miércoles, 5 de febrero de 2020

Especial "La rosa del azafrán": Las espigadoras


Vamos a cerrar este especial de La rosa del azafrán con una de las escenas más conocidas de la zarzuela: el famoso número de las espigadoras. Esta copla hace alusión a uno de los momentos más importantes de la cosecha: la recogida de la siembra. Por tanto, estamos ante una canción descriptiva con mucho realismo y costumbrismo, ya que representa una estampa cotidiana del mundo rural manchego. Estamos en pleno mes de agosto. La acción se desarrolla en el típico campo castellano de mies, rastrojos y viñedos con molinos al fondo.


Catalina:

Esta mañana
Muy tempranito
Salí del pueblo
Con el hatico
Y como entonces la aurora venía
Yo la recibía
Cantando como un pajarito

Espigadoras:
Esta mañana
Muy tempranito

Catalina:
Por los carriles
De los rastrojos
Soy la hormiguita
De los despojos

Espigadoras:
Y como tiene muy buenos ojos
Espiga a veces de los manojos

Catalina:
¡Ay, ay, ay, ay!
¡Qué trabajo nos manda el Señor!
Levantarse y volverse a agachar
Todo el día a los aires y al Sol

Espigadoras:
¡Ay, ay, ay, ay!
Ten memoria de mí, segador;
No arrebañes los campos de mies
Que detrás de las hoces voy yo

Catalina:
La espigadora con su esportilla
Paece la sombra de la cuadrilla.
Sufre, espigando tras los segadores,
Los mismos sudores
Que el hombre que siega y que trilla

Espigadoras:
La espigadora
Con su esportilla

Catalina:
En cuanto suenan
Las caracolas,
Por esos trigos
Van ellas solas

Espigadoras:
Y se engalanan
Con amapolas
Sin abalorios
Ni angaripolas

Catalina:
¡Ay, ay, ay, ay!
¡Qué trabajo nos manda el Señor!
Levantarse y volverse a agachar
Todo el día a los aires y al Sol

Espigadoras:
¡Ay, ay, ay, ay!
Ten memoria de mí segador;
No arrebañes los campos de mies
Que detrás de las hoces voy yo

Espigadores:
¡Ay, ay, ay, ay!
No arrebaño los campos de mies
Porque aguardo que vengas tú aquí
Pa escuchar lo que vale un querer

Espigadoras:
¡Ay, ay, ay, ay!
Si a tu lado me aguarda un querer
No me importan los aires y el sol
Ni que arranques de cuajo la mies

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Normalmente, cuando se recogía la cosecha se hacía una división del trabajo: los hombres (los espigadores) eran los encargados de pasar la hoz por la planta del cereal, con el objetivo de cortar los tallos y así separar la espiga (que es donde están los granos del trigo) del resto de la planta, la cual caía al suelo tras el corte; por el contrario, las mujeres (las espigadoras) se encargaban de agacharse y tirarse al suelo para recoger las espigas que el hombre cortaba

Mientras que en la Canción del sembrador que vimos hace un par de días, se daba un enfoque vitalista y optimista del trabajo en el campo (el protagonista alcanzaba un punto de éxtasis y exaltación, ya que su vida y su pasión era la tierra), en las espigadoras vamos a encontrar una mezcla muy equilibrada, ya que por un lado se reflejan las duras condiciones del trabajo, pero por otro lado, a pesar de la dureza agraria, se intenta ver las cosas de una forma positiva. La protagonista de la canción es Catalina, que habla en primera persona a lo largo de la copla, con algunas intervenciones esporádicas de un coro femenino (el resto de segadoras) y un coro masculino (los segadores) que van reiterando y creando un efecto eco de las partes más intensas del parlamento de la protagonista (repitiendo algunas frases que ella dice).

