domingo, 2 de mayo de 2021

Madrecita María del Carmen: un homenaje a la mujer que nos dio la vida en este domingo tan especial

Aprovechando que hoy es el primer domingo de mayo, día de la madre, he elegido una canción que viene como anillo al dedo, para homenajear a aquellas mujeres que nos han dado la vida: Madrecita María del Carmen

El tema fue compuesto por José María García Escobar para su hermano Manolo Escobar en el año 1960. El yo poético cantará y venerará a la figura materna, en un halo de optimismo y alegría, que no está reñido con el carácter emotivo y sentimental que requiere todo poema de elogio y exaltación.

Lo bonito es hacer homenajes a una persona cuando está viva, para que podamos disfrutar de ella y ella pueda disfrutar de nosotros. Eso es lo que le pasaba a Manolo Escobar durante sus conciertos. Al artista almeriense le encantaba llevarse a su madre a sus espectáculos, y en algún momento cantarle esta copla.



Yo quisiera decirle a la gente
lo que mi alma siente cuando pienso en ti.
Un amor que te besa en la frente,
dulce y sonriente, contento y feliz.
Madrecita María del Carmen, en mi corazón
se me vuelve tu querer cante campero
y cantando te digo cuánto te quiero,
flor bendita de mi vida y mi ilusión.

Un altar llevo en mi pecho ardiente
a la madre que me dio a mí el ser.
A esa mujer tan buena y valiente,
de inmaculada frente ceñida de laurel.
Madrecita María del Carmen,
hoy te canto esta bella canción.
Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño
en mis labios pongo el corazón

De rocío se llenan las flores,
que en la noche bella beben sin cesar.
Y mi alma se llena de amores
cuando pienso en ella y empiezo a cantar.
Y la copla hecha golondrina se pone a volar.
Y llegando hacia mi madre se reclina,
y en sus brazos de azucena y clavellina
es mi alma la que se pone a soñar.

Un altar llevo en mi pecho ardiente
a la madre que me dio a mí el ser.
A esa mujer tan buena y valiente,
de inmaculada frente ceñida de laurel.
Madrecita María del Carmen,
hoy te canto esta bella canción.
Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño
en mis labios pongo el corazón

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A lo largo del poema predominan las formas verbales en tiempo de presente de indicativo (siente, pienso, besa, vuelve, digo, llevo, canto, brindo, pongo, llenan, beben, pone, reclina, es, empiezo). Esto acentúa el vitalismo de la composición, creando una atmósfera de felicidad y éxtasis, ya que la madre está viva y el yo poético disfruta de su amor en el momento de cantar.

El mensaje que nos transmite esta copla es muy claro: hay que disfrutar en todo momento de aquello que nos proporciona la vida (en este caso del amor maternal).

Las cosas no son eternas y mientras duran hay que valorarlas y disfrutar de ellas. El presente de indicativo marca el aquí y el ahora. Lo importante es que la madre vive y mientras eso pase, hay que aprovecharlo al máximo.

Como veis, en este poema predomina una visión renacentista de la vida y de la realidad, muy en la línea del Carpe diem.

El yo poético se apoya en la composición para demostrar que quiere mucho a su madre y expresa lo feliz que se encuentra por poder disfrutar de ella. Cuando estamos contentos, alegres, felices, queremos compartir nuestra plenitud con los demás: Yo quisiera decirle a la gente lo que mi alma siente cuando pienso en ti

El uso del subjuntivo (quisiera) es una forma de manifestar la inefabilidad: el amor hacia la madre es tan grande, tan intenso que cuesta manifestarlo con palabras (recordad lo que hablamos del placer místico).

La voz lírica va a intentar homenajear a la madre, decirle todo lo que siente y demostrar su amor hacia ella. Hacer todo eso con el lenguaje es bastante difícil. Él no sabe si le va a salir bien o le va a salir a salir mal. Las intenciones son buenas, pero no sabemos qué tal se materializarán mediante la palabra. De ahí el uso del imperfecto de subjuntivo (quisiera).

