lunes, 26 de mayo de 2025

Campanero Jerezano: tañidos que marcan el estado de la relación amorosa

Hoy viajamos hasta el municipio gaditano de Jerez de la Frontera, con un conocido tema de los años cincuenta interpretado por Tomás de Antequera, cantaor nacido en Valdepeñas (Ciudad Real), que se hizo famoso en los frentes republicanos de la Guerra Civil gracias a sus cuplés, así como sus llamativas chaquetas que él mismo decoraba y sus crótalos (que son unos platillos pequeños sujetos a los dedos pulgar y corazón que marcaban el ritmo de las canciones y producían unos sonidos agradables). Uno de sus principales éxitos fue Campanero Jerezano, de cuya música es responsable el maestro Freire.

Aunque la gente recordará más la versión de Perlita de Huelva de este pasodoble, a mí me gustaría dedicar el post al intérprete manchego. La copla no es solo Marifé, Concha Piquer, Juana Reina, Rocío Jurado o Antonio Molina. También hubo artistas excelentes como Tomás de Antequera que quedaron eclipsados comercialmente por los anteriores, pero su calidad es innegable. 

Este señor poseía una voz lírica e interpretaba las canciones de forma elegante y comedida, sin excesos, siguiendo los pilares de la escuela piqueriana. 



Como una rosa marchita,que nadie quiere coger,llora en su reja solita,la niña de la Merced.
A cantarle amores llegó a su ventana,un guapo gitano que la enamoró,floreció la risa de la jerezana,y a los cuatro vientos la niña cantó.
Campanero, campanero,del barrio de la Merced,que repiquen tus campanas,que ha nacido mi querer.
Diles que toquen a gloria,por un cariño gitano,echa a doblar tus campanas,campanero jerezano.
Junto a su reja florida,quiere ocultar su dolor,la rosa de su alegría,de nuevo se marchitó.
Porque aquel gitano que tanto quería,del brazo de otra riendo pasó,y la jerezana ya no sonreía,y a los cuatro vientos llorando cantó.
Campanero, campanero,del barrio de la Merced,haz que doblen tus campanas,porque ha muerto mi querer.
Diles que lloren conmigo,mi desengaño gitano,echa a volar tus campanas,campanero jerezano.

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Como ya imaginaréis, un campanero es una persona que tiene por oficio tocar las campanas de las torres de iglesias y ermitas. Actualmente, gracias al desarrollo de las tecnologías, el trabajo puede realizarse de forma mecánica y automática. No hace falta tener una persona las veinticuatro horas del día tocando las campanas cada vez que llegue una hora en punto o una hora y media. Existen dispositivos que hacen el proceso (ordenador, GPS…). 

Sin embargo, en la España de posguerra, en cada campanario de nuestro país había una persona que se encargaba personalmente de tañer las campanas de manera manual. Era el campanero. Actualmente este oficio está extinto y solo lo encontramos por nostalgia en puntos muy concretos como el Miguelete de la Catedral de Valencia.

La canción posee una estructura bipartita clara en la que se desarrolla el conflicto amoroso:

-En la primera parte, la protagonista se siente feliz, ya que por fin ha encontrado a un novio. Por eso, le pide al campanero que toque las campanas como forma de celebrar esa alegría y poder compartirla con todo el mundo.

-En la segunda parte, la muchacha se encuentra triste, ya que su novio la ha abandonado para irse con otra. Por eso, le pide al campanero que toque las campanas como forma de llorar la pérdida y compartir su dolor con el mundo.

Por tanto, tenemos a un personaje que pasa de desdicha (soledad) a la dicha (noviazgo) y de la dicha (amor) a la desdicha (infidelidad). Tanto en lo positivo como en lo negativo, hay una necesidad por parte del yo poético de expresar los sentimientos, de compartirlos con la gente, de abrir el corazón a los receptores (tanto reales como virtuales, es decir, tanto a la gente que escucha la copla, como a la gente que oye esas campanas de Jerez). Por eso el campanero hace de “bisagra”, de transistor, de enlace entre la protagonista y el mundo. Él se encarga, con sus campanas, de irradiar esos sentimientos de alegría y de pena. La mujer necesita contar cómo se siente y lo hace a través de la figura del campanero.

Al inicio del tema se describe la tristeza de la chica, la cual se siente sola ya que no ha encontrado ese amor que tanto necesita. Esa carencia la expresa con una comparación literaria: Como una rosa marchita que nadie quiere coger, llora en su reja solita la niña de la Merced. Un elemento natural y bonito (rosa) se representa de forma degradada (marchita), con el fin de enfatizar el estado anímico desdichado. 