A lo largo del tema se hace alusión a diferentes imágenes que transmiten las duras condiciones del campesinado manchego del siglo XIX: tenían que levantarse muy temprano (a veces, antes del amanecer), recorrer una distancia bastante larga desde el pueblo hasta la parcela de trabajo, cargados con el hatillo de ropa y enseres personales en un pañuelo: esta mañana muy tempranito, salí del pueblo con el hatico

Mediante la personificación del ambiente (la aurora venía) se da trascendencia al momento del amanecer, que es cuando muchos campesinos ya estaban, o bien empezando a trabajar, o bien de camino a la faena diaria. Catalina afronta el nuevo día desde la alegría, el buen humor y las ganas de vivir, tal como se refleja en la comparación: yo la recibía [a la aurora] cantando como un pajarito. Normalmente, cuando una persona está contenta suele manifestar su entusiasmo a partir de la música. De ahí la alusión al pajarillo. El trino típico del amanecer estival.

La protagonista recurre a una metáfora animalizada para expresar sus ganas de cumplir con el deber (por los carriles de los rastrojos soy la hormiguita de los despojos). Desde la tradición popular, la hormiga se ha identificado como el animal más trabajador y hacendoso que existe, que poquito a poco, sin prisa, pero sin pausa, va cumpliendo con sus obligaciones, en lugar de holgazanear como hacen otros animales (por ejemplo. la cigarra…recordad el famoso cuento de la cigarra y la hormiga en el que esta última se pasaba el verano trabajando para el invierno). En este caso, la espigadora representa la fuerza de trabajo, la constancia diaria. Además, las hormigas son bichos que acuden en masa a por los despojos, a por los restos de comida que la gente tira. Igual hacen las espigadoras: van en masa, a por las espigas que los hombres cortan, hasta dejar el suelo limpio.

El estribillo del poema recoge los lamentos y quejas de la segadora ante la dureza del trabajo, mediante la acumulación de interjecciones (¡Ay, ay, ay, ay!). Los campesinos tienen que sufrir duras condiciones climatológicas debido al hecho de trabajar al aire libre (desde el soporífero calor del verano hasta las tormentas, nieves, granizos o nieblas del invierno): Todo el día a los aires y al sol. Además, tienen que estar levantándose, agachándose y tirándose al suelo continuamente para recoger las espigas: levantarse y volverse a agachar. La perífrasis reiterativa (volver a) marca el carácter monótono y lineal de las faenas del campo

Estas quejas irán acompañadas de una visión determinista del ser humano. Había una corriente (los defensores del libro albedrío) que pensaba que el hombre era responsable de sus actos, y por tanto, todo lo que hacía tenía unas consecuencias que iban marcando su destino. En cambio, había otros (como Catalina) que pensaban que el hombre ya estaba predestinado al nacer, y no podía hacer nada para cambiar su destino, de forma que había que resignarse y aceptar lo que tocaba.

Había muchísimas variantes de ese determinismo: algunos pensaban que tu suerte estaba determinada por la posición de los cuerpos celestes el día del nacimiento (determinismo astrológico), había otros que pensaban que dependía de tu constitución física, color de ojos, de piel, altura, (determinismo físico), había otros que pensaban que dependía de la procedencia de tu familia, de la clase social, del entorno en el que has crecido (determinismo ambiental) o había gente, como la protagonista de la copla, que pensaba que era por capricho y obra de Dios (determinismo católico). De ahí que Catalina se lamente en la exclamación retórica de todo el trabajo que Dios les ha asignado en el contexto de la existencia: ¡Qué trabajos nos manda el Señor!

Mediante el vocativo, la espigadora se dirige a su compañero de trabajo, el espigador (ten piedad de mí, segador) y le pide que a la hora de utilizar la hoz no se le ocurra cortar todos y cada uno de los tallos que vea, ya que luego ellas tienen que agacharse y recoger las espigas. Por eso, cuantos más tallos corten ellos, más carga de trabajo supone para ellas (ya que tendrán que tirarse al suelo más veces): Ten piedad de mí, segador. No arrebañes los campos de mies que detrás de las hoces voy yo. El uso del imperativo negativo (no arrebañes) da intensidad a la copla y permite reforzar la dureza del trabajo. Por eso le pide que haga la vista gorda y de vez en cuando se deje algún tallo sin cortar, ya que eso significa tener que agacharse menos veces al suelo. Fijaos con qué poquito se conforman…un pequeño detalle puede servir de consuelo y ayuda a la espigadora.

