domingo, 31 de octubre de 2021

La Zarzamora: la cantaora que manejaba a los hombres a su antojo y un buen día se enamoró de la persona equivocada

A lo largo de estos casi dos años que lleva abierto el blog hemos analizado todo tipo de canciones. Algunas veces, he traído grandes clásicos del género, que son universalmente conocidos, sin necesidad de que una persona sea experta, apasionada y especialista en copla (por ejemplo, Tatuaje, composición que todo el mundo ha tarareado y escuchado alguna vez aunque no le guste ni conozca la tonadilla). 

En otras ocasiones, he trabajado con temas que no son tan conocidos ni tienen tanto renombre como el anterior, pero desde un punto de vista filológico constituyen valiosas joyas literarias que merece la pena conocer, al margen de su comercialidad y fama. No todo lo bueno es comercial, ni todo lo comercial es bueno. 

El cancionero de la copla es enorme y hay tiempo para todo: tanto para aprender nuevas canciones (que existen desde hace años, están guardadas en el fondo del armario y hay que desenterrarlas con un poco de afán de curiosidad) como para homenajear y rememoras los grandes himnos de toda la vida, que han tenido mayor fortuna en su conservación y difusión, como el que os traigo hoy. 

Todo el mundo habrá oído hablar de La Zarzamora, una emblemática copla de Quintero, León y Quiroga del año 1947 para la voz de Lola Flores.



En el café de Levante entre palmas y alegrías,

cantaba la zarzamora;
se lo pusieron de mote porque dicen que tenia
los ojos como la mora.
Le hablo primero a un tratante, y olé,
y luego fue de un Marques
que la lleno de brillantes, y olé,
de la cabeza a los pies.
Decía la gente que si era de hielo,
que si de los hombres se estaba burlando,
hasta que una noche, con rabia de celos,
a la zarzamora pillaron llorando.

¿Que tiene la zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?


De un querer hizo la prueba
y un cariño conoció
que la trae y que la lleva
por la calle del dolor.
Los flamencos del colmado
la vigilan a deshora
porque se han empestillado
en saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora.

Cuando Sonaban las doce una copla de agonía
lloraba la zarzamora,
mas nadie daba razones ni el intríngulis sabia
de aquella pena traidora.
Pero una noche al levante, y olé,
fue a buscarla una mujer;
cuando la tuvo delante, y olé,
se dijeron no se que.
De aquello que hablaron ninguno ha sabido
mas la zarzamora lo dijo llorando
en una coplilla que pronto ha corrido
y que ya la gente la va publicando.

Que tiene la zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?

Lleva anillo de casado,
me vinieron a decir,
pero ya lo había besado
y era tarde para mi.
Que publiquen mi pecado
y el pesar que me devora
y que todos me den de lado
al saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora

.......................................

Este poema cuenta la historia de una mujer que trabaja como cantante en un café de la época. La muchacha mantiene relaciones con diferentes hombres que frecuentan el local, pero de una manera frívola y superficial, sin estar realmente enamorada de ellos. Es un aquí te pillo y aquí te mato y si te he visto no me acuerdo.

Detrás de cada relación hay siempre un interés (económico, social…). Además, la mujer ha adquirido cierta fama en la comarca, por sus continuos desplantes y desengaños a los distintos hombres que se han enamorado de ella.

Para colmo, la protagonista se jacta, y presume de dar calabazas a los muchachos (como si esto fuera motivo de prestigio y orgullo), pues utiliza a los caballeros para satisfacer sus necesidades, y luego, cuando ellos se han enamorado perdidamente, ella les da la patada, y se va con otros señores para repetir el mismo procedimiento.

En cierta medida, el personaje de la Zarzamora recuerda a Lola Puñales (ya que disfruta viendo cómo los hombres enamorados lloran de amor por ella). Ambas representan a la mujer fatal, a la mujer fría y despiadada que hace sufrir a los varones.

Sin embargo, un buen día, la protagonista se encariña locamente de un chico, con la mala suerte de que está casado. Al final, la mujer recibe de su propia medicina: antes se jactaba de ver a los hombres sufriendo por ella, y ahora será ella la que lo pase mal por culpa de este amor imposible. Existe el karma jejjejejee

El argumento se desarrolla de una forma creíble y verosímil. A pesar de ser una historia de ficción (toda obra literaria conlleva siempre la creación de un mundo ajeno a la realidad), el autor ha hecho que tenga apariencia de verdad: aunque el material narrativo no se ha dado en la vida real (nunca existió esta Zarzamora), podría pasar perfectamente en la realidad (hay muchas mujeres como la Zarzamora).

Para eso, sitúa la historia en un escenario y ambiente realista, como es un café, al cual se le da un nombre bastante común, que tenían muchos cafés de la España de los 40 (Café de Levante).

