miércoles, 24 de mayo de 2023

El hijo del ganadero: cumplir un sueño propio a costa de romper otro ajeno

La copla que vamos a analizar hoy puede concebirse como una especie de lección moral para aquellos padres que proyectan sobre sus hijos esos deseos, ilusiones, expectativas, planes de vida o sueños, que por diferentes circunstancias, no pudieron cumplir de jóvenes. Hay veces que los progenitores, de forma inconsciente y desde la buena voluntad, se empeñan en querer dirigir la vida de sus retoños e incitarles a hacer aquellas cosas que a ellos les hubiera gustado materializar cuando tenían la misma edad

Un mecanismo de defensa habitual del ser humano es reparar las frustraciones propias a través de la descendencia. Y si por ejemplo un padre no pudo en su día estudiar medicina, ser un buen futbolista o comprarse un adosado en Marbella, pues intenta cumplir y vivir esos sueños a través de la generación siguiente. Y muchos hijos, por complacer a los padres, dejan de lado sus verdaderas pasiones e intereses para dedicarse a algo que no les gusta y así tener contenta a la figura que les dio la vida.

La canción de hoy nos muestra que proyectar nuestros sueños en los hijos es un error, y puede tener terribles e irreparables consecuencias en la vida de toda la familia. Es lo que le sucede al personaje del padre en este conocido pasodoble que tan bien interpretó Antoñita Peñuela: El hijo del ganadero. Fue compuesto por los maestros Segovia y San Julián a finales de los 60.



El hijo del ganadero

No quiso ser matador
Y aunque el padre lo obligaba
Al muchacho le faltaba valentía y corazón
Un día en un tentaero
Se revistió de valor
Y su capote torero
Mil filigranas bordó
La gente aplaudía
Y el padre clamaba alta emoción

Olé, olé chiquillo mío
Rayito desprendío
Del sol de Andalucía
Olé, arrímate a las fieras
Que aquí estoy a tu vera
Pa verte triunfar un día
Que se calle el graderío
Y que sepa el mundo entero
Que está honrando su apellío
El hijo del ganadero
Olé olé mi vía, rayito desprendío
Del sol de Andalucía

Mi niño es el más toreo
Decía con vanidad
Pero una tarde de oro
En las astas de un mal toro
Se quedó un pobre chaval
Ya tienes lo que querías
No vayas padre a llorar
Y di con altanería
Que he muerto de una corná
El padre lloraba y el remordimiento
Le mortificaba

Olé, olé chiquillo mío
Rayito desprendío
Del sol de Andalucía
Olé, arrímate a las fieras
Que aquí estoy a tu vera
Pa verte triunfar un día
Que se calle el graderío
Y que sepa el mundo entero
Que está honrando su apellío
El hijo del ganadero
Olé olé mi vía, rayito desprendío
Del sol de Andalucía
.......................................................................

El pasodoble cuenta la historia de un joven que se mete a torero, no por pasión o vocación, sino por presión e influencia de su padre, que quería tener un hijo torero. Finalmente, el chaval accede a los deseos paternos, y sin quererlo realmente, se lanza al mundo de las corridas, hasta que un mal día es herido mortalmente por una cornada. El desenlace trágico provocará remordimientos en el padre, ya que si él no le hubiera obligado a torear nada de eso habría pasado.

En la primera estrofa habla un narrador omnisciente en tercera persona que hace el planteamiento de la historia: “El hijo del matadero no quiso ser matador, aunque el padre le obligaba…”

El poder e influencia del padre es enorme, tan grande, que acaba anulando y eclipsando al hijo, el cual no tiene ni nombre. Simplemente se le designa a partir de una paráfrasis o circumloquio (el hijo del ganadero…). Está claro que el chaval está a la sombra del padre…se le conoce por ser hijo de este señor, en lugar por ser su propia esencia. El padre marca y dirige la vida de su hijo, el cual tiene poco poder de decisión en el pasodoble.

La negación del verbo de voluntad marca de forma contundente la no predilección del muchacho por el mundo del toreo: “No quiso ser matador”. Esa profesión no le gusta, no le llena, no le satisface, pero su padre se la acaba imponiendo tal como se expresa en la oración concesiva: “Aunque el padre le obligaba…”.

