martes, 28 de enero de 2020

Especial "La rosa del azafrán": La canción del sembrador


Por segundo día consecutivo, vamos a seguir analizando fragmentos pertenecientes a la bonita zarzuela La rosa del azafrán. En esta ocasión, os voy a traer uno de los números más representativos de la obra: la famosa Canción del sembrador, un tema mítico que ha sido versionado por artistas como Plácido Domingo. Se trata de una copla, con tintes de canto lírico, cercano a la ópera. El poema es cantado por el personaje de Juan Pedro (que ya vimos ayer), el cual está muy contento, ya que en la hacienda manchega donde trabaja están a punto de comenzar los trabajos de la siembra, y él es un apasionado en el cultivo de la tierra.



Cuando siembro voy cantando
Porque pienso que al cantar
Con el trigo voy sembrando
Mis amores al azar

 No hay empresa más gallarda
Que el afán del sembrador
¡Por sembrar en tierra parda
Soy a gusto labrador!

Pisan mis abarcas la llanura
Raya el firmamento mi montera
Porque el sembrador se le figura
Que es el creador de la panera

Y al grano arrojo
Con tanto brío
Que me parece
Que el mundo es mío…

Sembrador
Que has puesto en la besana
Tu amor:
La espiga de mañana
Será tu recompensa
Mejor

Dale el viento
El trigo y el acento
De tu primer lamento
De amor
Y aguarda el porvenir,
Sembrador

No hay empresa más gallarda
Que el afán del sembrador.
Por sembrar en tierra tarda
¡Quién no fuera labrador!

Vuela la simiente de mi puño
Cae sobre la tierra removida
Siente la caricia del terruño
Y abre sus entrañas a la vida

Y al sol de mayo
Que es un tesoro
Millares brillan
De lanzas de oro
¡Ah!

Sembrador
Que has puesto en la besana
Tu amor:
La espiga de mañana
Será tu recompensa
Mejor

Dale al viento
El trigo y el acento
De tu primer lamento
De amor
¡Y aguarda el porvenir,
Sembrador!

..............................................................


Llama la atención que una tarea tan agotadora, ardua y difícil, como es la faena en el campo (y más, en el siglo XIX cuando no había tanta mecanización ni avances técnicos como hoy, y el campesino se pasaba desde que amanecía hasta que anochecía trabajando duramente) en lugar de verse como algo duro, triste y deprimente, se conciba como una tarea bonita y pasional.

Para el protagonista, el campo es su vida, y consigue culminar sus motivaciones y autorrealizaciones trabajando ahí. En ese sentido, mediante esta copla, se crea una visión optimista del trabajo agrícola, ya que en lugar de recrearse en los aspectos más sórdidos y miserables (el sudor, el cansancio, el estar todo el día al sol, tirado en el suelo, cansado, sufriendo las inclemencias del tiempo) se representan los aspectos más positivos y esperanzados (la belleza de estar en contacto con la naturaleza y ser testigo del ciclo vital).

Métricamente, las estrofas son cuartetas mientras que los estribillos están formados por sextillas. Entre las estrofas y los estribillos, hay una pequeña transición formada por una estrofa de 4 versos pentasílabos.

La copla empieza en primera persona. Las palabras salen de la boca del personaje de Juan Pedro.

En la primera cuarteta se establece un bonito y emotivo paralelismo trimembre en el que se equiparan a un mismo nivel el amor, el cante y el cultivo de la tierra: cuando siembro voy cantando, porque pienso que al cantar con el trigo voy sembrando mis amores al azar

El protagonista se considera un sembrador, un cantante y un amador a la vez: el amor es como el trigo: hay que plantarlo, mimarlo y cuidarlo poco a poco para que vaya madurando y acabe germinando para dar lugar a una extensa cosecha (en términos sentimentales, una relación amorosa). Y una bonita forma de ir sembrando esos amores, es mediante el cante, el cual es una herramienta para emocionar y conmover a una moza.

