La copla que os traigo hoy procede de un conocido poema del
escritor gaditano Rafael Alberti, autor de la Generación del 27. En el
año 1925 publicó un libro de poemas titulado Marinero en tierra. Las composiciones
de esta obra giran en torno a temas marineros, pues el autor pasó su infancia en
un pueblecito costero: Puerto de Santa María (Cádiz).
Como sabéis, Alberti tuvo unos comienzos neopopularistas,
inspirándose en recursos y formas de la poesía tradicional como la canción, la balada
o el romance (caracterizados por el metro regular, la asonancia y la musicalidad).
Así tenemos obras como La amante o El alba de alhelí. Poco a poco evolucionó al vanguardismo y el surrealismo (Sobre los ángeles), que tan de moda se puso en
los años 20 y 30.
Marinero en tierra pertenece a esos comienzos nepopularistas.
Uno de los poemas más aplaudidos y conocidos del libro es Háblame del mar
marinero”, que en la década de los 70 popularizaría la niña prodigio Marisol.
Dicen que hay toros azules
en la primavera del mar.
El sol es el caporal
y las mantillas las nubes,
que las mueve el temporal.
Dicen que hay toros azules
en la primavera del mar.
Háblame del mar, marinero.
Dime si es verdad
lo que dicen de él.
Desde mi ventana
no puedo yo verlo.
Desde mi ventana
el mar no se ve.
Háblame del mar, marinero.
Cuéntame qué sientes
allí, junto a él.
Desde mi ventana
no puedo saberlo,
desde mi ventana
el mar no se ve.
Dicen que el barco navega
enamorado del mar.
Buscando sirenas va,
buscando sirenas nuevas
que le canten al pasar.
Dicen que el barco navega
enamorado del mar.
Háblame del mar, marinero,
háblame del mar, háblame.
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El asunto principal de esta copla es el mar. Alberti había pasado sus primeros años de vida en la bahía de Cádiz, convirtiéndose en un apasionado del mundo marítimo (los veleros, las playas, los marineros, los pescadores, los vendedores de algas, las gaviotas, el Sol, la arena…). Por eso, el hecho de tener que trasladarse con su familia a Madrid y abandonar su Puerto de Santa María natal y su mar, con tan solo 15 años, supuso un duro golpe para él.
La separación con el mar le convirtió en un marinero en tierra,
que añora continuamente la costa. Por eso, en su obra aparecen yos poéticos que
de alguna manera expresan una necesidad de vinculación con el ponto. Algunas veces
se trata de una mera evocación y descripción del piélago. Otras, se expresa un
lamento por vivir lejos de la costa. También, se manifiesta la nostalgia y la morriña con un deseo de volver a ver la playa. En otros poemas enfatiza la pureza, hermosura y belleza del mar, identificándolo como un paraíso particular
(visión idílica) que aporta energía vital a la persona.
En esta copla, el yo poético es una persona que nunca ha visto
el mar. Siente curiosidad y necesidad de saber cómo es, de que le hablen
de él.
En cierta medida, la voz lírica es inocente e ingenua. Recuerda a un niño pequeño, que todavía no tiene bien asentado el concepto de mar,
pues al no haber tenido experiencias directas con este, solamente tiene una
idea vaga e imprecisa (a partir de lo que otros han dicho, de lo que ha leído,
de lo que ha conocido a través de fuentes indirectas: postales, fotos, imágenes…).
Hace muchos años, cuando las vacaciones y los viajes eran
cosa de la clase adinerada, había gente que se moría sin haber conocido el mar
(sobre todo, los de secano y del interior). Lo poco que sabían de él era a
través de fotografías, dibujos o escuchando lo que otros decían. Por eso, todo
el mundo tenía una ligera idea de lo que era el mar (es azul, grande…)
pero jamás llegaron a tener experiencias sensitivas.
El ponto se veía como algo lejano e imposible, como
un mito. De ahí que se generara mucha curiosidad por querer saber cosas del mundo marino.
