miércoles, 16 de octubre de 2024

Que murmuren (Dolores Durán): indiferencia ante chismes y cotilleos

La canción de esta tarde podría definirse como una mezcla de copla, ranchera y bolero que el violinista y compositor mexicano Rubén Fuentes escribió en el año 1959 en los comienzos artísticos de Marco Antonio Muñiz, en su etapa como solista. Después lo versionarían intérpretes de la talla de Pedro Infante, Dolores Durán o Ismael Rivera. Este tema tan mexicano en su melodía y tan coplero en su faceta literaria se titula Que murmuren. 

Si hacemos un análisis ciñéndonos a elementos estrictamente musicales, está claro que esta canción no podría considerarse copla en su sentido más puro. Sin embargo, si desgranamos los motivos literarios y temáticos del poema así como la dinámica del lenguaje, este tema casa perfectamente con la esencia coplera. 

Una cosa es la forma y otra el contenido. Hay canciones que por su ritmo están más cercanas a otros géneros (en este blog hemos analizado tangos, canciones flamencas, baladas, boleros…), pero por su fondo conceptual, resultan muy afines a la canción española (amor, desamor, pasión, celos....)



 Que murmuren, no me importa

que murmuren, que me importa
lo que digan ni lo que piense
la gente, si el agua se aclara
sola, al paso de la corriente.

Que murmuren, no me importa
que murmuren, que digan que
no me quieres, que digan que
no te quiero, que tu me estas
engañando que vienes por mi
dinero.

Ríete de parecer y de lo que
se figuren que mientras seas
como eres, que murmuren
que murmuren.
que mientras seas como eres
que murmuren que murmuren.

Que murmuren, no me importa
que murmuren, que me importa
lo que digan ni lo que piense
la gente si el agua se aclara
sola al paso de la corriente.

Ríete de parecer y de lo que
se figuren que mientras seas
como eres que murmuren, que
murmuren.

..............................................................

A lo largo de las estrofas el yo poético muestra su indiferencia hacia los cotilleos, chismorreos y murmullos de la gente, la cual juzga y lanza pullitas sobre la relación amorosa que mantienen los personajes. La voz lírica, en lugar de achicarse o dejarse llevar por el qué dirán, y hacer que el fluir de los rumores afecte a la pareja, opta por pasar de todo y centrarse en lo verdaderamente importante: el amor de esa persona que es tan importante en la vida. 

Aunque la otredad juzgue/comente/divague/valore/cuestione esa relación, lo importante es que los dos involucrados en el afecto sean felices estando juntos, se sientan orgullosos uno del otro por como son y se quieran. Lo que salga de la boca de la gente DA IGUAL. Son pamplinas, nimiedades, tonterías. De ahí la tajante barrera que separa los dos mundos: el de la pareja, y el de la sociedad. No dejar que uno se coma al otro. 

En la genética del paisanaje español está el hecho de darle a la lengua sin saber de la misa la mitad, de hablar sin conocer la realidad, de sufrir viendo feliz al otro. En definitiva, la envidia nos hace pasarlo mal al ver que a los demás les va bien en la vida. Esto nos lleva a querer destruir la bonanza ajena. En este caso, los vecinos buscan hacer daño a la relación creando un estado de mentiras o falsedades (que si Fulanito solo está por interés, que si Menganito te pone los cuernos...). Buscan romper la felicidad de la pareja a través de bulos. 

La gente no habla de cómo es la realidad, sino de cómo les gustaría que fuera, mirando siempre desde lo morboso y negativo para fastidiar a los demás. El medio utilizado son las elucubraciones, opiniones no fundamentadas, teorías no comprobadas, hipótesis disparatadas y enredos que solo existen en la imaginación de uno y que están promovidos más por el deseo maligno personal que por el análisis veraz y objetivo del entorno. 

Cuando hay amor de verdad (que es lo que sucede a los protagonistas de esta copla), te da igual lo que la gente escupa por la boca (por muy disparatado y absurdo que sea). De ahí el título de la copla: QUE MURMUREN...(que a nosotros nos da exactamente igual y no nos afecta jjajajajaja). 

El mensaje que transmite la canción es claro y rotundo: hay que mirar siempre por uno mismo. La vida no está para agradar a los demás (a la sociedad), sino para agradarse a nosotros mismos (y ser felices). Aunque a la gente no le guste lo que hagamos (y lo critique), nosotros tenemos que luchar por lo que queremos y creemos. En este caso, los dos amantes no están haciendo nada malo…solo quererse.

