El mundo de los bandoleros ha dado mucho juego en la historia de la copla. Hace unos años conocimos a uno de los criminales más famosos de España: Luís Candelas. En esta ocasión, os voy a presentar a otro canalla del folclore, que es protagonista de un tema compuesto por los maestros Román y Jaén, en el año 1975, para la voz de Marifé de Triana.
Hoy analizamos Romance de
Zamarilla. Dentro de la canción encontramos una saeta dedicada a la virgen
de la Amargura de Málaga.
Era Zamarrilla un bandolero,
al que la justicia perseguía,
Málaga era el puerto marinero
donde a por cariño iba y venia.
Dicen que una noche a su bravura,
le pusieron cerco en el perche,
y fue su amparo ante el
el manto de la amargura.
Y cuenta la historia
que una rosa blanca cambio de color
volviéndose roja
y que Zamarrilla llorando canto.
Amargura
ayyyyyyyy,
ayyyyyyyyy,
madre hermosa.
La del color bronceao,
deja que ponga esta rosa
junto al puñal que han clavao
tu amargura dolorosa.
Viendo aquel milagro de la rosa,
que se volvió como la grana,
frente a la morena dolorosa
floreció un clavel de flor cristiana.
Cuentan que sintió remordimientos,
y por conseguir la salvación,
pidió a los cielos perdón,
en los claustros de un convento.
Historia o romance
pero en los altares la rosa quedo,
milagro triunfante,
de la dolorosa que luce una flor.
Amargura,
ayyyyyyyy,
ayyyyyyyyy,
mare hermosa.
La del color bronceao,
deja que ponga esta rosa
junto al puñal que han clavao,
tu amargura ,
ayyyyyyyyy,
dolorosa.
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Empezamos el comentario presentando la leyenda en torno a Juan Zamarilla, famoso bandolero de Igualeja (serranía de Ronda). Vivió durante las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX. Era muy conocido en la provincia de Málaga debido a sus robos, atracos, y hurtos por los pueblos de la comarca (aunque algunas veces sus tropelías llegaron hasta la capital).
Normalmente, el objetivo de Zamarrilla era atracar a la gente rica. Los hombres trajeados, bien vestidos, con ornamentos caros y buen aspecto físico eran el blanco perfecto del bandolero. El dinero obtenido de estos robos los repartía entre los más pobre del lugar, pues ante todo, Zamarilla era muy generoso y miraba por los necesitados. Podríamos decir que era un ladrón con principios e inquietudes morales jajajjaa
Este personaje causaba fascinación entre el pueblo llano. Su leyenda fue corriendo de boca en boca, generando odios y pasiones a partes iguales. Las autoridades locales estaban hartas de ver cómo Zamarrilla incumplía la ley día sí y día también. Por eso, contrataron a un séquito de soldados que fueran en su busca y captura, para apresarlo y condenarlo a muerte. Zamarilla se encontraba con sus hombres en Antequera. Los soldados mataron a todos los compinches del ladrón, pero no consiguieron capturar al bandolero. Este huyó hacia Málaga.
En medio de la huída, el bandolero se refugió en una ermita. Dentro de la ermita estaba María Santísima de la Amargura, virgen que a día de hoy se procesiona en Málaga. Los soldados rodearon la ermita para acorralar al criminal. Zamarilla se escondió bajo el manto de la virgen y pidió a esta, con lágrimas en los ojos, que le ayudara a salir de ese berenjenal.
Los soldados entraron a la Iglesia e inspeccionaron todos los rincones, pero no encontraron ni rastro del bandolero. Este seguía escondido bajo el manto de la imagen. A los soldados no se les ocurrió mirar en el paso. Finalmente, después de un buen rato de búsqueda, los soldados se marcharon de la ermita muy extrañados, y Zamarrilla quedó a salvo.
