sábado, 13 de junio de 2020

Pregón de la gitana: la vendedora de flores

En el año 1938, en plena Guerra Civil Española, se rodó en Alemania una película protagonizada por Estrellita Castro, que se titulaba El barbero de Sevilla, inspirada en la famosa ópera de Rossini. Dentro del film podemos encontrar una serie de números musicales entre los que se encuentra la copla que os traigo hoy: Pregón de la gitana (conocido también como Pregón de las flores). Hace unos años la cantante madrileña Pasión Vega hizo una versión preciosa de este tema



Flores... las flores...

a las niñas morenas,
y a las rubias encendías,
a las que entran y salen,
y a las que están escondías,
para que nadie las vea,
detrás de la celosía,
yo les vendo las flores,
las flores mas lindas
de Andalucía

Venid muchachas y caballeros,
que a todo el mundo, venderles quiero,
de mis claveles, las maravillas
los mas hermosos, que hay en Sevilla
de mis claveles, las maravillas
los mas hermosos, que hay en Sevilla.
Yo no tengo jardín, ni azotea,
ni arriates, ni huertos en flor,
los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios.
Los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios

Flores...
la que no tenga novio,
la que se le fue el marido,
la que esta en relaciones
veintidós años seguidos,
si se adornan la cara
con estos claveles míos
almirantes y reyes, y reyes
caerán a sus pies, rendidos.

Venga la fea, venga la hermosa,
que en sus cabellos pondré una rosa,
no hay un milagro como mis flores,
para las que sufren de mal de amores.
No hay un milagro como mis flores,
para las que sufren de mal de amores.
Yo no tengo jardín, ni azotea,
ni arriates, ni huertos en flor,
los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios.
Los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios

Flores,  las flores...

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Un pregón, como ya sabéis, es un acto de promulgación, es decir, un evento en el que se hace pública (en voz alta) una información sobre un asunto de interés general. En la España del XIX y primera mitad del XX (cuando no había radio ni televisión, y la prensa era bastante lenta) los pregoneros se encargaban de transmitir las noticias más importantes de la actualidad nacional, regional y local por los diferentes pueblos y ciudades. Se paseaban por las calles y plazas, mientras irradiaban una serie de noticias, sucesos cotidianos, avisos del alcalde, actos sociales…La gente, escuchando a los pregoneros, se empapaba de la actualidad social del momento (era una manera de informarse).

Con el paso del tiempo, los pregones empezaron a acompañarse de melodías, de tal forma que perdieron su carácter informativo (para informarse ya existía la radio y los nuevos medios de comunicación del siglo XX) y se convirtieron en un género musical y espectacular, con una función retórica y publicitaria.

Muchas personas que se ganaban la vida a través de la actividad mercantil (la venta de productos en pueblos, ferias y eventos) confeccionaban sus propios pregones, con acompañamiento musical, con el objetivo de engatusar a la gente, atraerla, ganarse su atención a partir de una música bonita y una letra atractiva, con el objetivo de poder venderles los productos de una manera gozosa y llamativa.

En realidad, el pregón es una forma de hacer publicidad y convencer a la gente para que compre productos, a partir de la persuasión y la seducción, con puesta en escena y efectismo retórico (para que los clientes compren, hay que utilizar la oratoria, el arte de convencer a partir de la palabra, y así generar carisma).

La protagonista de la copla de hoy es una gitana que se gana la vida vendiendo flores a la gente por diferentes lugares de Andalucía. Para eso, utilizará todas sus artimañas (verbales y artísticas) con el objetivo de ganarse la simpatía de los clientes, y así que le compren sus flores (claves, rosas…).

En la primera estrofa, mediante el recurso de la enumeración la protagonista busca un público al que vender sus flores: a las niñas morenas y a las rubias, a las que entran y salen, a las que están escondidas. Para que el proceso de venta resulte afectivo, es necesario atraer la atención de mucha gente, concebir el producto como algo útil y necesario para todo tipo de personas, aunque tengan rasgos opuestos: que todo el mundo se sienta aludido para comprar flores. De ahí la presencia de antítesis (morenas y rubias, entran y salen […] y las que están escondidas).

