La artista sevillana Marifé de Triana siempre sintió predilección por las coplas trágicas y dramáticas. Su capacidad para meterse en la piel de los personajes y llevar el conflicto hasta su máxima intensidad escénica y teatral le hicieron ganarse el sobrenombre de la actriz de la copla.
No obstante, a lo largo de su trayectoria discográfica, Marifé no solo interpretó temas serios y lacrimógenos, sino también canciones ligeras, desenfadadas y sensuales como las que os traigo hoy. Fue compuesta por Ochaita y Solano en el año 1967. Se titula Caramelitos de menta
Aunque la gente tiende a asociar a la intérprete sevillana con esa copla desgarradora y visceral, propia de una época de decadencia, plagada de excesos y barroquismos (con peinetas tiradas por el suelo, tirones de pelo, gestos desmesurados, agudos llevados al límite…), no hay que olvidarse de la otra Marifé, la que es capaz de rebajarse a registros menos solemnes y transmitir dulzura, belleza, insinuación, espontaneidad y alegría de vivir
La canción española no es solo una sucesión de dramones. El público también agradece piezas ligeras y desenfadas en medio de un espectáculo. El abuso del dolor, el llanto, la pena y el despecho saturan al espectador, por mucho que la cantante de Burguillos sea una experta en esos estilos. Una composición como la de hoy aporta variedad y riqueza a la función, descongestionándola de miserias emocionales.
Descalcita entré en tu alcoba, vi,
vi que estabas soñando, vi,
vi que estabas soñando.
Un beso te di en la cara, que,
de mi estabas hablando, que,
de mi estabas hablando.
Ay, bésame, besa,
bésame en la cara,
caramelitos de menta
por la noche y la mañana.
Ay, bésame, besa,
bésame en los labios,
caramelitos de menta
por la mañana temprano.
Por donde quiera que vaya
parece que te voy viendo,
son las sombras del querer,
que me vienen persiguiendo.
Ay, bésame, besa,
bésame en el pelo,
caramelitos de menta
de noche mirando al cielo.
Ay, bésame, besa,
bésame en los ojos,
caramelitos de menta
por la tarde en los rastrojos.
El arroyo busca el río,
el río, busca la mar,
el río, busca la mar.
Y yo de noche y de día
te busco sin descansar,
te busco sin decansar.
Ay, bésame, besa,
bésame en la cara,
caramelitos de menta
por la noche y la mañana.
Ay, bésame, besa,
bésame en los labios,
caramelitos de menta
por la mañana temprano.
La camita en que yo duerma,
a veces es de carmesí,
con las sábanas volando,
para darme gusto a mí.
Ay, bésame, besa,
bésame en el pelo,
caramelitos de menta
de noche mirando al cielo.
Ay, bésame, besa,
bésame en los ojos,
caramelitos de menta
por la tarde en los rastrojos.
No me seas celoso,
que si lo sé,
a la sombra de un hilo,
te la pegaré.
Ay, bésame, besa,
bésame en la cara,
caramelitos de menta
por la noche y la mañana.
Ay, bésame, besa,
bésame en los labios,
caramelitos de menta
por la mañana temprano.
................................................................
El título del poema (Caramelitos de menta) está construido desde la óptica metafórica. La metáfora es un procedimiento lingüístico y literario que consiste en identificar un elemento de la realidad con otro, con el que guarda algún parecido o semejanza. En este caso, los caramelitos de menta son los besos.
Como veis, se trata de una metáfora sensual, ligada a una concepción corpórea y física del amor, basada en impresiones y sugestiones personales: dar un beso a la persona que quieres es como saborear un caramelo de menta: se alcanza una sensación de frescor agradable, un estado general placentero, casi místico, que resulta absorbente, atractivo, atrayente, cautivante, satisfactorio y complaciente para la persona que lo toma. Por eso, el yo poético no para de pedir caramelitos de menta (besos) a su amante.
Evidentemente, esta identificación de besos-caramelos es algo subjetivo y personal. La voz lírica ha asociado el ósculo a algo que le resulta agradable a SU paladar, desde SU punto de vista: los caramelos de menta.
Habrá receptores que sí se identifiquen con esta metáfora (a los que les encante los dulces de menta) y habrá otros que no (sobre todo, si odias el sabor de esta hierba).
El yo poético considera que la menta posee un sabor extásico y placentero. Por tanto, el texto tiene sentido. Si la voz lírica (que es la autoridad del poema) lo concibe así, la literariedad de esta copla no se puede poner en entredicho.
El poema, desde el principio hasta el final, hace hincapié en una situación idílica, feliz, de reciprocidad absoluta entre la protagonista y su amante. Este mundo de la piruleta (en el que todo sale perfecto, es alegría, dicha, prosperidad para la mujer) cohesiona la composición.
Esto recuerda a las canciones del
Esposo y de
Muchos pensaréis: Menudo empalago!!!!!!!!!! De hecho, encontramos expresiones en diminutivo que dotan al texto de un carácter afectivo (descalcita, camita, caramelito…).
