miércoles, 27 de enero de 2021

La lumbre de tu cigarro: una visión del amor estoica y epicúrea

En el año 1965 se produjo la vuelta a los escenarios de la copletista Gracia Montes. Había estado 9 años apartada de la vida pública, ya que había dejado todo (sus discos, sus espectáculos, sus intervenciones en cine, sus conciertos…) para casarse con el hombre del que estaba enamorada. Sin embargo, la relación salió mal, y finalmente, Gracia decidió volver al mundo de la canción española, con su espectáculo “La rosa de las marismas”, al cual pertenece el tema que vamos a analizar hoy: La lumbre de tu cigarro. Se trata de una copla con aires de rumba y farruca, con muchísimo ritmo y apta para el baile. 



Si me quieres dímelo, si no

Si no, dame veneno, si

Si no, dame veneno.

Yo no seré la primera que

Que muere por su dueño, que

Que muere por su dueño.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Si piensas que por tu enojo

Tengo que echarme a llorar,

Calla, pobrecito tonto,

Que otro ocupa tu lugar.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

¡Ay de mí, que siendo niña, di

La palabra a un moreno di

La palabra a un moreno,

Y ahora que soy mocita, a

Cumplirla no me atrevo, a

Cumplirla no me atrevo.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Los ojos de Juan son lirios

Los de Francisco claveles,

Los de Antonio clavellinas

Y azucenas los Manueles.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Aunque voy al cortijo,

No voy por nada,

Voy por ver a mi amante

Que está de guarda,

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

.......................................................

El yo poético femenino adopta una postura muy equilibrada y optimista en cuanto a su filosofía amorosa. Por un lado, la vemos profundamente enamorada del hombre al que quiere (siente una necesidad de amar y ser amada). Pero por otro lado, tampoco busca obsesionarse con los temas sentimentales, de tal forma que ella sabe que si una relación sale mal, tampoco hay que sufrir, martirizarse, ni pasarlo mal, ya que el amor nunca se acaba, pues el mundo está lleno de personas a las que se puede querer.  

Esta concepción puede resultar contradictoria, ya que mezcla el trascendentalismo amoroso (necesito que me achuches, que me abraces, me gustas mucho, dime que me quieres, te voy a amar para siempre...) con la frivolidad (si no me quieres ya habrá otro que me quiera, tú no eres el único hombre que existe, seguro que hay gente igual o más interesante que tú, no voy a derramar una lágrima por ti, no hace falta ser tan pomposo y rimbombante a la hora de tratar a la pareja…)

La actitud de la chica resulta muy serena y madura (a pesar de lo alocado que puede resultar el tema en algunos momentos, y en general, el carácter desenfadado de la melodía), muy del gusto de la filosofía estoica: se puede disfrutar del amor, dejando de lado los problemas, sin que los aspectos negativos nos afecten. Desde el vitalismo y la positividad debemos gozar de la gente que nos ama.  

Puedes estar enamorado de alguien, pero a la vez, debes saber que hay mundo más allá de esa persona, y si las cosas no salen como uno espera, no hay que caer en la depresión y el hundimiento, ya que el amor no acaba con esa pareja. Puedes seguir proyectando tus sentimientos hacia el mundo, probando y experimentando cosas, ya que siempre hay contenido sobre el que verter nuestro amor. El amor debe ser algo agradable y positivo, y nunca un sufrimiento. Como veis, se trata de una postura muy optimista.

En la primera estrofa, el yo poético pide a su amado nitidez en los sentimientos, es decir, la protagonista quiere que el hombre tenga las ideas claras sobre lo que quiere hacer con su vida (en especial, sobre el tema amoroso). Todo esto lo expresa mediante el paralelismo: Si me quieres, dímelo. Si no, dame veneno. 

Como veis, los elementos de este paralelismo se contraponen (si me quieres/ si no [me quieres], dímelo/dame veneno) para reflejar la oposición entre el amor y el no amor.

