sábado, 29 de julio de 2023

Poema de mi soledad: una oda a la nostalgia por el amor perdido

A medida que nos acercamos a la década de los setenta, la copla se ve afectada por dos grandes acontecimientos:

-Por un lado, se inicia un periodo de decadencia y olvido. La gente se interesa cada vez menos por este género y prefiere otros ritmos y estilos de influencia anglosajona (pop, balada, canción melódica...). La copla se asociaba a la dictadura franquista, y en una época en la que se intentaba romper con el pasado, eso fue determinante para su agonía. 

-Por otro lado, se ve sometida a diferentes procesos de renovación. Los músicos, viendo el abandono que sufría la copla clásica, optan por modernizarla y darle aires frescos, incorporando elementos de otros géneros musicales, que atraigan la atención del público joven. Así, muchos poemas elaborados por autores clásicos de la copla (Rafael de León) se ven enriquecidos y acompañados por ingredientes procedentes de otras tendencias musicales más vanguardistas. 

Este es el caso de la canción de hoy: una mezcla de copla, bolero y balada muy interesante, que Gracia Montes popularizó en el año 1972, y que refleja la nostalgia por el amor perdido. Hoy analizamos Poema de mi soledad, un claro ejemplo de cómo un texto literariamente clásico puede sonar musicalmente moderno. Tradición y vanguardia en un único producto.



Soledad,
soledad del río.
Soledad.
Tus brazos oscuros
buscando los míos.
Soledad.
Soledad del agua.
Soledad,
y al borde tus labios,
de tierra y de fragua.
Soledad.
Soledad, soledad.
Soledad.

La luna dorada,
tu pena, y mi pena,
y de madrugada,
soledad morena.
Y de madrugada
tu pena y mi pena.
Soledad, soledad.
Soledad.

Soledad,
soledad del puente.
Soledad,
Los dos sin temores
que pase la gente.
Soledad.
Soledad contigo.
Soledad,
pegado a mi sombra
tu cuerpo de trigo.
Soledad.
Soledad, soledad.
Soledad.

La luna abrazaba
mi pelo sin flores,
y de madrugada
soledad de amores.
Y de madrugada
mi pelo sin flores.
Soledad, soledad.
Soledad.

La luna pegaba
su boca en la mía,
y sin madrugada
soledad del día,
y de madrugada
tu boca en la mía.
Soledad, soledad.
Soledad.
Soledad.

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Durante las estrofas, el pasado y el presente confluyen en el pensamiento del yo poético,  de una forma unitaria, indisoluble e inseparable. Los sentimientos de soledad (presente) y nostalgia (pasado) se fusionan formando un todo, en el que no es posible establecer fronteras o separaciones. En un mismo plano se mezclan sentimientos y sensaciones pertenecientes a diferentes planos temporales, creando una fotografía o pintura lírica muy emotiva, en la que se fragua un ambiente cuasi onírico.

Por un lado, la relación de amor ha terminado y eso genera soledad, la cual se manifiesta léxicamente a lo largo de toda la composición, mediante recurrencias o reduplicaciones (repeticiones): Soledad…soledad del río…soledad…soledad del agua…soledad…soledad soledad…soledad. 

En una misma estrofa se repite hasta diez veces la palabra soledad, a veces formando anáforas: Soledad/Soledad del río/Soledad. Cuando una cosa se repite tantas veces es porque perturba, inquieta, conmociona al yo poético, pues genera una situación trascendental para sus psiqué. La soledad es un estado que ha sido resultado de algo anterior que ha desaparecido y que era muy importante para nosotros (en este caso el amor).

El sentimiento de soledad se proyecta en el ambiente natural, como si se tratara de una pintura impresionista: Soledad del río, soledad del agua, soledad del puente. El yo poético plasma todas sus emociones en el paisaje, y este se contagia e impregna del sentimiento de soledad que invade al yo. En otras palabras: la soledad del alma se acaba plasmando en el espacio que le rodea, para que este también se vea invadido por una sensación de vacío

Las descripciones topográficas resultan sobrias. No hace falta dar detalles ni emplear muchas palabras. El lexema "soledad" traza un paisaje frío, inerte, melancólico, triste y gris. Todas las pinceladas se esbozan mediante estructuras en pararelismo: sintagma nominal con núcleo “soledad” + complemento del nombre (soledad del puente/agua/río).

