jueves, 28 de octubre de 2021

Carmen de España: una mujer de sangre caliente

En esto de la copla, podemos aplicar la famosa máxima de que cada maestrillo tiene su librillo.

Algunas tonadilleras sobresalieron por su técnica vocal, por su capacidad de afinar, por sus modulaciones líricas, y por su forma de interpretar intuitiva y natural, sin excesos. Daban el matiz adecuado a cada situación dramática, empleando únicamente el aparato fonador en su máxima pureza, sin afectaciones. Es el caso de Concha Piquer.

 Otras nos cautivaron por su peculiar timbre tan distintivo (Gracia Montes, Juana Reina) o por su capacidad de ornamentar y hacer giros efectistas (las copleras flamencas como Rocío Jurado).

 Otra opción fue la línea del dramatismo, la gestualidad, la barroquización escénica. Ser cantante de copla incluye también ser actriz, como le pasaba a Marifé de Triana en su última época

 En la década de los 50 surgió en España una generación de jóvenes intérpretes de copla, que a lo mejor no tenían una voz prodigiosa, pero sí consiguieron encontrar su hueco en el mercado musical, gracias a su sensualidad, belleza y aptitudes cinematográficas. Es el caso, de Paquita Rico o Carmen Sevilla.

 De jóvenes, estas señoras tenían una presencia escénica brutal, se comían la cámara e irradiaban mucho ángel. Aunque eran más actrices que cantantes, aportaron sello propio a la canción española. Por eso, merece la pena que les dediquemos un hueco en el blog.

 Hoy analizamos uno de los pasodobles más conocidos del repertorio. Fue compuesto en el año 1952, en principio, para la voz de Juanita Reina, en su espectáculo El puerto de los amores

Sin embargo, la versión más emblemática y exitosa llegaría tres años después, de la mano de Carmen Sevilla en su película Requiebro. Hoy os traigo Carmen de España



Yo soy Carmen la gitana,

cigarrera de Sevilla.

Y a los guapos de Triana

hago andar en coronilla.

Pero no es verdad la historia

que de mi escribió un francés,

al que haría en pepitoria

si yo lo volviese a ver.

Iba a servirme de camafeo

si atravesara los Pirineos.

 

Carmen de Espana, manola.

Carmen de Espana, valiente.

Carmen con bata de cola

pero cristiana y decente.

No se quien fue el El Escamillo

ni tampoco don Jose

y no manejo el cuchillo

ni a la hora de comer.

Tengo fuego en la pestanas

cuando miro a los gache.

Yo soy la Carmen de Espana,

y no la de Merime,

y no la de Merime.

 

Me han cantado en el teatro

lo mismo que a la Traviata,

mas le aviso a mas de cuatro

que voy a meter la pata.

Pues me tiene hasta los pelos

que ande suerta por hay

una Carmen de camelo

que no se parece a mi.

De los pinreles a la peineta

yo le zumbaba la pandereta

..........................................................................

La canción está construida desde la óptica de la sátira. La sátira es un género literario que nos permite criticar algo o a alguien mediante elementos humorísticos y burlescos, con el objetivo de ridiculizarlo.

Por eso, estamos ante un poema que busca sacar la sonrisa del receptor, hacerle pasar un rato divertido, y a la vez, lanza pullitas contra la realidad, enmascarando lo negativo en una atmósfera de simpatía.

En este caso, se trata de una mofa hacia lo foráneo, hacia lo extranjero (especialmente lo francés), y una exaltación de lo español, estableciendo una comparación entre la mujer gala y la mujer castellana, basándose en prototipos o arquetipos de la sabiduría popular, que rozan la caricatura.

-La mujer francesa está representada por una dama famosa llamada Carmen, que es la protagonista de la conocida ópera Carmen (de Georges Bizet), la cual se inspira en una novela del siglo XIX de un autor francés llamado Prosper Merimée. A lo largo de la composición se alude a este novelista galo y a este personaje literario.

¿Y cómo es esta Carmen de Merimée? Representa a la mujer culta, discreta, elegante, puritana, sumisa, indefensa, recatada, delicada, de modales exquisitos, que hace todo bien, que cumple con los protocolos y normas de saber estar, hace lo que la sociedad espera de ella. Esta perfección la convierte en una mujer fría, anulada, insulsa, sin personalidad, poco pasional, sin sangre en las venas.

