Cuando escuchamos la palabra copla, enseguida se nos viene a la cabeza un inventario más o menos extenso de cantantes que la tradición (el pueblo llano) ha enmarcado en un canon.
En ese canon, la gente incorpora a aquellos artistas cuyas carreras alcanzaron el éxito comercial (Marifé, Concha Piquer, Juanita Reina, Rocío Jurado, Antonio Molina…), que son los que más sonaban en la radio de la época y se citaban en la prensa y la vida pública. Lamentablemente, en ese “club” no hay espacio para todo el mundo.
El mundo de la copla (al igual que el de la literatura, la pintura o el cine) es tan magno y competitivo que artistas muy buenos no han podido alcanzar el triunfo y reconocimiento de las grandes estrellas, siendo prácticamente marginados a la hora de establecer el catálogo de intérpretes más influyentes del género.
A pesar de su calidad, estos cantantes han sido eclipsados por los pesos pesados (los que venden discos). Por diferentes circunstancias, la gente olvida a estos artistas, que no son tan conocidos e incluso se catalogan de “menores”:
Hoy vamos a analizar un tema de una copletista que el público considera de segunda fila (no por su calidad, sino por su menor repercusión respecto a otras cantantes, por no estar en el mismo peldaño de gloria que Juana o Marifé). Se trata de Estrellita de Palma, la cual tuvo sus años dorados durante finales de los 40 y la década de los 50.
Al menos, sacó varios discos al mercado con relativo éxito. En general, fue una cantante que en su momento era más o menos conocida, pero con el paso de los años, los propios aficionados de la copla se olvidaron de ella. En el año 1958 cantó este pasodoble: Un hombre cabal
Enlace de la canción:https://www.youtube.com/watch?v=B_xHGsgpIgE
Yo te quiero aunque seas pobre
me jurabas noche y dia...
Pues más vale pobre y noble
que rica y con fantasías.
Por mucho que tiren piedras
pá separarnos a los dos
seremos como la hiedra
que hay clavada en mi balcón.
Tú eres un hombre cabal
que se fijó en mi alegría
sin tener cuenta pá ná
los caudales que tendría.
Me quieres desde tu torre
igual que te quiero yo
y no hay nadie que te borre
de tu corazón mi nombre
castillos de nieve son.
Que tú eres un hombre cabal
y no quieres fantasías.
Aunque tú tengas cortijos
y una manta de olivares
como hay Dios, estoy de fija
que me lleve a los altares
¡que te importa mi pobreza
ni que no tenga blasón!
tú no quieres más riquezas
que las de mi corazón.
Tú eres un hombre cabal
que se fijó en mi alegría
sin tener cuenta pá ná
los caudales que tendría.
Me quieres desde tu torre
igual que te quiero yo
y no hay nadie que te borre
de tu corazón mi nombre
castillos de nieve son.
Que tú eres un hombre cabal
y no quieres fantasías.
La copla es portadora de uno de los temas más explotados en la historia de la literatura: la historia de amor entre dos personas de clases sociales diferentes. En este caso, la mujer pertenece a un nivel humilde-bajo. Pasará apuros económicos y no tendrá propiedades ni riquezas. Él pertenece a una familia adinerada, con una vida llena de lujos y ostentaciones, y mucho prestigio.
En los años 50, el poder económico y la clase social constituían un fuerte hándicap para la consecución de la relación amorosa. Muchos padres acaudalados querían que sus hijos se casaran con otra persona de la misma clase social para mantener ese estatus, ese orgullo, ese honor y para que la unión de dos familias de bien diera lugar a un linaje más rico y poderoso.
En esta época era un deshonor que una persona rica se casara con una persona pobre, ya que rebajabas la categoría de la nueva familia creada.
Sin embargo, el personaje masculino de esta copla (el hombre cabal) pasa completamente de todas estas convenciones sociales, y él estará empeñado en querer y amar a su amada (aunque sea pobre y de una clase social inferior).
En los inicios del blog, si recordáis, analizamos una copla que se titulaba Yo no quiero comer contigo. En esta canción los personajes también eran de clases sociales diferentes, y se creaba una separación, un distanciamiento, un alejamiento, ya que cada miembro estaba anclado en su nivel social y no se producía la unión.
En un hombre cabal sucede todo lo contrario. Los amantes tienden a acercarse, a atraerse, a formar una unidad (hay AMOR). A él le da igual la clase social y quiere a ella por su personalidad, por sus cualidades espirituales.
En los estribillos y la segunda estrofa la mujer habla en primera persona. Es la voz poética del tema.
En la primera estrofa, la amada introduce un diálogo en estilo directo, en el que habla el hombre: Yo te quiero aunque seas pobre, me jurabas noche y día.
Aquí la protagonista se convierte en una mera narradora, que se limita a introducir las palabras del hombre mediante el verbo dicendi, (jurar), para después desaparecer hasta el estribillo.
Por tanto, en la primera estrofa, las palabras y punto de vista del hombre cobran el protagonismo. En los estribillos y la segunda estrofa, la voz femenina toma las riendas
La oración subordinada concesiva contiene una traba, una dificultad, que a pesar de ser un problema (de cara al contexto social) no va a impedir que se produzca el hecho amoroso: Yo te quiero aunque seas pobre.
La antítesis prolonga ese estado de amor en el tiempo, eternizándolo: Yo te quiero […]. Me jurabas noche y día.
El personaje masculino no tiene en cuenta factores económicos o sociales para querer a su amada, sino psicológicos, espirituales. Él prefiere a una persona humilde, con los pies en el suelo, que sea buena persona, agradable en el tratamiento.
Esas preferencias se expresan mediante las antítesis: Más vale pobre y noble que rica y con fantasía.