Por otro lado, cuando algo termina (en este caso el amor) siempre quedan en la memoria los recuerdos vividos. Eso hace aflorar otro sentimiento muy importante, que es la nostalgia, la añoranza: aunque la relación se haya terminado, todo el mundo recuerda las cosas buenas que nos ha aportado esa persona. Esos recuerdos son los que producen la morriña.  

En las estrofas, la voz lírica aúna los sentimientos de soledad del presente con los recuerdos del pasado: a un ambiente/entorno/marco paisajístico contagiado de la pena que genera la pérdida se le añaden las estampas felices y positivas que la memoria retiene del pasado. El resultado es una pintura difuminada, casi onírica, en la que confluyen dos planos temporales (ayer y hoy), teñida de sinceridad anímica. Las sensaciones contradictorias son propias de situaciones en las que se mezcla la tristeza de estar solos con la emotividad de recordar cosas bonitas vividas con esa persona. 

La protagonista evoca escenas del pasado con el amado que aluden, mediante imágenes y metáforas, a la unión mística y física entre los dos miembros de la pareja: Tus brazos oscuros buscando los míos, Al borde tus labios de tierra y de fragua, Los dos sin temores que pase la gente, Pegado a mi sombra tu cuerpo de trigo

Los brazos de los amantes aparecen retratados mediante la sinécdoque. Se alude a una parte del cuerpo (brazo) en lugar de hacer referencia a todo el cuerpo, a la figura completa de la persona (se supone que es el amante “entero”, y no solo el brazo, el que busca a la amante). Por eso, las extremidades aparecen personificadas, como si tuvieran vida propia e iniciativa para llevar a cabo la unión. 

Todo esto hace referencia a la primera etapa del proceso místico (vía purgativa). El alma busca al amado en un ambiente de lobreguez total, tal como refleja la adjetivación: Tus brazos oscuros... Los posesivos de primera y segunda persona marcan a los dos miembros de la relación amorosa: TUS brazos…Los MÍOS.

Cada nueva imagen aumenta el grado de cercanía entre los amantes respecto a la anterior, de tal forma que a medida que avanza la canción, el proceso místico crece y se perfecciona, llegando poco a poco a la culminación definitiva. 

En la primera imagen (la de los brazos) se podía ver que había una intención de unión, pero todavía no había conexión. En la siguiente estampa, los dos elementos se encuentran más próximos en el espacio, tal como refleja la locución adverbial de lugar, que implica una situación de cercanía, casi de roce: Al borde tus labios...

Los labios aparecen descritos mediante metáforas que hacen referencia a elementos que transmiten calor, fuego, aspereza: Tus labios de tierra y de fragua. Recordad que el calor suele estar relacionado con la pasión amorosa desde el Cantar de los Cantares. Para los que no lo sepáis, una fragua es un fogón que se usa para forjar metales.

En la tercera estampa lírica los amantes mantienen su entidad de manera independiente aunque la acción predicativa es compartida. Esto se refleja en el numeral cardinal: los DOS sin temores que pase la gente...La compatibilidad de caracteres es más que evidente. 

Cuando hay amor te olvidas de lo que pasa alrededor. Lo importante, el centro de tu vida, es la persona que amas. El resto de cosas y de personas no importan tanto

Parece que el tiempo se ha parado para los amantes. El mundo y la vida siguen avanzando, pero a ellos les da lo mismo. Lo importante es el goce y disfrute de la pasión. La pareja se ha quedado congelada en el espacio, mientras el resto del mundo sigue su curso, tal como se expresa con el sustantivo colectivo (gente) inscrito en un predicado de movimiento (pasar). 

Una de las claves de la mística radica en olvidarte de las cosas superficiales de la vida y centrarte en buscar lo que de verdad quieres, lo profundo y trascendental. Cada nueva imagen resulta más pasional que la anterior, creando una progresión lírica. 

En la cuarta imagen se produce la fusión definitiva de los amantes. Es la vía unitiva: Pegado a mi sombra tu cuerpo de trigo. El verbo pegar implica unión, contacto, fusión. Los posesivos de primera y segunda persona representan a las dos partes de la relación: mi sombra/tu cuerpo. El cuerpo del amante se proyecta metafóricamente con elementos naturales que denotan sensualismo, belleza, florecimiento, juventud apogeo de la vida: Tu cuerpo de TRIGO. El complemento circunstancial de compañía refuerza la unión (Soledad contigo).