La flor posee connotaciones positivas (la niña es bonita, colorida, joven...). Sin embargo, no pasa por su mejor momento de plenitud. Lo marchito posee connotaciones negativas (la niña está triste, sola, no tiene color, no tiene vitalidad, no tiene ganas de vivir, le falta energía y motivación...).

El indefinido personal (nadie) remarca el estado de soledad: no tiene pareja, es rechazada por la gente. Eso hace que el receptor se compadezca de la muchacha y la mire con buenos ojos: pobrecilla, qué mal lo está pasando…El léxico de estos primeros versos resulta melodramático pues está relacionado con el pesimismo y la falta de vitalidad (marchita, llora, solita...).

Al final de la primera estrofa, la mujer conoce a un muchacho gitano del que se enamora. El encuentro entre los dos jóvenes se representa con la escena del cortejo, típica del amor de raíz cortés: A cantarle amores llegó a su ventana un guapo gitano que la enamoró. En el amor cortés es frecuente que el amado cante a la amada, y la ronde, normalmente delante de una ventana. Recordad las escenas de Romeo y Julieta en el balcón. Esto “bebe” del amor provenzal cortés, que se ya se fraguaba en la lírica medieval. 

En este momento, la canción adopta un tono festivo y juguetón. Al fin y al cabo se trata de algo bonito. Los adjetivos antepuestos denotan sensualidad (guapa...). El hipérbaton, además de dar musicalidad,  remarca el componente tradicional cortesano. La oración subordinada final (a cantarle amores) se adelanta a la principal (llegó a su ventana un guapo gitano…). De esa manera, se enfatiza el hecho de que la protagonista deja de estar sola, y conoce a alguien que va a ser importante para ella. El cortejo simboliza el cambio de fortuna.

Las metáforas elegidas para representar la alegría de la chica también están al servicio de la plenitud. Por eso se recurre a elementos del mundo natural: Floreció la risa de la jerezana y a los cuatro vientos la niña cantó. Cuando una planta florece significa que está en un momento idílico: la primavera. La muchacha ha conocido a ese gitano y está viviendo su primavera particular. Está alegre, está feliz, ya no está marchita, irradia color por los cuatro costados. Da gusto verla. Ahora, la mujer es una flor completa y entera, en su máximo esplendor, gracias a ese gitano.

Cuando estamos alegres, surge en nuestra alma la necesidad de compartir la dicha con los demás. El ser humano feliz necesita transmitir esa felicidad a los demás, de decirle al mundo lo bien que se siente y el estado extásico y placentero del que goza. El aire se convierte en medio difusor de esa alegría: A los cuatro vientos la niña cantó. El viento se expande hacia los cuatro puntos cardinales. La protagonista necesita compartir su alegría con la humanidad. Quiere convertir sus sentimientos en algo universal.

En el estribillo, la muchacha se dirige al campanero con un vocativo (Campanero, campanero, del barrio de la Merced). La Merced es la iglesia más importante de Jerez. Data del siglo XIV. La virgen que alberga en su interior es la patrona de la ciudad. 

La copla no solo plasma sentimientos y emociones de un personaje anónimo de ficción, sino también es un homenaje y un guiño a la localidad gaditana. La protagonista está viviendo una serie de pasiones trascendentes para el ser humano (amor) y las está compartiendo con una ciudad muy concreta (Jerez).

Normalmente, el sonido de una campana llega a todo un pueblo. Aunque vivamos lejos de una iglesia, el viento facilita la transmisión y hace que todos escuchemos los tañidos. La protagonista quiere que los sentimientos de alegría y felicidad que está experimentado sean difundidos por el repique de campanas para que llegue a toda la gente. Es una manera de compartir su estado placentero con los demás. Cuando estamos felices, queremos que todo el mundo conozca nuestra buenaventura. El paralelismo enfatiza la exaltación, la celebración y el triunfo del amor: 

Pronombre exclamativo (Qué/Qué) + verbo (repiquen/ha nacido) + sujeto iniciado por determinante posesivo (tus campanas/mi querer). 