La palabra noble no tiene que ver con lo social (clase alta), sino con lo psicológico y lo moral. La chica es generosa, digna de estimación, carece de maldad. Tiene un corazón que ya quisieran muchos.
El hecho de utilizar un término sociológico (noble) en un contexto semántico de personalidad (noble: generoso) crea un pequeño juego irónico, y más tratándose de un poema que habla de clases sociales.
Se crea una unión sólida entre hombre y mujer, hecho que nos recuerda a la mística, ya que dos entes se fusionan en uno solo. Esto se representa con la comparación: Seremos la hiedra que hay clavada en mi balcón.
La hiedra es un vegetal que aparece pegado a las paredes de las casas. Los dos amantes están tan unidos como la hiedra al balcón, pues son inseparables.
Cuando se está enamorado de verdad, es normal recurrir al viejo tópico cancioneril de que no habrá nada ni nadie que separe a los amantes.
Se crea una imagen truculenta, violenta e inestable para representar la oposición, la desaprobación (la sociedad no ve con buenos ojos este tipo de unión entre clases sociales tan diferentes): por mucho que nos tiren piedras pa separarnos a los dos, seremos como la hiedra….
La estampa de la gente tirando piedras simboliza el odio, el rechazo. Todo lo que se salga de las convenciones y normas establecidas se considera anormal y lo no normal puede ser criticado, rechazado y atacado.
El texto dibuja una imagen positiva de los dos amantes. El léxico denota y connota ideas que refuerzan la moral de los personajes: cabal, noble, alegría…
La mujer se muestra muy agradecida y utiliza el estribillo para homenajear y reconocer la bondad, la sensatez y la filosofía de vida de su amado, el cual se ha dejado llevar por el corazón y no por las convenciones de la época (decide estar con ella porque le gusta como es, sin importar el dinero y los comentarios de la gente): Tú eres un hombre cabal que se fijó en mi alegría, sin tener en cuenta pa ná, los caudales que tendría
Las oraciones de relativo (que se fijó…, que tendría), además de facilitar la rima y el ritmo, matizan las circunstancias del hombre (él es rico, tiene dinero y se enamora de alguien pobre, prevaleciendo la persona sobre la condición económica).
El caudal es metáfora de la abundancia, del dinero, de la riqueza. Un río caudaloso es el que lleva mucha agua. Una persona caudalosa es la que posee un patrimonio importante
La apócope (pa ná= para nada) refleja el modo de hablar de niveles socioculturales bajos. La amada pertenece a una clase pobre y humilde. No pudo estudiar. Es normal que no cuide la dicción ni la pronunciación.
Las expresiones lingüísticas se acercan a la coloquialidad. Lo espontáneo, lo natural, lo cotidiano puede llegar a emocionar tanto como lo literario y artificioso. Se puede crear poesía en un registro doméstico. Lo instintivo suele transmitir mucha sinceridad, ya que sale del alma
Un recurso bastante utilizado en la poesía de la copla es representar al hombre en una posición de superioridad respecto a la mujer (el altar, el pedestal, el barco sobre el mar). Para eso, se recurre a la vieja metáfora modernista de la torre: Me quieres desde tu torre igual que te quiero yo. En este contexto, la imagen puede interpretarse de dos formas
1. El hecho de elevar a alguien, implica quererlo, amarlo, desearlo. El yo considera que el amado es alguien importante en su vida. Ocupa un lugar privilegiado
2. En la escala socioeconómica, el hombre se sitúa en un escalón superior (es rico). Sin embargo, a pesar de esa barrera, el amor sigue siendo igual de válido y auténtico. Aunque él sea adinerado (esté en la torre) y ella pobre (esté en el suelo) el deseo es fortísimo.
Yo creo que las dos interpretaciones pueden darse perfectamente a la vez en el poema.
Otra metáfora para expresar el amor es la del tatuaje. Ya os comenté hace unas semanas que el tatuaje simboliza aquellas cosas que nos marcan para toda la vida, dejan huella. Cuando alguien es importante para nosotros, nos deja una señal que perdura y nos acompaña siempre.
La protagonista hace alusión a esto en el estribillo: No hay nadie que te borre de tu corazón mi nombre.
El hipérbaton, además de embellecer la expresión y hacerla más dulce y armónica para el oído, permite a la mujer homenajear al hombre, hace que cobre más importancia y protagonismo en el poema. Él se antepone, y ella pospone en la estructura sintáctica. Es otra forma más de expresar el sentimiento de afecto.
La segunda estrofa empieza igual que la primera: el hecho de ser rico no impedirá la consecución de la relación amorosa. En la oración subordinada concesiva se representan las riquezas, aquellos elementos valiosos que le hacen al personaje masculino pertenecer a la clase alta (que normalmente, son propiedades y terrenos en el campo)
Los obstáculos económicos no afectarán a la relación amorosa: Aunque tú tengas cortijos y una manta de olivares, como hay Dios, estoy de fija que me lleve a los altares.
Parece que hay una fuerza que ordena, regula y armoniza las cosas, dando a cada uno lo que merece: dos buenas personas, muy parecidas y semejantes, (sin importar la clase social) el destino les ha hecho unirse
El final de la copla resulta contundente y claro. La riqueza y el poder no están tanto en las propiedades, los cortijos, el dinero, los escudos, banderas familiares (blasones) o los grandes linajes, sino en ser feliz con la persona que quieres, poder pasar tu vida con ella. Eso es lo que proporciona felicidad y riqueza: ¡Qué te importa mi pobreza ni que no tenga blasón! Tú no quieres más riquezas que las de mi corazón
La mujer no tendrá dinero, no tendrá categoría social suficiente, pero sí mucho amor que ofrecer al hombre, llegando a ser más valioso que todo el oro del mundo.
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