A día de hoy (año 2020) esta copla y este libro de Alberti os puede resultar una
chorrada pero en el contexto de los años 20 escondía mucha verdad poética, ya que
no había tantos medios, ni tanto dinero ni tanto desarrollo para viajar. Por eso, el piélago era un tema que fascinaba tanto a la gente.
La oración impersonal en tercera del plural (Dicen
que hay…) da al poema un carácter especulativo e hipotético. La gente que no había
visto nunca el mar (como el yo poético) no sabía exactamente cómo
era. Solo lo imaginaban por lo que decía otra gente que sí lo habían visto.
Esa tercera persona del plural da al discurso un carácter dubitativo,
como si fuera una hipótesis sin confirmar. El protagonista ha leído y escuchado muchas cosas
sobre el mar, pero nunca lo ha visto. Por eso le falta mucho conocimiento sobre
la realidad marítima. El yo poético se muestra ignorante porque no conoce el mundo.
La primera estrofa es una topografía del mar, con
todos sus elementos (agua, nubes, viento y sol). Se denomina topografía a aquel
texto que tiene como objetivo describir un lugar (en este caso, físico).
Evidentemente,
se trata de una descripción de carácter literario plagada de metáforas, las cuales
están teñidas de un halo vanguardista y surrealista: hay toros azules en la primavera
del mar.
A pesar del neopopularismo, a Alberti le encantaba incorporar
a sus textos alguna imagen irracional, antirrealista y original para darle un toque
de poesía pura a la obra. Establece conexiones y asociaciones entre conceptos que no
se dan lógicamente. En este caso, el mar, la primavera y el toro. Este último se representa con un color diferente al normal. Lo normal es que sea negro, no azul.
Estas relaciones, a priori, incompatibles poseen un componente sugestivo
y estético, que no deja a nadie indiferente. Al fin y al cabo, esa es la
pretensión de las vanguardias: escandalizar a través del lenguaje.
Se describe el mar en su máximo esplendor, mediante la vinculación del color azul del piélago, con la fuerza del toro (oleaje), y la estación de la primavera, que tiene que ver con el florecimiento y la belleza del ponto. No hay lógica, pero sí sentido (todo el mundo puede interpretar el contenido y lo
entiende).
La topografía continúa con una serie de metáforas personificadas
(el sol es el caporal y las mantillas las nubes que las mueve el temporal) que dan
trascendencia a la estampa marítima. Se concibe el mar como un lugar lleno de vida, humanizado y cercano, en lugar de cómo una naturaleza bonita pero estática
y muerta.
El sol aparece identificado como un caporal, es decir, como alguien que
se encarga de presidir y guiar a un grupo de personas (en este caso, al resto
de elementos de la estampa: el agua, las nubes, el viento…). En esta fotografía
literaria el elemento rey (el que resalta por encima de los demás) es el Sol.
La nube se identifica con una mantilla, que como ya sabéis
es una prenda de seda o encaje con la que las mujeres se cubren la cabeza y los
hombros. Se usa sobre todo en las procesiones de Semana Santa. La suavidad de
su tejido se asocia con el carácter esponjoso y blando de las nubes.
Se trata de un paisaje marítimo y natural muy dinamizado, que capta la realidad en movimiento, gracias a la imagen del viento desplazando
las nubes.
Mientras que en la primera estrofa se establece una fotografía
panorámica del paisaje (se habla de todos los elementos naturales, sin centrarse
en uno en concreto), en la segunda estrofa la descripción quedará focalizada en
un solo componente: un barco que navega por el mar. Es como si una cámara de
video empezara a acercarse poco a poco en modo zoom desde el cielo (donde se ve todo el paisaje:
primera estrofa) hasta el suelo (barco: segunda estrofa).
