jueves, 30 de enero de 2025

Qué bonita es mi niña (Isabel Pantoja): un mundo infantil plagado de belleza, felicidad, juego y bondad

La copla de esta tarde se circunscribe en el género musical y literario de la nana. Las nanas son canciones de cuna destinadas a arrullar y dormir a los niños. Si un bebé no deja de llorar, lo mejor que podemos hacer es darle un biberón de leche caliente y cantarle una dulce nana para que se calme. A los pocos segundos caerá rendido en el lecho y los padres podrán descansar tranquilos, al menos durante unas horas. Las melodías son suaves, delicadas, sosegadas, lentas, y las letras están cargadas de ternura, inocencia e imágenes literarias de gran belleza y colorido, que configuran un mundo infantil idílico.

La canción que analizamos hoy se hizo popular en los años cincuenta, en la voz del trío Los Gaditanos. Uno de los componentes del grupo era el padre de Isabel Pantoja, el cual le cantaba a su hija Qué bonita es mi niña, cuando la tonadillera era solo una cría. 

Cuando esta niña creció y se convirtió en artista, Isabel la versionó en un disco de 1979. El Consorcio, Perlita de Huelva y Manolo Escobar hicieron estupendas versiones del tema, que está envuelto en un halo de misterio respecto a su autoría. Unos dicen que fue Francisco García de Val. Otros dicen que fue Florencio Ruiz (de los Gaditanos). Sea cual sea la teoría, lo que está claro es que las estrofas de este poema configuran una preciosa nana, que se va alternando con unos estribillos rítmicos y festivos. 



Ayer tarde yo cantabaMientras mi niña dormía
Ayer tarde yo cantabaMientras mi niña dormía
Y los almendros llorabanY los almendros llorabanDe la infinita alegría
Y los almendros llorabanY los almendros llorabanDe la infinita alegría
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Jugaban al esconditeEl sol con los limoneros
Jugaban al esconditeEl sol con los limoneros
Y los almendros mirabanY los almendros mirabanPor ver dormir a un lucero
Y los almendros mirabanY los almendros mirabanPor ver dormir a un lucero, ay
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdesTrigales verdesTrigales verdesTrigales verdes

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Los primeros versos crean el contexto dramático necesario para la nana: Ayer tarde yo cantaba, mientras mi niña dormía

Como veis, se crea una escena con todos los elementos que hacen falta para una canción de cuna: la madre cantando, el chico durmiendo, el contexto temporal es el apropiado (la tarde es un momento del día perfecto para el sueño: la siesta, el relajamiento necesario que se hace a mitad del día para reponer fuerzas y descansar). 

El léxico está bien elegido. Los vocablos están relacionados con las personas (yo, mi niña), el tiempo (ayer tarde) y las acciones (cantaba, dormía). La unión de todos ellos crea el contexto de nana.

El posesivo (mi niña) vincula a la madre con su hija, y de esta manera se intensifica el amor y la ternura materno-filial. Las madres quieren mucho a sus niños, forman parte de sus vidas, son su mayor tesoro. Una madre no es nada sin su hijo. De ahí esa necesidad de posesión.

Las nanas son canciones destinadas a los bebés. Por tanto, el mundo creado debe ser feliz, idílico, bello, bonito, dinámico, vivo y colorido. Los niños son seres inocentes, puros e ingenuos. Todavía no conocen el lado macabro y perverso de la vida. Son muy pequeños. Hay que protegerlos. Por eso, el entorno es casi de ensueño, cuyos integrantes derrochan alegría, sonrisa y placer estético. De ahí la personificación de elementos vegetales y naturales. Se trata de una personificación optimista, plena, feliz, con un ligero hedor de hipérbole: Y los almendros lloraban de infinita alegría

A un elemento inanimado (almendro) se le añaden cualidades humanas (llorar). El paisaje pintado es sensual (los almendros son árboles dotados de esbeltez y majestuosidad, su copa es redondeada y sus flores blancas). El color blanco representa la pureza, la inocencia y la candidez (propia de los niños). 

Estos detalles tienen su porqué en este tema. Las lágrimas de los almendros no son de pena o tristeza, sino de alegría. A los niños no se les puede crear un mundo mustio o triste. Para una madre, tener un niño es una bendición. En contextos así, el sentimiento negativo y funesto (lágrima) tiene valor positivo y optimista. Se llora de felicidad. De hecho, el adjetivo cuantificador le da un toque hiperbólico al texto, con el objetivo de enfatizar la plenitud: Infinita alegría

En la segunda estrofa continúa la personificación de elementos naturales Jugaban al escondite el sol con los limoneros. Se crea una Naturaleza viva, motriz y dinámica. A los niños les encanta el movimiento. Los niños son seres inquietos, tienen curiosidad, necesitan moverse, descubrir el mundo, abrir y cerrar cajones. Un mundo bonito, pero quieto no les llama la atención. Hace falta belleza, pero también hace falta movimiento. De ahí la personificación: se le atribuyen cualidades humanas (jugar al escondite) a elementos vegetales (limonero) y climatológicos (sol).

Se trata de una personificación de corte lúdico, que refleja la esencia del mundo infantil. Los niños son seres que buscan el placer inmediato. A estas edades solo quieren jugar, pasarlo bien, divertirse. No ven más allá. Lo importante es satisfacer sus necesidades aquí y ahora. Por eso el autor ha seleccionado una escena que tiene que ver con la realidad más cercana del niño (juego del escondite). 