En realidad, el poema es una crítica a la sociedad francesa y sus convencionalismos absurdos que condenan a la mujer a no desarrollar su verdadero yo y a convertirse en una oveja más del rebaño, esclava de la opinión pública.

-La dama española está representada por otra señora que también se llama Carmen, la cual es un trasunto de la mujer popular andaluza. No es una Carmen famosa, sino una Carmen anónima, de la calle, del pueblo.

No es tan exquisita, educada, finolis, culta y obediente como la francesa, pero se siente más feliz, más viva, más pasional, más humana, ya que dice lo que piensa, y no se deja llevar por lo políticamente correcto y por las costumbres sociales establecidas.

Tanto protocolo y tanta regla lo único que hacen es anular a la persona y no dejar que esta se realice. Carmen constituye la voz poética (que habla en primera persona)

Representa la garra y el carácter de la mujer española, la cual no se deja dominar por nadie, no necesita protección (es una señora valiente, capaz de enfrentarse al mundo), y ve absurdas ciertas convenciones sociales (que el hombre sea el que se declare a la mujer y no al revés, que la mujer tenga que servir al hombre y no al revés…).

Resulta curioso que en pleno franquismo se cantara una copla en la que la protagonista manifieste una mentalidad tan abierta y disconforme con las pautas establecidas. Si Carmen representa al prototipo de mujer española, esto significa que todos esos rasgos tan modernos y liberales de su pensamiento, se extienden al resto de hembras de nuestro país. España está llena de Cármenes. Todas las féminas ibéricas son como ella.

En este pasodoble se insinúa que la mujer franquista es avanzada, independiente, autónoma, decidida, dominante, pasional, rebelde ante ciertas costumbres, mientras la francesa está chafada a la antigua, pasada de moda, atrapada en sus convencionalismos sinsentido y encorsetada/sometida a las normas sociales.

Realmente, esto no se corresponde con la realidad. La dama española de Posguerra no es tan abierta como muestra la canción. Todo lo contrario: la descripción que se hace de la mujer francesa es la que podría aplicarse a la fémina española, ya que el franquismo siempre defendía a la hembra elegante, callada, sumisa, discreta, ama de casa, que sirve al marido, que cría a los hijos, sabe comportarse, no cobra excesivo protagonismo, está en un segundo plano…

Tened en cuenta que este tema tiene un fuerte componente patriótico, y cuando estamos en la esfera del nacionalismo, es normal edulcorar y maquillar la realidad, con el fin de dar una visión aparentemente positiva de nuestro país a los demás. Queda muy bonito decir, de cara a la galería, que la mujer española es innovadora, libre, de una mentalidad coherente a los tiempos que corren, que no necesita a nadie para ser ella, que tiene gracia y salero, que puede mostrar sin tapujos sus encantos al hombre…

El concepto de modernidad posee connotaciones positivas de cara a la imagen que los demás tienen de nosotros. Ser moderno significa estar a la última, llegar a la cima de la vanguardia, ser alguien con ideas avanzadas, desterrar el pasado, no quedarse estancado, crear nuevas normas. Está ligado a la idea de progreso, evolución, mejora, desarrollo o prosperidad, que son conceptos que están bien vistos por los pueblos

Si se quiere dar una visión digna y elogiosa de nuestro país, nada mejor que mostrar a Carmen de España como una mujer moderna. El autor crea una fachada aparentemente encantadora de la nación castellana.

El concepto de antigüedad, por el contrario, posee connotaciones negativas de cara a la imagen pública. Ser antiguo significa anclarse al pasado, no estar a la moda, aferrarse a las mismas costumbres y pautas sociales sin cuestionar nada, no mejorar, tener ideas que no se corresponden con los nuevos contextos vitales. Todo esto está mal visto socialmente

Si se quiere dar una visión negativa y peyorativa del país vecino, nada mejor que mostrar a Carmen de Merimée como una mujer antigua y conservadora

La copla juega con las connotaciones, es decir, con las impresiones y sensaciones subjetivas que proyectan los conceptos sobre la opinión popular. Se supone que una mujer moderna (de espíritu libre, no lo confundáis con libertina) cae mejor que una antigua (atada a convenciones absurdas)

Sin embargo, una cosa es la teoría, hablar de boquilla (decir a los demás que somos modernos es muy guay), pero otra diferente es la práctica, la realidad (la España franquista no es tan moderna por mucho que digamos a los demás que lo somos).

