lunes, 23 de noviembre de 2020

Cuando te vayas: la incertidumbre ante el fin del amor: ¿Qué nos deparará la vida después de esta persona?

Y de una época en la que la copla era la reina indiscutible del panorama musical español (años 40), nos vamos a la cara opuesta de la moneda. En la década de los 90, la canción andaluza se concebía como un estilo añejo, anticuado, trasnochado, pasado de moda. El género se encontraba prácticamente olvidado. Solo una minoría (la gente mayor que se había criado con Concha Piquer o Juana Reina) estaba al tanto de las pocas canciones que se producían. 

La gente joven prefería otro tipo de tendencias y artistas más internacionales (canción moderna), ya que la copla representaba un contexto histórico que se había quedado obsoleto, desfasado. La sociedad franquista de los 40 y los 50 no tenía nada que ver con la España de la democracia. Los temas, tópicos y formas de los poemas no evolucionaron como sí lo hizo la cultura y mentalidad del país.  

El hecho de que la copla fuera (y siga siendo) un género poco comercial, no significa que esté muerto. A pesar del "mal tiempo", todavía se seguían componiendo temas, se sacaban discos al mercado y se organizaban conciertos y espectáculos de canción española, destinados a un público minoritario pero fiel. Por lo tanto, no podemos hablar nunca de extinción. Ya os hablé de la importancia de Carlos Cano, y de cómo en una época de decadencia como esta, intentó recuperar y actualizar el género.

La canción que os traigo hoy fue compuesta en el año 1990. Pertenece a uno de los últimos discos de Marifé de Triana. Ya os he dicho varias veces,  bajo mi modesta opinión, que la Marifé de los años 90, es una Marifé que tiende a los excesos, a la artificialización, a la barroquización, a la sobreactuación dramática, con unos temas que se sitúan a medio camino entre la copla y la canción melódica (balada). 

Sin embargo, las letras de esta última época siguen siendo una maravilla (literariamente hablando). Y un ejemplo claro es el tema que vamos a analizar hoy: Cuando te vayas, poema intimista en el que se reflejan las inquietudes del yo poético en torno al fin de la relación amorosa.

En este contexto, Marifé ya no tenía una voz tan limpia ni tan rotunda como cuando era joven. Al hacerte mayor, es normal que te cueste afinar, que te falte aire y no llegues a ciertos tonos. Por eso, esas carencias vocales, las recompensaba con una dosis extra de interpretación, de tal forma que en lugar de ver a una cantante en el escenario estábamos viendo a una actriz que rozaba, a veces, la sobreactuación. Evidentemente, sobre gustos no hay nada escrito. A mí, esa Marifé histriónica no me gusta tanto. Sin embargo, sí me gusta el sentido poético de sus letras y la elaboración literaria.



Cuando te vayas

Voy a hacer balance

De este amor tan grande

Que los dos tuvimos

 

Cuando te vayas

Veré si me haces falta

O tal tez todo cambie

A lo nuevo y distinto

 

Veré si tu sitio me hace recordar

Si la noche puedo soportar

Y el silencio no me quiere herir

A partir de ahora

 

Cuando te vayas

Sabré el tamaño de las horas

Serán las duras heridas en mi piel

Si tu recuerdo me obsesiona

 

Cuando te vayas

Puedo ser barco que se hunde

O gaviota en plena libertad

Y a no tenerte me acostumbraré

 

Cuando te vayas

Conoceré  a otra gente

Distinta y diferente

Que envolverá mis cosas

 

Cuando te vayas

Puede ser que yo cambie

Y ese camino firme

Con el tiempo se rompa

 

Veré si tu sitio me hace recordar

Si la noche puedo soportar

Y el silencio no me quiere herir

A partir de ahora

 

Cuando te vayas

Sabré el tamaño de las horas

Serán las duras heridas en mi piel

Si tu recuerdo me obsesiona

 

Cuando te vayas

Puedo ser barco que se hunde

O gaviota en plena libertad

Y a no tenerte me acostumbraré

...............................................................