Mediante el imperativo (diles que toquen a gloria, echa a doblar tus campanas...), la protagonista pide de manera insistente al campanero que continúe/prolongue la celebración. Cuanto más ruido haga con el repique, mayor es la celebración y la alegría. En ese sentido, se trata de una concepción  pomposa de las pasiones humanas, que configura una imagen algo altiva y prepotente de la protagonista. Esta muchacha necesita exteriorizar y hacer visible sensorialmente todo lo que siente. Otras personas prefieren vivir las cosas de manera íntima y recogida. Ella necesita compartirlo, y en este caso, regocijarse de ese estado de buena suerte (ha conocido a un hombre, está enamorada…).

Ese frenesí de alegría y placer lleva a la hipérbole sacrílega. Se utiliza un elemento relacionado con el ámbito religioso y piadoso, para expresar un estado anímico profano: que toquen a gloria... La emoción de la chica (amor pagano/material/carnal) es tan grande e intensa, que recurre a elementos relacionados con la religión (Gloria) para plasmar la trascendencia. La hipérbole sacrílega es un recurso típico de la poesía cancioneril del XV.

En la segunda parte del tema, se produce el cambio de fortuna: la protagonista deja de estar pletórica y radiante y pasa a sentirse triste y dolorosa: Junto a su reja florida quiere ocultar su dolor. La metáfora de la flor marchita describe la mudanza anímica: La rosa de la alegría de nuevo se marchitó. 

La locución adverbial (de nuevo) crea un efecto efervescente y motriz, ya que los estados anímicos de la chica van cambiando continuamente a lo largo de la copla, según el devenir de los acontecimientos: primero se encuentra triste porque está sola, luego feliz porque conoce al novio, ahora otra vez triste…La vida del ser humano es como una montaña rusa: unas veces estamos arriba, y otras veces abajo. La protagonista está viviendo un vaivén de emociones contrastadas. 

El léxico resulta antitético. Tan pronto encontramos palabras con connotaciones positivas (reja florida, rosa de su alegría), como negativas (dolor, marchitó). Las palabras positivas están relacionadas con la vegetación floral. La muchacha es joven, guapa, está en la flor de la vida, tiene muchos años por delante para seguir gozando. La juventud y la belleza es algo positivo. La chica tiene todas las condiciones para ser feliz, y sin embargo no lo es. De ahí las palabras negativas relacionadas con el dolor, la soledad y la tristeza. Lo positivo se funde con lo negativo. La muchacha, triste, se circunscribe a un entorno colorido y bonito (reja florida). Aunque se haya llevado un desengaño, la chica sigue siendo joven y guapa. Es una manera de atenuar el componente perturbador.

Al final de la segunda estrofa se explica el motivo de la tristeza. el gitano ha abandonado a la chica para irse con otra. Esto se explica de manera diáfana y limpia, sin rodeos ni medias tintas, con una oración subordinada causal: Porque aquel gitano que tanto quería, del brazo de otra riendo pasó. El autor no crea morbo con el tema de infidelidad. 

La subordinada de relativo (que tanto quería...) da fuerza dramática al contexto. Resaltar el fuerte amor que había entre los jóvenes (gracias al cuantificador “tanto”) es una manera de enfatizar la brusca caída anímica de la protagonista: al quererlo tanto, la decepción y el desengaño son mayores y duelen más. 

Se trata de un mecanismo típico de la literatura trágica: si quieres que la "bajada a los infiernos" impacte al receptor, haz hincapié en todas las cosas buenas que le han pasado al personaje. Esos contrasten calan en el corazón del público. Ver cómo en pocos segundos alguien que está en el cielo, cae al pozo más profundo, conmueve al auditorio. De estar celebrando el amor, el yo poético pasa a llorar el fracaso. En un segmento temporal y espacial pequeño.

Para reflejar la infidelidad no hace falta recurrir a escenas escabrosas y morbosas (por ejemplo, ver a los amantes besándose en una cama). No hace falta llegar a ese punto. Simplemente, presentando a la nueva pareja en un contexto cotidiano feliz (paseando por la calle), ya es suficiente para entender el dolor de la protagonista: Del brazo de otra riendo pasó. 

No hace falta llegar a pasiones desmedidas carnales. Para el yo poético es un golpe duro ver a su amado agarrado del brazo de la otra pasándoselo bien. 

El hipérbaton realza dramáticamente este momento tan importante de la historia. El verbo subordinado (riendo) se adelanta al principal (pasó). El complemento circunstancial de modo (del brazo de otra), se adelanta a los verbos (riendo pasó). Todo esto aísla cada constituyente sintáctico y da fuerza a cada uno de los elementos de la escena por separado: el gitano, la amada, los dos cogidos del brazo, risas de por medio…todo esto suma y cala en el corazón de la protagonista, la cual se siente dolida: y la jerezana ya no sonreía. Está viviendo una pesadilla. 

