lunes, 24 de junio de 2024

Va todo al ganador (Nina): el riesgo de apostar todo por una persona y perder

Hoy vamos a analizar un clásico de ABBA, el mítico grupo musical sueco que se hizo famoso en los  setenta gracias a Eurovisión. El tema data de julio de 1980. Es una balada que explora los sentimientos de pérdida y resignación tras una ruptura amorosa. Yo la escuché por primera vez en la voz de Nina allá por el año 2005, gracias al musical Mamma Mía!

La canción fue compuesta por Benny Andersson y Bjorn Ulvaeus. Las malas lenguas dicen que está inspirada en el traumático divorcio de Bjorn con Agnetha, y que se escribió en una noche de alcohol y desengaño, en menos de dos horas. La composición se convirtió en un éxito sin precedentes. Sonó en el último capítulo de la serie Glee. La banda Mcfly hizo una versión con motivo de los Juegos Olímpicos de 2012 en Inglaterra. En 2018 Cher hizo otra interpretación sublime del tema. Incluso Il Divo se lanzó a la piscina en 2008 e hizo su propia adaptación en The Promise. 



Ya no quiero hablar, ya se dijo todo,
Duele aún mover cosas del ayer.
Hice igual que tú, me quedé sin cartas,
Ya no hay vuelta atrás, no reparten más.

Va todo al ganador, a quien jugó mejor,
Me toca a mí perder, qué le voy a hacer,

Quise ver en ti, un lugar seguro,
Un muro alrededor, ese fue mi error.
No debí soñar un amor tan puro,
Que inocente fue, ir de buena fe.

Los dioses por placer, eligen sin querer,
Sus dados al rodar, marcan nuestro azar.
Va todo al ganador, te deja su dolor
Es como debe ser, hoy igual que ayer.

Y dime como es, como son sus besos,
Si al llamarte amor, es mejor su voz,
Algo en mi interior sabe que te añoro
Para qué mentir, yo no sé fingir

Y no importa que juez sentencie cada vez
El fallo se cumplió nadie se quejó
El juego sigue igual actúes bien o mal
Lo bueno y lo mejor va todo al ganador

Ya no quiero hablar, ya no me apetece,
Gracias por venir no hay nada que añadir,
Siento estar así, si eso te entristece,
Llena de ansiedad de inseguridad, ya lo ves,

Va todo al ganador, va todo al ganador
El juego sigue igual actúes bien o mal
Lo bueno y lo mejor va todo al ganador
Va todo al ganador.

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La letra muestra las reflexiones y sentimientos de una mujer en la despedida hacia su ex pareja. El poema está escrito en primera persona desde la perspectiva del personaje femenino. 

En los primeros versos el yo poético se muestra roto y perturbado. La ruptura amorosa es un asunto que le genera pena y tristeza. La protagonista se siente afectada y traumatizada, ya que le cuesta arrancar el hilo discursivo, tal como se manifiesta en el paralelismo: adverbio temporal (ya/ya) + verbo (no quiero/ se dijo) + complemento directo (hablar/todo). Cuando un tema nos duele, nos cuesta hablar de él. No es una experiencia agradable recordar cosas que hemos perdido. De ahí el tono sentencioso-dictaminador: ya no quiero hablar, ya se dijo todo. 

Es un mecanismo de defensa de la psiqué humana: alejarse de aquello que nos aflige: duele aun mover cosas del ayer. El uso de una palabra baúl (cosas) es síntoma de que a la voz lírica le cuesta concretar sus emociones, ya que es traumático explicitar que lo ha dejado con su ex pareja. El adverbio de tiempo (ayer) sitúa la relación de la esfera del pasado (ya ha terminado, ya no están juntos), pero las emociones le siguen afectando negativamente. El pesar no desaparece. El tema le revuelve el alma. Le cuesta hilar la reflexión en esta primera escena. 

