por toda una comunidad de vecinos?).

El material narrativo es poco verosímil, pero el narrador lo cuenta con credibilidad, como si pasara de verdad, dando muchos detalles en los que se acaba mezclando el mundo real con la deformación (en forma de hipérboles, ironías, comparaciones y metáforas humorísticas). Es como el argumento de cualquier comedia de televisión actual (Aquí no hay quien viva, por poner un ejemplo).

La trama roza lo absurdo pero se cuenta con apariencia de verdad (dentro de las reglas de ese mundo caótico), lo cual crea un contrapunto cómico.

El humor (caricaturas, comentarios irónicos, episodios expresionistas, exageraciones…) configura un lenguaje “estándar” dentro de ese mundo, como si fuera algo normal y cotidiano.

En la primera estrofa nos encontramos el planteamiento de la narración: el amado le hace a la amada un regalo en forma de reloj despertador. En estos primeros versos se hace una presentación y caracterización del personaje femenino.

En otras coplas, las descripciones ocupan varias estrofas completas, aportando muchísimos detalles del personaje (tanto físicos como psicológicos). En cambio, en esta canción, las presentaciones ocupan espacios muy pequeños, escondiéndose en huecos sintácticos muy concretos, ya sea en oraciones adjetivas de relativo (que presume de abolengo y parné) o subordinadas finales (para que no soñara).

Como veis, se trata de una descripción que hace alusión a los aspectos más peculiares y originales del personaje (que ayudan a configurar la caricatura de la mujer, desechando todos aquellos rasgos que no sirvan).

El objetivo es crear una protagonista con tendencia soñadora y fantástica, que siempre esté imaginándose que es alguien rica, importante, de clase elevada, de linaje conocido.

Mucha gente se consuela empleando la fantasía como mecanismo de defensa: como en el mundo real, la mujer es pobre, inculta, poco importante, la única forma de cumplir su sueño (tener dinero, fama…) es con el juego y la fantasía (se imagina ser alguien rica y trascendental).

En cierta medida, es un procedimiento muy infantil. Muchos niños en sus juegos encarnan a personajes con los que se identifican y simbolizan lo que les gustaría ser y no son. El poder de la mente jejjejeej.

Ya os he dicho que uno de los objetivos de esta copla es transmitir apariencia de verdad (aunque la historia sea alocada, también es creíble). Para eso, el narrador aporta muchos detalles e informaciones. Por ejemplo, adhiere a la narración una intervención en estilo directo, con las palabras del amado a la hora de hacerle el regalo a la amada: Un regalo te vi hasé.

Como veis, se trata de una lengua plagada de incorrecciones fonéticas (se suprimen sonidos en medio de la palabra: “vi” en lugar de “voy”), incorrecciones sintácticas (se elimina la preposición de la perífrasis verbal: “vi hacer” en lugar de “voy a hacer”) y rasgos dialectales como el seseo y la apócope de consonante final (“hasé” en lugar de “hacer”).

Es una manera de aportar apariencia de verdad (la gente sin cultura ni formación se expresaba así en los años 50, con un habla plagado de vulgarismos)

No obstante, algunos de esos detalles contribuyen a crear una imagen muy deformada de la situación narrativa. Por ejemplo, a la hora de describir el despertador se emplea una comparación hiperbolizada: Y para que no soñara le trajo un despertador que cada cinco minutos sonaba como un tambor. El instrumento musical se usa de forma cómica para aludir al ruido estridente e insoportable del reloj.

La cantidad de detalles se manifiesta en la abundancia de oraciones subordinadas empleadas en un corto espacio de tiempo. En la primera estrofa hay dos subordinadas adjetivas (que presume.., que cada cinco minutos…), una subordinada sustantiva de complemento directo (le dijo a su novio “un regalo te…”), y una final (para que no soñara”).

El contexto narrado es absurdo, pero con tanto detalle, parece que la historia puede llegar a ser verdad, y el receptor se interesa por conocer su desarrollo.

En la segunda estrofa llegamos al nudo de la narración. El despertador hace mucho ruido y molesta a los vecinos. La antítesis noche-día contribuye a crear un efecto perturbador del despertador y eternizarlo: Y están los vesinos en la alcaisería sin pegar un ojo de noche y de día.

Además del seseo (vesino, alcaisería), hay locuciones verbales incorrectas (“pegar un ojo” en lugar “pegar ojo”), junto al desorden en el orden sintáctico (el verbo ”estar” pasa a primera posición oracional, por delante del sujeto “Los vecinos”).

Un recurso bastante efectista en el teatro cómico consiste en llevar las tramas a situaciones morbosas, en la que los personajes aparezcan caracterizados de un modo ridículo, de una manera grotesca, de una forma en la que normalmente no aparecerían retratados en un contexto de realidad: Y en las altas horas de la madrugá con las chanclas y los camisones a la fantasiosa le van a cantar.

En esta copla, todos los vecinos aparecen en pijama y en chanclas (ropa de estar por casa) delante de la protagonista.

Normalmente, el camisón es una vestimenta que la gente no suele llevar fuera de casa (se utiliza en el hogar para estar cómodo, a pesar de que no ser estético). El hecho de aludir a los vecinos en pijama en un sitio que no es la vivienda genera una estampa risible y esperpéntica. Ser testigo de escenas poco habituales en la vida real o que rompan las normas de la cotidianidad provoca la carcajada en el receptor. Lo normal es que fuera de casa los vecinos lleven ropa de calle (y no camisón).

El narrador, para aumentar la comicidad, utiliza el epíteto (altas horas de la madrugada), con el objetivo de resaltar lo absurdo y lo anómalo de la situación (no es normal que tanta gente se encuentre despierta a esas horas pidiendo explicaciones a la protagonista).

Para referirse a la muchacha, se utiliza un mote (a la fantasiosa le van a cantar). Normalmente, los motes son etiquetas ingeniosas que caracterizan a una persona por algo significativo de su psicología, en tono crítico-burlón. En este caso, sus tendencias soñadoras y fantásticas, lo cual causa un juego con la situación dramática gracias a la ambigüedad del concepto “sueño”:

-Por un lado, sueño como “fantasía” e “imaginación” (lo que le pasa a la muchacha, que no tiene los pies en el suelo)

-Y por otro lado, sueño como manifestación del dormir (que es lo que desean los vecinos, poder conciliar el sueño y no pueden hacerlo por culpa del reloj).

La polisemia queda enmarcada en el hipérbaton, con el adelanto del complemento directo al verbo: A la fantasiosa le van a cantar

El mote no resulta ingenioso (todos sabemos que la protagonista es fantástica). Lo ingenioso es el contexto en el que se ha utilizado, en el momento más adecuado para hacer reír. Normalmente, cuando se utiliza un mote se hace de manera despectiva (los vecinos tienen que estar hasta las narices del despertador de la muchacha jajajjaj).

Durante el estribillo, hay un cambio en la voz narrativa, pues parece que el relator inicial (de una manera disimulada y progresiva) ha empezado a alejarse poco a poco de la historia y son los vecinos los que toman la palabra

Se ha pasado de un estilo objetivo (narrador que presenta la historia de manera divertida pero sin involucrarse ni tomar partido) a un estilo más subjetivo (en el que se utiliza la ironía, la crítica y la burla contra la protagonista, enfocando la acción desde el punto de vista del vecindario).

En este segmento encontramos un pequeño juego fónico-léxico-sintáctico que marca la presencia e importancia del despertador en el texto, y que en lo absurdo de la situación, también realza el efecto cómico: Que son las once y las doce, que son la una y las dos.

El paralelismo crea un juego con la situación dramática. dando protagonismo a un elemento objetual (el reloj), el cual es muy importante en esta copla (la culpa de todo lo que está pasando la tiene un despertador y representar su ritmo, su tic-tac es una forma de homenajearlo).

Esto de aludir a las horas es un recurso efectista en canciones que hablan de relojes y del paso del tiempo. Dar trascendencia a lo pequeño dota de comicidad al tema.

Este juego servirá a la voz narrativa (las vecinas) para recrearse en las tendencias soñadoras de la protagonista y burlarse de ella: La niña sueña que al padre lo han hecho gobernador y a ver si a las dos y media se vai a Fenando Póo.