Además, esta canción se caracteriza por representar ambientes refinados y exquisitos, del gusto modernista: suntuosas habitaciones con elementos ornamentales y decorativos de alto valor (Entré en tu alcoba […], la camita en que yo duerma a veces es de carmesí y las sábanas volando), paisajes campestres típicos de la literatura pastoril (por la tarde en los rastrojos…), referencias al amanecer (por la mañana temprano…), a la noche estrellada (de noche mirando al cielo…).
El yo poético recurre a imágenes y comparaciones del mundo natural que tienen como objetivo explicar y representar de forma estética el hecho místico, es decir, la fusión amorosa entre el hombre y la mujer. La protagonista busca al amante para unirse a él, igual que un arroyo busca un río para desembocar en él, o un río buscar al mar.
Esta alegoría, extraída de un fenómeno geográfico y geológico, sirve para ejemplificar la vinculación natural entre dos personas que se quieren y se necesitan mutuamente para dar sentido a sus vidas
Así, el amor se ve como un hecho universal y necesario para que la existencia funcione. Igual que todos los ríos, de una manera natural, necesitan desembocar en el mar, todas las personas necesitamos unirnos a otras personas: El arroyo busca al río, el río busca a la mar y yo de noche y de día busco sin descansar
Por cierto, los términos, arroyo, río y mar forman una gradación semántica, ya que cada elemento tiene una extensión mayor que el anterior, lo cual se manifiesta en el encadenamiento de los versos: El arroyo busca al río/el río busca a la mar
El amor no solo se concibe como un hecho espiritual. También se hace hincapié en sus aspectos físicos, ya que la belleza, la sensualidad, el contacto carnal (besos, abrazos, caricias, buenas palabras…) forman parte de la pasión.
Por eso, algunas partes del tema acarician levemente lo erótico, haciendo mención a la falta de ciertos atuendos en el vestir: Descalcita en tu alcoba vi. El diminutivo (ita) da afectividad a la expresión.
El hecho de que la protagonista no lleve zapatos genera una imagen sugerente. En los poemas modernistas se hace mención a las formas del cuerpo desnudo de la mujer. En este caso, solo de una parte concreta (los pies). Recordad que estamos en el Franquismo. Por tanto, no se puede ser tan explícito. Lo erótico hay que enmascararlo implícitamente y solamente sugerirlo con imágenes.
La falta de ropaje (aunque solo sea en los pies), además de dar sensualidad, simboliza la autenticidad: en el amor uno debe mostrarse en su esencia, tal y como es, sin efectismos ni maquillajes que transformen nuestra forma de ser. El enamoramiento auténtico se produce por esencias (por cómo eres) y no por pertenencias o estados temporales (por lo que tienes, por la ropa que llevas…).
El yo poético se recrea en una situación idílica de correspondencia entre los amados, y la goza gracias a las reduplicaciones versales (vi que estabas soñando/vi que estabas soñando), epíforas (…entré en tu alcoba vi/ …estabas soñando vi) y epanadiplosis (vi que estabas soñando, vi).
El hecho de adelantar un elemento sintáctico de la oración siguiente en un verso anterior en anadiplosis (descalcita en tu alcoba, vi/ vi que estabas soñando), además de marcar el ritmo, dota de continuidad a la escena, adelantando una parte de la información antes de tiempo.
Por un lado, el yo poético quiere retardar el tiempo. Lo que está contando, configura una situación tan placentera que quiere alargarla lo máximo posible mediante repeticiones. Pero por otro lado, también quiere acortar el tiempo. Lo que narra es tan maravilloso que la voz lírica está ansiosa por añadir nueva información gozosa. Cuando nos ocurre algo bueno estamos impaciente por contarlo. Es una mezcla peculiar de sensaciones
Hasta llegar al momento placentero y climático de la estrofa (el beso), hay que pasar por un proceso, una serie de etapas o pasos, que generan tensión y expectación en el oyente. Lo bueno se hace esperar jejjeje. Primero están los preliminares. El ritmo entrecortante ayuda a fragmentar la escena en secuencias (fases), hasta llegar al ósculo:
-Instantánea 2: La mujer ve al amado
dormir en la cama
-Instantánea 3: La mujer besa al
amado
La relación de reciprocidad y correspondencia
no solo se materializa con alegorías de
El hecho de soñar con una persona significa que esta es importante para ti. Ha calado tanto en tu vida, que tu subconsciente se acuerda de ella mientras duermes. El amor se manifiesta en todos los estados posibles del cuerpo (durmiendo, despierto…)
El estribillo es una declaración de intenciones, ya que la protagonista pide a su amante que le dé besos, mediante el imperativo (Bésame en la cara). El sintagma caramelitos de menta funciona como una paráfrasis o explicación de dicha orden, para que el receptor sepa que los caramelos son los besos: Bésame en la boca, caramelitos de menta por la mañana temprano
Aunque el amor es un sentimiento abstracto y mental, este se manifiesta físicamente a través de determinados actos concretos y materiales del cuerpo, como es el beso
Las interjecciones cohesionan las estructuras en paralelismo, que tienen como objetivo reforzar el gozo, el placer, el disfrute y el deleite provocados por la pasión que genera la presencia de esa persona a la que tanto queremos: Ay bésame besa, bésame en la cara/ Ay bésame, besa, bésame en los labios/Ay, bésame besa, bésame en el pelo/Ay bésame besa, bésame en el pelo.