Como veis, la anáfora y el paralelismo (a las niñas…y a las…/a las…y a las…), ayudan a distribuir los adjetivos y los verbos de la enumeración. Todo producto tiene un perfil de comprador. Cuanto más amplio sea ese perfil, mayores posibilidades hay de que las ventas sean buenas. De ahí que la protagonista se refiera explícitamente a determinados tipos de personas, las cuales se sienten aludidas y se interesan por el producto. En este caso, la selección se basa en rasgos físicos objetivos (color de la piel, el movimiento, la posición…).

Cuando se hace un pregón es importante utilizar un léxico realista, que se refiera a conceptos e ideas del mundo más inmediato y accesible (flores, niñas, moreno, rubio, entrar, salir…), para que el receptor se sienta identificado y reconozca los referentes, aunque también es importante usar de vez en cuando alguna palabra más rimbombante y llamativa desde el punto de vista del significante.

Por ejemplo, podemos ver que se usa el tecnicismo “celosía” que sirve para referirse a los enrejados de las ventanas. A lo mejor hay mucha gente que no entiende esta palabra, pero suena “bonita”, llama la atención, le da una belleza al texto por su fonética. Esto me recuerda al Modernismo: en los poemas modernistas aparecen muchas palabras ruidosas (libélula, nenúfar…) que solo por su manera de sonar crean atractivo en el poema. En la publicidad es muy importante la apariencia.

Para ello es importante destacar las cualidades y virtudes del producto, ensalzarlo, elogiarlo, presentarlo como si fuera bonito. En este caso, la exaltación no puede ser más sencilla y elegante, sin tanta complicación, con un humilde superlativo: Las flores más lindas de Andalucía. La anadiplosis, además de dar musicalidad, realza el producto que se vende: les vendo las flores/las flores más lindas….  El yo poético se manifiesta explícitamente mediante el pronombre de primera persona, con el objetivo de involucrarse en el proceso de venta: YO les vendo

En la segunda estrofa, la protagonista vuelve a apelar a su público y les pide de una manera más explícita que compren claves, mediante el imperativo (venid) y los vocativos (muchachas y muchachos). La antítesis de masculinidad-feminidad está al servicio del proceso de venta (las flores son objetos que pueden ser comprados tanto por hombres como mujeres).

Se hace uso del recurso de la anástrofe, es decir, se invierte el orden de los elementos de un sintagma (“venderlos quiero”, en lugar de “quiero venderles”, “de mis claveles las maravillas”, en lugar de “las maravillas de mis claveles”). Esto da al texto un aire muy del gusto barroquista, con un sabor añejo que resulta muy marcado y armonioso para el oído. En un pregón de ventas como este, cuanto más enfatizado esté el ritmo, más engancha a la gente. Además, esto permite adelantar a primera posición del sintagma el elemento que se va a vender, cobrando mayor protagonismo. No olvidemos, que al fin y al cabo la protagonista usa las ventas como forma de vida, así que remarcar el acto de venta es también importante. Se gana la vida vendiendo flores.

De nuevo, se remarca una cualidad en grado máximo (superlativo) con el objetivo de exaltar el producto: “los [claveles] más hermosos que hay en Sevilla”.

Para dotar de valor al producto, la protagonista utiliza el recurso de atribuirle un origen mítico, único, divino, sobrenatural: los claveles los llevo en la cara, porque me los siembre la gracia de Dios.  La protagonista transmite la idea de que esos claveles son así por naturaleza, y que la belleza de las flores no es una cualidad desarrollada artificialmente, sino que se nace con ella (se tiene o no se tiene): Las cosas innatas e inherentes suelen tener más valor que las cosas adquiridas o aprendidas (ya que las primeras son auténticas e inéditas).