El adverbio de tiempo (ya) marca el momento en que se produce el cambio de fortuna del yo poético. A partir de que el amado se lía con la otra, la protagonista rompe su estado de felicidad. Con el objetivo de mantener el honor y la dignidad de la muchacha, el narrador busca atenuar el daño mediante la negación del estado positivo (ya no sonreía...) en lugar de recurrir a palabras negativas contundentes y dolorosas (sufrir, llorar...).

La voz narradora no quiere representar a la muchacha de una forma patética y melodramática. Sería una especie de atentado a su imagen pública. Lo políticamente correcto es que las escenas de tristeza, dolor y sufrimiento se vivan de una manera íntima y discreta, alejado de los focos. Por eso el narrador intenta reducir el componente de dolor. Ver a alguien llorando en público y lamentándose de su desdicha no es decoroso ni agradable de contemplar. 

No obstante, la protagonista actúa de manera salvaje y visceral, siendo coherente consigo misma. Si en la primera estrofa celebraba de una forma altiva y ruidosa su buena suerte ahora compartirá su dolor y su desgracia con todo el mundo. A ella no le importa "desnudarse emocionalmente" ante el espectador tanto en lo bueno como en lo malo. Necesita desahogarse y compartir sus sentimientos con el mundo ya sea en la alegría o en la pena. 

En ese sentido, la protagonista tiene unas concepciones que cumple al 100%. No le importa rasgarse las vestiduras y desgarrarse ante el mundo: Y a los cuatro vientos la niña cantó. Si antes le pedía al campanero que irradiara su alegría y su gozo, ahora le pedirá que irradie su estado de mala fortuna.

Todas esas peticiones se hacen en modo imperativo: Haz que doblen tus campanas porque ha muerto mi querer. Se da una visión humanizada del amor, como producto inédito, original y propio, que cumple su función en la vida. El amor, como el ser humano, nace, crece y finalmente, muere. En el primer estribillo se celebra el nacimiento del amor. Ahora se llora por la muerte de ese amor.

La protagonista quiere que el mundo se una a su drama personal, y sufra lo que ella está sufriendo. De ahí la personificación de elementos inertes, como son las campanas: Diles [a las campanas] que lloren conmigo, mi desengaño gitano. 

La acumulación de marcas de primera persona (pronombre “conmigo”, posesivo “mi desengaño”) es un síntoma de perturbación emocional, típico del romanticismo exaltado de las primeras décadas del XIX. La muchacha lo está pasando mal, sufre y necesita exteriorizarlo. Tanto en la alegría como en la pena, la mujer es excesiva y necesita llevar el conflicto a su máxima intensidad, compartiéndolo con la humanidad: Echa a volar tus campanas

El sonido de las campanas se recrea con el segmento fonético -AM, que configura una especie de onomatopeya-aliteración, gracias a dos palabras: el sustantivo cAMpanas, y su derivado cAMpanero. El sufijo –ero sirve para designar profesiones (campanero es la persona que tiene por oficio tocar las campanas). Las dos palabras se repiten a lo largo del estribillo creando ese efecto “campaneante”.

Las estrofas están formadas por la unión de una cuarteta octosilábica (8a 8b 8a 8b) y un serventesio dodecasílabo (12A 12B 12A 12B). En ambos casos, el primer verso rima con el tercero y el segundo con el cuarto. La diferencia es que la cuarteta es arte menor y el serventesio arte mayor.

Los estribillos están formados por la unión de dos coplas, es decir, cuatro versos octosílabos con rima entre el segundo y el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a.


viernes, 16 de mayo de 2025

Cruz de navajas (Mecano): incompatibilidad horaria que desemboca en infidelidad y asesinato

Hoy analizamos una de las canciones más emblemáticas del grupo Mecano: Cruz de Navajas. La verdad es que tenía muchas ganas de desgranar la letra de este mítico tema, compuesto por José María Cano en  1986, dentro del disco “Entre el cielo y el suelo”.

La característica voz de Ana Torroja se vio arropada por el trabajo del saxofonista Jorge Pardo y el percusionista Pepe Ébano. La canción fue todo un éxito a pesar de que al principio no llegó a convencer del todo ni a Ana ni a Nacho. Hubo una versión en italiano. Y hasta el mismísimo Sabina se atrevió a interpretarla.