Podríamos decir que el hijo ha tomado un camino en su vida que no es el deseado, pero lo hace por complacer a su padre. No tiene ni la ilusión ni las cualidades que se necesitan para ser un torero, tal como se expresa en la bimembración: Al muchacho le faltaba valentía y corazón. No lleva en la sangre el mundo taurino, no tiene alma de torero, no tiene la gallardía que hay que tener para ponerse delante de un toro y jugarse la vida. No cumple con los requisitos que debe tener un matador. 

Se dice que las pasiones humanas son innatas, se llevan de una forma natural e inherente. El chico las va a desarrollar de una forma postiza, artificial, impostada, por influencia externa (del padre). Y cuando una cosa se hace forzada y por obligación del entorno, no suele traer buenos resultados, ni para el cuerpo ni para el alma. Tened en cuenta que el padre le está imponiendo un proyecto de vida al hijo que no le gusta…no quiere ser matador. Se supone que una persona debe dedicar su vida a algo que le apasione y sea de su interés. Menuda amargura levantarse cada mañana para hacer algo que no te guste!!!!

Lo que está claro es que el muchacho da el paso adelante en la profesión taurina, pero sin estar muy convencido. Solo por el padre: “Un día en un tentadero se revistió de valor”. El verbo revestir implica que cubres tu propia esencia/personalidad/alma/originalidad y te pones encima otros elementos distintos, que no tienen nada que ver contigo. El valor no es una cualidad inherente al chico, pero el chico hace un sobreesfuerzo y lo adquiere de una manera fingida, falsa, postiza, artificial. No es una valentía natural la que adopta en ese tentadero. Es una valentía ficticia, planificada, provocada por el entorno social y familiar. 

Por cierto, un tentadero, para aquellos que no lo sepan, es un corral o plaza pequeña donde se hace la tienta de becerros, es decir, se comprueba la bravura de las crías de las vacas, para su posterior toreo. Muchos aprendices o toreros novatos utilizan los tentaderos para ponerse a prueba y practicar.

La personificación de los instrumentos de toreo es una manera de realzar el esfuerzo que hace el chaval por adaptarse a un mundo que no es el suyo: “Y su capote torero, mil filigranas bordó”. Este verso se refiere a los movimientos ornamentales y vistosos que se hace con la capa de tela, a la hora de lidiar y engañar al toro.

A pesar de estar haciendo algo que no le llena, los resultados son buenos: “La gente aplaudía”. El hecho de que una cosa no te apasione, no quiere decir que se haga mal o sea de peor calidad. Hay muchos profesionales que están ejerciendo un oficio que no les satisface, y con esfuerzo y trabajo, han conseguido importantes logros. Lo mismo que este chaval que sin tener alma de torero está recibiendo las aclamaciones y aplausos del público por su buen hacer. Es verdad que todo esto no se consigue de una forma feliz y natural, pero eso al padre eso le da igual. El padre lo que quiere es ver a su hijo toreando, y ya lo tiene: “Y el padre clamaba con altanería: Olé olé chiquillo mío”. Se supone que para el padre tener un hijo torero es símbolo de prestigio, superioridad, de reputación. Eso le hace sentirse por encima de los demás. Tener un hijo torero es algo muy importante, y más en esa época.

En el estribillo, el padre se convierte en voz poética y se dedica a aclamar, exaltar, y vitorear a su hijo: “Olé chiquillo mío, rayito desprendido del sol de Andalucía”. El diminutivo (chiquillo, rayito) da un carácter afectivo al discurso, de amor paterno-filial. El padre está orgulloso de su hijo, se siente feliz al verlo triunfar en las corridas. Esos olés son una interjección de celebración, de victoria. Lo que el padre quería (tener un hijo torero) ya lo ha conseguido. Por eso, ese tono triunfal del estribillo. De todas formas, esto también tiene una parte triste. El padre está orgulloso de su hijo no por cómo es, ni por su persona, ni por el hecho de existir…lo tiene en un pedestal porque está haciendo algo que es de su agrado. Si el chaval se hubiera dedicado a otra profesión, seguro que no habría tantos elogios al chiquillo.

