viernes, 5 de noviembre de 2021

Hasta la raíz (Natalia Lafourcade): ese amor profundo y perdurable que alumbra nuestra vida

El tema que vamos a analizar hoy es una mezcla de pop con música folclórica mexicana. Fue compuesto en el año 2015 por Leonel García y Natalia Lafourcade. Esta última puso la voz. Pertenece al sexto álbum de la artista chilanga. La canción se titula Hasta la raíz, y fue todo un éxito en Latinoamérica


Sigo cruzando ríos

Andando selvas
Amando el sol
Cada día sigo sacando espinas
De lo profundo del corazón
En la noche sigo encendiendo sueños
Para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo

Cuando escriba tu nombre
En la arena blanca con fondo azul
Cuando mire el cielo en la forma cruel de una nube gris
Aparezcas tú
Una tarde suba una alta loma
Mire el pasado
Sabrás que no te he olvidado

Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna
Que tú te vayas


Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
Y cada segundo de incertidumbre
Cada momento de no saber
Son la clave exacta de este tejido
Que ando cargando bajo la piel
Así te protejo
Aquí…

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El poema habla de ese amor que nunca se olvida y perdura toda la vida, a pesar de que la persona amada no se encuentre físicamente con nosotros y se ha ido. El motivo de la ausencia es indiferente. Da igual que sea ruptura, fallecimiento o circunstancias personales. Lo importante es que el sentimiento permanece ahí por mucho que pasen los años, nos hagamos mayores o nos alejemos geográficamente del ser amado.

Los primeros versos nos evocan al poema épico y la novela idealista (sobre todo, la bizantina, la morisca y la de caballería, en las que predomina un espíritu aventurero). La voz lírica se halla inmersa en diferentes trances y hazañas, propias de un héroe que viaja por el mundo, tal como se expresa en la enumeración: sigo cruzando ríos, andando selvas, amando al sol.

Sin embargo, este peregrinaje no es físico, sino espiritual. Es el periplo de la vida. La existencia humana conlleva un proceso, el cual tiene un principio, un desarrollo y un final; y se divide en etapas o ciclos. El hombre sigue un camino, un recorrido, un trayecto, una expedición, una travesía (usad el sinónimo que queráis, siempre y cuando se interprete en sentido metafórico)

Todos trazamos nuestra propia senda. Cada uno la suya, igual que el yo poético de la canción. El camino está lleno de experiencias, vivencias, situaciones, sucesos... Nos van a pasar muchas cosas, ya que estamos sumidos en una continua búsqueda, como la protagonista del tema. Todos queremos ser felices, cumplir nuestras pasiones, deseos, sueños, aspiraciones. En definitiva, buscamos autorrealizarnos como seres humanos, y eso nos obliga a interactuar con el mundo, y por ende, nos ocurran cosas.

Las estructuras en paralelismo dan intensidad y épica a este proceso vital: gerundio (cruzando, andando, amando) + complemento directo que alude a un elemento de la Naturaleza (ríos, selvas, el sol). La existencia es como una aventura llena de lances, eventos y percances, que provocan emociones fuertes en nosotros. Somos como los personajes de una novela. A veces estamos arriba, y otras abajo.

El verbo seguir (sigo cruzando…) implica continuidad. Aunque en este viaje ocurran hechos trascendentales que nos marcan para siempre (en el caso de esta composición, la persona amada se aleja de la protagonista), la vida no se para, el mundo no deja de girar, hay que reanudar el camino. De ahí que el yo poético realice estas gestas a pesar del final de la relación. Aunque el amado se haya ido, ella prosigue con su vida (nuevos lugares, nuevas gentes, nuevas historias y situaciones…). Se ha acabado un capítulo, episodio, apartado (como queráis llamarlo) de la novela, pero el libro tiene más contenidos jejeje.

Los elementos vinculados a la tierra (río, selva, sol) metaforizan la belleza de la existencia humana, y a la vez, su espíritu salvaje. Nosotros vemos un bosque frondoso, una corriente de agua o la luz solar y nos quedamos embobados con su majestuosidad, su encanto, su hermosura, su atractivo. Es bonito de ver. Lo más cercano a la perfección.

Pero también, nos da miedo, respeto, temor: la selva es peligrosa (hay fieras, barrancos, nos podemos perder en ella…); la corriente de agua es brava (nos arrastra, nos ahogamos…); el sol, puede ser cruel (gracias a su lejanía da vida al planeta, pero si nos acercáramos a él, las temperaturas de 1000 grados nos matarían).

Los elementos telúricos (sol, río, selva) representan la pureza de la vida humana, tanto en los momentos placenteros, como en los dolorosos. Como dice Luz Casal en su famoso tema Besaré el suelo, cuanto más bella es la vida, más feroces sus zarpazos. La existencia en su máximo esplendor, sin artificios ni maquillajes. De ahí la presencia de una Naturaleza virgen.

Unas veces reiremos, lo pasaremos bien, tocaremos el cielo, nos extasiaremos de felicidad. Otras, lloraremos, estaremos jodidos, nos querremos morir. Una de cal y otra de arena (como diría la cantante Merche). En ambos casos, hay que seguir adelante en nuestro periplo vital y seguir buscando, como hace la voz lírica. La vida es una lucha continúa (citando a Pío Baroja)

El conflicto, el dolor y la pena marcan al yo poético en su camino. Esto se expresa con la metáfora clásica del elemento punzante: cada día sigo sacando espinas de lo profundo del corazón. La espina de Antonio Machado (o el clavo de Rosalía de Castro) representa la aflicción que producen los desencantos vitales. Los objetos que tienen punta hacen daño, provocan sufrimiento (al alma humana). La vida te da palos. En este poema, se ha ido la persona amada.

El circunstancial de frecuencia (cada día) y la perífrasis progresiva (sigo sacando) circunscriben la angustia al ámbito de lo permanente. Todos convivimos con ese sentimiento de tristeza, fruto de los desengaños que nos da la vida. La pesadumbre es una constante del ser humano. Es un componente inherente de la existencia. Las experiencias malas están ahí siempre, y tarde o temprano vamos a pasar por una.

No obstante, la protagonista evita caer en el pesimismo y la depresión más absoluta: en la noche sigo encendiendo sueños para limpiar con humo sagrado cada recuerdo

La noche, al igual que la espina, funciona como metáfora de la amargura y el pesar del alma. Es el momento del día en que no alumbra la luz del sol, y la vida en el mundo exterior deja de fluir (la gente se retira para descansar). Por tanto, fruto de esas decepciones, el corazón humano se vuelve oscuro, solitario y muerto.

Sin embargo, la voz lírica, en lugar de abandonarse a sí misma y zozobrar anímicamente, decide combatir al desencanto con el poder y la fuerza de su mente. De ahí la imagen iluminativa (encender sueños).

En otras canciones (sobre todo en copla) vemos a mujeres regodeándose en la miseria emocional y la pena, con un dramatismo exacerbado ante la ausencia del amado. Aquí, el yo poético se enfrenta a la decepción evocando los grandes momentos vividos con esa persona. Es una forma de encontrar consuelo, atenuar el daño, y también, prolongar el sentimiento amoroso, y que este perdure a pesar de que físicamente no esté el ser querido.

El recuerdo de lo vivido nos da fuerza y motivación para seguir caminando en la vida. El sueño funciona como principio iluminador, creador, enérgico, estimulador, que purifica la memoria: para limpiar con humo sagrado cada recuerdo

Nuestras vivencias (en este caso, positivas) quedan almacenadas en la consciencia. Es un tesoro muy grande que llevamos dentro de nosotros. Las podemos utilizar en nuestro beneficio, para levantarnos cuando estemos mal. Por eso, hay que conservarlas, cuidarlas, mimarlas…De ahí la metáfora de la purga (limpiar con humo). Igual que ordenamos y sacamos brillo a nuestras casas, también debemos hacerlo con nuestros recuerdos. Nos pueden ayudar e impulsarnos en los momentos de decadencia.

 El humo no es un elemento tóxico y dañino. Va acompañado de un adjetivo con connotaciones trascendentales (humo sagrado). Ya sabéis que todo lo relacionado con la divinidad y el culto religioso tiene mucho valor en las sociedades. La humareda representa la fuerza de la voluntad de nuestra mente: el querer estar bien, no hundirnos, seguir adelante. Es el instinto de supervivencia, que Dios nos ha dado.

Si la persona amada se aleja (como le sucede a la protagonista), no hay que caer en el desconsuelo. Recordar las grandes vivencias nos da la energía para continuar en la vida, ya que es una forma de percibir el amor. El hecho de que alguien no esté físicamente con nosotros no quiere decir que se acabe el sentimiento. La pasión perdura en nuestra mente, y nos aporta la misma plenitud.

Por eso, la voz lírica no se desvincula de su amado. Lo tiene presente en todo momento. Lo lleva dentro de sí: cuando escribe tu nombre en la arena blanca con fondo azul, cuando mire el cielo en la forma cruel de una nube gris, aparezcas tú

Cualquier elemento o estampa del mundo tangible sirve de inspiración para evocar a ese ser tan maravilloso, tal como se expresa en el paralelismo: conjunción subordinada temporal (cuando/cuando) + verbo (escriba/mire) + complemento directo (tu nombre/el cielo) + complemento circunstancial (en la arena blanca con fondo azul/ en la forma de una nube gris).

¿Qué significa esto? La persona amada está en todas partes, es omnipresente, como si fuera un Dios. Cuando quieres a alguien con ese grado de máxima intensidad la llegas a considerar una especie de divinidad, a la que adorar y venerar.

Las formas verbales de primera persona (escriba, mire) comparten espacio estrófico con las marcas de segunda persona, ya sean en forma de posesivo (tu nombre), verbo (aparezcas) o pronombre personal (tú). A pesar de la separación física de los amantes, la conexión en el sentimiento no se ha roto. Siguen vinculados, unidos, fusionados, atados, asociados, ligados desde un punto de vista afectivo. Ella lo sigue queriendo a pesar de no estar.

En este segmento de la canción, la adjetivación resulta colorista, viva, modernista (arena blanca, fondo azul, forma cruel, nube gris). Esto se debe a que la pasión es intensa, fuerte, verdadera, tan pura y esencial como la Madre Naturaleza.

El yo poético se para a contemplar el camino recorrido con el objetivo de recordar los buenos momentos con esa persona, y reconfortarse: una tarde suba una alta loma, mire el pasado, sabrás que no te he olvidado. Hace un ejercicio de autoanálisis e introspección.

El yo poético muestra al paisaje (las lomas, la tarde) lo que habita en las profundidades de su alma. Al echar una mirada hacia el fondo, subyace la memoria feliz, la memoria alegre de un efecto, una otredad que construye una memoria inquebrantable. La voz lírica se desnuda ante la Naturaleza (emocionalmente). El entorno y la protagonista se funden, crean una alianza inquebrantable con el objetivo de indagar en lo más hondo del corazón humano.