Esto ayuda a concebir una visión perfectamente dualista del sentimiento amoroso: a una persona se la puede querer, o no se la puede querer (eso de querer mucho, querer poco, querer regular, no existe). El amor es un estado inherente, que se tiene o no se tiene, sin necesidad de establecer una gradación de matices o intensidades.

De todas formas, la metáfora del veneno resulta muy radical y truculenta, ya que normalmente el veneno queda asociado al odio, al rencor, a lo nocivo. Y en este caso, lo contrario de “amor” no es “odio”, sino “no amor” (que no quieras a una persona no signifique que la odies). Simplemente, hablaríamos de indiferencia (que no es odio). Por eso, esa metáfora resulta algo excesiva: da fuerza al discurso, pero queda desligada de la filosofía amorosa planteada.

La protagonista pide a su amado sinceridad desde el principio: quiere saber si de verdad el hombre está enamorado de ella. Al fin y al cabo, tener las ideas claras es un proceso imprescindible para que una relación salga bien (sería absurdo empezar una relación con alguien del que no estás enamorado, ya que todo sería una mentira que haría daño a ambas partes).

La chica asume que el hecho de no ser correspondido por la persona que quieres es algo universal (no solo le pasa a ella, sino a todo hijo de vecino). Esto lo expresa mediante una afirmación muy hiperbolizada y coloquial: Yo no seré la primera que muere por su dueño.

La clave para no pasarlo mal con los temas amorosos está en concienciarse y saber que el desengaño es algo normal, que le pasa a todo el mundo. Por tanto, el no flechazo, el te dejo, el ya no te quiero, forma parte de la propia naturaleza del sentimiento: hay que saber convivir con ello, sin obsesionarse, pues no se acaba el mundo porque esa relación termine.

El hecho de que la melodía sea divertida da autoridad a las palabras del yo poético, como si todo lo tuviera bien asumido y asimilado (el desengaño es algo tan cotidiano y habitual que no necesita tanto dramatismo). Como veis, se asume una postura muy humanizada y naturalista de la relación amorosa: nace, crece, se alimenta y muere. Aunque una historia de amor muera, no muere la capacidad de amar. Ese es uno de los mensajes que intenta transmitir el autor de esta copla

Leyendo la letra del poema, da la sensación de que la mujer resulta bastante frívola. Ese discursito de “ya habrá otro hombre”, “no hay que llorar por amor”, “hay gente en la misma situación de desengaño que yo”…, puede parecer un poco superficial e incluso infantil.

Tened en cuenta que estamos en el contexto de una filosofía amorosa: se trata de una teorización, en la que el yo poético expone, desde su intelecto y pensamiento, una serie de ideas, enfoques y concepciones muy personales sobre el sentimiento de amor. Es lo que piensa/opina/concibe (plano teórico-ideológico) y no tanto lo que hace (plano pragmático).

En la práctica, ella está muy enamorada de su amado, totalmente feliz. Su teoría amorosa sí puede resultar un pelín alocada y frívola (ya que desdramatiza mucho las cosas, de cara a su futuro, a lo que pueda pasar), pero su práctica amorosa es totalmente convencional (representa un amor feliz, trascendental, en el momento presente).

En el estribillo es donde mejor se representa esa felicidad amorosa presente. La protagonista se dirige a su amado mediante imperativos, en los que pide contacto físico con él (besos, abrazos, caricias…), que es un signo de demostración de la sintonía amorosa entre las dos partes: Ay, cógeme, coge, cógeme en tus brazos

Hay una serie de elementos, que por su naturaleza, resultan antipoéticos y antiliterarios, ya que denotan cosas feas, desagradables, sórdidas o poco agraciadas para hacer con ellas juegos retóricos (metáforas, comparaciones, personificaciones…). En esta copla, un elemento antiestético, como es el cigarro (de fumar) es moldeado y proyectado en el texto con un sentido estético y poético, creando una imagen de gran belleza.