En la segunda estrofa el poema posee unos aires más reivindicativos y exaltadores, ya que la protagonista quiere enfatizar la importancia de la mujer manchega en las labores agrícolas. En una sociedad tan conservadora como la del siglo XIX, el hombre, normalmente, adquiría el rol de trabajador, el cual salía de casa en busca del sustento para la familia y tenía que realizar las labores que requerían más fuerza, más sudor, más rapidez, más energía, más hombría (las más valoradas socialmente); mientras que las mujeres se dedicaban fundamentalmente a la casa, a cuidar de los hijos, a la cocina… que eran tareas de menor prestigio social ya que no requerían tanto sudor (la mujer era como más débil que el hombre, como alguien inferior).

Con esta copla, Catalina exalta y homenajea a la mujer manchega, la cual tiene que sudar, sufrir y trabajar lo mismo que un hombre. El campo manchego no distingue de sexo a la hora de trabajar. Por tanto, se representa a la espigadora como una mujer fuerte, valiente, decidida, capaz de someterse a las tareas físicas más duras que existen, y además, hacerlas bien. Podríamos decir que hay igualdad de género. La mujer se llega a situar en un mismo nivel de importancia que el hombre. Es una más en la cuadrilla de trabajadores: la espigadora con su esportilla, paece la sombra de la cuadrilla. Sufre, espigando tras los segadores, los mismos sudores que el hombre que siega y que trilla

Hasta aquí hemos visto la parte más cruda y dura de la canción. Sin embargo, el poema también tiene sus elementos optimistas. La mujer campesina, a pesar de la dureza de las condiciones laborales, saca fuerzas de donde no hay, con el objetivo de intentar buscar el consuelo y disfrutar de las cosas buenas de su trabajo. A pesar del contexto tan desfavorable, busca momentos para el goce y el disfrute de la vida. Es posible.

El hecho de tener que levantarse por la mañana para ir al trabajo no se ve como una penitencia o un castigo. A la gente que no le gusta lo que hace ni está contenta con su vida, se levanta amargada y sin ganas de nada. En cambio, la espigadora, en la primera parte de la canción aparece retratada de una manera idealizada, mediante el uso del diminutivo (pajarito, tempranito…), que le da un carácter afectivo; y la imagen- comparación del pájaro cantor (se dice que la espigadora cantaba como un pajarito mientras salía la aurora, de camino al trabajo): y como entonces la aurora venía, yo la recibía, cantando como un pajarito. Este comienzo tan bucólico recuerda al de un poema pastoril del siglo de Oro, donde parece que todo es alegría y felicidad, con ese toque de cursilería, que le encaja tan bien con el personaje rural.

El tono costumbrista del poema se detecta gracias a una serie de estampas cotidianas que recrean las distracciones y diversiones del campesinado manchego. Entre espiga y espiga siempre sacaban tiempo para disfrutar del paisaje y las flores. Trabajando en un lugar tan maravilloso como la naturaleza es normal disfrutar del entorno a la vez que cumples con tus obligaciones

Por eso, en la canción se cuenta cómo la espigadora cogía amapolas del campo y las usaba de adorno y embellecedor (colocárselas en el pelo, en la ropa…): y se engalanan con amapolas, sin abalorios ni angaripolas

Es una manera fácil, barata y elegante de usar los recursos que nos da la naturaleza como productos para la estética y la belleza. Se trata de una decoración humilde, pero bonita, de muy buen gusto, sin abalorios (adornos de poco valor) ni angaripolas (adornos excesivos, barrocos, suntuosos, de muy mal gusto).

Como podemos observar, la copla incluye un pequeño guiño a la teoría del arte y el pensamiento estético: a veces, el hecho de poner mucha decoración, mucho color, rellenar todos los huecos vacíos con elementos sin sentido y sin que quede ningún espacio libre entre uno y otro, es un atentado contra el buen gusto. Menos es más. Una cosita tan sencilla como una amapola bien puesta, es mucho más bonito y elegante que ver a esas mujeres de la aristocracia que se cubren los ropajes de joyas, piedras, cintas, piezas de orfebrería que pesan un quintal y diversas ornamentaciones que invaden todo el cuerpo. En la sencillez y la simplicidad está el buen gusto. Y las espigadoras pueden sentirse guapas y bellas colgándose una flor. No necesitan ponerse hasta los topes de accesorios inútiles.