Estamos ante un poema de corte narrativo. Esto significa que nos cuenta una historia (acción), con un principio, un desarrollo y un final. Hay unos personajes, un espacio, un marco temporal, y por supuesto, un narrador.



A las cinco se cierra la barra del 33Pero Mario no sale hasta las seisY si encima le toca hacer caja, despídeteCasi siempre se le hace de díaMientras María ya se ha puesto en pieHa hecho la casa, ha hecho hasta caféY le espera medio desnuda
Mario llega cansado y saluda sin mucho afánQuiere cama pero otra variedadY María se moja las canas en el caféMagdalenas del sexo convexoLuego al trabajo en un gran almacénCuando regresa no hay más que un somierTaciturno que usar por turnos
Cruz de navajas por una mujerBrillos mortales despuntan al albaSangres que tiñen de malva el amanecer
Pero hoy como ha habido redada en 33Mario vuelve a las cinco menos diezPor su calle vacía, a lo lejos, solo se veA unos novios comiéndose a besosEl pobre Mario se quiere morirCuando se acerca para descubrirQue es María con compañía
Cruz de navajas por una mujerBrillos mortales despuntan al albaSangres que tiñen de malva el amanecer
Sobre Mario de bruces, tres crucesUna en la frente, la que más dolióOtra en el pecho, la que le matóY otra miente en el noticiero
Dos drogadictos en plena ansiedadRoban y matan a Mario PostigoMientras su esposa es testigo desde el portal
En vez de cruz de navajas por una mujerBrillos mortales despuntan al albaSangres que tiñen de malva el amanecer
Ohh oh oh ohOhh oh oh ohOhh oh oh ohOhh oh oh oh

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El tema principal es la infidelidad. Los protagonistas son una pareja (él se llama Mario y ella María) que viven envueltos en un halo de monotonía, hastío, descuido y falta de atención uno del otro, debido a sus circunstancias personales y laborales. Él trabaja de noche en un bar y ella de día en un centro comercial. Por eso, apenas tienen tiempo para interactuar y potenciar su relación amorosa. Al final, ella, cansada de ese vacío emocional, decide llenarlo conociendo a otro hombre. Mario les pilla in fraganti mientras se besan. Y sucede la tragedia: Mario recibe un navajazo del amante y fallece

En la primera parte de la composición, predomina la modalidad descriptiva, la cual sirve de planteamiento de la historia. El narrador hace un boceto, una pintura, una estampa, del día a día de esta pareja: sus rutinas, sus quehaceres, sus trabajos, sus horarios, sus costumbres…en definitiva, la vida cotidiana de Mario y María en un entorno doméstico.

El narrador busca con esta descripción resaltar la incompatibilidad de las rutinas diarias de los amados. El objetivo de la primera estrofa es enfatizar la falta de sintonía entre Mario y María debido a sus diferentes planteamientos vitales. A pesar de vivir juntos y compartir un espacio común (casa), cada uno de ellos desarrolla su vida por separado, debido a que los trabajos y horarios son totalmente opuestos. Es difícil encontrar puntos en común en la vida de estas dos personas. Son rutinas totalmente contrarias: cuando él trabaja, ella descansa. Y cuando ella trabaja, él descansa.

El estilo objetivo del inicio va dando paso a un tono cada vez más subjetivo: al fin y al cabo, ese distanciamiento motivado por cuestiones laborales acaba afectando a la relación de pareja.

Esto se traduce en pérdida de la ilusión, aburrimiento, falta de compenetración, momentos de soledad…es como si esa relación dejara de tener sentido, ya que no pueden disfrutarla.

Los primeros versos poseen un tono neutro, gracias a esa pasiva refleja (a las cinco se cierra la barra del 33), con la coordinada adversativa (pero Mario no sale hasta las seis). Se describe una situación que forma parte de la normalidad de esta pareja. Él trabaja de camarero en un local nocturno (llamado el 33) y sale a las tantas de la madrugada

Este tipo de empleo y horario, con el paso del tiempo, acaba provocando unas consecuencias. De ahí, esas pinceladas subjetivas del narrador que enfatiza la problemática de la situación, mediante marcadores de realce expresivo (si ENCIMA le toca hacer caja...) y exclamaciones de asombro (despídete). Entre que echan a los clientes, y hacen caja, la hora de salida va mucho más allá de la hora del cierre del local.

