La entrada de hoy está dedicada a mi amiga Carmen, que hace unos días empezó una nueva etapa en su vida, en el municipio malagueño al que alude la copla de esta noche: Ay Torre Torremolinos. El tema fue compuesto en 1979 para Isabel Pantoja.
Cuenta la historia de un amor de verano, protagonizado por
una mujer sevillana que va de vacaciones a la costa del Sol, y se enamora de un
chico. Las exaltaciones de goce, sensualidad, alegría y júbilo se fusionan con
las pequeñas vicisitudes de este tipo de romances juveniles.
Cuando llegue de Sevilla
A la orilla, la orilla,
A la orilla del ma…
Los volantes de mi enagua
Me dijeron a compa…
Suelta tu pelo moreno,
Pues vas a encontrar aquí
Un cariño inesperao,
Rosita,rosita,
Rosita der me de Abril.
Ay, Torre, Torremolinos!
Campanas,campanas de San Migue.
Hueles a albahaca y a vino,
A barcas de vela,
Jazmín y clave.
Los ojos de un Malagueño
Se fueron detrás de mi,
Por ellos pierdo hasta el sueno
Y vivo que vivo en un sin viví.
Estoy de noche y de día
Metía, metía en un torbellino,
Por tus ojos vida mía
Ay torre, mi torre,
Mi Torre, Toremolinos!
Mi mare no lo camela
Ni tampoco,poco,
Poco a mi la de e…
Y nosotros nos queremos
Con mas fuerza cada ve.
Cuando se acabe el verano,
No se lo que va a pasa…
Pero mientras no se acabe
Yo sigo, que sigo,
Yo sigo con mi canta
..............................................
El relato está contado en primera persona por el personaje
femenino. Esto se ve en las marcas morfológicas verbales (cuando LLEGUÉ de
Sevilla), pronominales (ME dijeron) y el posesivo (MI enagua).
Los complementos circunstanciales marcan el origen/punto de
partida del viaje recreativo vacacional (de Sevilla), y la zona de destino
turístico (a la orilla del mar). Se trata de una chica que procede de la
Andalucía interior, que se marcha al litoral a pasar unos días de descanso,
como hacen la mayoría de españoles cada verano
Gracias al título de la canción sabemos que el lugar donde
va a pasar unos días de vacaciones es Torremolinos, municipio malagueño
costero, situado en la orilla occidental de la Bahía de Málaga, y a espaldas de
la Sierra de Mijas. En definitiva, mar y montaña a partes iguales
No obstante, si nos ceñimos a la letra original, observamos
que la sinécdoque da un carácter vago, impreciso y genérico a la historia, ya
que en lugar de mencionar explícitamente la ciudad en su totalidad (Torremolinos)
se alude a una parte concreta (a la orilla del mar), la cual es común a muchos
otros pueblos de España (que tienen costa).
Se nombra una parte (playa) por el todo (pueblo), ya que es
más importante realzar el hecho de que te vas de veraneo al litoral (playa,
sol, arena, mar…), que el propio pueblo. El lugar de destino no importa. Lo que
vale es que tenga playa (Benidorm, Fuengirola, Cullera, Barna…). A mucha gente
le da igual la localidad. Lo que quiere es irse a la playa y mojarse los pies jejjeje.
Sabemos que es Torremolinos por el título y el estribillo. Si nos ceñimos a la
primera estrofa encajará cualquier pueblo costero español.
En el turismo de sol y playa la gente no cuenta tanto el
patrimonio cultural, sino la calidad del clima, las zonas de baño…
En esas vacaciones, la protagonista se enamora sin
esperarlo. El buen amor llega de una forma natural, no provocada, irracional,
no buscada. No tiene una explicación. Como dirían los poetas épicos clásicos,
el destino, el fátum, la predestinación. Pasa porque sí y punto. No hace falta
estrujarse la cabeza en busca de una explicación. Dos almas en el momento y
lugar adecuados.
De hecho, aparece la figura del oráculo que vaticina la
buenaventura de la muchacha. El papel de oráculo es desempeñado por un elemento
inerte y cosificado (los volantes de mi enagua). La enagua es una prenda de ropa interior
femenina que consiste en una tela blanca de algodón con encajes y bordados que
se ajusta a la cintura y cae desde los hombros y cubre las piernas.
El ornato de esta vestimenta (volantes) cobra trascendencia
y habla en el poema como si fuera un ser humano. Se trata de una
personificación. Una realidad no humana establece un diálogo con la
protagonista: Suelta tu pelo moreno pues vas a encontrar a aquí un cariño
inesperado. Rosita, rosita del mes de abril
La perífrasis verbal ingresiva (vas a encontrar aquí)
circunscribe la acción en el plano de la seguridad y la inminencia. Los
oráculos nunca fallan. Lo que predicen, se va a cumplir sí o sí. El amor de
verano es inevitable. La chica, quiera o no, se va a enamorar durante las
vacaciones.