La chica se dirige explícitamente a su amado: sabrás que no te he olvidado. Hay un sujeto elíptico y una forma verbal en primera persona ([yo] no te he olvidado] dirigidas a otro sujeto omitido y otro verbo en segunda persona ([tú] sabrás).

Evidentemente, no hay contestación. El interlocutor no responde, ya que no está con ella. No obstante, la protagonista se siente tranquila, serena, confortable y en paz consigo misma al hablar con y hacerle saber que no lo ha olvidado, y todo lo vivido con él forma parte de su consciencia. Lo lleva guardado como si fuera un tesoro. En lo más extraño, en lo más inverosímil y en lo cotidiano emerge su recuerdo y la consciencia de su memoria.

Ella toma palabra como si él lo estuviera escuchando (aunque realmente no esté presente) para comunicarle que su amor hacia él sigue siendo igual de puro y sincero que siempre. El hecho de expresar tus emociones, sensaciones y sentimientos te fortalece, te libera de tensiones, te vivifica. Tragarse las cosas no es bueno para el alma. Por eso la chica habla con él.

En el estribillo, la raíz funciona como metáfora de la profundidad del sentimiento amoroso. La pasión es tan grande, que él forma parte de ella: yo te llevo dentro hasta la raíz. Esto está influido por el lenguaje de la mística, y más concretamente por su fase final, la llamada vía unitiva: dos almas se encuentran y se funden en un solo ente, ya que el amor entre los dos es PERFECTO, SUBLIME, INTRÍNSECO, INHERENTE. La pasión es incondicional, forma parte de ellos de una manera natural. Se quieren porque sí. 

El amado no es solo una memoria apacible. También es consustancial, abarcante. Está anclado, atado, unido, soldado a la protagonista, como la raíz del árbol a la tierra nutricia. No se pueden separar. Forman una unidad irrompible e indestructible (aunque él ya no esté).

En la poesía mística es normal asistir a representaciones de inclusión entre las almas, en las que un miembro se representa como una parte o elemento integrado en el otro: yo te llevo dentro.

Por mucho que la biología y el devenir vital sigan su curso, el amor permanece inalterable: y por más que crezca, vas a estar aquí. Aunque pasen los años y el árbol se haga grande, el yo poético mantendrá ese fervor y esa idolatría hacia el amado. La pasión perdura toda la vida, independientemente de que estén o no juntos. Como veis, el amor es tan grande que desafía las leyes de la Naturaleza.

Cuando quieres a alguien tanto es imposible ocultar el sentimiento. No puedes esconderlo por mucho que quieras. La subordinada concesiva indica que por muchas trabas y obstáculos que haya en el camino, si hay amor, el vínculo con esa persona es perpetuo: aunque yo me oculte tras la montaña y encuentre un campo lleno de caña, no habrá manera, mi rayo de luna que tú te vayas. Te unes a esa persona para toda la vida (sentimentalmente).

Las formas del relieve (montaña, campo) son una metáfora de las dificultades externas para la consecución del amor. Ya hemos dicho que la Naturaleza, a veces, es cruel, y las cosas no salen como uno quiere. Las circunstancias pueden entorpecer, estorbar, complicar, pero al final, si dos personas están destinadas a quererse, por muchos escollos que haya en el camino, la fusión entre los amantes es inevitable. Es imposible huir del sentimiento verdadero. Al corazón no lo engañas.

La protagonista se dirige al amado con un vocativo afectivo (mi rayo de luna). El posesivo expresa una relación de pertenencia. Este amor, este sentimiento (que no persona) es suyo y solo suyo (del yo poético). Es propio, personal. Y da sentido a su vida. Sin ese vínculo, ella no es nadie.

La imagen del rayo lunar está influida por la mística. Un alma solitaria se encuentra infeliz, amargada, triste. Ve que su vida no tiene sentido. Necesita a otra alma. La oscuridad, la noche y el vacío son metáforas típicas para representar ese estado de angustia y “aislamiento”.

Cuando esta alma descarriada se percata de la existencia de otra alma, entra en deseos de unirse a ella. Ve que la existencia empieza a cobrar significado. La luz es la metáfora típica para representar este momento. Su fulgor nos guía hacia esta otra alma.

Por eso el amado se asocia con el rayo lunar. Es un halo de iluminación en medio de la oscuridad. Gracias a él, la vida del yo poético adquiere sentido. Si está triste, el hecho de pensar en él le alegra el día. Si se encuentra sola, evoca sus recuerdos y ya se siente llena de amor. Lo que da luz a la existencia no es la persona, sino el sentimiento hacia ese ser. La entidad amada se puede ir, pero el vínculo es tan grande que resulta imborrable y marca de por vida.

La segunda estrofa es una reafirmación del estribillo. La integración entre los amados es impecable, óptima, completa. Esto se expresa con un par de metáforas extraídas del mundo textil y dérmico: este tejido que ando cargando bajo la piel

El yo poético no concibe al amado como un vestido (capa externa), sino como un cacho de su piel (capa interna). Lo sitúa en el plano de lo profundo, en vez de lo superficial. La perífrasis progresiva (ando cargando) proyecta el vínculo hacia la eternidad. A esta persona la va a llevar SIEMPRE en su corazón. 

Esta unidad con el otro da protección, amparo, abrigo, seguridad, energía para seguir viviendo (cruzar esos ríos y selvas de la primera estrofa). Cada experiencia vivida teje una red de certidumbres en medio del caos, del desasosiego y de la duda que genera el propio proceso vital: pienso que cada instante sobrevivido al caminar, cada segundo de incertidumbre, cada momento de no saber, son la clave de este tejido que ando cargando bajo la piel.

En las circunstancias más desafiantes y desfavorables la fusión entre las dos almas permanece vigente. Muchas veces, no sabemos qué hacer con nuestra vida, tenemos miedo, dudamos de nuestros actos, nuestras inquietudes no son resueltas, nos sentimos mal y queremos llorar. Con una persona tan importante en nuestro corazón, la cuesta arriba se hace más llevadera.

El paralelismo acentúa los segmentos más conflicticos y problemáticos de la vida: indefinido (cada/cada/cada) + sustantivo de carácter temporal (instante/segundo/momento) +complemento (sobrevivido al caminar/de incertidumbre/de no saber). Todas las personas pasamos por periodos críticos en nuestro periplo existencial, que ponen nos ponen a prueba como seres humanos, y gracias al amor, los solventamos con eficacia.

La predicación modal del último verso resume/sintetiza el contenido de toda la estrofa: así te protejo. Se trata de un final inductivo: de las afirmaciones particulares e individuales se extrae una conclusión general.

Métricamente, el poema es irregular. Alterna caóticamente versos de arte mayor (una tarde suba una alta loma) y menor (aparezcas tú). La rima va por libre, excepto leves asonancias al final de algunos versos (sol/corazón, sueños/recuerdo, pasado/olvidado, raíz/aquí, saber/piel, montaña/caña)

jueves, 4 de noviembre de 2021

María se bebe las calles (Pasión Vega): una canción que habla de la violencia de género

Muchas personas consideran que la copla hoy en día es un género muerto. Según esta corriente de pensamiento, en la actualidad no se hacen letras, ni se componen melodías, ni se montan espectáculos. Azabache (1992) fue el último gran evento coplero. A raíz de ahí, la canción andaluza fue cuesta abajo y sin frenos.

Los defensores de esta idea definen la copla como una tendencia musical-literaria que nació en los años 30, se desarrolló durante los 40 y 50, empezó a mostrar síntomas de agotamiento en los 60, enfermó en los 70 y los 80, y finalmente murió en los 90, tras un ligero repunte en la época de Carlos Cano (lustro 1987-1992).

Para ciertos estudiosos, la canción andaluza no genera materiales nuevos hoy en día. Lo único que se hace es revivir y recordar grandes joyas del repertorio de épocas pasadas, gracias a conciertos, certámenes o programas de televisión (tipo Se llama copla o A tu vera).

Por tanto, hay cantantes de copla (muchos de ellos, jóvenes, con talento y amantes del género) pero no se elaboran nuevas canciones. Tan solo se versionan, sin superar a los originales, los grandes éxitos de Marifé, Concha Piquer o Juanita Reina

En contraposición a esta corriente, tenemos una serie de autores que se niegan a ver la copla como un género muerto. Para ellos, la tonadilla es una tendencia musical viva, productiva y activa hoy día. Actualmente se siguen componiendo e interpretando nuevas canciones. Lo que pasa es que no se trata de una copla clásica (como la de los años 40 y 50), sino una copla evolucionada, innovadora, adaptada a los nuevos tiempos.

Usan la etiqueta de Copla nueva para designar a los intérpretes de este género puesto al día. Es una copla fusión, a medio camino entre la balada y la canción melódica, en la que conviven los giros tradicionales de la canción andaluza, con matices de otros estilos menos usuales como el jazz, el soul o el pop

Dentro de la tonadilla nueva situamos a Diana Navarro, Pastora Soler o Pasión Vega. Aunque no son copleras al uso, beben de la tradición, pues se han criado con los temas de Marifé, Concha Piquer, Rocío Jurado o Isabel Pantoja. Rescatan sus recursos vocale y dramáticos (clasicismo), pero dándoles giros innovadores (vanguardia)

Hoy analizamos una canción de Pasión Vega, que data del año 2003. Habla de una de las realidades más tristes y lamentables de la sociedad actual, como es el maltrato a la mujer. Se trata de un tema candente y efervescente en los medios de comunicación. Casi todas las semanas, en periódicos, televisión y radio tenemos que lamentar el asesinato de una señora a manos de su esposo.

La violencia de género inspiró el tema de esta tarde: María se bebe las calles


María pensó que el amor
Era un mandamiento de dos
Y esperando el primer beso
Se hace vieja ante el espejo
Y limpia su llanto
Maquilla sus heridas
Y se le va la vida
Recuerda la primera vez
Que él le juró que fue sin querer
Y en los hijos que vivieron
Prisioneros de su miedo
María soñaba con ser la princesa
De los cabellos de oro
Y la boca de fresa
María se fue una mañana
María sin decir nada
María ya no tiene miedo
María empieza de nuevo
María yo te necesito
María escapó de su grito
Se bebe las calles María
Ella nunca dice que no
Es la esclava de su señor
Ella siempre lo perdona
A sus pies sobre la lona
Su patria es su casa
Su mundo la cocina
Y se le viene encima
Un día dejó el corazón
Abandonado en su colchón
Solo piensa en ver su cuerpo
¡ay! del quinto mandamiento
María no tiene color en la sangre
María se apaga y no lo sabe nadie
María se fue una mañana
María sin decir nada
María ya no tiene miedo
María empieza de nuevo
María yo te necesito
María escapó de sus gritos
Se bebe las calles María
María se fue una mañana
María sin decir nada
María ya no tiene miedo
María empieza de nuevo
María yo te necesito
María escapó de sus gritos
Se bebe las calles María
María pensó que el amor
Era un mandamiento de dos

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El título constituye una metáfora de la situación de la protagonista, la cual, ante las palizas, agresiones y maltratos a los que se ve sometida por parte de su marido día sí y día también, decide abandonar el hogar.

