En el año 1972 la cantautora madrileña Cecilia publicaba su primer álbum de estudio. En su canción más famosa criticó la hipocresía y la doble moral de las señoras de la burguesía, esas mujeres de bien que de cara a la galería predicaban grandes valores humanos, y luego, en la intimidad de su casa, se los pasaban por el forro. Esta tarde vamos a analizar Dama Dama
Hoy dos de agosto se cumplen 46 años del fallecimiento de Cecilia en un accidente de tráfico. Que el comentario sirva también de homenaje
Puntual cumplidora
Del tercer mandamiento
Algún desliz inconexo
Buena madre y esposa
De educación religiosa
Y si no fuera por miedo
Sería la novia en la boda
El niño en el bautizo
El muerto en el entierro
Con tal de dejar su sello
Dama, dama
De alta cuna, de baja cama
Señora de su señor
Amante de un vividor
Dama, dama
Que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor
Mujer por un vividor
Ardiente admiradora
De un novelista decadente
Ser pensante y escribiente
De algún versillo autora
Aunque ya no estén de moda
Conversadora brillante
En cóctel de siete a nueve
Hoy nieva, mañana llueve
Quizás pasado truene
Envuelta en seda y pieles, es una
Dama, dama
De alta cuna, de baja cama
Señora de su señor
Amante de un vividor
Dama, dama
Que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor
Mujer por un vividor
Devoradora de esquelas
Partos y demás dolores
Emisora de rumores
Asidua en los sepelios
De muy negros lutos ellos
El sábado arte y ensayo
El domingo los caballos
En los palcos del real
Los tés de caridad
Jugando a remediar, es una
Dama, dama
De alta cuna, de baja cama
Señora de su señor
Amante de un vividor
Dama, dama
Que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor
Mujer por un vividor
Dama, dama
De alta cuna, de baja cama
Señora de su señor
Amante de un vividor
Dama, dama
Que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor
Mujer por un vividor
Dama, dama
De alta cuna, de baja cama
Señora de su señor
Amante de un vividor
Dama, dama
Que hace lo que le viene en gana
Esposa de su señor
Mujer por un vividor
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La protagonista de la canción es una mujer perteneciente a
la clase burguesa madrileña. Ya sabéis lo que esto significa: buena posición
social, lujo, riqueza, ocio, marido influyente y prestigioso, las mejores
ropas, la mejor comida, una agenda social apretada con la creme de la creme de
la capital…En definitiva, moverse en un entorno elitista con actividades
reservadas a las clases sociales más poderosas.
Una de las principales preocupaciones de estas señoras de
bien es cuidar su imagen pública, de acorde a su estatus: vida discreta y
ordenada, nada de escándalos, ir a misa, aparecer junto al marido y los hijos
en todo tipo de eventos para que la gente vea que forma una familia estable
Ya hemos hablado alguna vez del honor. Consiste en generar
una opinión positiva en los demás (dignidad). Como miembro de la burguesía
todos esperan de ella una serie de comportamientos morales y la ejecución de
unas costumbres, impuestas por pura convención social: ser afín al régimen, la
iglesia, el matrimonio, aparte de seguir algunos hábitos que te adscriben a tu
estatus: mostrar interés por cierto tipo de cultura (el teatro, la hípica, la
literatura…) y hacer acto de presencia en todos los actos que involucran a
personas de su misma clase social (entierros, bautizos, comidas…).
Se trata de ajustarse/adscribirse al prototipo burgués, y no
apartarse de él para no ser señalada por el resto. Estas mujeres buscan
mantener el prestigio siguiendo el modelo de vida descrito, o al menos,
APARENTANDO cumplir con el estereotipo.
Y así llegamos al eterno conflicto de apariencia VS
realidad. La vida burguesa es solo una fachada, un envoltorio, un disfraz, una
máscara de carnaval. La protagonista de Dama Dama, de cara a la galería, es una
señora burguesa de bien (culta, religiosa, fiel, ejemplo de orden y rectitud…).
Por su boca predica que lleva una vida pulcra y perfecta. Sin embargo, la
realidad es distinta. Detrás de ese frontispicio de ejemplaridad y pulcritud
moral, se halla una persona hipócrita que es capaz de romper con todos esos valores
que predica, ya que está siendo infiel a su esposo manteniendo una relación en
secreto con otro señor.