Como veis, el amor se ve enriquecido con una metáfora natural/agrícola y otra musical, fusionando las tres cosas (amos, campo y cante) en un todo. De hecho, las palabras se agrupan en campos semánticos vinculados a la música (cantando, cantar), lo agrícola (siembro, trigo, sembrando) y lo lírico (amores).

En la segunda cuarteta el protagonista se enorgullece de su oficio y lo dignifica, dándole incluso un toque épico: no hay empresa más gallarda que el afán del sembrador ¡Por sembrar en tierra parda soy a gusto labrador!

Fijaos en el léxico utilizado: empresa (que nos evoca a la poesía épica, las grandes hazañas de los héroes), gallarda (que hace referencia a lo valiente y lo noble, que son cualidades de los grandes héroes de la caballería) afán (que es la perseverancia, la constancia, el esfuerzo, el deseo de alcanzar algo…valores fundamentales de cualquier protagonista de un cantar de gesta o romance)

El campesino se presenta como una figura trascendente y heroica. Tened en cuenta que el oficio del sembrador no es fácil, ya que dependes continuamente del capricho de la naturaleza y el tiempo climatológico: la lluvia, el granizo, el exceso de calor o frío, y diversas condiciones atmosféricas adversas que pueden dar al traste todo el esfuerzo realizado. Ser sembrador no te garantiza un colchón vital. Si la cosecha falla, te caes con todo el equipo y no vas a poder ganarte la vida. Esta segunda cuarteta se repetirá en la segunda estrofa (sin modificación). Y nos demuestra que un campesino puede estar al nivel de un caballero o un héroe, por todo lo que lucha y sufre para conseguir lo que quiere

Mediante la exclamación retórica, el yo muestra su pasión y entusiasmo por el mundo agrícola: ¡Por sembrar en tierra parda soy a gusto labrador! Para él, trabajar en el campo es un placer. Por eso se siente feliz. En la zona de la Mancha son típicos los suelos pardos calizos, ideales para el cultivo de la vid y el olivo. De ahí, lo de tierra parda. No la confundáis con la tierra parda silícea de la España húmeda (Galicia, Asturias…).

La tercera cuarteta posee un enfoque más descriptivo y costumbrista. El protagonista va explicando, en tiempo real (como si estuviera haciéndolo a la vez que habla), algunos pormenores de su trabajo, mediante la enumeración: pisan mis abarcas la llanura, raya el firmamento mi montera.

Como veis, se recurre al uso del paralelismo en hipérbaton: verbo (pisan, raya) + sujeto (mis abarcas/el firmamento) + complemento directo (la llanura/mi montera), con el objetivo de enfatizar estas estampas cotidianas.

El léxico hace referencia a indumentarias y vestimentas campestres: la abarca, que es un calzado rústico de cuero, esparto o goma, que cubre la planta y los dedos del pie, con un reborde alrededor, y que se ata con cuerdas o correas al tobillo; y la montera, que es una especie de gorro tipo torero, que en este caso se usará para proteger la cabeza del sol.

El sembrador disfruta de su trabajo y piensa que su labor es muy importante en la sociedad, ya que sin el trigo, la gente no podría comer. Gracias a él, el mundo se sustenta: porque al sembrador se le figura que es el creador de la panera. La panera posee un valor metonímico. Se alude al continente (panera, recipiente para colocar el pan) por el contenido (pan, al alimento que da vida y sustento a la gente)

Este tono costumbrista perdurará en la última cuarteta de la segunda estrofa. Aquí el autor describirá el procedimiento de la siembra

1)      Coge la semilla, la cual queda personificada en la canción: vuela la simiente de mi puño
2)      Deja caer la semilla sobre la tierra (la cual ha sido removida previamente): cae sobre la tierra removida
3)      Una vez la semilla y la tierra entren en contacto (hecho que se refleja con la personificación de la tierra: siente la caricia del terruño), sólo queda esperar a que la naturaleza actúe, gracias a la acción del sol y el agua. Con el paso del tiempo, nacerá una nueva planta, hecho que se plasmará en la metáfora “abre sus entrañas a la vida”. El yo es testigo del funcionamiento de la Naturaleza y el ciclo de la vida. Y eso le hace amar su oficio.