La calle representa la liberación, la seguridad y la sanación personal: el hecho de estar fuera de casa y vagar con gusto por la ciudad (beberse las calles) supone alejarse de ese hombre maltratador, y por tanto, vivir en paz, sin sufrimiento, sin miedo a recibir daños físicos o psicológicos y por ende, recuperar la dignidad.

La canción posee una función ejemplificadora, doctrinal y didáctica: todas las mujeres maltratadas deben hacer lo mismo que María: ser valiente, echarle huevos a la vida y decir “hasta aquí hemos llegado”. Muchas señoras maltratadas, por miedo, se callan, aguantan carros y carretas, y sufren palizas diarias (hasta que terminan en el hospital o en el cementerio)

La protagonista, un buen día, decide dar un paso adelante y toma la decisión de escapar de esa situación de peligro, alejarse de lo que resulta dañino, angustioso y nocivo. María constituye un espejo y un modelo para todas las mujeres maltratadas: hay que darse cuenta de la situación y hacer algo (denunciar, huir, defenderse…LO QUE SEA). No se puede estar callado

La clave está en darse cuenta de que te encuentras en un pozo sin fondo, y hay que hacer algo por salir de él, como ha hecho María. Ella representa la valentía y el coraje de la mujer maltratada, que toma las riendas en el asunto, da un golpe en la mesa y pone fin a su situación desde la voluntad y el amor propio.  

En la primera estrofa se describe la situación anímica y psicológica de la protagonista durante el periodo del maltrato.

Normalmente, una mujer jamás piensa que va a ser maltratada. Cuando una persona se casa, todo el mundo presupone una vida de felicidad, de grandes proyectos, de alegría, de ilusión: estás al lado de la persona que quieres, esta te va a dar amor y cariño, vais a estar juntos toda la vida…

Lo teórico, lo lógico y lo matemático es pensar que si te casas con una persona, es porque vas a ser feliz con ella (sería absurdo dar el sí quiero a alguien con quien no vas a estar a gusto). Es una cuestión de sentido común. El pensamiento natural e instintivo del ser humano es que el matrimonio le ve a aportar cosas positivas y beneficiosas a su existencia. Todos decidimos y actuamos para alcanzar situaciones y contextos mejores, no para empeorarlos.

Las cosas se hacen para alcanzar una situación de satisfacción y prosperar en el proceso vital. Sin embargo, una cosa es la teoría (lo que se supone que debería ser) y otra cosa bien diferente la práctica (la realidad, lo que acaba siendo). Muchas veces se produce un choque entre nuestras concepciones mentales con el mundo real, dando lugar a la decepción, el desengaño y el desencanto.

Eso es lo que le pasa a María. Teóricamente, el amor se define como una relación recíproca y binaria: él quiere a ella y ella quiere a él. Esto se materializa en la metáfora (mandamiento de dos).

La referencia a un elemento de la cultura católica (mandamiento) da trascendencia y valor a esta concepción del sentimiento amoroso. Un mandamiento es una obligación, un imperativo, una orden, impuesta por una entidad superior (en este caso, Dios). Al vincularse con un concepto sagrado, el amor ha de ser mutuo y bilateral. Si no se cumplen estas dos condiciones, la relación no funciona, sería un caos. No habría amor.

Y como este mandamiento no se cumple en la relación de María con su pareja (ella sí quiere a él, pero él no quiere a ella), la relación está condenada al fracaso.

María empieza la relación con la creencia sólida de que el amor es recíproco, pero luego se dará cuenta de que no siempre es así: María pensó que el amor era un mandamiento de dos.

El verbo pensar está vinculado con las convicciones, ideologías, y sistemas de creencias del ser humano. En este caso, la presunción de María (él me quiere) choca con la cruda realidad (el marido no la quiere).

Desde el primer momento se detecta una falta de empatía entre ella y la pareja. El amor, aunque es un sentimiento espiritual, también se manifiesta con signos físicos (besos, abrazos, caricias…). En este caso, se crea un ambiente carente de afecto, que se enfatiza con la hipérbole: esperando el primer beso se hizo vieja ante el espejo,

Esta falta de cariño provoca tristeza y dolor en la protagonista. La voz lírica analiza con profundidad el estado anímico de María, indagando en detalles corporales, gestuales, físicos o emocionales que configuran un mosaico de amargura y pena. La conclusión que obtiene de este análisis es que la protagonista no se encuentra bien. Necesita ayuda.

Detrás de cada acto superficial y cotidiano encontramos un signo, una evidencia de que la protagonista está atravesando una crisis personal de extrema gravedad, que le hace mermar su salud física y mental.

El yo poético penetra en el entramado espiritual del personaje, para que todos nos demos cuenta de su problema, a través metáforas:

-Limpia su llanto (María llorando y secándose las lágrimas)

-Maquilla sus heridas (María conteniéndose y aguantando el chaparrón para que nadie se dé cuenta de lo que está pasando)

-Se le va la vida (María perdiendo energía vital ante esa falta de amor)

El hecho de no expresar lo que sientes, de tener un problema y no contarlo y de tragarte la pena, unido a las carencias afectivas y la falta de compenetración con la persona que quieres, hace que la protagonista entre en un estado crónico de angustia, de depresión, de anulación. Es una persona enferma (espiritualmente), una mujer maltratada física y psicológicamente.

El polisíndeton repercute en la acumulación de desdichas emocionales que van dañando anímicamente a María a medida que avanza el poema (y esperando el primer beso…, y limpia su llanto…, y se le va la vida…).

En la segunda estrofa el problema va in crescendo: ya no solo se trata de un ambiente carente de afectividad, sino que hay algo más grave: María es maltratada por su marido.

La palabra maltrato es un lexema tabú. Genera miedos, pudores y vergüenzas en ciertos contextos sociales. Para suavizar la dureza de este vocablo, el yo poético recurre a una expresión eufemística, con el objetivo de hacer hincapié en la situación de maltrato, pero de una manera fina, discreta, dando un rodeo, a partir del cual el receptor presupone que el marido saca la mano a pasear con asiduidad: Recuerda la primera vez que él le juró que fue sin querer.

Aunque se omite el término pegar, todo el mundo sabe que María está siendo maltratada por su pareja. Esta escena resulta realista y verosímil: cuando un hombre pega a la mujer, el primero intenta justificarse o quitar importancia al hecho (no quería hacerlo, lo siento, no era mi intención…). La esposa confía en el maltratador (el cual intenta dar pena) y lo perdona. Pasado un tiempo la estampa se repite y la mujer entra en un círculo tóxico que no puede detener.

Si exista una primera vez, significa que ha habido más veces, y por tanto, María ha recibido más de una paliza.

El hecho de que se elida el léxico tabú (pegar, maltrato…) y se recurra al eufemismo (la primera vez que él le juró que fue sin querer) no impiden la claridad y concisión del mensaje de la canción. La voz lírica es muy directa a la hora de describir una situación dramática dura (María es apalizada por su marido). No se anda con maquillajes. Dice las cosas tal cual son.

El sujeto en tercera persona del singular marca explícitamente al autor de los hechos, al culpable de la desgracia de María: ÉL le juró…

El yo poético es rotundo a la hora de señalar al marido como el causante de todos los males de la protagonista. La voz del poema libera a María de toda culpa. Las mujeres no han hecho nada malo. Los que han actuado mal son los maltratadores. El sujeto enfático (él) apunta al responsable de esto, que es el esposo.

Tened en cuenta que hay señoras maltratadas que no son conscientes de estar sufriendo esta lacra social. Piensan que ellas han hecho algo malo, son incursoras del problema, merecen lo que les pasa, y se callan.

Las continuas paliza y episodios de maltrato dan lugar a un ambiente enrarecido y angustioso, que no solo afecta a la estructura conyugal, sino a la familiar. Para los hijos del matrimonio es un drama ver cómo su padre pega a su madre. Aunque la escena no se describe (sería muy duro hacerlo) sí se alude levemente a la figura de los niños para que el receptor piense que hay terceras personas que también se ven afectadas, que son los críos y no tienen culpa de nada.

La metáfora del horror que encarcela y anula a la persona es una manera de representar esa angustia: Y en los hijos que vinieron, prisioneros de su miedo. En esa casa, todo el mundo vive atemorizado. No se puede hacer una existencia normal. Todo gira en torno a las palizas. Esos niños ni comen bien, ni duermen, ni se divierten, ni estudian. En definitiva: no se desarrollan como seres humanos sanos.

Para un niño, ser espectador de esto, tiene que ser un calvario. Sin necesidad de entrar en detalles morbosos, la canción transmite mucha crudeza. El yo poético da pinceladas sueltas para hacer reflexionar a la gente, aunque luego estos brochazos no se desarrollan pormenorizadamente (ni falta que hace).

Al final de la segunda estrofa, el yo poético penetra en los pensamientos de la protagonista, y más concretamente en sus deseos, aspiraciones, y sueños. Ante una situación angustiosa como esta, María desea salir de ahí, escapar, no ver más a su marido. A ella le gustaría sentirse querida, respetada, arropada. Esto es, recibir un trato digno como ser humano: María soñaba con ser la princesa de los cabellos de oro y la boca de fresa

La metáfora de la princesa, la donna angelicata del Siglo de Oro (la mujer bella, olorosa, de pelo rubio, labios rojos, …) hay que tratarla desde la óptica de la hipérbole y la ironía

Ella quiere sentirse princesa, pero no en un sentido elevado (persona noble, poderosa, rica…), sino en términos de dignidad (como ser humano, tiene un valor, no quiere ser humillada ni degradada, merece un respeto).

Sentirse princesa es, simplemente, ser tratada de una manera correcta, no recibir palizas, ser una más, alguien normal y corriente en el seno de la sociedad. Lo que ocurre es que, al estar en una situación tan desgraciada (el maltrato), su deseo (no ser maltratada, que es lo normal) se convierte en un imposible, al alcance de muy pocos. De ahí la imagen de la princesa. Alcanzar la normalidad parece un objetivo tan difícil, como llegar a la realeza. De ahí, el sentido hiperbólico e irónico.

La protagonista anhela una situación de normalidad. Lo usual, lo común, lo lógico y el sentido común (no ser maltratado) se convierte en algo valioso e importante, y a la vez inasequible.

