domingo, 17 de mayo de 2020

Yo no me quiero enterar: ¿Vivir en una mentira es mejor que conocer una verdad dolorosa?

La negación es uno de los principales mecanismos de defensa que aflora en el ser humano en los primeros momentos después de recibir una noticia nociva o estresante en su vida (el fin de una relación amorosa, un duelo, un fracaso laboral, una enfermedad…). Este tipo de reacción es totalmente natural y normal en el contexto de la psiqué humana y nos permite afrontar los primeros instantes de un duro proceso. La lógica y el sentido común nos dicen que poquito a poco la aceptación y la asimilación harán acto de presencia en nuestra vida. Sin embargo, a la protagonista de la copla que os traigo hoy le va a pasar todo lo contrario, y se va a quedar anclada en esa fase de negación o no aceptación. El tema fue compuesto por Quintero, León y Quiroga en el año 1944 para Concha Piquer. Se titula Yo no me quiero enterar.



Es tanto lo que decías
te quiero más que a mi madre,
que fui de tu brazo un día
delante de los altares.
Y luego, ¿qué ha sucedido?
¿quién de mí te separó?
¿qué sombra es la que ha venido
y se ha puesto aquí entre los dos?

De lo que me está pasando
yo no me quiero enterar,
prefiero vivir soñando,
a conocer la verdad.
Que no me quiero enterar,
no me lo cuente, vecina,
¿no ve que lo sé de más
y tengo dentro la espina?
Tener de mí compasión,
tener de mí caridad,
porque tengo un corazón
que no se quiere enterar.

Anoche seguí tus pasos,
hasta donde vive ella,
y vi como la besabas,
junto al quicio de la puerta.
Me puse blanca de luna,
cuando te escuché decir:
"Como nadie te ha querido,
mi alma, te quiero yo a ti".

De lo que me está pasando,
yo no me quiero enterar,
prefiero vivir soñando,
a conocer la verdad.
Que no me quiero enterar,
no me lo cuente, vecina,
¿no ve que lo sé de más
y tengo dentro la espina?
Tener de mí compasión,
tener de mí caridad,
porque tengo un corazón,
que no se quiere enterar.

Que no me quiero enterar,
del hierro que estoy cautiva,
¿no ve que lo sé de más
y estoy más muerta que viva?
Tener de mí compasión,
tener de mí caridad,
porque tengo un corazón
que no se quiere enterar.

...................................................................................


El argumento de la canción se puede resumir brevemente de la siguiente manera: una mujer y un hombre se enamoran y se casan. El hombre acaba siéndole infiel con otra mujer. Y la esposa se niega a aceptar la realidad, y prefiere seguir creyendo que todo va bien y vivir en una mentira, que tener que hacer frente a la verdadera y cruda situación. De ahí el título de la copla: yo no me quiero enterar (aunque en el fondo sepa que es una cornuda, prefiere actuar como si nada pasara y no existiera el problema).

En la primera estrofa se describe la escena de enamoramiento entre la protagonista y su pareja. El amado recurre al cortejo elogioso, a la palabrería, al uso de una comparación para expresar la intensidad de sus sentimientos de cariño hacia ella: Es tanto lo que decías, te quiero más que a mi madre.  El cuantificador (tanto) y la comparación (más que a mi madre) permiten contrastar la magnificación del amor que al principio parece sentir el amado por la amada, con la “jugarreta” que le hará después. Mucho te quiero, te quiero, pero mira lo que me has hecho enrollándote con otra jajjajaja. Realzar la intensidad, la retórica del amado y la palabrería (que es algo solemne y elevado) permite después contemplar mejor la bajeza del amado que es capaz de atentar contra la fidelidad de su esposa, y esta quede como la víctima

Después del elogio, el cortejo y enamoramiento, llega el matrimonio y la boda, la cual se expresa de forma circomlóquica, dando un rodeo, una paráfrasis: Fui de tu brazo un día, delante de los altares. El yo poético se recrea en las partes altas del tema, en lo bonito, en lo elevado, en lo ceremónico, en lo festivo…para luego marcar mejor su caída. Cuanto más alto y majestuoso describa su amor por el hombre, más fuerte es luego la decadencia, y más compasión crea en el receptor. Por eso, para decir que se casa necesita dos versos y dar tantos mareos en el discurso. La historia se cuenta poco a poco, para crear cierta intriga y expectación. Aparte de embellecer el lenguaje (decir “fui de tu brazo un día delante de los altares” suena más poético que decir “me caso”).

