Hoy vamos a analizar uno de los boleros más emblemáticos de la historia de la música. Fue creado en 1940 por la pianista y compositora mexicana Consuelito Velázquez para la voz de Emilio Tuero. Posteriormente fue versionado por numerosos artistas mundiales como Pedro Infante, Los Beatles, Luis Miguel, Il Divo, Thalía, Sara Montiel o Los Panchos, además de aparecer como banda sonora de películas como La fiesta del chivo, Let it be, La sonrisa de Mona Lisa, Grandes Esperanzas o El embrujo de Shangai. Estamos hablando de Bésame mucho.
Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta noche
La ultima vez
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a perderte
Perderte después
Quiero tenerte muy cerca
Mirarme en tus ojos
Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana
Yo ya estaré lejos
Muy lejos de aquí
Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta noche
La ultima vez
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a perderte
Perderte después
Bésame, bésame, bésame, bésame mucho (bis)
Como si fuera esta noche
La ultima vez
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a perderte
Perderte después
Quiero tenerte muy cerca
Mirarme en tus ojos
Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana
Yo ya estaré lejos
Muy lejos de aquí
Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta noche
La ultima vez
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a perderte
Perderte después
Bésame, bésame, bésame, bésame mucho (bis)
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El yo poético de la canción adopta una actitud vitalista y apasionada ante la relación amorosa. Ya hemos dicho muchas veces que el amor es fuente de plenitud, purificación del espíritu, satisfacción, felicidad. ¿Cuál es el problema? Que el amor puede acabarse, ya sea porque surja el desdén (rechazo, incompatibilidad, desgaste) o porque el otro fallezca.
Por eso es
importante disfrutar del presente, gozar del amor en el momento de máxima
plenitud, vivir con intensidad el instante actual. No sabemos qué pasará
mañana. Ni falta que hace. El mensaje que quiere transmitirnos la canción es
que vivamos el presente (en el contexto del amor) con fuerza, con energía, con
entusiasmo, con pasión. Luego se acaba y llegan los lamentos. Por eso, hay que
disfrutar cada momento como si fuera el último.
La pasión del sentimiento se manifiesta muy bien con los
imperativos del yo poético al amado: “Bésame, bésame”. El beso implica fusión,
unión, entre los amantes. Esto nos evoca a la mística: dos entes que están
separados se unen. El cuantificador (mucho) enfatiza la idea de intensidad,
cantidad. Hay que vivir el sentimiento al máximo posible y gozarlo. La
subordinada modal (“como si fuera esta noche la última vez”) indica la forma
que debe vivirse ese amor. Cada día que dura ese amor es un regalo nuevo, y hay
que aprovecharlo al máximo, porque nunca sabemos que puede pasar mañana. De ahí
el ordinal que indica final, cierre de la serie (última vez).
Las estrofas están compuestas de imágenes que implican
cercanía entre los amantes. Es la cercanía necesaria para la unión amorosa:
“Quiero tenerte cerca, mirarte a los ojos, verte junto a mí”. La similicadenica
del pronombre de segunda persona (tenerte, mirarte, verte) enfatiza la
trascendencia que la otra persona tiene en nuestra vida.
Si os dais cuenta, los verbos son sensoriales (mirar, ver) y
de posesión (tener). Lo que el ser humano siente y posee es lo único que tiene
en el momento presente. Es lo único seguro. El yo poético busca el regocijo en
el aquí y el ahora. El pasado y el futuro son conceptos no tangibles (uno
porque ya pasó y otro porque no sabemos si pasará). El presente es lo único que
es seguro. Por eso, el yo transmite en el poema esa necesidad de querer
irradiar y materializar el amor con tanta pasión y tanto extasío. El verbo de voluntad (quiero) es síntoma de
que el yo poético tiene clara su concepción de la vida, y quiere llevarla a
cabo para sentirse pleno. Hablando en lenguaje del siglo XXI diríamos que
adopta una postura muy mindfulness.
El adverbio de duda dota al futuro de un carácter incierto, indefinido, vacilante, desconocido: “Piensa que tal vez mañana…”. Nunca sabemos qué es lo que pasará. Ese “tal vez” es clave en este bolero. Todo lo que digamos hoy son suposiciones que no sabemos si serán o no serán. A lo mejor el futuro es bueno…o a lo mejor es malo. No lo sabemos. En el caso de que sea negativo y se produzca la separación amorosa, tal como se expresa en la anadiplosis (“yo ya estaré lejos / muy lejos de aquí”), debería servir de motivación y energía para encauzar el presente.
Lo mejor que se puede hacer es
disfrutar del esplendor amoroso en su máximo intensidad y eso que nos llevamos
para nuestro espíritu. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero si mientras
tanto no disfrutamos…pues vaya martirio de vida siempre pensando en el futuro.
Ese imperativo cognitivo (piensa) es una forma de hacernos recapacitar, tanto
al amado como al receptor de la canción, y que aprendamos a tomarnos la vida de
esa manera, y pensar más en el presente y menos en el futuro.
Desde la tradición poética renacentista el amor generaba
miedo al enamorado, ya que la plenitud desembocaba en pena, tristeza,
frustración e insatisfacción cuando la relación terminaba. El miedo a perder a
la dama, a que fallezca, a que la relación se desgaste, a quedarse solo. De ahí
esos temores e inseguridades del yo poético: “Que tengo miedo a perderte
después”. La mejor manera de convivir armónicamente con esos miedos y que no
hagan mella en nuestro espíritu (ojo…convivir no quiere decir
anular/erradicar/fulminar…los miedos siempre estarán ahí), es aprender a vivir
la vida desde el presente.
Todos los versos son de arte menor: hexasílabos (la última
vez), heptasílabos (mirarme en tus ojos) y octosílabos (como si fuera esta noche).
No hay sistema de rimas.
En fin…un bolero que nos demuestra que la sensualidad y la
filosofía no están reñidos. Y una canción como esta puede transmitir amor y
sentimientos, pero también enseñarnos a vivir un poquito mejor.
Otra canción de Machín que podrías publicar sería "Un compromiso", está muy bien construida psicológicamente.
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