Yo esta copla la interpreto como un mecanismo manipulado de propaganda (intentar vender una imagen de España que no es), envuelta en un halo de comicidad y sátira.

Evidentemente, no se puede generalizar, ya que hay casos y casos, pero en esta época había muy pocas Cármenes de España, y muchas Cármenes de Merimée en nuestro país. Lo que pasa es que a la hora de piropear a una nación, hay que quedarse con lo que superficialmente resulta más atractivo, potente y efectistas (ser moderno).

El término liberal causa más sensación y positividad (subjetivamente) que el término conservador. Y al enemigo (Francia) se le dejan los adjetivos peyorativos para construir la caricatura

En los primeros versos la protagonista se presenta en primera persona, mediante un yo enfático (Yo soy Carmen).

El personaje no solo se identifica por su nombre (Carmen), raza (gitana) y profesión (cigarrera, que es alguien que hace tabaco), sino también por su procedencia, por sus raíces, por su lugar de origen, partiendo siempre de lo local (Sevilla) y concreto (Triana, famoso barrio de la capital andaluza) hasta lo general/nacional, en el estribillo (Carmen de España).

Tened en cuenta que Carmen se siente orgullosa de su nación, de su casta, y de su oficio, y no se avergüenza de ello. Al fin y al cabo, la canción está hecha desde la perspectiva del elogio nacional.

La presentación de la protagonista se realiza mediante acumulación de aposiciones, es decir, sustantivos que complementan a otros sustantivos: Carmen, la gitana, Carmen, cigarrera de Sevilla.

A la hora de analizar esta copla hay que tener en cuenta que la Carmen de España es la antítesis de la Carmen de Francia. Por tanto, basándonos en la descripción que el autor hace de la dama castellana, es posible hacer una reconstrucción de la mujer gala.

La caricatura francesa no es explícita, sino que se desprende de una manera indirecta, intuitiva e imaginaria, a partir de la caricatura hispana. Solo hay que polarizar y oponer los rasgos de la Carmen de España para tener una caracterización de la Carmen del país vecino

Por tanto, se trata de una caricatura hecha desde la óptica de la deducción, de la razón y de la suposición, y no tanto de lo superficial y explícito. Hay que girar los rasgos de la caricatura ibérica 180 grados para llegar al retrato de la mujer foránea. Y eso solo lo puede hacer el receptor empleando mecanismos hipotéticos y de sentido común. Es una caricatura ad sensum

La Carmen de Merimée se concibe como una mujer sumisa y débil, que se limita a obedecer y seguir las indicaciones que el hombre dispone. Jerárquicamente, está en una posición de inferioridad respecto al varón, ya que no tiene capacidad de decisión y voluntad.

Lo único que puede hacer es callar, asentir, y vivir para/por el marido (darle de comer, lavarle la ropa, darle cariño y atención…). Dentro de una relación, es la que tiene que realizar el esfuerzo mayor

La Carmen de España, por el contrario, es una mujer que lleva la voz cantante, toma siempre la iniciativa y no va a permitir que ningún hombre sea más que ella: Y a los guapos de Triana hago andar en coronilla.

Como veis, ella se sitúa en una posición de superioridad respecto al varón. Son los hombres los que tienen que currárselo y someterse a los caprichos de la mujer. Ahora, ella es la que manda.

Andar de coronilla es una expresión coloquial que significa esforzarse, esmerarse, dejarte los sesos, afanarse: los hombres van a tener que trabajar mucho para ganarse a la amada. Antiguamente, la mujer no podía elegir a su amado. Los casamientos eran por imposición familiar o conveniencia, ya que eran los padres los que decían con quién debía pasar la hija el resto de su vida. La Carmen de España rechaza esta convención social añeja y es ella la que decide, manda y disfruta del cortejo amoroso.

En ciertas sociedades, es de mal gusto que la mujer tome la iniciativa en los diferentes eventos sociales y sea ella la que dé órdenes al marido. Para los varones es un deshonor y una humillación que una fémina pase por encima de él, sobre todo en público. De ahí que surjan términos como calzonazos (el marido que se deja dominar por la esposa), o expresiones como “la mujer es la que lleva los pantalones en casa” (la persona que manda y domina en la familia)

A la protagonista se le pasa por el forro esta convención social, y ella misma se pone por encima de los machos, los tiene dominados.