Como podéis ver, la canción es portadora de uno de los temas más explotados, debatidos y teorizados en el contexto de la poesía amorosa: ya sea por muerte de la persona querida, o ruptura de la pareja (debido a la disconformidad e incompatibilidad entre los amantes, o a las dificultades y trabas que la vida te va poniendo), la relación amorosa se acaba terminando. 

Esto sumerge a la protagonista de la copla en un mar de incertidumbres y dudas: ¿Será capaz de vivir sin la persona a la que tanto quería? ¿Cómo será la vida sin el amado? ¿Cambiará en algo? ¿Qué habrá después de esa relación? Como veis, se trata de un poema impregnado de un profundo contenido humano, que mezcla lo amoroso con lo existencial, de una forma clara y sincera.

El uso de la oración subordinada temporal (Cuando te vayas) marca el fin de la relación amorosa como algo seguro, irremediable, inevitable (tarde o temprano el amor se termina y no se puede hacer nada). 

Evidentemente, se trata de una visión subjetiva, personal, partidista, extraída de los propios códigos del yo poético, de acuerdo a su forma de concebir la existencia, que está condicionada por sus experiencias vitales. Habrá gente que esté de acuerdo con esta afirmación tan rotunda, y otra que no (en función de sus circunstancias). Lo que está claro es que la realidad es vista y analizada desde la perspectiva de pensamiento de este yo poético concreto e individual. Al fin y al cabo, en eso consiste la lírica, en autentificar estados de ánimo y modos de pensar, válidos y sinceros para cada uno de nosotros

El verso “cuando te vayas” encabeza cada una de las estrofas, cohesionando el texto a partir de paralelismos: Cuando te vayas voy a hacer balance…, Cuando te vayas veré si me haces falta…., Cuando te vayas sabré el tamaño de las horas…, Cuando te vayas puedo ser el barco…. Gracias a estas estructuras penetramos en el interior del pensamiento del yo poético, profundizando en los diferentes matices en torno al fin de la relación amorosa. .

La voz poética adopta una postura reflexiva y analítica sobre la experiencia amorosa (Voy a hacer balance de este amor tan grande que los dos tuvimos...). Esto nos evoca a la poesía cancioneril del siglo XV, en la cual no solo se vive y se recrea el amor (se sufre, se pasa mal, el yo llora y se atormenta por el fin de la relación), sino que se teoriza y reflexiona sobre las emociones, como si la protagonista fuera una erudita, alguien que decide ponerse a estudiar el sentimiento amoroso como un hecho científico. Se trata de una poesía en la que el amor se siente y se analiza a partes iguales.

El uso del pretérito perfecto simple (tuvimos) permite situar el hecho amoroso en el pasado, como si fuera algo ya acabado, cuando realmente no es así. Objetivamente la relación no ha terminado, ya que la protagonista está hablando de un hipotético futuro, dando por supuestas cosas que todavía no han pasado: cuando te vayas...El yo está "matando" el amor antes de tiempo. Está afirmando que sí o sí se va a terminar. 

Por tanto, la protagonista actúa como si ese futuro hubiera sucedido (a pesar de que los tiempos verbales utilizados nos dicen que la ruptura no ha ocurrido). Estamos en el contexto de la suposición, la hipótesis (plano de la idea, no de la realidad): Si tú te vas…., yo…Lo que pasa es que la protagonista se apasiona tanto con el tema, le da tanto a la cabeza, que al final parece que la relación ha terminado de verdad y sufre tanto como si esto hubiera sucedido.

