Nuestra tercera jornada rosazafranera (como me encantan estos
neologismos!!!!!!!!!!) va a estar dedicada a una de las canciones más cómicas y
divertidas de toda la zarzuela.
Después de algo lírico y grandilocuente como la Canción del sembrador, creo
que nos vendría bien cambiar de registro e irnos hacia algo más lúdico, como es
la canción de Moniquito. Dentro de la obra nos encontramos con una serie de
personajes arquetípicos del teatro cómico y popular, con rasgos muy exagerados
y caricaturescos que no aportan mucho a la trama, pero resultan efectivos, ya que
se han creado para hacer reír y divertir al público entre dos escenas fuertes
(algo parecido a lo que ocurría con los entremeses del teatro del siglo de
Oro).
Suelen ser caracteres planos, que mantienen los mismos
rasgos desde el comienzo hasta el final de la obra, sin evolucionarlos, sin
buscar matices. Sólo están para provocar la carcajada en la gente. Uno de estos
personajes es Moniquito, el encargado de llevar la ermita que hay en la hacienda
manchega.
Coro:
Dos por dos son cuatro
Tres por dos son seis
Tres por cuatro doce
Dos por cinco diez
Ya me sé la tabla
De multiplicar
Y antes del invierno
Me podré casar
Moniquito:
Si me adviertes al pedirte
Que no ties ventana baja,
No es el hijo de mi madre
El que sube a tu ventana
Coro:
¡Aaay!
¡Ay, ay, ay, aay!
Moniquito:
Ya verás mujer, la que te espera
¡Aaay!
¡Ay, ay, ay, aay!
Cuando suba yo por la escalera.
Cuando llegue arrí-
Aunque tú no quie-
Si tú no está tu ma-
Voy a darte un be-
Coro:
Quiere darte un be-
Pero se equivo-
Porque está tu ma-
¡Y van a ser po-¡
[Moniquito sube la escalera]
Moniquito:
Aquí estoy porque he subío
Y no me bajó sin darte
Un abrazo de los fuertes
¡Y recuerdos pa tu madre!
[Moniquito baja la escalera]
Coro:
¡Aaay!
¡Ay, ay, ay, aay!
Moniquito:
Si al casarte no reculas…
¡aay!
¡Ay, ay, ay, aay!
…tengo una mujer y un par de mulas
Pero si me enga-
Con un archidú-
¡apañao me que-
Con un par de mú-!
Coro:
Con un par de mu-
Apañao se que-
Porque si una es co-
¡La otra es burricie-!
Dos por dos son cuatro
Tres por dos son seis
Tres por cuatro doce
Dos por cinco diez
Ya me sé la tabla
De multiplicar
Y antes del invierno
Me podré casar
..............................................................
Moniquito representa al típico personaje delgaducho, desgarbado
y flojeras, pero a la vez descarado, deslenguado, y con más cara que espalda. Es
un tipo bastante cansino, que no para de darle vueltas a los mismos temas y
hacer uso de los mismos recursos una y otra vez para encandilar a las mozas, ya
que él quiere urgentemente una novia con la que proseguir su vida. En la obra intentará
seducir al personaje de Catalina (la criada de la finca, que vimos en el tema Aunque
soy de la Mancha). Evidentemente, un tipo tan pesado y cargante, no es del gusto
de la chica. No obstante, como Monoquito está continuamente erre que erre con
lo mismo, no parará de perseguirla para intentar seducirla.
El fragmento se encuadra dentro del segundo cuadro del primer
acto. Algunos mozos de la finca han decidido irse de juerga por la noche, recorriendo
la plaza y principales calles del pueblo. Moniquito, que está siempre dispuesto
a apuntarse a un bombardeo, se unirá a la fiesta. Como es lógico, todos los
mozos se cogerán una buena cogorza, y Moniquito, en estado de embriaguez (totalmente
borracho), se pondrá a cantar un pasacalles bajo la ventana de la casa de
Catalina. Es la típica canción que se recita a las tantas de la madrugada, después
de una buena juerga con borrachera. Moniquito, en medio de la canción, cogerá
una escalera con la intención de subir a la casa de Catalina y poder besarla.
