lunes, 24 de junio de 2024

Va todo al ganador (Nina): el riesgo de apostar todo por una persona y perder

Hoy vamos a analizar un clásico de ABBA, el mítico grupo musical sueco que se hizo famoso en los  setenta gracias a Eurovisión. El tema data de julio de 1980. Es una balada que explora los sentimientos de pérdida y resignación tras una ruptura amorosa. Yo la escuché por primera vez en la voz de Nina allá por el año 2005, gracias al musical Mamma Mía!

La canción fue compuesta por Benny Andersson y Bjorn Ulvaeus. Las malas lenguas dicen que está inspirada en el traumático divorcio de Bjorn con Agnetha, y que se escribió en una noche de alcohol y desengaño, en menos de dos horas. La composición se convirtió en un éxito sin precedentes. Sonó en el último capítulo de la serie Glee. La banda Mcfly hizo una versión con motivo de los Juegos Olímpicos de 2012 en Inglaterra. En 2018 Cher hizo otra interpretación sublime del tema. Incluso Il Divo se lanzó a la piscina en 2008 e hizo su propia adaptación en The Promise. 



Ya no quiero hablar, ya se dijo todo,
Duele aún mover cosas del ayer.
Hice igual que tú, me quedé sin cartas,
Ya no hay vuelta atrás, no reparten más.

Va todo al ganador, a quien jugó mejor,
Me toca a mí perder, qué le voy a hacer,

Quise ver en ti, un lugar seguro,
Un muro alrededor, ese fue mi error.
No debí soñar un amor tan puro,
Que inocente fue, ir de buena fe.

Los dioses por placer, eligen sin querer,
Sus dados al rodar, marcan nuestro azar.
Va todo al ganador, te deja su dolor
Es como debe ser, hoy igual que ayer.

Y dime como es, como son sus besos,
Si al llamarte amor, es mejor su voz,
Algo en mi interior sabe que te añoro
Para qué mentir, yo no sé fingir

Y no importa que juez sentencie cada vez
El fallo se cumplió nadie se quejó
El juego sigue igual actúes bien o mal
Lo bueno y lo mejor va todo al ganador

Ya no quiero hablar, ya no me apetece,
Gracias por venir no hay nada que añadir,
Siento estar así, si eso te entristece,
Llena de ansiedad de inseguridad, ya lo ves,

Va todo al ganador, va todo al ganador
El juego sigue igual actúes bien o mal
Lo bueno y lo mejor va todo al ganador
Va todo al ganador.

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La letra muestra las reflexiones y sentimientos de una mujer en la despedida hacia su ex pareja. El poema está escrito en primera persona desde la perspectiva del personaje femenino. 

En los primeros versos el yo poético se muestra roto y perturbado. La ruptura amorosa es un asunto que le genera pena y tristeza. La protagonista se siente afectada y traumatizada, ya que le cuesta arrancar el hilo discursivo, tal como se manifiesta en el paralelismo: adverbio temporal (ya/ya) + verbo (no quiero/ se dijo) + complemento directo (hablar/todo). Cuando un tema nos duele, nos cuesta hablar de él. No es una experiencia agradable recordar cosas que hemos perdido. De ahí el tono sentencioso-dictaminador: ya no quiero hablar, ya se dijo todo. 

Es un mecanismo de defensa de la psiqué humana: alejarse de aquello que nos aflige: duele aun mover cosas del ayer. El uso de una palabra baúl (cosas) es síntoma de que a la voz lírica le cuesta concretar sus emociones, ya que es traumático explicitar que lo ha dejado con su ex pareja. El adverbio de tiempo (ayer) sitúa la relación de la esfera del pasado (ya ha terminado, ya no están juntos), pero las emociones le siguen afectando negativamente. El pesar no desaparece. El tema le revuelve el alma. Le cuesta hilar la reflexión en esta primera escena. 

A pesar de la afectación, el yo poético se muestra tajante y considera finiquitado el idilio. No da lugar a la esperanza de la reconciliación. Asimila que el amor ha terminado. La decisión es irrevocable. Cierra la puerta totalmente, tal como se expresa con la metáfora del juego: hice igual que tú, me quedé sin cartas, ya no hay vuelta atrás, no reparten más. 

En las partidas de póquer, cuando un jugador se queda sin cartas significa que ya no tiene posibilidad de ganar la partida. Deja de luchar por la victoria. Aplicándolo a un contexto espiritual se puede decir que la protagonista ha renunciado al amor

A lo largo del tema se establece una comparación entre los juegos de azar y las pasiones afectivas. En ambos casos, hay una persona que vence y otra que es derrotada: Va todo al ganador a quien jugó mejor. Me toca a mí perder, qué le voy a hacer. Observad la antítesis entre el verbo y el sustantivo deverbal: perder-ganador.

La voz lírica se circunscribe a sí misma en el grupo de los perdedores (ha perdido la partida- ha perdido el cariño de la otra persona) mientras que sitúa al amado en la esfera de los ganadores, que son los que se llevan todo lo positivo y deseable. Ella se queda con sus penas y su dolor y él sigue con su vida sin inmutarse. 