En los estribillos se rompe el mundo creado por el yo poético. Esa mezcla de presente y pasado, recuerdos y sentimientos se evapora, y el yo poético se centra en el aquí y el ahora, que es la no unión, la soledad, la ausencia, la falta de amor. Ese amor ya no existe y hay que asumirlo. A partir de aquí la expresión lírica se enfocará hacia la no compenetración, el cada uno por su lado

La pérdida del amor se representa con una atmósfera nocturna (Y de madrugada...), carente de dramatismo y desesperanza, ya que la oscuridad no es absoluta: La Luna dorada...La realidad no es descrita de forma trágica, ya que el satélite astral da brillo a la noche, evitando el negro total. La Luna da algo de luz. 

El yo poético adopta una postura de serenidad, calma y quietud. No se deja llevar por la visceralidad y el desgarro más exacerbado. Hay un control de los sentimientos. La protagonista tira por la vía estoica. Se recrea en la tristeza y melancolía, pero sin llegar al llanto y al grito. Esta copla tiene que ser cantada de una forma elegante y sobria, sin excesos.

En los estribillos, los amantes aparecen representados de forma separada y aislada, cada uno por su lado y con sus circunstancias personales: Tu pena y mi pena. 

Evidentemente, la soledad produce tristeza y dolor en ambas partes (se ha terminado algo que ha sido importante para los amantes, y las pérdidas siempre generan sentimientos de pena). El ambiente de la noche refuerza el luto: De madrugada, soledad morena. De madrugada, soledad de amores. 

No obstante, la voz lírica se resiste a dar una visión excesivamente melodramática de la historia. La adjetivación nos indica que se trata de “una oscuridad menos oscura”: soledad MORENA. El color moreno es menos oscuro que el negro.  La manifestación anímica se ve reforzada con las estructuras en paralelismo: complemento circunstancial de tiempo (de madrugada) +sintagma nominal complemento directo con el verbo “haber” elidido ([hay] soledad morena/soledad de amores).

La pérdida amorosa supone para el yo poético una merma de vitalidad, de alegría, de energía tal como refleja la ausencia de flores en el pelo. Las flores implican color, ganas de vivir, alegría. En este caso, no hay flores. Por tanto, la protagonista se encuentra apagada, triste, a pesar del tratamiento poético de la personificación de la Luna, que da solemnidad a la escena: La luna abrazaba mi pelo sin flores

Tras el segundo estribillo el yo poético vuelve a recrearse en los recuerdos nostálgicos, para terminar la copla transmitiendo un mensaje optimista: aunque el amor se pierda, hay que quedarse con las cosas buenas que este nos ha traído, en forma de recuerdos. Eso nos ayudará a motivarnos y ver la vida de una forma positiva, para que esa soledad no sea tan traumática, tal como se refleja mediante la antítesis del día y la noche: Y sin madrugada, soledad del día. El amanecer, el nuevo día, representa la esperanza. La vida sigue y nos puede traer nuevas ilusiones y motivos para seguir adelante, aunque estemos en soledad. 

La personificación de la Luna dota de sensualidad e idealismo al recuerdo amoroso, como si estuviera en su máximo esplendor: La luna pegaba su boca en la mía. Con estas cosas tan bonitas es con lo que hay que quedarse. A lo largo de nuestra vida vamos a vivir muchas experiencias. Aunque algunas de ellas no terminen de forma afortunada, todas nos van a aportar cosas muy productivas e interesantes a nuestra existencia, ya que nos han generado placer y felicidad, y eso nunca se olvida. Las experiencias quedan grabadas en nuestra alma como si fueran tatuajes. No hay que renegar del pasado, ya que este nos ha proporcionado momentos maravillosos que deberían motivarnos para nuestro futuro. 

Métricamente, hay un predominio del verso hexasílabo (de tierra y de fragua). La palabra soledad suele formar versos completos ya sean tetrasílabos (soledad) y hexasílabos (soledad, soledad). Tanto en las estrofas como en los estribillos detectamos rimas asonantes que cohesionan toda la composición (río-mío, agua-fragua, dorada-madrugada, pena-morena) dando musicalidad y ritmo.

 


 

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