La doble vida se manifiesta en las antítesis del estribillo:
alta cuna/baja cama. Señora de su señor/ amante de un vividor
Los adjetivos de posición (alta, baja) aplicados a elementos
del mobiliario doméstico (cuna, cama) funcionan como metáfora de las clases
sociales con las que se relaciona la mujer. En el seno de la vida pública, su
amor es el esposo, una persona poderosa, rica, prestigiosa, culta... En
definitiva, virtuosa. Ambos forman, de cara a la galería, una unidad
indivisible, tal como se manifiesta en la derivación (señora de su señor). Los
dos están vinculados por el vínculo de la unidad familiar, y de cara a la
sociedad, son un matrimonio.
Sin embargo, en el contexto de la vida privada (cuando nadie
la ve), la persona a la que ama no es el marido, sino un señor de clase baja e
incluso de dudosa reputación moral: amante de un vividor. El término vividor
posee connotaciones negativas, ya que se aplica a personas que viven a expensas
de los demás, buscando por malos medios lo que necesita o conviene. Este hombre
ve en la protagonista una mujer rica, con recursos…perfecta para sobrevivir. En
definitiva, se trata de un ser defectuoso.
La señora, a pesar de infundir a los que le rodean una
imagen moralmente incorruptible e inmaculada, en la práctica no tiene
escrúpulos y se deja llevar por sus instintos más viscerales sin importar lo
que predica su sistema ideológico: dama, dama que hace lo que le viene en gana.
De su marido coge lo mejor de la vida burguesa (dinero, prestigio, vida
cómoda…) y del amado placer sexual.
El vínculo de la burguesía con el sector eclesiástico se
manifiesta al comienzo del tema mediante el circunloquio: puntual cumplidora
del tercer mandamiento
La autora de la canción presupone que el receptor posee la
cultura suficiente para saber que el tercer mandamiento de Dios es el de
“Santificarás las fiestas”. La protagonista, siguiendo las costumbres de la
alta sociedad madrileña, acude todos los domingos a misa. Con el objetivo de
evitar el estereotipo (la gente de bien va a la Iglesia), Cecilia prefiere dar
un rodeo y recurrir a una expresión oblicua.
Ser bien visto socialmente implica adscribirse a esos
estereotipos: buena madre y esposa de educación religiosa. Esto tiene que ver
con la moral franquista de la época. Las mujeres buenas eran aquellas que se
preocupaban de la familia, los hijos, el marido, hacían las tareas del hogar y
seguían las costumbres impuestas por la Iglesia (rezo, rosario, misas, fe,
inculcar a los niños las creencias…). La protagonista, como buena burguesa,
sigue estos patrones que le permiten mantener una imagen pública prestigiosa, y
que todo el mundo diga lo buena que es.
En medio de este tinglado moralista, Cecilia mete un versito
de tono irónico: algún desliz inconexo. Está claro que no todo es oro lo que
reluce en esta mujer. Entre tanto virtuosismo (va a misa, buena madre, buena
esposa, buena educación…), algún defectillo debe tener. En principio, todos
podemos pensar: la mujer es humana, y como tal, puede equivocarse de vez en
cuando. La tentación es fuerte y a veces puede con nosotros.
Sin embargo, cuando nos enteramos de que la buena señora
está siendo infiel al marido (pecado de los gordos), nos damos cuenta de la
ironía que desprende la autora en este versito.
La letra original era más explícita: algún desliz en el
sexto [mandamiento]. El sexto mandamiento dice “no cometerás actos impuros”. La
censura tardofranquista vio que este verso era demasiado explícito y atrevido,
así que obligó a Cecilia a cambiarlo por “algún desliz inconexo”, eufemismo de
la infidelidad.
La protagonista se avergüenza de su vida oculta, siente que
debe esconderla, tal como se refleja en la oración subordinada condicional: y
si no fuera por miedo…El honor y la imagen pública son muy importantes para la
burguesía. Si la gente se entera de que está acostándose con un hombre de
dudosa calaña, se convertiría en el centro de todas las críticas, burlas y
juicios de valor.
Esto se refleja en las estructuras en paralelismo: sería la
novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro.