El adverbio de frecuencia marca la cotidianidad de la vida de Mario: CASI SIEMPRE se le hace de día. Mucha gente que se dedica al ocio nocturno regresa a casa al amanecer.

El marcador temporal crea un contrapunto (MIENTRAS María ya se ha puesto en pie). Mario termina su jornada al amanecer. Y por el contrario, María la empieza. Primera incompatibilidad

El paralelismo marca las rutinas de la protagonista: ha hecho la cama, ha hecho hasta el café: verbo (ha hecho) + complemento directo (la casa/el café). Son dos acciones que se hacen por la mañana en cualquier casa “normal” (tomar café en el desayuno y limpiar las habitaciones para dejar todo ordenado antes de salir).

María intenta crear un punto de interacción con su pareja en ese pequeño fragmento de tiempo que comparten por las mañanas. Y lo hace desde la óptica de la sensualidad y la sugerencia: y le espera medio desnuda. Está claro que la protagonista quiere aprovechar esos pocos minutos en los que coincide con Mario, cuando él regresa a casa del trabajo a eso del amanecer, y ella se está preparando para salir a trabajar.

¿Cuál es el problema? Que después de estar toda la noche trabajando para arriba y para abajo en el local, el muchacho no tiene ganas de besitos, abracitos y cariñitos (Mario llega cansado y saluda sin mucho afán). Se le ve apático, se le ve derrotado, se le ve abatido por la rutina. El complemento predicativo (cansado) y el circunstancial de modo (sin mucho afán) expresan muy bien ese estado de desgana en el que se encuentra Mario.

Lo único que quiere es llegar cuanto antes a casa, tirarse a la cama, dormir y descansar para estar despejado para la noche siguiente y volver al curro: quiere cama pero otra variedad

La incompatibilidad se puede ver en la funcionalidad que cada miembro de la pareja otorga a un elemento doméstico como es la cama. María la quiere para dar amor a su novio (función erótica). Mario la quiere para dormir (función reparadora). Otro desencuentro entre ambos

Esa conducta apática de Mario cada mañana provoca una reacción en María, que se expresa muy bien mediante una frase hecha del ámbito coloquial: Y maría se moja las ganas en el café. Está claro que la protagonista se queda a dos velas, es rechazada por Mario. Ella tiene ganas de sexo, y él no se lo da, ya que está cansado y solo quiere dormir.

Esto genera dolor y frustración en María. Estos dos sentimientos se reflejan en la metáfora: magdalenas del sexo convexo. La magdalena representa las lágrimas de impotencia por la situación, ya que la necesidad sexual no es satisfecha debido a la diferencia de horarios. El sexo convexo se refiere a que la mujer (de sexo cóncavo, ya que el órgano genital femenino se curva hacia dentro), ante la falta de relaciones íntimas con Mario (de sexo convexo, ya que el órgano genital masculino se curva hacia fuera), utiliza la bollería industrial para resarcirse de esa frustración y buscar la gratificación en solitario, ya que no puede hacerlo con Mario. Utiliza el dulce como sustitutivo del sexo. En este caso, las magdalenas son del sexo convexo (como si fueran el amado)

Ante la indiferencia del novio, no le queda más remedio a la mujer que satisfacer sus deseos sexuales mojando esas magdalenas en el café. Está claro que a largo plazo el placer que te da una persona no puede ser el mismo que el que te da un objeto. Por tanto, la relación está condenada al fracaso. Ella no se conforma con este tipo de vida. Buscará fuera lo que no le dan en casa. Esto explica el devenir de los acontecimientos futuros (infidelidad).

María sufre por el poco contacto que tiene con su pareja. Esto le provoca carencias a nivel emocional y sexual. Y para más inri, esta situación no se debe a que su novio sea una mala persona, sino a circunstancias totalmente ajenas a la pareja. En este caso, el trabajo.

La primera parte del tema acaba con la descripción del resto del día: luego al trabajo en un gran almacén. Cuando regresa no hay más que un somier, taciturno que usar por turnos.

De nuevo, los dos amantes tienen dinámicas de vida que se repelen. Ella trabaja en un centro comercial todo el día, y cuando regresa a casa por la tarde/noche, él ya no está porque se ha ido al bar. De ahí la imagen de la cama vacía (no hay más que un somier).

La cama no es un espacio común para los protagonistas, tal como se expresa con el léxico de alternancia: taciturno que usar por turnos. Nunca coinciden en la cama. Él duerme de día. Ella, de noche. Nunca están juntos. A base de repetir esta rutina, una y otra vez, la relación sufre un deterioro.

