jueves, 23 de enero de 2020

Con las bombas que tiran: la copla que se ríe de los soldados de Napoleón

Después de un drama tan intenso y desgraciado como Elvira la Cantaora, cambiamos de tercio y nos vamos con una copla que fusiona dos elementos muy importantes: por un lado, la historia decimonónica española; por otro lado, una actitud irónica. El resultado de esta unión tan extravagante llegó en el año 1952, en forma de pasacalles. Su título es Con las bombas que tiran. Lolita Sevilla y Juanita Reina hicieron versiones de este peculiar tema.


Cañones de artillería,
aunque pongan los franceses,
cañones de artillería,
no me quitarán el gusto
de cantar por alegrías.

Con las bombas que tiran, los fanfarrones,
se hacen las gaditanas, tirabuzones.
Que las hembras cabales, en esta tierra,
cuando nacen ya vienen, pidiendo guerra.
¡Guerra! ¡Guerra!
Y se ríen alegres, de los mostachos,
y de los morriones, de los gabachos.
Y hasta saben hacerse tirabuzones,
con las bombas que tiran los fanfarrones.

Son de piedra y no se notan,
las murallitas de Cádiz,
son de piedra y no se notan,
para que allí los franceses,
se rompan la cabezota.

Con las bombas que tiran, los fanfarrones,
se hacen las gaditanas, tirabuzones.
Que las hembras cabales, en esta tierra,
cuando nacen ya vienen, pidiendo guerra.
¡Guerra! ¡Guerra!
Y se ríen alegres, de los mostachos,
y de los morriones, de los gabachos.
Y hasta saben hacerse tirabuzones,
con las bombas que tiran los fanfarrones.

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Como ya hemos dicho, este poema posee cierto trasfondo histórico ya que se ambienta a principios del siglo XIX. Para contextualizar un poco, vamos con una pequeña clase de historia. Entre los años 1808 y 1812, España fue invadida por el ejército francés de Napoleón. Este hecho desencadenó la Guerra de la Independencia. La superioridad de los soldados gálicos fue bastante importante, de forma que muchas ciudades y pueblos españoles fueron cayendo como chinches en manos enemigas, a pesar del espíritu de lucha encarnizada que mostró el pueblo castellano.

Sin embargo, hubo una serie de puntos de resistencia que aguantaron bastante bien a los ataques del país vecino y tuvieron el privilegio de no ser conquistados. Uno de estos lugares (junto a Bailén, Zaragoza o Gerona) fue la ciudad de Cádiz (sede de la famosa Constitución de La Pepa en 1812). Esta urbe se ganó el título de muy noble, muy leal y muy heroica. Durante los años del conflicto bélico, la capital fue bombardeada de forma continua por la artillería enemiga, desde el mar (por la escuadra de navíos del almirante Rosilly) y desde tierra (por los cañones de Mariscal Soult).

¿Os gustaría saber qué hacían los gaditanos con el plomo de las granadas que tiraban los franceses? Tal como dice la letra de la copla, los restos de la metralla que caían en las calles eran utilizados por las mujeres de Cádiz como bigudíes (pinzas) para rizarse el pelo: Con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones

La copla está hecha desde la óptica de sátira y la ironía, ya que el objetivo es burlarse y ridiculizar la figura de los soldados franceses que entraron a España durante la Guerra de la Independencia. El yo poético adopta una actitud frívola y trivial ante los ataques franceses, con el objetivo de reírse de ellos y quitar trascendencia a su superioridad militar.

El tono resulta juguetón, lúdico, retozón, travieso. Ante el ataque del enemigo no hay que llorar, sufrir o lamentarse, sino reírse, divertirse. Si el yo se sintiera afectado, dolido o resentido, se estaría glorificando al rival, se le estaría colocando en una posición de ganador. Los franceses hubieran conseguido lo que querían desde el principio: ver a los españoles humillados, derrotados, sin honor. En cambio, al restar solemnidad y dramatismo a los hechos, se está desprestigiando de forma indirecta a la figura del enemigo, y su superioridad no resulta tan notoria (o al menos se crea esa impresión).

La forma de tomarse las cosas es clave en esta copla. Reaccionar desde el odio, el rencor o la violencia contra los franceses hubiera sido una forma de seguir dando vida y carrete al enemigo. Con eso demostramos que el rival es fuerte, ya que ha conseguido desestabilizarnos, sacar lo peor de nosotros, y si tanto nos afecta y tanta importancia le damos a lo que han hecho, es porque han salido victoriosos. En cambio, enfocando la canción desde el humor, la burla, la chanza, la deshumanización, la falta de afectación, demostramos al enemigo que no puede hacernos daño y sus ataques son inútiles, no tienen el efecto que buscan…no son tan fuertes. La sátira es la mejor forma de desprestigiar, de banalizar, de hacer a alguien débil e insignificante, que es lo que se pretende hacer con los franceses.