El diálogo está cargado de sensualidad gracias a dos
elementos:
-Por un lado, la alusión al tópico de la mujer morena:
suelta tu pelo moreno. El canon de belleza de la hembra española no está en el
pelo rubio petrarquista o los ojos claros, sino en los tonos marrones, negros y
tostados. El imperativo (suelta) es una invitación a disfrutar del placer del
amor. El oráculo no solo vaticina, sino que invita a la chica a abrirse al
amor, a mostrar su belleza, a perder los miedos, a no cerrarse a nada…
-Por otro lado, los vocativos elogiosos: rosita del mes de
abril. La flor funciona como metáfora de la belleza y juventud de la mujer, tal
y como ocurre desde la tradición clásica y renacentista. El diminutivo (rosita)
da un carácter afectivo al discurso. El oráculo habla con cariño y dulzura a la
chica, para que se abra a lo que le va a venir.
El ambiente de sensualidad es máximo. No se trata de una
flor cualquiera, sino de una rosa del mes de abril, que es la época del año en
que mejor luce en la Naturaleza, tanto en color (rojo pasión) como en olor y
aspecto.
Si observamos las reiteraciones, durante la primera estrofa
se repiten aquellas palabras que connotan sensaciones paradisiacas (orilla [del
mar]) y estéticas (rosita).
La exaltación toponímica a Torremolinos es solo una
excusa/pretexto para celebrar su bonanza con el amado.
El elogio se ve intensificado por la presencia de la
interjección y la exclamación retórica (¡Ay Torremolinos!). El yo poético
expresa su goce y éxtasis porque en este pueblo vive la persona a la que ama.
Además, el enaltecimiento está acompañado de un juego
morfológico descomponiendo el lexema compuesto en dos palabras simples
(Torre-Torremolinos)
La protagonista alude a uno de los monumentos más famosos
del municipio malagueño: la catedral de San Miguel: Campanas, Campas de san
Miguel
La vía de San Miguel es la calle más popular y transitada de
la localidad. Es una calle peatonal, repleta de comercios y turistas. Al final
de la rúa se encuentra la famosa torre nazarí que da nombre al pueblo, y la
iglesia de San Miguel, del siglo XVIII.
La descripción de Torremolinos en enfoca desde la óptica de
lo sensorial y lo sensual, mediante la enumeración de sonidos (campanas) y
olores (hueles a albahaca y a vino, a barcas de vela, jazmín y clavel). El
polisíndeton (y vino….y clavel) realza las virtudes del municipio. El olor a
mar y montaña son muy característicos de estos pueblos de la costa del Sol.
La relación de amor con el muchacho se explicita mediante la
sinécdoque: los ojos de un malagueño se fueron detrás de mí. Se alude a una
parte del cuerpo (ojos) en lugar de la persona en su totalidad (el chico). Esto
personifica y vivifica el sentimiento amoroso. Ya lo decían los tratadistas
medievales: el amor entra por la vista.
La amada se encuentra en un estado casi extásico. Este se
manifiesta en las hipérboles (pierdo hasta el sueño), la paradoja de influjo
santateresiano (vivo en un sin vivir), la antítesis (estoy de noche y de día) y
la metáfora (metía en un torbellino).
El torbellino representa la fuerza y el poder del
sentimiento amoroso, el cual altera tu vida, la pone patas arriba, descoloca
tus concepciones vitales y produce cambios en tu forma de ver las cosas. Cuando
una persona se enamora, está como en una nube, los sentimientos se magnifican,
todo te afecta más de la cuenta, estás más sensible y afectado. Desde la
tradición cortés el amor se veía como una enfermedad, ya que provocaba efectos
importantes en el cuerpo
La expresión de amor alcanza su grado máximo al final del
estribillo hasta el punto de que la amada se fusiona con el amado. Esto, que
posee influjo de la poesía mística, se expresa con el posesivo: vida MÍA. El
chico se convierte en una pieza indispensable, clave y trascendental para la
existencia de la amada.
Cuando amas férreamente a alguien, sus circunstancias
personales también pasan a formar parte de tu vida. Si en Torremolinos vive tu
amado, aunque seas de Sevilla, Torremolinos se convertirá en un escenario
importante para ti. Se crea un vínculo afectivo con el pueblo. Por eso, el yo
poético habla como si procediera de Málaga, y establece una relación de
posesión con el municipio: Mi Torre-Torremolinos. Si no hubiera conocido a esta
persona, el fervor a esta tierra no hubiera surgido.