Carmen no se deja llevar por las costumbres establecidas, ya que resultan absurdas, arbitrarias, y no tienen sentido. ¿Por qué es la mujer la que tiene que asumir, porque sí, el rol de débil e inferior?

De ahí que lance un ataque humorístico al autor de la Carmen francesa: Pero no es verdad la historia que de mí escribió un francés, al que haría en pepitoria, si yo lo volviese a ver.

La ofensiva es puramente cómica: contamina lo foráneo (francés) con un elemento de la tradición y cultura hispánica (pepitoria). La pepitoria es un tipo de guiso castellano que consiste en mezclar el caldo de carne con almendras, pan y yema de huevo duro

Se aplica un proceso de cosificación sobre Merimeé, ya que estamos tratando a una persona (el autor de la Carmen francesa) como si fuera un objeto: Haría en pepitoria, me serviría de camafeo si atravesara los Pirineos.

Un camafeo, para los que no lo sepáis, es una figura tallada en relieve en una piedra preciosa.

Las pequeñas alteraciones sintácticas dotan a la canción de musicalidad, además de crear cierta atmósfera lúdica y juguetona: la historia que de mí escribió un francés/ la historia que un francés escribió de mí.

En este caso, hay un hipérbaton, ya que el complemento regido (de mí) se adelanta al verbo (escribió). El sujeto (un francés) se pospone.

En primera posición oracional está el referente castellano: de MÍ... Detrás de este pronombre está Carmen de España. En el inicio de oración está siempre el elemento importante, el que más resalta, el protagonista. En sintaxis se denomina tema.

En última posición oracional está el referente galo (escribió un FRANCÉS). Al final de frase se relegan los elementos menos importantes, los secundarios, los que menos brillan. En sintaxis se denomina rema.

Fijaos cómo en el orden de los sintagmas, la voz lírica no da puntada sin hilo. Primero lo español, y al final lo francés.

La fluidez de ideas se consigue gracias a la subordinación sintáctica, que permite penetrar y profundizar en las diferentes estampas. Hay oraciones de relativo (un francés al que haría en pepitoria, la historia que de mí escribió un calé), condicionales (si yo lo volviese a ver, si atravesara los Pirineos) y coordinadas (yo soy Carmen…y a los guapos de Triana…).

El estribillo es una reivindicación del carácter de la hembra española. El antropónimo coloquial apreciativo (Manola) marca las raíces populares de la protagonista.

El término Manola designa a una moza de los barrios de Madrid, que se distingue por su traje de chulapa y su carácter desenfadado y saleroso.

Carmen, al igual que otras muchas, pertenece a una familia humilde, trabajadora, de los arrabales. A pesar de las dificultades que supone pertenecer al pueblo llano, tiene una visión de la vida festiva y alocada.

Por otro lado, la protagonista se califica a sí misma de valiente. Está en contra de la convención de que la mujer es débil en la sociedad, y de que hay que protegerla y cuidarla, teniéndola entre algodones, para que no le pase nada malo. Carmen piensa que la hembra puede defenderse por sí misma y no necesita vigilancias ni atenciones, y ella sola puede enfrentarse al mundo.

La muchacha se muestra orgullosa de ser española, haciendo alusión a la vestimenta típica andaluza (Carmen con bata de cola).

La anáfora distribuye los diferentes rasgos de su personalidad (Carmen de España, Manola/ Carmen de España valiente/Carmen con bata de cola, pero cristiana y decente).

El hecho de ser valiente, de no ser sumisa, de tener carácter, de enfrentarse a estas tradiciones establecidas y de ser ella la que domine, no quiere decir que sea mala persona, ni una fresca, ni una pecadora, ni una repudiada. De ahí que utilice adjetivos morales (cristiana y decente)

Carmen, lo único que reivindica, es ser ella misma, desarrollarse como persona, actuar con naturalidad, sin barreras, sin tapujos, hacer lo que le sienta y le guste mientras no haga daño a los demás. Esto no es incompatible con las normas éticas básicas.

