miércoles, 27 de julio de 2022

Como las alas al viento: una copla sobre el proceso místico y un Dios deseado y deseante

Si hay algo que me apasiona de este blog son los abruptos cambios de registro entre un análisis y el siguiente. ¿Habéis leído o estudiado el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (una de las obras más representativas del Mester de Clerecía del siglo XIV)?

En este libro, tan pronto estamos leyendo coplillas de corte erótico (sobre el cuerpo de la mujer, el apetito sexual, la libertad de elegir amante…), como poemas de contenido sacro (dedicados a Dios, a la virgen, los santos…). Resulta curioso pasar de un contexto profano a otro religioso en cuestión de segundos.

En el mundo de la copla pasa algo parecido: si el día anterior os deleité con una canción picante y extrovertida (El cordón de mi corpiño), hoy os traigo un poema que supone una exaltación al amor divino. La letra fue compuesta en 1993 para Rocío Jurado. Se titula Como las alas al viento.


Como las alas al viento,

yo le elevo a Dios mi corazón
a ese Dios que vive,
que me llena de su amor.

Como las alas al viento,
yo le llevo a Dios mi corazón,
ese Dios en mi vive
y me llena de su amor.

Ayudame, Ayudame, Ayudame,
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame,
Señor a caminar.

Ayudame... Ayudame, porque creo en ti Señor,
porque pienso que el hombre fuera de ti no vive,
no tiene esperanza y se encuentra perdío.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Hay... una manera mis hermanos de vivir,
Hay... una manera nueva de pensar.


Dios buscando al hombre allá en su reino de paz,
Dios intentando que el hombre vuelva a Él.

Lucha, Lucha, Lucha
hermano la batalla de Dios
Lucha, Lucha, Lucha
no quieras ser tu siempre un perdedor.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame... Ayudame, por que creo en ti Señor
por que pienso que el hombre fuera de ti no vive,
no tiene esperanza y se encuentra perdío.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Lucha, Lucha, Lucha
hermano la batalla de Dios
Lucha, Lucha, Lucha
no quieras ser tu siempre un perdedor

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El contenido está influido por la teología mística cristiana, que es una corriente religiosa que se caracteriza por la búsqueda de una experiencia personal, unitiva y amorosa con Dios. En España tuvo su auge durante el siglo XVI. ¿Habéis leído las obras de San Juan de la Cruz o los poemas de Santa Teresa de Jesús?

Esta copla constituye una exaltación a la unión entre el alma y Dios, tal como ocurría en la lírica mística del Renacimiento, pero empleando un lenguaje accesible y cercano a la gente común.

Tradicionalmente, la mística es un camino de tres vías o etapas, que aparecen reflejadas en la composición:

Por un lado, la vía purgativa, en la que el alma todavía no se ha unido a la divinidad y vaga perdida y confundida en medio de la oscuridad y la soledad. Según los místicos, la vida no tiene sentido para el hombre en estos momentos. Necesita unirse a Dios para orientar su existencia de forma correcta.

Esto se refleja en el tema con argumentaciones adheridas a las subordinadas sustantivas de complemento directo, en forma de enumeración: porque pienso que el hombre fuera de ti no vive, no tiene esperanzas y se encuentra perdido.

Evidentemente, se trata de una postura personal y subjetiva, con la que podéis estar o no de acuerdo. Para los místicos, el sentido de la vida se explica a partir de la fe. Para otros, la razón está por encima de la fe. Ya sabéis que la dicotomía fe VS razón ha dado lugar a debates muy interesantes en la historia del saber filosófico. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es el origen de la vida?…En este caso, tenemos que situarnos en el contexto de la fe.

Para los místicos, la purgación del alma es un proceso muy importante, ya que sin la purificación, la unión con Dios no es posible. El mundo está lleno de tentaciones, de vicios, de pecados, de cosas que resultan muy bonitas, apetitosas y atractivas, pero que nos impiden acercarnos a la persona que más nos quiere.