En la segunda estrofa se alude a dos vicisitudes
arquetípicas de los amores de verano:
Por un lado, la oposición de los padres, que no ven con
buenos ojos que dos chavales de corta edad vivan un idilio amoroso que no va a
tener recorrido. Aunque la copla data de finales de los setenta, la mentalidad
de muchas familias seguía siendo puritana y conservadora. No se veía con buenos
ojos las relaciones prematrimoniales.
Al no ser una relación seria (amor de verano), la familia no
va a apoyar estos encuentros. De ahí la tirria de ella a la madre de él, y la
manía de él a la madre de ella: mi madre no lo camela, ni tampoco a mí la de
él. Para los padres, estos escarceos son una pérdida de tiempo que solo generan
escándalo social y sufrimiento. Al fin y al cabo en un amor con fecha de
caducidad
Esto nos lleva al segundo tópico del amor de verano. Se
trata de una relación efímera. Solo funciona durante el periodo vacacional. Una
vez se acabe el verano y ella vuelva a Sevilla, los encuentros físicos se
acabaron. Esto genera miedo, incertidumbre e inquietud a los amados, ya que no
se sabe qué va a pasar y cómo van a vivir uno sin el otro estando tan alejados.
Esto se traduce en dolor y pena, sobre todo cuando el cariño ha sido sincero y
verdadero.
La subordinada temporal marca la duración del periodo
estable y seguro de la relación: cuando se acabe el verano…Se establece una “fecha
límite”. La relación está acotada en el tiempo
Esto desemboca en un contexto de indeterminación y vacío. La
negación del verbo de certeza crea una sensación de angustia: no sé lo que va a
pasar. Lo normal es que después de las vacaciones cada uno siga con su vida y
se separen.
Respecto al primer problema (oposición paternal) el poder
del amor es tan grande que vence todas las barreras, como en Romeo y Julieta. A
pesar de que las madres no apoyan la relación, ellos se aman de forma pura y
sincera: y nosotros nos queremos cada vez más.
La gradación (cada vez más) es fruto de la rebeldía
romántica juvenil. Cuanto más se prohíbe una cosa, más ganas tienes de acceder
a ella. El rechazo de los padres hace que la muchacha ame con más fuerza al
chico
La rigidez del mundo familiar (que no aprueba la relación)
se manifiesta en una estructura sintáctica quiasmática dentro de la coordinada
copulativa negativa (Sujeto-Predicado-Predicado-Sujeto)
-Proposición 1: Sujeto (Mi madre) + Predicado (No lo camela)
-Proposición 2: Predicado (Ni tampoco [me camela] a mí) +
Sujeto (La [madre] de él)
Para las madres, lo que no está bien no está bien. Da igual
lo que sientan los chavales. Está mal visto y atenta contra las buenas
costumbres. La severidad ideológica se traduce en una frialdad sintáctica.
Para el segundo problema (amor con fecha de caducidad) el yo
poético adopta una actitud típica del carpe diem. Prefiere disfrutar al máximo,
aprovechar el tiempo, exprimir su pasión con el amado, y no angustiarse
pensando en su final: pero mientras no se acabe yo sigo, que sigo con mi
cantar. Si al final nos comemos la cabeza pensando en el futuro (muerte del
amor), la relación se convertiría en un camino de espinas. Lo mejor es gozar de
la felicidad y el placer del presente, y cuando llegue lo que tenga que llegar,
Dios dirá.
El cantar es una metáfora de la propia vida y el amor. Todas
las canciones tienen un comienzo y un final. Los hombres nacimos y morimos. El
amor, y más el amor de verano, no está hecho para durar. Empieza y termina.
Mientras tanto, hay que disfrutar de los placeres de cada nota, de cada
palabra, de cada armonía, de cada ritmo, de cada acento, de cada tempo.
Disfrutemos de la belleza de la música, el amor y la vida.
Las reiteraciones (yo sigo, yo sigo, yo sigo) refuerzan y
solidifican esta filosofía de vida: vivir el presente feliz y dejar de pensar
en un supuesto mal futuro. CARPE DIEM
Métricamente, predominan los versos de arte menor:
hexasílabos (rosita, rosita), heptasílabos (a la orilla, la orilla) y
octosílabos (suelta tu pelo moreno).
El estribillo consta de una quintilla (a _ a _ _), una
cuarteta (abab) y otra quintilla (aba_b)
En la primera estrofa observamos un pareado (Sevilla,
orilla) y la rima de dos versos impares (mar-compás). En la segunda y la
tercera, los versos libres cobran todo el protagonismo (camela-poco,
verano-pasa)
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