domingo, 18 de agosto de 2024

Pepa Bandera: la puertorrealeña que pasó de desdeñar hombres a recibir el consuelo de estos

Si el mes pasado analizamos una canción de serranillas por bulerías (Ovejitas blancas), hoy os traigo un divertido tanguillo titulado Pepa Bandera. El tema fue compuesto en el año 1944 por Quintero, León y Quiroga para una jovencísima Lola Flores. En los años sesenta la artista sevillana Encarnita Polo hizo una versión más modernizada de esta copla, con un toque ye-ye

La protagonista es una salerosa y atractiva muchacha andaluza que siempre está recibiendo cortejos y piropos de los hombres, hasta que un día ella cae enamorada y empieza a sufrir el mal de amores. Todo esto bajo la atmósfera de una canción ligera alegre y pegadiza, apta para el baile y el guateque.


Era de hermosa igual que una flor
Pepa Bandera de Puerto Real
vaya canela cantando

vaya bailando que ángel que sal


Andalucía se puso de pie
y las campanas echó a repicar
y por Triana y Sevilla
corrió esta coplilla de acá para allá.

Pepa, no me des tormento
Pepa, no me hagas sufrir
Pepa, vivo de tu aliento
Pepa, y muero por ti.

Si tú me quisieras podrías tener
pulseras y anillos de plata y coral
y nada más pedirlo te habría de poner
un trono en la tierra y un barco en el mar

Pepa Bandera se puso a querer
y en su ceguera dejó de bailar
vaya serrana sintiendo
ninguna queriéndola pudo ganar


y los mocitos de Huelva y Jerez
y los gitanos de Loja y Graná
le van de noche llamando
las calles rondando con este cantar
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
Pepa, no te des tormento
Pepa, déjalo correr
Pepa, que se lleve el viento
Pepa, ese mal querer.

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En la primera estrofa el narrador presenta al personaje femenino, haciendo especial hincapié en su atractivo físico y belleza mediante la comparación (era de hermosa igual que una flor...). Las flores son elementos bonitos, coloridos, sensuales, que dan alegría y primavera al entorno. La oración copulativa (era de hermosa…) introduce la relación de semejanza entre la hermosura de la chica y la hermosura de la flor.

La descripción no solo incluye lo físico (prosopografía), sino también lo espiritual/psicológico (etopeya). El resultado final es un retrato equilibrado en el que se incluyen referencias a su belleza, a su lugar de nacimiento (la localidad gaditana de Puerto Real) y a una serie de habilidades artísticas y talentosas (a la muchacha se le da muy bien el cante y el baile).

La omisión o elipsis del verbo ser a la hora de circunscribir al personaje en un marco geográfico o patriótico, da agilidad y espontaneidad al discurso: Pepa Bandera [es] de Puerto Real. Cuando nosotros nos presentamos ante otra persona (decimos nuestro nombre, apellidos, ciudad…) tendemos a omitir determinados verbos de enlace: [me llamo/soy] Fulanito……[vengo/nací] de Ciudad Real. El propio contexto de presentación nos hace presuponer que detrás de un nombre y una ciudad, hay verbos como “ser”, “llamarse”, “vivir” (aunque no aparezcan explícitamente en el discurso). Son fórmulas que dan dinamismo a un acto de habla.

Las cualidades espirituales se distribuyen en el poema gracias a la anáfora en un contexto tonal casi exclamativo: Vaya canela cantando/ vaya bailando que ángel qué sal. 

En estos versos encontramos palabras relacionadas con el campo semántico de las especias (canela, sal). Las especias se consideran potenciadores de las comidas, dan color, alegría y sabor a las cosas, las hacen más ricas e intensas. La protagonista pone mucho color a sus bailes y cantes, para que resulten atractivos y salerosos. De ahí la alusión a las especias. Los elementos exclamativos (qué, vaya) dan un carácter superlativo a la cualidad (el talento de esta muchacha es grande), lo que permite configurar un elogio a la muchacha a la vez que se da fuerza y potencia al discurso. 

La gente, se rinde ante la belleza, el encanto, el talento y el vitalismo de la protagonista. De ahí que se produzca la personificación de conceptos abstractos, en este caso de tinte geográfico: Andalucía se puso de pie y las campanas echó a repicar. 

A una entidad meramente conceptual, es decir, a una idea abstracta que es pura convención social (Andalucía) se le asocian acciones que son propias de seres humanos (ponerse de pie, echar a repicar campanas). La personificación posee un enfoque metonímico: se designa a la región (Andalucía) para hacer referencia a las personas que viven en esa región.