El bandolero salió de su escondrijo, se acercó a la Virgen, la miró a los ojos y le dio las gracias. Después sacó de su zurrón lo único que tenía: una rosa blanca. El protagonista clavó la rosa blanca en su puñal, y después cogió el puñal (con la rosa) y lo puso en el pecho de la virgen en señal de ofrenda. En ese momento, la rosa cambió de color y se volvió roja.
Zamarrilla se quedó atónito al contemplar este milagro. No podía creer lo que estaba pasando, ya que la rosa había cambiado de color de manera inexplicable. Fue una sensación de terror e incredulidad. Desde ese momento, el bandolero pidió perdón, arrepintiéndose de sus pecados. En señal de agradecimiento, Zamarilla decidió ser bueno y llevar una vida entregada a la religión y las buenas obras, ya que esa Virgen le había salvado de una condena a muerte segurísima.
La copla puede considerarse una síntesis o resumen de esta leyenda. En la primera parte se presenta al protagonista (cómo se llama, a qué se dedica, por qué es famoso), se configura el marco espacial (la ciudad de Málaga) y aparece el planteamiento narrativo (el bandolero que huye de la policía y se tiene que refugiar en la ermita, que es donde se produce la metamorfosis del color de la rosa). En la segunda parte se nos describen las reacciones y sentimientos del protagonista ante el milagro (escena del arrepentimiento). Un narrador omnisciente en tercera persona es el encargado de relatarnos los hechos.
Mediante las oraciones copulativas, el narrador presenta al protagonista (Era Zamarilla un bandolero: verbo+sujeto+atributo) y el escenario (Málaga era el puerto marinero: sujeto+verbo+atributo).
En el primer caso, por cuestiones de ritmo silábico, se opta por hacer hipérbaton: Era Zamarilla un bandolero (decasílabo)-Zamarrilla era un bandolero (eneasílabo). Todos los versos de esta estrofa son decasílabos, así que hipérbaton permite la igualación de los golpes de voz
Las oraciones de relativo profundizan en la descripción del marco narrativo: bandolero al que la Justicia perseguía, Puerto marinero donde a por cariño iba y venía... Ya os he dicho que Zamarrilla cometía muchos robos y delitos. Por eso era perseguido por la policía. Los bandoleros solían tener novias y amantes en diferentes puntos geográficos. Zamarrilla visita Málaga con frecuencia para ver a alguna de esas muchachas. La reduplicación verbal (iba y venía) configura una situación de recurrencia o rutina. El hecho de visitar Málaga era algo normal en la vida del protagonista.
El uso de oraciones impersonales en tercera persona del plural (Dicen que una noche…) acentúa el componente legendario de esta narración. La historia de Zamarrilla se ha convertido en una leyenda popular, que se ha transmitido oralmente, de generación en generación, en un contexto más o menos local (Málaga). Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de este bandolero, el cual se ha hecho famoso y conocido. La colectividad se convierte en transmisora de la historia. La gente se encarga de difundir la leyenda (dicen…). Se trata de un sujeto universal e indefinido (todo el mundo habla, todo el mundo dice, todo el mundo escucha la leyenda de sus padres, de sus abuelos, de vecinos…).
Cuando una historia se transmite oralmente, es normal que la gente haga pequeñas modificaciones y variaciones de su contenido. Esto es un rasgo propio de la literatura oral (cantares de gesta, romances, leyendas…). El proceso de transmisión no es puro. Por el camino suceden cambios. Seguramente, los lectores de Málaga conozcáis versiones diferentes de la historia de Zamarrilla, ya que la gente no solo se limita a transmitir, sino a crear.
La presencia de la tercera persona del plural es un signo importante de que el componente popular juega un papel importante en este tipo de literatura. Además, crea una atmósfera enigmática y misteriosa, típica de las composiciones legendarias o milagrosas. Se va a contar un hecho trascendental y eso requiere “caldear” el ambiente poco a poco, hasta llegar a un punto culminante o climático (milagro de la rosa). Hay que contar los antecedentes para entender el núcleo.