A pesar de la afectación, el yo poético se muestra tajante y considera finiquitado el idilio. No da lugar a la esperanza de la reconciliación. Asimila que el amor ha terminado. La decisión es irrevocable. Cierra la puerta totalmente, tal como se expresa con la metáfora del juego: hice igual que tú, me quedé sin cartas, ya no hay vuelta atrás, no reparten más. 

En las partidas de póquer, cuando un jugador se queda sin cartas significa que ya no tiene posibilidad de ganar la partida. Deja de luchar por la victoria. Aplicándolo a un contexto espiritual se puede decir que la protagonista ha renunciado al amor

A lo largo del tema se establece una comparación entre los juegos de azar y las pasiones afectivas. En ambos casos, hay una persona que vence y otra que es derrotada: Va todo al ganador a quien jugó mejor. Me toca a mí perder, qué le voy a hacer. Observad la antítesis entre el verbo y el sustantivo deverbal: perder-ganador.

La voz lírica se circunscribe a sí misma en el grupo de los perdedores (ha perdido la partida- ha perdido el cariño de la otra persona) mientras que sitúa al amado en la esfera de los ganadores, que son los que se llevan todo lo positivo y deseable. Ella se queda con sus penas y su dolor y él sigue con su vida sin inmutarse. 

El término ganador no solo podría aplicarse sobre el amado, sino también a otras personas que se han llevado como premio el amor del amado. Estas personas han sabido jugar sus cartas y se han llevado como trofeo a la otra persona. De ahí la oración subordinada sustantivada (a quien jugó mejor...). En el terreno de las relaciones amorosas, hay gente de fuera que sabe aprovechar muy bien las circunstancias (oportunistas) y saca tajada de las adversidades. 

El yo poético se muestra resignado ante la derrota. La acepta y no va a luchar por cambiar las cosas. Lo único que hace es lamentarse y dejar pasar. Su actitud es pasiva, tal como se muestra en la exclamación retórica: me toca a mí perder, QUÉ LE VOY A HACER!!!!!!! 

En la segunda estrofa la protagonista hace un análisis de su contexto emocional: quise ver en ti un lugar seguro, un muro alrededor, ese fue muy error. Las formas verbales de pretérito perfecto simple (quise, fue) enfatizan el componente de autocrítica. El yo poético ha cometido varios fallos en el pasado que le han llevado al sufrimiento actual. 

¿Cuál fue ese error? Hacer depender su plenitud de una sola persona, hacer que su vida tenga sentido únicamente por la presencia del amado. ¿Consecuencia? Una vez este individuo deja de formar parte de su su periplo vital, la muchacha naufraga, pierde las riendas de su vida, no sabe qué hacer, se siente perdida, desilusionada, desorientada. Carece del motor que le empuja a seguir adelante. La ausencia del novio le impide seguir desarrollando su vida en una situación de serenidad. 

Los complementos directos (un lugar seguro, un muro alrededor) representan el paraíso y la felicidad que artificialmente nos creamos para no estar solos. Asociamos nuestra autorrealización a una persona de forma que sin ella no somos capaces de evolucionar por nosotros mismos. Los psicólogos hablan de dependencia emocional. 

El paralelismo intensifica la debilidad psicológica y mental de la amada, la cual no puede estar sola y necesita el artificio del amado para su bienestar y dignidad emocional: determinante (ese/un) + nombre común (lugar/muro) + complemento (seguro/alrededor). 

La estructura atributiva explicita la conclusión del análisis: ESE fue mi error. El demostrativo posee un valor anafórico ya que recupera un enunciado anterior (el fallo que cometió fue ver en el amado un soporte vital en vez de un complemento impulsor). Una persona debe estar para sumar energía vital a la nuestra y no para sustituirla ya que corremos el riesgo de echar a perder nuestra propia vida cuando esa persona no esté con nosotros. 