En Madrid había varios locales que se llamaban Café de Levante. Esto da a la historia verosimilitud y realismo. Los cafés eran recintos en el que los intelectuales de la época (Valle Inclán, Lorca, Machado, Gómez de la Serna…) se reunían para hacer tertulias y debatir sobre temas científicos y culturales, mientras se bebía o comía.

Los cafés contaban con escenarios donde los artistas (cantantes, bailarines o actores) daban a conocer su talento y promocionar sus obras.

En la canción española es común situar las historias en el interior de cafés ficticios, que se inspiran en establecimientos reales: el café de Levante de la Zarzamora, la Bizcochá en La Lirio, la Taberna del tres de Espadas de la Ruiseñora…Es un recurso común en la copla

El comienzo del poema es descriptivo. El narrador presenta a la protagonista en medio de su jornada laboral, cantando en el café, ante la atenta mirada de la clientela. La voz lírica se recrea en la escena costumbrista, alargándola artificialmente con complementos circunstanciales en hipérbaton, que se adelantan al verbo y posponen el sujeto al final de la oración: En el café de Levante, entre palmas y alegrías, cantaba la Zarzamora

En el tercer y el cuarto verso se justifica y aclara el porqué del nombre de la muchacha. La Zarzamora no es más que un mote, basado en una comparación de índole física: los ojos de la chica son de un color negro purpúreo, como el que tienen las moras (la fruta).

Las oraciones con verbos en tercera persona del plural (pusieron, dicen), y un sujeto elíptico de carácter genérico o colectivo (ellos, que se refiere a la gente, los clientes, todo el mundo que acude a la taberna con asiduidad) marcan a la protagonista como un ser popular y famoso.

Se trata de una mujer conocida e importante en este café. El mote es utilizado por todos (no sabemos quién se lo ha creado, pero es la forma habitual de mencionarla en las conversaciones): Se lo pusieron de mote porque dicen que tenía los ojos como las moras

La Zarzamora se ha convertido en un personaje público, del que todo el mundo habla, como si fuera la protagonista de cuento o una novela.

Los siguientes versos ahondan en la caracterización psicológica o espiritual de la chica, es decir, su personalidad. ¿Cuál es el rasgo que define su identidad como personaje? Las relaciones triviales y banales que mantiene con los hombres. Siempre está cambiando de pareja.

Mediante el recurso de la cosificación, la mujer se concibe como un objeto o posesión de estos señores: Le habló primero a un tratante y olé, y luego fue de un marqués.

La Zarzamora establece vínculos sentimentales con galanes que tienen dinero y trabajo. Un tratante es alguien que se dedica a comprar género para después revenderlo a un precio mayor. Un marqués representa a la clase elitista, noble y elevada.

La imagen hiperbolizada de la mujer cubierta de joyas (fue de un marqués, que la llenó de brillantes y olé de la cabeza a los pies) representa la codicia, la conveniencia y el interés, pues ella no busca el amor, sino tener riquezas y prestigio. Su objetivo es sacar provecho de esas relaciones, como si fuera una pícara del siglo XX.

La protagonista representa a la mujer fría, egoísta y cruel: usa a los hombres sin ningún tipo de piedad, pudor o compasión para lograr su meta. Le da igual que estos sufran por amor. Ella se siente el centro del mundo. Todo lo demás no importa.

La metáfora de la mujer como pedazo de hielo (frecuente en la poesía de cancionero), representa la frialdad, la falta de pasión y empatía, la indiferencia.: Decía la gente que si era de hielo, que si de los hombres se estaba burlando.

El personaje se convierte en el centro de todas las miradas y juicios de valor. Gracias al hipérbaton, el narrador antepone aquellos elementos que resaltan la fama y la crueldad de esta señora: posposición del sujeto (decía la gente/ la gente decía) y adelantamiento del suplemento (que si de los hombres se estaba burlando/ que si se estaba burlando de los hombres).

¿Qué es lo más llamativo de La Zarzamora? La expectación que genera su vida (por eso la gente comenta/dice/habla sobre ella), y el terremoto emocional que provoca en sus víctimas (los hombres)

La subordinada temporal marca un punto de inflexión en la historia, el momento en que se produce un giro de los acontecimientos: Hasta que una noche, con rabia de celos, a la Zarzamora pillaron llorando. De ser ella la causante del dolor (culpable), ha pasado a ser objeto afectado (víctima). De sufrir a los demás, a ser sufridora. De ver llorar a otros, a llorar ella.

El final de la primera estrofa sirve, a su vez, de introducción a la segunda parte de la historia. Vemos a la protagonista llorando. No se concretan ni especifican los motivos de esas lágrimas. El espectador, curioso por naturaleza, se interesa por el estado de la muchacha. Quiere saber más de la historia, y dar solución el enigma: ¿Por qué llora la protagonista? ¿Qué le ha pasado para que alguien tan altanera y orgullosa acabe hundida en la miseria?