Hasta aquí llega la parte idílica de la historia de amor. Se casan, y después empieza la decadencia, y además de forma súbita. Eso se marca muy bien mediante el adverbio de tiempo (y luego…) y las interrogaciones retóricas: ¿Qué ha sucedido? ¿Quién de mí te separó? ¿Qué sombra es la que ha venido y se ha puesto aquí entre los dos?

El hipérbaton del complemento regido respecto al verbo (de mí te separó) es una forma contundente de marcar la separación, el fin del amor. El fin del amor se debe a una tercera persona, a un agente externo que se ha metido de lleno en la relación. Este agente se representa de forma metafórica (qué sombra es que ha venido y se ha puesto aquí entre los dos). La sombra representa la oscuridad, lo maligno, lo diabólico. En los cuentos, en el folletín y en muchas manifestaciones de la literatura popular en la noche y la oscuridad es cuando aparecen los seres malignos (ladrones, asesinos, monstruos…). Esta tercera persona que se ha metido de lleno es alguien “maligno” que ha roto la relación amorosa entre la protagonista y el marido. La sombra queda personificada para enfatizar su voluntad: “se ha puesto aquí entre los dos”. Este agente externo ha querido romper la relación desde el principio, con premeditación y alevosía.

En la segunda parte del tema asistimos a la “prueba del crimen”. El yo poético comprueba in situ la infidelidad. En muchas coplas que tratan el tema de la infidelidad, el proceso suele ser el mismo: enamoramiento, etapa feliz, descubrimiento de la doble vida, separación y angustia. Ahora estamos en la etapa de la revelación de la verdad, y además, lo hace la propia protagonista insertándose en un contexto narrativo.

Ella cuenta cómo una noche siguió a su amado por la calle y llegó a la casa de la querida: “Anoche seguí tus pasos hasta donde vive ella”. La realidad se revela a la protagonista de forma directa, tangible y material: “Y vi como la besabas junto al quicio de la puerta”. La amada ya tiene la prueba de la infidelidad. Ya tiene motivos objetivos para saber que su marido ha actuado mal. Cuando una experiencia resulta traumática recuerdas todos los detalles locativos (de ahí la alusión al quicio de la puerta…que es el lugar del “crimen”).

Asistimos en directo a la reacción espontánea (en caliente) de la protagonista, la cual palidece, se queda incrédula, sin saber que decir…de ahí la alusión al color blanco o claro (Me puse blanca de luna). En el lenguaje coloquial la expresión ponerse blanco quiere decir asustarse, quedarse en shock, recibir una impresión fuerte de algo que le conmociona mucho (ver a su marido besándose con otra). La luna es blanca…de ahí que la protagonista se ponga blanca.

Además, a la prueba física y visual (el beso) hay que añadirle una segunda prueba (auditiva y verbal). Su marido corteja, se declara y elogia a la querida, teniendo a su esposa detrás viendo la escena: “Como nadie te ha querido, mi alma, te quiero yo a ti.” El hombre elogia a la otra con un vocativo afectivo (mi alma) y una comparación (como nadie te ha querido, te quiero). El polípton (ha querido/quiero…mismo verbo dos tiempos diferentes) es una forma de priorizar el amor de la querida sobre el de la mujer. Este hombre está diciéndole a su querida que es a la mujer que más quiere (más que su esposa).