En situaciones desfavorables, las cosas normales y corrientes son oro puro y por eso se consideran trascendentales. Si estás enfermo deseas curarte, si eres maltratada deseas no serlo.

La tercera estrofa habla de uno de los condicionantes que contribuyen a engordar el problema del maltrato, y es una concepción tradicionalista de la familia y de la relación de género.

Hay personas que consideran que el varón está en una posición jerárquica superior respecto a la hembra, y por tanto, el rol y el papel de una esposa es la de servir a su marido. Debe ceder a sus caprichos, cumplir con sus órdenes, satisfacer sus deseos, que la casa esté limpia, la comida preparada, haya ropa todas las mañanas…

Esto se expresa con la metáfora de la sierva y el amo: Ella nunca dice que no. Es la esclava de su señor.

María piensa que ella es alguien inferior, y su marido, un ser superior. Por tanto, su función social es la de tener contento al hombre, aunque sea a costa de su propia dignidad como madre y mujer.

Una ideología tan conservadora como esta favorece situaciones de maltrato. En casos extremos, una señora puede llegar a ver normal que su marido le pegue.

La violencia ha penetrado intensamente en la vida de María, hasta formar parte de su cotidianidad. Sus días es son un bucle, una sucesión continua de palizas y perdones

Después de una agresión, el marido se arrepiente, ella le da una oportunidad, y otra vez vuelta a empezar: Ella siempre lo perdona a sus pies sobre la lona.

Evidentemente, se trata de un arrepentimiento no sincero. Los maltratadores vuelven a las andadas. El adverbio de frecuencia (SIEMPRE lo perdona) indica que esto es el pan de cada día en la relación entre María y su pareja. Es la pescadilla que se muerde la cola

¿Cuáles son las consecuencias? La protagonista acaba perdiendo su autonomía, su capacidad de realizarse por sí misma, su identidad, sus proyectos vitales, sus anhelos. Está completamente anulada por el marido. No la deja desarrollarse como ser humano.

María se ha cosificado, ha dejado de ser persona para convertirse en un objeto inerte, sin sentimientos. Se ha aislado, ha perdido contacto con el mundo. Está retenida en una especie de microcosmos, de cárcel, de coraza. Nadie más puede entrar. Su vida se reduce a unos pocos elementos (la casa, la cocina, los niños…). Se encuentra sola.

Esto se expresa mediante metáforas con elipsis: Su patria es su casa, su mundo (es) la cocina.

María vive exclusivamente para/por el marido y el hogar, descuidando su identidad personal (vida social, aficiones, inquietudes, amor propio…)

Es una persona anulada: no desea, no quiere, no es, no piensa…Solo vive para recibir palizas y complacer a su marido. Es el calvario de la mujer maltratada que calla la situación y no la denuncia.

En la cuarta estrofa asistimos a la culminación del proceso de anulación, mediante la separación del cuerpo y del alma.  La protagonista es solo “un cacho de cuerpo”, ya que su espíritu, su esencia, su psicología, su identidad y su personalidad han sido destruidos por culpa de esta tormentosa relación  

La escisión se representa mediante la cosificación (conceptos abstractos son tratados como si fueran objetos): Un día dejó el corazón abandonado en su colchón.

María se ha abandonado a sí misma. No tiene ilusión por vivir. Ha alcanzado un estado de nihilismo, casi de muerte espiritual. Lo único que siente son percepciones físicas (el dolor de las heridas), ya que es una carcasa sin alma: Solo piensa en ver su cuerpo

El yo poético se compadece del estado agónico que sufre María mediante interjecciones: Ay del quinto mandamiento. Es como si la voz lírica estuviera dentro de la protagonista y sintiera lo mismo que ella.

El poema juega con una presuposición cultural: el receptor debe saber que el quinto mandamiento es el del No matarás. Si no conocemos los 10 preceptos de la ley de Dios, nos costará interpretar esta parte de la canción.

El no matarás del quinto mandamiento se interpreta desde diferentes perspectivas:

-Como consecuencia de tantas palizas, un día su marido la va a matar.

-María lo está pasando tan mal que se le pasan muchas cosas por la cabeza. Tal vez no merezca la pena vivir así, y ella misma abandone este mundo.

Lo que está claro es que la protagonista ha perdido la alegría, las ganas de vivir. No tiene motivos para seguir luchando. Esto se expresa con dos metáforas: María no tiene color en la sangre, María se apaga y no lo sabe nadie. Lo incoloro y lo oscuro se refieren a la falta de energía vital. No tiene ilusión por nada. No hay luz, no hay color. La vida es un desencanto.

Hay que tener en cuenta que María se bebe las calles es una canción. Y como toda obra artística, contiene un mensaje que se difunde a la sociedad.

Ante una realidad tan cruda y grave como es la violencia de género, no se puede transmitir una visión tan pesimista. Muchas mujeres están pasando por un problema similar al de María y se hundirían con un final trágico (María muerta en vida). Sería feo y políticamente incorrecto que un poema sobre maltrato, que lo va a escuchar mucha gente en la voz de una intérprete famosa, no deje lugar a la esperanza.

Los efectos que una canción así tendría en la sociedad serían terribles, ya que el oyente vería el maltrato como un hecho irreparable, al que no se puede hacer frente, y lo único que queda es esperar a la muerte.

El mensaje tiene que ser optimista. Se necesita dar un giro a la historia. El desenlace debe ser feliz, para que el receptor se dé cuenta de que el maltrato doméstico es una lacra social que tiene solución. Las mujeres pueden salir de este calvario.   

En el estribillo asistimos al punto de inflexión de los hechos. Un día, María, se da cuenta de que tiene un problema, no puede seguir así, y necesita hacer algo para salir de esta situación. Por fin, coge las riendas de su vida, da el primer paso, y en un gesto de amor hacia sí misma toma una decisión: huir de la persona que tanto daño le ha hecho.

Se trata de un alejamiento físico-espacial y espiritual: María se fue una mañana, María sin decir nada.

La protagonista es una mujer valiente, que se ha percatado de la situación. Ella misma, que es inteligente, se da cuenta de que vivir junto a este hombre no tiene sentido. Había tocado fondo: palizas, miedo, sin proyecto vital, sin identidad personal…Hay mujeres que no se dan cuenta del problema

María ha tomado la decisión correcta, que es salir de esa casa. Apartarse del maltratador supone el fin de la angustia y el dolor: María ya no tiene miedo. Si algo te causa daño, lo que hay que hacer es distanciarse, para no pasarlo mal

Ahora, la muchacha empieza una nueva etapa en su vida en la que llevar a cabo sus proyectos, deseos, aspiraciones, pasiones, con gente que de verdad merezca la pena: María empieza de nuevo. Tiene una oportunidad para ser feliz, autorrealizarse, alcanzar su plenitud.

El estribillo recoge un mensaje de ánimo a todas las mujeres maltratadas: se puede salir del problema. No deben permanecer calladas. Hay que moverse, como ha hecho María: huyendo, denunciando, pidiendo ayuda (lo que sea). No hay que dejarse maltratar.

Evidentemente, hacer esto no es fácil. Todo el mundo habla, teoriza, aconseja, anima, lo pone fácil, pero la realidad es mucho más cruda. Vivir con maltratador las 24 horas del día te anula como ser, y resulta difícil salir de ese bucle.

En medio del estribillo se alude a un arquetipo de maltratador, que es el manipulador o chantajeador emocional. Su objetivo es hacer que la mujer se sienta culpable, o se compadezca de él, y por tanto, le perdone y le dé otra oportunidad. Es típico que el hombre se ponga a llorar, pidiendo clemencia, elogiando a la mujer, con frases del tipo si te vas me mato, sin ti mi vida no tiene sentido…

El marido de la protagonista intenta manipular sus sentimientos para que esta no se vaya de su lado: María, yo te necesito

Muchas mujeres maltratadas acaban creyéndose las palabras de su maltratador y le dan una nueva oportunidad, volviéndose a iniciar el ciclo de agresiones y humillaciones. La manipulación es una forma de maltrato psicológico, ya que juegas con los sentimientos de una persona, y le haces daño al crearle sensación de culpabilidad o compadecimiento

No obstante, María no cae en el juego del marido y a pesar de las insistencias, la protagonista decide huir sin ningún tipo de compasión: María escapó de sus gritos

El personaje de María es homenajeado con la anáfora (María se fue…/María sin decir…/María ya no tiene…/María empieza…/María yo te…/María escapó…)

Al fin y al cabo, María es un modelo para el resto de mujeres maltratadas. Por eso, su nombre aparece en cada una de las frases del estribillo, para que todas aquellas que sufren el mismo calvario, se den cuenta del problema y hagan lo mismo. María es un espejo en el que mirarse.

El hecho de usar enunciados cortos y precisos, separados por puntos, genera escenas y/o estampas que se van sucediendo ordenadamente y constituyen la historia de cualquier mujer maltratada que poco a poco va saliendo del bache: alejamiento, regeneración de la autoestima, configuración de la identidad y no cesión al chantaje y la manipulación.

Evidentemente, es un proceso largo y duro. Reparar los daños psicológicos requiere tiempo y ayuda de especialistas. El problema no se supera de un día para otro.

Este efecto de lentitud y progresión se consigue mediante la acumulación de muchos enunciados, pero muy cortos (María se fue, María sin decir, María ya no tiene, María empieza).

El trayecto es complicado, pero merece la pena, ya que significa salir del pozo.

Métricamente, la canción es muy irregular. Hay versos eneasílabos (María pensó que el amor), octosílabos (y esperando el primer beso), hexasílabos (y limpia su llanto), heptasílabos (maquillas sus heridas), decasílabos (que él le juró que fue sin querer), dodecasílabos (María soñaba con ser la princesa).

Casi todos riman entre sí formando pareados en asonante (amor-dos, beso-espejo, heridas-vida, vez-querer) y en consonante (princesa-fresa, necesito-grito, perdona-lona).

domingo, 31 de octubre de 2021

La Zarzamora: la cantaora que manejaba a los hombres a su antojo y un buen día se enamoró de la persona equivocada

A lo largo de estos casi dos años que lleva abierto el blog hemos analizado todo tipo de canciones. Algunas veces, he traído grandes clásicos del género, que son universalmente conocidos, sin necesidad de que una persona sea experta, apasionada y especialista en copla (por ejemplo, Tatuaje, composición que todo el mundo ha tarareado y escuchado alguna vez aunque no le guste ni conozca la tonadilla). 

En otras ocasiones, he trabajado con temas que no son tan conocidos ni tienen tanto renombre como el anterior, pero desde un punto de vista filológico constituyen valiosas joyas literarias que merece la pena conocer, al margen de su comercialidad y fama. No todo lo bueno es comercial, ni todo lo comercial es bueno. 

