jueves, 20 de febrero de 2020

La luna enamorada: la historia de amor entre un gitano y el astro nocturno


Uno de los recursos más habituales del lenguaje literario es la personificación. La personificación consiste en atribuir cualidades o acciones propias de seres humanos a elementos que no son humanos (objetos, animales, ideas, lugares…). Por ejemplo, cuando decimos “dejemos que las urnas hablen”, estamos atribuyendo un evento humano (hablar) a una entidad inanimada (urna). Esto es una personificación.

Normalmente, se utiliza como figura retórica-poética en momentos y versos concretos de un texto para dar trascendencia a lo que se habla (tema). Cuando la personificación deja de ser una licencia puntual y esporádica y se extiende a toda la composición, estamos ante un proceso de humanización, en el que elementos inertes/no humanos llegan a cobrar vida, tomando el protagonismo en las coplas, y haciendo las mismas cosas que haría una persona real de carne y hueso. Por ejemplo, leed cualquiera de las fábulas de Samaniego, Esopo o Fedro: los animales se comportan como si fueran seres humanos, con sus virtudes y defectos.

La canción de hoy va a humanizar uno de los elementos más importantes de nuestro cielo, como es la Luna. Tan personificada va a estar el astro nocturno, que acabará enamorándose de un gitano. Como ya estaréis barruntando el tema de hoy es La luna enamorada, un clásico del repertorio que ha sido interpretado por artistas como Elsa Baeza o Angelillo.


Dicen que tiene la luna

lunita clara luna lunera
amores con un gitano
que la camela, que la camela.

Y que con una guitarra
a la lunita jalea
y le canta bulerías
y ella contesta por peteneras.

Dicen que la luna tiene
amores con un calé
y que toditas las noches
con el gitano se ve.

Mira, mira la lunita
con su carita empolvá
como se ríe se ríe
mírala que resalá.

Ay que guapa está la luna
con su cara enamorá.

Dicen que al salir la luna
lunita clara cascabelera
se adorna con una bata
bata gitana de encaje y seda.

Y el gitano que la mira
porque se muere por ella
La lunita se ríe
porque es coqueta, porque es coqueta.

Dicen que la luna tiene
amores con un calé
y que toditas las noches
con el gitano se ve.

Mira, mira la lunita
con su carita empolvá
como se ríe se ríe
mírala que resalá.

Ay que guapa está la luna
con su cara enamorá.

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En la propia disposición estructural del poema podemos ver cómo se va a intentar dar un carácter legendario y remoto a la historia, como si se estuviera contando un cuento antiguo, tradicional, que corre de boca en boca, entre las clases populares

La oración impersonal con verbo en tercera del plural va creando paralelismos: Dicen que tiene la luna […] amores con un gitano…, Dicen que al salir la luna […] se adorna con una bata…, Dicen que la luna tiene amores con un calé…No sabemos quién cuenta la historia. No hay sujeto. Este es indefinido, genérico. Es una historia que la conoce todo el mundo.

La impersonalidad ayuda a introducir la historia como si fuera un relato atemporal y mítico, conocido por todos, típico de las leyendas que pasan de generación en generación, mezclando realidad con fantasía o mejor dicho, tomándose la fantasía como si fuera algo normal/ habitual en el mundo real de lo que no hay que escandalizarse ni sentir extrañeza. Esto me recuerda muchísimo al Realismo Mágico Hispanoamericano del siglo pasado.

Se trata de una copla que posee un lenguaje muy cercano al simbolismo, ya que es un texto que sugiere mucho a partir de la musicalidad de la palabra, de los juegos entre significantes, creando un halo de misterio y una atmósfera anímica. Los mecanismos racionales se dejan de lado a favor de los mecanismos intuitivos, ofreciendo una visión subjetiva de una realidad.

Se hace uso del mecanismo de la derivación (luna<lunita, luna<lunera) no solo con un fin estético-ornamentativo (que suene bonito al oído) sino también para enfatizar esa capacidad de sugestión.

Hay una tendencia a la reiteración (que la camela, que la camela…se ríe, se ríe), a la aposición del núcleo poniendo complementos nominales, que si bien no aportan nada nuevo (son rodeos), sí engordan la estructura sintáctica para hacer esos juegos musicales: dicen que tiene la luna, lunita clara, luna lunera…La aliteración del fonema líquido L crea un efecto casi de trabalenguas, que suena muy agradable en la escucha

A lo largo de la copla se configura una relación amoroso-espiritual de perfecta sintonía entre la Luna y el gitano. Si quitamos la palabra Luna del texto y la sustituimos por un nombre de mujer, todo el mundo podría pensar que estaríamos ante la típica canción de amor entre dos jóvenes. Ese es precisamente el sentido de la humanización: hacer que todo parezca de verdad. La historia de amor entre la Luna y el gitano no tiene nada que envidiar a otras historias sentimentales humanas.