La libertad es posible dentro de un contexto de orden y sentido común. Se puede ser moderno, y a la vez, seguir la tradición moral conservadora: tener familia, ir a misa, ser fiel. Una cosa no quita a la otra.

Recordad que estamos en los años 50, y la dictadura no permitiría que la protagonista de una copla defienda el libertinaje. Ella sostiene ciertas libertades (que la mujer tenga carácter, se enfrente por ella misma a ciertas situaciones, esté en contra de algunos convencionalismos machistas), pero dentro de unos límites. De ahí que aluda a la decencia y al cristianismo.

Se puede decir que es una fémina avanzada para ciertas cosas, pero no rompe con el sistema establecido. No se trata de ser tan rígida, tan mecánica ni tan perfeccionista como la mujer francesa, pero tampoco llegar a una situación de libertinaje y anarquía.

Es posible compatibilizar el decoro y la escrupulosidad con la autorrealización personal y la conjuración de la propia identidad

A pesar de este espíritu reivindicativo, en la práctica, muy pocas mujeres españolas se atrevieron a dar el paso y ser ellas mismas.

El yo poético piensa que no hace falta tener cultura o educación para ser una persona digna: No sé quién fue el Escamillo ni tampoco don José y no manejo ni el cuchillo a la hora de comer.

La muchacha no tiene el nivel ni la formación académica suficiente para saber cosas como que el Escamillo y don José son personajes de la ópera Carmen. ¿Para qué te sirve saber esos datos? ¿Tienen alguna utilidad?

La protagonista está lanzando una pullita al sistema educativo tradicional, basado en memorizar datos e informaciones sin sentido.

Además, rechaza lo francés y se aleja de todo lo que tiene que ver con el país vecino (El Escamillo y Don José son personajes de una novela francesa escrita por Merimée). No se pierde nada por no conocerlos jejjee

Un estereotipo bastante arraigado en España es el hecho de asociar a la mujer francesa con la exquisitez y los buenos modales en la mesa. Todos nosotros tenemos en mente a esa dama bien vestida, elegante, que maneja con finura y delicadeza los cubiertos, no habla con la boca llena, no hace ruido al comer, no se mancha…

En cambio, la Carmen española se jacta de no utilizar la cubertería en el almuerzo. Es otra pullita a las convenciones, en este caso a las domésticas (al final, con tanto protocolo, no disfrutas de la comida, ya que estás más pendiente de no cagarla en la mesa que de los alimentos que estás ingiriendo).  

La pulla induce una imagen caricaturesca y humorística en la mente del espectador. Si la chica dice que no maneja el cuchillo: ¿Cómo corta los alimentos? ¿Comerá con la mano Carmen de España? jejjeje

Este tipo de convenciones no deberían servir para hacer juicios de valor a una persona. Un ser humano se mide por su calidad moral, por su personalidad, y no por sus conocimientos culturales o por su forma de comer.

Otro tópico que se tiene de la mujer francesa es la discreción. Queda muy feo que una muchacha irradie a los cuatro vientos su estado sentimental. No está bien hablar de tus intimidades y dar detalles sobre tu vida amorosa a los demás. Lo políticamente correcto es callarse y no mostrar signos de enamoramiento. Si una mujer le gusta un hombre, lo estipulado es no hacer nada y esperar a que el hombre dé el primer paso, intentando conquistarla y cortejarla

Ver a una mujer detrás de un varón, con signos evidentes de que ella está calada por los huesos de él (mediante provocaciones sensuales o estéticas) es una escena de mal gusto en ciertas sociedades conservadoras. Lo normal es que sea él el que vaya detrás de ella.

La Carmen de España también está en contra de eso. A ella le gusta irradiar la pasión por todos los lados, y mostrar abiertamente sus signos de amor: Tengo fuego en las pestañas cuando miro a los gachés

El amor no es algo que hay que callar. Todo lo contrario: es una experiencia preciosa. El fuego, desde el punto de vista del lenguaje de la mística, es símbolo de la pasión amorosa, que enriquece espiritualmente al hombre y da sentido a su existencia. Por eso, es innecesario esconderlo u ocultarlo.

La palabra gaché pertenece al lenguaje caló (habla gitana) y significa hombre andaluz.