La perífrasis de obligación da rigor y seriedad a la reflexión, ya que enfatiza los fallos del yo poético (no debí soñar un amor tan puro). El verbo soñar denota un significado de alejamiento del mundo real. Cuando nos enamoramos nuestra mente nos juega malas pasadas ya que empezamos a fantasear cosas que luego pueden o no pueden pasar (vamos a vivir juntos, ser felices y comer perdices). Creamos unas expectativas altísimas (deseo) y cuando estas fallas (realidad) las consecuencias son terribles. Llega el desengaño y la decepción

Amar intensa, pura y pasionalmente tiene sus riesgos, ya que el plano mental choca con el real. Si no tenemos los pies en el suelo y dejamos que los ideales impidan trabajar a la razón luego lo pasaremos mal cuando el vínculo con esa persona se rompa. Por eso no debemos centrarnos únicamente en el otro. Hay que dejar espacios para nosotros mismos. Si apostamos todo por esa persona, luego nos quedamos en cueros cuando la relación se acaba. Hemos estado tan ensimismados con el amado que nos hemos olvidado de quiénes somos y qué queremos. 

La protagonista se ha dejado llevar por la espontaneidad del sentimiento. En términos lúdicos, se puede decir que ha apostado todo el dinero a un número de la ruleta y le ha fallado. ¿Cuál es el resultado? Los lamentos de las exclamaciones retóricas donde la protagonista es consciente de sus fallos: qué inocente fue ir de buena fe. 

En este segmento del poema encontramos un léxico con connotaciones positivas (seguro, puro, buena fe, inocente...). La idealización del amor conlleva presuponer solo virtudes en la otredad. Creemos en la perfección humana. Miramos desde la óptica de la excelencia. No pensamos en la imperfección y el defecto. No vemos la maldad ajena. Pensamos que esa persona nos puede dar todo lo que nuestra alma necesita. No somos críticos. En definitiva, estamos en el mundo de la piruleta jejjeje. 

El yo poético evita entrar en detalles morbosos del idilio. En ningún momento se habla de las causas que ha motivado el final de la relación. Tampoco se culpa al amado ni se le reprocha nada. El discurso está hecho desde la perspectiva del decoro y la educación. 

Siguiendo la metáfora lúdica, la protagonista cree que el fin del amor se debe a factores que escapan de su control igual que cuando echa una partida a un juego de azar. La vida, por naturaleza, es impredecible, misteriosa y caprichosa. No siempre podemos controlar los resultados. Nuestra voluntad no siempre se impone: los dioses por placer eligen sin querer sus dados al rodar marcan nuestro azar.

El circunstancial de causa da un toque de crueldad y sadismo al análisis (por placer). A veces el destino se ceba con las personas y no existe una razón lógica que lo explique. El amor es arbitrario, igual que el juego. ¿Por qué hay gente que nunca le ha tocado la lotería a pesar de estar años jugando y hay otros que solo han jugado una vez y les toca?

La imagen de la deidad lanzando el dado entronca con el ideal de fatum grecolatino, sino romántico y Fortuna medieval. El individuo nace predestinado. Hay una fuerza misteriosa que determina lo que nos va a pasar y no podemos nada por evitarlo. Los dioses son elementos externos al mundo que desde la distancia elegían el devenir vital de los héroes trágicos clásicos, los cuales sufrían las consecuencias al margen de su manera de actuar. Es lo que ocurre en el juego. ¿Por qué unas veces ganamos jugando mal o perdemos jugando bien? En el terreno de los sentimientos no existe el libre albedrío, ya que dependes de la situación anímica de otra persona para cumplir tu pasión, y eso no lo puedes controlar. 

En estos versos encontramos palabras relacionadas con lo fortuito y la falta de voluntad (azar, dados, sin querer, dioses...). Los amantes son seres mortales que sufren y padecen las consecuencias de otros. 

En el segundo estribillo el yo poético vuelve a colocarse en el bando del derrotado: va todo al ganador, te deja su dolor. La ruptura no solo ha traído la separación física con el amado (lo deja de tocar, de oler, de ver...), sino también la perturbación anímica. El recuerdo y la mención le producen tristeza. La chica debe pasar por un duelo. El dolor no acaba con la partida del amado. Le ha quedado una herida que es difícil de sanar. 