La protagonista se ha convertido en una persona famosa en Andalucía, especialmente en Sevilla, a la que todo el mundo conoce y de la que todo el mundo habla. De ahí que la gente invente coplillas donde Pepa Bandera sea el centro de atención: Y por Triana y Sevilla corrió esta coplilla de acá para allá.

La gradación de los topónimos (Triana es un barrio y Sevilla una ciudad) y la presencia del adverbio de lugar en dos grados deícticos (acá, allá), crean un efecto de extensión y de amplitud: la protagonista se está convirtiendo en una leyenda, y todo el mundo difunde sus correrías sentimentales, de boca en boca, transformando a la persona en personaje famoso: Y por Triana y Sevilla, corrió esta copilla de acá para allá

Pepa Bandera parece la protagonista de un cuento/película. El hipérbaton está al servicio del "efecto extensión”: los complementos circunstanciales abren y cierran el periodo sintáctico (Y por Triana….de acá para allá). En medio, tenemos un verbo antepuesto a su sujeto (corrió esta coplilla). Todo el mundo habla/opina/comenta/ de Pepa Bandera e incluso se dan el gusto de cantar una coplilla sobre ella.

En el estribillo el narrador recoge los ruegos, quejas y lamentos de los hombres que cortejan a Pepa Bandera. Ya os he dicho que la protagonista es una mujer muy aclamada por parte de los muchachos. A todo el mundo le gustaría ser novio de Pepa. Su belleza, su talento, su alegría cautiva a los chicos. Ella, sin quererlo, está provocando mal de amores en esas personas que van detrás de ella. 

Los vocativos funcionan como anáforas en cada verso del estribillo. Recrean el pensamiento de esos hombres que quieren a Pepa, pero se ven rechazados una y otra vez: Pepa, no me des tormento/ Pepa, no me hagas sufrir/, Pepa vivo de tu aliento/Pepa, y muero por ti

Las estructuras paralelísticas marcan el ritmo y la métrica del estribillo:

-Vocativo (Pepa), negación (no), pronombre complemento indirecto (me), verbo (des, hagas), complemento directo (tormento, sufrir).

-Vocativo (Pepa), verbo (vivo, muero), complemento suplemento (de tu aliento, por ti).

La negación unida al verbo subjuntivo transmite la orden con cierto grado de desesperación y virulencia (no me des tormento, no me hagas sufrir...). Se nota que muchos hombres lo están pasando mal al no cumplir el deseo de recibir el amor de Pepa Bandera. La tormenta es una metáfora de la destrucción. El no ser correspondido por la protagonista, provoca dolor, frustración, amargura, derrumbe emocional en un grado máximo (como la fuerza de una tormenta).

El verbo de transacción (dar) y el verbo estativo-agente (hacer sufrir) crean una imagen despiadada de la muchacha. Parece que Pepa Bandera es la culpable del sufrimiento de los hombres. Es ella la que les está dando cosas malas (tormenta=fuerza del dolor que provoca el rechazo). Se fragua en el estribillo un estereotipo de mujer fatal, de mujer fría, a la que le da igual la aflicción de los amantes, tal como ocurría en la poesía de cancionero. 

Esto evoca a personajes como Lola Puñales o La Zarzamora. ¿Cuál es la diferencia entre estas dos señoras y Pepa Bandera? Es muy fácil: La Puñales y la Zarzamora son personajes que se regodean en la maldad, disfrutan viendo sufrir a los hombres, son vengativas y rencorosas. Pepa Bandera no es tan mala, o al menos en el texto no se dan detalles tan explícitos de sus instintos. Mientras que las otras dos mujeres provocan dolor de forma intencionada, parece que Pepa Banderas lo hace inconscientemente, sin darse cuenta. Ella va a lo suyo sin pensar en el daño a los demás

La ambigüedad del personaje es evidente: por un lado, no parece tan mala como las otras dos (al menos, no se describen ciertos detalles rocambolescos), pero por otro lado todos vemos que provoca estropicios sentimentales a los hombres y estos sufren y suplican. La melodía, al ser tan divertida y ye-ye resta maldad al personaje. Es un tema con menos pretensiones dramáticas. Por tanto, es normal que no se haga hincapié en esa maldad y nos deje esa sensación de ambigüedad. Yo, al menos, lo veo así. Es una canción frívola y ligera.

En el estribillo se da una visión renacentista del amor. El amor se concibe como energía vital, como elemento purificador del espíritu. Sin amor, no es posible la vida. De ahí que los hombres necesiten a la protagonista para dar sentido a sus vidas: Pepa, vivo de tu aliento. 