Como veis, la muchacha siempre está pensando en grandezas y cosas trascendentales (el poder, la riqueza, el linaje…).

Para los que no se sepáis, Fernando Póo era una colonia de España en África, dentro de la Guinea Española. Este verso tiene un sentido irónico, ya que las vecinas se están riendo de las tendencias fantasiosas de la protagonista, pues cuando una persona sueña deja de tener los pies en la tierra y parece que está en otro mundo, en otro lugar muy alejado y exótico. De ahí la alusión a Fernando Póo, que sería más o menos decir “parece que estás en la Luna”.

Este poema representa muy bien la dualidad realismo-idealismo. La protagonista se sitúa en el plano del idealismo (cumple sus aspiraciones y realizaciones personales a través del sueño, la mente y la fantasía). Es como Don Quijote. Esto provoca el rechazo de los vecinos (que se sitúan en la esfera del realismo).

Los vecinos, superficialmente, se quejan del ruido del despertador (no pueden dormir), pero desde una lectura/interpretación profunda, el hecho de ver feliz a la protagonista en su mundo de ensueño (con sus fantasías) crea cierta envidia y rechazo. La gente ve con malos ojos la dicha de la muchacha.

Yo a esta copla le doy una interpretación quijotesca. La protagonista es la rara, la extraña, la intrusa, el elemento idealista dentro de un contexto realista.

Los vecinos lanzan una serie de maldiciones e imprecaciones a la chica, gracias a la acumulación de imágenes en polisíndeton: Y a ver si a las dos y media se vai a Fernando Póo, y sos da una calentura de las de marca mayor, y no tengáis compostura ni tú, ni tu padre ni el despertador.

Como podéis ver, la vecindad desea que la protagonista, en uno de sus episodios fantásticos, le dé una calentura (le suba mucho la fiebre).

En otras palabras: acaban “cagándose” (perdonadme este vulgarismo, pero lo digo así para que se me entienda) en el padre, en la madre, en el despertador y en todo lo que tenga que ver con la mujer jajajajaja. Los vecinos están hartos de la chica, y de ahí ese odio al final del primer estribillo.

En la segunda parte del tema, la historia alcanza un punto de inflexión: la protagonista y su amado se separan, y ella se deshace del despertador.

Un episodio recurrente en contextos de ruptura amorosa es devolver los regalos que te ha hecho el novio o la novia. El tono exclamativo-coloquial proyecta cierta virulencia en la situación dramática y en las palabras de la protagonista (una ruptura suele ser un episodio turbulento y desagradable, en el que se sacan muchos reproches y se lanzan muchos trapos sucios): No quiero recuerdos tuyos: Allá va el despertador

No obstante, en contextos cómicos como este, las discusiones suelen exagerarse y desdibujarse más de la cuenta. La violencia, la fuerza y la agitación quedan dulcificados por los propios excesos (cuando una cosa se sobreactúa, al final, pierde su trascendencia y se convierte en algo cómico y paródico). Esto parece más una pelea de un cómic o de unos dibujos animados, que una pelea seria.

La causa de la ruptura se explicita de manera clara: esa psicología de Antoñita la fantástica no le gusta al amado, así que por eso, decide dejar la relación: Por los sueños de la niña, sin el novio se quedó.

El circunstancial de causa se adelanta a primera posición oracional (hipérbaton) con el objetivo de enfatizar cómo la personalidad de esta chica (que roza la caricatura) le ha pasado factura. Al fin y al cabo, el idealismo en grado máximo, acaba convirtiendo a la gente en incomprendida.

La protagonista se queda sin despertador. Este se lo lleva el exnovio. Por tanto, la tranquilidad vuelva a reinar en el barrio, y los vecinos pueden dormir tranquilos.

Se crea una imagen que roza la caricatura y la hipérbole, con cierto aire animalesco: Y están los vecinos en la alcaicería duerme que te duerme de noche y de día. Da la sensación de que se han puesto a hibernar jejjejeje

La antítesis noche-día eterniza esa situación de tranquilidad (que se opone a la situación de ruido y molestias que había en la primera estrofa).

Otro recurso típico de los textos cómicos consiste en representar situaciones contrarias (opuestas), pasando de un polo a otro en poco tiempo, de tal forma que ni en un extremo ni en otro se encuentra la virtud, provocando efectos negativos muy similares en ambos casos.

Hemos pasado de un contexto de ruido absoluto a un contexto de silencio absoluto. Y este silencio llevado a su extremo, también provocará críticas y quejas entre los vecinos, los cuales pedirán explicaciones y volverán a salir a la calle en pijama para quejarse, tal como pasaba en la primera estrofa: Mientras las mujeres ya desesperás a casa del novio le van a cantar

Ahora resulta que los vecinos no pueden vivir sin el despertador. El hecho de haber tanta calma y silencio hace que la gente se duerma, y por tanto, los maridos de las vecinas, se levanten tarde y no puedan ir a trabajar.

El uso de determinantes con nombres propios crea una atmósfera coloquial y espontánea (ya sabéis que aunque sea absurda la situación, los personajes actúan como si hubiera apariencia de verdad): Mi Paco no se levanta. Mi Pepe no va al taller.

Como veis, se eligen nombres familiares típicos de la onomástica española para que el receptor se identifique con la historia. El lenguaje cotidiano ayuda a esto.

Desde una lectura más profunda (realismo VS idealismo), podríamos decir que la vida funciona en todos sus matices. Si nos dejamos llevar solo por el realismo, todo sería muy aburrido y monótono. En la vida hace falta gente soñadora, fantástica, imaginativa. Realmente, todos los seres humanos poseemos matices idealistas y realistas.

La copla intenta conciliar y fusionar ambas posturas. De hecho, los vecinos, piden ahora la presencia del despertador (por muchas perturbaciones que cause en el ambiente). La vida es un conglomerado de matices buenos y malos, positivos y negativos, graves y banales, bonitos y feos, y todos ellos son los que acaban definiendo y dando esencia a nuestra existencia.

El segundo estribillo se inicia de la misma manera (paralelismo) que el primero, con el objetivo de dar trascendencia al reloj: Que son las siete y las ocho. Que son las nueve y las diez.

Este juego fónico-léxico-sintáctico recrea el ritmo e importancia del despertador. Al igual que en el primer estribillo, la voz narrativa (punto de vista) corresponde a los vecinos.

Ahora la vecindad idealiza la situación anterior (cuando existía el despertador). Esta conducta tan contradictoria es común en todos los seres humanos. Las personas nos quejamos de las cosas que no nos gustan, pero luego cuando desaparecen, las echamos de menos y sentimos una especie de vacío.

Y se puede dar el caso de que la nueva situación nos parezca peor que la anterior, de tal forma que el presente (que es malo) acaba haciendo bueno al pasado (que no era tan bueno, pero nuestra mente tiende a idealizarlo). La nostalgia desdibuja la realidad (que es lo que les pasa a los vecinos).

Fijaos en los dos últimos versos, donde los vecinos elogian y bendicen al despertador: Trabaja mi marido y viva la gracia del despertador

Recordad que en los años 50, muy pocas mujeres trabajaban. Los roles estaban muy bien definidos: la esposa se quedaba en casa (cocinando, limpiando, cuidando a los niños) y el marido trabajaba fuera para ganarse el jornal. Por eso, en esta copla, son las mujeres las que se quejan de que los maridos no puedan ir a trabajar.

Métricamente, la primera estrofa está formada por 4 versos de 16 sílabas, con una cesura en el centro, que divide al verso en dos hemistiquios de 8 sílabas. El primer verso forma pareado con el segundo (parné-hasé) y el tercero con el cuarto (despertador-tambor). 

La segunda estrofa está formada por 5 versos dodecasílabos. El primero rima con el segundo (alcaisería-día). El tercero con el quinto (madrugá-cantá). El cuarto queda libre.

El primer estribillo está formado por versos de 16 sílabas que riman entre sí (dó, gobernaó, Póo, Mayó, despertadó). Solo queda un verso suelto de 8 sílabas (Y no tengáis compostura).