Este tipo de enfoque patético, esperpéntico y jocoso supone una desautomatización
y deformación de la típica escena seria y dramática del amante rondando a la
dama bajo el balcón (como en Romeo y Julieta). El poema es una parodia grotesca
de este momento dramático. Ahí radica el componente cómico del número.
La copla empieza con una octavilla en hexasílabos, sin apenas
rima. En esta octavilla, el coro aparece recitando la tabla de multiplicar: dos
por dos son cuatro, tres por dos son seis, tres por cuatro doce, dos por cinco
diez
Este recurso era muy habitual en canciones infantiles de la época
(recordad el Tengo una muñeca vestida de azul o Soy el farolero de la puerta del
Sol que incluían versos matemáticos en su parte final). No obstante, en esta copla,
no solo funciona como juego musical, sino también posee cierto trasfondo histórico.
Recordemos que la zarzuela se desarrolla a mediados del siglo XIX. En esta
época, lo normal en la gente joven era terminar casado a una edad temprana. El
analfabetismo era muy elevado en aquel momento (sobre todo, en zonas rurales de
La Mancha ).
Parecía que el único contacto con el mundo educativo consistía en aprender cuatro
cosas para desenvolverse en la vida (leer, escribir, sumar, restar y multiplicar)
y con eso era más que suficiente (había gente que ni eso). Una vez asimilaras
estas lecciones básicas, ya no hacía falta aprender más. Muy poca gente
estudiaba, pues los niños trabajaban desde muy pequeños para aportar a la economía
familiar y apenas pisaban la escuela. Por eso en el poema se alude al hecho, de
que una vez se ha aprendido la tabla de multiplicar, ya se ha cumplido con ese deber,
ya se está educado, y por tanto, uno ya puede casarse y seguir con su vida: Ya
me sé la tabla de multiplicar u antes del invierno me podrá casar. Fijaos cómo en
un tema risible como este, se puede reflejar el crudo contexto sociocultural de
la época.
La primera intervención de Moniquito en primera persona se materializa
en una estrofa de 4 versos octosílabos, donde los pares riman en asonante y los
impares quedan libres: si me adviertes al pedirte/ que no ties ventana baja/ No
es el hijo de mi madre/ el que sube a tu ventana
Evidentemente, Moniquito tiene las intenciones de subir a la
ventana para abrazar a Catalina, la cual no aparece ni habla en la copla, pero
se supone que está (dentro de la casa). De todas formas, se puede deducir por
el contenido del parlamento que la muchacha manchega no tiene especial predilección
por Moniquito (el cual le pide a la chica que no ponga como excusa que tiene la
ventana demasiado alta para evitar que suba…). Él quiere subir y lo va a hacer.
Y nadie se lo va a impedir
La lítotes (no tiene ventana baja=tienes ventana alta) es
una fórmula eufemística para evitar ser seco, descortés, duro o negativo en la respuesta
al cortejo. Se supone que lo de la ventana es solo una excusa, un pretexto, que
utiliza la amada para justificar la negativa al cortejo. En vez de rechazarlo
de forma directa (no quiero nada), le pedirá que no se suba a la ventana, que
está alta, y se puede caer de la escalera y hacerse daño. Es una manera
elegante de decirle que no quiere nada con él. No está interesada. Y se ve que
en este tipo de borracheras la escena de la ventana se ha repetido varias veces.
No es la primera vez que pasa.
En los siguientes monólogos se puede observar una actitud muy
coqueta y picarona de Monoquito, al cual no le importa mostrar sus verdaderas
pretensiones a la dama. No se corta en airearlo delante de todos: aunque llegue
arri(ba), aunque tu no quie(ras) si no está tu ma(dre), voy a darte un be(so)
El muchacho adopta un tono muy juguetón, muy retozón, muy travieso,
rozando lo erótico, insinuando cosas subidas de tono que podrían pasar pero no las
dice de forma explícita para no ser grosero, pero el lector se imagina lo que
quiere decir: ya verás mujer la que te espera cuando suba yo por la escalera….cuando
llegue arriba […] voy a darte un beso. El futuro (ya verás), la subordinada
temporal (cuando llegue arriba) y la perífrasis de futuro próximo (voy a darte…)
marcan el hecho como algo seguro, real, factible. Moniquito está dispuesto a
besar a la chica. Sabe lo que quiere. Tiene las ideas claras
Este tipo de escena caracteriza perfectamente al protagonista
como personaje plano, lineal y teatralizado: mezcla la brutalidad del hombre paleto,
visceral, rural, y analfabeto (desde la exageración y la caricatura), y la
deshumanización hacia la dama, como si fuera un objeto manipulable a sus necesidades
e intereses, pudiendo hacer con ella lo que quiera (en contra de su voluntad).
