sábado, 30 de noviembre de 2019

Te he de querer mientras viva: cuando la diferencia de edad no obstaculiza el amor


Una de las pasiones humanas más recurrentes en la historia de la literatura, la música y la copla es el amor. El amor, junto a la muerte, han sido siempre, por antonomasia, los dos grandes motivos de inspiración artística. Nos lo decía un profesor en la Universidad. Si os dan un texto y no sabéis cuál es su asunto, decid que es el amor o la muerte y un 90% de las veces acertaréis.

Nos vamos con una zambra del año 1959 que popularizó Marifé de Triana, y es un claro ejemplo de que el amor no tiene barreras: Te he de querer mientras viva





Cuando nos vieron, del brazo,
bajar platicando la Calle Real,
pa las comadres del pueblo
fue la letanía
de nunca acabar:

- Que si puede ser su pare...
- Que es mucho lo que ha corrío...
- Que un hombre así, de sus años,
no es bueno para marío...

Fueron tantas cosas
las que yo sentí,
que al pie de mi reja,
de cara a tus ojos,
me oyeron decir:

Por mi salud, yo te juro
que eres pa mí lo primero,
Y me duele hasta la sangre
de lo mucho que te quiero.

No se me importan tus canas
ni el sentir de los demás,
lo que me importa es que sepas
que te quiero de verdad.

Soy de tus besos cautiva.
Y así escribí en mi bandera:
Te he de querer mientras viva,
compañero, mientras viva,
y hasta después que me muera...

Tú a lo mejor te imaginas
que yo, por tus años,
me voy a cansar...
En el cariño, serrano,
yo me considero
de tu misma edad.

Y no miro a los chavales,
contigo voy orgullosa,
pues me llevas a tu vera
como quien lleva a una rosa...

No le tengas miedo
a mi juventud,
que pa mi persona
no existe en el mundo
nadie más que tú.

Soy de tus besos cautiva.
Y así escribí en mi bandera:
Te he de querer mientras viva,
compañero, mientras viva,
y hasta después de que muera

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La historia recoge el tópico literario de la mujer jovencita y lozana que se enamora del hombre madurito veinte años mayor que ella. Es el argumento prototípico de las farsas lorquianas donde la diferencia de edad no supone un obstáculo para la consecución de la relación amorosa.

La copla tiene una serie de claves muy interesantes:

En primer lugar, se da una concepción sociológicamente tradicionalista del amor, muy ligada al concepto medieval de "fidelidad cristiana", donde se recurrirá a imágenes intensas y viscerales en las que la amada se desnuda (emocionalmente) ante el amado y se presenta como si fuera una esclava o una mártir (la amada al servicio del amado). La mujer se representa como alguien sumisa, que necesita subordinarse a un hombre para alcanzar su plenitud personal. Para la amada, el amado es el centro del mundo, y no hay nada más.  Es la concepción amorosa de la mujer que deja su vida, su alma, su espíritu, y sus realizaciones personales para complacer a la persona que quiere. La anulación personal (dejar de ser tu mismo para tener contenta a la otra parte) es un proceso típico de esta concepción tradicionalista del amor.

Esto se ve en numerosos fragmentos donde se muestra la intensidad y la fuerza del sentimiento amoroso:

a) “Por mi salud yo te juro que eres para mí lo primero". Mediante el verbo de promesa (te juro) y el adelantamiento del complemento regido respecto al verbo y sujeto en hipérbaton (por mi salud yo te juro), el yo poético femenino expresa fidelidad hacia el amado. Para dar veracidad y sinceridad a su discurso, la mujer es capaz de poner en juego cosas tan importantes y trascendentales como su propia salud. La salud (la no enfermedad) es algo muy valioso en nuestra vida. La protagonista incorpora un elemento de este calibre en su discurso

b) “Me duele hasta la sangre de lo mucho que te quiero”. Se trata de una expresión hiperbólica: la pasión que siente la mujer por el hombre es tan grande, que se convierte en dolor. Esto es típico de la lírica cancioneril: los sentimientos se acaban reflejando de manera material en el cuerpo

c) "Soy cautiva de tus besos”, “No existe en el mundo nadie más que tú”. Estas expresiones demuestran que el yo poético es capaz de renunciar a su propio ser y a su propia esencia con tal de poder estar con la persona que quiere. El numeral ordinal ("eres para mí lo PRIMERO") es una manera de representar la prioridad del hombre sobre la mujer (para la mujer, el amado es más importante, está por encima de ella, es un ser jerárquicamente superior mientras que la amada no le importa estar en un escalón más bajo de la jerarquía con tal de amarlo). La dama se convierte en una esclava, la cual necesita de forma inherente a un "amo" que le dé amor: "soy cautiva de tus besos". Es la metáfora del amor como cárcel (cuando te enamoras es imposible desenamorarse, surge un sentimiento de dependencia, necesitas el amor para vivir). 