El uso de palabras que connotan sufrimiento, pena y dolor (rabia, celos, llorando) captan la atención del lector. Lo lacrimógeno es un elemento novelesco, morboso y efectista que atrae la curiosidad de la gente. Cuando vemos a alguien sufriendo, queremos saber los detalles que han provocado ese sufrimiento

En el estribillo, mediante la interrogación retórica, el narrador plantea el enigma: ¿Qué tiene la Zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones, ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones

Para responder a esta pregunta, el receptor debe escuchar la canción entera. Si queremos satisfacer nuestra curiosidad (saber los motivos de este cambio: de ser causante del dolor a víctima), no debemos despegarnos de la copla, como si estuviéramos en una telenovela que se corta en el momento más emocionante.

El uso de expresiones reiterativas (llora que llora), hiperbólicas (a todas horas) y la antítesis entre el contexto de alegría y orgullo (cuando ella se burla de los hombres) y la situación de dolor (cuando ella es la que llora) intensifican el dramatismo, engordan el morbo, y por ende, refuerzan la captatio benevolentiae del oyente

En la segunda parte del estribillo se desvela el motivo de esas lágrimas: ella se enamora de un hombre, y al parecer, este no le corresponde como a ella le gustaría: De un querer hizo la prueba y un cariño conoció que la trae y que la lleva por la calle del dolor.

La personificación del sentimiento amoroso (un cariño […] que la trae y que la lleva) y la metaforización de la pena (la calle del dolor) configuran el nuevo estado anímico de la protagonista, que ha pasado de la dicha a la desdicha.

Los sustantivos abstractos (amor, dolor) son tratados como si fueran concretos y materiales.

Una vez se conoce la causa del sufrimiento de la protagonista (desengaño amoroso), hay que seguir profundizando en el asunto. Lo siguiente es saber quién es ese hombre del que se ha enamorado la Zarzamora (ponerle cara, nombres, apellidos, oficio…).

Como veis, el narrador presenta la historia a cuentagotas, de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo concreto, enseñando los detalles poco a poco, como si estuviéramos viendo un culebrón de sobremesa. La historia hay que dosificarla, creando la intriga necesaria. Una trama tan jugosa y morbosa para el gran público no se puede vomitar de golpe. Hay que saber gestionarla y administrarla para que el receptor vaya entrando en la atmósfera, fomentando su curiosidad, como a un niño al que le cuentas un cuento

A medida que avanza el argumento, las ganas de saber más del receptor aumentan. El narrador juega a poner los dientes largos a la gente.

La curiosidad que tiene el receptor en este punto es la misma que tienen los trabajadores del café, que también conocen a la historia y son testigos de lo que ocurre.

Por eso, la voz narrativa hace referencia a las ganas que tiene el personal del café en poner cara a ese hombre: Los flamencos del colmado la vigilan a deshora, porque se han empestillado en saber del querer desgraciado que embrujó a la Zarzamora

La presencia de verbos de percepción/cotilleo (vigilar, saber) y dialectismos andaluces (empestillar, que significa empeñarse en hacer algo) están relacionados con ese afán del oyente por indagar en la historia, y saber más.

El amor se concibe como una fuerza irracional, cuasi mágica, que escapa de nuestro control y es propio de un mundo fantástico. De ahí que se utilice el verbo embrujar. Este posee connotaciones de misterio, pues el sentimiento amoroso no responde a leyes y es caprichoso, como el poder de una bruja o un mago. La gente queda maravillada con los hechizos de estos seres extraordinarios, pero también fascinados, al no conseguir darles una explicación lógica.

Al comienzo de la segunda estrofa el avance de la historia se estanca. No conocemos nuevos datos y detalles: mas nadie daba razones ni el intríngulis sabía de aquella pena traidora.

La copla vuelve al tono descriptivo de la primera parte. Vemos a la mujer cantando, como al inicio de la canción, pero esta vez el ambiente resulta melancólico y enrarecido. La tristeza de la protagonista se contagia al entorno y se extiende a toda la escena: cuando sonaban las doce una copla de agonía lloraba la Zarzamora

La aparición de un nuevo personaje en escena (una mujer que llega al café para hablar con la Zarzamora) da un nuevo giro a la historia, que nos permitirá añadir nuevos datos a la trama para completar el enigma: Pero una noche al Levante y olé fue a buscarla una mujer.

El narrador se presenta como un testigo, que está asistiendo en directo a la conversación entre la protagonista y la misteriosa mujer.