Las pretensiones están claras: el yo quiere decirle a la madre “te quiero”, pero no sabe si las palabras serán las efectivas, ya que el amor es tan verdadero y tan grande que no hay sílabas suficientes. El subjuntivo representa esa imposibilidad o dificultad de poder hacer realidad nuestros sentimientos mediante la expresión lingüística.

El protagonista quiere compartir con el receptor el amor que tiene hacia ese ser que le dio la vida. Es una forma de engrandecer e intensificar el sentimiento, haciendo público una serie de emociones íntimas y personales. Decirle a los demás que queremos a una persona es una forma de demostrar que nuestro amor es grande, verdadero…

Pensad por ejemplo en las personas que van a la televisión a hacer homenajes a sus seres queridos (programas como Lo que necesitas es amor, Sorpresa sorpresa). A veces, el amor es tan intenso que todo nos parece poco y somos capaces de hacer determinadas locuras como hacer partícipe a terceros de nuestra intimidad.  

En este caso, se convierte a una persona anónima, discreta, no conocida (como fue María del Carmen, madre de Manolo Escobar) en alguien conocida y famosa, al ponerla en el centro lírico del poema. Mucha gente conoció la figura de María del Carmen gracias a esta canción. Los hermanos Escobar querían tanto a su madre que sintieron la necesidad de hacer una canción sobre ella y darla a conocer, para que la gente viera lo importante que esta mujer era en sus vidas.

El yo va a intentar definir el amor que siente hacia su madre con la personificación sensorial: un amor que te besa en la frente.

Un elemento abstracto e inmaterial (sentimiento de amor) es tratado de forma material, como si fuera un sustantivo concreto, con connotaciones personales. Podríamos decir que se ha producido una fusión de la persona (madre) con el sentimiento (amor hacia el hijo).

Las personas son definidas por sus sentimientos, por sus pensamientos y no por otros aspectos triviales. Eso es lo que da valor y dignidad a las cosas. Por eso, el sentimiento es personificado (un amor que te besa…) y va acompañado de una enumeración distribuida en dos bimenbraciones con adjetivos calificativos que sugieren sensaciones humanas de bienestar, cariño y placer: un amor dulce y sonriente, contento y feliz. Este tipo de adjetivos elogiosos positivos contribuye a ensalzar la figura materna.

Mediante el vocativo (madrecita María del Carmen” el protagonista se dirige a la madre convirtiéndola en receptora de las palabras y en el foco de atención de la composición.  El diminutivo da un carácter afectivo a la expresión (madrecita).

A veces, estos vocativos adquieren tintes metafóricos que tienen como objetivo vitorear a la madre y presentarla ante los demás de una manera agradable y bonita (flor bendita de mi vida y de ilusión).

La madre se identifica con una flor. La flor representa el color, la alegría, la belleza, la primavera. El amor de la madre nos da energía, vitalidad, fuerza y nos permite configurar uno de los momentos más felices y placenteros de nuestra vida.

Como el yo poético es un trasunto de Manolo Escobar, y este es un cantante-intérprete, la música va a servir de excusa, de pretexto, de medio, de punto de partida, de canal, para expresar el amor hacia su madre. Todo esto se expresa con la metamorfosis artística de la realidad: en mi corazón se me vuelve tu querer cante campero, y cantando te digo cuanto te quiero.

Cuando un poeta/músico/escultor/pintor elabora un producto, toma como fuente de inspiración la realidad (en este caso, el amor hacia la madre) y con ese material real elabora un producto artístico (en este caso, una canción). Por eso, el amor hacia la madre se convierte en cante (tu querer se vuelve cante campero).

El hecho de componer una canción sobre una madre es una forma de agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros y expresarle nuestro amor. La intensidad amatoria se manifiesta en el cuantificador (CUÁNTO te quiero)

El arte sale de las entrañas y de los sentimientos del artista, tal como se refleja en la metáfora: en mi corazón…. El corazón simboliza las pasiones, los sentimientos auténticos y verdaderos de cada persona. El arte es VERDAD.

En este segmento de la canción predominan los sonidos oclusivos velares sordos que conforman una leve aliteración (CANte, CAMpero, CANtando, CUÁNto, QUIEro). Es una forma de remarcar la emotividad y dar musicalidad a esta parte del tema, ya que es una declaración de intenciones: el yo poético está justificando de forma explícita el sentido del tema: el objetivo es decirle a la madre, delante de todo el mundo, que la quiere mucho.