En un lenguaje más actual (y un poco ordinario) diríamos “franceses, seguid atacando, que a nosotros vuestras bombas de M….nos la bufa/nos la pela/nos trae sin cuidado/nos la repampinfla”. Evidentemente, la copla no es tan ordinaria (eso lo he dicho yo para que me entendáis), pero sí mantiene esa actitud chulesca de paso de todo, me da igual todo, que hagan lo que les dé la gana que a mí plin, con el objetivo de situar al español en una posición de superioridad respecto al francés. Es una copla muy partidista y subjetiva que está claramente posicionada a favor de uno de los bandos (España)

Las dos estrofas son de versos octosílabos.

En la primera, se observa esa actitud de pasotismo y frivolidad que antes veíamos. La personificación de las armas del enemigo crea un distanciamiento con la crudeza de la realidad: cañones de artillería, aunque pongan los franceses no me quitarán el gusto de cantar por alegrías. Un hecho serio y grave (un bombardeo) es tratado con cierta gracia y comicidad, lo cual crea el contraste irónico que cohesiona todo el poema.

La fuerza del bando español se muestra aparentando normalidad: por muchas bombas que tire el enemigo, eso no va a impedir que la alegría y el vitalismo, rasgos esenciales e inherentes de los gaditanos, sigan estando presentes. La metralla caerá, pero los vecinos seguirán con sus costumbres de siempre. En este caso, el baile por alegrías tan típico de la provincia. Ninguna guerra va a acabar con la juerga y el cachondeo.

Los franceses no van a alterar la rutina de los españoles, no van a romper ese contexto de júbilo, euforia y optimismo. El mundo va a seguir su curso como si nada pasara. Los franceses no tienen el poder de influir o transformar los rasgos identificativos de Cádiz.

En la segunda estrofa, se hace alusión a las murallas de Cádiz, las cuales están hechas de un material resistente y defienden muy bien la ciudad: Son de piedra y no se notan las murallitas de Cádiz. La ciudad permanece inmutable, inalterable e impasible a los ataques del francés. La resistencia es alta.

El uso del diminutivo (murallitas) da a la copla un carácter afectivo, el cual enfatiza el tono juguetón que antes comentábamos. El despectivo (cabezota) permite caricaturizar y muñequizar a los franceses, mediante una imagen coloquial y deshumanizada, que roza lo escabroso y lo gore (romperse la cabeza).

El estribillo está formado por la combinación de varios pareados, es decir, versos que riman entre sí: fanfarrones-tirabuzones, tierra-guerra, mostachos-gabachos

En esta parte de la canción se da la vuelta a la situación, convirtiendo lo nocivo, lo perjudicial y lo negativo (la metralla enemiga) en algo positivo o incluso beneficioso (los tirabuzones para rizar el pelo que se crean a partir de los restos del armamento).

Se crea un contrapunto muy interesante, ya que la forma de atacar a los franceses se plantea desde la esfera de la intelectualidad, lo retórico, lo psicológico y lo irónico. En ningún momento vemos a los españoles utilizando armas, empleando la fuerza bruta o recurriendo a la violencia. Sin embargo, sí encontramos un aire exaltado en el discurso haciendo llamamientos a la lucha con exclamaciones retóricas (¡Guerra, Guerra!) y destacando el carácter innato de dureza y fortaleza de la mujer gaditana: las hembras cabales en esta tierra, cuando nacen ya vienen pidiendo la guerra. El adjetivo elogioso (cabal) es una forma de ensalzar lo propio, lo autóctono, que es motivo de orgullo.

Resulta muy curioso crear este contexto de fuerza, intensidad, grandilocuencia (en plan, esto es la guerra), y luego usar un método de ataque contrario (la risa y la ironía).

Al final del estribillo asistimos a la creación de una caricatura del bando enemigo: y se ríen alegres, de los mostachos, y de los morriones, de los gabachos.

El término gabacho es un adjetivo despectivo que se usa para referirse a los ciudadanos de origen francés. Posee connotaciones críticas y de menosprecio

La descripción física trae consigo la aparición del bigote (mostachos) y un casco de armadura que en lo alto lleva un plumaje de adorno (morriones).

Como veis, se confecciona un retrato que roza la muñequización. Parecen monigotes, peleles…todo muy exagerado y deformado para provocar la carcajada, la risa y la mofa.

Algunos recursos retóricos están al servicio de la ironía.

-Por un lado, la tendencia al hipérbaton. Cuando el sujeto tiene que ver con lo francés, se pospone a última posición sintáctica: que tiran los fanfarrones. En primera posición está el verbo (tiran) y luego el sujeto (los fanfarrones). Con esto se quiere transmitir la idea de que lo francés es un elemento poco importante, poco relevante, que merece ser llevado al final de la oración, en un rinconcito apartado, marginado…

-Por otro lado, la hipérbole: que las hembras cabales, en esta tierra, cuando nacen ya vienen, pidiendo guerra. Esta imagen rompe con las leyes de la lógica y la biología. No creo que un recién nacido tenga la capacidad de odiar lo francés de una manera natural. Se aplica el innatismo a algo que se desarrolla por influjo social, ambiental, familiar, educacional…

-El uso del polisíndeton permite al autor recrearse en la acumulación satírica: y se ríen alegres de los mostachos, y de los morriones, de los gabachos y hasta saben hacerse tirabuzones…


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