El padre representa a su hijo de forma metafórica elogiosa: “Rayito desprendido del sol de Andalucía”. El Sol es el astro que da luz, rige el devenir del día, preside el cielo…se está identificando al hijo con un elemento natural trascendental. Con el mismísimo astro rey. El padre tiene a su hijo en un pedestal, lo eleva, lo magnifica…y todo porque es torero. El padre valora a su hijo por lo que hace, y no por lo que es. Muy triste esta parte de la canción aunque la melodía del pasodoble sea alegre.

El yo se muestra tan extasiado y eufórico, que no para de animar a su hijo a que se acerque al peligro mediante el imperativo: “Arrímate a la fiera, que aquí estoy a tu vera para defender tu vida”. Al fin y al cabo, ser torero es un oficio de alto riesgo y vemos a un padre con una actitud de placer cuando su hijo está coqueteando con la muerte. Haber cumplido su sueño es mucho más importante que la vida del chaval. Luego, cuando suceda la desgracia, nos acordaremos de este momento que el padre le anima a arrimarse al toro.

Además, en estos versos se refleja muy bien la idea de que los toros se ven mejor desde la barrera. Ahí sentado en las gradas, fuera del peligro, es muy fácil animar, jalear, desear suerte, decirle al torero que se acerque más, que todos están con él. Como el padre no es el que está toreando, pues se permite ese lujo de adoptar esa postura frívola y festiva. Así cualquiera. El que se la juega es el hijo. Él solo está ahí para celebrar y disfrutar de la escena.

El padre cede el protagonismo al hijo en esta parte de la copla. Quiere que se lleve todos los honores: “Que se calle el graderío y que sepa el mundo que está honrando su apellido”. Es una forma de homenajear al chaval y agradecerle todo el empeño que ha puesto en cumplir la ilusión paterna. Realmente, el padre quiere tener a un hijo torero por una cuestión de egolatría, soberbia, engreimiento, arrogancia, altivez (como queráis llamarlo). Busca engordar el honor de la familia, tener un hijo conocido y admirado, que todo el mundo hable de él y de lo bien que lo hace, y así el apellido luzca y brille por todas las plazas de toros.  

Ya os dije que normalmente cuando un padre proyecta en sus hijos sus propios sueños y deseos es porque quiere resolver las frustraciones generadas en etapas pasadas de su vida. A él le hubiera gustado dedicare al toreo y no pudo, pues entonces lo vive a través de su hijo.

Al inicio de la segunda estrofa, vuelve el narrador omnisciente, el cual introduce en estilo directo palabras del padre: “Mi niño es el más torero, decía con vanidad…”

Si os fijáis, a lo largo de la copla encontramos palabras relacionadas con la altivez (vanidad, altanería, honrando…). El padre solo busca que los demás tengan una opinión positiva de la familia, crearse una imagen modélica y admirada a través de su hijo. En definitiva: prestigio, reputación…

Se usa el grado comparativo de superioridad para colocar las cualidades del hijo en una posición elevada respecto a otros elementos de la misma clase: el más torero. Su hijo es el mejor de entre todos los toreros. Más vanidoso no se puede ser…jajjajaja

En toda historia trágica asistimos a un giro radical de los acontecimientos, a un punto de inflexión de la historia, que hace que uno de los personajes pase de un estado de fortuna a un estado de desgracia. Este acontecimiento se produce en mitad de la segunda estrofa: “Pero una tarde de toros en las astas de un mal toro se quedó el pobre chaval”

La conjunción adversativa marca el cambio de fortuna (pero). Este hecho trágico se produce dentro de la cotidianidad (una tarde de toros). Ocurrió un día cualquiera de los que toreaba el chavalillo. Es lo que tiene este oficio. Te expones al peligro continúo y en cualquier momento te puede pasar lo inevitable.

La tragedia se produce de una forma rápida, lacónica, sin titubeos. En un solo verso: “Se quedó el pobre chaval”. El adjetivo valorativo (pobre) enfatiza el componente victimista del hijo en esta historia. Él no es el culpable de lo que ha pasado, y sin embargo, es el que va a salir perdiendo. Uno de los rasgos de la tragedia es ese: se lleva la peor parte una persona que no lo merece. El precio y el castigo que paga es muy alto. En este caso, la propia vida. El toro le pega la cornada, y al otro barrio. El adjetivo subjetivo (“mal toro”) enfatiza al agente causante de la muerte. No obstante, aunque el toro sea el causante directo de tanto dolor, hay otra persona detrás de esta muerte, y es el padre. Si él no hubiera insistido ni le hubiera obligado, el chaval no hubiera muerto.