Los antecedentes son claros: el protagonista se encuentra en el interior de la capilla, cercado por las autoridades. Los soldados están rodeando el edificio, dispuestos a arrestar al bandolero. Este hecho se narra con el recurso retórico de la metonimia, pues se alude al efecto en lugar de a la causa: Dicen […] que a su BRAVURA le pusieron cerco en el Perchel.
Realmente, la policía no está poniendo cerco a la bravura (que es un efecto- sentimiento abstracto), sino al bandolero Zamarrilla (causa/agente de esa bravura). Es un mecanismo para realzar la personalidad y la mentalidad de este personaje, que siempre ha actuado con fuerza, violencia, rabia, prepotencia, rencor, virulencia, agresividad (sentimientos negativos, muchos de ellos ilegales). La justicia quiere castigar esos excesos.
El hipérbaton resulta violento (lo mismo que el carácter del protagonista), de tal forma que la estructura de la oración subordinada sustantiva queda deconstruida. ¿Cuál es el efecto? Cada uno de los elementos de la acción quedan resaltados, ya que su colocación resulta llamativa.: Dicen que (oración principal: orden normal) una noche a su bravura le pusieron cerco en El Perchel (oración subordinada de objeto directo: con hipérbaton).
Esta oración subordinada está formada por un complemento de tiempo (una noche), un complemento indirecto (a su bravura/le) el verbo (pusieron), su complemento directo (cerco) y el complemento de lugar (el Perchel, que es un conocido barrio de Málaga, el mismo donde se desarrollan las andanzas del gitano en Échale guindas al pavo).
Como veis, el orden de los complementos se altera de forma brusca: los complementos circunstancias están separados entre sí, abriendo y cerrando el periodo sintáctico, (una noche………en el Perchel), el indirecto se antepone al verbo, cosa que no es habitual en español (a su bravura pusieron), el verbo hace de frontera entre el directo y el indirecto, cuando lo normal es que aparezcan juntos (a su bravura pusieron cerco/pusieron cerca de su bravura).
Se genera una situación muy violenta e incómoda para el protagonista. No es plato de buen gusto verse asediado y perseguido por la justicia. El bandolero se encuentra en un aprieto importante. Cada uno de los detalles de esa escena (el barrio, la noche, los policías, el cerco ...) se realzan sintácticamente para dar trascendencia a lo narrado.
Todas estas alteraciones en el orden oracional también contribuyen a dar musicalidad al romance, con el objetivo de regularizar la métrica silábica y la rima al resto de la composición. En este caso, el verbo en tercera persona del plural tiene un sujeto elíptico conocido: le pusieron cerco [las autoridades policiales]. Aunque se use la tercera persona del plural, no es una oración impersonal, pues el sujeto no tiene nada que ver con el pueblo y la gente que transmite la historia, sino con los soldados que dan caza a Zamarilla dentro de la narración.
En otras secciones, el efecto del hipérbaton se atenúa y la narración resulta más fluida y espontánea: y fue su amparo ante el manto de la Amargura (verbo + atributo + circunstancial). El autor de la copla presupone que el receptor sabe quién es la Amargura. Por eso, se produce una elipsis del sustantivo: el manto de [la virgen de] la Amargura. Hay que tener en cuenta que estamos ante una leyenda conocida. Por tanto, se supone que la gente tiene asimilados ciertos conocimientos culturales (que la Amargura es una virgen de Málaga).
A medida que avanza el poema, la historia se cuenta de forma diáfana y natural, sin tantos ornamentos lingüísticos y sintácticos: Cuenta la historia que una rosa blanca cambió de color, volviéndose roja.
Como veis, el narrador nunca se olvida de que está relatando una leyenda, basada en fuentes populares más o menos fiables. De ahí las referencias literarias narrativas (cuenta la HISTORIA…). El hecho milagroso se describe de forma directa, lacónica, sin rodeos ni tonterías, desvelando la realidad de manera fácil y sencilla, sin necesidad de solemnidad y florituras.
