Si sois aficionados a resolver crucigramas y autodefinidos, una de las preguntas típicas que suelen plantearnos es que digamos el nombre con el que se designa a las coplas canarias. Y siempre tenemos espacio para colocar tres letras, que como os imaginaréis son la I, la S y la A. ISA.
Se denomina isa a la canción típica del folclore de las islas Canarias. Y como en este blog hay sitio para todo, desde lo tradicional a lo moderno, hoy vamos a escuchar y analizar una isa. Se titula Palmero sube a la palma. Su origen es remoto y popular (no sabemos quién es su autor). Ha pasado por voces como la de María Dolores Pradera o los Sabadeños, además de distintas tunas estudiantinas
Palmero, sube a la palma,
y dile a la palmerita
que se asome a la ventana
que su amor la solicita.
Que su amor la solicita,
palmero sube a la palma.
Virgen de Candelaria
la más morena, la más morena,
la que tiende su manto sobre
la arena, sobre la arena.
Virgen de Candelaria
la morenita, la morenita,
la que tiende su manto
sobre la ermita, sobre la ermita.
Todas las canarias son
como este Teide gigante:
mucha nieve en el semblante
y fuego en el corazón.
Y fuego en el corazón,
todas las canarias son.
Quiero que te pongas la mantilla blanca,
quiero que te pongas la mantilla azul,
quiero que te pongas la recolorada
quiero que te pongas la que sabes tú.
La que sabes tú, la que sabes tú,
.......................................................................
En la primera estrofa de la isa el yo poético incita y anima
a la figura masculina a que corteje y ronde a la amada, delante de su casa, de
una forma metafórica: Palmero sube a la palma y dile a tu palmerita que se
asome a la ventana, que su amor la solicita.
En este tipo de poesía autóctona es recurrente encontrarnos
con juegos de palabras que hagan referencia a elementos locales. Encontramos
hasta tres palabras pertenecientes a la misma familia léxica: palma, palmero y
palmerita. Está claro que se genera un doble sentido.
-Palma como elemento vinculado con la vegetación. En
Canarias e Hispanoamérica se suele llamar palma al árbol de la palmera. El
árbol (palma) funciona como metáfora del hogar. El palmero es el que sube a la
palma (amado). Y la palmera es la que está arriba del árbol (amada). El yo está
pidiendo al joven que se declare a la mujer. Mediante el imperativo (sube,
dile…), insta al amado al flirteo.
-Palma como referencia local, ya que las Palmas es la
capital de Canarias y sus ciudadanos son los palmeros y palmeras. Lo normal de
una isa es que se ambiente en las islas, y los personajes procedan de ahí. Los
amados son canarios.
La petición o llamada de amor es una escena típica del amor
cortés: “Que su amor la solicita”. Era la forma tradicional de ligar. Los
jóvenes salían a la calle con los amigos, para tocar música y cantar canciones,
e iban hasta la casa de la chica que les gustaba y la cortejaban y camelaban
delante de la ventana. Son las clásicas noches de ronda.
La segunda y la tercera estrofa constituyen una exaltación a
la virgen de la Candelaria, patrona de Tenerife, y de las islas en general. Es
una de las llamadas vírgenes negras (de piel oscura). De ahí el adjetivo de cualidad
física objetiva, en grado comparativo, para elevar la figura mariana canaria y
situarla por encima del resto de vírgenes: “Virgen de Candelaria, la más
morena, la más morena”.
En este tipo de lírica autóctona y local se busca que el
destinatario (el pueblo) se sienta orgulloso de su legado, de su cultura, de su
idiosincrasia, de sus costumbres, de los elementos diferenciadores respecto a
otros pueblos. Por eso es normal que lo propio y peculiar de cada lugar, sea
visto como algo sublime y superior. Y la virgen de la Candelaria sea la mejor
virgen que hay. Es normal barrer para casa en este tipo de literatura. Hay que
estar orgullosos de lo que tenemos.