En los últimos versos de la segunda estrofa el hijo toma la palabra y se dirige al padre en un tono sarcástico, responsabilizándolo de lo que ha pasado: Ya tienes lo que querías, no vayas padre a llorar, y di con altanería que he muerto de una cornada”.

Ironías de la vida. Quería a un hijo torero por el honor que suponía…pues ahora va a poder disfrutar de ese honor, pero con el hijo muerto. La familia va a tener fama, prestigio, todo el mundo lo va a recordar por su trágico final…pero ya no va a poder ver a su retoño nunca más. Con el adverbio de simultaneidad (ya) y la segunda persona (tienes), se enfatiza la ilusión y el deseo cumplido (el honor), pero a un precio muy alto (muerte del hijo). Como es lógico, el padre no quería un desenlace así. Parece que el destino le ha castigado por su prepotencia y altanería. Las tragedias suelen castigar ese tipo de actitudes ególatras. ¿No quieres caldo? Pues toma tres tazas jajajjaa. Honor culminado, proyecto vital materializado, ha alcanzado la cumbre del éxito y del prestigio…. Todo lo que quería lo tiene. No tiene sentido lamentarse y ponerse a llorar ahora por eso. Eran los riesgos que se corrían.

Mediante el imperativo negado (no vayas padre a llorar) el hijo pide coherencia al padre. Resultaría contradictorio ponerse a llorar cuando él debería saber de sobra los riesgos que conlleva ese oficio. Un torero se juega la vida en cada corrida y un desenlace trágico puede ser una de las opciones posibles. No es que se muera en torero todos los días, pero puede pasarte. Por lo tanto, es absurdo lamentarse por eso. Si tanto ha insistido con lo de tener un hijo torero, hay que asumir lo bueno (fama, orgullo, honra), pero también la cara amarga (cogida, accidente, cornada, posible fallecimiento…).

El chaval, antes de morir, pide a su padre coherencia en sus principios. Si durante todo el pasodoble la postura del padre era la superioridad que sentía por tener un hijo torero, debe actuar en consecuencia y sentir ese mismo orgullo y sensación de plenitud por tener un hijo que ha muerto de asta de toro: “Di con altanería que he muerto de una cornada”.

Al final de la copla vuelve el narrador omnisciente que nos describe la reacción del padre mediante la personificación del sentimiento (el padre lloraba y el remordimiento le mortificaba). El mayor castigo es el sentimiento de culpabilidad, de haber hecho un daño irreparable, de perder algo que ya no se puede volver a recuperar, de no poder dar marcha atrás, y el arrepentimiento de haber tomado una decisión que ha condicionado la vida de otra persona. Por haber presionado e influenciado tanto a su hijo (obligándole a ser torero) ha ocurrido una desgracia. 

Las malas actuaciones se pagan caro, y ese sentimiento de culpa lo va a arrastrar toda su vida. Es el peor castigo que se puede llevar un personaje trágico. Un destino más cruel incluso que el del hijo que ha muerto. Vivir con ese peso es una penitencia en toda regla. 

Cada estrofa está formada por la combinación de 5 versos sin disposición (8- 8- 8a 8a 8-), una cuarteta (8a 8b 8a 8b) y un terceto (8a 8- 8a). El estribillo consta de una sextilla (8a 8a 8b 8c 8c 8b) y una septilla (8a 8b 8a 8b 8c 8a 8c)




miércoles, 10 de mayo de 2023

La copla sigue adelante: una reivindicación a la canción española, que está más viva que nunca

Esta semana he estado leyendo La comedia nueva o El Café de Leandro Fernández de Moratín, obra de teatro del siglo XVIII (Neoclasicismo). Los críticos literarios dicen que se trata de un texto metateatral. ¿Qué significa esto? Se utiliza el género dramático para hacer una reflexión sobre el propio género dramático, es decir, dentro de una obra teatral se habla del propio teatro. 

