Ya sabéis que de vez en cuando me
gusta dedicar alguna entrada a analizar coplillas de corte tradicional, autoría
anónima, origen incierto (su fecha de creación es desconocida), y transmisión
popular, que en ocasiones forman parte del cancionero universal infantil
Muchos niños pequeños dinamizan sus juegos (corros, saltos a la comba o pruebas de echar a suertes) con cancioncillas de ritmo pegadizo y estructura sencilla, plagadas de recursos y efectos fónicos (rimas, aliteraciones...)
El poema que vamos a analizar hoy se incorporó como fragmento dentro de la conocida zarzuela Agua, azucarillos y aguardiente (1897). El libreto fue compuesto por Miguel Ramos Carrión, y la música por Federico Chueca.
En una escena, unas niñas de corta edad se ponen a jugar en corro al son de una copla infantil, que se ha transmitido a lo largo de los siglos: Tanto vestido blanco
En el género chico es frecuente adherir temas de corte popular (que existen previamente en nuestro folclore, antes de componerse la zarzuela y son conocidos por todo el mundo, pues se irradian de generación en generación). Los personajes, en medio del acto, se encargan de recitar y cantar dichas coplas con el objetivo de ambientar y dar vidilla a las escenas más costumbristas y descriptivas.
Tanto vestido blanco
Tanta parola
Y el puchero a la lumbre
Con agua sola
Acitrón tira del cordón
Si vas a a
Donde
El puchero está roto
Tiene una raja
Y por allí se salen
Las calabazas
Acitrón tira del cordón
Si vas a Valencia
Donde irás tú amor mío sin mi licencia
Tengo las calabazas
Puestas al humo
Al primero que llegue
Se las emplumo
Acitrón tira del cordón
Si vas a Valencia
Donde irás tú amor mío sin mi licencia
Tanto reloj de oro
Tanta cadena
Luego van a su casa
Y no tienen cena
Acitrón tira del cordón
Si vas a Valencia
Donde irás tú amor mío sin mi licencia
Tanto vestido blanco, tanta parola
Y el puchero a la lumbre
Con agua sola
Acitrón tira del cordón
Si vas a
Donde
.................................................................................
Esta canción posee un fuerte componente simbólico, ya que se trata de una sucesión de imágenes domésticas y cotidianas (vestido, puchero, lumbre, agua, calabazas) que hacen referencia a uno de los temas más importantes de la novela áurea española: el deseo de aparentar.
El honor (también llamado honra, reputación o prestigio) constituye uno de los valores fundamentales en la sociedad medieval y renacentista. Consiste en proyectar una buena imagen a los demás, para que la gente tuviera una opinión positiva de ti.
Un método para alcanzar el honor consiste en aparentar una buena situación económica. Se trata de demostrar a la gente que tienes dinero, reforzando tu imagen externa: presentarte ante los demás con una buena vestimenta, un aspecto físico cuidado, tener la fachada de tu casa llena de elementos valiosos…
Se da importancia a lo superficial, a la proyección hacia el exterior, al envoltorio, a la fachada, aunque luego en tu vida íntima (cuando nadie te ve) te mueras de hambre.
¿Recordáis al personaje del escudero del Lazarillo de Tormes? Este hombre quería proyectar la imagen de noble toledano acomodado y adinerado. De ahí que siempre estuviera eligiendo las ropas y vestimentas más caras, cuidando los detalles (el escudo nobiliario en la puerta de su vivienda, la capa, la espada, los tejidos de seda…).
El escudero cuidaba su forma de andar y sus gestos para hacer ver a los vecinos que su vida era un caudal de dinero y riquezas. En realidad, la existencia de este personaje no resultaba tan idílica ni feliz como la gente pensaba, pues el hombre no tenía nada que echarse a la boca. Su morada estaba semivacía. Ni siquiera había muebles.
Él prefería gastarse lo poco que tenía en aparentar buena fortuna delante de la gente (la ropa, los ornamentos…) que en adquirir comida. Muchos nobles ponían por delante la imagen social, en detrimento de la alimentación. Si se descubre su verdadera situación económica, serían el hazmerreír del pueblo (lo cual atentaría contra el honor).
Esta canción es un homenaje al deseo de aparentar de las personas. Por fuera, disimulan que todo marcha como la seda, que la vida les va bien, que todo es abundancia y juerga. Por dentro, están sufriendo, ya que pasan mucha hambre: Tanto vestido blanco tanta parola, y el puchero a la lumbre con agua sola
El vestido simboliza la cáscara, el envoltorio, la carcasa, todo aquello que es perceptible a primera vista y causa impresiones positivas o negativas en la sociedad. El blanco es el color que está relacionado con la pureza, lo impecable, el hecho de tener una reputación 10 en la sociedad (sin manchas). La gente quiere alcanzar un estatus social prestigioso (honor). Los vecinos te juzgan por lo que aparentas en lugar de por lo que eres.
