Hoy vamos a analizar una de esas canciones tradicionales y populares, de autor anónimo y fecha desconocida, que empezaron a cantarse en zonas muy concretas y específicas de España (en este caso, en la ría bilbaína).
Lo que empezó siendo un tema autóctono y localista se acabó extendiendo
a todo el folclore español (gracias a la labor del pueblo, que se encargaba de
transmitirlo de boca en boca, y de mantenerlo vivo), hasta convertirse en una canción
conocidísima en el país. De hecho, formó parte del repertorio habitual de
coplillas que los soldados del regimiento 262 de
Tened en cuenta que después de
En el regimiento 262 había soldados procedentes de las provincias del Cantábrico. Por tanto, entre batalla y batalla, los guerreros cantaban coplas que evocaban el ambiente de su tierra natal (las rías de Bilbao, las sardinas frescas, las lonjas, los pescadores, la venta del pescado…). Eso les servía para animarse en los momentos de flaqueza. Cuando estás lejos de casa, y sobre todo, en medio de una guerra, cantar canciones de la tierra de origen supone una inyección de moral, fuerza y orgullo. Por eso, no resulta extraño que se popularizaran temas como el de esta tarde: Desde Santurce a Bilbao
Enlace del video: https://www.youtube.com/watch?v=W8uGzvWbbrE
Vengo por toda la orilla
Con mi saya remangada
Luciendo la pantorrilla
Vengo deprisa y corriendo
Porque me oprime el corsé
Voy gritando por la calle:
¿Quién compra? sardina frescué.
Mis sardinitas que ricas son,
Son de Santurce, las traigo yo.
La del primero me llama
La del segundo también,
La del tercero me dice:
¿A cómo las vende usted?
Si yo le digo que a cuatro
Ella me dice que a tres
Cojo la cesta y me marcho,
¿Quién compra? sardina frescué.
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Se trata de una copla costumbrista y realista, de estructura descriptiva, ya que el objetivo no es contar una historia, sino representar una estampa cotidiana del mundo marinero bilbaíno. Santurce era el puerto vizcaíno más importante en la pesca de bajura. A este municipio acudían todos los días cientos de mujeres que ejercían una de las profesiones más emblemáticas del mundo pesquero vasco: las sardineras.
El poema es un homenaje a la figura de la sardinera, la cual se encargaba de recoger las sardinas de los barcos pesqueros de Santurce, y recorrían a pie toda la margen izquierda de la ría, hasta la ciudad de Bilbao, donde se encargaban de vender el producto a la gente de la capital.
El trabajo de sardinera era muy duro, ya que tenían que hacer el camino descalzas, con el cesto de pescado en la cabeza, ante condiciones climatológicas adversas, pasando por zonas muy accidentadas y recónditas. A veces debían meterse dentro del agua y mojarse para llegar a ciertos lugares (de ahí que se remanguen la falda y luzcan las pantorrillas, tal como dice la letra de la copla, para que la ropa se moje lo menos posible)
Una vez llegaba a Bilbao, la sardinera iba de casa por casa, por las principales calles y plazas de la ciudad, vendiendo las sardinas a la gente. De ahí que la copla adquiera tintes de pregón en su estribillo. Ya sabéis que el pregón es un subgénero literario dentro de la copla que tiene como objetivo vender un determinado producto a unos compradores (ya lo vimos hace unos meses con El pregón de la gitana). De ahí que el yo poético divulgue las buenas propiedades y la calidad de su producto, de un modo algo ruidoso: Mis sardinitas, que ricas son. Son de Santurce las traigo yo
Para vender un producto y atraer la atención de los compradores es necesario dar fuerza al discurso. Una manera de hacerlo es con las marcas de primera persona, ya sea en forma de posesivo (MIS sardinitas) o de pronombres (las traigo YO).
El hecho de que el yo poético (protagonista) establezca una vinculación natural con la mercancía (sardinas) da autoridad a su argumentación como vendedora, ya que de cara a la gente, está siendo testigo de la calidad del producto: es una manera de decir, que ha estado cerca de esas sardinas (las ha visto, las ha tocado, has ha olido) y puede decir que son de primerísima calidad, ya que ha estado presente desde el momento de sacarlas del mar, durante el transporte y hasta el punto de venta.
Al marcar la procedencia geográfica del producto (Son de Santurce), la vendedora está dando motivos para que la gente compre. Las sardinas del famoso municipio vizcaíno son una etiqueta de calidad. Cosecha propia. Son conocidas por todo el mundo. Por sí solas forman una especie de marca publicitaria. La gente prefiere comprar cosas que son conocidas, y circulan de boca en boca, en lugar de adquirir algo nuevo y desconocido. Las marcas publicitarias desconocidas no venden tanto.
Otra manera de dar fuerza al discurso es el procedimiento de la tematización. En la estructura informativa de una oración siempre hay un tema (información conocida: aquello de lo que se habla) y un rema (información nueva: aquello que se dice de ese tema). En el estribillo, las sardinas se convierten en el tema del discurso (es el foco principal), ocupando la primera posición oracional. El rema son las cualidades de ese tema (que están muy buenas, que son de Santurce…).