En el segundo estribillo, rima el primer verso con el segundo (dié-tallé) y el tercero, con el cuarto y el sexto (Reloj, Dios, despertador). El quinto queda libre.

La segunda parte (tercer y cuarta estrofa) siguen la misma estructura de la primera y segunda, con la salvedad de que en la tercera estrofa el verso es de 8 sílabas en lugar de 16 (se corta de manera súbita).


miércoles, 19 de mayo de 2021

El laurel: el juego del galanteo

Hoy vamos a analizar una simpática tonadilla que en el año 1941 el poeta Rafael De León y el maestro Quiroga crearon para voces como Concha Piquer y Estrellita Castro. Se titula El laurel, y cuenta una divertida historia de galanteo y jugueteo amoroso, sin llevarlo al plano de la trascendencia



Estando la niña, niña,

debajo de los laureles,
pasó a caballo un buen mozo
con capa de raso verde.
¿Me quieres decir muchacha
por dónde se va a Graná?,
que ando buscando una novia
y no la puedo encontrar.
Tiene los ojos azules,
igual que el cielo andaluz
y en la boca un jazminero
igual que el que tienes tú.
La niña se ríe, ríe
y luego que se rió
debajo de los laureles
esta copla le cantó:

Aquella torre es la Vela,
y aquel monte, el Albaicín,
y aquella cinta de plata
es el agua del Gení.
Tres hojas, mare,
tiene el laurel.
Dos en la rama
y una en el pie,
y una en el pie,
que las daba el aire,
y olé y olé.

Estando la niña, niña,
debajo de los olivos,
pasó un torero de Ronda
con traje color Corinto.
¿Me quieres decir, muchacha,
en dónde encuentro un queré?
Que hace tiempo que lo busco
y no puedo dar con él.
Vengo de Sierra Morena,
de Huelva y Benamejí,
y cara como la tuya,
serrana, yo no la vi.
La niña se ríe, ríe
y luego que se rió
debajo de los olivos
esta copla le cantó:

Aquella torre es la Vela,
y aquel monte, el Albaicín,
y aquel que viene es mi amante
que sólo vive por mí.
Tres hojas, mare,
tiene el laurel.
Dos en la rama
y una en el pie,
y una en el pie,
que las daba el aire,
y olé y olé.

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La protagonista de la copla es una joven que, estando parada debajo de un árbol, en medio de un camino, en el campo, se cruza con varios hombres y estos la piropean, le tiran los tejos y se insinúan a base de indirectas y juegos. 

Ella, utilizando el mismo lenguaje lúdico y jocoso, les dice que no. Ese es más o menos el marco argumental, que bebe (y mucho) de la lírica del amor cortés. En la Edad Media el cortejo amoroso se concebía como una especie de juego, entretenimiento y diversión frívola. Y el entorno natural (el caballo, el laurel, el campo, el camino) nos recuerda a un género provenzal muy conocido: la pastorella. En este caso, no hay pastoras ni trovadores, pero sí un galanteo en un entorno campestre, con una función recreativa.

En la época en que se escribió esta copla (años 40 del siglo XX), lo normal es que los ríos, campos, caminos y en general, el entorno natural que rodeaba los pueblos, se convirtiera en escenario de juegos y tonteos amorosos. 

Los jóvenes, con la excusa de dar un paseo se alejaban de la zona poblada, y allí, apartados de la gente, de las familias y del ruido, disponían de más libertad para pasarlo bien, hablar con el sexo contrario, ligotear, o simplemente, tontear un poquito o decirle cuatro piropos a la chica guapa del pueblo. Era la forma de divertirse de esta época y de disfrutar del amor. 

Desde la lírica popular medieval, ir al río o al campo solía ser símbolo de encuentro con el amado. Pues aquí paso algo parecido. El laurel se convierte en escenario de los galanteos de varios jóvenes a la protagonista

Las reduplicaciones dotan a la copla de un tono juguetón, musical y frívolo. Al fin y al cabo, ya os he dicho que el cortejo amoroso era casi un juego: “Estando la niña niña…” “La niña se ríe se ríe” “y una en el pie, y una en el pie”. Esas repeticiones dan un toque vacilón y travieso al poema.

La copla consta de dos estrofas, las cuales son paralelísticas, ya que en cada una de ellas asistimos al encuentro de la dama con un amado. En cada estrofa, un chico distinto, pero la estructura es la misma:

1.     Descripción del ambiente y la situación. La protagonista se encuentra en un entorno natural: “Estando la niña niña, debajo de los laureles/de los olivos”. Los elementos vegetales y arbóreos (el olivo y al laurel) dan sensualidad al tema. Una dama bella se encuentra en un marco paisajístico bello y sensual, lleno de color, olor.

2   Llegada del amado a la escena. Es la parte narrativa de la letra: “Pasó a caballo un buen mozo con capa de raso verde/pasó un torero de Ronda con traje color Corinto”.

   Cada amado es introducido por una prosopografía (descripción física), realzando sus atuendos más llamativos, que suelen despertar en la mujer cierto atractivo. 

     Ir a caballo es síntoma de poder y clase. El raso es un ligamento que permite hacer tejidos de seda, que resulta muy pastoso, liso y fino y agradable al tacto. El color corinto es un especie de rojo oscuro (el rojo, que simboliza la pasión). 

    Como veis, los detalles no son causales. Son complementos que resultan agradables y vistosos para el género femenino

3.    Diálogo trivial/anodino/casual, que es solo un pretexto para el galanteo. Parece que el amado pasaba de casualidad por ahí y utiliza la excusa de que se ha perdido en su viaje y debe preguntar a la primera persona que encuentra (la dama) por dónde está el camino hacia su destino. 

      Realmente, esa es la coartada para hablar con ella y así rondarla: ¿Me puede decir muchacha, por donde se va a Graná? La interrogación es solo un pretexto para empezar un acto comunicativo que lleva una segunda intención (rondar a la mujer). 

    El amado se dirige a la protagonista con el vocativo (muchacha) y el uso del imperativo (¿me puede decir…?) es una forma de crear una máscara de cortesía y encanto. 

      Mientras que el primer amante monta esta parafernalia para hablar con ella, el segundo va directamente al grano: “¿Me quieres decir muchacha en donde encuentro un querer, que hace tiempo que lo busco y no puedo dar con él? El torero la trata de forma mucho más cercana y familiar, y la tutea.

4.       Cortejo. En el caso del mozo a caballo, el galanteo empieza después de la excusa de que se ha perdido: “Ando buscando novia y no la puedo encontrar…”. 

    Como veis, deja claras sus intenciones de cortejo con la perífrasis durativa andar + gerundio. La perífrasis de capacidad (poder + infinitivo) es una manera de dejar claro que todavía no hay conseguido culminar su deseo, y que con su habilidad espera lograrlo. 

      El cortejo se plantea como si fuera un juego ingenioso. ¿Y cómo es este juego? El amado describe a su dama ideal mediante la comparación (“Tiene los ojos azules igual que el cielo andaluz”), y la metáfora del olor (“En la boca un jazminero igual que el que tienes tú”). 

     Y los rasgos de esa dama ideal coincide con los rasgos de la protagonista para que esta se dé por aludida, y entre en el juego de dejarse amar. Como veis, dentro del juego hay piropos y elogios. Se compara el color de los ojos con una entidad superior y magna (el cielo) y se resalta el olor agradable de la dama (los jazmines son flores que huelen bien). 

En el caso del torero, el tono del cortejo es menos juguetón, más directo, y más formal: “Cara como la tuya yo no la vi”. Por ejemplo, el amado se presenta (“Vengo de Sierra Morena, de Huelva y Benamejí”) y recurre al superlativo implícito para piropear a la chica (no he visto una cara [tan guapa] como la tuya). Mucho menos ingenioso que el mozo a caballo. Se limita a resaltar la originalidad y peculiaridad de la dama para que esta caiga rendida a sus pies.

5.  Reacción de la dama ante el cortejo. Abarca los últimos versos de las estrofas y los estribillos. La protagonista rechazará a ambos amados. 

     Ante el cortejo, la amada adoptará una postura frívola, vana, con el objetivo de quitar trascendencia e importancia a la figura de los amados: “La niña se ríe ríe, y luego que se rió”. 