Los colores (blanca/roja) tienen valor antitético, ya que suponen un cambio radical en la mentalidad y forma de ver la vida del ladrón. La metamorfosis cromática de la rosa representa el punto de inflexión en el periplo vital de Zamarrilla, que dejará de ser el malo para convertirse en bueno. El gerundio marca la progresión/transición entre un momento y otro de la biografía del protagonista: “una rosa blanca […] VOLVIÉNDOSE roja
Las dos partes de la canción están separadas por una saeta dedicada a la virgen de la Amargura. El narrador es el encargado de ceder la palabra al protagonista: Zamarrilla llorando cantó:. El verbo dicendi (cantar, que es un verbo de palabra) señala la frontera entre el estilo indirecto (copla) y el estilo directo (saeta). Se supone que la saeta es cantada por el protagonista, en primera persona, como una forma de mostrar agradecimiento a la Virgen, ya que su manto le ha salvado de una muerte segurísima, y el milagro le ha servido para darse cuenta de cuál es el verdadero camino en su vida. Esta experiencia le ha abierto los ojos
El protagonista se dirige a la virgen mediante el vocativo: Amargura. Las interjecciones enfatizan la singularidad del estado anímico de Zamarrilla (“Ayyyyyyyyyy”).
El bandolero se ve afectado por una serie de sentimientos y sensaciones contradictorias: incredulidad y terror por asistir a un hecho inexplicable e irracional (como es el cambio de color de una flor); alegría y agradecimiento por quedar a salvo de los soldados que lo buscaban (gracias al manto de la Virgen); y dolor y angustia, debido al cargo de conciencia (él analiza el contexto y se da cuenta que una persona mala, atracadora, que ha hecho tanto daño a otras personas y se ha saltado la ley, se le está premiando con algo bueno que no merece). Esto genera remordimientos, ya que es consciente de lo mal que se ha comportado.
Zamarrilla se encuentra bajo un estado de afectación tremendo, en el que se mezclan pensamientos, reflexiones y sentimientos de todo tipo. Los ayes están cargados de emociones contrapuestas, y muchas veces, indescriptibles y ambiguas.
Como en todas las saetas, no faltan los adjetivos positivos de elogio, con el fin de ensalzar y elevar la figura mariana (madre hermosa). La saeta es una forma musical de índole religiosa, así que es normal el uso de epítetos sacros. Igual que en la épica se utilizan ciertas etiquetas para calificar a los personajes (noble de barba tan crecido, el que en buena hora ciñó espada...), en la literatura religiosa también se utilizan nomenclaturas piadosas para calificar a Dios, a los santos y a la Virgen (madre hermosa)
La Virgen es descrita físicamente mediante metáforas que hacen referencia a elementos caros y bonitos: La del color bronceao. El bronce es un metal oscuro, de color marrón, lo mismo que la piel morena de la Virgen de la Amargura. No podemos olvidar que se trata de un metal precioso. Por ende, la Amargura queda asociada a conceptos que denotan aprecio y valor en la sociedad. De ahí la exaltación.
Las saetas suelen ir acompañadas de ofrendas, es decir, la persona que canta entrega algún presente o regalo (en este caso flores) a la Virgen: Deja que ponga esta rosa junto al puñal que han clavao tu amargura dolorosa. Normalmente, las ofrendas se hacen en señal de gratitud, respeto y amor. Tened en cuenta que Zamarrilla no ha sido detenido gracias a la Virgen. Mediante la saeta y la ofrenda, el héroe muestra su agradecimiento a la Amargura.
Tras la primera saeta se retoma la historia principal. Tened en cuenta que durante el canto a la virgen, la narración se ha detenido, se ha quedado congelada, justo en el momento cumbre (el cambio de color de la rosa). En el momento más emocionante y esperado se para la acción. Como ha pasado un tiempo más o menos extenso desde la interrupción es necesario un verso de recuperación que active la memoria del receptor: viendo aquel milagro de la rosa...