Imaginad que estamos en un parque de atracciones, en plena luz del día: el ruido de la gente, de los cacharros de montar y la luz del Sol aturden los sentidos y nos impiden ver y oír a la persona que queremos. Para ello, tenemos que renunciar a todas aquellas cosas que anulan los sentidos (aunque sean divertidas), para poder contemplar con claridad la realidad divina.

Este proceso se conoce como purgación de la memoria: limpiar el alma de apogeos sensitivos que provienen del cuerpo, o como decía San Juan de la Cruz “hay que perder el gusto por el apetito de las cosas”.

Las tentaciones y cosas apetitosas no son malas. Lo malo es el apogeo y el gusto que provocan en nuestra memoria, porque la impiden orientarse planamente hacia Dios.

La vida se representa de forma alegórica como una lucha contra los vicios y Pecados. El objetivo de esta batalla es vencer las tentaciones para lograr la unión con la divinidad.

Los imperativos reduplicados (Lucha, lucha, lucha), el vocativo (hermano) y la metáfora (en la batalla de Dios) ayudan a concebir la vía purgativa como una gran batalla contra las cosas apetitosas que anulan nuestros sentidos.

Debemos tener en cuenta que la mística está influida por la ascética y la meditación: si queremos la unión con Dios, hace falta alcanzar la perfección moral (ser bueno) y lograr un estado de atención concentrada en algo que queremos.

Los imperativos y vocativos a la entidad divina (Ayúdame, Señor, a caminar) enfatizan la urgente necesidad de unión por parte del yo poético: el hombre no puede estar solo. Requiere unirse a Dios para dotar de sentido a su vida, y así perder el estado de angustia y desesperación que provoca el desconocimiento y la indeterminación.

El tópico de la vida y de la existencia como senda está extraído de la vieja poesía de cancionero (véase Jorge Manrique).

Después de la purgación del alma, llegamos a la segunda etapa del camino místico: la vía iluminativa. Las cosas que anulaban nuestros sentidos han desaparecido tras esa limpieza. Por tanto, ahora somos capaces de ver, oír y notar la presencia de esa persona que nos quiere (Dios). Todavía no se ha producido la unión, pero al menos, ya estamos en el camino correcto. Hay que seguir trabajando para alcanzar la vinculación total.

En esta etapa se produce la elevación del entendimiento hacia Dios. Una vez el alma ha quedado limpia de toda relación con las cosas banales y pecaminosas, estará capacitada para entregarse a la “sabiduría oscura” o “sabiduría secreta”. ¿Y qué quiere decir esto?

Muy sencillo: esto significa que el ser humano es capaz de saber cosas, sin necesidad de entenderlas racionalmente. Solo sabemos que Dios existe y está ahí, aunque no haya razones científicas para comprobarlo. Es lo que se conoce con el término de fe.

Mediante la subordinada causal el yo poético se presenta como un ser creyente, movido por la fe: Porque creo en ti, Señor. El presente de indicativo refleja el pensamiento de forma limpia, sin dudas ni titubeos. Se trata de una verdad sincera.

Tener fe implica que la unión está cada vez más cerca. Mediante una comparación con elementos extraídos del mundo natural se expresa ese acercamiento: Como las alas al viento, yo le elevo a Dios mi corazón. De manera inherente, las alas entran en contacto con el viento para echar a volar.

La culminación de esto se produce en la tercera etapa del trayecto que es la vía unitiva, en la que se lleva a cabo la fusión entre el alma y Dios: Ese Dios que vive en mí y me llena de su amor. Es la purificación de la voluntad. El alma alcanza el grado más perfecto de unión, ya que ha vaciado su propia voluntad, lo más suyo, para entregarla a Dios. Es el AMOR con mayúsculas. Dios ha entrado en nosotros y va a formar parte de nuestra vida.

La representación de la divinidad recuerda a la que hacía Juan Ramón Jiménez en su última etapa poética (Animal de fondo). En esta obra no solo vemos a un Dios deseado por el hombre (la humanidad quiere unirse a Él), sino también deseante (Él quiere unirse a la humanidad).