El aliento vital nos evoca al concepto de alma socrática. El hecho de que exista Pepa Bandera motiva y da vida a todo lo demás. Por eso, la voz poética es capaz de alcanzar un estadio casi hiperbólico con el objetivo de expresar el amor en grado máximo (pasión, deseo): Pepa, muero por ti. 

Los verbos vivir y morir conforman una antítesis. En el amor verdadero, se entremezclan sensaciones y sentimientos contradictorios: por un lado queremos vivir felices con una persona para siempre, pero por otro lado, seríamos capaces de dar nuestra vida por ella. De ahí que la expresión “morir por” (hipérbole) se acabe lexicalizando y su significado final sea “sentir una pasión muy grande por algo o alguien”.

En la segunda parte de la copla, el narrador recrea los diferentes cortejos e insinuaciones que hacen los hombres a la protagonista. En esta ocasión, el poema se acerca a los moldes conceptuales y formales de la lírica trovadoresca provenzal (amor cortés). Los hombres camelan y se ganan la atención de la dama mediante obsequios y regalos. El materialismo se funde con el espiritualismo de los piropos y elogios, ya que muchos de esos regalos funcionan como metáfora de la muestra de amor a la chica, la cual se siente muy bien tratada

En principio, predominan los elementos materiales, los cuales están relacionadas con la joyería y los metales preciosos: Si tú me quisieras, podrías tener pulseras y anillos de plata y coral. Esto evoca a los poemas del Rococó y el Modernismo exotista/preciosista en los que se hace alusión a elementos y adornos femeninos. 

A priori, esta forma de cortejar a la dama puede resultar demasiado fría y mercantilista: parece que el hombre está pagando dinero para comprar el amor de Pepa. El uso de la subordinada condicional (Si tú me quisieras podrías tener), implica poner por delante una serie de intereses materiales (conveniencia) sobre los espirituales. El amor se convierte en un trampolín para alcanzar otras cosas que no tienen nada que ver con el amor.

En la segunda parte del cortejo el discurso resulta menos frío y más pasional y humanizado. Los regalos se convierten en símbolo de algo más trascendental: Y nada más pedirlo te habría de poner un trono en la tierra y un barco en el mar. 

La protagonista es tratada como un ser elevado, majestuoso, celestial, divino. Idealizar a la dama y concebirla como si fuera alguien importante (una reina, una diosa...) es un mecanismo de cortejo típico del amor cortés. Lo material queda enmascarado por lo simbólico. El trono es un tipo de asiento que está vinculado a personas de mucho poder e influencia: un rey. Los amados interactúan con Papa con muchísimo respeto y delicadeza, como si fuera un ser valioso. 

La imagen del barco también diviniza a la dama. Los barcos navegan siempre por encima del mar, lo coronan, lo presiden. En este caso, los elementos materiales esconden mucho piropo, mucho elogio y mucha declaración de intenciones. Por eso la falta de pasión de la primera parte y el componente mercantilista quedan diluidos con el valor metafórico de estos elementos.

Después del cortejo, el narrador vuelve a una posición omnisciente en tercera persona y la historia sigue su curso. Ahora, la protagonista se enamora de un hombre y es ella la que va a sufrir el mal de amores. Asistimos a una inversión de roles (o inversión dramática) que es tan propia de los registros cómicos. 

En la primera parte la protagonista era la que provocaba el daño, y el hombre el que sufría el rechazo. A partir de la segunda, Pepa bebe de su propia medicina: es ella la que se enamora y es el hombre el que muestra desdén. Aparece el concepto de karma: la vida te devuelve las cosas malas que haces, y estas se vuelven en tu contra. La  amada pierde la alegría, el vitalismo, el optimismo e incluso su talento natural para el baile: Pepa Bandera se puso a querer, y en su ceguera dejó de bailar.

En este segmento detectamos uno de los tópicos más conocidos de la poesía de cancionero: el amor ciego. Cuando estamos enamorados, nuestra atención recae en una sola persona, olvidándonos de lo que pasa en el mundo. Estamos tan absortos en nuestros sentimientos y pasiones que el resto de personas nos importa un pimiento. Por eso, el amor es ciego, provoca ceguera. Pepa Bandera ha estado tan ensimismada en el hombre que le ha afectado a su cualidad más inherentes y esencial: el baile. El mal de amor ha provocado una metamorfosis en sus cualidades espirituales.