En el mundo de la canción española sucede algo parecido. Encontramos coplas que tienen como tema principal el género de la copla. Coplas que tratan sobre copla. Coplas que tienen como protagonista a la propia copla. En definitiva, poemas que sirven para homenajear y exaltar a nuestro folclore.

Ya os he comentado en alguna ocasión que los años ochenta y noventa fueron muy duros para la copla. La música anglosajona (especialmente el pop y el rock) y la canción melódica acapararon los puestos más altos de las listas de ventas. Eran los ritmos que se escuchaban en los medios de comunicación, las agendas culturales y los espectáculos teatrales. La copla quedó relegada al ostracismo más absoluto. 

Tened en cuenta que la copla fue la música que más se había escuchado durante los años de la dictadura franquista (1939-1975). Por tanto, cuando la gente oía hablar del término copla enseguida se le venían a la cabeza un sinfín de conceptos e ideas peyorativas (censura, falta de libertad, represión...). La canción andaluza, muy injustamente, tuvo que lidiar con el estigma y el sambenito de ser el género de masas en los años más polémicos de la historia reciente de España. 

Durante los primeros años de la democracia, fue bastante común que la gente adoptara un pensamiento rupturista y cambista: España necesita progresar, España tiene que modernizarse y equipararse al resto de Europa, el cambio debe ser radical, hay que desligarse de todos aquellos elementos que olieran a la dictadura, no debemos estancarnos en el mismo tipo de música...

La copla quedó encasillada como la música oficial del régimen franquista y perdió popularidad. Ya no se hacían espectáculos tan costosos como los de antes, apenas salían discos al mercado, la gente joven prefería escuchar “otros soniquetes”, las grandes folclóricas estaban retiradas o a punto de retirarse (Concha Piquer, Juanita Reina, Imperio Argentina…), y las más jóvenes fusionaron copla con balada (Rocío Jurado, Isabel Pantoja, la última Marifé).

En la radio y la televisión la canción española tradicional perdió fuelle. Muchos poetas no consiguieron adaptar sus letras al nuevo contexto histórico y político y sus canciones resultaban añejas y lejanas en el tiempo (sobre todo, para las nuevas generaciones, que veían en ellas un mundo que nada tenía que ver con la España del destape y la movida). 

Algunos músicos, con el fin de evitar la extinción del género, optaron por innovar en el plano melódico incorporando elementos procedentes de otros estilos musicales más exóticos y foráneos. Así surgió la denominada copla fusión, que no convenció a los más puristas. 

Para los eruditos de la copla, la canción española tal y como se entendía hasta entonces murió en los primeros años de la democracia. Otros prefirieron hablar de evolución/modernización (copla nueva). Lo que está claro es que los gustos y modas de la sociedad española habían cambiado una barbaridad. 

En un contexto de crisis y decadencia como este, surgieron canciones cuyo asunto principal giraba en torno a la propia copla. Algunas veces, el yo poético se lamentaba por la actitud de repudio: la copla ha sido maltratada injustamente, está malherida/muerta, se ha perdido la inspiración por parte de los poetas y músicos, la gente se avergüenza de la tradición, es una pena que un género tan nuestro sea denostado de esta manera...

En otros casos, la voz lírica se crecía ante la adversidad y la canción se convertía en un himno de exaltación y elogio a la copla: sigue más viva que nunca, es una muestra de la calidad musical y poética que hay en España, es puro sentimiento y pasión, no importa el paso de los años, hay que estar orgullosos de llevarla por bandera...

La canción que vamos a analizar hoy podría encuadrarse dentro de esta línea metacoplera. Se titula La copla sigue adelante. El autor es Rafael Rabay. En el año 1992, Gracia Montes la incorporó en su disco A rienda suelta