Parola es un término italiano que significa palabra. La expresión, el idioma y el signo lingüístico sirven para “engordar” esa apariencia. Hablar es gratis. La gente, dándole a la lengua, puede decir lo que quiera para dar una imagen positiva de sí mismo (me va bien, he comprado un piso, gano 3000 euros al mes, vivo de puta madre…).
Aunque no sea verdad, tú puedes decir lo que te dé la gana y aparentar que tu vida es el Paraíso. La gente se lo creerá o no, pero nuestra capacidad locutiva puede ser utilizada para darnos propaganda a nosotros mismos y difundir una situación de buena ventura, aunque la realidad sea otra
El indefinido (tanto) cohesiona de forma paralelística los elementos que forman parte de ese deseo de apariencia: tanto vestido blanco, tanta farola…La estructura está formada por la suma de un cuantificador (tanto/tanta) y un sintagma nominal (vestido blanco/ farola)
Esto contrasta con la realidad: el puchero a la lumbre con agua sola. En un lenguaje más coloquial y menos poético, diríamos: mucho traje, mucho lujo, mucha palabrería, pero se mueren de hambre
El puchero con agua es una imagen que está relacionada con la precariedad, la carencia, la escasez. El vestido y la palabra son solo un envoltorio, una fachada falsa, detrás de la cual encontramos una situación negativa y dramática: a mucha gente le gusta pregonar que su vida es buena, que nada en la abundancia, para darse prestigio, pero la realidad es otra: esas personas, están viviendo una situación angustiosa (no tienen dinero ni para comer).
El ser humano tiende a esconder, maquillar y ocultar sus miserias, ya que eso crea una mala imagen de la persona de cara a la sociedad.
Por tanto, se produce una antítesis entre el vestido y la palabra (apariencia) y el puchero (realidad). Este último, por metonimia, representa la comida. Se alude al continente (olla) por el contenido (lo que hay dentro de esa cacerola: alimentos, que en este caso es solo agua).
El avío, en la escala de
necesidades humanas, es un motivo primario. Si no ingerimos nutrientes, el
cuerpo se muere. Por lo tanto, el puchero simboliza aquellas cosas que son imprescindible
para la vida.
Mucha gente da importancia a lo superficial, a lo secundario (el lujo, la parafernalia, la tontería, el detalle) y deja de lado las cosas trascendentales (comer). Hay individuos que no saben diferenciar lo vital de lo accesorio. No jerarquizan, no priorizan. En lugar de preocuparse por satisfacer sus necesidades básicas (dignidad), están pendientes del qué dirán, de que la gente se crea que viven a todo tren.
En la segunda estrofa el yo poético se recrea en la miseria de una forma excesivamente dramática. Enfatiza la parte cruda de la realidad. A una imagen que de manera inherente ya transmite negatividad y precariedad (el puchero con agua) se le añade un detalle muy cruel, que roza el patetismo y lo macabro: El puchero está roto, tiene una raja.
Un recurso efectista en la canción infantil es sumar penas y miserias de forma continua a una determinada situación, con el objetivo de crear un contexto rocambolesco, cercano a la caricatura, que llame la atención de los niños. Cuanto más miserable sea la escena, más expectación crea en el receptor.
Por eso, se utilizan términos o expresiones sinonímicas que funcionan como paráfrasis: está roto=tiene una raja
La olla ya no está en el fuego con agua sola. Se han añadido calabazas: el puchero está roto, tiene una raja, y por ahí se salen las calabazas.
En épocas de miseria y crisis económica (por ejemplo, la Posguerra), mucha gente solo se alimentaba de alimentos vegetales (patata, calabaza, algarrobas…) y apenas se comía carne, pescado o huevos. Todo se racionaba.
La calabaza tiene un significado descriptivo o denotativo (vegetal grande naranja), pero también, otro no descriptivo o connotativo, ya que puede sugerir (de forma subjetiva) ideas como hambre, miseria o escasez, pues es un alimento que se comía en tiempos de decadencia.
Todas las palabras tienen un significado objetivo (el que aparece en el diccionario) y otro subjetivo (lo que nos sugiere el vocablo). El significado subjetivo de calabaza dota de fuerza a la composición.
En la tercera estrofa la voz lírica sigue recreándose en la precariedad, profundizando como si fuera el zoom de una cámara: Tengo las calabazas puestas al humo, al primero que llegue se las esplumo.
