Aunque en los años 80 la copla era un género minoritario y casi
extinto (la gente joven prefería canciones ligadas a la movida y a las modas pop-rock
europeas) hubo una serie de personajes ilustres que intentaron revitalizarla,
bien fuera recuperando temas clásicos o bien, haciendo nuevas coplas que siguieran
los modelos temáticos y formales de los años 30, 40 y 50. Por eso, hubo unos
añitos entre finales de los ochenta y principios de los noventa bastante majos
con un pequeño resurgir del género. En este contexto surgió el tema que vamos a
analizar hoy. Fue interpretado por Carlos Cano en 1986. Se titula María la portuguesa
Enlace de la canción: https://www.youtube.com/watch?v=1YPyMmm-_JM
En las noches de luna y clavel,
de Ayamonte hasta Villa Real,
sin rumbo por el río, entre suspiros
una canción viene y va,
que la canta María
al querer de un andaluz.
María es la alegría,
y es la agonía,
que tiene el sur.
Que conoció a ese hombre
en una noche de vino verde y calor
y entre palmas y fandangos
la fue enredando, le trastornó el corazón.
Y en las playas de Isla
se perdieron los dos,
donde rompen las olas, besó su boca
y se entregó.
¡Aaay!, María, la portuguesa
desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas
donde bebe vino amargo
porque canta con tristeza
porque esos ojos cerrados
por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena.
¡Fado! porque me faltan tus ojos
¡Fado! porque me falta tu boca
¡Fado! porque se fue por el río
¡Fado! porque se va con la sombra
Dicen que fue el te quiero
de un marinero, razón de su padecer
que en una noche en los barcos
de contrabando, p'al langostino se fue.
Y en las sombras del río,
un disparo sonó.
Y de aquel sufrimiento, nació el lamento
de esta canción.
¡Aaay!, María la portuguesa
desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas
donde bebe vino amargo
porque canta con tristeza
porque esos ojos cerrados
por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena.
¡Fado! porque me faltan tus ojos
¡Fado! porque me falta tu boca
¡Fado! porque se fue por el rio
¡Fado! porque se va con la sombra
¡Fado! porque se fue por el rio
¡Fado! porque se va con la sombra.
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La historia que cuenta la copla está inspirada en un suceso
real muy truculento ocurrido hace 30 años en la localidad de Ayamonte (Huelva):
un pescador llamado Juan Flores fue tiroteado y asesinado por un guardia civil de
nacionalidad portuguesa. A pesar del tiempo transcurrido, todavía se desconocen
las causas del crimen y quedan incógnitas que resolver.
No obstante, se ha especulado mucho sobre el tema desde la
cultura popular, y se ha llegado a decir que el motivo del homicidio fueron los
celos del policía. El pescador mantenía relaciones con una misteriosa mujer llamada
María (que era la novia del guardia civil). Este descubrió el romance y se vengó
de Juan Flores acabando con su vida.
La historia está influida por el folletín y el romance de ciego,
que son narraciones violentas y atroces que hablaban de relaciones amorosas
prohibidas, crímenes, enredos sentimentales, suicidios, venganzas pasionales,
triángulos amorosos…
En la primera estrofa de la canción se introduce y presenta al
personaje femenino (María) mediante un texto descriptivo con recursos y tópicos
literarios:
-Por un lado, se representa a la protagonista mediante el estereotipo
de la mujer apenada y triste que desahoga sus penurias amorosas a través del cante
y de la música. A lo largo de estas semanas, hemos podido ver muchos personajes
así (Elvira la cantaora, la hija de don Juan Alba) que proyectan sus penas y alegrías
cantando canciones.
-Por otro lado, la tendencia a la bimebración, a dividir un
complemento sintáctico en dos partes o miembros, de manera coordinada, unidos con
una conjunción o enlace que los equipara a un mismo nivel jerárquico (noches de
luna y clavel, de Ayamonte hasta Villareal, canción viene y va…).
A veces, las bimembraciones poseen un carácter antitético
(es la alegría y es la agonía). Estas dualidades no son caprichosas, pues permiten
ahondar en la situación anímica y dramática del personaje, buscando complejidad
y matices en su caracterización. María es un personaje optimista, positivo, gracioso,
con salero del sur, pero le ha pasado algo que le ha hecho adoptar otras
pinceladas en su personalidad más pesimistas. No se trata de que María era
alegre y después triste, sino que ambos conceptos se funden formando un todo
dentro de un personaje complejo (como le pasa a todo el mundo que sufre una de
cal y otra de arena, donde lo alegre y lo triste conviven dentro de nosotros).
Esto dota de realismo a la mujer, ya que se concibe como un
foco de contradicciones (la mente del ser humano no es una máquina que funciona
de manera teórico, matemática y predecible, sino que es algo subjetivo, difícil
de planificar y controlar).