Pensad en las telenovelas que se emiten actualmente en la sobremesa. Antes de empezar el capítulo, se ofrece un resumen de lo último que pasó en el capítulo anterior, para que el receptor pueda ubicarse en la historia y enlazar con la información nueva. La memoria muchas veces falla, así que es necesario recordar lo inmediatamente anterior, para poder entender lo que viene después y no sentirse perdido en la narración.
Debido al paréntesis de la saeta, es posible que el espectador estándar se haya olvidado de la trama de la copla (la rosa que cambia de color después de que Zamarrilla se refugie en el manto de la Virgen para escapar de la policía). Por eso, es necesario empezar la segunda parte con un verso que resuma/sintetice la primera parte (viendo aquel milagro de la rosa, que se volvió como la grana....) y que enlace con la información nueva (reacciones del bandolero ante el milagro).
El gerundio (viendo...) da continuidad al relato, marcando la simultaneidad respecto a la primera parte. Esto que se va a contar sucedió justo después de lo que pasó antes de la saeta. La saeta solo ha sido un intermedio lírico. Ahora volvemos a la narración. El demostrativo (aquel milagro) tiene valor anafórico, ya que recupera un elemento anterior del texto (aunque haya sido ocho versos atrás).
Al fin y al cabo, en estos versos se está volviendo a contar algo que ya se contó. No obstante, a pesar de la reiteración del contenido, desde un punto de vista de la forma y el lenguaje sí encontramos alguna innovación. Por ejemplo, la metamorfosis de la rosa se describe con una comparación: aquel milagro de la rosa, que se volvió como la grana. La grana es una semilla roja.
En algunos momentos, se recurre a circumloquios sacros para aludir a la Amargura con solemnidad (morena Dolorosa=virgen).
En los poemas religiosos, el color rojo simboliza la pasión y el fervor. De ahí la acumulación de objetos con ese cromatismo. A la rosa hay que sumarle un clavel: Frente a la morena dolorosa floreció un clavel de flor cristiana.
El contexto sacro acaba impregnándose en la adjetivación, de forma que elementos profanos (es decir, que inherentemente no son religiosos como la flor) se acaban contagiando de piedad y fe: flor cristiana
En esta estampa de devoción, asistimos a la transformación espiritual de Zamarilla. El milagro ha hecho que el bandolero rompa con su vida errática anterior. Llegamos al punto climático de la historia: el protagonista se arrepiente de sus pecados y se reforma: Cuentan que sintió remordimientos y por conseguir la salvación, pidió a los cielos perdón, en los claustros de un convento.
Al narrador no se le olvida que está relatando una leyenda oral popular, que corre de boca en boca. Las marcas de impersonalidad de tercera del plural lo delatan (cuentaN que…).
El bandolero se arrepiente de sus malos actos mediante la metonimia: pidió a los cielos perdón. Se alude al lugar simbólico (cielo) por la entidad simbolizada (Dios, Virgen). Esta escena queda resaltada por el hipérbaton, ya que el complemento indirecto se antepone al directo (a los cielos perdón/perdón a los cielos).
En esta parte de la copla predomina un léxico sagrado, relacionado con el acto del arrepentimiento (remordimientos, salvación, cielos, perdón, convento).
Cuando una persona comete fallos/errores/deslices pero tiene principios morales (Zamarrilla los tenía), hace una autorreflexión, un autoanálisis moral, y al final se da cuenta de que se ha equivocado y debe rectificar. Los remordimientos le impiden sentirse bien. Le pesa haber actuado con maldad. El cargo de consciencia es terrible. Se encuentra mal consigo mismo. Y ahí surge la necesidad de pedir perdón por todo el mal causado.
Desde el punto de vista de la cristiandad, Zamarrilla llevaba una mala vida (Pecado, Infierno). Este episodio milagroso le va a servir para dar un giro radical a su existencia. Ahora va a ser bueno, va a ayudar a los demás, va a agradecer esta segunda oportunidad, no va a robar más. Esto le va a permitir ir por el buen camino (el Cielo, la Salvación). De hecho, Zamarrilla, después de esta experiencia, decidió hacerse monje (de ahí la alusión al claustro del convento). Se convierte en un ser ejemplar, lleno de luz y amor. Es posible el cambio. Hay esperanza para el ser humano y el mundo. El milagro se ha fundido con la voluntad.