El tono exclamativo enfatiza la intensidad con la que Pepa vive ese amor: Vaya serrana sintiendo…. El grado superlativo relativo aplica la pasión amorosa a un ámbito en el que la protagonista sobresalga por encima del resto: Ninguna queriéndola pudo ganar. 

El narrador considera que Pepa Bandera es la mujer más pasional de todas a la hora de vivir el sentimiento amoroso. El adelantamiento de la subordinada adverbial de modo (queriéndola) sobre la perífrasis de la oración principal (pudo ganar) crea un hipérbaton que contribuye a crear ese efecto pasional, enfatizando al inicio del predicado el verbo que está relacionado con el acto de amar (QUERER).

A pesar del desengaño, la protagonista sigue recibiendo vítores y cortejos de los hombres de toda Andalucía. De ahí la presencia de palabras que tienen que ver con diferentes colectivos sociales (mocitos, gitanos), así como topónimos de la comunidad andaluza: Huelva, Granada, Jerez (pueblo de Cádiz) y Loja (pueblo de Granada): Y los mocitos de Huelva y Jerez, y los gitanos de Loja u Graná, le van de noche llamando

El polisíndeton (y los mocitos…y los gitanos…) crea una enumeración cerrada, que resalta el tipo de hombres que cortejan a la mujer: los mocitos, que son chicos jóvenes, y los gitanos, que constituyen el toque exótico. 

El paralelismo también remarca la cantidad de gente que ronda a la muchacha: Conjunción copulativa (y) + artículo masculino plural (los) + sustantivo de colectivo social (gitanos/mocitos) +complemento del nombre de carácter locativo bimembrado (Huelva y Jerez/ Loja y Granada). 

El plural da un toque hiperbólico al contexto. Parece que todos los chicos jóvenes y todos los gitanos se han puesto de acuerdo para cortejar a la muchacha como si fuera Marilyn Monroe. Es evidente que la chiquilla tenía muchos pretendientes, pero tantos como para incluir a todo bicho viviente masculino de Andalucía, es un poco exagerado jejejjee. 

Los hombres intentan consolar a Pepa de su mal de amores. El segundo estribillo no es más que una coplilla cantada por los diferentes muchachos que vienen a insinuarse: Y los mocitos […] le van de noche llamando, las calles rondando con este cantar

Los mecanismos gramaticales son exactamente iguales a los del primer estribillo, ya que el nombre de la protagonista funciona como vocativo y como anáfora de todos los versos. Lo que cambia es el contenido: Pepa, no te des tormento/ Pepa, déjalo correr/ Pepa, que se lleve el viento/, Pepa de ese mal querer

El intercambio de roles es más que evidente: en el primer estribillo son los hombres los que se quejan y le piden a Pepa clemencia, ya que lo están pasando muy mal con su rechazo. En este segundo estribillo, es Pepa la que lo pasa mal y los hombres intentan consolarla. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es que Pepa mostraba cierta indiferencia ante el dolor (en ningún momento se compadecía), mientras que los hombres se vuelcan con ella para consolarla y sacarla del bache. El Karma se resuelve de una forma amable y políticamente correcta. No hay castigo para la protagonista. 

Básicamente, en estas coplillas los hombres le piden a Pepa que deje de fustigarse e intente olvidar al hombre que le ha provocado el mal de amores. La tormenta vuelve a representar de forma metafórica la destrucción. Mucha gente, ante un desengaño, sufre, entra en un estado de disquisiciones mentales, se atormenta y al final se autodestruye anímicamente de tanto darle vueltas al asunto.

El verbo desplazamiento (correr) y la imagen del viento llevándose los pensamientos negativos crean un mensaje para la protagonista, y en general, para todas las personas: ante un desengaño amoroso, lo mejor que podemos hacer es alejarnos de todo aquello que provoca dolor. Hay que olvidar lo malo (dejarlo correr, que el viento se lo lleve), y seguir viviendo la vida, poniendo nuestra atención en otros focos, que nos pueden dar muchas alegrías.

Métricamente, las dos primeras estrofas de cada parte están formadas por versos de arte mayor (endecasílabos), salvo el tercero que es de arte menor (octosílabo). Siguen este esquema: 11- 11A 8- 11A. El segundo rima con el cuarto, y el primero y el tercero quedan libres. Es el esquema de una copla, pero con la mayoría de versos de arte mayor.

En el estribillo, predomina el verso octosilábico, en cuartetas: 8a 8b 8a 8b.

En la estrofa puente (la del cortejo y los regalos, antes de la segunda parte), encontramos versos dodecasílabos, que forman un serventesio: 12A 12B 12A 12B


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