El diminutivo (sardinita) da un carácter afectivo y cercano al pregón, ya que para vender algo es necesario tener gancho con la gente y usar un lenguaje que tenga sintonía con el modo de hablar del pueblo llano. La anadiplosis (que ricas son/ son de Santurce) permite distribuir las diferentes virtudes y cualidades del producto, para conformar razones de peso que favorezcan la compra de esas sardinas.
La melodía es alegre y pegadiza. Al fin y al cabo este tipo de canción funciona muy bien como pasacalles de espectáculos musicales. Normalmente, eran números ligeros, intrascendentes destinados a ocupar los espacios entre dos actuaciones dramáticas y/o trágicas. Esto permitía al espectador bailar un poco, desfogarse y relajarse antes de otro momento trascendental.
En la copla, la protagonista habla en primera persona, la cual se manifiesta en formas verbales (vengo, oprime, voy, digo, cojo), posesivos (mi saya) y pronombres (me oprime, me llama, me dice).
En la primera estrofa se describe el camino que realizan las sardineras, el cual queda delimitado por los complementos circunstanciales de lugar (desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla). Los complementos modales y oraciones subordinadas de modo ahondan y profundizan en las condiciones del viaje: Con mi saya remangada, luciendo las pantorrillas
En la segunda estrofa, la sardinera llega a Bilbao y comienza la labor de vender la mercancía por las calles. El uso de expresiones sinonímicas (deprisa y corriendo) enfatiza la dureza del oficio de sardinera, ya que era un trabajo muy estresante: Vengo deprisa y corriendo porque me oprime el corsé. Aunque la melodía sea alegre, ser sardinera era un trabajo que requería mucho sacrificio y capacidades físicas.
En el discurso de la protagonista se incluyen palabras en vasco, para dar un aire realista y costumbrista a la estampa descrita, y dar fuerza al pregón: Voy gritando por la calle: ¿Quién compra? Sardina frescué
La anáfora de los versos 2 y 5 (Vengo por toda la orilla/Vengo deprisa y corriendo) permite profundizar en diferentes matices del oficio de sardinera, que como ya dijimos es uno de los más duros que existen
En la tercera y cuarta estrofa, la protagonista va de casa en casa, vendiendo el género a las vecinas (que era otro de los momentos míticos de este trabajo). Esto se refleja mediante estructuras en paralelismo, que dan mucho ritmo y musicalidad al tema, y también reflejan el estrés diario de este oficio: La del primero me llama, la del segundo también, la del tercero me dice…. Se trata de una estampa cotidiana, que incorpora diálogos realistas por parte de los posibles compradores: ¿A cómo las vende usted?
Una escena habitual para la sardinera era la de regatear los precios del pescado con los compradores. La clientela hacía lo posible para que la sardinera bajara un poco el precio inicial del alimento. Evidentemente, para la sardinera era una faena, ya que después de un largo viaje, tenía que aguantar las quejas de las vecinas, que no paraban de decir que las sardinas caras y que querían una rebajilla.
Al final, la sardinera apenas ganaba nada con tanta rebaja. De ahí, que la protagonista de la copla se niegue a negociar, y solo venda sardinas al precio estipulado. Este se refleja muy bien mediante diálogos en estilo indirecto: Si yo le digo que a cuatro, ella me dice que a tres. Cojo la cesta y me marcho.
El poliptoton (el verbo decir aparece en primera persona del presente “digo” y en tercera persona “dice”) permite marcar el contraste entre el punto de vista de la sardinera (que quiere vender las sardinas a precio alto para ganar más) y de la clienta (que quiere comprar las sardinas a precio bajo para intentar gastar menos dinero).
Métricamente, el estribillo está formado por dos versos que forman un pareado en asonante. Mis sardinitas, que ricas son/ son de Santurce, las traigo yo.
Las estrofas son coplas, es decir, 4 versos octosílabos que riman segundo con cuarto, y el primer y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a
Evidentemente, hay canciones más literarias, con un lenguaje más rico y elaborado que esta. Sin embargo, la riqueza de la filología (y de la música) no solo está en lo estético, sino también en el reflejo del contexto de una época. Los poemas se convierten en una fuente, en un documento importante que nos proporcionan datos de cómo funcionaba el mundo en un determinado momento histórico. Y esta copla es un ejemplo de ello.
La figura de la sardinera es el símbolo del mundo marinero bilbaíno de la primera mitad del siglo XX. El desarrollo de los transportes, las infraestructuras y las comunicaciones han contribuido a la extinción de este oficio (sobre todo, a partir de los años 60). Por eso, es una maravilla disponer de temas como este, que nos recuerdan que hasta hace bien poco había unas personas humildes y trabajadoras llamadas sardineras que se ganaban la vida vendiendo el pescado de puerta en puerta.
La música nos ayuda a que la realidad de una época anterior no caiga en el olvido, ya que crea fotografías apasionantes de nuestro pasado.