miércoles, 21 de octubre de 2020

Adiós a España: un ejemplo de copla de emigrante

Uno de los personajes femeninos de Cien años de soledad (conocida novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez) afirmó, que el tiempo, en lugar de avanzar en línea recta, lo hacía en círculo, de forma que los mismos acontecimientos históricos se iban repitiendo una y otra vez, de manera cíclica, configurando un bucle interminable en el que se alternaban periodos bajistas (crisis, guerras, hambrunas, matanzas) con otros de florecimiento (progreso, abundancia, auge económico, paz).

Hay que reconocer que este pensamiento, sin llegar a ser una verdad científicamente comprobada, no está exento de razón. Por ejemplo, en la España de Posguerra (años 40 y 50) debido a la escasez, la miseria, el hambre y la falta de trabajo, muchas familias se vieron obligadas a abandonar la tierra que les vio nacer, para emigrar y asentarse en otros países, con unas condiciones de vida más favorables y prósperas.

Esto suponía un coste social muy alto, ya que tener que abandonar tus raíces, tu casa, tu pueblo, era un trance muy duro que causaba gran daño emocional a muchas personas. Aunque a largo plazo el esfuerzo podía merecer la pena (la gente que encontraba trabajo mandaba dinero a la familia en España), aprender a vivir en tierra extraña y lejos de los seres queridos era una losa muy dura (y más en una época en la que no había correos electrónicos, ni redes sociales, ni mensajería instantánea).

Por eso, durante esas décadas se compusieron coplas cuyo tema central era la partida hacia el país extranjero, la figura del emigrante, el paraíso perdido, el dolor que producía tener que abandonar la nación y la despedida (que en ocasiones, era para siempre, ya que muchos emigrantes jamás regresaron). Hoy os traigo una de esas canciones de emigrante. Data del año 1953 y fue popularizada por Antonio Molina. Se titula Adiós a España

Enlace del video:

https://www.youtube.com/watch?v=4G5Z3d4lx0o

Tengo una copla morena echa de brisa, de brisa y de sol

cruzando la mar serena, con ella te digo adiós

Adiós mi España preciosa, la tierra donde nací

bonita, alegre y graciosa como una rosa de abril

ay, ay, ay, voy a morirme de pena viviendo tan lejos de ti.

 

Cruzando la mar serena, con ella te digo adiós

que lejos te vas quedando España de mi querer

a Dios le pido llorando que pronto te vuelva a ver

como una rosa encendida perfuma mi corazón

adios mi España querida pa' ti canto mi canción

y al darte mi despedida, y es beso, y es oración

 

Mi España tierra querida, pa' siempre adiós.


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A fecha de hoy, año 2020, este poema sigue teniendo la misma vigencia que hace seis décadas. Queramos o no, estamos en una época de migraciones, en la que jóvenes con muy buena formación y estudios, pero pocas expectativas, se ven obligados a abandonar España e intentar buscarse un futuro mejor en otros países del mundo. Tener que decir Adiós a España es más habitual de lo que nosotros pensamos. Por eso, no nos queda más remedio que darle la razón a aquel personaje de Cien años de soledad que formuló esta teoría, ya que hay cosas que siguen repitiéndose a pesar del tiempo transcurrido.

El texto es breve. Está formado por dos estrofas, las cuales poseen versos de 16 sílabas (con una cesura en el centro que divide al verso en dos hemistiquios de 8 sílabas). La primera estrofa es de 5 versos con esquema de rima AABBB. No llega a ser quinteto, ya que para hablar de quinteto los dos últimos versos no deben rimar, y aquí sí riman. La segunda estrofa es de 6 versos (sexteto) con esquema de rima ABBAAA. Como veis, hay una tendencia clara al pareado (a poner dos versos seguidos con la misma rima), lo cual dota de muchísimo ritmo y musicalidad al tema.

El hecho de que una canción tenga ritmo y musicalidad no quiere decir que sea divertida y bailable. Se trata de una copla de contenido serio, que hay que cantarla con intimismo y sinceridad emocional. Los artefactos rítmicos han de servirnos para dar fuerza al discurso, nunca para mostrar una actitud alegre o frívola. Un error común de muchos cantantes a la hora de interpretar este tema es dejarse llevar por la melodía y la rima fácil, olvidándose de la intensidad y la profundidad dramática (que la tiene).

Esta canción es muy adictiva, pero esa adicción melódica se ha de utilizar como una forma de dar profundidad dramática, nunca como pretexto de derrochar voz (sin ton ni son) o viciarla de adornos. Antonio Molina tenía esa tendencia al ornato que en algunos temas venía bien (y resultaba agradable para los oídos), pero en otros más intimistas (como este) quitaba verdad dramática. Es mi opinión.

Para el yo poético, despedirse de España, significa despedirse de una entidad cultural, de unas costumbres, de unas rutinas, de un estilo de vida. Por eso, el protagonista dice adiós al país “españoleando”, cantando un género musical (y literario) nuestro, propio, autóctono, que no se puede encontrar en ningún otro sitio: la copla.

En este tipo de poemas de emigrante siempre se evocan elementos de la cultura popular y folclórica hispánica (la copla es uno de ellos), como una forma de homenajear, elogiar y exaltar a la patria. Es nuestro sello de identidad, un símbolo de la nación: Tengo una copla morena, echa de brisa y de sol

Como veis, la copla aparece caracterizada y descrita con elementos que pertenecen al campo semántico de la Naturaleza (el sol y la brisa).