      Estos hombres no van a ocupar un papel relevante en su vida. No quiere nada con ellos. El polípton (el verbo reír aparece en presente “ríe” y en perfecto “rió”) contribuye aún más a intensificar esa actitud de intrascendentalidad.

El estribillo se plantea a modo de canción puesta en boca de la protagonista, la cual responderá al cortejo con una negativa (no quiere nada con ellos) pero lo dirá de una manera sutil, divertida, ingeniosa (con una coplilla cantada). 

Es decir, ella va a utilizar el mismo juego de los amados, pero para darles calabazas y decirles que nanai. Si ellos juegan a cortejar, ella juega a rechazar el cortejo. En lugar de decirles que no de una forma convencional o formal lo hará de una forma graciosa, como de chanza.

En el caso del mozo a caballo, os recuerdo, que este usó la excusa de perderse en el camino para hablar con la chica: ¿Por dónde se va a Granada? 

Realmente lo que menos le interesaba a este hombre era saber el camino a la ciudad nazarí. Lo que él quería era pasar un rato agradable con la moza. 

Por eso, la protagonista le dará un buen zasca y le responderá a la parte menos interesante del mensaje (le dirá por dónde se va Granada), olvidándose de la parte deseada para el amado (el cortejo y el piropo): “Aquella torre es la Vela, y aquel monte el Albaicín, y aquella cinta de plata, es el agua del Genil”. Le dirá por dónde se va Granada y de lo otro ni media palabra jajajaja.

Se hace alusión a monumentos importantes de la ciudad (el barrio del Albaicín, famoso por sus cuevas, y la torre la Vela). El río Genil (afluente del Guadalquivir, que atraviesa la ciudad) es descrito de forma metafórica para realzar sus aguas transparentes y claras (“aquella cinta de plata”). 

Las estructuras en paralelismo dan fuerza a esa reacción tan ingeniosa ante el cortejo, respondiendo a lo menos sustancioso: demostrativo (aquella, aquel, aquella) + sustantivo sujeto (torre, monte, cinta) + verbo ser (tercera persona “es”, elíptico en el segundo miembro) + atributo (la Vela, el Albaicín, el agua del Genil)

En el caso del torero, la protagonista rechazará su cortejo, señalando a su novio: “Y aquel que viene es mi amante, que solo vive para mí”. Por tanto, si la muchacha tiene pareja, eso quiere decir que no quiere cuentas con el torero. 

El novio es descrito de forma circumlóquica (aquel que viene…). La hipérbole (solo vive para mí) es una manera de enfatizar el amor que siente por ella. En este caso, se trata de una forma más directa y lacónica de decir que no. No quiero nada porque tengo novio, y además, está ahí jajajja

La protagonista se jacta de haber rechazado a los amados, se regodea de haberles dicho que no. Por una parte, es un subidón para su autoestima ya que hay gente que se interesa por ella. Es normal que esté contenta, juguetona, divertida. Y a modo de gracieta y para celebrar ese momento tan jovial, incorpora una canción popular al final del estribillo: “Tres hojas mare tiene el laurel, dos en la rama y una en el pie, que las daba el aire, ole y ole”. 

Cuando estamos contentos y alegres tendemos a cantar y a tararear cancioncillas tradicionales, como forma de vanagloriarnos de las vicisitudes triviales del día a día. En estos versillos encontramos rasgos de la poesía tradicional y popular: el vocativo a la figura materna (mare), el verso de arte menor (tres hojas), la inspiración en imágenes cotidianas (el laurel), los refuerzos expresivos (ole)

Los versos del poema son siempre octosílabos (salvo la cancioncilla popular al final del estribillo). Las estrofas son coplas: 4 versos octosílabos en los que rima segundo con cuarto y primero y tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a.

jueves, 13 de mayo de 2021

Trece de mayo: una fecha como punto de partida a una declaración de amor

En el mundo de la canción española hay una fecha del calendario que es especialmente significativa, ya que da título a uno de los temas más conocidos del género. Está claro que un día como hoy, y estando en un blog coplero como este, nos viene como anillo al dedo analizar Trece de Mayo, canción que ha tenido muchísimas versiones a lo largo de su historia, algunas más antiguas (Concha Piquer y Marifé) y otras más cercanas en el tiempo (Isabel Pantoja y Diana Navarro).

La copla tiene su origen en un poema escrito por Rafael de León (autor de la Generación del 27, que normalmente no se cita en los libros de texto o manuales didácticos, pero llegó a codearse con personajes tan importantes de la talla de Federico García Lorca).

El título original de este poema es Así te quiero. Rafael de León se lo dedicó a Concha Piquer, y en lugar de aparecer “Trece de mayo”, la letra decía “Trece de julio”. En el año 1964 el maestro Solano le puso música (melodía), haciendo algunos ajustes en la letra (cambiando “trece de julio” por “trece de mayo”). De esta manera, la composición se convirtió en una preciosa zambra, que alcanzó gran popularidad.



Ay trece, trece de Mayo

Cuando me encontré contigo

Ay, tus ojos de manzana

Y tus labios de cuchillo

Y las nueve, nueve letras

De tu nombre sobre el mio

Que borraron diferencias

De linaje y apellio.

 

Bendita sea la mare

La mare que te ha pario

Que solita se quedo

Para darme a mi un jacinto

Que alegraba sus jardines

Dios de gloria para el mío.

 

Quieres que vaya descalza

Yo me iré por los aminos.

Quieres que me abra las venas

Para ver si doy contigo.

Haré lo que se te antoje

Lo que mande tu capricho

Que es mi corazón cometa

Y en tu mano esta el ovillo

Que es mi sinrazón campanas

Y tu voluntad sonio.

Ay trece, trece de Mayo

Cuando me encontré contigo.

 

Por tu querer vida mía

Voy borracha de cariño

Yo te quiero con el alba

Y de noche junto al trigo.

 

Al atardecer te quiero

Cuando se callan los niños,

Madrugada, tarde y noche

Por los siglos de los siglos.

 

Ay trece, trece de Mayo

Clarín de amor y olvio

Por la sangre me corrió

Un toro de escalofrío

Que dejo mi alma clavada

En la plaza del suspiro.

 

Quieres que vaya descalza

Yo me iré por los caminos.

Quieres que me abra la venas

Para ver si doy contigo

Haré lo que se te antoje

Lo que mande ti capricho

Que es mi corazón cometa

Y en tu mano esta el ovillo

Que es mi sinrazón campanas

Y tu voluntad sonio

Ay trece, trece de Mayo

..................................................................................

Vamos a resumir brevemente las claves de esta copla, para orientar correctamente el análisis:

1. En primer lugar, se trata de un poema de carácter amoroso, en el que el yo poético manifiesta una serie de sentimientos de afecto hacia un tú (segunda persona).  

Se trata de una concepción amatoria muy desgarrada, muy visceral, que nos recordará al Dime que me quieres que analizamos hace unos meses. Estar enamorado conlleva el hecho de anularte, de dejar de ser tú mismo, de eliminar toda tu esencia para complacer a la otredad, e incluso, alcanzar al dolor y al sufrimiento físico, con el objetivo de buscar la correspondencia de la otra parte.

2. En segundo lugar, el poder de la abstracción es importante en este tema. El foco del poema no radica tanto en la persona a la que van dirigidos esos afectos, sino en el contenido y la forma de los mismos.

El objetivo es que el receptor se olvide de quién (qué persona) se encuentra detrás de ese tú (entidad física).

Lo importante no es representar una realidad concreta, conocida y precisa (la relación entre dos personas que tienen nombre y apellidos), sino una realidad abstracta que es universal (amor), en la que da igual el quién y lo importante es el cómo (la expresión y conceptualización de un sentimiento afectivo auténtico y puro, dejando de lado a la persona). El protagonista de la copla es el amor, no los amantes.

De ahí que la voz lírica en los primeros versos se dirija a un elemento conceptual (idea), no personal, no animado: ay trece de mayor cuándo me encontré contigo. Conocer a la persona que va a ser el amor de tu vida es tan bonito que ese concepto (en este caso, la fecha del almanaque) cobra una trascendencia enorme en tu vida. Ese día es mágico, único, especial, no se va a olvidar.