En la segunda estrofa predomina el tono narrativo. Asistimos al punto de inflexión de la historia. Esa rutina y esa normalidad queda rota cuando el protagonista contempla con horror la consecuencia de ese clima de desencanto con su pareja: su amada María se está besando con otro hombre. Esto provocará un desenlace fatal.

Como en toda tragedia, el conocimiento de la verdad (anagnórisis) se produce de forma casual. Por una serie de circunstancias azarosas, el protagonista descubre el pastel, sin esperarlo. Él no buscaba nada. Simplemente se topó con la realidad por casualidad. Una noche la policía hace una redada en el bar, y cierran antes de la hora. La conjunción adversativa marca muy bien ese hecho que desencadenará el final funesto: PERO hoy como ha habido redada en el 33, Mario vuelve a la cinco menos diez. Si no hubiera habido redada aquella noche, Mario no habría descubierto la infidelidad.

La realidad se desvela de forma progresiva ante los ojos del chico. El ambiente nocturno y silencioso crea una atmósfera misteriosa, como de calma tensa, antes de la tempestad: por su calle vacía…

Primero, la escena es vista desde la distancia: solo se ve a unos novios comiéndose a besos. Debido a la lejanía, Mario no capta los detalles, no identifica a los individuos. Solo contempla algo genérico y neutro, que en principio no le repercute en su vida: un hombre y una mujer besándose en la calle. Algo normal y corriente en una noche de parranda, juerga y borrachera. Muchos novios se morrean y dan rienda suelta a la pasión, hecho que se intensifica con la metáfora (comerse a besos)

Sin embargo, a medida que se acerca a los amantes, se irá dando cuenta de que esa escena le afecta de una forma trascendental, ya que se trata de María, que está besándose con otra persona. El narrador abandona la neutralidad y muestra cierto afecto y empatía, y llega a compadecerse por el protagonista, tal como se expresa con el epíteto: el POBRE Mario se quiere morir. La hipérbole (se quiere morir) enfatiza el horror y la angustia que genera descubrir algo tan doloroso y asqueroso.

Se evita dar detalles escabrosos o morbosos sobre la infidelidad. No hace falta ahondar en descripciones carnales o sensuales. Simplemente, se identifica a la parte femenina (que el espectador ya lo conoce, ya que se trata de María), y se especifica que está con una tercera persona: cuando se acerca para descubrir que es María con compañía.

La traición se narra en tres versos, de una forma limpia, sencilla, diáfana, clara, sin rodeos, pero a la vez, sin pomposidad. Lo que se le pasó por el cuerpo a Mario en ese momento queda para él y para nosotros. No hace falta representarlo literariamente. La escena, a pesar de su sencillez, habla por si sola. Es dura.

En la tercera estrofa asistimos al pathos o lance patético: Mario recibe un navajazo del amante y muere al instante.

No obstante, el narrador, no solo quiere enfatizar la muerte física y material (el crimen), sino también la traición, la mentira, el engaño, y en definitiva, la falta de escrúpulos y valores que ha demostrado María con su novio.

El protagonista queda retratado como una víctima. Esto crea la catarsis trágica: el espectador siente temor y compasión al contemplar cómo alguien que no ha hecho absolutamente nada malo, es castigado de una forma injusta. Mario se ha encontrado con un destino que no merece. Y los que escuchamos la canción, si tenemos un poco de empatía, también lo pasaremos mal, se nos revolverá el cuerpo, y tendremos miedo de que nos pase algo parecido.

¿Y cómo consigue el narrador que Mario quede como mártir/víctima/héroe/bueno de la película, y María como la mala, y que nosotros sintamos rabia/impotencia de ver algo así?

Pues haciendo su propia interpretación de los hechos, analizando la situación más allá de un simple asesinato. Hace un ejercicio de empatía, de comprensión. Se pone en la piel de Mario, se mete en su personaje, se imagina lo que él sentiría justo antes de morir y descubrir que tu novia te está engañando con otro. Sin abandonar la omnisciencia (sobre Mario de bruces tres cruces…), el narrador parece que está dejando hablar al personaje, o al menos, está haciendo una interpretación perfecta de sus sentimientos.