Lo feo se acaba convirtiendo en el poema en algo agradable: Creí que era una estrellita la lumbre de tu cigarro. ¿Entendéis la metáfora? Cuando alguien está fumando y da una calada al cigarro, la parte por la que sale el humo, empieza a encenderse, a iluminarse, con un color anaranjado. Este fotograma doméstico servirá de inspiración para crear una imagen literaria (identificando la luz de la lumbre, con la luz de una estrella). Lo banal, lo intrascendente, lo nimio cobra trascendencia en esta canción.

Al fin y al cabo, cuando una persona está enamorada, tiende a distorsionar y desfigurar la realidad, y muchas veces, las cosas feas, desagradables (los defectos de la persona que amas) te dan igual o resultan imperceptibles (el amor anula ciertas objetividades y elementos sensoriales).  Por eso, un elemento indecoroso y nocivo (cigarro) puede verse como algo positivo, bonito y agradable. Se hace poesía con algo antiestético

Recordemos, además, que la luz y el calor (presentes en el cigarro), en el lenguaje de la mística, quedan vinculados a la pasión

En la segunda estrofa volvemos a la teoría amorosa. El yo poético vuelve a dar una visión desdramatizada del sentimiento: no hay que sufrir ni llorar por amor, ya que si algo sale mal, siempre quedarán hombres en el mundo y seguro que conoce a alguien mejor: Si piensas que por tu enojo tengo que echarme a llorar, calla, pobrecito tonto, que otro ocupará tu lugar. Un clavo saca a otro clavo jejjeje

Las marcas verbales de segunda persona (Si piensaS), el posesivo de segunda persona (otro ocupará TU lugar) y el imperativo (calla) dan fuerza y autoridad al discurso de la voz poética.

Además, la mujer adopta una postura de superioridad respecto al amado, como si ella fuera la que dominara y llevara las riendas de la situación. En el vocativo detectamos ciertas pinceladas de humillación hacia la parte masculina (pobrecito tonto).

Esta humillación queda atenuada con la intención burlesca y juguetona de la estrofa (dando lugar a cierta ambigüedad, ya que en ocasiones, parece un juego, y en otras ocasiones, una humillación de verdad).

De todas formas, se crea una concepción del amor de usar y tirar, muy frívola: si algo no funciona (como los mecanismos de una máquina), se cambia por otra cosa que funcione, como si la anterior no hubiera existido. No hay que perder el tiempo en dudas, miserias y penas, llorando por las esquinas, ya que la vida son cuatro días (tópico del Carpe Diem).

Esto da lugar a una visión totalmente desdramatizada, deshumanizada, mecanicista y cosificada del sentimiento amoroso. Parece que la vida solo es el presente, y las personas que han formado parte de tu pasada no han dejado huella (como si esa relación anterior jamás hubiera existido).

En cierta medida, la protagonista es defensora de tomarse la vida de forma desenfadada (todo es humor, no hay nada serio, todo es fiesta de luz y de color, no hay que enfadarse por nada, hay que reírse hasta de tu propia forma…). Por eso, ella dice que jamás se comerá la cabeza por los enfados y enojos de su amado. Es la metáfora de la vida como feria (muy frecuente en la historia de la copla). De todas formas, os insisto: esto es solo teoría, ya que en la práctica (estribillos) vemos a la chica totalmente compenetrada con su amado.

En la tercera estrofa, el yo poético establece una oposición entre dos momentos de la relaciona amorosa:

-Por un lado, el principio, cuando hay ilusiones, proyectos de futuro, juramentos (te voy a querer para siempre). Estos elementos se sitúan en el plano del deseo, de la ingenuidad (cuando la protagonista es joven)

-Por otro lado, el desarrollo, el paso del tiempo, cuando te das cuenta de que esas cosas que tenías en mente no se están dando (desengaño, decepción). Estas cosas se sitúan en el plano de la realidad, de la madurez (cuando la protagonista es más mayor).