La perífrasis de obligación refleja la universalidad del desengaño. Es un proceso por el que pasa mucha gente, no solo la protagonista: es como debe ser, hoy igual que ayer. La antítesis (hoy-ayer) eterniza la problemática. Muchas personas sufren por amor desde el que el mundo es mundo. La canción no ha inventado nada nuevo. La voz poética no será la primera ni la última en sufrir una ruptura amorosa. El mundo va a seguir su curso inmutable y no se va a parar porque alguien nos haya dejado. Lo normal y habitual es perder gente a lo largo de nuestra vida. No somos eternos. 

En la tercera estrofa la protagonista se dirige retóricamente al amado mediante el imperativo (DIME cómo es, cómo son sus besos...). A pesar de no producirse una respuesta a la petición y no generar un diálogo, están presentes las marcas del personaje masculino en el pronombre de segunda persona (si al llamarTE amor..../sabe que TE  añoro). 

Aunque la muchacha ha manifestado que sufre al hablar del tema y recordar a esta persona y ha dejado la puerta cerrada a una reconciliación, observamos que siente curiosidad por la vida del amado e incluso penetra en detalles escabrosos que implican a una tercera persona, tal como se expresa en las oraciones interrogativas indirectas (cómo es [la otra chica], cómo son sus besos). 

Estas contradicciones son propias de la psiqué humana. Por un lado, surge el instinto de alejarse de todo aquello que nos hace sufrir (protección), pero por otro lado nos cuesta romper totalmente el vínculo, ya que en el fondo seguimos queriendo a esa persona y nos resistimos a "matarla" de manera definitiva. Esto lleva a la protagonista a adoptar posturas masoquistas, ya que no le importa compararse a la otra mujer y mostrar su complejo de inferioridad (si al llamarte amor es mejor su voz...). 

Durante estos versos vemos a un yo poético que no mira por el honor y la dignidad. Sigue mostrando interés por el amado y no le importa quedar retratada en situaciones casi humillantes (saber que hay otra chica que le besa y le dice te quiero). ¿A qué se debe esto? Muy sencillo: aunque hay sufrimiento por la ruptura, el sentimiento de amor perdura, y eso hace que el orgullo desaparezca. 

A la chica no le importa mostrarse frágil y vulnerable ante el receptor. Podría hacerse la fuerte (estoy divinamente, sigo con mi vida, esto no me afecta, seguro que me espera algo mejor...). En cambio, ella misma reconoce que todavía no ha superado el contexto, tal como expresa la personificación conceptual (Algo en mi interior sabe que te añoro). Un elemento abstracto (mi interior) realiza acciones propias de seres humanos (saber-añorar). 

El yo poético se desnuda emocionalmente. Habla desde la sinceridad, aunque transmita una imagen de imperfección y debilidad: para qué mentir, yo no sé fingir. Muchas personas se engañan a sí mismas e intentan autoconvencerse de que el camino de la ruptura ha sido el mejor y están mejor que nunca. En este caso, la protagonista no oculta que su camino es duro y espinoso. No hay que maquillar la realidad. No es una mujer de hierro. Y cuando has querido mucho a alguien el duelo es largo y traumático porque tienes que luchar contra la idealización del pasado (nostalgia). 

El léxico casi filosófico (mentir, fingir...) es síntoma de que la muchacha habla desde el corazón y la verdad. Ha hecho un ejercicio sublime de introspección. 

La honestidad del personaje femenino ayuda a fraguar una sensación de injusticia entre el público, la cual se manifiesta en el lenguaje procesual: no importa qué JUEZ SENTENCIE cada vez, el FALLO se cumplió, nadie SE QUEJÓ. El marco legal no responde a sentimientos y emociones humanas. Da igual que haya una persona rota anímicamente. El tono de estos versos es frío e implacable. La enumeración del proceso va en asíndeton (falta la conjunción copulativa "y" que lo cierre) alargando la aflicción de los afectados. No es fácil superar una ruptura y encontrar la luz al final del túnel. 