3. En tercer lugar, el poema destaca por su lenguaje vanguardista. Ya sabéis que la vanguardia rompe con los principios de la verosimilitud, la razón y la realidad. Por eso, en esta canción os vais a encontrar con elementos que resultan ilógicos, herméticos, imposibles de interpretar y de dotarles de una correspondencia en el mundo real. Os preguntaréis: ¿Qué querrá decir el poeta con esto de labios de manzana y ojos de cuchillo?

Estas estampas están cargadas de sugestión (no dicen pero sí nombran y sugieren muchísimo, simbolizan estados, crean un culto a la imagen) que dotan de fuerza y poeticidad a la copla.

La asociación de ideas está al servicio de la creación de un mundo autónomo, puramente estético. Los elementos vanguardistas, usados en su justa medida (combinándolos con otras piezas que sí tengan sentido y lógica) dan lugar a textos muy buenos y expresivos.

El problema está cuando el uso se convierte en abuso. Aquí hay una abstracción, pero con un hilo de coherencia y sentido.

En la primera estrofa, el yo poético se dirige a la fecha del calendario, mediante interjecciones y vocativos, en un tono que roza lo exclamativo y lo jubiloso: Ay, Trece de mayo, cuando me encontré contigo. El yo celebra este día, ya que ha marcado un punto importante en su vida (conocer a su amado)

Las invocaciones se combinan con pinceladas prosopográficas, en las que la mujer describe físicamente al amado mediante metáforas e imágenes muy sensuales, que acarician lo surrealista: tus ojos de manzana y tus labios de cuchillo

Como veis, se trata de una descripción de carácter fragmentario, que se realiza a través de brochazos y pinceladas sugestivas, donde es más importante el trazo parcial (centrarse en dos o tres elementos representativos o llamativos y que generen sensaciones y flujo lírico en el yo) que el trazo total (la visión de conjunto del amado como ser animado).

En una descripción de este tipo predomina lo impresionista (lo que sugiere y connota el objeto, de una manera íntima y personal) sobre lo sensitivo (lo que vemos a simple vista desde la perspectiva objetiva y real: lo denotativo).

Lo importante en esta copla no es la acción, sino las sensaciones, las impresiones líricas que se generan a partir de las estampas. En ellas se funde la descripción con la reflexión subjetiva, hasta configurar un todo. Esto nos recuerda al estilo de Gabriel Miró, autor novecentista, en cuyas obras (Nuestro padre san Daniel, Las cerezas del cementerio) se creaban escenas impresionistas.

La recreación en el lenguaje vanguardista e impresionista se consigue gracias a recursos que retardan el flujo lingüístico como el polisíndeton (Y tus labios de cuchillo y las nueve letras) o la geminación (Y las nueve, nueve letras).

Esta última da lugar a esquemas sintácticos muy enrevesados en los que un numeral sustantivado (las nueve) posee como aposición el adjetivo numeral junto a un sustantivo que ya estaba elíptico antes de la aposición (nueve letras) configurando una estructura circular que parece el cuento de nunca acabar.

El posesivo marca las relaciones entre la primera y la segunda persona, a pesar de la conceptualización de las imágenes: De tu nombre sobre el mío. De nuevo, lo inanimado (las grafías de los nombres) se impone sobre lo personal

En la descripción del amado se entremezcla la realidad con la irrealidad, las cuales configuran una entidad híbrida (a la vez humana y a la vez no humana), casi onírica, donde el hilo con la lógica se rompe y confunde al espectador en diversos tramos de la canción.

Como veis, se habla de los labios y de los ojos (elementos que son propios de una persona humana) pero también de las letras del nombre (elementos que están en la esfera de lo no humano). Esto permite abstraer e indefinir al amado (lo importante es el sentimiento amoroso y no tanto la concreción material del hombre).

Es la mejor manera de que el AMOR (en mayúsculas) sea el protagonista. Este rompe todas las barreras posibles. Cuando una persona quiere a otra da igual las diferencias entre ellos (de cualquier tipo: sociales, económicas, morales…): Y las nueve letras […] que borraron diferencias de linaje y apellido

La segunda estrofa posee un carácter alegórico. Una alegoría es un conjunto de metáforas, una a continuación de otra, relacionadas entre sí

Esta alegoría explica un hecho circunscrito a la esfera de lo real. El yo identifica a su amado con una flor (jacinto), la cual está dentro de un jardín, que pertenece a la madre. Ahora que hay una relación amorosa, el amado deja de pertenecer al jardín de su madre, para pertenecer al jardín de la amada.

De esta estrofa se pueden sacar varias lecturas:

A pesar del proceso de abstracción y espiritualización (para que el sentimiento cobre importancia por encima de las circunstancias personales), el amor se sigue concibiendo de una manera clasicista y materialista: el amado es una posesión, una mercancía, un objeto en propiedad, que se transfiere de un jardín a otro.

Por tanto, hay una mezcla de espiritualidad en las formas, pero materialismo en el fondo. Mediante un verbo de transferencia se representa (metafóricamente) cómo el amado pasa de ser propiedad de la madre a ser propiedad de la amada: Bendita sea la madre que solita se quedó para darme a mí el jacinto

Se da trascendencia (y homenaje) a la figura de la madre. Para la madre, un hijo es una posesión, una pertenencia (como veis, hay visión materialista del amor, y de las relaciones personales en general).

La metáfora del jardín (madre) y de la flor (hijo) refleja este sentimiento de vinculación natural a la familia, que al fin y al cabo son los orígenes de una persona: todo ser humano proviene de unos padres con los que vive durante sus primeros años

Con el paso del tiempo, y por ley de vida, la persona tiene que “despegarse” de esos orígenes para formar su propia familia de tal forma que a la madre no le queda más remedio que tener que desprenderse de esa flor para dejarla volar. Ahora la flor pasa a un nuevo jardín (que es el jardín de la esposa, de la amada, de la persona que quieres).

Para la progenitora, ver cómo un hijo abandona la casa no es agradable, ya que la madre ha estado ligada a su hijo durante muchos años, y contempla cómo se ha hecho mayor y no lo va a tener en el hogar toda su vida

El yo poético, en cierta medida, se compadece de la figura de la madre mediante la anadiplosis: Bendita sea la madre/la madre que te parió, Bendita sea la madre que solita se quedó

El diminutivo (solita) y el adelantamiento del predicativo al verbo principal mediante el hipérbaton (Solita se quedó), intensifica el sentimiento de afecto.

La personificación de la flor (para darme a mí el jacinto que alegraba sus jardines) enfatiza la visión renacentista del amor como energía vital, como plenitud, como elemento purificador del espíritu, sin el cual no se puede vivir. Igual que Garcilaso o Petrarca.

La flor simboliza la vitalidad, aquello que da sentido a nuestra existencia, es decir, el amor hacia las personas que son importantes para nosotros: la trascendencia que tiene un esposo para una esposa, un hijo para una madre…Al fin y al cabo, el amor (de cualquier tipo) es un sentimiento regenerador, una energía necesaria, esencial e imprescindible para existir. Es el motivo principal para levantarnos cada día.

En la tercera estrofa el sentimiento adquiere un matiz desgarrador. Se trata de una visión tradicionalista del amor (propia del código cortés), en la que la protagonista adopta una postura de sumisión: renuncia a sus realizaciones personales, a su propia forma de ser (su identidad, su estilo de vida) con el objetivo de complacer a la persona que quiere. 

Ella se subordina al amado, como si él fuera el centro del mundo y de la existencia y no hubiera nada más. Esto se refleja con estructuras en paralelismo, las cuales contienen imágenes viscerales, truculentas que recuerdan a una relación esclava-amo, y en ocasiones, rozan la hipérbole: Quieres que vaya descalza, yo me iré por los caminos/ Quieres que me abra las venas Para ver si doy contigo.

Es el tópico del amor ciego, ya que cuando una persona está enamorada parece que se olvida de todo lo que pasa alrededor y lo importante es el amado.

Esta copla comparte algunas de las metáforas e imágenes que aparecían en el Dime que me quieres de Concha de Piquer:

-Por un lado, la alusión a la mujer descalza.