Se produce una personificación de la embarcación: dicen que el
barco navega enamorado del mar. Es una manera de enfatizar el poder que tiene
el mar para encandilar, hechizar, atraer gente, apasionarla, embrujarla (gracias a su belleza)
Por eso, cuando un ser humano ve el mar por primera vez se queda prendado. Le gustaría
quedarse a vivir en él para siempre. Mediante la
personificación se justifica el apasionamiento. También realza la idea
de libertad, de cómo el barco navega por el ponto siguiendo el rumbo que quiere,
sin dar cuentas a nadie. Esto recuerda a la Canción del pirata de Espronceda
Para mucha gente, el mar era algo
inaccesible (por falta de dinero, escasez de ambición vital o carencia de medios para viajar). Cuando una
cosa es imposible de alcanzar , se empiezan a crear mitos en torno a ella (la
realidad se deforma con fantasía). De ahí la alusión a seres mágicos y mitológicos grecolatinos: Buscando sirenas va, buscando sirenas nuevas que le canten
al pasar.
La anáfora Buscando sirenas, además de resaltar la grandeza del piélago (en
tamaño) y sus misterios, realza la necesidad de insistir hasta cumplir los sueños y deseos (plenitud). El mar era una ilusión para muchas personas
en esta época, y una clara mayoría no pudo cumplirla.
En los estribillos el yo poético emerge con fuerza gracias a
las marcas de primera persona en forma de pronombres (diME, no puedo YO),
posesivos (MI ventana) y verbos (puedo). El protagonista se dirige a un marinero
mediante imperativos (dime, háblame, cuéntame) y vocativos (háblame del
mar, marinero).
El poliptoton (presencia de un mismo verbo en diferentes
tiempos) establece el contraste entre el mundo interior del yo lírico
(lo que él cree/ piensa/ concibe, es decir, la especulación) con el mundo exterior (lo que la realidad es, terreno de la verdad). En este poliptoton encontramos el verbo decir, en presente de imperativo
(di), y en presente de indicativo (dicen): Dime si es verdad lo que dicen de él
El paralelismo (Desde mi ventana no puedo yo verlo/ desde mi
ventana el mar no se ve) marca las circunstancias personales del yo,
el cual no ha tenido experiencias con el mar, al vivir lejos de él.
De ahí que le pida insistentemente al marinero saber cosas del ponto
Alberti conoció el mar, pero cuando se trasladó a Madrid,
seguramente se sentiría como el protagonista de este poema: con ganas de recibir noticias de su mar y de su Puerto de Santa María, los cuales se conciben como el paraíso perdido de su infancia.
Escuchar cosas sobre el mar era
una forma de consolarse, de alcanzar cierta serenidad y paz interior. No obstante, también sentiría tristeza por la nostalgia del pasado perdido.
El yo poético se consuela recibiendo noticias del ponto, aunque
en sus palabras se percibe melancolía al y ansiedad al no estar en su pueblo natal: Cuéntame qué
sientes, allí junto a él. El adverbio allí marca la lejanía y aumenta las distancias entre el mar y la voz lírica
La derivación (mar-marinero) establece el contraste entre
una persona que sabe mucho del mar, ya que ha vivido toda su vida en él (marinero) y otra persona que no sabe nada del mar, ya que no lo conoce ni vive en él (yo poético)
Las estrofas están formados por siete versos octosílabos (septillas)
que siguen este esquema de rima: abbabab. En los estribillos el verso es libre,
muy del gusto de la
Generación del 27.
La musicalidad del poema (propia del neopopularismo) se consigue
gracias a los paralelismos ya analizados, las reiteraciones y los distintos
fenómenos de derivación y poliptoton.
Muchísimas gracias por este análisis, no había pensado en un significado más literal de los versos, porque habiendo conocido esta copla a través de la versión cantada de Pepa Flores no había considerado el contexto social y cultural de Alberti. El poema me había parecido una alusión al amor desconocido a través de la metáfora del mar, puede que por la propia similitud fónica entre 'mar' y 'amar'. ¡Gracias!
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