-Los atributos aluden a las personas protagonistas, sobre
las que recae la atención de la gente en determinados contextos (la novia/el
niño/el muerto)
-Los circunstanciales de lugar aluden a eventos sociales (en
la boda/en el bautizo/en el entierro)
Ante un escándalo social, la mujer se convertiría en el
centro de todas las conversaciones, y eso no es bueno para su imagen pública.
El pundonor, la apariencia y la falsa virtud pueden más que sus instintos y
pasiones: con tal de dejar su sello…
Ella es feliz con su vida pecaminosa. Internamente se siente
orgullosa. Satisface sus deseos y necesidades sexuales. Se siente realizada.
Alcanza la plenitud. ¿El problema? No quiere que los demás se enteren de su
doble vida, ya que generaría un escándalo social. Todo el mundo hablaría mal de
ella, la pondría a parir, la criticarían, la repudiarían. Sería el hazmerreír.
Por lo tanto, la relación con el amante la lleva en absoluto
secreto. Es un idilio que vive por y para ella. Sin espectadores ni testigos.
Ella se lo guisa y ella se lo come. No necesita irradiarlo, ya que sería
perjudicial para su imagen
Sus gustos literarios son un reflejo de su personalidad:
ardiente admiradora de un novelista decadente. El calor (ardiente) funciona
como metáfora de la pasión (la protagonista es una fanática/acérrima seguidora
de la literatura decadentista).
El decadentismo es un movimiento literario de origen
francés. Se dio en las dos últimas décadas del siglo XIX, con autores como
Baudelaire (Las flores del mal) Oscar Wilde o D’annunzio.
Los personajes de estas obras piensan que su vida es vacía,
monótona, aburrida, tediosa, infeliz, gris. La protagonista de Dama Dama si
tiene que recurrir a un amante es porque la vida burguesa no le satisface ni le
llena. Por una cuestión de prestigio y estatus (conveniencia) no le importa
apegarse a las costumbres exquisitas de la clase alta. Hay cosas de la
burguesía que sí le interesan (riqueza, lujo…). Pero en el fondo, no es feliz
con su marido y necesita darle emoción a su vida con otro hombre.
Esta señora, como tantos otros personajes decadentistas, se
evade de la realidad a través de elementos pecaminosos, prohibidos,
escandalosos (en este caso, el amante, que se convierte en objeto venerado).
Esas caídas del interior de uno mismo son propias de la literatura fin de
siglo.
La protagonista actúa desde la individualidad. Se aísla del
entorno. No quiere que nadie sepa de esta doble vida. Es egoísta: que hace lo
que le viene en gana…Actúa por instinto sin importar la moral. Se considera un
ser superior, por encima del bien y del mal. Es feliz a través del placer
superficial (sexo con el amante). El resto del tiempo es infeliz y se enmascara
en los lujos de la vida burguesa.
Cecilia representó desde la sensibilidad, y sin renunciar al
realismo, el inconsciente de la muchacha, tal como ella se siente: me gustan
los lujos y el bienestar de la vida burguesa (y hay que conservar la imagen),
pero no soy feliz con mi marido, así que para olvidarme de las penas me busco
un amante. Estas dos cosas (lujo y amante) me dan felicidad pasajera y puedo
sobrellevar mejor el hastío vital.
De cara a la galería, utiliza la literatura como objeto de apariencia
social. En el seno de la burguesía está bien visto leer libros, conocer el
nombre de sus autores, memorizar citas y sobre todo, demostrar que sabes mucho:
ser pensante y escribiente de algún versillo o autora aunque ya no estén de
moda.
La élite social, desde la tradición grecolatina, se
“apropió” de la cultura. Las clases
ricas eran las que coleccionaban libros, tenían bibliotecas, usaban lujosas
portadas y encuadernaciones y acudían a las universidades.
Casi siempre ser culto era sinónimo de tener dinero y
pertenecer a la élite social. De ahí, esa obsesión por demostrar a los demás
que habías leído mucho y tenías muchos conocimientos, aunque en la práctica no
te interesara lo más mínimo el mundo de la literatura, la cultura, la ciencia,
la filosofía…Como decía José Cadalso, la erudición se confunde con pedantería.
La protagonista de la canción se limita a leer libros solo para demostrar que
es de los “buenos”.
