El tema de los matrimonios de conveniencia (personas que en
lugar de casarse por amor lo hacían por algún interés económico, moral, cultural, social o político,
a veces obligados por los padres) ha dado muchísimo juego en la historia
de la copla. Entre muchas de las tantas canciones que se han escrito sobre este asunto,
he elegido una que lo refleja de la manera más clara y explícita posible. Año
1947. Intérprete: Concha Piquer. Título: Me casó mi madre
Doña Pepa "la clavela"
ayer compró una alianza,
te casas con Curro Ponce
porque a mi me da la gana
Era la niña un sollozo
de los pies a la garganta,
madre yo tengo otro amor
a quién le di mi palabra.
La niña viste de blanco
entre suspiros y lágrimas....Ayyyyy
Me casó mi madre
chiquita y bonita
con un muchachito
que yo no quería ayaya
que yo no quería.
Mi casa luto se pone
cuando vuelvo de la Iglesia
del brazo de Curro Ponce.
Ay dolor de mi dolor
que tuve que darle el si
cuando quise darle el no.
Las cosas de doña Pepa
de mala manera salen
me casa con Curro Ponce
o no me casa con nadie.
Él se va a la medianoche
yo le sigo por las calles...
Madre me diste un marido
que llama en otros portales.
La niña siempre diciendo
y no se entera la madre ayyyy
Le segui los pasos
por ver donde iba
y le vi de entrar ayayay
en cá su querida.
Mi mare lo ha conseguio
que estoy muriéndome a solas
casaita y sin mario...
Ay dolor de mi dolor
lo malo fue darle el si
cuando quise darle el no.
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Desde tiempos antiguos era habitual (sobre todo en la aristocracia y la burguesía rural y urbana) que los padres se encargaran
de concertar los matrimonios de sus hijos. Las familias con poder económico
y buena posición social querían asegurarse que sus descendientes siguieran conservando
ese estatus privilegiado. Por eso, los hijos se debían casar con hijos de otras
familias de la misma clase social (al ser posible, de familias importantes en
la sociedad de la época, para que la unión de ambas familias diera lugar a una
familia todavía más poderosa). Era un desprestigio muy grande que una persona
de clase alta se acabara casando con una persona de clase más baja y/o de dudosa
reputación moral. Los padres se encargaban de planificar y acordar el futuro
matrimonio al margen de lo que pensaran los hijos (muchas veces, cuando los futuros
casados eran todavía recién nacidos).
Estos matrimonios nacidos en el seno de pactos y acuerdos
entre los padres, no solían funcionar bien. Hay que tener en cuenta que los padres
hacían esto sin tener en cuenta las opiniones y sentimientos de los chicos. La
gente se casaba de por vida sin estar realmente enamorado y apasionado con la pareja.
Esto provocaba mucha frustración, sobre todo en la parte femenina, ya que la
mujer quedaba encadenada y subordinada a su marido para toda la vida. El hombre
lo tenía más fácil, ya que por su condición masculina, podía mantener
relaciones con otras mujeres (ser infiel), y la mujer lo único que podía hacer era
callar y aguantar carros y carreras. Como veis, el motor de estos matrimonios
es económico, social, político, pero nunca amoroso.
De hecho, había veces que una persona se enamoraba de verdad
de otra persona de una clase social más baja, pero los padres no consentían que
su hijo/a cometiera la locura de formar una familia con alguien de tan baja calaña
(por muy enamorado que estuviera).
Todo esto que os estoy contando (fruto del contexto de la época)
es lo que le pasa a la protagonista de la copla.
En la canción se cuenta cómo la madre de la protagonista (una
tal Pepa) concierta el matrimonio de su hija con otro hombre (Curro Ponce).
La chiquilla no quiere casarse con el chaval, ya que ella realmente está enamorada
de otro hombre, al cual le ha jurado su amor (Madre, yo tengo otro amor a quien
le di mi palabra).
La copla se estructura en tres partes, las cuales configuran
un texto narrativo (nos cuenta la historia de un amor concertado). Se combina
el narrador omnisciente en tercera persona con partes en estilo directo en las que intervienen brevemente los diferentes personajes (la madre, la hija...). En la última
sección, se pasa a la primera persona con voz de la protagonista.
PARTE 1: Los antecedentes (momentos antes de la boda: concierto
del matrimonio). Tal como os dije, los sentimientos de la chica no se
tienen en cuenta. Es la opinión y el criterio de la madre el que prevalece en
todo momento. Lo que la matriarca del clan decide es lo que se hace, sin dejar decidir a su hija
algo tan importante para su vida
En las palabras maternales podemos apreciar
un tono dictatorial, autoritario y de imposición, ya que está dando una orden a
la hija, a la cual no se puede negar. De hecho, la madre se limita a decir lo
que se va a hacer, sin posibilidad de rectificar y dar marcha atrás, sin justificar nada, sin contemplaciones y sin dejar margen de decisión y voluntad a su hija. El tono coloquial y un presente de indicativo con valor de imperativo enfatiza y realza esta idea: Te casas con Curro Ponce porque a mí me da la gana. Más
claro no se puede decir. El matrimonio se hace porque lo dice la madre y punto. No hay más. La subordinada causal no tiene el valor de razonamiento o argumento. Solo refleja el abuso de la madre sobre la hija (porque me da la gana)
La madre es la que compra los anillos de la
boda: Doña Pepa la Clavela ayer compró una alianza. La interesada en que ese matrimonio tenga carácter oficial es ella...y no los involucrados (los novios). Básicamente, esta tomando decisiones trascendentales en la vida de la chica, la cual no tiene poder de decisión. Está anulada.