El tono exclamativo de la primera estrofa crea un contexto desafiante del yo poético hacia la sociedad: Que murmuren, no me importa que murmuren, que me importa lo que digan…. Por mucho que hable la gente, no conseguirá desestabilizar la relación amorosa. El yo poético no va a dar el gusto a la gente de que le vean destruido.  

La reduplicación de vocablos (que murmuren, no me importa...) es un mecanismo que intensifica el discurso y expresa la fortaleza del yo ante la adversidad. Cuando nosotros queremos dar a entender algo (en este caso, que las habladurías ajenas nos dan igual y no nos afectan), tendemos a repetir y reiterar el mensaje una y otra vez, para que todo quede bien claro, y así venirnos arriba y no dejar que el enemigo se congratule de vernos deprimidos o afectados. Por eso casi todas las estrofas empiecen igual: que murmuren…. La voz lírica no quiere mostrar debilidad

Las subordinadas sustantivadas con función de sujeto, en este caso unidas por coordinación negativa (que me importa LO QUE DIGAN ni LO QUE PIENSE LA GENTE) marcan el objeto que causa la indiferencia. El hecho de posponer en hipérbaton el sujeto hasta el final de la oración (lo que diga y lo que piense LA GENTE) es una manera de mostrar rechazo y desdén hacia la sociedad. 

Normalmente, dejamos para el final aquellas cosas menos importantes y que menos nos gustan. En este caso, el yo poético siente poca simpatía hacia la gente (lo normal, después de que esta no para de darle a la boca). Y por eso, la margina/arrincona hasta el final de la frase.

Al yo poético le da igual que la gente falsee/manipule/tergiverse la realidad, ya que al final, por muchas mentiras que se digan, estas no sirven de nada si la realidad es otra. La verdad acaba venciendo siempre a la mentira ya que la verdad es un hecho (una evidencia comprobada), y la mentira es solo una fantasía nacida de una mente maligna. Ya lo dice el refrán: las mentiras tienen las patas muy cortas y la verdad siempre la alcanza. Todo esto se refleja en el poema mediante una imagen extraída del mundo natural: Si el agua se aclara solo, al paso de la corriente

La gente puede ensuciar el agua con sus mentiras (cotilleando, chismorreando, malmetiendo...), pero al final, como el amor de la pareja es puro y auténtico, el tiempo y el fluir vital van aclarando y limpiando esa agua de una forma natural. ¿Entendéis la metáfora? Los hechos hablan por sí solos. 

Los amantes se quieren y por mucho que la gente hable (ensucie el agua), nadie los va a separar, y la relación seguirá armónicamente (corriente clara de agua). El deseo de la gente es ensuciar, pero el amor es tan grande que lo vence. Todo se limpia de forma natural. No hace falta demostrar nada. Solo vivir la vida de manera espontánea. El día a día te demuestra que esas habladurías, son solo mentiras, y que la verdad es otra: ellos se quieren y son felices, aunque la gente malmeta. El tiempo lo aclara todo y tira por tierra las falsedades que nacen de mentes ajenas

En la primera estrofa se hace alusión a los diferentes chismes y habladurías que concreta la gente en sus conversaciones cotidianas. Esto se plasma en las subordinadas sustantivas con función sujeto, que van entretejiendo paralelismos: “No me importa…….

1. que digan que no me quieres,

2. que digan que no te quiero,

3. que tú me estás engañando,

4. que vienes por mi dinero”.

Las dos primeras estructuras forman un quiasmo o sistema cruzado: me quieres/ te quiero. Me (primera persona) quieres (segunda persona), te (segunda persona), quiero (primera persona). Es un mecanismo para universalizar y proyectar las críticas de la gente hacia un contexto de totalidad: la sociedad va a criticar absolutamente todo. Hagas lo que hagas, siempre hay algo que reprochar, sea en una dirección o en otra. Que él no quiere a ella, o que ella no quiere a él, pero siempre hay un pero. Y si no lo hay, se lo inventan. 

La tercera y la cuarta estructura hacen referencia a tópicos tradicionales de desunión y desencanto que tienen como objetivo romper y desestabilizar la relación. 