Esplumar es un término sefardí que significa desplumar, quitar las plumas al ave. Un vocablo aplicado a un animal se proyecta sobre un elemento no animal (calabaza). Esto crea un efecto esperpéntico (animalización) con el fin de deformar y enfatizar la crudeza del mundo, pero de una forma simpática, con una leve comicidad (recordad que se trata de una canción infantil).
Estas descontextualizaciones semánticas son habituales en la poesía cancioneril, sobre todo en el género satírico, con la finalidad de hacer juegos con el lenguaje, que generan efectos críticos y burlescos.
En la última estrofa se recoge una antítesis entre la abundancia/apariencia y la realidad/ miseria: Tanto reloj de oro, tanta cadena. Luego van a su casa y no tienen cena.
El reloj de oro y la cadena son elementos valiosos, caros, preciosistas y ornamentales, que transmiten positivad y sensualidad, pero no son útiles para la supervivencia del ser humano. De hecho, suelen aparecer en tendencias poéticas frívolas e intrascendentes como el Rococó o el modernismo exotérico que recurren a imágenes relacionadas con el adorno femenino o el metal precioso.
Por el contrario, la imagen de la falta de cena simboliza la precariedad y la escasez. La gente da más importancia a la apariencia, a la fachada externa, que a las cosas básicas (comer)
Mientras las estrofas hacen referencia al tema del deseo de aparentar lo que no se tiene, en el estribillo, el contenido da un giro radical y la canción se convierte en un derroche de sensualidad y erotismo Los estribillos están influidos por la lírica popular mozárabe y hebrea (jarchas).
Las jarchas son composiciones puestas en boca de mujer, que se lamenta por la ausencia o inminente ausencia del marido. Uno de los personajes arquetípicos es la dama atrevida que pide a su amante que no se vaya a ningún sitio sin ella, y que se la lleve allá donde esté. El hecho de que una fémina hable de forma tan osada, dando órdenes a su amado, resulta procaz, improcedente y escandaloso en ciertas sociedades conservadoras.
El deber de la hembra es quedarse en casa esperando a que su macho regrese. La gente veía con malos ojos a las esposas que pasaban mucho tiempo fuera del hogar. Cada uno tiene su rol en la pareja: él, conseguir el sustento para la familia; ella, cuidar la vivienda.
En las jarchas, hay mujeres que ruegan
a sus maridos irse con ellos: no quieren quedarse solas. Esto es lo que sucede
en la canción: Si vas a Valencia/a
El vocativo con el adjetivo posesivo (amor mío) y el contraste entre los pronombres de primera y segunda persona (yo-tú) remarca la unión de los amados, dotando al poema de cierto espíritu místico.
El lenguaje y las palabras del estribillo poseen conexiones con la lírica andalusí del XI: Acitrón tira del cordón si vas a Valencia/La Italia. Muchas jarchas mozárabes y hebreas están cargadas de erotismo y simbología erótica, que influyen en esta canción:
-Por un lado, el cordón. En
-Por otro lado, acitrón, es una palabra andalusí, en aumentativo, que sirve para designar al amante discreto, modoso, tímido, al que le cuesta tomar la iniciativa en la relación sexual. En este tema la que pide mantener devaneos eróticos con la pareja es ella. Esto lo expresa con el imperativo (tira del cordón).
Lo normal en la época es que sea el hombre el que domine y mande, y la mujer la que lo siga. En esta canción es al revés. La dama lleva la voz cantante en la relación
Este tipo de composiciones tan subidas de tono fueron censuradas por las autoridades de la época, sobre todo en el periodo morisco. Autores como Ibn Quzmán fueron detenidos y encarcelados por crear coplas tan explícitas en la expresión de insinuaciones eróticas
Métricamente, las estrofas están formadas por seguidillas. El primer y el tercer verso son heptasílabos. El segundo y el cuarto, pentasílabos (7- 5a 7- 5a). Los pares riman en asonante (raja-calabaza) y consonante (cadena-cena, parola-sola). Los impartes van por libre (blanco-lumbre).
Cada seguidilla está rematada por
una estrofa de tres versos (estribillo), en los que no hay rima ni regularidad
métrica: Acitrón tira del cordón/si vas a
Esta coplilla se concibe como una fusión de la novela áurea española y la poesía satírica y crítica de los cancioneros del siglo XV (por el tema del deseo de aparentar lo que no se tiene y engrandecer el honor) con la sensualidad de la lírica erótica que imita el estilo de la jarcha andalusí. Una mezcla extraña y curiosa, que se ha integrado al cancionero popular infantil.
Por supuesto, un tema tradicional como este ha tenido muchísimas versiones y variantes en la letra. Cuando algo se transmite durante tantos siglos, es normal que por el camino se añadan, quiten o modifiquen elementos