La hija no quiere casarse. La desesperación y la tristeza se reflejan mediante la metáfora del torrente de lágrimas: era la niña un sollozo de los pies a la garganta. Los complementos espaciales dan un tono hiperbólico al poema (de los pies a la garganta), extendiendo el dramatismo a todos los ámbitos vitales. El léxico de esta parte de la copla denota tristeza
y amargura (sollozos, suspiros, lágrimas). A pesar de esta atmósfera tan pesimista, el corazón de la madre no se ablanda y el plan de la boda seguirá hacia delante
PARTE 2: La boda (el día del casamiento). El verbo casarse
actúa normalmente como reflexivo, ya que el referente del sujeto es el mismo
que el referente del complemento directo (el sujeto realiza una acción que
afecta a sí mismo: me caso...el mismo que decide casarse es el que se casa). En cambio, en esta copla no actúa como reflexivo (me casó mi madre), ya que
la referencia del sujeto es la madre y la referencia del directo es la hija. La madre realiza una acción que afecta a la
hija. Esto permite acentuar la cosificación que sufre la chica, la cual puede ser
manejada como si fuera un muñeco, un títere o una marioneta, no pudiendo decidir sobre el devenir de su propia vida. Ha perdido el libre albedrío
Se crea un contraste bastante interesante, ya que algo que
es alegre y festivo (una boda) se acaba convirtiendo en algo triste y feo (al casarse en contra de su voluntad, la chica no va a ser feliz). Esa mezcla de sensaciones, de claroscuros, crea un efecto muy peculiar, ya que se está dando la vuelta a un registro, convirtiendo lo placentero en algo trágico
Hay palabras
con connotaciones positivas (bonita) y diminutivos afectivos idílicos (muchachito, chiquita) que en esta copla se tiñen de un tono de tristeza y melancolía. Elementos que en otros poemas son alegres y optimistas, en este no funcionan como tal debido a la atmósfera de lamentación del yo poético, gracias a esas interjecciones enfáticas: con un muchachito que no yo quería, Ayyyyy
El estado de angustia de la protagonista se refleja con una personificación en hipérbaton cargada de simbolismo: mi casa luto se pone cuando vuelvo de la iglesia. El luto simboliza el dolor, la tristeza, la pérdida. Acaba de perder su esencia como persona, su capacidad de decidir y gestionar su propia vida. Parece que en lugar de venir de una boda, viene de un entierro.
Los paralelismos ayudan a crear una antítesis entre lo que
la protagonista desea y quiere con lo que a la protagonista le obligan e imponen: que tuve que darle el sí, cuando quise darle el no: nexo (que/cuando) + perífrasis (tuve que darle/quise darle) + complemento directo (el sí/el no). El deseo es una cosa y la realidad otra, tema cernudiano por excelencia.
PARTE 3: Las consecuencias (después de la boda cuando la
protagonista lleva una vida de casada). En esta última sección de la
canción veremos las consecuencias que tiene un matrimonio sin amor. En la copla
se nos cuenta cómo el marido de la protagonista abandona por las noches la casa conyugal para mantener relaciones con otra mujer. La protagonista un día sigue al hombre y se lo encuentra metiéndose en otro portal, que es donde vive la
querida.
El paralelismo crea un ambiente de intriga, de tensión, típico de los culebrones
de la televisión (él se va a la medianoche, yo le sigo por las calles, le
seguí los pasos…le vi entrar…). La realidad (la infidelidad) se va desvelando
poco a poco, sin soltar toda la materia narrativa de golpe, calentando dramáticamente
la canción, hasta llegar a lo interesante: le sigue los pasos, mira dónde va,
lo ve metiéndose en un portal, y finalmente extrae la conclusión (tiene una
querida).
La narración se combina con vocativos hacia la madre, donde la
protagonista se lamenta de haberse casado, en un tono de rabia y reproche
(Madre, me diste un marido que llama en otros portales). Por lo que se ve, la
madre quita importancia al tema y le da igual lo que haga el yerno y que la hija sufra (La niña siempre
diciendo y no se entera la madre).
Lo importante para la matriarca es que ya se han casado (y
eso, en esa época, es irreversible, no hay marcha atrás ya que no existe el divorcio), y por
tanto, el interés ya ha sido satisfecho. El convenio muchas veces queda por encima
del honor y la dignidad ¿No os recuerda un poco a la historia de El lazarillo
de Tormes, el cual se casa por conveniencia y le da igual ser un cornudo? Pues
la madre, me recuerda un poco a él. Lo que pasa es que la madre lo proyecta a
través de su hija. La madre, al fin y al cabo, no tiene que sufrir nada. Ella
solo contempla cómo la familia ha cumplido un objetivo (que era que la hija se casara
con alguien por interés). Por tanto, está contenta con eso, aunque la hija no
sea feliz e incluso sea una cornuda.
La protagonista ve a la madre como alguien maléfica, que ha mirado
más por intereses externos y sociales que por la felicidad de su propia hija, y se lo reprocha irónicamente mediante
la metáfora de la muerte en vida: Mi madre lo ha conseguío, estoy muriéndome a
solas. La paradoja “casaita y sin marío”, refleja la situación real de este
tipo de matrimonios: lo único que hay es un papel que dicen que están casados,
pero en la práctica, no hay amor ni hay nada. Vivir con alguien a quien no quieres es muy doloroso, y más cuando te han obligado a hacerlo. De ahí, esas exclamaciones tan intensas que nos recuerdan al drama romántico de Zorrilla: Ay dolor de mi dolor
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