-Por un lado, la infidelidad. La gente llega a decir que uno de los miembros de la pareja mantiene una relación con otra persona (cuernos). 

-Por otro lado, el amor por intereses materiales. La gente llega a decir que uno de los miembros de la pareja está con el otro para quedare con su dinero. 

Como veis, las cuatro estructuras sintácticas suponen trabas y obstáculos para la consecución del amor. El encabalgamiento abrupto acentúa ese efecto de constricción, ya que la unidad sintáctica queda rota por el cambio de verso. La oración empieza en un verso, y termina en mitad del verso siguiente: No me importa/que murmuren, Que digan/que no me quieres, Que digan/ que no te quiero, Que tú me estás/engañando. 

La enumeración y acumulación sucesiva de motivos de desamor contribuye a crear una atmósfera de desdén, que es lo que desea el pueblo desde la malicia y la envidia: que no te quiero, que no me quieres, que me engañas, que quieres mi dinero... Se está soltando una gran cantidad de ráfagas de mierda (con perdón por el vulgarismo) en solo cinco versos. Esas habladurías no tienen solidez ni fundamentación (de ahí que la sintaxis se corte con el cambio de verso y resulte tan abrupta). La gente es agresiva a la hora de contar las cosas con el fin de hacer el máximo daño posible y destruir lo benigno. 

El yo poético se dirige al amado mediante el imperativo (ríete) y le invita a adoptar una actitud estoica típica del renacimiento. No debe dejar que las habladurías de la gente le afecten, le depriman, le hagan venirse abajo y hacer cosas que no quiere hacer. 

En lugar de dramatizar, lamentarse o llorar, el protagonista piensa que lo mejor es reírse de todo, mirar las cosas desde la ironía y el humor. Al mal tiempo, buena cara. Ese es el lema del estoicismo: no dejar que las penas y males nos influyan. Anulemos el desánimo con placer. En este caso, la mejor manera de ganar la batalla es querer más a tu pareja y adoptar una actitud de buen humor e indiferencia. Hay que ponerse por encima de las cosas, no dejar que estas nos superen. Ríete del parece y de lo que se figuren. Puede ser divertido ver cómo la gente le da a la imaginación y se inventa esos disparates. ¿Hasta qué punto puede llegar? 

Al yo poético le da igual lo que la gente piense del amado. Lo importante es que él está orgulloso de esa persona a la que tanto quiere, tal como se refleja en la subordinada temporal: Mientras seas como eres, que murmuren. A quien nos tiene gustar es a nosotros, no a los demás. 

El verbo ser aparece en dos tiempos diferentes: presente de subjuntivo (seas) y presente de indicativo (eres). Este recurso se llama poliptoton. La voz lírica quiere que la esencia del amado (eres) se proyecte hacia una hipotética eternidad (seas), es decir, sea fiel a su personalidad y autenticidad durante toda su vida. Por eso está enamorado.

Cada persona es como es y no debe cambiar porque lo que digan cuatro indocumentados. El yo poético está feliz y orgulloso de su amado. Eso es lo importante. La gente puede decir misa. No hay que avergonzarse de lo que haces, sobre todo cuando se trata de algo que no es dañino para nadie (amor)

 ¿Os acordáis de la copla de Marifé de Triana La gente que analizamos hace un par de años? A pesar de que la temática tiene mucho en común con el tema de hoy (las habladurías y chismes ajenos), hay una diferencia bastante clara: mientras que en La gente la sociedad consigue su objetivo (desestabilizar la relación amorosa y provocar dolor en la protagonista, la cual maldice a la gente y se queja de estar en el centro de la comidilla), en Que murmuren no se produce la ruptura. Los bulos de la gente no provocan ningún efecto negativo en la relación, debido a la fortaleza, estoicismo y seguridad del yo poético. El amor de verdad no puede ser destruido por los bocazas del barrio.  

En cuanto a la métrica, predominan los versos octosílabos y eneasílabos. Algunas estrofas aparecen quebradas por un trisílabo (dinero, murmuren) o tetrasílabo (que murmuren), que puede estar en medio o al final de la estrofa. 

La rima apenas tiene presencia. Solo encontramos un momento leve de asonancia (piense/corriente). El hecho de cortar la frase a la mitad del verso y encontrarnos un lenguaje natural y sencillo, favorece el versolibrismo



No hay comentarios:

Publicar un comentario