El cancionero de la copla es enorme y hay tiempo para todo: tanto para aprender nuevas canciones (que existen desde hace años, están guardadas en el fondo del armario y hay que desenterrarlas con un poco de afán de curiosidad) como para homenajear y rememoras los grandes himnos de toda la vida, que han tenido mayor fortuna en su conservación y difusión, como el que os traigo hoy. 

Todo el mundo habrá oído hablar de La Zarzamora, una emblemática copla de Quintero, León y Quiroga del año 1947 para la voz de Lola Flores.



En el café de Levante entre palmas y alegrías,

cantaba la zarzamora;
se lo pusieron de mote porque dicen que tenia
los ojos como la mora.
Le hablo primero a un tratante, y olé,
y luego fue de un Marques
que la lleno de brillantes, y olé,
de la cabeza a los pies.
Decía la gente que si era de hielo,
que si de los hombres se estaba burlando,
hasta que una noche, con rabia de celos,
a la zarzamora pillaron llorando.

¿Que tiene la zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?


De un querer hizo la prueba
y un cariño conoció
que la trae y que la lleva
por la calle del dolor.
Los flamencos del colmado
la vigilan a deshora
porque se han empestillado
en saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora.

Cuando Sonaban las doce una copla de agonía
lloraba la zarzamora,
mas nadie daba razones ni el intríngulis sabia
de aquella pena traidora.
Pero una noche al levante, y olé,
fue a buscarla una mujer;
cuando la tuvo delante, y olé,
se dijeron no se que.
De aquello que hablaron ninguno ha sabido
mas la zarzamora lo dijo llorando
en una coplilla que pronto ha corrido
y que ya la gente la va publicando.

Que tiene la zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?

Lleva anillo de casado,
me vinieron a decir,
pero ya lo había besado
y era tarde para mi.
Que publiquen mi pecado
y el pesar que me devora
y que todos me den de lado
al saber del querer desgraciado
que embrujo a la zarzamora

.......................................

Este poema cuenta la historia de una mujer que trabaja como cantante en un café de la época. La muchacha mantiene relaciones con diferentes hombres que frecuentan el local, pero de una manera frívola y superficial, sin estar realmente enamorada de ellos. Es un aquí te pillo y aquí te mato y si te he visto no me acuerdo.

Detrás de cada relación hay siempre un interés (económico, social…). Además, la mujer ha adquirido cierta fama en la comarca, por sus continuos desplantes y desengaños a los distintos hombres que se han enamorado de ella.

Para colmo, la protagonista se jacta, y presume de dar calabazas a los muchachos (como si esto fuera motivo de prestigio y orgullo), pues utiliza a los caballeros para satisfacer sus necesidades, y luego, cuando ellos se han enamorado perdidamente, ella les da la patada, y se va con otros señores para repetir el mismo procedimiento.

En cierta medida, el personaje de la Zarzamora recuerda a Lola Puñales (ya que disfruta viendo cómo los hombres enamorados lloran de amor por ella). Ambas representan a la mujer fatal, a la mujer fría y despiadada que hace sufrir a los varones.

Sin embargo, un buen día, la protagonista se encariña locamente de un chico, con la mala suerte de que está casado. Al final, la mujer recibe de su propia medicina: antes se jactaba de ver a los hombres sufriendo por ella, y ahora será ella la que lo pase mal por culpa de este amor imposible. Existe el karma jejjejejee

El argumento se desarrolla de una forma creíble y verosímil. A pesar de ser una historia de ficción (toda obra literaria conlleva siempre la creación de un mundo ajeno a la realidad), el autor ha hecho que tenga apariencia de verdad: aunque el material narrativo no se ha dado en la vida real (nunca existió esta Zarzamora), podría pasar perfectamente en la realidad (hay muchas mujeres como la Zarzamora).

Para eso, sitúa la historia en un escenario y ambiente realista, como es un café, al cual se le da un nombre bastante común, que tenían muchos cafés de la España de los 40 (Café de Levante).

En Madrid había varios locales que se llamaban Café de Levante. Esto da a la historia verosimilitud y realismo. Los cafés eran recintos en el que los intelectuales de la época (Valle Inclán, Lorca, Machado, Gómez de la Serna…) se reunían para hacer tertulias y debatir sobre temas científicos y culturales, mientras se bebía o comía.

Los cafés contaban con escenarios donde los artistas (cantantes, bailarines o actores) daban a conocer su talento y promocionar sus obras.

En la canción española es común situar las historias en el interior de cafés ficticios, que se inspiran en establecimientos reales: el café de Levante de la Zarzamora, la Bizcochá en La Lirio, la Taberna del tres de Espadas de la Ruiseñora…Es un recurso común en la copla

El comienzo del poema es descriptivo. El narrador presenta a la protagonista en medio de su jornada laboral, cantando en el café, ante la atenta mirada de la clientela. La voz lírica se recrea en la escena costumbrista, alargándola artificialmente con complementos circunstanciales en hipérbaton, que se adelantan al verbo y posponen el sujeto al final de la oración: En el café de Levante, entre palmas y alegrías, cantaba la Zarzamora

En el tercer y el cuarto verso se justifica y aclara el porqué del nombre de la muchacha. La Zarzamora no es más que un mote, basado en una comparación de índole física: los ojos de la chica son de un color negro purpúreo, como el que tienen las moras (la fruta).

Las oraciones con verbos en tercera persona del plural (pusieron, dicen), y un sujeto elíptico de carácter genérico o colectivo (ellos, que se refiere a la gente, los clientes, todo el mundo que acude a la taberna con asiduidad) marcan a la protagonista como un ser popular y famoso.

Se trata de una mujer conocida e importante en este café. El mote es utilizado por todos (no sabemos quién se lo ha creado, pero es la forma habitual de mencionarla en las conversaciones): Se lo pusieron de mote porque dicen que tenía los ojos como las moras

La Zarzamora se ha convertido en un personaje público, del que todo el mundo habla, como si fuera la protagonista de cuento o una novela.

Los siguientes versos ahondan en la caracterización psicológica o espiritual de la chica, es decir, su personalidad. ¿Cuál es el rasgo que define su identidad como personaje? Las relaciones triviales y banales que mantiene con los hombres. Siempre está cambiando de pareja.

Mediante el recurso de la cosificación, la mujer se concibe como un objeto o posesión de estos señores: Le habló primero a un tratante y olé, y luego fue de un marqués.

La Zarzamora establece vínculos sentimentales con galanes que tienen dinero y trabajo. Un tratante es alguien que se dedica a comprar género para después revenderlo a un precio mayor. Un marqués representa a la clase elitista, noble y elevada.

La imagen hiperbolizada de la mujer cubierta de joyas (fue de un marqués, que la llenó de brillantes y olé de la cabeza a los pies) representa la codicia, la conveniencia y el interés, pues ella no busca el amor, sino tener riquezas y prestigio. Su objetivo es sacar provecho de esas relaciones, como si fuera una pícara del siglo XX.

La protagonista representa a la mujer fría, egoísta y cruel: usa a los hombres sin ningún tipo de piedad, pudor o compasión para lograr su meta. Le da igual que estos sufran por amor. Ella se siente el centro del mundo. Todo lo demás no importa.

La metáfora de la mujer como pedazo de hielo (frecuente en la poesía de cancionero), representa la frialdad, la falta de pasión y empatía, la indiferencia.: Decía la gente que si era de hielo, que si de los hombres se estaba burlando.

El personaje se convierte en el centro de todas las miradas y juicios de valor. Gracias al hipérbaton, el narrador antepone aquellos elementos que resaltan la fama y la crueldad de esta señora: posposición del sujeto (decía la gente/ la gente decía) y adelantamiento del suplemento (que si de los hombres se estaba burlando/ que si se estaba burlando de los hombres).

¿Qué es lo más llamativo de La Zarzamora? La expectación que genera su vida (por eso la gente comenta/dice/habla sobre ella), y el terremoto emocional que provoca en sus víctimas (los hombres)

La subordinada temporal marca un punto de inflexión en la historia, el momento en que se produce un giro de los acontecimientos: Hasta que una noche, con rabia de celos, a la Zarzamora pillaron llorando. De ser ella la causante del dolor (culpable), ha pasado a ser objeto afectado (víctima). De sufrir a los demás, a ser sufridora. De ver llorar a otros, a llorar ella.

El final de la primera estrofa sirve, a su vez, de introducción a la segunda parte de la historia. Vemos a la protagonista llorando. No se concretan ni especifican los motivos de esas lágrimas. El espectador, curioso por naturaleza, se interesa por el estado de la muchacha. Quiere saber más de la historia, y dar solución el enigma: ¿Por qué llora la protagonista? ¿Qué le ha pasado para que alguien tan altanera y orgullosa acabe hundida en la miseria?

El uso de palabras que connotan sufrimiento, pena y dolor (rabia, celos, llorando) captan la atención del lector. Lo lacrimógeno es un elemento novelesco, morboso y efectista que atrae la curiosidad de la gente. Cuando vemos a alguien sufriendo, queremos saber los detalles que han provocado ese sufrimiento

En el estribillo, mediante la interrogación retórica, el narrador plantea el enigma: ¿Qué tiene la Zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones, ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones

Para responder a esta pregunta, el receptor debe escuchar la canción entera. Si queremos satisfacer nuestra curiosidad (saber los motivos de este cambio: de ser causante del dolor a víctima), no debemos despegarnos de la copla, como si estuviéramos en una telenovela que se corta en el momento más emocionante.

El uso de expresiones reiterativas (llora que llora), hiperbólicas (a todas horas) y la antítesis entre el contexto de alegría y orgullo (cuando ella se burla de los hombres) y la situación de dolor (cuando ella es la que llora) intensifican el dramatismo, engordan el morbo, y por ende, refuerzan la captatio benevolentiae del oyente

En la segunda parte del estribillo se desvela el motivo de esas lágrimas: ella se enamora de un hombre, y al parecer, este no le corresponde como a ella le gustaría: De un querer hizo la prueba y un cariño conoció que la trae y que la lleva por la calle del dolor.

La personificación del sentimiento amoroso (un cariño […] que la trae y que la lleva) y la metaforización de la pena (la calle del dolor) configuran el nuevo estado anímico de la protagonista, que ha pasado de la dicha a la desdicha.

Los sustantivos abstractos (amor, dolor) son tratados como si fueran concretos y materiales.

Una vez se conoce la causa del sufrimiento de la protagonista (desengaño amoroso), hay que seguir profundizando en el asunto. Lo siguiente es saber quién es ese hombre del que se ha enamorado la Zarzamora (ponerle cara, nombres, apellidos, oficio…).