-Por otro lado la actitud autohomicida de la protagonista: el yo poético dice que sería capaz de cortarse las venas si el amado se lo pidiera

La mujer es capaz de despojarse de todo lo accesorio (zapatos), como una manera de demostrarse tal y como es, en su forma más natural y primitiva, sin vestimentas que maquillen o camuflen. Al fin y al cabo, el “buen amor” ha de ser natural, desnudo, puro, sencillo: a las personas se las quiere tal por como son (esencia) y no tanto por lo que tienen (posesiones, apariencias). Por tanto, esta imagen es una demostración de amor puro.

Sin embargo, la falta de zapatos también puede simbolizar la pobreza. Esta suele ser un motivo de humillación, de deshonra, de deshonor: a la gente no le gusta ir irradiando por ahí que es pobre, ya que es un motivo de vergüenza social, como le pasaba al escudero del Lazarillo de Tormes, el cual siempre iba bien vestido, aunque se muriera de hambre, para que la gente creyera que vivía como un rico

A la protagonista de la copla no le importa humillarse, atentar contra su propio honor, con tal de complacer al hombre al que tanto quiere.

El poliptoton (el verbo ir aparece en presente de subjuntivo “vaya” y en futuro “iré”) marca el contraste entre los dos miembros de la relación: uno como dominante (que es el que pide, toma la iniciativa y domina) y otro como dominado (que se limita a hacer lo que él dice, ya que por sí sola no hace nada).

Con respecto al tema de “abrirse las venas”, es una manera salvaje y visceral de decir que eres capaz de dar tu propia vida por la persona que quieres. Un concepto abstracto y filosófico (como es el de vida y existencia) se convierte en un objeto, en una mercancía, en un elemento con el que se comercia (a cambio de amor yo te doy mi vida).

La chica se convierte en una mártir, en una sufridora, ya que para demostrar que está enamorada es capaz de llegar al dolor físico, a la autolesión.

Como consecuencia, la protagonista aparece retratada en el texto como alguien sumisa, anulada, muñequizada, débil, incapaz de desarrollar una identidad. Ella carece de capacidad de decisión, de deseo, de voluntad, ya que necesita tener la aprobación de la otra parte para sentirse realizada (relación de dependencia) y dotar de sentido a su vida

Ella sin él no es nadie. Lo que diga él (Dios), ella (creyente) lo sigue como si fuera palabra divina. Por eso, ella sería capaz de hacer lo imposible por mantener esa alianza, esa vinculación natural con el amante, aunque sea a costa de anular su propia esencia y verse dominada por él, tal como se refleja en el paralelismo: Haré lo que se te antoje, lo que mande tu capricho

Esa relación de subordinación se representa mediante la metáfora de la cometa y el ovillo: él (ovillo) es el encargado de conducir la cometa (de llevar las riendas de la relación) y ella (cometa) simplemente se deja llevar por lo que haga él: Que es mi corazón cometa y en tu mano está el ovillo.

Los posesivos (mi corazón/ tu mano) refuerzan la dualidad, marcan la función de cada elemento dentro de esa relación amorosa (cada uno tiene un papel o rol que cumplir para que todo funcione con eficacia). 

Cuando cada elemento de la relación cumple correctamente la función que tiene asignada, se produce la compenetración, la transformación de la dualidad en unidad. Esto está influido por la mística. Aunque los dos componentes de la pareja no son iguales (ya hemos visto que él tiene un papel de mayor trascendencia que ella), en la práctica se percibe como un todo unitario: los dos se necesitan para funcionar, y por tanto, alcanzar la plenitud

Esta inseparabilidad se refleja mediante la metáfora: Que es mi sinrazón campanas y tu voluntad sonido.

La campana no sirve para nada si no se produce un sonido y el sonido no se produciría si no se tocara la campana. Los dos miembros se necesitan mutuamente para funcionar, aunque cada uno cumpla un papel diferente.

Como veis, se da una concepción estructuralista y sistemática del amor ya que para funcionar como un todo hace falta que cada una de las partes cumpla individualmente su papel. Todo esto se refleja en el paralelismo: Que es mi corazón cometa y en tu mano está el ovillo/ Que es mi sinrazón campanas y tu voluntad sonido

En las tres estrofas siguientes, la copla se convierte en una declaración explícita de amor. Algunas de las metáforas poseen un carácter hiperbolizado (voy borracha de cariño).

Una imagen que es muy del gusto epicureísta (poesía festiva) se utiliza en un contexto dramático y trascendental. Igual que una persona borracha mantiene una relación de dependencia con el alcohol (necesita beber para sentirse bien) la protagonista siente una necesidad de amar y ser amada. Una expresión aparentemente poco romántica (incluso coloquial, como es el verbo emborracharse) se aplica a una situación solemne y seria.

La mujer se dirige al amado mediante vocativos (Por tu querer, vida mía). El posesivo refuerza esa relación de pertenencia, de propiedad.

Un recurso bastante efectista en la poesía amorosa consiste en relacionar a la persona que quieres con elementos que destacan por su belleza o por pertenecer al mundo de la naturaleza agreste. Yo te quiero con el alba y de noche junto al trigo.

Es una manera de vincular el proceso amoroso con lo natural, lo intuitivo, lo espontáneo (aquello que surge sin buscarse, sin provocarse artificialmente, sin planificarse). Lo importante es dejar que la Naturaleza siga su curso, sin producir alteraciones en ella, para que el amor vaya germinando de una manera auténtica y realista.

Los amores que se buscan o se provocan artificialmente no suelen salir bien, ya que se fuerzan las cosas hasta alcanzar estados que no son naturales para los amantes (y cuando una persona hace un papel en lugar de ser ella misma, el desenlace no es el esperado).

De ahí que el yo poético vincule al amante con un elemento natural como es el trigo. Además, las cosas naturales presentan un mejor aspecto físico (olor, color, textura) que las artificiales.

La antítesis alba-noche extiende el sentimiento amoroso en el tiempo hasta dotarlo de eternidad (el verdadero amor nunca se acaba). De ahí que el yo poético haga referencia a diferentes espacios temporales, en los cuales el amor siempre estará presente: Al atardecer te quiero cuando se callan los niños. Madrugada, tarde y noche, por los siglos de los siglos

Como veis, el discurso acaricia la hipérbole sacrílega (por los siglos de los siglos), lo cual recuerda a las plegarias y oraciones religiosas. Al fin y al cabo, la protagonista ve al amado como un Dios. Y el amor a Dios es eterno.

La intensidad y la pasionalidad del sentimiento amoroso se expresa con imágenes que rompen el principio de la lógica, pero dotan de fuerza al texto y lo acercan a la poesía surrealista: Por la sangre me corrió un toro de escalofrío, que dejó mi alma clavada en la plaza del suspiro.

El toro aparece personificado en el poema y representa la fuerza arrolladora, la magnitud amorosa del yo poético hacia el tú, la potencia, la pasión, el entusiasmo, el vigor, la grandilocuencia del sentimiento.

Cuando una persona está enamorada de verdad es incapaz de articular palabras, de buscar el adjetivo apropiado (de ahí que solo haya suspiros). El lenguaje corporal te delata. Las reacciones naturales son las más significativas. Eso explica lo de la plaza del suspiro.  

Yo siempre lo digo: si te preguntan qué sientes al estar enamorado y eres capaz de explicarlo, es que verdaderamente no estás enamorado. El hecho vale más que la palabra. De ahí que mediante el hipérbaton se dé más importancia a la acción que al sujeto de la acción, el cual se pospone: Por la sangre me corrió un toro de escalofrío

Métricamente, los versos son octosílabos. La primera estrofa es una octavilla con rima en los pares.

La segunda estrofa es una sextilla. El segundo verso rima con el tercero. El cuarto con el sexto. El primero y el quinto quedan libres

El estribillo posee 12 versos, con rima en asonante en los pares. Esto evoca al romance.