Lo único que le gusta es la literatura decadente (porque se
siete identificada con sus personajes). Pero eso es mejor callarlo, no vaya a
ser que dé pistas al mundo jejejjee. De cara a la galería, se coge dos o tres
libros, extrae unas cuantas citas, las memoriza y las utiliza para fardar
delante de la gente de que ha leído mucho, es supermeguay y sabe muchas cosas
fruto de sus lecturas. El caso es aparentar que le gusta la cultura, aunque en
el fondo no le apasione. Si da prestigio, todo vale.
Una vez le sacas de esos cuatro datos estratégicamente
memorizados, la protagonista no tiene tema de conversación. Le falta “cultura
real”, hecho que Cecilia recalca desde la ironía: conservadora brillante en un
cóctel de siete a nueve: hoy nieva, mañana llueve, quizá pasado truene.
Se aplica un adjetivo valorativo con connotaciones positivas
(brillante) a un acto que genera impresiones negativas: ante la falta de ideas,
la buena señora se pone a hablar del tiempo meteorológico con la gente que se
encuentra en ese lujoso cóctel.
Las oraciones impersonales (hoy nieva, mañana llueve)
denotan tedio, aburrimiento, monotonía, falta de pasión, falta de emoción.
Cuando la gente no sabe de qué hablar lo normal es hablar del cosas triviales y
banales como el tiempo. En un ambiente selecto se evita hablar de temas
personales e íntimos. Mejor hablar de generalidades que no te comprometan
La oración de participio (envuelta en seda y pieles) y el
circunstancial de lugar y tiempo (en un cóctel de siete a nueve) contribuyen a
crear un ambiente refinado y sofisticado, en el que cada detalle está cuidado
al máximo, con una rigidez máxima: todos acuden bien vestidos, el evento dura
exactamente dos horas…
Está claro que la mujer es todo menos “conversadora
brillante”. Solo sabe hablar del tiempo aunque ella misma diga que lee mucho y
conoce muchas obras y autores.
La protagonista es partícipe de las costumbres burguesas,
tal como se describe en la tercera estrofa: devoradora de esquelas…/emisora de
rumores/ el sábado arte y ensayo/el domingo los caballos…/los tés de caridad
La vida social es muy importante para las señoras de clase
alta. Por eso, la protagonista está atenta a la actualidad del entorno más
cercano (edificio, calle, barrio, ciudad…). Quiere enterarse de todo lo que
ocurre, sea venturoso o desgraciado, tal como se expresa con la metáfora
gustativa: devoradora de esquelas, partos y demás dolores. Le encantan los
cotilleos
Una esquela es un aviso que informa de la muerte de una
persona. Se supone que la señora se interesa para ser la primera en dar el
pésame y hacerse notar en la vida pública. Es una forma de reforzar su
prestigio e influencia en el entorno. Interesarse por el estado de una persona
después de sufrir un percance o desgracia (problema de salud, accidente
doméstico, infortunio laboral, conflicto familia…) genera una imagen positiva
en los demás: anda, mira, pues Fulanita me ha preguntado por mi pierna rota…
Por eso, a la protagonista le encanta ir a los entierros:
asidua en los sepelios de muy negros lutos ellos. Aunque se haya muerto alguien
poco allegado, ella acude a la ceremonia y se viste de negro como si realmente
sintiera pena, dolor y tristeza por el fallecimiento, cuando no está afectada
en absoluto.
Esto se llama HIPOCRESÍA. La gente se da do de pechos, se
compadece de las desgracias, te felicita por tus éxitos y fortunas, suelta
discursitos y palabritas celestiales. ¿La realidad? Les da igual todo. Todo eso
que expresan no lo sienten. Se viola la máxima de la sinceridad. La gente lo
hace para dar una imagen artificial y forzada de sí misma, para demostrar que
son buenas personas por echar una lágrima o hacer una carantoña.