Las cruces funcionan como metáfora de las heridas, del dolor, ya sea físico (el propio navajazo) o espiritual (la mentira, la traición). Esto me recuerda a una copla de Marifé de Triana titulada “Tres puñales” (que espero un día analizar). Los cuchillos, los puñales, las cruces son objetos puntiagudos, que duelen, que hacen daño. Y María ha herido a Mario: no solo le ha provocado la muerte corporal (navajazo), sino también a su alma (le pone los cuernos, le miente…)

De hecho, vamos a analizar las tres “cuchilladas” que le pegan a Mario esa noche. Las dos primeras forman un paralelismo: artículo indefinido (una) + circunstancial de lugar (en la frente/ en el pecho) + oración de relativo explicativa (la que le mató/la que más dolió).

-Una en la frente, la que más dolió. La primera herida se produce al contemplar la escena de la infidelidad, ya que no es plato de buen gusto ver a la persona que quieres besándose con otro (por muy mal que estuviera la relación debido a la incompatibilidad de los horarios). Por tanto, esta primera herida hace referencia a la TRAICIÓN. María no ha cumplido la palabra, ha roto el pacto de la fidelidad, que toda pareja, se supone, debe seguir. El dolor, en este caso, no es un dolor físico, sino emocional. Ha sido un atentado contra el honor y dignidad de su novio. Como dice la expresión, la primera en la frente.

-Otra en el pecho, la que le mató. La segunda herida representa el daño físico. La persona que acompaña a María clava la navaja a Mario. Y esto supone la muerte del muchacho. Por lo tanto, María, de forma indirecta, también ha contribuido a acabar con la vida de Mario, que es el bien más valioso de cualquier ser humano.

-Y otra miente en el noticiero. La tercera herida hace referencia al engaño, a la mentira. Tras fallecer Mario, hay que hacer declaración a la policía y los medios de comunicación. En este caso, María, para salvar su culo y el de su amante, opta por contar una falsedad. Se inventa la realidad, la tergiversa, la manipula, la pinta como quiere para evitar problemas con la justicia. En lugar de declarar que Mario ha muerto por un navajazo del amante, dice que dos yonquis lo han matado. Como veis, hace y deshace a su antojo.

Aunque Mario ya ha muerto para el momento de la declaración, imaginad la decepción que se hubiera llevado al contemplar la falta de moralidad y principios éticos de una persona a la que tanto ha querido. Otra herida más

Para enfatizar la mentira y la falsedad de María, el narrador recurre al lenguaje periodístico de la información, insertando el falso titular que la protagonista ha dado: dos drogadictos en plena ansiedad roban y matan a Mario Postigo mientras su esposa es testigo desde el portal. Como veis, se trata de una noticia falseada, embustera, engañosa, alejada de la realidad. No constituye la verdad auténtica de los hechos de aquella noche.

Por supuesto, se trata de un texto creíble y verosímil. Este tipo de crímenes no son raros en el mundo de la noche de las grandes ciudades. Sin embargo, lo que se cuenta en la prensa no es verdad. De cara a un público genérico, masivo y desconocedor es aceptado, pero el espectador que conoce la historia sabe que es una mentira. Y eso crea un sentimiento de impotencia y rabia

El verdadero titular de las noticias debería ser el estribillo de la canción. Aunque el lenguaje está alejado de los cánones del texto periodístico (y más cerca de un estilo poético-literario), al menos, se acerca más a lo que de verdad ocurrió esa noche: cruz de navajas por una mujer, brillos mortales despuntan al alba, sangres que tiñen de malva el amanecer

Como podéis observar, a pesar de la tragedia, la naturaleza sigue su ciclo. El mundo gira, no se detiene. Aunque haya muerto el protagonista, amanece un nuevo día. La vida continúa. Lo que ocurre es que el crimen ha sido tan atroz, tan truculento, y tan cruel, que termina afectando al ciclo de la Naturaleza.

El clareado del cielo se describe con imágenes que connotan barbarie (sangres que tiñen de malva el amanecer) y sinestesias que transmiten sensaciones fúnebres (brillos mortales despuntan al alba). Da la sensación de que la Naturaleza llora y se compadece de lo que ha ocurrido. El cielo posee un color más intenso que de costumbre (por la sangre) y la luz del sol está envuelta en un halo de angustia. Descripción impresionista.

Métricamente, predomina el verso de arte mayor, ideal para contar una historia de una forma natural y nítida. Detectamos asonancias en algunos finales de verso (pie-café, afán-variedad, morir-descubrir). Otros quedan libres (33-seis-día-desnuda). Hay que destacar algunas rimas internas, es decir, dentro de un verso (sexo-convexo, taciturno-turno, bruces-cruces)