La copla, ave del tiempo

que no para de volar

la copla, estrella errante

que brillando siempre está

 

su abrigo es el capote de un torero

su rincón está en la pluma del poeta

y pasea por ese jardín florido

de las cuerdas de la guitarra flamenca

 

conmigo va a todas partes

la llevo siempre a mi lado

se lo mandó un día la vida

que fuera huella en mis pasos

 

la copla sigue adelante

no se detiene

 

es un gigante la copla

es el aire que respiro

es el barco que navega

por mi sangre y mi sentío

 

la copla sigue adelante,

no se detiene

 

nadie le vence a la copla

es el agua de mi surco

es el faro de mis mares

la llevo en lo más profundo

 

la copla es una llave

que abrió puertas al amor

la copla estuvo siempre

en un te quiero y un adiós

 

su abrigo es el capote de un torero

su rincón está en la pluma de un poeta

y pasea por ese jardín florío

de las cuerdas de la guitarra flamenca

 

conmigo va a todas partes

la llevo siempre a mi lado

se lo mandó un día la vida

que fuera huella en mis pasos

...............................................................

El objetivo de este poema es describir la copla como una realidad viva, que está presente en el corazón de muchas personas a pesar del contexto de decadencia. Las metáforas empleadas aluden a elementos que sugieren vitalidad, movimiento, naturaleza, eternidad ante el paso del tiempo: La copla, ave del tiempo que no para de volar, La copla, estrella errante que brillando siempre está. Para el yo poético, la copla no es un género muerto y olvidado. Se trata de una tendencia musical vigente, que forma parte de nuestra vida, al igual que el fluir de la Naturaleza (el ave, la estrella). La copla está presente en todas las épocas y contextos. 

El hecho de asociar la copla con un elemento astral (estrella) dota de valor y trascendencia al género. Los elementos de la esfera celeste son brillantes y lumínicos. Por lo tanto, resultan llamativos, generan fascinación, desde La Tierra los vemos bonitos y atractivos. Al ser inaccesibles (nadie puede tocar el cielo) se convierten en objetivos deseados y codiciados. Las cosas que nadie posee son las más caras.

Los conceptos astrales están vinculados con la eternidad. Normalmente, una estrella permanece durante miles de años alumbrando el cielo. Pasan las generaciones y siguen ahí. Con la copla pasa igual. A pesar del paso del tiempo, siempre hay alguien que la canta. El adverbio de frecuencia (brillando SIEMPRE está) y la perífrasis verbal negativa de cierre (NO PARA DE VOLAR) ayudan a configurar esta visión de la copla como algo infinito, esencial e inherente al mundo.

Ambas metáforas, tanto la del ave como la de la estrella, se insertan en estructuras en paralelismo: La copla + APOSICIÓN [ave/estrella]+ complemento [del tiempo/errante] + oración de relativo [que no para de volar/que brillando siempre está]

Las metáforas se encadenan, dando lugar a una alegoría con tintes personificados que realza diferentes aspectos musicales y literarios del género: Su abrigo está en el capote de un torero, Su rincón está en la pluma del poeta. 

El paralelismo distribuye los elementos de la caracterización: Posesivo (su) + nombre (abrigo/ rincón) + verbo (está) + circunstancial de lugar con complemento del nombre (en la pluma del poeta/en el capote de un torero).

Una parte importante del repertorio de la copla bebe del mundo taurino. De ahí la metáfora del capote. En muchas coplas se habla de la muerte de toreros (recordad canciones que ya hemos analizado como El maletilla), se describe el ambiente de la plaza durante la corrida (Viva el pasodoble) o se homenajean diferentes elementos de la tauromaquia (Caballo de rejoneo, de Isabel Pantoja). 

Además, en la copla no solo es importante la melodía (cuyo responsable es el compositor musical), sino también la elaboración literaria (que corre a cargo del poeta, autor de la letra). La combinación de una buena música, con un buen tratamiento retórico y lírico del tema (o historia) da como resultado una obra de arte. De ahí que se remarque la importancia de la pluma del poeta.

A lo largo del poema, la copla recibe un tratamiento personificado. Nos da la sensación de que el yo poético está describiendo a un ser humano, en vez de a un concepto abstracto y artificioso. Se eleva la cosa a la categoría de persona, para darle trascendencia y valor: Su abrigo, Pasea por ese jardín florido. 