En el ámbito de la ruptura amorosa los hechos suceden inexorablemente uno detrás de otro como si de un juicio se tratara: hay una parte o las dos (juez) que decide no continuar, lo cual implica la separación o alejamiento físico de la pareja (sentencia), el cual es irreversible (fallo cumplido) y no hay posibilidad de impedirlo (queja). Esto genera una serie de sentimientos nocivos (pena, dolor, tristeza, frustración...) que cada cual vive desde dentro, íntimamente, en función del grado de amor que tenía hacia el otro. Es lo que queda tras la experiencia amatoria. 

El resultado es una visión fatalista del amor. El esfuerzo y la dedicación a la persona que quieres no te garantiza el éxito y la felicidad. Hay factores que escapan de nuestro control y no dependen de nosotros. Otras veces resulta imposible concretar una causa o motivación para esa ruptura. Los sentimientos del ser humano son caprichosos.

La ética y la moral no son determinantes en la consecución de las pasiones, tal como se manifiesta en la antítesis: el juego sigue igual, actúes BIEN o MAL. Al final da igual cómo te comportes con la otra persona. El amor, al igual que el juego no responde a la lógica y a la razón. En este caso concreto, la derrota es inevitable y la protagonista estaba predestinada a ella. 

El perdedor en la relación es aquella persona que es incapaz de retomar su vida después de la ruptura, ya que además de perder a la persona que quiere sufre hasta el punto de que es incapaz de crear nuevos proyectos e ilusiones vitales. La ausencia de la otra persona le marca para el resto de su existencia y le impide volver a ser feliz. ¿Resultado? Ha apostado todo por estar con una persona y se ha quedado sin recursos para sobrevivir a la pérdida. 

El ganador de la relación es aquella persona que consigue volver a encauzar su vida y evitar el dolor y el sufrimiento. Esto se manifiesta con el adjetivo neutro en grado positivo (lo bueno) y comparativo (lo mejor): lo bueno y lo mejor va todo al ganador. ¿Resultado? El victorioso sabe reconducir su existencia y olvidar el pasado. 

En la última estrofa la protagonista cierra el acto de desahogo con el amado y pone punto y final a ese ejercicio de reflexión sincera y honesta mediante el paralelismo: ya no quiero hablar, ya no me apetece. Su objetivo es ser escuchada por el amado, transmitir cómo se siente anímicamente tras la ruptura. Ha conseguido ese propósito. El círculo comunicativo ha cumplido su función pragmática: adverbio de tiempo (ya/ya) + adverbio de negación (no/no) + verbo (quiero/apetece) + objeto directo (hablar, me). 

Ha dicho exactamente todo lo que quería decir, de una manera clara y transparente, tal como manifiesta en la oración impersonal: no hay nada que añadir. El discurso está cerrado. 

El yo poético se despide con una fórmula de cortesía, ya que ha tenido la posibilidad de ser escuchado (gracias por venir). También se disculpa por dar una imagen frágil, ya que su intención no es dar pena o conmocionar al amado: siento estar así. Si eso te entristece.... No busca compasión ni reconquista. 

La ruptura ha provocado efectos psicológicos graves. Ha mermado su autoestima y su salud: llena de ansiedad y de inseguridad. Son los trastornos contra los que tiene que luchar a diario. Son las secuelas que le ha provocado el trauma de la ruptura. En contextos de desamor es normal sentirse angustiado, sin ganar de hacer nada e inseguros ante la masa. La protagonista no va a maquillar las vergüenzas y tabúes ante el amado (ya lo ves...). Forman parte de su cotidianidad y no los va a esconder. Aunque ese "ya lo ves" suena un poquito a reproche o tironcillo de orejas. Es normal que haya resquemor. 

En cuanto a la métrica predominan los versos endecasílabos. La ausencia de rima se compensa con una sintaxis precisa, de periodos melódicos cortos y pausas (comas) entre oraciones. Esto dota de ritmo a la composición. 



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