Otro tópico recurrente del pregón es la muestra de humildad, es decir, el hecho de presentarse ante el público como una persona modesta, humilde, sencilla, del mismo nivel social que el receptor (y no como alguien superior), sin grandes pretensiones ni ambiciones, incluso como alguien pobre, para así conmover al público, que te vea como uno de ellos e incluso te compre alguna flor. Esto se realiza mediante el recurso del polisíndeton: “yo no tengo jardín, ni azotea, ni arriates, ni huertos en flor”. Así la gente se compadece de la gitana (pobrecilla, que no tiene nada) y se animan a comprar

En la tercera estrofa, la protagonista vuelve a aludir y apelar de manera explícita a diferentes colectivos, para que se sientan identificados y compren flores. Esto se hace mediante el paralelismo: a la que no tenga novio, a la que se le fue el marido, la que esté en relaciones. En esta ocasión, utiliza los asuntos amorosos y de pareja como criterio de selección, concibiendo las flores como algo que puede ser útil para todo tipo de gente.

En esta parte de la copla, se recurre a una idea del mundo pastoril y primaveral idílico: atribuir a las flores propiedades de seducción amorosa (dando un motivo a la gente para que las compre): con flores, podrás atraer la atención de la persona que quieres: si se adornan la cabeza con estos claveles míos, almirantes y reyes caerán a sus pies.

Fijaos que en la oración subordinada condicional se utilizan tiempos de indicativo (presente y futuro) en lugar del subjuntivo. El indicativo es el modo de la realidad, frente al subjuntivo que es el mundo de la suposición. Utilizando tiempos de indicativo en la subordinada, la protagonista concibe la asociación amor-flores como una certeza, una verdad universal, una teoría, una ley fija y establecida. Es una manera de asentar y dar solidez a la venta del producto (aunque también hay cierta “manipulación”, ya que el amor no funciona con reglas y por regalar flores a tu pareja, no necesariamente vas a triunfar). Si hubiera utilizado el subjuntivo, lo vendería como una mera suposición o hipótesis sin confirmar, y eso no es tan sólido a la hora de venderlo.

De todas formas, como podemos ver, las flores son una convención cultural, y desde la tradición son un símbolo para demostrar el amor a una persona.

La cuarta estrofa sigue la misma estructura de la anterior y añade la parte final de la segunda:

-Apelación a determinados colectivos, basándose esta vez en rasgos físicos subjetivos (la belleza y la estética de la persona): venga a la fea, venga a la hermosa que en sus cabellos podré una rosa. La antítesis (guapa-fea) permite universalizar el objeto de venta. El hipérbaton (en sus cabellos pondré una rosa) permite adelantar a primera posición el elemento que tiene que ver con el comprador. Además de enfatizar el producto, también hay que remarcar al comprador como forma de atraer su atención.

-La protagonista sigue promocionando las cualidades y funciones del producto: en este caso, habla de las flores como remedio a las malas experiencias amorosas: no hay milagro como mis flores para los que sufren el mal de amores. Igual que en la segunda estrofa recurría a elementos religiosos (a Dios) para dar fuerza retórica, aquí vuelve a recurrir a una palabra importante en un ámbito sagrado y piadoso (el milagro). En una sociedad, más católica y practicante que la de ahora, la Iglesia y la religión eran una autoridad más, y por eso, la protagonista recurre a ellos para poder vender sus flores.
El yo poético aparece enfatizado mediante el posesivo de primera persona (MIS flores) con el objetivo de involucrarse en el proceso de venta: para convencer a la gente, primero tienes que creértelo tú.

Métricamente, las estrofas pares tienen versos decasílabos (arte mayor), con tendencia al pareado (venga la fea, venga la hermosa/que en sus cabellos pondré una rosa, venid muchachas y caballeros/ que a todo el mundo venderles quiero).

Las estrofas impares, por el contrario, tienen versos de arte menor (pentasílabos, heptasílabos y octosílabos), con rimas esporádicas en –ío e –ia. 



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