La segunda parte del poema está formado por dos coplas (cuatro versos de arte menor en los que rima segundo con cuarto, mientras que primero y tercero quedan libres) y una sextilla (con el esquema –aaa–a)

domingo, 2 de mayo de 2021

Madrecita María del Carmen: un homenaje a la mujer que nos dio la vida en este domingo tan especial

Aprovechando que hoy es el primer domingo de mayo, día de la madre, he elegido una canción que viene como anillo al dedo, para homenajear a aquellas mujeres que nos han dado la vida: Madrecita María del Carmen

El tema fue compuesto por José María García Escobar para su hermano Manolo Escobar en el año 1960. El yo poético cantará y venerará a la figura materna, en un halo de optimismo y alegría, que no está reñido con el carácter emotivo y sentimental que requiere todo poema de elogio y exaltación.

Lo bonito es hacer homenajes a una persona cuando está viva, para que podamos disfrutar de ella y ella pueda disfrutar de nosotros. Eso es lo que le pasaba a Manolo Escobar durante sus conciertos. Al artista almeriense le encantaba llevarse a su madre a sus espectáculos, y en algún momento cantarle esta copla.



Yo quisiera decirle a la gente
lo que mi alma siente cuando pienso en ti.
Un amor que te besa en la frente,
dulce y sonriente, contento y feliz.
Madrecita María del Carmen, en mi corazón
se me vuelve tu querer cante campero
y cantando te digo cuánto te quiero,
flor bendita de mi vida y mi ilusión.

Un altar llevo en mi pecho ardiente
a la madre que me dio a mí el ser.
A esa mujer tan buena y valiente,
de inmaculada frente ceñida de laurel.
Madrecita María del Carmen,
hoy te canto esta bella canción.
Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño
en mis labios pongo el corazón

De rocío se llenan las flores,
que en la noche bella beben sin cesar.
Y mi alma se llena de amores
cuando pienso en ella y empiezo a cantar.
Y la copla hecha golondrina se pone a volar.
Y llegando hacia mi madre se reclina,
y en sus brazos de azucena y clavellina
es mi alma la que se pone a soñar.

Un altar llevo en mi pecho ardiente
a la madre que me dio a mí el ser.
A esa mujer tan buena y valiente,
de inmaculada frente ceñida de laurel.
Madrecita María del Carmen,
hoy te canto esta bella canción.
Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño
en mis labios pongo el corazón

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A lo largo del poema predominan las formas verbales en tiempo de presente de indicativo (siente, pienso, besa, vuelve, digo, llevo, canto, brindo, pongo, llenan, beben, pone, reclina, es, empiezo). Esto acentúa el vitalismo de la composición, creando una atmósfera de felicidad y éxtasis, ya que la madre está viva y el yo poético disfruta de su amor en el momento de cantar.

El mensaje que nos transmite esta copla es muy claro: hay que disfrutar en todo momento de aquello que nos proporciona la vida (en este caso del amor maternal).

Las cosas no son eternas y mientras duran hay que valorarlas y disfrutar de ellas. El presente de indicativo marca el aquí y el ahora. Lo importante es que la madre vive y mientras eso pase, hay que aprovecharlo al máximo.

Como veis, en este poema predomina una visión renacentista de la vida y de la realidad, muy en la línea del Carpe diem.

El yo poético se apoya en la composición para demostrar que quiere mucho a su madre y expresa lo feliz que se encuentra por poder disfrutar de ella. Cuando estamos contentos, alegres, felices, queremos compartir nuestra plenitud con los demás: Yo quisiera decirle a la gente lo que mi alma siente cuando pienso en ti

El uso del subjuntivo (quisiera) es una forma de manifestar la inefabilidad: el amor hacia la madre es tan grande, tan intenso que cuesta manifestarlo con palabras (recordad lo que hablamos del placer místico).

La voz lírica va a intentar homenajear a la madre, decirle todo lo que siente y demostrar su amor hacia ella. Hacer todo eso con el lenguaje es bastante difícil. Él no sabe si le va a salir bien o le va a salir a salir mal. Las intenciones son buenas, pero no sabemos qué tal se materializarán mediante la palabra. De ahí el uso del imperfecto de subjuntivo (quisiera).

Las pretensiones están claras: el yo quiere decirle a la madre “te quiero”, pero no sabe si las palabras serán las efectivas, ya que el amor es tan verdadero y tan grande que no hay sílabas suficientes. El subjuntivo representa esa imposibilidad o dificultad de poder hacer realidad nuestros sentimientos mediante la expresión lingüística.

El protagonista quiere compartir con el receptor el amor que tiene hacia ese ser que le dio la vida. Es una forma de engrandecer e intensificar el sentimiento, haciendo público una serie de emociones íntimas y personales. Decirle a los demás que queremos a una persona es una forma de demostrar que nuestro amor es grande, verdadero…

Pensad por ejemplo en las personas que van a la televisión a hacer homenajes a sus seres queridos (programas como Lo que necesitas es amor, Sorpresa sorpresa). A veces, el amor es tan intenso que todo nos parece poco y somos capaces de hacer determinadas locuras como hacer partícipe a terceros de nuestra intimidad.  

En este caso, se convierte a una persona anónima, discreta, no conocida (como fue María del Carmen, madre de Manolo Escobar) en alguien conocida y famosa, al ponerla en el centro lírico del poema. Mucha gente conoció la figura de María del Carmen gracias a esta canción. Los hermanos Escobar querían tanto a su madre que sintieron la necesidad de hacer una canción sobre ella y darla a conocer, para que la gente viera lo importante que esta mujer era en sus vidas.

El yo va a intentar definir el amor que siente hacia su madre con la personificación sensorial: un amor que te besa en la frente.

Un elemento abstracto e inmaterial (sentimiento de amor) es tratado de forma material, como si fuera un sustantivo concreto, con connotaciones personales. Podríamos decir que se ha producido una fusión de la persona (madre) con el sentimiento (amor hacia el hijo).

Las personas son definidas por sus sentimientos, por sus pensamientos y no por otros aspectos triviales. Eso es lo que da valor y dignidad a las cosas. Por eso, el sentimiento es personificado (un amor que te besa…) y va acompañado de una enumeración distribuida en dos bimenbraciones con adjetivos calificativos que sugieren sensaciones humanas de bienestar, cariño y placer: un amor dulce y sonriente, contento y feliz. Este tipo de adjetivos elogiosos positivos contribuye a ensalzar la figura materna.

Mediante el vocativo (madrecita María del Carmen” el protagonista se dirige a la madre convirtiéndola en receptora de las palabras y en el foco de atención de la composición.  El diminutivo da un carácter afectivo a la expresión (madrecita).

A veces, estos vocativos adquieren tintes metafóricos que tienen como objetivo vitorear a la madre y presentarla ante los demás de una manera agradable y bonita (flor bendita de mi vida y de ilusión).

La madre se identifica con una flor. La flor representa el color, la alegría, la belleza, la primavera. El amor de la madre nos da energía, vitalidad, fuerza y nos permite configurar uno de los momentos más felices y placenteros de nuestra vida.

Como el yo poético es un trasunto de Manolo Escobar, y este es un cantante-intérprete, la música va a servir de excusa, de pretexto, de medio, de punto de partida, de canal, para expresar el amor hacia su madre. Todo esto se expresa con la metamorfosis artística de la realidad: en mi corazón se me vuelve tu querer cante campero, y cantando te digo cuanto te quiero.

Cuando un poeta/músico/escultor/pintor elabora un producto, toma como fuente de inspiración la realidad (en este caso, el amor hacia la madre) y con ese material real elabora un producto artístico (en este caso, una canción). Por eso, el amor hacia la madre se convierte en cante (tu querer se vuelve cante campero).

El hecho de componer una canción sobre una madre es una forma de agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros y expresarle nuestro amor. La intensidad amatoria se manifiesta en el cuantificador (CUÁNTO te quiero)

El arte sale de las entrañas y de los sentimientos del artista, tal como se refleja en la metáfora: en mi corazón…. El corazón simboliza las pasiones, los sentimientos auténticos y verdaderos de cada persona. El arte es VERDAD.

En este segmento de la canción predominan los sonidos oclusivos velares sordos que conforman una leve aliteración (CANte, CAMpero, CANtando, CUÁNto, QUIEro). Es una forma de remarcar la emotividad y dar musicalidad a esta parte del tema, ya que es una declaración de intenciones: el yo poético está justificando de forma explícita el sentido del tema: el objetivo es decirle a la madre, delante de todo el mundo, que la quiere mucho.