Cuando el sentimiento de amor hacia esa persona es tan intenso, hay veces que resulta imposible buscar al adjetivo apropiado. De ahí que se recurra a una palabra baúl o comodín, cuyo significado resulta muy amplio, muy general, y poco concreto, pero suficiente para señalar la trascendencia que ha tenido la relación amorosa en la vida de una persona: De este amor tan GRANDE

El componente existencial se manifiesta en la presencia de oraciones disyuntivas, en las cuales el yo poético intenta dar forma a los distintos planteamientos vitales que le esperan una vez se ha terminado la relación: Cuando te vayas veré si me haces falta o tal vez todo cambie a lo nuevo y distinto. Aquí la protagonista manifiesta sus inquietudes, sus dilemas, sus temores a un futuro incierto, indefinido, lleno de interrogantes que resolver. El adverbio de duda (tal vez) contribuye a esto.

Es la primera vez que la protagonista se plantea una situación así (perspectiva de la inexperiencia y la inmadurez) y eso genera muchas incertidumbres, ya que por un lado, está la nostalgia por lo perdido, pero por otro lado, la posible ilusión por algo nuevo. Son dos cosas (lo nuevo y lo viejo), a priori, incompatibles e imposibles de darse simultáneamente. 

Resulta imposible unir el pasado y el futuro en un presente (al menos en la protagonista) y eso genera mucha incomodidad, mucha reflexión, mucho flujo mental, mucho “darle a la cabeza”, como si hubiera una perturbación que cohesiona el interior del pensamiento del yo. 

Tener el futuro “en el aire” (no como algo fijo, sino titubeante, tambaleante, dudoso, incierto) crea una inestabilidad emocional en cualquier persona, ya que no sabe qué le deparará la vida. De ahí el componente existencialista de este poema. 

Al fin y al cabo la vida da muchas vueltas, giros inesperados, sorpresas (es de todo menos fija e inmutable). Cualquier persona cree que una relación va a ser eterna, para siempre (te creas esa idea mental) y luego cuando no es así, te rompe todos los esquemas (que es lo que le pasa a la protagonista de esta copla). De ahí que tenga tantas dudas y se haga tantas preguntas a sí misma. Es un poema muy confesional y filosófico.

La bimembración de adjetivos sustantivados (lo nuevo y lo distinto) ayuda a enfatizar y proyectar la incertidumbre hacia el futuro. 

Por naturaleza, los seres humanos nos acomodamos a una situación, a una estabilidad, a una rutina. Con el paso del tiempo, esto acaba forjando nuestro carácter, ya que nos acostumbramos a unos valores y a unos estados emocionales, que forman parte de nuestro estado de normalidad y nuestra propia esencia. 

Cuando se produce un cambio en nuestra vida (que nos obliga a desprendernos de esos valores, de esas costumbres) estalla la crisis emocional (que es lo que le pasa a la protagonista de la copla). 

La vida le ha obligado a desprenderse de cosas de su pasado, y por consiguiente, a adoptar otras nuevas, desconocidas y diferentes. El hecho de no saber qué cosas nuevas van a venir (el yo se encuentra solo, perdido, desorientado, desubicado...) junto a la nostalgia por lo que deja atrás, genera una sensación de inquietud emocional. 

Cuando nos apegamos a ciertos elementos de una manera tan intensa, pasional, y trascendental (como le ha pasado a la protagonista en su relación amorosa), luego cuesta despegarse de ellos, elegir otros nuevos y a acostumbrarse a ellos. De ahí que se mire con ciertas dudas al futuro, ya que lo más fácil y sencillo es anclarse en la estabilidad emocional. 

Mediante el paralelismo, el yo poético manifiesta su estado de angustia, ya que no sabe si será capaz de aguantar la ausencia del amado: Veré si tu sitio me hace recordar, si la noche puedo soportar y el silencio no me quiere herir a partir de ahora. 

Toda ausencia genera dolor, tristeza y eso puede impedir a la persona seguir con su vida de una forma normal. La imagen de la noche no solo está asociada al luto (a la pena por el fin de la relación), sino también a la sensación de vacío. 

Esto está muy influido por el lenguaje de la poesía mística, y más concretamente, por la llamada vía purgativa en la que el Alma (yo poético) buscaba a Dios (luz) en medio de la oscuridad y de las tinieblas. La noche se convierte en símbolo de la soledad del alma (ya que en medio de la oscuridad no se ve absolutamente nada, y es como si estuvieras solo).  La protagonista de la copla tiene miedo a esa sensación de soledad. 