Las metáforas no solo se aplican a la copla, sino a todos aquellos elementos que están relacionados directa o indirectamente con la copla, como pueden ser los instrumentos musicales: Pasea por ese jardín florido de las cuerdas de la guitarra flamenca

La disposición de las cuerdas de la guitarra se identifica con la configuración del follaje y la vegetación de los jardines (laberinto de cuerdas=laberinto de árboles y flores). Se trata de una metáfora preciosista, colorista y sensual, impregnada del tópico del Locus Amoenus. Se alude a un marco paisajístico idílico y placentero. La copla se inserta en este entorno natural típico de la égloga, con el objetivo de dar una visión idealizada, armónica y bella. La copla es un Paraíso. 

El yo poético se siente orgulloso de llevar la copla por bandera y no se avergüenza de ello: Conmigo va a todas partes, la llevo siempre a mi lado.  

El circunstancial de compañía (conmigo) y el verbo de desplazamiento (va) contribuyen a esa visión personificada de la copla como si fuera un ser vivo. Aunque la copla no sea una persona (se trata de un concepto, una abstracción, una entidad, un artificio creado por la mente humana), puede generar el mismo calor, la misma pasión, el mismo amor y el mismo hechizo que puede transmitir una persona.  

De hecho, el yo poético establece una relación de tú a tú, de fusión casi mística con la copla, gracias al circunstancial de compañía (conmigo) y de posición (a mi lado). El adverbio de frecuencia (siempre) y el circunstancial de lugar (a todas partes) dan un carácter omnipresente y eterno a la copla: está presente en todos los lugares y en todas las épocas. 

Nuestra propia vida, la realidad y el mundo circundante se convierten en fuente de inspiración para la copla. En la canción española aparecen reflejados sentimientos auténticos de los seres humanos (pena, amor, desamor, odio, desengaño...), se cuentan historias  que podrían darse perfectamente en un mundo real (traiciones, infidelidades, asesinatos, enamoramientos, muertes,…); se reflejan costumbres, ritos y tradiciones de una comunidad (miedo a la soltería, lo rico que está un buen cocido madrileño...). 

Los poetas de la copla parten de la realidad para imitarla, representarla, deformarla, criticarla o reírse de ella. En definitiva, crean mundos de ficción a partir de materiales reales. La interrelación copla-vida/ literatura-vida es más que evidente. Todo esto se expresa en la alegoría: Se lo mandó un día la vida que fuera huella en mis pasos. La vida proporciona inspiración para hacer coplas. Por lo tanto, toda canción refleja estados, emociones y experiencias de los seres humanos. 

En el estribillo, el yo poético hace una reivindicación y exaltación de la copla como entidad viva, que jamás morirá y con capacidad para perdurar por los siglos de los siglos: La copla sigue adelante, no se detiene. 

Cuando algo está en movimiento significa que está vivo. Ya lo decía Descartes: si la mente está activa (pensamiento) significa que estamos vivos. De ahí la alusión a verbos motrices (sigue, detiene) y adverbios de dirección (adelante). El hecho de avanzar implica evolución: la copla se va adaptando a los nuevos tiempos y contextos. Los defensores de la llamada copla nueva nunca hablan de la muerte de la copla, sino de evolución.

Con el fin de magnificar y dar visibilidad a la copla, las metáforas hacen referencia a elementos de gran tamaño: Es un gigante la copla. Un elemento voluminoso llama más la atención que uno diminuto y realza más en el espacio. La grandeza denota resistencia y poder. Según la mitología, los gigantes son seres invencibles, con una capacidad tremenda para resistir al ataque de los enemigos. Lo mismo pasa con la copla: aunque esté en horas bajas y hay gente que no quiere oír hablar de ella, tiene el poder suficiente para conservarse, perpetuarse en el tiempo y hacer frente a obstáculos y adversidades. 

El hipérbaton remarca la metáfora titánica, adelantando el verbo (es) y el atributo (un gigante) al sujeto (la copla): es un gigante la copla

Otro mecanismo retórico de ensalzamiento consiste en metaforizar elementos vinculados a la necesidad primaria: es el aire que respiro. La copla se convierte en una realidad imprescindible para la vida. Si le quitamos la copla a nuestro país, perderíamos un cachito importante de nuestras raíces. La desaparición de la copla supondría la muerte de España como nación. El ser humano necesita aire para vivir (si no, no podría respirar). Las naciones necesitan elementos con los que identificarse y hacerse diferentes. 