Las intenciones parecen los preliminares de un juego erótico:
el ladrón que entra a la casa a robar para al final terminar en la cama de la
dama. La verdad es que Moniquito es una pieza de mucho cuidado. No obstante,
solamente son intenciones, concepciones, pensamientos del chico que se pueden extraer
a través del análisis literario de sus palabras. No conseguirá llevarlos a la
realidad. No habrá escena amatoria. Solo cortejo sabiendo que no tiene ninguna
posibilidad de conquista. Pura retórica sin culminación. Y eso se llama juego.
Esta actitud juguetona se traslada al ámbito del texto, de forma
que en un momento de la copla, Moniquito formula frases, que deja sin terminar
(la última palabra de cada verso la corta por la mitad, pronunciando la primera
sílaba y dejando las última a imaginación del lector, como si fuera un enigma):
Aunque llegue arri-, aunque tú no quie-, si no está tu ma-, voy a darte un be-.
Esto da mucha guasa a la canción (se invita al receptor a
que complete las palabras…a entrar en el juego), además de dotar de realismo a
la situación (todos están borrachos, la razón está en todos los lados menos donde
tiene que estar, y en ese estado cuando hablamos, lo normal no es acabar las
frases)
Es un mecanismo cómico, pero también enriquece la situación
comunicativa, de esa noche de ronda y fiesta. Y en este tipo de contextos el
amor se concibe como un juego, una diversión, un pasatiempo, un entretenimiento…como
en la lírica provenzal.
Finalmente, el protagonista consigue subir a la ventana. Cumple
lo que tenía en mente. Esto se marca mediante el adverbio deíctico de lugar: aquí
estoy porque he subío. Observamos cierta actitud irónica, cuando Moniquito da recuerdos
a la madre de la protagonista: Un abrazo de los fuertes ¡Y recuerdos pa tu
madre!
Seguramente, a esta mujer (la madre de Catalina) no le haga
gracia que su hija ande recibiendo cortejos amorosos por las ventanas, y más
tratándose de alguien tan peculiar y cargante como Moniquito. Las relaciones prematrimoniales
eran algo escandaloso en la época. Este tipo de escenas (armando escándalo a
las tantas de la noche, insinuando ideas eróticas/sensuales…) eran un desprestigio
para la familia. Por eso, mandar saludos a la madre de la chica, en un contexto
como ese, dota de ironía y humor al tema.
Además, todos esos juegos casi eróticos (ya verás la que te
espera cuando suba…) se han quedado en nada. Mucho ruido y pocas nueces. Agua
de borrajas. Eso también crea un contraste muy humorístico. Al final, mucho piropo,
mucho voy a hacer esto, voy a besarte, voy a abrazarte…y luego…nada de nada. Se
va de ahí sin interactuar con la chica. De hecho, el encuentro en la ventana
dura un instante, un suspiro…nada más llegar (aquí estoy porque he subido) se
despide y se va (un abrazo de los grandes y recuerdos para tu madre). Comicidad
pura.
El hecho de que la madre de Catalina esté en las cercanías, hace que Moniquito tenga que abortar la misión cortejo. Se supone que el amor es cosa de dos y los padres/hermanos/ amigos sobran según las reglas tradicionales amatorias: quiere darte un be-, pero se equivo-, porque está tu ma-, y van a ser po-. Tanta gente sobra en el terreno del querer jajajjaa.
El hecho de que la madre de Catalina esté en las cercanías, hace que Moniquito tenga que abortar la misión cortejo. Se supone que el amor es cosa de dos y los padres/hermanos/ amigos sobran según las reglas tradicionales amatorias: quiere darte un be-, pero se equivo-, porque está tu ma-, y van a ser po-. Tanta gente sobra en el terreno del querer jajajjaa.