La figura mariana se inserta en un contexto espacial típicamente canario: “La que tiende su manto sobre la arena”, “La que tiende su manto sobre la ermita”. La leyenda dice que cuando la Virgen bajó del cielo y pisó la arena de Canarias se volvió morena. De ahí su color negro. En el año 1392, unos pastores guanches, mientras estaban recogiendo el ganado en la playa de Chimisay, se dieron de bruces con la estatua de la virgen.
El miedo que sintieron los pastores fue tan grande que uno de ellos atacó con un cuchillo a la escultura mariana, y por error, acabó él mismo herido, lleno de magulladuras. Huyeron despavoridos de la playa hacia el palacio del rey Acaimo, al cual le contaron lo sucedido. El monarca les ordenó que volvieran a la playa y le trajeran la estatua a palacio. Cuando el pastor herido volvió a la playa y tocó la escultura para empujarla, de repente sus heridas desaparecieron. Se hizo el milagro!!!!!!!!!!!!!! El mismísimo rey Acaimo colaboró en el traslado de la imagen desde la playa a una cueva cercana a palacio. La llevaron en brazos, y debido al peso de la escultura, llegado a un punto de la caminata, tuvieron que parar y pedir auxilio.
El sitio donde pararon a pedir ayuda es la
actual cruz del santuario de la virgen del Socorro. Finalmente, dejaron la
talla en una cueva cercana a palacio, hasta la época de Antón Guanche cuando el
pueblo canario asimiló el cristianismo. A partir de este momento la trasladaron
a la cueva de Acbinico, detrás de la actual basílica de la Candelaria, para que
el pueblo la pudiera venerar de forma pública. La ermita a la que se refiere la
canción sea alguna de esas cuevas de culto.
En la cuarta estrofa el yo poético describe la esencia de la
mujer canaria con la comparación: “Todas las canarias son como este Teide
gigante: mucha nieve en el semblante y fuego en el corazón”.
El cuantificador (todas) convierte las palabras del yo
poético en una generalización en la que queda involucrada la globalidad del
género femenino canario. El elogio es colectivo, se aplica a un conjunto
completo (mujeres canarias)
El Teide es el monte más alto de las islas (y también del
país). Queda realzado con el adjetivo de cualidad (gigante) y el demostrativo
de cercanía (este).
La voz poética va a equiparar a la mujer canaria con uno de los elementos más majestuosos e imponentes que la madre Naturaleza nos ha regalado. Estamos hablando del pico más elevado de todo un país. 3718 metros sobre el nivel del mar. Ahí es nada. Debido a su altitud, va a estar coronado por la nieve (que es fría), pero en su interior alberga un volcán (que es caliente). Este fenómeno natural lo va a proyectar sobre la fémina isleña.
Las
mujeres canarias pueden parecer a primera vista desdeñosas, frías, impasibles,
les cuesta abrirse al amor, expresar lo que sienten, pero cuando las conoces en
profundidad, desde su propia alma, son los seres más pasionales y amorosos que
existen. Se produce una antítesis entre lo frío y lo cálido: “nieve en el
semblante y fuego en el corazón”. La identificación de la pasión amorosa con el
calor nos remite a la mística.
La quinta y última estrofa es la más sensual de todas. El yo poético se recrea en la belleza, y ornamentos de vestir femeninos, mediante estructuras en paralelismo: “Quiero que te pongas la mantilla blanca/la mantilla azul/la recolorada/la que sabes tú”. La voz poética busca el goce de la hermosura de la mujer, con todos y cada uno de los atuendos.
Se crea una
especie de juego o lenguaje en clave (lo que se conoce en el amor cortés como
contraseña): la que sabes tú. De todos esos atuendos hay uno que le vuelve
especialmente loco al yo poético, y eso es solo conocimiento de los amados. No
del público/receptor. Esa famosa matilla nunca se sabrá cómo es. El verbo de
voluntad (quiero que…) marca el deseo de la voz poética de disfrutar de la
estampa creada, en compañía de la amada.
La primera estrofa es una sextilla (8a 8b 8a 8b 8b 8a). La
segunda y la tercera son coplas (8- 8a 8- 8a). La cuarta, otra sextilla, similar
a la primera. Y la quinta, un quinteto dodecasílabo (12A 12B 12A 12B 12B)
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