Como veis, la oposición deseo-realidad, e ingenuidad-madurez se refleja muy bien en esta tercera estrofa: siendo niña, la palabra a un moreno di, y ahora que soy mocita a cumplirla no me atrevo.

Esto trae algunas consecuencias:

-En primer lugar, cuando eres joven piensas que las cosas funcionan de una manera fácil y sencilla y crees que todo está atado y bien atado, como un cuento de hadas que sigue su curso sin alteraciones. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que la vida es más compleja y no todo sale como queremos. Esto genera decepción y te acaba expulsando de ese estado de inocencia infantil.

-En segundo lugar, es muy fácil prometer y jurar cuando las cosas van bien. Al empezar una relación (ya en la misma ceremonia de boda) queda muy bonito eso de decir “te voy a querer hasta que la muerte nos separe”.

Al fin y al cabo, comprometerse a algo con palabras es muy fácil, efectivo y sencillo, ya que no se necesitan muchos recursos (ya lo vimos en el tema Castillitos en el aire). Con la palabrería está al alcance de la mano dibujar una realidad idílica y perfecta, llena de buenos propósitos. Sin embargo, al final, es más fácil decir que hacer. Y con ello, llega el desengaño.

Por eso, desde la perspectiva de la madurez, la protagonista dice que jamás se atrevería a jurar amor eterno a alguien, ya que luego vienen las decepciones. No hace falta poner una fecha de caducidad al amor, sino que el propio devenir de las cosas nos irá diciendo qué hay que hacer. 

La reduplicación de oraciones (La palabra a un moreno di, a cumplirla no me atrevo) enfatiza la postura de la protagonista, la cual incorpora al poema su experiencia personal, sus vivencias, para dar autoridad y fuerza argumentativa a lo que expone

El hecho de posponer el verbo (hipérbaton: “la palabra a un moreno di”) y anteponer la subordinada sustantiva de suplemento (hipérbaton: “a cumplirla no me atrevo”), además de contribuir al ritmo de la copla, permiten hacer énfasis en el hecho amoroso (la realidad) y no tanto en la persona que lleva a cabo ese hecho (el agente).

La cuestión no es juzgar o analizar la conducta de las personas, sino configurar una filosofía amorosa (los juramentos no son buenos en una relación, ya que llevan a la decepción). Es una manera de dar didactismo y objetivismo, ya que el yo poético actúa como un maestro de la vida que da consejos.

La presencia de encabalgamientos abruptos (a/cumplirla no me atrevo) permite que las estructuras sintácticas resulten llamativas y su contenido, por tanto, no pase inadvertido.

En la cuarta estrofa, volvemos a la frivolidad, y esta vez, envuelta en una atmósfera de sensualidad. La mujer enfatiza el atractivo físico de los hombres con metáforas que hacen referencia al campo semántico de las flores, las cuales se distribuyen en frases paralelísticas: Los ojos de Juan son lirios, Los de Francisco claveles, Los de Antonio clavellinas

El paralelismo (ojos+nombre de persona+tipo de flor) se rompe en el último verso, creándose una estructura sintáctica contraria (cruzada) respecto a las anteriores (Y azucenas los Manueles: tipo de flor+nombre de persona). Este paralelismo cruzado recibe el nombre de quiasmo.

Como veis, se recurren a nombres varones frecuentes en la onomástica española (Antonio, Francisco, Manuel, Juan), con el objetivo de dar cercanía al texto y que el receptor pueda crear referentes reales y conocidos para él, con los que contextualizar la copla. Las elipsis dan agilidad al texto_ los [ojos] de Francisco [son] claveles

Recurrir al campo semántico de la botánica, da un toque sensual a la copla, ya que permite resaltar la belleza de los ojos de esos varones (las flores, al fin y al cabo, son elementos bellos, agradables, bonitos, poéticos, que dan juego en textos literarios).

El hecho de que la protagonista alabe rasgos físicos de otros hombres delante de su amado, crea un contrapunto muy interesante. Recordad que el yo poético no tiene pelos en la lengua en exponer su filosofía amorosa (sin tapujos y sin trabas).