Ya en la segunda parte de la canción, podemos ver el descaro
de Moniquito, el cual sabe de sobra que Catalina está pretendida por otro
hombre y casi comprometida. A pesar de esto, él sigue insistiendo e intentando
conquistarla, sin perder los ánimos. No obstante, dentro de esa actitud desvergonzada
se pueden encontrar matices de hombre iluso, ya que a pesar de ser imposible el
amor con la criada, él no se rinde ni quiere dar todo por zanjado, pues tiene
esperanzas y cree que algún día podrán ser pareja, ya que ella se está equivocando
en su decisión: Si al casarte no reculas…. Moniquito tiene más paciencia que el
santo Job y a base de insistir una y otra vez y esperar el momento preciso,
cree que todo llegará. Parece el típico personaje de las series de televisión que
no para de seguir a la dama allá donde va, avasallando por todos lados, y no le
importa hacer el ridículo, con tal de que le den algún mínimo de esperanza
Podríamos decir que el chaval se ha creado su propia
realidad, vive en su mundo, en su coraza de inocencia e ingenuidad, donde las
cosas funcionan a su manera: Pero si me enga(ñas)-, con un archidu(que)-, apaño
me que(do)-, con un par de mu(las). Para Monoquito el rechazo amoroso no es algo
dramático ni terrible. Si Catalina se casa con otro, pues el chico se queda
contento con su campo, sus mulas y su casa. No pasa nada. No va a sufrir mal de
amores ni depresiones. La vida es como un juego. Le dan calabazas y no le da la importancia
que le dan otras personas. El chaval como si nada. A su bola. No mide la
trascendencia de los acontecimientos vitales. Y el pobre se conforma con lo que tiene, aunque sea defectuoso o imperfecto: con un par de mu-, apañao se que-, porque si una es co-, ¡La otra es burricie-! Le da igual que una mula sea coja, y la otra ciega (el adjetivo burriciero es despectivo y se utiliza para designar a alguien que ve poco). Él es feliz con lo que tiene.
Como podéis apreciar, este hombre tiene una forma de entender
la vida muy inocente y peculiar. Su mundo parece un microcosmos, bien cerrado,
con sus reglas y códigos propios, que chocan bastante con el de otras personas…pero
él es feliz a su manera.
Una de sus creencias le lleva a equiparar a un mismo nivel de
importancia las personas con los animales (en eso me recuerda al personaje de Azarías
en los Santos Inocentes). La conjunción coordinada copulativa contribuye a nivelar
y dar la misma trascendencia a una fémina y a una burra: tengo una mujer y un
par de mulas. Evidentemente, en este caso el enfoque es cómico, a diferencia de
la novela de Delibes que era más dramático
Tened en cuenta que es una persona que apenas ha viajado, nunca
ha salido de esa finca manchega y no conoce mundo. Su universo es ese (los
animales, el campo, la casa y para de contar). Por eso, tiene esa manera tan
cerrada, limitada y peculiar de ver la vida.
Todo esto es un efecto buscado, potenciado y exagerado para
dotar de comicidad a la copla y a la zarzuela. La exageración lleva a la risa y
se crea la caricatura. No obstante, a pesar de lo cómico, jocoso y lúdico del
tema, el comportamiento de Moniquito refleja implícitamente la realidad de un
contexto histórico concreto (el mundo rural manchego del XIX). Entre tanta risa
y juego, indirectamente hay un trasfondo que a mí siempre me gusta reseñar. El
mundo agreste decimonónico estaba muy aislado e impedía a la gente conocer cosas,
conocer gente, conocer lugares, tener nuevas experiencias. La gente se moría sin
autorrealizarse, sin saber de la misa la media, sin entrar en contacto con
otras culturas o mentalidades. Vivían encerrados entre cuatro paredes
Muchas veces la hipérbole y la caricatura acaban maquillando
la realidad, como si fuera un juego frívolo que busca la comicidad. Sin
embargo, los textos por muy humorísticos que sean y nos hagan reír, no es incompatible
con el hecho de que nos puedan hacer reflexionar y entre sus entrañas podamos
ver reflejadas formas de ver la vida y entender el mundo, cosmovisiones que han
formado parte de una historia. Eso es la filología realmente (el conocimiento
del mundo a partir de los textos). Y coplillas como estas pueden ser un buen
ejemplo. La canción española no es un alarde de peinetas, gritos, agudos
imposibles, batas de cola, lloros y toros. Es algo más que eso