La protagonista aprovecha las fortunas y adversidades ajenas
para hacer vida social y engordar su prestigio e imagen honrosa. Al final,
aunque felicite, dé pésames y se compadezca delante de otros, en el fondo es
una cotilla a la que le gusta hablar, malmeter, enredar y decir cosas que no
tienen fundamento y comprometen a los demás: emisora de rumores…
En esta estrofa se ve reflejada la doble moral burguesa: por
delante te digo palabras bonitas y te doy un abrazo, y por detrás hablo de ti y
te pongo a parir. En definitiva: FALSEDAD. La mujer se convierte en agente de
actos falsos e hipócritas, tal como se refleja en los sustantivos deverbales
(devoradora, emisora) y adjetivos (asidua) que encabezan cada verso.
La protagonista sigue los hábitos de la clase burguesa
madrileña: el sábado arte y ensayo y el domingo los caballos en los palcos del
Real. Los fines de semana, la élite de Madrid acudía al cine o al teatro a
contemplar espectáculos selectos y exclusivos que diferían totalmente de los
gustos del pueblo llano.
El arte y el ensayo es un concepto vinculado con la
experimentación, la vanguardia, la innovación y el rechazo a lo comercial. La
plebe quiere películas y obras teatrales que te diviertan y te hagan reír de
una forma sencilla. Los ricachones quieren productos originales, rompedores y
complejos, aunque carezcan de sentido.
Ir al Palacio Real a contemplar espectáculos ecuestres era
otra de las aficiones de la alta burguesía de la capital.
Las estructuras en paralelismo reflejan la monotonía y
habitualidad de estas costumbres: día de la semana (el sábado/el domingo) +
sustantivo de actividad (arte y ensayo/los caballos).
Y por supuesto, no nos podemos olvidar de la organización de
actos benéficos: los tés de caridad…A la burguesía le encantaba montar
rastrillos, cenas, desayunos, recitales…En teoría, para destinar el dinero
recaudado a alguna entidad no gubernamental que ayudara al resto de mortales a
sobrellevar sus desgracias: huérfanos, viudas, sintechos, enfermos…
En la práctica, todo este tinglado lo organizaban para hacer
un poco de vida social. Era la excusa perfecta para juntarse con otras señoras,
pasar el rato, e incluso matar el aburrimiento, tal como expresa Cecilia de
forma jocosa: jugando a remediar. Para estas señoras, los actos benéficos son
un mero entretenimiento, un divertimento para pasar la mañana. Los problemas
reales de la gente les da igual.
Ellas lo hacen para dar una imagen entrañable y empática al
resto de la sociedad, y que todo el mundo diga: mirad qué buenas son estas
señoras, preocupándose por los demás. De nuevo, el prestigio y el honor están
por encima de todo lo demás.
Tened en cuenta que estas mujeres son adineradas, viven
lujosamente, comen bien, tienen casas grandes. No han conocido los problemas
reales de la gente. Ellas se piensan que el mundo funciona de forma fácil, como
sus vidas. Por eso, creen que organizando un mercadillo benéfico están dando
solución a los grandes problemas mundiales. Se ofrecen como las salvadoras del
país.
Cecilia no da puntada sin hilo. El verbo remediar significa
poner fin a aquellos elementos que son dañinos, perjudiciales o problemáticos.
A pesar del predominio de la modalidad descriptiva con un
fin de crítica social, el verso de arte menor (puntual cumplidora/el niño en el
bautizo) prepondera sobre el de arte mayor (que hace lo que le viene en gana/
de alta cuna, de baja cama).
Se supone que en un tema como este es más importante exponer
el contenido y transmitir la idea, y eso te pide un verso largo. Sin embargo,
Cecilia concentró muy bien la información en versos cortos, permitiéndose el
lujo de distribuir las estrofas en quintillas (7a, 7b 8b 7a 8b) (8a 8b 7c 7a
7a) (7a 9B 8b 7a 8a) (8a 9B 8b 7b 7b) (8a 8b 8b 7c 8c) (8a 8a 7b 7b 7b), y
generar pareados (de un novelista decadente/ser pensante y escribiente). De
hecho, el estribillo consta de dos pares de pareados (4a 9A 8b 8b)
La rima asonante domina sobre la consonante
(mandamiento-inconexo, entierro-sello)
El Real no es el Palacio Real sino el Teatro Real donde se representan óperas, los caballos se ven en el Hipódromo de la Zarzuela.
ResponderEliminarEsas generalidades de las que hablaba la señora protagonista de la canción se conocen en inglés como "small talk" para romper el hielo ante personas que conoce poco.
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