El léxico de esta sección de la canción tiene que ver con los tecnicismos de la siembra (simiente, terruño…).

En los versos de transición al estribillo empezamos a detectar un tono cada vez más exaltado y jubiloso: y al grano arrojo con tanto brío que me parece que el mundo es mío. Vemos al protagonista en un estado que roza lo místico, irradiando gran pasión y sentimiento hacia la tierra y su oficio. Este tono gozoso, que culminará en el éxtasis, se plasma muy bien con la metáfora posesiva de la realidad: me parece que el mundo es mío. ¿No os recuerda a la famosa escena de la película de Titanic donde el protagonista dice “soy el rey del mundo”? Pues ese tipo de espíritu vitalista y de alegría de vivir detectamos en el sembrador.

En la estrofa de transición al segundo estribillo ese espíritu extasiado seguirá presente. De hecho, elementos que supuestamente deberían ser malos y nocivos para el trabajador (el Sol de Mayo, el cual hace sudar a los campesinos en unas fechas cercanas al solsticio de verano, y más en La Mancha), son tratados como si fueran algo positivo, valioso y beneficioso: Y al sol de mayo, que es un tesoro, millares brillan de lanzas de oro. Aquí encontramos uno de los hipérbatos más violentos del tema. El yo está tan afectado por la emotividad de la escena que le cuesta articula la sintaxis (millares de lanzas de oro brillan). El trigo se representa metafóricamente con el oro. El color dorado del cereal es igual que el metal áureo…y por eso está dotado de tanto valor. El trigo es la joya de La Mancha jajajjajaa. Y el yo poético está orgulloso de cultivar algo así.

En los estribillos se produce un cambio en la voz poética. La primera persona de las estrofas desaparece, y pasamos a un yo externo en tercera persona, que canta y elogia a la figura del campesino (a la cual se dirige mediante el vocativo sembrador): sembrador que has puesto en la besana tu amor. La espiga de mañana será tu recompensa mejor. El poema se acerca al himno y al panegírico, ensalzando y honorificando al trabajador agrícola. Por cierto, la besana es la labor de hacer surcos con el arado. El campesino pone toda su pasión, amor, cariño, ganas, dedicación, corazón en hacer esta tarea.

Este narrador nos recuerda a los coros de las obras de teatro clásico griego, ya que es como una caja de resonancia, cuya labor es enfatizar, complementar, reflexionar, destacar, subrayar, resaltar algunas de las ideas más importantes que se han dicho a lo largo del poema. En este caso, se hace hincapié en la dureza de las tareas agrarias. Aquí la música adquiere tonos épicos, con unos agudos imposibles que tienden a alargarse (muy influido por la ópera).

La conclusión del estribillo tiene mucho que ver con el famoso refrán “cada uno recoge lo que siembra”: para conseguir algo bueno (recompensa), primero hay que hacer algo bueno (trabajo).  Todo esfuerzo tiene su premio y es bonito después de haberte dejado el alma y la piel en el campo durante tantas horas ver cómo llegan los frutos. El resultado de nuestras acciones es simple y únicamente esfuerzo de nosotros. La vida es como un eco. Lo que hacemos, ya sea para bien o para mal, la vida nos lo acaba devolviendo. Lo que viene a ser el karma. Y alguien como el campesino que ha puesto tanto empeño y amor al trabajo solo puede recibir cosas buenas.

El yo poético, en los últimos versos, anima al sembrador (mediante el imperativo) a seguir manteniendo esa actitud vitalista y apasionada durante el resto de su vida, ya que es la única manera de ser feliz y que le vaya bien: dale al viento, el trigo y el acento de tu primer lamento de amor. Y aguarda el porvenir sembrador

No hay comentarios:

Publicar un comentario