La personificación sensorial (el silencio no me quiere herir) enfatiza las inquietudes de la mujer sobre su lucha contra la soledad, ya que no sabe si será capaz de soportarla. La falta de ruido en este poema va ligada a la sensación de vacío y soledad. Por tanto, forma parte de este lenguaje simbólico

La anteposición del complemento directo (si la noche puedo soportar) permite das trascendencia al momento de soledad.

En el estribillo se alude a una sensación sobre el estado anímico en relación al paso del tiempo. Cuando una persona es feliz, emocionalmente se encuentra contento, el tiempo pasa volando. Por el contrario, cuando una persona lo está pasando mal y no se encuentra anímicamente bien (en este caso, por el hipotético fin de la relación), parece que el tiempo pasa muy despacio y no avanza: Cuando te vayas, sabré el tamaño de las horas...

Se trata de una sensación personal del yo poético que comparte con el receptor y da dramatismo al poema, ya que le permite recrearse con detalle en el dolor. La percepción del tiempo varía en función de nuestro estado psicológico o mental  

Otro recurso bastante efectivo que ayuda a crear dramatismo es asociar un daño anímico a un elemento físico, es decir, mezclar el dolor psicológico con el daño corporal: Serán las duras heridas en mi piel si tu recuerdo me obsesiona. 

De esta manera vemos a un yo poético sufridor, muy parecido al mártir de amor de la vieja poesía de cancionero. A mí me recuerda levemente (sin tanto extremismo) a la figura del amante hereos, que era aquel hombre que se obsesionaba tanto con la amada, que al final enfermaba o se volvía loco. El yo poético femenino, en este caso, se come mucho la cabeza sobre este tema y no para de darle vueltas a las cosas en un bucle continuo de pensamientos y disquisiciones mentales (que muy sano, no es). El yo se está atormentando con sus propios pensamientos y conclusiones.

Sin embargo, a pesar del dolor y de la angustia percibida, la voz poética no se dejará vencer del todo, y por momentos, adoptará una actitud objetiva, abriendo un halo de esperanza al futuro, analizando no solo lo malo de esto (el fin de la relación), sino también lo bueno (tal vez el futuro le depare algo maravilloso, o conozca a alguien que le quiera). Esto se refleja con dos metáforas antitéticas: Cuando te vayas puedo ser barco que se hunde o gaviota en plena libertad y a no tenerte me acostumbraré

La imagen del barco hundido representa un futuro más pesimista (ella será incapaz de rehacer su vida y vivirá como una desgraciada hasta que se muera), mientras que la imagen de la gaviota representa el futuro optimista (al no tener pareja, vuelve a ser libre para conocer a otra gente y empatizar con ella, sin trabas y sin obstáculo). Quedarse soltera no es tan malo ni ten dramático.

El yo poético, a pesar del punto de locura que alcanza al inicio del estribillo, al final recula y analiza la situación de una manera objetiva, dejándose llevar por la cabeza y la razón, dibujando su futuro de una forma no tan terrible. El verbo “poder” da un matiz de posibilidad, de disyunción (hay 50% de posibilidades de tener un futuro negro y un 50% de tener un futuro maravilloso) y quita radicalidad al pensamiento de la muchacha (podrá tener un futuro malo, pero también un futuro bueno si se lo propone). 

El uso del futuro y del hipérbaton (A no tenerte me acostumbraré) dota de cierta autenticidad a las palabras de la protagonista, dejándose llevar por el sentido común y la sabiduría popular (esa que todo el mundo conoce, sin saber su procedencia, pero resulta validísima y acertadísima): hay que dejar que el tiempo cure poco a poco las heridas. 