El sonido /k/ se articula pegando la lengua al velo del paladar. El velo del paladar es una de las partes más sensibles de la boca. Todo esto ayuda a afectar la voz y que el propio cantante se emocione cantando.

En ocasiones, la madre aparece descrita con imágenes sacras: Un altar llevo en mi pecho ardiente a la madre que me dio a mí el ser.

Los altares son estructuras consagradas al culto religioso, sobre los cuales se hacen ofrendas y recitan oraciones (a Dios, a la Virgen, a los santos). El yo poético elava a la madre a la categoría de Diosa, la cual queda asociada al altar.

Ya os he comentado en alguna ocasión que las imágenes lumínicas y caloríficas, en el lenguaje de la mística, están ligadas a la pasión, al fervor amoroso. De ahí que se diga que el pecho del protagonista esté “ardiente”, queme.

El yo poético ama a su madre, la idolatra, quiere estar unido a ella (como en la mística, el alma con Dios). El calor es una metáfora del amor más intenso.

A lo largo del estribillo se suceden adjetivos de corte elogioso (a esa mujer tan buena y valiente) y se recurre a la simbología popular (de inmaculada frente ceñida de laurel)

El color blanco (inmaculado) simboliza la pureza, la bondad, la perfección, la ausencia de pecado. La madre se presenta como un ser perfecto y trascendental (y así seguimos con el paralelismo de madre-diosa). A los hijos les cuesta ver los errores e imperfecciones de sus madres, ya que una madre, para nosotros, siempre va a ser perfecta.  

El laurel simboliza la grandeza, lo sublime, la excelencia. Recordad a los campeones en los juegos Olímpicos en Grecia y Roma: se les entregaba como premio una corona de laurel, con el objetivo de destacar la calidad de esa persona en un determinado ámbito.

Para el yo poético, su madre es el ser más importante de todos, y siempre será la mejor, a la que más quiera. De ahí la aparición del laurel.

Todas las personas existimos porque hemos tenido una madre que nos ha parido y ha estado nueve meses aguantándonos en su vientre. Algo tan trascendental como la propia existencia personal tiene un origen material y concreto. De ahí que el léxico existencial (el ser) esté acompañado de verbos de transacción (me DIO a mí el ser). El proceso vital tiene su origen en la madre. La madre nos algo tan valioso como es la vida.

Al igual que sucedía al final de la primera estrofa, en los últimos versos del estribillo se aludirá a la música (a la canción) como producto o medio para manifestar nuestros sentimientos más auténticos sobre la realidad: Madrecita María del Carmen, hoy te canto esta bella canción, con ella te brindo mi cariño.

El brindis es una metáfora que hace referencia aquellas cosas que son dignas de celebrar y exaltar. La existencia de una madre que nos quiere mucho da sentido a nuestra vida y eso siempre es motivo de festejo y ensalzamiento. Las cosas buenas hay que disfrutarlas y valorarlas al máximo.

El yo poético aprovechará para ponerse nostálgico y recordar una escena de su pasado: Y lo mismo que cuando era un niño, en mis labios pongo el corazón.

Normalmente, los niños pequeños manifiestan el amor maternal mediante estímulos corporales (besos, caricias, abrazos…). Cuando un chaval crece no suele ser tan mimoso y su capacidad de expresar corporalmente el amor maternal disminuye, debido a ciertos pudores.

Cuando un hijo se hace mayor le da cierto reparo y vergüenza hacer cosas como dar besos y abrazos a su madre, pues le puede parecer demasiado noño o empalagoso. Al protagonista de esta copla no le importa seguir portándose como un niño y de vez en cuando manifestar el amor hacia su madre mediante besos y abrazos, aunque tenga que pecar de ser infantil o demasiado apegado a la madre.  

En la segunda estrofa la voz poética describe el amor que siente hacia su madre recurriendo a una comparación extraída del mundo natural: de rocío se llenan las flores que en la noche bella beben sin cesar, y mi alma se llena de amores cuando pienso en ella y empieza a cantar

Al igual que las flores se encuentran cubiertas de rocío por la baja temperatura de la noche, el corazón del yo poético se encuentra cubierto de cariño y amor cuando piensa en la madre. Ante un estímulo, ya sea natural (frío) o humano (el cante), se producen respuestas, ya sean naturales (rocío) o humanas (sentimiento de amor).

Por lo tanto, el amor humano-maternal es algo que forma parte de la naturaleza de la realidad y de la vida. Es algo puro, auténtico, bello. De ahí que recurra al mundo natural para describir el amor que siente por la madre. Ese mundo natural se verá reforzando y embellecido por las personificaciones (que en la noche bella, [las flores] beben sin cesar).

Un elemento no humano (flores) realiza una acción que es propia de personas (beber, en este caso, rocío). Todo esto dota de sensualidad a la composición y permite equiparar el funcionamiento del amor humano, con el funcionamiento de los ciclos y fenómenos de la Naturaleza. La Naturaleza es tan bonita y paradisíaca como el amor de una madre a un hijo. El amor funciona de manera paralela a la Naturaleza.

Aunque no se plasme de manera perfecta y simétrica, el paralelismo conceptual se ve enmarcado por un paralelismo sintáctico: sujeto + (mi alma/las flores), + verbo pronominal (se llenan) + complemento suplemento (de rocío/de amores) + oración subordinada (que en la noche bella…/cuando pienso en ella).

Al final de la segunda estrofa volvemos a encontrar referencias a la música. El hecho de que se hable de música y de arte dentro de una composición artística y musical (como es una copla) se conoce como metamúsica (la música dentro de la música, se recogen reflexiones musicales dentro de una composición musical).

En esta ocasión, la música queda retratada y descrita con una metáfora-personificación: Y la copla hecha golondrina se pone a volar. La canción se representa con la imagen de una golondrina, que vuela los cielos y se difunde por el medio, hasta llegar al receptor, en este caso, la madre: Y llegando hacia mi madre se reclina

Se da una visión vitalizadora y comunicativa de la música y de la copla. Toda obra artística porta emociones, contenidos y sentimientos. Mediante la música se pueden decir muchas cosas (en este caso, cuánto quieres a una madre).

Las canciones contienen mensajes humanos que forman parte de un círculo comunicativo (hay un emisor, un receptor, un medio de transmisión). Por eso, un elemento inerte, como es una copla, se representa de manera motriz y vivificada (se pone a volar, se reclina), ya que contiene un mensaje que resulta muy importante en nuestra vida particular.

En los últimos versos es la madre la que aparece descrita de una forma sensual y colorida, mediante metáforas floridas: Y en sus brazos de azucena y clavelina, es mi alma la que se pone a volar.

Los brazos de la madre son representados como si fueran flores. Ya sabéis lo que significan las flores: belleza, color, alegría, vitalidad, ganas de vivir, placer. Una madre nos da la vida, y por eso, nunca la podemos apartar de nuestros pensamientos y de nuestra mente.

Cuando quieres a una persona, siempre estará dentro de ti y formará parte de tus recuerdos, sueños e imaginaciones. Con el término realidad no solo designamos lo vivido (en su sentido físico y objetivo), sino también lo imaginado, lo soñado, lo recordado, lo pensado. Recordad la visión manriqueña de la vida: formar parte de la vida significa formar parte de la mente de otro (aunque ya no estés).

El polisíndeton conecta y engancha los diferentes elogios y reflexiones, dando emotividad al discurso: Y la copla hecha golondrina…/Y llegando hacia mi madre…/Y en sus brazos de azucena…

Las estrofas están formadas por la unión de un serventesio (10A 12B 10A 12B) y un cuarteto (16A 12B 12B 12A).

Los serventesios son 4 versos de arte mayor en los que rima primero con tercero y segundo con cuarto, mientras que en los cuartetos rima primero con cuarto y segundo con tercero.

Los estribillos están formados por un serventesio (10A 10B 10A 14B) y un cuarteto (10A 10B 10B 10A), separados por el vocativo decasílabo que queda libre (Madrecita María del Carmen).