Sus cantos, por un lado, son intimistas y recogidos. De ahí
que las imágenes transmitan serenidad y quietud: la noche de luna, el terciopelo,
la suavidad del clavel…A María le gusta recrearse en sus sentimientos de forma
introspectiva, silenciosa, sosegada.
Sin embargo, la presencia de elementos que denotan extensión
geográfica (los verbos de movimiento ir y venir, los topónimos Ayamonte y Villareal,
el circunstancial de lugar “por el río”), implican que hay una necesidad de llorar,
de desahogarse, de aumentar la intensidad de sus lamentos para ser oída por
todo el mundo.
Esta perturbación dramática se verá apoyada con la imagen de
la protagonista perdida, vagando sin un destino concreto (sin rumbo por el río)
y varias alusiones a reacciones corporales, físicas y emocionales (entre suspiros).
La tradición romántica se funde con algunos rasgos de la mística con el objetivo
de indagar en el estado anímico de María. En casi todos los poemas románticos
se justifican estados sentimentales con los rasgos de la expresión corporal (la
mirada, la cara, los brazos, los suspiros…).
También podemos apreciar la tendencia al periodo sintáctico
largo. Los seis primeros versos, en realidad, son una sola oración con un único
sujeto (una canción) y un verbo (viene y va). El resto son largos complementos
circunstanciales (entre suspiros, sin rumbo) y relativos (que le canta María), supeditados
al verbo principal. Esto permite al narrador recrease en el estado anímico de la
protagonista.
En la segunda estrofa se produce el flashback, es decir, se
da un salto atrás en el tiempo con el objetivo de conocer los antecedentes de la
historia y así entender el estado de ánimo de la protagonista en el presente.
La parte relativa al pasado se centra en los encuentros
amorosos entre la protagonista y otro hombre (en teoría, sería el pescador). En
esta sección, la copla adquiere toques de sensualidad, con imágenes vitalistas
y con pequeñas pinceladas eróticas que conectan con las anacreónticas del XVIII:
conoció a ese hombre en una noche de vino verde y calor, entre palmas y
fandangos […] Y en las playas de la isla se perdieron los dos donde rompen las
olas, besó su boca y se entregó.
Como veis, el poema adquiere un tono más festivo y epicúreo,
con alusiones a los placeres de la vida (los besos, el vino, la música) y un
paisaje idílico (una playa con las olas rompiendo en la orilla). Ese es el marco
paradisiaco perfecto para circunscribir una relación amorosa, haciendo más
énfasis en lo físico y corporal que en lo psicológico.
Frente al amor espiritualista de otras coplas, esta hace más
hincapié en lo carnal y lo material. No obstante, encontramos algunos residuos
de la poesía cancioneril medieval, como el hecho de ver el amor como una enfermedad,
causada por un agente físico, en la que una vez caes resulta difícil salir: le
fue enredando y le trastornó el corazón. El chico seduce a María y ella se deja
engatusar. Lo típico
Se sigue haciendo uso de la bimembración (vino verde y
calor, palmas y fandangos, besó su boca y se entregó) para recrear el contexto.
El uso del pretérito perfecto simple (conoció, trastornó, perdieron, entregó, besó)
es síntoma de que estamos ante una parte narrativa.
En el estribillo volvemos al presente. La narración desaparece
a favor de un tono más lírico y descriptivo. Aquí predominan los tiempos de
presente (se oye, bebe, canta) en detrimento del perfecto. El yo poético vuelve
a recrearse en las penas de María. Ya conocemos una parte de la historia (hay un
asunto amoroso de por medio) pero todavía nos queda saber la continuación para
que podamos entender de manera completa la tristeza de la chica.
El estribillo sirve de transición entre dos grandes momentos
narrativos. Volvemos a ver la imagen de María desahogando sus penas a través de
la música. En este caso, con el fado, que es una música típica de Portugal en
la que los cantantes (de origen humilde) expresan los malos momentos de la vida
(frustraciones, fatalismos…) al son de guitarra. Por tanto, hay un pequeño
homenaje al folclore autóctono portugués en los paralelismos (sustantivo fado+
conjunción causal porque + pronombre me/se + complemento)
¡Fado! porque me faltan tus ojos
¡Fado! porque me falta tu boca
¡Fado! porque se fue por el río
¡Fado! porque se va con la sombra
En estos versos María canta la ausencia del amado. Sin él,
la protagonista no se siente plena. Le falta el elemento necesario e
imprescindible para ser feliz. En lugar de aludir al amado en su totalidad, lo
hace a través de las partes (tus ojos, tu boca). Este recurso se conoce con el
nombre de sinécdoque.
Se crea un contrapunto con el tema del vino respecto a la estrofa
anterior. En la sección de antes (más sensual, festiva y optimista) el vino era
verde, reluciente, brillante, ya que servía para enfatizar la alegría de vivir
y los grandes placeres mundanos. En la sección actual (de tono más melancólico y
dramático) es un vino amargo que en lugar de cantar las glorias de la vida, le
permite a María recrearse en las penas, miserias y dolores.