Las recurrencias (bésame, besa, bésame…) enfatizan la necesidad y la dependencia del sentimiento amoroso en el ser humano. Si se insiste tanto en una cosa es porque resulta importante para nosotros. Sin pasión y sin gente a la que querer, nuestra vida sería una basura.
La antítesis eterniza y prolonga en el tiempo el estado de enamoramiento: caramelitos de menta por la noche y la mañana/y yo de noche y de día te busco sin descansar. Estas antítesis provocan una escena hiperbólica, con el fin de intensificar la grandeza del amor que es eterno.
La alusión a partes femeninas del cuerpo (ojos, cara, pelo, boca) dota de erotismo a la composición, además de exaltar la belleza física de la mujer, como ocurre en los poemas sensuales del Rococó
La copla está plagada de tópicos que han referencia a la literatura amatoria feliz, como por ejemplo, el hecho de que todo lo que hay en la realidad te recuerda de una forma u otra a la persona que quieres. Cualquier elemento que veamos en el mundo, nos incita a establecer una vinculación con nuestro amado.
Esto se expresa de forma estándar y coloquial (Por donde quiera que vaya parece que te voy viendo) y metafórico-personificada (Son las sombras del querer que me vienen persiguiendo).
La entidad y su sombra son dos elementos que van de la mano. No pueden separarse. Todo cuerpo proyecta una sombra en la superficie gracias a la luz. Son dos realidades fusionadas, lo mismo que dos personas que se aman: X forma parte de la vida de Y e Y forma parte de la vida de X
El amor hacia alguien no solo se produce cuando estás con él/ella (en el plano físico), sino también, cuando no está presente en el entorno, mediante el recuerdo. El cariño es un sentimiento que se puede dar en cualquier momento y lugar, independientemente de la presencia del otro. Es el tópico de tener a una persona dentro de tu corazón. Por eso, surge esa necesidad de establecer vinculaciones, ya que todo lo existe te recuerda a esa persona.
Este poema se concibe como una práctica amorosa. Vemos a una mujer enamorada, expresando sus sentimientos, manifestando la pasión desde el cuerpo (besos) y el alma (pensamiento).
El único momento de teoría amorosa lo encontramos al final de la copla donde se hace alusión a uno de los enemigos más peligrosos de la relación amorosa: los celos.
La protagonista está en contra de estos sentimientos nocivos y tóxicos: si uno de los dos miembros es celoso, llegan los problemas. De ahí que la amada ordene a su amado (en modo subjuntivo) que deje de lado las dudas: No me seas celoso
Hay un guiño al refranero popular español, que da el toque cómico al tema: No me seas celoso, que si lo sé, a la sombra de un hilo te la pegaré. El aforismo original dice: “a la sombra de un hilo se la pega una mujer a su marido”.
Esta máxima hace referencia al adulterio de una mujer a un hombre. El esposo se pone celoso al ver que el mundo está lleno de hombres que pueden acechar a su amada. Entonces, surgen miedos, inquietudes e incertidumbres. No se fía de la mujer. Teme que ella se enamore de otro y se la quiten. La esposa, viendo las inseguridades del amado, se desencanta, deja de ser feliz, le entran ganas de conocer a otros, ya que no le gusta ese carácter celoso del marido. Y por tanto, acecha el peligro del adulterio y la infidelidad.
Por eso, la protagonista le pide al amado que su relación se base en la confianza. Nada de celos y temores. Solo así alcanzarán la plenitud y les irá bien
Métricamente, la primera estrofa es irregular, fruto de repeticiones y adelantamientos sintácticos
Los estribillos son de arte menor, pues combinan el hexasílabo con el octosílabo, dando lugar a dos cuartetas (8a 8b 8a 8a).
La segunda estrofa consta de una copla: 4 versos octosilábicos con rima entre segundo y cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres (8- 8a 8- 8a)
La tercera estrofa está formada por 6 versos, pero realmente son cuatro ya que dos son repetidos. Si obviamos las duplicaciones, el resultado es otra copla: 8- 8a 8- 8a
La cuarta estrofa es idéntica a la segunda. Aunque hay un verso de nueve sílabas (a veces es de de carmesí) a la hora de pronunciarlo, fusionamos la terminación –es de “veces” con el “es” del verbo ser, dando lugar a un alargamiento de –es, y por tanto, la reducción de una sílaba: a vecEEES de carmesí. Recordad que cuando un verso termina en agudo hay que sumar una sílaba.
En la quinta y última estrofa se pierde el verso octosílabo. El esquema es 7- 5a 7- 6a. Si el último verso fuera pentasílabo en lugar de hexasílabo, estaríamos ante una seguidilla perfecta.
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