miércoles, 19 de agosto de 2020

La pulga: feroz y divertida batalla entre el insecto y la mujer...¿Quién ganará?


Uno de los géneros que se puso de moda durante el periodo “precoplero” (tres primeras décadas del siglo XX) fue el cuplé.

El cuplé (del cual la copla tomaría algunos elementos) es un estilo musical, ligero y popular, que a veces puede resultar algo grosero y picante. Tradicionalmente solía ser interpretado por una mujer (con más dotes de actriz que de cantante), que se caracteriza por su buena presencia física, su belleza y su sensualidad, pero también por su fama de llevar una vida desordenada, de lujos, pecados y aventuras de dudosa moralidad.

Algunos cuplés constituían feroces sátiras contra la situación política de la época (a veces, rozando la frontera entre el buen y el mal gusto, y la buena y la mala educación). Muchos compositores aprovecharon los cuplés para no callarse y soltar pensamientos, en ocasiones bastante radicales, como forma de protesta (del tipo “que se mueran los ricos”, “abajo la monarquía”, o cosas por ese estilo). 

Otros cuplés, se caracterizaban por la banalidad e insustancialidad del contenido, el cual era un pretexto para que la actriz pudiera lucirse y ofrecer al espectador un espectáculo subidito de tono, con ciertos toques de erotismo (la cantante llevaba poca vestimenta, hacía gestos provocativos como fumar o beber, se movía de una manera muy sugerente, provocaba “fantasías” en los receptores adoptando posturas para mayores de 18 años).

Evidentemente, tanto en su vertiente más política como en su faceta más erótica, fue un género muy controvertido y criticado por muchos sectores sociales. La Iglesia asociaba este tipo de música al pecado y la lujuria. La gente veía a la cupletista como fuente de “mala vida” (prostitución, alcoholismo, drogas). La clase política tenía que censurar este tipo de espectáculos (ya que cuestionaban las normas morales y cívicas).

A pesar de estas polémicas, el cuplé adquirió muchísima popularidad durante el primer tercio del siglo XX (la gente acudía a locales nocturnos y salas de variedades para contemplar estos espectáculos).

Aunque en los años 30 el cuplé estaba prácticamente muerto, hubo una serie de actrices y cantantes que lo siguieron cultivando durante la época de la dictadura franquista.

Evidentemente, se trata de un cuplé más suavizado, más atenuado, más elegante, sin ser tan subido de tono. Es un cuplé más sugerente y menos explícito, que busca la sensualidad, la fantasía, la imaginación y no tanto la provocación de lo carnal.

Una de las artistas que llevó el cuplé hasta la segunda mitad del XX fue la manchega Sara Montiel. Hoy os voy a traer una de sus canciones más conocidas, que forma parte de la película “La reina del Chantecler”: La pulga


Hay una pulga maligna
que ya me esta molestando
porque me pica y se esconde
y no la puedo echar mano.

Salta que salta va por mi traje
haciendo burla de mi pudor
su impertinencia me da coraje
y como logre cogerla viva
para esta infame que estoy buscando
para esta infame
no hay salvación
no hay salvación
no hay salvación
no.

Yo descansaba leyendo
una novela preciosa
cuando esa pulga insolente
vino a ponerme nerviosa.

Ya cuatro veces se me ha escapado
cuando he creido cazarla yo
y por lo mucho que me ha picado
para esta pulga tan indiscreta
como la pille
entre mis manos
como la pille
no habrá perdón
no habrá perdón
no habra perdón.

Aunque perdí mi sosiego
por una pulga imprudente
voy a quedarme tranquila
pues conseguí dar la muerte.

Ya mas no corre
ya mas no pica
entre mis manos
por fin murió.

A su reposo
vuelve esta chica
y por lo tanto
señores míos
ha terminado
completamente
ha terminado
esta canción
esta canción
esta canción

..................................................................................


Como ya os he dicho, el argumento es solo un pretexto para que la actriz pueda desarrollar su sensualidad y belleza, hasta convertirse en un “fetiche”, en un objeto deseado por los espectadores.

En cierta medida, esta canción tiene un argumento “con mucha tontería encima” (muy de los años 20, como vimos hace unas semanas con “Al Uruguay”), y que se recrea en lo absurdo, en lo nimio, en lo banal, en lo circunstancial, en lo anodino, en lo minúsculo. Por lo que se ve, la protagonista de la canción no para de quejarse y de sentirse molesta, ya que hay una pulga que está recorriendo su cuerpo y le está provocando picores por todos lados. La excusa del picor (me pica por aquí, me pica por allá) y los movimientos de la pulga por el cuerpo, servirán como un juego cuasi erótico, para que la actriz pueda dar rienda suelta a su capacidad de seducción hacia los espectadores. Finalmente, la protagonista, molesta por la pulga, la acabará matando.

Por lo tanto, se produce un contraste que da comicidad al tema, ya que la protagonista adopta una postura de queja, molestia, rabia, venganza ante un asunto insustancial, trivial, intrascendente. Algo aparentemente serio (una queja) se contextualiza en unas circunstancias que no son serias (al fin y al cabo, es una insignificante pulga).

Realmente, la palabra apropiada sería JUEGO. La protagonista juega a molestarse, juega a quejarse, juega a hacerse la ofendida, juega a enfadarse, (disfrutando del momento) para hacer de algo banal, todo un espectáculo teatral. Los espectadores y la propia actriz saben que eso forma parte de las reglas del juego.

El personaje de la pulga (objeto insignificante) cobra trascendencia e importancia en el poema gracias a los procesos de personificación (haciendo burla de mi pudor). A un animal se le aplican adjetivos de carácter moralizador (pulga maligna, infame). De esta manera, la pulga acaba humanizada (como si tuviera voluntad y decisión para elegir si hacer el bien o hacer el mal).