La canción termina con un diálogo del coro de las espigadoras con el coro de los espigadores, en un tono pícaro y sensual, como si fuera un juego. Es normal que, debido al tiempo que pasaban las mujeres y los hombres juntos (todo el día, de sol a sol) acabaran surgiendo coqueteos, tonteos e incluso relaciones amorosas. Los espigadores lanzaban piropos a las espigadoras, y estas jugaban a dejarse o no conquistar. El final de la copla recoge este ambiente tan idílico que recuerda al amor cortés, como si fuera un pequeño juego de gente joven: si a tu lado me aguarda un querer, no me importan los aires y el sol, ni que arranques de cuajo la mies

Como veis, a pesar de las duras condiciones de los trabajadores del campo, siempre había tiempo para sonreír, darle color a la vida y disfrutar de los pequeños placeres diarios. Es posible ver la realidad desde perspectivas lúdicas y vitalistas. Estos juegos servían para distraerse y dulcificar un poco los momentos duros del campo

Y para cerrar el análisis de hoy, veamos algunas pinceladas de lengua y estilo. La mayor parte del léxico de la copla se refiere a elementos naturales (aurora, pajarito, hormiguita, aires, amapolas) y el mundo del campo y de la siembra (rastrojo, mies, trigo, sembrar, trillar, hoz, esportilla). Encontramos locuciones coloquiales (arrancar de cuajo), vulgarismos rurales (arrebañar en lugar de rebañar) y apócopes: pa(ra) escuchar lo que vale un querer

Métricamente es una copla muy irregular aunque detectamos la presencia de pareados (La espigadora con su esportilla paece la sombra de la cuadrilla) y coplas de 4 versos con rima en los pares. Predomina el verso pentasílabo, aunque en los estribillos se usa el decasílabo con versos terminados en palabra aguda (señor, agachar, sol, segador, yo).



2 comentarios:

  1. Hola:
    Gracias por tu análisis tan detallado.
    Yo soy gallega, y de ciudad, así que no tengo nociones sobre este tipo de trabajos del campo. En Galicia lo que se sembraba era más bien maíz. Pero por lo que he oído comentar a familiares manchegos, tenía entendido que las espigadoras recogían las espigas que quedaban después de pasar los hombres con las hoces y cortar y cosechar. O sea, las espigas que se caían al suelo y no iban al cesto, carro, o lo que usasen los hombres. En el pueblo de mi marido a esa tarea de ir recogiendo los restos durante la cosecha, en esos u otros cultivos creo que la llaman también "rebuscar".
    En ese sentido, el verso "no arrebañes los campos de mies" sería una súplica al hombre para que no recogiese todas las espigas y dejase caer algunas para que ella las pudiese recoger. Porque, además, creo que las espigadoras podían quedarse con lo que recogían (si no todo, con una parte), y con eso completaban la maltrecha economía familiar. No cobraban otro sueldo más que ese.
    Bueno, no he podido confirmar esto en ningún sitio, a lo mejor es una leyenda rural.
    Un saludo

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  2. Hola. Muchas gracias por tu publicación, está muy explicativa sin embargo, hay un fallo en cuanto a la descripción del trabajo de las espigadoras; ellas eran mujeres pobres a las que se les permitía ir tras los rastrojos que quedaban después de segar el trigo; por eso esa analogía con ser "la hormiguita de los despojos" y le suplica al segador ("ten memoria de mí, segador") que no arrebañe, es decir, que no se lleve todo ya que "detras de las hoces voy yo" esto es; recogiendo lo que cae, las espigas que quedan por ahí tiradas. Era un trabajo muy sacrificado porque tenían que, a mano desnuda, ir escarbando entre los rastrojos para rescatar espigas, por eso el coro dice al principio "y, como tiene muy buenos ojos, espiga a veces de los manojos" como diciendo que, si puede, aprovecha de sacar espigas de los manojos que arman los segadores y que dejan juntos para la posterior trilla.

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