Al final, por muy negro que veas el futuro, no queda más remedio que seguir hacia delante, y la vida ya se encargará de que vuelvas a andar, quieras o no, y de recompensarte (como una especie de karma). De una manera natural, el dolor, aunque no se desaparece, si se puede atenuar y neutralizar con otras cosas maravillosas. Es una postura muy estoicista la que se puede ver en las palabras del yo poético.

¿Habéis visto su evolución? Al principio de la copla se dejaba llevar por el dolor y la visceralidad, y al final, se ha dejado llevar por la razón. La emoción desbordada ha sido controlada por el intelecto. La reflexión y el análisis de las cosas ayudan a dominar un contexto dramático como este, y a ver las cosas un poquito más favorables. Como veis, de toda copla se puede sacar una moraleja.

En la segunda estrofa, el yo poético ha controlado la situación. El tiempo futuro ayuda a encauzar la vida de la protagonista, y a encarrilarla, asumiendo que el ciclo natural sigue: Cuando te vayas conoceré a otra gente distinta y diferente, que envolverá mis cosas.

Como veis, el yo poético se recrea con detalle en el futuro, para intentar definirlo y crear proyectos vitales, con cierta ilusión. Esa recreación se consigue con el retardamiento lingüístico. A un sustantivo (gente) se le ponen muchos complementos en forma de adjetivos (distinta y diferente) y oraciones relativas (que envolverá mis cosas). Aunque el futuro sigue siendo incierto (hay dudas, incertidumbres, que se manifiestan en expresiones como “puede ser que…”), la actitud para afrontarlo es diferente a la de la primera parte de la canción.

Al final de la segunda estrofa, la protagonista adopta una postura de madurez, ya que ha asumido que las cosas no son eternas, y a lo largo de su vida tendrá muchos momentos críticos como el que acaba de vivir: Cuando te vayas puede ser que yo cambie, y ese camino firme, con el tiempo se rompa. 

Como podéis observar, se recurre a una metáfora clásica del mundo manriqueño y machadiano (la vida como camino que recorremos). La protagonista ha asumido que la vida es un concepto cargado de sorpresas, de giros, de hechos, de experiencias (como una película). Las circunstancias nos obligan a evolucionar, a cambiar, a sacar cosas que nosotros creíamos no tener, a matizarnos. No somos lo mismo con 10 años, que con 20, que con 30 que con 70. La vida no es algo estático y fijo, sino que está en constante cambio y efervescencia. El camino de nuestra vida no es llano. Está lleno de irregularidades y accidentes geográficos, y continuamente hay que estar renovándose para adaptarnos a las circunstancias

De todas formas, a la protagonista le falta hacer una cosa muy importante, que es disfrutar del presente, del momento actual que está viviendo. 

Ella continuamente está hablando del futuro. De hecho, el título de la copla es "cuando te vayas", dando por hecho que la relación va a terminarse sí o sí. 

La mujer se pasa toda la canción planteando inquietudes, filosofando, reflexionando, angustiándose por ese hipotético fin de la relación. Por la manera en que habla y utiliza el lenguaje, parece que la relación ha terminado, cuando realmente todavía no ha finalizado. 

Podríamos decir que la protagonista ha madurado desde una perspectiva teórica a lo largo de la copla (ella asume qué es la vida a partir de sus hipótesis y pensamientos), pero le falta madurar en el aspecto pragmático (hay que disfrutar del presente y no atormentarse con el futuro).

Como veis, se trata de un poema que mezcla lo amoroso y lo existencial de una manera clara, sin tapujos y sin abusos en el plano formal. Se agradece que una letra de contenido complejo se plasme de una forma sencilla y accesible.

Métricamente, no hay mucho que decir, ya que es un poema que no se adapta a fórmulas establecidas. Todas las estrofas son de 4 versos pero apenas hay rima. Tan solo encontramos algunas asonancias muy suaves (balance-grande, vayas-falta, recordar-soportar, gente-diferente). Se combinan versos de arte menor (pentasílabos, hexasílabos, septasílabos) y mayor (dodecasílabos, decasílabos, endecasílabos), sin pautas fijas.


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