De esta manera, la unión mística es más perfecta, ya que se trata de algo recíproco. En esta canción, vemos a un Dios activo, que lucha por la unión con el hombre, con el fin de guiarle por el Buen camino: Dios buscando al hombre…, Dios intentando que el hombre vuelva a él. En lugar de esperar a que el hombre llegue, el ente divino se mueve para encontrarlo. El gerundio (intentando, buscando) refleja la implicación de la deidad en el proceso místico.

El uso de verbos que transmiten empeño (intentar, buscar) y perífrasis verbales que implican reiteración y rectificación (volver), dibujan a Dios como un ser cargado de amor, al que no le importa mandar señales y recoger en su rebaño a gente que lo había abandonado: Dios buscando al hombre en su reino de Paz/Dios intentando que el hombre vuelva a Él.

La anáfora (los dos versos empiezan con la palabra Dios) intensifica la voluntad de Dios, el cual no solo es deseado, sino también deseante.

Como veis, la divinidad no hace distinción ni discriminación (habla del hombre en general), desea la paz espiritual mundana y da segundas oportunidades. Esa imagen de un Dios bueno se contrapone a la del Dios medieval que juzga y castiga.

Recordad que esto es solo un punto de vista, una perspectiva, una forma concreta de pensar y dar sentido a la existencia, pero no quiere decir que sea la correcta. El sentido de la vida es una cuestión muy compleja. El yo poético intenta atraer a la gente a esa forma de concebir la vida haciendo apelaciones con estructuras en paralelismo (Hay una manera de vivir/Hay una manera de pensar) y vocativos (mis hermanos), pero eso no quiere decir que sea la única forma de plantear la existencia. Habrá gente que esté de acuerdo y otra que no. Eso es lo bonito de este tema. La copla refleja literariamente una mentalidad, una forma de ver las cosas, se comparta o no se comparta

Métricamente, el tema es irregular: hay versos hexasílabos (a ese Dios que vive), dodecasílabos (Ayúdame, ayúdame, ayúdame), alejandrinos (porque pienso que el hombre fuera de ti no vive), octosílabos (Como las alas al viento), decasílabos (yo le elevo a Dios mi corazón), heptasílabos (Señor a caminar).

Con la rima pasa algo parecido: encontramos algunas asonancias sueltas (corazón-amor, Dios-perdedor), pero en la mayoría de los casos los versos van por libre.

Para terminar, una pequeña curiosidad. En los últimos años de Rocío Jurado, cuando ya estaba enferma con el cáncer, este tema adquirió una dimensión trascendental desde el punto de vista de la interpretación extratextual. Normalmente, al analizar un texto hay que limitarse a los elementos lingüísticos y literarios que en este aparecen. Sin embargo, en ocasiones, los contextos y circunstancias personales (elementos externos al texto) son tan poderosos, que el texto puede llegar a cobrar nuevas dimensiones y sentidos.

Pongo un ejemplo para que me entendáis.

En la Navidad del 2005 se emitió la última gala de Rocío Jurado por televisión (Rocío siempre). El tema con el que la chipionera abrió el show fue Como las alas al viento.  Todas esas exaltaciones a Dios, esas peticiones de ayuda (Ayúdame, Señor, a caminar), esos imperativos (Lucha, lucha, lucha) adquirieron sentido de cara a las circunstancias personales de la más grande. Parecía que ella estaba pidiendo ayuda a Dios para superar su enfermedad y se animaba a sí misma a salir del pozo. Recordad que estaba en pleno tratamiento. Daba la sensación de que el tema estaba diseñado para ese momento tan delicado de salud que estaba viviendo.

No obstante, el contenido original de la canción (al que hay que ceñirse para interpretar bien el tema) es de carácter místico. Lo otro es bonito e interesante reseñarlo, pero no nos podemos dejar llevar por eso a la hora de hacer el análisis. Lo digo porque mucha gente se cree que esta canción es una plegaria a Dios para que le ayude a curarse, y no es así. ¿Se puede dar una interpretación extratextual? Por supuesto, pero no es la que el autor concibió. El tema es de 1993. Rocío Jurado estaba bien de salud en ese momento.

 


 

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