No obstante, este tipo de lirismo tan salvaje y primitivo (con algo de amor cortés, pero de la amada al amado en lugar del amado a la amada, que suele ser lo convencional), se mezclarán con algunas frases más intimistas, donde sin necesidad de adornar el discurso y rasgarse las vestiduras se trasmite ese sentimiento de amor y verdad: “lo que importa es que te quiero de verdad”, “fueran tantas cosas las que he sentido” (como veis, cuando una persona está enamorada la falta encontrar el adjetivo exacto y prefiere usar palabras comodín como “cosa”).

En otras ocasiones, se recurre a la hipérbole y al irrealismo con el objetivo de expresar la fuerza amorosa ("te he de querer mientras viva y hasta después de que muera").El amor perdura tras la muerte, otro tópico de la lírica del siglo de oro. 

La bandera funciona como metáfora de todo aquello que es importante en nuestra vida. Cuando una cosa es importante, queda marcada, tatuada, sellada, ya que ha supuesto algo esencial que nos ha marcado para toda la vida: "Y así escribí en mi bandera: te he que querer mientras viva".

En segundo lugar, esta copla refleja muy bien el contexto social de la época. Un matrimonio con tanta diferencia de edad era motivo de escándalo y crítica en el seno de una sociedad conservadora que no miraba con buenos ojos que una niña se enamorara de alguien tan mayor. Por eso, en la copla se dice que esta pareja era el centro de atención mientras iban paseando por la calle, ya que la gente murmuraba y no paraba de darle a la boca cada vez que los veían juntos (que si el hombre puede ser su padre, que si tanta diferencia de edad no lleva nada bueno, etc…). Todo esto se ve muy bien en la primera estrofa: "Cuando nos vieron del brazo, cruzar platicando la calle Real, entre la gente del pueblo fui la letanía de nunca acabar".

Sin embargo, a la amada no le importan los chismorreos de la gente y la diferencia de edad. A pesar de las “canas” (elemento que cohesiona la descripción física del amado, pues su pelo blanco indica avanzada edad), la protagonista seguirá queriendo a su hombre: "no me importan tus canas y el decir de los demás". El ser mayor no es ningún obstáculo para la consecución del amor. De hecho, aunque físicamente sean tan distintos, para ella, la “edad amorosa” es la misma, y eso es lo importante: "En el cariño, serrano, yo me considero de la misma edad"

A lo largo de la copla se aluden a diferentes complicaciones que podrían surgir en este tipo de relación (que ella se canse de él, que ella se enamore de otro mozo más joven y guapo). Sin embargo, para la protagonista la diferencia de edad no será un problema e intentará transmitir  seguridad al amado, mediante imperativos subjuntivos ("No le tengas miedo a mi juventud, que para mí persona no hay nadie más que tú") y presentes de indicativo que encierran promesas ("no miro a los chavales, contigo voy orgullosa").

La protagonista se siente muy segura y orgullosa, y aunque esa diferencia de edad imponga cierto "respeto" desde un punto de vista superficial ("tú a lo mejor te imaginas que yo por tus años me voy a cansar"), ella intenta borrar en el amante todas las dudas y trabas ("en el cariño serrano, yo me considero de tu misma edad"). Se puede hacer frente a todos los obstáculos y dificultades, ya que el amor puede con todos los impedimentos.

Las comparaciones transmiten, a la vez, sensualidad y estabilidad amorosa: "Pues me llevas a tu vera como quien lleva una rosa". La mujer se cosifica a sí misma en un elemento que resulta bonito y bello (una flor) y a la vez le está asegurando al amado que la unión va a ser algo definitivo de lo que no existe ninguna duda.

Estructuralmente, la canción se divide en estas partes:

-En primer lugar, una introducción narrativa (2 estrofas) que presenta la situación dramática (la pareja paseando por la calle) y donde se incorporan los diálogos que contienen la opinión de la gente, que desaprueba la relación.
-Después vienen tres estrofas principales (de versos octosílabos salvo la primera que los tiene hexasílabos). La mujer explica, analiza y reflexiona sobre sus sentimientos amorosos
-Y finalmente, el estribillo (quintilla en octosílabos), donde la protagonista le jura amor eterno al hombre.

En la segunda parte, el proceso se repite, con una serie de cambios:
-La introducción pierde su carácter narrativo, y se adapta al tono lírico del resto del tema. Seguiremos escuchando las reflexiones del yo poético.
-En lugar de tres estrofas principales, serán dos.

Métricamente, la canción combina quintillas (primera estrofa de cada parte) y coplas 8-8a 8- 8a (resto del tema).

En cuanto a cuestiones de estilo, encontramos una serie de vocativos hacia el amante que son tan típicos de la canción española (“te he de querer mientras vida, COMPAÑERO", "en el cariño, SERRANO, yo me considero....). Las anáforas marcan la no aceptación de la gente (que si puede ser tu padre, que si es mucho lo que ha corrido, que si un hombre así de sus años no es bueno para marido…). También encontraremos algún desorden sintagmático en forma de anástrofe, para hacer ajustes métricos (“soy de tus besos cautiva” en vez de “soy cautiva de tus besos”). Llama la atención la mezcla de lengua popular con estos recursos típicos de la poesía culta. 


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