Para captar la atención de los niños debemos recurrir a elementos que resulten vistosos, efectistas, sean coloridos, brillantes, se muevan y denoten diversión y juego. 

Estamos ante una Naturaleza motriz, formada por la unión de elementos (sol, limoneros, almendros...). Cada uno de estas entidades cumple un rol, una función. Si antes los almendros lloraban de felicidad, ahora son observadores y testigos de eventos celestiales trascendentales, que llaman la atención de los bebés: Y los almendros miraban por ver dormir a un lucero. 

La esfera celeste se mueve. Es normal que aparezcan y desaparezcan astros (el sol se pone, las estrellas se ocultan, la luna sale...). Todo esto genera fascinación en los niños, que lo ven como si fuera magia. Cuando una estrella se oculta en el cielo, esa estrella “se va a dormir”. Una manera metafórica bonita de describir el ciclo de la Naturaleza.

La topografía creada es de corte idílico e infantil. Por un lado, los elementos funcionan por separado, ya que cada uno de ellos ejerce una función (el almendro llora, el sol juega al escondite, los árboles miran a los luceros...). Es como un cuadro del Bosco. Hay muchos componentes/integrantes y el público los contempla separadamente. Sin embargo, después, hace una lectura en conjunto que le permite dotar de sentido a la pintura. Todos los elementos se unen y crean una estampa viva y humana, que representa la esencia del mundo infantil: un mundo bonito y feliz, donde todo es color, alegría y eternidad. No existe lugar para la crueldad, el odio, el dolor, la pena o la muerte. 

En el estribillo se rompe la melodía lenta y sosegada de las estrofas, para dar lugar a un derroche de fuerza y ritmo festivo y bailable. El yo poético exalta y elogia las cualidades positivas de su hija con la exclamación retórica: !Qué bonita, que es mi niña”, Qué bonita, cuando duerme. 

Los paralelismos crean un contexto de solemnidad: Pronombre exclamativo (Qué) + adjetivo positivo (bonita) + oración subordinada (Que es mi niña/ Cuando duerme). Para una madre, tener un niño es una experiencia gratificante. Su hijo es un ser trascendental y majestuoso. De ahí el tono elevado y arengoso que destila el estribillo. El yo poético celebra la existencia de la niña. Irradia alegría de vivir y júbilo

Los elogios quedan matizados con las comparaciones procedentes del mundo vegetal: Que parece una amapola entre los trigales verdes. Se trata de una escena que estéticamente resulta bella. El color rojo de la amapola contrasta con el verde del trigo. El hecho de imaginar en nuestra mente una estampa así genera placer visual-sensorial. Tanto el trigo como las amapolas son elementos bonitos, al igual que los niños pequeños. El adjetivo cromático es importante (amapola roja, trigal verde). El color representa la fuerza vital. Cuando algo es colorido está en su mejor momento, en una etapa de plenitud. Eso es lo que pasa con los niños, que están viviendo un momento idílico, donde todo es maravilloso. Su cuerpo está sano, son bellos por fuera, tienen toda la vida por delante, los tenemos alejados de todos los males, su infancia es feliz, no tienen preocupaciones...

Las nanas son canciones que tienden a crear mundos de hadas, de príncipes azules, de barquitos de vela, de caritas sonrientes, de almendros que ríen. A muchos de vosotros, seguramente esta copla os parezca empalagosa y ñoña. Sin embargo, las nanas, por esencia, son así. Un niño no podría dormirse con canciones truculentas o lacrimógenas. Si queremos dormir a un niño debemos hacerlo con canciones que se adapten a sus concepciones vitales, a sus sistemas de representación del mundo, a sus propias maneras de ver las cosas. En otras palabras: tenemos que ponernos al nivel de un niño y a sentirnos como ellos. Como decía William Blake, los niños pequeños están encerrados en una coraza o en una nube. Ya habrá tiempo de que bajen de ahí. Pero de momento, vamos a dejarlos, que son niños.

Métricamente los versos son octosílabos. La copla es reiterativa, ya que repite frases enteras e incluso estrofas. Tened en cuenta que los niños todavía no alcanzan una comprensión lingüística total. Debemos repetirles las cosas una y otra vez hasta que nos entiendan, y hablar de manera sosegada y lenta para que capten el sentido de nuestros mensajes. La canción es un reflejo de la comunicación materno-filial. La lentitud suele generar sueño (al fin y al cabo, la pretensión de las nanas es dormir a los niños).

Si obviamos las repeticiones, el análisis métrico es sencillo:

-La primera estrofa es una cuarteta: cuatro versos octosílabos que riman primero con tercero y segundo con cuarto (8a 8b 8a 8b). Las rimas son consonantes, para facilitar la musicalidad (cantaba-lloraba, dormía-alegría). Para los niños es más pegadizo la rima consonante que la asonante.

-La segunda estrofa y los estribillos son coplas (8- 8a 8- 8a): cuatro versos de ocho sílabas que riman el segundo con el cuarto (limonero-lucero, duerme-verde), mientras que primero y el tercero quedan libres (escondite-miraban, niña-amapola).


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