La voz poética adopta una actitud extasiada y pasional hacia el género coplero. Esto se refleja mediante una  metáfora que representa la fusión entre el yo y la copla, y que bebe de la mística: Es el barco que navega por mi sangre y mi sentío. La copla forma parte del yo poético, aparece integrada dentro de él (como Dios en la tercera etapa del proceso místico). Gracias a la copla, la vida del yo poético tiene sentido. Esta hipérbole mística expresa la pasión del poeta por la copla. Las estructuras bimembres dan intensidad al discurso y expresan vitalismo virulento: mi sangre y mi sentío

Estos versos reflejan el sentir de los apasionados de la copla durante los años setenta y ochenta cuando el género entró en crisis y decadencia. A veces, la visión de los defensores más acérrimos iba cargada de melodramatismo: que injusticia más grande, entre todos la mataron y ella sola se murió, se trata de una confabulación contra la copla...

Este pensamiento se vivía de una forma intensa y truculenta, como si fuera una tragedia. De ahí que a lo largo del tema se utilicen metáforas altisonantes más propias de la épica y la poesía heroica (la sangre, el gigante). El objetivo del poeta es generar en la mente del receptor la sensación de que todo el mundo está en contra de la copla, y que se gesta una gran batalla de todos contra una. Al final, el elemento más débil vence al fuerte. La copla lucha javáticamente contra el enemigo (el rechazo social). Aguanta de manera estoica el embiste de otras tendencias musicales y al final, sale ilesa de la batalla: nadie vence a la copla. Parece una película de buenos (copla) y malos (detractores de la copla). Y en esta película solo pueden ganar los buenos

A lo largo de la canción se suceden metáforas de corte vitalizador: Es el agua de mi surco. Ya sabéis que el fluir del agua representa el fluir de la vida. La copla sigue viva. 

También encontramos metáforas relacionadas con la luz, que nos evocan a la mística: Es el faro de mis mares. La copla (Dios) da luz en medio de la oscuridad, nos orienta y nos ayuda a dar sentido a la vida. 

Las metáforas del agua y la luz se manifiestan mediante estructuras paralelísticas: Verbo (es) + atributo (el agua/el faro) + complemento del nombre (de mi surco/de mis mares). 

El posesivo de primera persona (mis) enfatiza el componente lírico de la canción. Se trata de una visión personal, de un enfoque subjetivo y concreto, de una forma de pensar de un individuo en particular, que siente mucha pasión por la copla, pero eso no significa que todos tengamos que estar de acuerdo. Es su opinión personal, su punto de vista, su forma de ver y concebir la realidad: La llevo en lo más profundo

La elisión de la palabra copla da agilidad y dinamismo al texto. A estas alturas, se sobreentiende que se está hablando de la copla, así que no hace falta explicitar los sujetos: [la copla] es el agua de mi surco, [la copla] es el faro de mis mares.

La última parte de la canción habla del tema estrella de la copla, que es el sentimiento amoroso. Esto se expresa con metáforas que aluden a realidades vinculantes que se compenetran y encajan: La copla es una llave que abrió puertas al amor. Las emociones son tan fuertes que traspasan el muro de la ficción, y el receptor puede sentir el amor a través de la letra, como si lo estuviera viviendo realmente. 

Las letras de las coplas hacen alusión a las diferentes etapas del proceso amatorio, tanto buenas (estuvo siempre en un te quiero) como malas (y un adiós). No obstante, estos sentimientos se pueden extrapolar a todo tipo de situaciones y contextos. Por ejemplo, expresar amor hacia la propia copla (como se hace en este poema) o pena por el adiós a la patria (como se hace en El emigrante o Adiós a España). 

El tema está formado por coplas, es decir, versos octosílabos con rima entre segundo y cuarto (volar-está, lado-pasos, respiro-sentío) mientras que el primero y el tercero quedan libres (tiempo, errante)

A veces, la estructura varía, por la presencia de algún verso heptasílabo (la copla es una llave). Hay una estrofa en la que todos los versos son de arte mayor (Su abrigo es el capote de un torero), aunque se mantiene el mismo sistema de rima de segundo con cuarto. 

El título de la copla (La copla sigue adelante no se detiene) marca la transición entre las estrofas.