Esta copla está influida por la literatura medieval mariana. ¿Habéis leído los Milagros de nuestra Señora de Gonzalo de Berceo (autor del siglo XIII?
En esta obra se nos presenta a diferentes pecadores muy parecidos a Zamarrilla (labradores que robaban cosechas, clérigos que no estudiaban...). La Virgen, en lugar de castigar/penalizar/condenar/juzgar (que es la visión medieval aterradora que todos tenemos de la religión), lo que hace es ayudar al protagonista que está en apuros y concederle el Perdón. Finalmente, el pecador se arrepiente y cambia.
Esto sirve de modelo y ejemplo para el lector. Este se da cuenta de que es mejor ir por el buen camino que por el malo, y de que es posible rectificar sus conductas.
Además, en este tipo de obras suceden hechos irracionales, maravillosos, milagrosos, que no tienen una explicación lógica, científica o racional. Si en el Romance de Zamarrilla asistimos a rosas que cambian de color, en Milagros de Nuestra Señora asistimos a imágenes religiosas que no se queman en un fuego. Solo hay que creer en estos milagros con fe.
En la última estrofa el narrador celebra en un tono triunfal y victorioso el final feliz de la trama: cómo una persona que iba por el mal camino se ha enderezado y ha decidido ir por el bueno: Historia o romance, pero en los altares la rosa quedó, milagro triunfante, de la Dolorosa que luce una flor
En todas las leyendas, siempre hay un vestigio, es decir, una señal, recuerdo o elemento que queda de algo pasado, que perdura para la eternidad y es símbolo de algo importante, que puede considerarse la moraleja o esencia de la leyenda. En este caso la rosa, tal como se enfatiza en este verso en hipérbaton: en los altares la rosa quedó. (complemento circunstancial de lugar+sujeto+verbo)
La rosa que porta la Virgen simboliza el triunfo de la bondad, el perdón, el arrepentimiento, el cambio, la fe, y en definitiva, el buen camino. Las personas tienen la capacidad de equivocarse, pero también de rectificar y dar marcha atrás. Eso es algo que depende de la voluntad de cada uno, de la capacidad de reflexionar y de analizar moralmente nuestras conductas. Las personas pueden cambiar y reformarse, y hay que darles una oportunidad.
Además, esta copla es una forma de homenajear, promocionar y dar trascendencia a un elemento de la cultura religiosa local, como es la Virgen de la Amargura de Málaga. El hecho de que la Virgen sea la responsable del cambio de conducta de Zamarilla es una forma de exaltarla y darla a conocer al resto de España, haciendo aumentar la devoción por ella: milagro triunfante de la Dolorosa que luce una flor
Métricamente, cada parte de la
canción está formada por tres estrofas:
-Un serventesio de versos decasílabos. El primer verso rima con el tercero y el segundo con el cuarto: 10A 10B 10A 10B
-Una segunda estrofa irregular: 10A 10B 8b 8a. La rima cruzada (primero con cuarto y segundo con tercero) recuerda a la de un cuarteto (decasílabos) o una redondilla (octosílabos). Esta estrofa es una mezcla de cuarteto y redondilla muy extraña.
-Una tercera estrofa con otro esquema peculiar: 6- 12A 6- 12A. Se mezcla el arte mayor con el menor, pero solo hay rima entre segundo y cuarto, quedando el primero y el tercero libres. La rima es como la de una copla octosilábica, pero con versos de arte mayor.
La saeta se estructura de la
siguiente manera:
-Una introducción de dos versos
tetrasílabos (amargura/madre hermosa) y dos interjecciones alargadas
(ayyyyyyyyyyy)
-Un cuerpo, que es una copla de versos octosílabos. El segundo verso rima con el cuarto, y el primero y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a.
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