El sonido /k/ se articula pegando la lengua al velo del paladar. El velo del paladar es una de las partes más sensibles de la boca. Todo esto ayuda a afectar la voz y que el propio cantante se emocione cantando.

En ocasiones, la madre aparece descrita con imágenes sacras: Un altar llevo en mi pecho ardiente a la madre que me dio a mí el ser.

Los altares son estructuras consagradas al culto religioso, sobre los cuales se hacen ofrendas y recitan oraciones (a Dios, a la Virgen, a los santos). El yo poético elava a la madre a la categoría de Diosa, la cual queda asociada al altar.

Ya os he comentado en alguna ocasión que las imágenes lumínicas y caloríficas, en el lenguaje de la mística, están ligadas a la pasión, al fervor amoroso. De ahí que se diga que el pecho del protagonista esté “ardiente”, queme.

El yo poético ama a su madre, la idolatra, quiere estar unido a ella (como en la mística, el alma con Dios). El calor es una metáfora del amor más intenso.

A lo largo del estribillo se suceden adjetivos de corte elogioso (a esa mujer tan buena y valiente) y se recurre a la simbología popular (de inmaculada frente ceñida de laurel)

El color blanco (inmaculado) simboliza la pureza, la bondad, la perfección, la ausencia de pecado. La madre se presenta como un ser perfecto y trascendental (y así seguimos con el paralelismo de madre-diosa). A los hijos les cuesta ver los errores e imperfecciones de sus madres, ya que una madre, para nosotros, siempre va a ser perfecta.  

El laurel simboliza la grandeza, lo sublime, la excelencia. Recordad a los campeones en los juegos Olímpicos en Grecia y Roma: se les entregaba como premio una corona de laurel, con el objetivo de destacar la calidad de esa persona en un determinado ámbito.

Para el yo poético, su madre es el ser más importante de todos, y siempre será la mejor, a la que más quiera. De ahí la aparición del laurel.

Todas las personas existimos porque hemos tenido una madre que nos ha parido y ha estado nueve meses aguantándonos en su vientre. Algo tan trascendental como la propia existencia personal tiene un origen material y concreto. De ahí que el léxico existencial (el ser) esté acompañado de verbos de transacción (me DIO a mí el ser). El proceso vital tiene su origen en la madre. La madre nos algo tan valioso como es la vida.

Al igual que sucedía al final de la primera estrofa, en los últimos versos del estribillo se aludirá a la música (a la canción) como producto o medio para manifestar nuestros sentimientos más auténticos sobre la realidad: Madrecita María del Carmen, hoy te canto esta bella canción, con ella te brindo mi cariño.

El brindis es una metáfora que hace referencia aquellas cosas que son dignas de celebrar y exaltar. La existencia de una madre que nos quiere mucho da sentido a nuestra vida y eso siempre es motivo de festejo y ensalzamiento. Las cosas buenas hay que disfrutarlas y valorarlas al máximo.

El yo poético aprovechará para ponerse nostálgico y recordar una escena de su pasado: Y lo mismo que cuando era un niño, en mis labios pongo el corazón.

Normalmente, los niños pequeños manifiestan el amor maternal mediante estímulos corporales (besos, caricias, abrazos…). Cuando un chaval crece no suele ser tan mimoso y su capacidad de expresar corporalmente el amor maternal disminuye, debido a ciertos pudores.

Cuando un hijo se hace mayor le da cierto reparo y vergüenza hacer cosas como dar besos y abrazos a su madre, pues le puede parecer demasiado noño o empalagoso. Al protagonista de esta copla no le importa seguir portándose como un niño y de vez en cuando manifestar el amor hacia su madre mediante besos y abrazos, aunque tenga que pecar de ser infantil o demasiado apegado a la madre.  