En el estribillo asistimos a la reacción en frío (después de haber pasado la infidelidad) de la protagonista. ¿Y cómo afronta el yo poético este infortunio? Pues desde la óptica de la negación, de la no aceptación, del hacer como si nada pasara, de la apariencia de una normalidad que no existe: “De lo que me está pasando ya no me quiero enterar”. El adelantamiento del régimen al verbo y sujeto crea un hipérbaton que hará ver a la protagonista que por mucho que ella intente maquillar la realidad, la verdad es la que es. La perífrasis de gerundio (de lo que me está pasando) indica que la infidelidad es una realidad del presente actual, y su sufrimiento también. Cuando la protagonista habla, su marido está siéndole infiel y ella está pasándolo mal en ese mismo momento del acto de habla. Por tanto, la protagonista tiene un problema o conflicto de gran importancia

La manera de afrontar ese conflicto es la no aceptación de la realidad: “Prefiero seguir soñando a conocer la verdad”. La protagonista prefiere seguir dentro de la caverna platónica y vivir en una mentira. El plano del sueño se contrapone al de la realidad. Funcionan como antítesis en este poema. Las verdades duelen, no son fáciles de aceptar. A la protagonista le cuesta llegar a esa fase de aceptación. No quiere saber nada del tema, se mantiene en la negación, en hacer como si no existiera ese problema. De ahí las súplicas a la vecina de que no le cuente nada de lo que vea: “Yo no me quiero enterar, no me lo cuentes vecina”. El adverbio de negación (no) es una manifestación gramatical de este estado de no aceptación.

No obstante, a pesar de la no aceptación, ella es consiente de que hay un problema, un conflicto que le atormenta, que le perturba. Esto se manifiesta mediante la interrogación retórica: ¿No ve que lo sé de más y tengo dentro la espina? La espina funciona como metáfora de las preocupaciones vitales que nos afectan, nos trastornan, nos alteran, nos impiden seguir nuestro ritmo vital con normalidad. Autores como Rosalía de Castro o Antonio Machado usaban la espina como símbolo de todo aquello que nos conmociona, lo llevamos dentro y no lo sacamos. Nos molesta y nos impide el fluir vital

Como os he dicho, la verdad duele. La mujer investigó por su cuenta y siguió al marido hasta la casa de ella y se encontró con el pastel. Al final, saber la verdad le ha traído muchos disgustos. Como dice el refrán…la curiosidad mató al gato. Si no hubiera querido saber, seguro que aunque fuera en un mentira, al menos habría sido feliz. Querer saber de más le ha hecho meterse esa espinita en el alma. Es curioso. Está pidiendo que nadie le habla del tema, no quiere saber nada y a la vez se ha puesto a investigar para ver dónde va el marido. Es un poco contradictorio. Podríamos decir que el yo poético utiliza la no aceptación como mecanismo de defensa, pero en el fondo sabe de sobra todo.

Mediante la antítesis (estoy más muerta que viva) el yo poético se muestra totalmente hundido ante el conocimiento de la verdad. Es el tópico de la muerte en vida. Si ha basado su felicidad en el amor con esa persona, y ha visto que esa persona quiere a otra, la vida deja de tener motivación y sentido. De ahí este verso tan duro.

El yo poético busca la compasión de la gente y queda como una víctima de la historia. Esto se manifiesta mediante el paralelismo con el anástrofe del complemento preposicional regido: Tened de mí compasión, tened de mí caridad (tened compasión/caridad de mí). Y como mecanismo de defensa ante el dolor recurre a la no aceptación, con metáfora del alma como corazón (centro espiritual, que es el alma=centro corporal vital, que es el corazón) y su personificación: porque tengo un corazón que no se quiere enterar

Se utiliza el verso octosílabo (arte menor), los cuales se disponen en cuartetas donde rima el primero con el tercero y el segundo con el cuarto (8a 8b 8a 8b). A veces la rima es asonante (enterar-más) y otras consonante (pasando-soñando).



No hay comentarios:

Publicar un comentario