Sin necesidad de hacer alusión a contactos físicos y carnales (besos, caricias, abrazos...), se consigue crear ambiente muy sensual y coqueto. El gitano seduce y enamora a La Luna solamente con su presencia y su música. La Luna corresponde de la misma manera al calé. Para eso se recurre a la personificación: y que con una guitarra a la lunita jalea, y le canta bulerías, y ella contesta por peteneras. Los jaleos, las bulerías y las peteneras son manifestaciones del cante flamenco, que se tocan con guitarra. La música es un mecanismo de cortejo y seducción.

Se crea una unión espiritual, geométrica, armónica, encantadora, ya que son tan iguales que todo resulta muy idílico y místico.

El polisíndeton (Y que con una guitarra…Y le canta por bulerías …Y ella contesta…) contribuye a la recreación del cortejo de una manera lenta, detallada, solemne, gozando cada instante del proceso. El diminutivo (toditas las noches) crea una atmósfera afectiva y encantadora, que tiende a alargarse en el tiempo, para disfrutarla al máximo. Todos queremos que lo placentero dure mucho…

Está claro que existe una complicidad total entre el astro y el gitano. La interacción está llena de cariño y afecto.

Esta copla da una visión desmaterializada y espiritual del amor. El amor no se ve como algo físico y corpóreo (de hecho, representar la parte femenina como un concepto inanimado ayuda a olvidarnos de ideas físicas como belleza y guapura). Por eso, la elección de La Luna no es algo casual. El amor va más allá de lo corporal/sexual. Es como un estado de complicidad, de sintonía, de plenitud entre dos almas compatibles y empastadas (ya no de personas y cuerpos) que se unen en una sola, de tal forma que una no es nada sin la otra.

Se trata de un amor que se consigue a partir de la belleza interior, de las cualidades psicológicas innatas entre dos personas. Y la belleza interior puede llegar a ser tan preciosista y sensitiva como la exterior. De hecho, esa sensualidad se detecta en los gestos, miradas y poses de la Luna, a la cual se dota de viveza y expresividad a la hora de retratarla con personificaciones exclamativas: mira la lunita, con su carita empolvá, como se ríe […] mírala que resalá […] con su cara enamorá

En la descripción de la Luna también se utilizan algunas metáforas clásicas como por ejemplo, identificarla y asemejarla con un cascabel (instrumento musical que tiene forma de media luna): lunita clara cascabelera.

La bimembración (poner dos adjetivos al sustantivo) ayuda a aumentar la capacidad sugestiva y musical del simbolismo, además de dotar de sensualismo y el detallismo a la copla, aspecto que nos evoca a la poesía Rococó del XVIII: lunita clara y cascabelera, bata de encaje y seda. En general, la adjetivación de la Luna es abundante y rica con cualidades relativas al ámbito de lo físico (clara, gitana, empolvá, guapa) y el carácter (resalá, enamorá, coqueta)

La fusión entre la Luna y el gitano es total, hasta tal punto que la Luna se caracteriza y personifica con elementos del mundo calé: se adorna con una bata/ bata gitana de encaje y seda. La anadiplosis de bata permite ahondar en el detalle, y acercarlo al sensualismo Rococó.

La compatibilidad entre las dos almas se puede apreciar muy bien antes del segundo estribillo, ya que se crea una serie de correspondencias recíprocas entre el gitano y la Luna. Son correspondencias basadas en el lenguaje de signos corporales (la risa, la mirada), ya que con el cuerpo una persona puede irradiar y transmitir complicidad sin necesidad de usar palabras. Por eso, se trata de un amor más espiritual que material: y el gitano que la mira porque se muere por ella. La lunita se ríe porque es coqueta.

Conclusión: la complicidad entre los personajes se crea con el lenguaje literario, con la fuerza de la palabra, con las imágenes metafóricas, con el poder de sugestión del léxico elegido. Se combina la elegancia, el refinamiento con algunos coloquialismos más cercanos (resalá) o la relajación del participio (enamorá, empolvá).

Las estrofas son de cuatro versos, donde el segundo rima en asonante con el cuarto, y primero y tercero quedan libres


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