Como veis, el narrador presenta la historia a cuentagotas, de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo concreto, enseñando los detalles poco a poco, como si estuviéramos viendo un culebrón de sobremesa. La historia hay que dosificarla, creando la intriga necesaria. Una trama tan jugosa y morbosa para el gran público no se puede vomitar de golpe. Hay que saber gestionarla y administrarla para que el receptor vaya entrando en la atmósfera, fomentando su curiosidad, como a un niño al que le cuentas un cuento

A medida que avanza el argumento, las ganas de saber más del receptor aumentan. El narrador juega a poner los dientes largos a la gente.

La curiosidad que tiene el receptor en este punto es la misma que tienen los trabajadores del café, que también conocen a la historia y son testigos de lo que ocurre.

Por eso, la voz narrativa hace referencia a las ganas que tiene el personal del café en poner cara a ese hombre: Los flamencos del colmado la vigilan a deshora, porque se han empestillado en saber del querer desgraciado que embrujó a la Zarzamora

La presencia de verbos de percepción/cotilleo (vigilar, saber) y dialectismos andaluces (empestillar, que significa empeñarse en hacer algo) están relacionados con ese afán del oyente por indagar en la historia, y saber más.

El amor se concibe como una fuerza irracional, cuasi mágica, que escapa de nuestro control y es propio de un mundo fantástico. De ahí que se utilice el verbo embrujar. Este posee connotaciones de misterio, pues el sentimiento amoroso no responde a leyes y es caprichoso, como el poder de una bruja o un mago. La gente queda maravillada con los hechizos de estos seres extraordinarios, pero también fascinados, al no conseguir darles una explicación lógica.

Al comienzo de la segunda estrofa el avance de la historia se estanca. No conocemos nuevos datos y detalles: mas nadie daba razones ni el intríngulis sabía de aquella pena traidora.

La copla vuelve al tono descriptivo de la primera parte. Vemos a la mujer cantando, como al inicio de la canción, pero esta vez el ambiente resulta melancólico y enrarecido. La tristeza de la protagonista se contagia al entorno y se extiende a toda la escena: cuando sonaban las doce una copla de agonía lloraba la Zarzamora

La aparición de un nuevo personaje en escena (una mujer que llega al café para hablar con la Zarzamora) da un nuevo giro a la historia, que nos permitirá añadir nuevos datos a la trama para completar el enigma: Pero una noche al Levante y olé fue a buscarla una mujer.

El narrador se presenta como un testigo, que está asistiendo en directo a la conversación entre la protagonista y la misteriosa mujer.

Al tratarse de un diálogo de contenido privado, que se desarrolla en un lugar público y concurrido, es difícil enterarse de la totalidad de su contenido. Pensad en la situación: un café lleno de clientes, ruido, mucha gente hablando a la vez. Se supone que la mujer y la Zarzamora hablarían en un tono de voz más bajo, para mantener la discreción y evitar que los demás se enteraran. Los nervios y la tensión provocan que la dicción no sea perfecta. El narrador testigo lo tiene muy difícil para captar todos los detalles de la plática.

En un lugar tan masificado como una café es imposible seguir una conversación ajena: Cuando la tuvo delante y olé se dijeron no se qué. La voz poética no ha conseguido enterarse del contenido del parloteo.

No obstante, atando cabos, se puede deducir que el hombre del que se ha enamorado la protagonista está casado, y esa mujer que acaba de llegar al café y está hablando con la Zarzamora es la esposa. La mujer ha venido a tratar este asunto con la protagonista.

Nunca sabremos exactamente el matiz del coloquio (si la mujer ha advertido, rogado, amenazado, aconsejado…). Lo que sí tenemos claro es que, tras esta conversación, la Zarzamora quedará tocada emocionalmente, y proyectará su pena y tristeza en las canciones del café: De aquello que hablaron ninguno ha sabido mas la Zarzamora lo dijo llorando en una coplilla que pronto ha corrido y que la gente la va publicando.

Las personas que se dedican al mundo del espectáculo pueden apoyarse en emociones reales para dar fuerza dramática a sus interpretaciones. El dolor que siente la Zarzamora tras enterarse de que ese hombre está casado, lo puede llevar al tablao y hacer que sus números sean mucho más creíbles y sinceros.

En el segundo estribillo, se vuelve a plantear el enigma: ¿Qué tiene la Zarzamora que llora…? Ahora sí tenemos los datos suficientes para reconstruir la historia y conocer los verdaderos motivos de la pena de la protagonista, la cual toma la palabra y habla en primera persona: Lleva anillo de casado, me vinieron a decir

El anillo es una metáfora de la unión cristiana, pues ese hombre ya está casado con otra persona. Mediante el estilo directo (lleva anillo de casado), la Zarzamora alude a esta conversación que tuvo con la mujer, pero sin entrar en detalles y matices. Lo resuelve con una oración transitiva simple.

El momento más morboso de la historia (cuando se entera de que el señor está casado) se despacha en cinco segundos. Se crea una atmósfera morbosa a lo largo del tema, pero se atenúa el morbo al final. Es una forma fina y elegante de contar una historia de tono culebronesco, sin indagar en detalles morbosos, pero utilizando los mismos mecanismos del culebrón para atraer la atención y engatusar al receptor.

De hecho, el uso de la oración impersonal (me vinieron a decir), reduce ese morbo ya que quita importancia narrativa al personaje de la supuesta esposa. Para la Zarzamora es una vergüenza que hayan ido a buscarla al café donde trabaja para decirle algo así.

El hecho de enamorarse y mantener relaciones con un hombre casado genera dilemas y cargos de consciencia en la cantaora: Que publique mi pecado y el pesar que me devora. La personificación del remordimiento (me devora) acentúa su poder de destrucción, ya que el cargo de conciencia le atormenta y no le deja vivir con normalidad, pues no para de darle vueltas a la cabeza de lo que ha hecho: se ha metido en medio de una relación y la ha roto.

Tened en cuenta que esto genera desprestigio y escándalo en sociedades conservadoras como la de los años 40, que estaba muy influida por el pensamiento católico. Está mal visto meterse en medio de un matrimonio cristiano: Y que todos me den de lado al saber del querer desgraciado que embrujó a la Zarzamora. Ya lo veíamos en el Romance de la otra: ser la querida te convertía en una desgraciada y en una apestada social.

Métricamente se trata de un tema irregular en el cómputo silábico, ya que alterna versos de arte mayor (de 11, 12, 15 y 16 sílabas) con otros de arte menor (5, 8 sílabas).

Cada una de las dos estrofas está formada por la unión de estos tres esquemas métricos

-16A 8b 16A 8b

-11A 8b 11A 8b

-12A 12B 11A 12B (serventesio)

Los estribillos constan de las siguientes estructuras:

-8a 5a 10B 8- 15B

-8a 8b 8a 8b (cuarteta)

-8a 8b 8a 10 A 8b (si el cuarto verso hubiera sido de arte menor, estaríamos ante una quintilla perfecta).

Los esquemas métricos utilizados en esta composición no son habituales en la literatura española. La presencia de oles, además de reforzar el ritmo y la musicalidad, guardan cierta conexión con el contenido de la copla, ya que la protagonista es una cantante, y cuando una persona nos deleita con su voz, los espectadores la jalean y la elogian con el ole


jueves, 28 de octubre de 2021

Carmen de España: una mujer de sangre caliente

En esto de la copla, podemos aplicar la famosa máxima de que cada maestrillo tiene su librillo.

Algunas tonadilleras sobresalieron por su técnica vocal, por su capacidad de afinar, por sus modulaciones líricas, y por su forma de interpretar intuitiva y natural, sin excesos. Daban el matiz adecuado a cada situación dramática, empleando únicamente el aparato fonador en su máxima pureza, sin afectaciones. Es el caso de Concha Piquer.

 Otras nos cautivaron por su peculiar timbre tan distintivo (Gracia Montes, Juana Reina) o por su capacidad de ornamentar y hacer giros efectistas (las copleras flamencas como Rocío Jurado).

 Otra opción fue la línea del dramatismo, la gestualidad, la barroquización escénica. Ser cantante de copla incluye también ser actriz, como le pasaba a Marifé de Triana en su última época

 En la década de los 50 surgió en España una generación de jóvenes intérpretes de copla, que a lo mejor no tenían una voz prodigiosa, pero sí consiguieron encontrar su hueco en el mercado musical, gracias a su sensualidad, belleza y aptitudes cinematográficas. Es el caso, de Paquita Rico o Carmen Sevilla.

 De jóvenes, estas señoras tenían una presencia escénica brutal, se comían la cámara e irradiaban mucho ángel. Aunque eran más actrices que cantantes, aportaron sello propio a la canción española. Por eso, merece la pena que les dediquemos un hueco en el blog.

 Hoy analizamos uno de los pasodobles más conocidos del repertorio. Fue compuesto en el año 1952, en principio, para la voz de Juanita Reina, en su espectáculo El puerto de los amores

Sin embargo, la versión más emblemática y exitosa llegaría tres años después, de la mano de Carmen Sevilla en su película Requiebro. Hoy os traigo Carmen de España



Yo soy Carmen la gitana,

cigarrera de Sevilla.

Y a los guapos de Triana

hago andar en coronilla.

Pero no es verdad la historia

que de mi escribió un francés,

al que haría en pepitoria

si yo lo volviese a ver.

Iba a servirme de camafeo

si atravesara los Pirineos.

 

Carmen de Espana, manola.

Carmen de Espana, valiente.

Carmen con bata de cola

pero cristiana y decente.

No se quien fue el El Escamillo

ni tampoco don Jose

y no manejo el cuchillo

ni a la hora de comer.

Tengo fuego en la pestanas

cuando miro a los gache.

Yo soy la Carmen de Espana,

y no la de Merime,

y no la de Merime.

 

Me han cantado en el teatro

lo mismo que a la Traviata,

mas le aviso a mas de cuatro

que voy a meter la pata.

Pues me tiene hasta los pelos

que ande suerta por hay

una Carmen de camelo

que no se parece a mi.

De los pinreles a la peineta

yo le zumbaba la pandereta

..........................................................................

La canción está construida desde la óptica de la sátira. La sátira es un género literario que nos permite criticar algo o a alguien mediante elementos humorísticos y burlescos, con el objetivo de ridiculizarlo.

Por eso, estamos ante un poema que busca sacar la sonrisa del receptor, hacerle pasar un rato divertido, y a la vez, lanza pullitas contra la realidad, enmascarando lo negativo en una atmósfera de simpatía.

En este caso, se trata de una mofa hacia lo foráneo, hacia lo extranjero (especialmente lo francés), y una exaltación de lo español, estableciendo una comparación entre la mujer gala y la mujer castellana, basándose en prototipos o arquetipos de la sabiduría popular, que rozan la caricatura.