Al tratarse de un diálogo de contenido privado, que se desarrolla en un lugar público y concurrido, es difícil enterarse de la totalidad de su contenido. Pensad en la situación: un café lleno de clientes, ruido, mucha gente hablando a la vez. Se supone que la mujer y la Zarzamora hablarían en un tono de voz más bajo, para mantener la discreción y evitar que los demás se enteraran. Los nervios y la tensión provocan que la dicción no sea perfecta. El narrador testigo lo tiene muy difícil para captar todos los detalles de la plática.

En un lugar tan masificado como una café es imposible seguir una conversación ajena: Cuando la tuvo delante y olé se dijeron no se qué. La voz poética no ha conseguido enterarse del contenido del parloteo.

No obstante, atando cabos, se puede deducir que el hombre del que se ha enamorado la protagonista está casado, y esa mujer que acaba de llegar al café y está hablando con la Zarzamora es la esposa. La mujer ha venido a tratar este asunto con la protagonista.

Nunca sabremos exactamente el matiz del coloquio (si la mujer ha advertido, rogado, amenazado, aconsejado…). Lo que sí tenemos claro es que, tras esta conversación, la Zarzamora quedará tocada emocionalmente, y proyectará su pena y tristeza en las canciones del café: De aquello que hablaron ninguno ha sabido mas la Zarzamora lo dijo llorando en una coplilla que pronto ha corrido y que la gente la va publicando.

Las personas que se dedican al mundo del espectáculo pueden apoyarse en emociones reales para dar fuerza dramática a sus interpretaciones. El dolor que siente la Zarzamora tras enterarse de que ese hombre está casado, lo puede llevar al tablao y hacer que sus números sean mucho más creíbles y sinceros.

En el segundo estribillo, se vuelve a plantear el enigma: ¿Qué tiene la Zarzamora que llora…? Ahora sí tenemos los datos suficientes para reconstruir la historia y conocer los verdaderos motivos de la pena de la protagonista, la cual toma la palabra y habla en primera persona: Lleva anillo de casado, me vinieron a decir

El anillo es una metáfora de la unión cristiana, pues ese hombre ya está casado con otra persona. Mediante el estilo directo (lleva anillo de casado), la Zarzamora alude a esta conversación que tuvo con la mujer, pero sin entrar en detalles y matices. Lo resuelve con una oración transitiva simple.

El momento más morboso de la historia (cuando se entera de que el señor está casado) se despacha en cinco segundos. Se crea una atmósfera morbosa a lo largo del tema, pero se atenúa el morbo al final. Es una forma fina y elegante de contar una historia de tono culebronesco, sin indagar en detalles morbosos, pero utilizando los mismos mecanismos del culebrón para atraer la atención y engatusar al receptor.

De hecho, el uso de la oración impersonal (me vinieron a decir), reduce ese morbo ya que quita importancia narrativa al personaje de la supuesta esposa. Para la Zarzamora es una vergüenza que hayan ido a buscarla al café donde trabaja para decirle algo así.

El hecho de enamorarse y mantener relaciones con un hombre casado genera dilemas y cargos de consciencia en la cantaora: Que publique mi pecado y el pesar que me devora. La personificación del remordimiento (me devora) acentúa su poder de destrucción, ya que el cargo de conciencia le atormenta y no le deja vivir con normalidad, pues no para de darle vueltas a la cabeza de lo que ha hecho: se ha metido en medio de una relación y la ha roto.

Tened en cuenta que esto genera desprestigio y escándalo en sociedades conservadoras como la de los años 40, que estaba muy influida por el pensamiento católico. Está mal visto meterse en medio de un matrimonio cristiano: Y que todos me den de lado al saber del querer desgraciado que embrujó a la Zarzamora. Ya lo veíamos en el Romance de la otra: ser la querida te convertía en una desgraciada y en una apestada social.

Métricamente se trata de un tema irregular en el cómputo silábico, ya que alterna versos de arte mayor (de 11, 12, 15 y 16 sílabas) con otros de arte menor (5, 8 sílabas).

Cada una de las dos estrofas está formada por la unión de estos tres esquemas métricos

-16A 8b 16A 8b

-11A 8b 11A 8b

-12A 12B 11A 12B (serventesio)

Los estribillos constan de las siguientes estructuras:

-8a 5a 10B 8- 15B

-8a 8b 8a 8b (cuarteta)

-8a 8b 8a 10 A 8b (si el cuarto verso hubiera sido de arte menor, estaríamos ante una quintilla perfecta).

Los esquemas métricos utilizados en esta composición no son habituales en la literatura española. La presencia de oles, además de reforzar el ritmo y la musicalidad, guardan cierta conexión con el contenido de la copla, ya que la protagonista es una cantante, y cuando una persona nos deleita con su voz, los espectadores la jalean y la elogian con el ole


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