Pensad en la imagen de los borrachos en las tabernas,
bebiendo vino y lamentándose de su desdicha. Algo parecido sucede con la protagonista.
Los topónimos (desde Ayamonte hasta Faro) permiten universalizar el sentimiento
de la chica, propagarlo, difundirlo abiertamente y hacer partícipe a todo el mundo
de su desgracia. La anáfora (porque canta…/porque esos ojos…Por un amor…./por eso
canta…) y el paralelismo (Fado porque me faltan tus ojos/Fado porque me falta
tu boca…) contribuyen a realzar el dramatismo de la copla, haciendo que resulte
intimista y altisonante a la vez.
En la tercera estrofa se vuelve al pasado (flashback) para
seguir contando la historia de María y así el oyente pueda entender ese dramatismo
del estribillo. Vuelven los tiempos de perfecto (se fue, sonó, nació…) ya que
estamos de nuevo ante una parte narrativa.
Ya os dije al principio del análisis que esta copla está
basada en un hecho real, del que pocas cosas se han podido saber con certeza.
Todo lo que se ha dicho son suposiciones y especulaciones de corte popular, pero
no es nada oficial. El uso del verbo decir en 3ª persona del plural contribuye a
dar ese carácter especulativo de la historia (dicen que fue el te quiero...).
La gente habla, imagina, se hace su propia versión de los hechos,
los rumores corren de boca en boca, unos dicen una cosa, otros dicen otra y al
final se acaba convirtiendo en una leyenda. Por eso, el verbo decir en 3ª del
plural da ese carácter indeterminado a la historia, como si fuera conocida por
todo el mundo, pero a la vez no hay una verdad clara. No sabemos con exactitud
cómo y por qué fue el crimen
El núcleo de la historia (el asesinato del pescador) se
resuelve de forma rápida y casi anecdótica, sin artificios ni rodeos. Después
de toda la atmósfera dramática que se ha gestado (sobre todo, en el estribillo,
por todo el componente emocional que tenía) la clave de la historia se resuelve
en 3-4 versos de manera precipitada.
Esta es precisamente la genialidad de la canción. Lo importante
es la atmósfera, el ambiente lírico, el contexto emocional que se ha ido creando
(que es lo que nos acaba conmoviendo como espectadores). La parte morbosa y
truculenta es algo anecdótico y secundario. No necesita enfatizarse ni
remarcarse. Se puede contar de forma limpia y elegante, sin profundizar en
detalles escabrosos: que en una noche en los barcos de contrabando, p'al langostino
se fue. Y en las sombras del rio, un disparo sonó.
A partir de percepciones sensoriales (el ruido del arma) se
representa el hecho atroz. No hace falta sangre ni muertes. El langostino es el
nombre de un barco.
Estamos ante una copla que da más importancia al procedimiento
que al resultado, al contexto que al hecho, al nudo que al desenlace, a la
introspección de la protagonista que al núcleo que lo origina. Por eso, la parte
que todo el mundo espera (el asesinato) no necesita dosis de dramatismo, ya que
el dramatismo se ha creado mucho antes. Y por supuesto, el poema no necesita
recrearse en un juego de detectives para intentar buscar al culpable del asesino
(como sí sucedía en Mañana sale). Todo el morbo queda fuera del tema.
Hay mezcla de estilo directo e indirecto (fue el te quiero de
un marinero), contracciones fonéticas (pál langostino se fue) con el objetivo de
dar espontaneidad a la lengua. Esta copla no necesita lenguaje literario para
realzarse. El coloquial crea poeticidad.
El encabalgamiento abrupto (en una noche en los barcos/de
contrabando, el te quiero/ de un marinero) y el hipérbaton (De aquel sufrimiento
nació la pena de esta canción. En las sombras del río un disparo sonó) sirven
para retardar lo máximo posible el momento culminante, ya que lo importante no
es el asesinato en sí, sino todo lo que hay antes y después (las consecuencias
sentimentales).
De hecho, los circunstanciales y complementos verbales se anteponen
al verbo y ocupan la primera posición oracional,
ya que lo importante son las circunstancias (el contexto) y no tanto la acción (el
verbo): desde Ayamonte hasta Faro se oye
este fado…
La canción finaliza con la repetición del estribillo, el cual
ahora sí cobra sentido y todo el mundo entiende el drama que está viviendo María,
por la muerte del pescador al que tanto quería.
La métrica es muy irregular. Se combinan versos de arte mayor
y de arte menor, versos de sílabas pares con impares. Las rimas son muy
relajadas, con tendencia a la asonancia en –u (andaluz-sur) en –o (calor-corazón-dos-entregó)
en –ea (tristeza, pena, taberna, portuguesa), en –ao (amargo, desgraciado,
cerrado, faro), en –oa (boca, sombra), en –eo (lamento, quiero). Las rimas consonantes
son residuales (alegría, María, agonía). Esto nos evoca a la poesía del 27, en
la cual predominan las formas libres sobre las fijas.
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