-La mujer francesa está representada por una dama famosa llamada Carmen, que es la protagonista de la conocida ópera Carmen (de Georges Bizet), la cual se inspira en una novela del siglo XIX de un autor francés llamado Prosper Merimée. A lo largo de la composición se alude a este novelista galo y a este personaje literario.

¿Y cómo es esta Carmen de Merimée? Representa a la mujer culta, discreta, elegante, puritana, sumisa, indefensa, recatada, delicada, de modales exquisitos, que hace todo bien, que cumple con los protocolos y normas de saber estar, hace lo que la sociedad espera de ella. Esta perfección la convierte en una mujer fría, anulada, insulsa, sin personalidad, poco pasional, sin sangre en las venas.

En realidad, el poema es una crítica a la sociedad francesa y sus convencionalismos absurdos que condenan a la mujer a no desarrollar su verdadero yo y a convertirse en una oveja más del rebaño, esclava de la opinión pública.

-La dama española está representada por otra señora que también se llama Carmen, la cual es un trasunto de la mujer popular andaluza. No es una Carmen famosa, sino una Carmen anónima, de la calle, del pueblo.

No es tan exquisita, educada, finolis, culta y obediente como la francesa, pero se siente más feliz, más viva, más pasional, más humana, ya que dice lo que piensa, y no se deja llevar por lo políticamente correcto y por las costumbres sociales establecidas.

Tanto protocolo y tanta regla lo único que hacen es anular a la persona y no dejar que esta se realice. Carmen constituye la voz poética (que habla en primera persona)

Representa la garra y el carácter de la mujer española, la cual no se deja dominar por nadie, no necesita protección (es una señora valiente, capaz de enfrentarse al mundo), y ve absurdas ciertas convenciones sociales (que el hombre sea el que se declare a la mujer y no al revés, que la mujer tenga que servir al hombre y no al revés…).

Resulta curioso que en pleno franquismo se cantara una copla en la que la protagonista manifieste una mentalidad tan abierta y disconforme con las pautas establecidas. Si Carmen representa al prototipo de mujer española, esto significa que todos esos rasgos tan modernos y liberales de su pensamiento, se extienden al resto de hembras de nuestro país. España está llena de Cármenes. Todas las féminas ibéricas son como ella.

En este pasodoble se insinúa que la mujer franquista es avanzada, independiente, autónoma, decidida, dominante, pasional, rebelde ante ciertas costumbres, mientras la francesa está chafada a la antigua, pasada de moda, atrapada en sus convencionalismos sinsentido y encorsetada/sometida a las normas sociales.

Realmente, esto no se corresponde con la realidad. La dama española de Posguerra no es tan abierta como muestra la canción. Todo lo contrario: la descripción que se hace de la mujer francesa es la que podría aplicarse a la fémina española, ya que el franquismo siempre defendía a la hembra elegante, callada, sumisa, discreta, ama de casa, que sirve al marido, que cría a los hijos, sabe comportarse, no cobra excesivo protagonismo, está en un segundo plano…

Tened en cuenta que este tema tiene un fuerte componente patriótico, y cuando estamos en la esfera del nacionalismo, es normal edulcorar y maquillar la realidad, con el fin de dar una visión aparentemente positiva de nuestro país a los demás. Queda muy bonito decir, de cara a la galería, que la mujer española es innovadora, libre, de una mentalidad coherente a los tiempos que corren, que no necesita a nadie para ser ella, que tiene gracia y salero, que puede mostrar sin tapujos sus encantos al hombre…

El concepto de modernidad posee connotaciones positivas de cara a la imagen que los demás tienen de nosotros. Ser moderno significa estar a la última, llegar a la cima de la vanguardia, ser alguien con ideas avanzadas, desterrar el pasado, no quedarse estancado, crear nuevas normas. Está ligado a la idea de progreso, evolución, mejora, desarrollo o prosperidad, que son conceptos que están bien vistos por los pueblos

Si se quiere dar una visión digna y elogiosa de nuestro país, nada mejor que mostrar a Carmen de España como una mujer moderna. El autor crea una fachada aparentemente encantadora de la nación castellana.

El concepto de antigüedad, por el contrario, posee connotaciones negativas de cara a la imagen pública. Ser antiguo significa anclarse al pasado, no estar a la moda, aferrarse a las mismas costumbres y pautas sociales sin cuestionar nada, no mejorar, tener ideas que no se corresponden con los nuevos contextos vitales. Todo esto está mal visto socialmente

Si se quiere dar una visión negativa y peyorativa del país vecino, nada mejor que mostrar a Carmen de Merimée como una mujer antigua y conservadora

La copla juega con las connotaciones, es decir, con las impresiones y sensaciones subjetivas que proyectan los conceptos sobre la opinión popular. Se supone que una mujer moderna (de espíritu libre, no lo confundáis con libertina) cae mejor que una antigua (atada a convenciones absurdas)

Sin embargo, una cosa es la teoría, hablar de boquilla (decir a los demás que somos modernos es muy guay), pero otra diferente es la práctica, la realidad (la España franquista no es tan moderna por mucho que digamos a los demás que lo somos).

Yo esta copla la interpreto como un mecanismo manipulado de propaganda (intentar vender una imagen de España que no es), envuelta en un halo de comicidad y sátira.

Evidentemente, no se puede generalizar, ya que hay casos y casos, pero en esta época había muy pocas Cármenes de España, y muchas Cármenes de Merimée en nuestro país. Lo que pasa es que a la hora de piropear a una nación, hay que quedarse con lo que superficialmente resulta más atractivo, potente y efectistas (ser moderno).

El término liberal causa más sensación y positividad (subjetivamente) que el término conservador. Y al enemigo (Francia) se le dejan los adjetivos peyorativos para construir la caricatura

En los primeros versos la protagonista se presenta en primera persona, mediante un yo enfático (Yo soy Carmen).

El personaje no solo se identifica por su nombre (Carmen), raza (gitana) y profesión (cigarrera, que es alguien que hace tabaco), sino también por su procedencia, por sus raíces, por su lugar de origen, partiendo siempre de lo local (Sevilla) y concreto (Triana, famoso barrio de la capital andaluza) hasta lo general/nacional, en el estribillo (Carmen de España).

Tened en cuenta que Carmen se siente orgullosa de su nación, de su casta, y de su oficio, y no se avergüenza de ello. Al fin y al cabo, la canción está hecha desde la perspectiva del elogio nacional.

La presentación de la protagonista se realiza mediante acumulación de aposiciones, es decir, sustantivos que complementan a otros sustantivos: Carmen, la gitana, Carmen, cigarrera de Sevilla.

A la hora de analizar esta copla hay que tener en cuenta que la Carmen de España es la antítesis de la Carmen de Francia. Por tanto, basándonos en la descripción que el autor hace de la dama castellana, es posible hacer una reconstrucción de la mujer gala.

La caricatura francesa no es explícita, sino que se desprende de una manera indirecta, intuitiva e imaginaria, a partir de la caricatura hispana. Solo hay que polarizar y oponer los rasgos de la Carmen de España para tener una caracterización de la Carmen del país vecino

Por tanto, se trata de una caricatura hecha desde la óptica de la deducción, de la razón y de la suposición, y no tanto de lo superficial y explícito. Hay que girar los rasgos de la caricatura ibérica 180 grados para llegar al retrato de la mujer foránea. Y eso solo lo puede hacer el receptor empleando mecanismos hipotéticos y de sentido común. Es una caricatura ad sensum

La Carmen de Merimée se concibe como una mujer sumisa y débil, que se limita a obedecer y seguir las indicaciones que el hombre dispone. Jerárquicamente, está en una posición de inferioridad respecto al varón, ya que no tiene capacidad de decisión y voluntad.

Lo único que puede hacer es callar, asentir, y vivir para/por el marido (darle de comer, lavarle la ropa, darle cariño y atención…). Dentro de una relación, es la que tiene que realizar el esfuerzo mayor

La Carmen de España, por el contrario, es una mujer que lleva la voz cantante, toma siempre la iniciativa y no va a permitir que ningún hombre sea más que ella: Y a los guapos de Triana hago andar en coronilla.

Como veis, ella se sitúa en una posición de superioridad respecto al varón. Son los hombres los que tienen que currárselo y someterse a los caprichos de la mujer. Ahora, ella es la que manda.

Andar de coronilla es una expresión coloquial que significa esforzarse, esmerarse, dejarte los sesos, afanarse: los hombres van a tener que trabajar mucho para ganarse a la amada. Antiguamente, la mujer no podía elegir a su amado. Los casamientos eran por imposición familiar o conveniencia, ya que eran los padres los que decían con quién debía pasar la hija el resto de su vida. La Carmen de España rechaza esta convención social añeja y es ella la que decide, manda y disfruta del cortejo amoroso.

En ciertas sociedades, es de mal gusto que la mujer tome la iniciativa en los diferentes eventos sociales y sea ella la que dé órdenes al marido. Para los varones es un deshonor y una humillación que una fémina pase por encima de él, sobre todo en público. De ahí que surjan términos como calzonazos (el marido que se deja dominar por la esposa), o expresiones como “la mujer es la que lleva los pantalones en casa” (la persona que manda y domina en la familia)

A la protagonista se le pasa por el forro esta convención social, y ella misma se pone por encima de los machos, los tiene dominados.

Carmen no se deja llevar por las costumbres establecidas, ya que resultan absurdas, arbitrarias, y no tienen sentido. ¿Por qué es la mujer la que tiene que asumir, porque sí, el rol de débil e inferior?

De ahí que lance un ataque humorístico al autor de la Carmen francesa: Pero no es verdad la historia que de mí escribió un francés, al que haría en pepitoria, si yo lo volviese a ver.

La ofensiva es puramente cómica: contamina lo foráneo (francés) con un elemento de la tradición y cultura hispánica (pepitoria). La pepitoria es un tipo de guiso castellano que consiste en mezclar el caldo de carne con almendras, pan y yema de huevo duro

Se aplica un proceso de cosificación sobre Merimeé, ya que estamos tratando a una persona (el autor de la Carmen francesa) como si fuera un objeto: Haría en pepitoria, me serviría de camafeo si atravesara los Pirineos.

Un camafeo, para los que no lo sepáis, es una figura tallada en relieve en una piedra preciosa.

Las pequeñas alteraciones sintácticas dotan a la canción de musicalidad, además de crear cierta atmósfera lúdica y juguetona: la historia que de mí escribió un francés/ la historia que un francés escribió de mí.

En este caso, hay un hipérbaton, ya que el complemento regido (de mí) se adelanta al verbo (escribió). El sujeto (un francés) se pospone.

En primera posición oracional está el referente castellano: de MÍ... Detrás de este pronombre está Carmen de España. En el inicio de oración está siempre el elemento importante, el que más resalta, el protagonista. En sintaxis se denomina tema.