Con esta enumeración, la mujer nos hace ver que el mundo no es solo la persona que quieres (amado), sino que hay mucha gente interesante a la que puedes conocer, y si por algún casual, la relación sale mal, no hay que hundirse, sino probar nuevas cosas y estar con otros individuos que pueden ser maravillosos.

En la quinta y última estrofa, la copla transmite un mensaje claro: hay que disfrutar del presente, de lo que tenemos y queremos en este momento. No hay que obsesionarse con el futuro. Lo que tenga que ser, será. Mientras tanto, hay que disfrutar del hoy. Como veis, un final muy Carpe diem

Para eso, se incorpora al poema una escena narrativa, en la que se dibuja un encuentro de la mujer con el amante: aunque voy al cortijo, no voy a por nada, voy por ver a mi amante que está de guarda.

El encuentro y la unión simbolizan el presente, el ahora, que es en lo que hay que recrearse. El hecho de que la amada vaya en busca del amado está muy influido por la mística, y para ciertos estudiosos del tema, podría estar cargado de erotismo (como el cazador que va en busca de la caza).

Aunque la mística tradicionalmente se ha interpretado en clave religiosa, realmente, muchos teóricos consideran que se trata de una forma de enmascarar una lírica erótica y amorosa

La reiteración del verbo ir en tres versos diferentes (voy…voy…voy) permite al yo poético dar trascendencia al encuentro, intensificar el momento, poner una intención al contexto dramático, en plan “hoy toca hacer esto, que es disfrutar con mi amado, y mañana Dios dirá.

Gracias a la doble negación (No voy por nada) el yo poético centra toda la atención y protagonismo sobre el amado. Ahora (momento presente) el corazón está ocupado por esa persona. Luego (momento futuro) ya se verá, pero en el aquí y ahora, su amado es el “guarda”. Y por tanto, se convierte en un ser importante para ella.

Métricamente, el poema es muy irregular. Hay un predominio de los versos de arte menor (hexasílabos, heptasílabos y octosílabos).

La epífora se utiliza en las estrofas 1 y 3, que son las más largas, ya que están formadas por 6 versos frente al resto que solo tienen 4. Casi todos los versos de las estrofas cortas acaban en palabra monosilábica (que, di, a). En las estrofas largas no hay rima, salvo en los versos 3 y 6 que detectamos una ligera asonancia (veneno-dueño, moreno-atrevo).

El estribillo está formado por coplas, es decir, 4 versos de ocho sílabas en los que riman el segundo con el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres (8- 8a 8- 8a)

El resto de estrofas cortas son cuartetas, es decir, siguen el esquema abab.

Aparentemente, estamos ante una canción alegre, desenfadada, de ritmo divertido y pegadizo. Sin embargo, si nos ponemos a analizar profundamente su significado a partir del contenido de la letra, la canción resulta muchísimo más interesante ya que recoge una filosofía de tomarse el amor, y la vida en general. Evidentemente, podéis estar o no de acuerdo con el yo poético, pero esa mezcla de trascendentalismo y frivolidad, teoría y práctica amorosa, le da al poema un toque muy realista y maduro, lleno de matices.

Por eso, en canciones como estas, no solo hay que quedarse con lo superficial, con el significante (el ritmo tan divertido, la melodía tan pegadiza…), sino también hay que reflexionar sobre su contenido, el cual nos puede aportar muchísimo a nuestra manera de ver la vida.

Una canción de aspecto banal y frívolo (que si abrázame, que si la lumbre del cigarro parece una estrella, que si hay hombres más interesantes que tú …) acaba encerrando toda una manera de plantear la vida: ¿Qué importancia hay que darle al amor? ¿Merece la pena sufrir por amor? ¿O mejor es tomarse las cosas como hace la protagonista (disfrutar del presente y desdramatizar el desencanto que provoca toda ruptura)?

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