En la segunda estrofa la voz poética describe el amor que siente hacia su madre recurriendo a una comparación extraída del mundo natural: de rocío se llenan las flores que en la noche bella beben sin cesar, y mi alma se llena de amores cuando pienso en ella y empieza a cantar

Al igual que las flores se encuentran cubiertas de rocío por la baja temperatura de la noche, el corazón del yo poético se encuentra cubierto de cariño y amor cuando piensa en la madre. Ante un estímulo, ya sea natural (frío) o humano (el cante), se producen respuestas, ya sean naturales (rocío) o humanas (sentimiento de amor).

Por lo tanto, el amor humano-maternal es algo que forma parte de la naturaleza de la realidad y de la vida. Es algo puro, auténtico, bello. De ahí que recurra al mundo natural para describir el amor que siente por la madre. Ese mundo natural se verá reforzando y embellecido por las personificaciones (que en la noche bella, [las flores] beben sin cesar).

Un elemento no humano (flores) realiza una acción que es propia de personas (beber, en este caso, rocío). Todo esto dota de sensualidad a la composición y permite equiparar el funcionamiento del amor humano, con el funcionamiento de los ciclos y fenómenos de la Naturaleza. La Naturaleza es tan bonita y paradisíaca como el amor de una madre a un hijo. El amor funciona de manera paralela a la Naturaleza.

Aunque no se plasme de manera perfecta y simétrica, el paralelismo conceptual se ve enmarcado por un paralelismo sintáctico: sujeto + (mi alma/las flores), + verbo pronominal (se llenan) + complemento suplemento (de rocío/de amores) + oración subordinada (que en la noche bella…/cuando pienso en ella).

Al final de la segunda estrofa volvemos a encontrar referencias a la música. El hecho de que se hable de música y de arte dentro de una composición artística y musical (como es una copla) se conoce como metamúsica (la música dentro de la música, se recogen reflexiones musicales dentro de una composición musical).

En esta ocasión, la música queda retratada y descrita con una metáfora-personificación: Y la copla hecha golondrina se pone a volar. La canción se representa con la imagen de una golondrina, que vuela los cielos y se difunde por el medio, hasta llegar al receptor, en este caso, la madre: Y llegando hacia mi madre se reclina

Se da una visión vitalizadora y comunicativa de la música y de la copla. Toda obra artística porta emociones, contenidos y sentimientos. Mediante la música se pueden decir muchas cosas (en este caso, cuánto quieres a una madre).

Las canciones contienen mensajes humanos que forman parte de un círculo comunicativo (hay un emisor, un receptor, un medio de transmisión). Por eso, un elemento inerte, como es una copla, se representa de manera motriz y vivificada (se pone a volar, se reclina), ya que contiene un mensaje que resulta muy importante en nuestra vida particular.

En los últimos versos es la madre la que aparece descrita de una forma sensual y colorida, mediante metáforas floridas: Y en sus brazos de azucena y clavelina, es mi alma la que se pone a volar.

Los brazos de la madre son representados como si fueran flores. Ya sabéis lo que significan las flores: belleza, color, alegría, vitalidad, ganas de vivir, placer. Una madre nos da la vida, y por eso, nunca la podemos apartar de nuestros pensamientos y de nuestra mente.

Cuando quieres a una persona, siempre estará dentro de ti y formará parte de tus recuerdos, sueños e imaginaciones. Con el término realidad no solo designamos lo vivido (en su sentido físico y objetivo), sino también lo imaginado, lo soñado, lo recordado, lo pensado. Recordad la visión manriqueña de la vida: formar parte de la vida significa formar parte de la mente de otro (aunque ya no estés).

El polisíndeton conecta y engancha los diferentes elogios y reflexiones, dando emotividad al discurso: Y la copla hecha golondrina…/Y llegando hacia mi madre…/Y en sus brazos de azucena…

Las estrofas están formadas por la unión de un serventesio (10A 12B 10A 12B) y un cuarteto (16A 12B 12B 12A).

Los serventesios son 4 versos de arte mayor en los que rima primero con tercero y segundo con cuarto, mientras que en los cuartetos rima primero con cuarto y segundo con tercero.

Los estribillos están formados por un serventesio (10A 10B 10A 14B) y un cuarteto (10A 10B 10B 10A), separados por el vocativo decasílabo que queda libre (Madrecita María del Carmen).

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