En última posición oracional está el referente galo (escribió un FRANCÉS). Al final de frase se relegan los elementos menos importantes, los secundarios, los que menos brillan. En sintaxis se denomina rema.

Fijaos cómo en el orden de los sintagmas, la voz lírica no da puntada sin hilo. Primero lo español, y al final lo francés.

La fluidez de ideas se consigue gracias a la subordinación sintáctica, que permite penetrar y profundizar en las diferentes estampas. Hay oraciones de relativo (un francés al que haría en pepitoria, la historia que de mí escribió un calé), condicionales (si yo lo volviese a ver, si atravesara los Pirineos) y coordinadas (yo soy Carmen…y a los guapos de Triana…).

El estribillo es una reivindicación del carácter de la hembra española. El antropónimo coloquial apreciativo (Manola) marca las raíces populares de la protagonista.

El término Manola designa a una moza de los barrios de Madrid, que se distingue por su traje de chulapa y su carácter desenfadado y saleroso.

Carmen, al igual que otras muchas, pertenece a una familia humilde, trabajadora, de los arrabales. A pesar de las dificultades que supone pertenecer al pueblo llano, tiene una visión de la vida festiva y alocada.

Por otro lado, la protagonista se califica a sí misma de valiente. Está en contra de la convención de que la mujer es débil en la sociedad, y de que hay que protegerla y cuidarla, teniéndola entre algodones, para que no le pase nada malo. Carmen piensa que la hembra puede defenderse por sí misma y no necesita vigilancias ni atenciones, y ella sola puede enfrentarse al mundo.

La muchacha se muestra orgullosa de ser española, haciendo alusión a la vestimenta típica andaluza (Carmen con bata de cola).

La anáfora distribuye los diferentes rasgos de su personalidad (Carmen de España, Manola/ Carmen de España valiente/Carmen con bata de cola, pero cristiana y decente).

El hecho de ser valiente, de no ser sumisa, de tener carácter, de enfrentarse a estas tradiciones establecidas y de ser ella la que domine, no quiere decir que sea mala persona, ni una fresca, ni una pecadora, ni una repudiada. De ahí que utilice adjetivos morales (cristiana y decente)

Carmen, lo único que reivindica, es ser ella misma, desarrollarse como persona, actuar con naturalidad, sin barreras, sin tapujos, hacer lo que le sienta y le guste mientras no haga daño a los demás. Esto no es incompatible con las normas éticas básicas.

La libertad es posible dentro de un contexto de orden y sentido común. Se puede ser moderno, y a la vez, seguir la tradición moral conservadora: tener familia, ir a misa, ser fiel. Una cosa no quita a la otra.

Recordad que estamos en los años 50, y la dictadura no permitiría que la protagonista de una copla defienda el libertinaje. Ella sostiene ciertas libertades (que la mujer tenga carácter, se enfrente por ella misma a ciertas situaciones, esté en contra de algunos convencionalismos machistas), pero dentro de unos límites. De ahí que aluda a la decencia y al cristianismo.

Se puede decir que es una fémina avanzada para ciertas cosas, pero no rompe con el sistema establecido. No se trata de ser tan rígida, tan mecánica ni tan perfeccionista como la mujer francesa, pero tampoco llegar a una situación de libertinaje y anarquía.

Es posible compatibilizar el decoro y la escrupulosidad con la autorrealización personal y la conjuración de la propia identidad

A pesar de este espíritu reivindicativo, en la práctica, muy pocas mujeres españolas se atrevieron a dar el paso y ser ellas mismas.

El yo poético piensa que no hace falta tener cultura o educación para ser una persona digna: No sé quién fue el Escamillo ni tampoco don José y no manejo ni el cuchillo a la hora de comer.

La muchacha no tiene el nivel ni la formación académica suficiente para saber cosas como que el Escamillo y don José son personajes de la ópera Carmen. ¿Para qué te sirve saber esos datos? ¿Tienen alguna utilidad?

La protagonista está lanzando una pullita al sistema educativo tradicional, basado en memorizar datos e informaciones sin sentido.

Además, rechaza lo francés y se aleja de todo lo que tiene que ver con el país vecino (El Escamillo y Don José son personajes de una novela francesa escrita por Merimée). No se pierde nada por no conocerlos jejjee

Un estereotipo bastante arraigado en España es el hecho de asociar a la mujer francesa con la exquisitez y los buenos modales en la mesa. Todos nosotros tenemos en mente a esa dama bien vestida, elegante, que maneja con finura y delicadeza los cubiertos, no habla con la boca llena, no hace ruido al comer, no se mancha…

En cambio, la Carmen española se jacta de no utilizar la cubertería en el almuerzo. Es otra pullita a las convenciones, en este caso a las domésticas (al final, con tanto protocolo, no disfrutas de la comida, ya que estás más pendiente de no cagarla en la mesa que de los alimentos que estás ingiriendo).  

La pulla induce una imagen caricaturesca y humorística en la mente del espectador. Si la chica dice que no maneja el cuchillo: ¿Cómo corta los alimentos? ¿Comerá con la mano Carmen de España? jejjeje

Este tipo de convenciones no deberían servir para hacer juicios de valor a una persona. Un ser humano se mide por su calidad moral, por su personalidad, y no por sus conocimientos culturales o por su forma de comer.

Otro tópico que se tiene de la mujer francesa es la discreción. Queda muy feo que una muchacha irradie a los cuatro vientos su estado sentimental. No está bien hablar de tus intimidades y dar detalles sobre tu vida amorosa a los demás. Lo políticamente correcto es callarse y no mostrar signos de enamoramiento. Si una mujer le gusta un hombre, lo estipulado es no hacer nada y esperar a que el hombre dé el primer paso, intentando conquistarla y cortejarla

Ver a una mujer detrás de un varón, con signos evidentes de que ella está calada por los huesos de él (mediante provocaciones sensuales o estéticas) es una escena de mal gusto en ciertas sociedades conservadoras. Lo normal es que sea él el que vaya detrás de ella.

La Carmen de España también está en contra de eso. A ella le gusta irradiar la pasión por todos los lados, y mostrar abiertamente sus signos de amor: Tengo fuego en las pestañas cuando miro a los gachés

El amor no es algo que hay que callar. Todo lo contrario: es una experiencia preciosa. El fuego, desde el punto de vista del lenguaje de la mística, es símbolo de la pasión amorosa, que enriquece espiritualmente al hombre y da sentido a su existencia. Por eso, es innecesario esconderlo u ocultarlo.

La palabra gaché pertenece al lenguaje caló (habla gitana) y significa hombre andaluz.

Finalmente, el estribillo concluye con unos versos de autoafirmación, de refuerzo, en los que la protagonista deja clara su condición, su identidad, su carácter pero también lo que no es, lo que no quiere, lo que no le identifica: Yo soy la Carmen de España y no la de Merimée. La expresión es clara, rotunda, contundente, precisa, concisa, sin necesidad de complicar la sintaxis.

La mujer española no debe ser como la Carmen de Merimée: los convencionalismos nos impiden ser felices.

En la segunda estrofa, continúa la declaración de intenciones del yo poético.

En primer lugar, el hecho de que una persona tenga una mentalidad abierta y esté en contra de ciertas costumbres, no quiere decir que valga menos que otra que esté dentro de lo convencional, de lo políticamente correcto. De hecho, Carmen se exalta a sí misma con una comparación: Me han cantado en el teatro lo mismo que a la Traviata. Se pone a la misma altura que un personaje de cierta fama y prestigio, propio de un ámbito cortesano, como es la Traviata, de la ópera de Verdi.

La protagonista no se considera rara o marginada por pensar así. Puede tener muchos seguidores y defensores. Es una forma diferente de ver la vida, lejos de la convencional, pero igual de válida. A ella no le gusta que se le menosprecie e infravalore.

Por eso se codea con la Traviata: puede llegar a ser tan “importante” como esas señoras de modales exquisitos y presencia elegante que leemos en las novelas francesas

Resulta curioso que una mujer de clase popular, se autocoloque al mismo nivel que un personaje de alta alcurnia.

En segundo lugar, ella misma se considera una persona imperfecta, que comete errores. Equivocarse es un acto natural, que forma parte de la naturaleza humana. Y la gente que de verdad te quiere, aceptará tus fallos.

Un ser que busca la perfección, es decir, cumplir con lo que la sociedad le pide (como la Carmen de Merimée) nunca llega a ser feliz, ya que está más pendiente de lo que piensan los demás, para agradar a la gente, que en satisfacer sus propias pasiones

El espíritu imperfecto se manifiesta en los siguientes versos: Mas le aviso a más de cuatro que voy a meter la pata.

La conjunción adversativa (mas) le da un toque añejo y solemne al discurso. Esto contrasta con la locución coloquial (meter la pata). En una misma frase alterna matices lingüísticos arcaicos con otros totalmente informales, de andar por casa.  

La protagonista vuelve a demostrar su rechazo hacia la Carmen francesa mediante expresiones que acarician cómicamente lo vulgar, pero a última hora da un giro para no ser malsonante: Pues me tiene hasta… los pelos que ande suelta por ahí una Carmen que no parece a mí.

El marcador conversacional (pues) introduce esa salida de tono, ya que la protagonista parece enfadada y quiere justificar su animadversión hacia la otra Carmen. Para la voz poética, ser confundida con el personaje de Merimée es un desprestigio, ya que las dos Cármenes son totalmente opuestas. Para la Carmen de España es una ofensa que se le atribuyan falsamente cualidades contrarias a ella.

Imaginad que vosotros no sois envidiosos, y hay una persona que os considera envidiosos (aunque no lo seáis). Eso resulta molesto, ya que la envidia es una cualidad negativa de cara a la imagen pública y es deshonor que os asignen ese rasgo delante de todos (aunque no lo tengáis)

A la Carmen de España le pasa lo mismo: le sienta mal que la sitúen en la esfera de lo conservador y lo rancio, cuando ella es moderna y de mentalidad abierta. Es un atentado contra su honor, su prestigio y su dignidad.

Los juicios de valor de la protagonista se sitúan en la frontera entre el buen y el mal gusto, entre la buena y la mala educación, rozando lo vulgar y lo políticamente incorrecto: De los pinreles a la peineta, yo le zumbaba la pandereta. Pinrel es una palabra coloquial que significa pie

Las estrofas están formadas por la unión de dos cuartetas octosilábicas en las que el primer verso rima con el tercero y el segundo con el cuarto (8a 8b 8a 8b). Están rematadas por un pareado final decasílabo (camafeo/Pirineos, peineta/pandereta).

El estribillo está formado por la unión de tres cuartetas de ocho sílabas. (8a 8b 8a 8b)

Las rimas son siempre asonantes, salvo en tres ocasiones: camafeo/Pirineos, francés/ver José/comer.