Ya sabéis que en el arte, existen dos opiniones o posturas: por un lado, aquellos que piensan que el arte es un concepto que se aprende (un artista se hace a base de esfuerzo, estudio, disciplina, técnica). Por otro lado, aquellos que piensan que el arte es algo innato, natural, irracional (ni se compra ni se vende, ni se estudia no se aprende).

Lo innato queda asociado a lo genuino, lo natural, lo puro, lo intuitivo, lo original, lo que se extrae del talento de una persona concreta y que es propio de ella (y solo de ella, ya que es algo personal). Cada artista es único. El arte natural suele ser más aplaudido y valorado que el arte académico o empirista (que es más artificial y planificado). Por eso, la copla (que es poesía) queda asociada a lo natural, a lo puro, a lo genuino.

El mar se describe en la copla de manera personificada, ya que se le atribuye una cualidad humana: el adjetivo “sereno”, que se aplica a la persona que no se deja llevar por las emociones y las sabe controlar, lo cual se extrapola a la descripción de las aguas (mar en calma, sin olas, tranquilo) y de ahí a sus connotaciones dramáticas: un mar que permanece impasible, ante la pena del yo poético, sin aspavientos, sin ruidos, sin agitaciones sentimentales…

Eso crea cierto dramatismo en el texto: Cruzando la mar serena con ella te digo adiós. Es una manera de decir que la vida sigue su curso, y el mundo no va a cambiar a pesar del drama personal de tener que abandonar la patria. De ahí la impasibilidad del mar, que no se agita ante el contexto de pena.

 El yo poético proyecta dos actitudes al final de la primera estrofa:

-Por un lado, el dramatismo y el dolor propio de la despedida, ya sea de una manera más intimista y sencilla (Adiós…) o de una forma más hiperbólica (Voy a morirme de pena viviendo tan lejos de ti)

-Por otro lado, el patriotismo, el orgullo de ser español y de haber nacido en España. De ahí el uso del posesivo, produciéndose un proceso de identificación y unión entre el poeta y el país: Adiós MI España. 

La cosificación de la patria (convertirla en un objeto de posesión, gracias a ese MI) dota de intimismo al poema, así como el hecho de vivificarla, de dirigirse a ella como si fuera una persona, gracias al pronombre (cuando esté lejos de TI). 

Hay una tendencia al complemento descriptivo y explicativo con el objetivo de verter elogios en un corto fragmento de texto, ya sea en forma de oración de relativo (la tierra donde nací), de trimembración adjetival (bonita, alegre y preciosa) o de comparación literaria (como una rosa de abril).

En la segunda estrofa se va produciendo la separación física (que no emocional) entre el poeta y la patria. Es como si el yo poético estuviera en un barco y viera cada vez más lejos la tierra española: que lejos te vas quedando, España de mi querer. Como veis, el posesivo mi y el pronombre te vuelven a personificar a la patria y darle trascendencia.

Normalmente, los poemas de corte patriótico como este van acompañados de cierto componente religioso, ya que el yo poético pide a la divinidad que todo salga bien, para así poder regresar algún día: a Dios le pido llorando que pronto te vuelva a ver como una rosa encendida perfuma mi corazón.

El hecho de adelantar el complemento indirecto (A Dios) a primera posición oracional (hipérbaton) dota de intimismo al poema, ya que detectamos esa sinceridad emocional en el yo poético, el cual se va a otro país porque no le queda más remedio, y muy en contra de su voluntad. De hecho, ni siquiera ha llegado a la nueva tierra y ya anhela regresar.  La imagen-comparación de España como una rosa que perfuma al poeta permite seguir manteniendo la unión emocional entre patria y poeta, a pesar de romperse la unión física o espacial.

Al fin y al cabo, lo más importante para que se proyecte el amor a algo o alguien es que haya sentimientos, y ese sentimiento puede existir a pesar de las distancias físicas. El hecho de que dos personas vivan lejos no significa que no se puedan querer. Lo que vale es que exista el afecto, el cual puede hacer frente a cualquier muro o traba física. Seguro que hay gente a la que vemos todos los días y siempre nos la encontremos en todos sitios, a la que no queremos tanto (a pesar de vernos todos los días). Esta es la moraleja que podemos extraer del poema. Lo importante es que haya sentimientos. La cercanía física no importa tanto

En los últimos versos, el yo poético se despide por última vez de España y resume la esencia de la canción: Adiós mi España querida, para ti canto mi canción, y al darte mi despedida, y es beso, y es oración.

Se trata, por tanto, de un homenaje muy sincero, muy poético, sin excesos retóricos, en honor a España y a todos esos españoles que se ven obligados a pasar por el trance del adiós. Los elementos patrióticos y religiosos no aparecen de manera caprichosa (para dar majestuosidad o altisonancia), sino que están al servicio del intimismo del yo.

El polisíndeton (y es beso y es oración) permite concebir esta copla como una fusión muy equilibrada entre lo mejor del piropo patriótico con el recogimiento que conlleva una oración o plegaria. Un género ruidoso por naturaleza (como es el himno, el elogio, lo plañidero) se convierte en un texto intimista y elegante.

La mayoría de los cantantes que hacen este tema se dejan llevar más por la faceta del ruido, el ritmo, la rima, la musicalidad fácil, y se olvidan de hacerlo intimista, cuando el texto te está pidiendo a voces que lo hagas con recogimiento y serenidad. La fidelidad al sentido poético del texto literario es fundamental para que un actor-cantante haga una buena actuación. Muchas veces, los intérpretes se olvidan de lo literario, confiando solo en la técnica y el espíritu melódico, dejando en un segundo plano el mensaje que nos transmiten obras maestras como esta.



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