El léxico asociado a la pulga posee connotaciones negativas, ya que se refiere a cualidades que son propias de personas malas: impertinencia, insolente, indiscreta, imprudente, infame. El prefijo –in (que sirve para negar) da mucha fuerza al discurso y permite caricaturizar al personaje de la pulga, a partir de la acumulación de descripciones negativas.

Esta trascendencia a lo insignificante (la pulga) la cultivaron poetas del XVII como Quevedo, el cual hizo también un poema sobre una pulga (fijaos qué casualidad!!!!).

Esto se traduce en el hecho de que la pulga no deja de molestar a la protagonista, haciéndole ronchas, escondiéndose entre la ropa (me está molestando porque me pica y se esconde y no la puedo echar mano). La bimembración (me pica y se esconde) vivifica al bicho, lo teatraliza, exagera sus cualidades e incluso lo describe de una manera casi épica (como si fuera un enemigo con mucho poder y mucha capacidad de hacer daño y de protegerse, en plan “tira la piedra y esconde la mano”). Esta copla se recrea tanto en el detalle y en lo insignificante, que al final, se hiperboliza al personaje de la pulga.

Conseguir matar a la pulga se va a convertir en toda una hazaña heroica (realmente, este poema es una parodia y una visión burlesca de lo épico). Es muy parecido a lo que Lope de Vega hizo con la Gatomaquia (poema épico burlesco cuyos personajes eran gatos que realizaban grandes hazañas como si fueran superhéroes).

El uso del posesivo y del pronombre en primera persona enfatiza lo burlesco, ya que la protagonista está aludiendo a conceptos serios de honor y honra en un contexto de risa: Mi traje, Mi pudor, me da coraje…

La mujer se va a considerar a sí misma importante por haber conseguido dar muerte a la pulga, aludiendo a conceptos elevados y grandilocuentes como el de perdón o salvación, que son más propios de la caballería y los torneos medievales: y como logre cogerla viva, pero esta infame no hay salvación, como la pille entre mis manos no habrá perdón. La desautomatización se produce al ver estos conceptos aparentemente serios, en un enfoque cómico.

La protagonista usa el mundo cotidiano y doméstico como si fuera el escenario de algo grande y épico: Yo descansaba leyendo una novela preciosa cuando esa pulga insolente vino a ponerme nerviosa.

Hay una recreación obsesiva en el detalle, como si el personaje femenino nos estuviera describiendo y cronificando una gran batalla como las de los cantares de gesta, ahondando en los asuntos más minuciosos (que he estado a punto de cogerla y se me ha escapado, la había cogido y resulta que no…): Ya cuatro veces se me ha escapado cuando he creído cazarla yo.

Cuando una persona realiza una tarea de la que está muy orgulloso, tiende a irradiarla, a transmitirla a los demás, dándole más importancia de la que tiene, novelizando los detalles, como si eso fuera algo trascendental para el mundo, y ella una heroína que acaba de matar a su gran enemigo. Y después de toda hazaña heroica, llega la celebración, la recompensa, la regeneración del honor perdido: “Aunque perdí mi sosiego por una pulga imprudente voy a quedarme tranquila, pues conseguí dar la muerte.

Como veis, todo lo que sucede en un cantar de gesta es parodiado y ridiculizado en esta canción: una vez ha matado a la pulga, llega la tranquilidad, el sosiego y la calma (el hecho de saber que no te va a picar más el dichoso bicho jejjejee).

Hay una serie de mecanismos que permiten a la protagonista recrearse en el juego, y así mantener la hipérbole durante toda la copla. Esto lo vemos en el uso de determinadas locuciones (salta que salta va por mi traje), que dota a la acción y al personaje de la pulga de un carácter mecanicista, reiterativo e insistente. Es como muy cansina.

Las reiteraciones de versos también ayudan a eso (para esta infame, no hay salvación, como la pille, no habrá perdón), además de dar la musicalidad y el divertimiento necesario para este tipo de temas.

El paralelismo con anástrofe ayuda a reforzar esta parodia a lo épico una vez se ha producido la muerte del bicho: Ya más no corre, ya más no pica. Una vez muere el enemigo, deja de dar por saco.

No hay muchos recursos literarios (los cuplés no destacan precisamente por su belleza en el lenguaje) pero los que hay son suficientes para marcar la intención épico-burlesca del tema.

Otro de los rasgos del cuplé que podemos ver reflejado en este texto, es la consciencia de estar formando parte de un juego, de un espectáculo, de un show en directo. La copla no es más que una historia que está dentro de un conjunto (la cantante lo que hace es contar la historia sabiendo que está dentro de un teatro).  

Es frecuente que en mitad del proceso de interpretación (e incluso dentro del texto literario), se rompa el mundo ficcional creado, y la propia canción haga referencia al momento escénico (a los actores, al público que hay en la sala, a la representación teatral, al hecho de que se está cantando una copla y todo forma parte de la historia de esa copla insertada dentro del show).

Por eso, la protagonista, al haber matado a la pulga, se dirige mediante un vocativo a los espectadores y les dice que ya no tiene sentido seguir con la canción, y que por eso, termina el show, para así poder descansar: A su reposo vuelve esta chica y por lo tanto, señores míos, ha terminado completamente esta canción

Métricamente, encontramos diferentes tipos estrofas: las estrofas 1, 3 y 5 son coplas. Las coplas son 4 versos octosílabos en los que rima el segundo con el cuarto, y el primero y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a. Las dos últimas estrofas emplean el verso pentasílabo (sin rimas). Las estrofas pares (la 2 y la 4) tienen los cuatro primeros versos decasílabos (con rima del primero con el tercero), y los seis últimos pentasílabos.



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