Finalmente, el estribillo concluye con unos versos de autoafirmación, de refuerzo, en los que la protagonista deja clara su condición, su identidad, su carácter pero también lo que no es, lo que no quiere, lo que no le identifica: Yo soy la Carmen de España y no la de Merimée. La expresión es clara, rotunda, contundente, precisa, concisa, sin necesidad de complicar la sintaxis.

La mujer española no debe ser como la Carmen de Merimée: los convencionalismos nos impiden ser felices.

En la segunda estrofa, continúa la declaración de intenciones del yo poético.

En primer lugar, el hecho de que una persona tenga una mentalidad abierta y esté en contra de ciertas costumbres, no quiere decir que valga menos que otra que esté dentro de lo convencional, de lo políticamente correcto. De hecho, Carmen se exalta a sí misma con una comparación: Me han cantado en el teatro lo mismo que a la Traviata. Se pone a la misma altura que un personaje de cierta fama y prestigio, propio de un ámbito cortesano, como es la Traviata, de la ópera de Verdi.

La protagonista no se considera rara o marginada por pensar así. Puede tener muchos seguidores y defensores. Es una forma diferente de ver la vida, lejos de la convencional, pero igual de válida. A ella no le gusta que se le menosprecie e infravalore.

Por eso se codea con la Traviata: puede llegar a ser tan “importante” como esas señoras de modales exquisitos y presencia elegante que leemos en las novelas francesas

Resulta curioso que una mujer de clase popular, se autocoloque al mismo nivel que un personaje de alta alcurnia.

En segundo lugar, ella misma se considera una persona imperfecta, que comete errores. Equivocarse es un acto natural, que forma parte de la naturaleza humana. Y la gente que de verdad te quiere, aceptará tus fallos.

Un ser que busca la perfección, es decir, cumplir con lo que la sociedad le pide (como la Carmen de Merimée) nunca llega a ser feliz, ya que está más pendiente de lo que piensan los demás, para agradar a la gente, que en satisfacer sus propias pasiones

El espíritu imperfecto se manifiesta en los siguientes versos: Mas le aviso a más de cuatro que voy a meter la pata.

La conjunción adversativa (mas) le da un toque añejo y solemne al discurso. Esto contrasta con la locución coloquial (meter la pata). En una misma frase alterna matices lingüísticos arcaicos con otros totalmente informales, de andar por casa.  

La protagonista vuelve a demostrar su rechazo hacia la Carmen francesa mediante expresiones que acarician cómicamente lo vulgar, pero a última hora da un giro para no ser malsonante: Pues me tiene hasta… los pelos que ande suelta por ahí una Carmen que no parece a mí.

El marcador conversacional (pues) introduce esa salida de tono, ya que la protagonista parece enfadada y quiere justificar su animadversión hacia la otra Carmen. Para la voz poética, ser confundida con el personaje de Merimée es un desprestigio, ya que las dos Cármenes son totalmente opuestas. Para la Carmen de España es una ofensa que se le atribuyan falsamente cualidades contrarias a ella.

Imaginad que vosotros no sois envidiosos, y hay una persona que os considera envidiosos (aunque no lo seáis). Eso resulta molesto, ya que la envidia es una cualidad negativa de cara a la imagen pública y es deshonor que os asignen ese rasgo delante de todos (aunque no lo tengáis)

A la Carmen de España le pasa lo mismo: le sienta mal que la sitúen en la esfera de lo conservador y lo rancio, cuando ella es moderna y de mentalidad abierta. Es un atentado contra su honor, su prestigio y su dignidad.

Los juicios de valor de la protagonista se sitúan en la frontera entre el buen y el mal gusto, entre la buena y la mala educación, rozando lo vulgar y lo políticamente incorrecto: De los pinreles a la peineta, yo le zumbaba la pandereta. Pinrel es una palabra coloquial que significa pie

Las estrofas están formadas por la unión de dos cuartetas octosilábicas en las que el primer verso rima con el tercero y el segundo con el cuarto (8a 8b 8a 8b). Están rematadas por un pareado final decasílabo (camafeo/Pirineos, peineta/pandereta).

El estribillo está formado por la unión de tres cuartetas de ocho sílabas. (8a 8b 8a 8b)

Las rimas son siempre asonantes, salvo en tres ocasiones: camafeo/Pirineos, francés/ver José/comer.


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