El término ganador no solo podría aplicarse sobre el amado, sino también a otras personas que se han llevado como premio el amor del amado. Estas personas han sabido jugar sus cartas y se han llevado como trofeo a la otra persona. De ahí la oración subordinada sustantivada (a quien jugó mejor...). En el terreno de las relaciones amorosas, hay gente de fuera que sabe aprovechar muy bien las circunstancias (oportunistas) y saca tajada de las adversidades. 

El yo poético se muestra resignado ante la derrota. La acepta y no va a luchar por cambiar las cosas. Lo único que hace es lamentarse y dejar pasar. Su actitud es pasiva, tal como se muestra en la exclamación retórica: me toca a mí perder, QUÉ LE VOY A HACER!!!!!!! 

En la segunda estrofa la protagonista hace un análisis de su contexto emocional: quise ver en ti un lugar seguro, un muro alrededor, ese fue muy error. Las formas verbales de pretérito perfecto simple (quise, fue) enfatizan el componente de autocrítica. El yo poético ha cometido varios fallos en el pasado que le han llevado al sufrimiento actual. 

¿Cuál fue ese error? Hacer depender su plenitud de una sola persona, hacer que su vida tenga sentido únicamente por la presencia del amado. ¿Consecuencia? Una vez este individuo deja de formar parte de su su periplo vital, la muchacha naufraga, pierde las riendas de su vida, no sabe qué hacer, se siente perdida, desilusionada, desorientada. Carece del motor que le empuja a seguir adelante. La ausencia del novio le impide seguir desarrollando su vida en una situación de serenidad. 

Los complementos directos (un lugar seguro, un muro alrededor) representan el paraíso y la felicidad que artificialmente nos creamos para no estar solos. Asociamos nuestra autorrealización a una persona de forma que sin ella no somos capaces de evolucionar por nosotros mismos. Los psicólogos hablan de dependencia emocional. 

El paralelismo intensifica la debilidad psicológica y mental de la amada, la cual no puede estar sola y necesita el artificio del amado para su bienestar y dignidad emocional: determinante (ese/un) + nombre común (lugar/muro) + complemento (seguro/alrededor). 

La estructura atributiva explicita la conclusión del análisis: ESE fue mi error. El demostrativo posee un valor anafórico ya que recupera un enunciado anterior (el fallo que cometió fue ver en el amado un soporte vital en vez de un complemento impulsor). Una persona debe estar para sumar energía vital a la nuestra y no para sustituirla ya que corremos el riesgo de echar a perder nuestra propia vida cuando esa persona no esté con nosotros. 

La perífrasis de obligación da rigor y seriedad a la reflexión, ya que enfatiza los fallos del yo poético (no debí soñar un amor tan puro). El verbo soñar denota un significado de alejamiento del mundo real. Cuando nos enamoramos nuestra mente nos juega malas pasadas ya que empezamos a fantasear cosas que luego pueden o no pueden pasar (vamos a vivir juntos, ser felices y comer perdices). Creamos unas expectativas altísimas (deseo) y cuando estas fallas (realidad) las consecuencias son terribles. Llega el desengaño y la decepción

Amar intensa, pura y pasionalmente tiene sus riesgos, ya que el plano mental choca con el real. Si no tenemos los pies en el suelo y dejamos que los ideales impidan trabajar a la razón luego lo pasaremos mal cuando el vínculo con esa persona se rompa. Por eso no debemos centrarnos únicamente en el otro. Hay que dejar espacios para nosotros mismos. Si apostamos todo por esa persona, luego nos quedamos en cueros cuando la relación se acaba. Hemos estado tan ensimismados con el amado que nos hemos olvidado de quiénes somos y qué queremos. 

La protagonista se ha dejado llevar por la espontaneidad del sentimiento. En términos lúdicos, se puede decir que ha apostado todo el dinero a un número de la ruleta y le ha fallado. ¿Cuál es el resultado? Los lamentos de las exclamaciones retóricas donde la protagonista es consciente de sus fallos: qué inocente fue ir de buena fe. 

En este segmento del poema encontramos un léxico con connotaciones positivas (seguro, puro, buena fe, inocente...). La idealización del amor conlleva presuponer solo virtudes en la otredad. Creemos en la perfección humana. Miramos desde la óptica de la excelencia. No pensamos en la imperfección y el defecto. No vemos la maldad ajena. Pensamos que esa persona nos puede dar todo lo que nuestra alma necesita. No somos críticos. En definitiva, estamos en el mundo de la piruleta jejjeje. 

El yo poético evita entrar en detalles morbosos del idilio. En ningún momento se habla de las causas que ha motivado el final de la relación. Tampoco se culpa al amado ni se le reprocha nada. El discurso está hecho desde la perspectiva del decoro y la educación. 

Siguiendo la metáfora lúdica, la protagonista cree que el fin del amor se debe a factores que escapan de su control igual que cuando echa una partida a un juego de azar. La vida, por naturaleza, es impredecible, misteriosa y caprichosa. No siempre podemos controlar los resultados. Nuestra voluntad no siempre se impone: los dioses por placer eligen sin querer sus dados al rodar marcan nuestro azar.

El circunstancial de causa da un toque de crueldad y sadismo al análisis (por placer). A veces el destino se ceba con las personas y no existe una razón lógica que lo explique. El amor es arbitrario, igual que el juego. ¿Por qué hay gente que nunca le ha tocado la lotería a pesar de estar años jugando y hay otros que solo han jugado una vez y les toca?

La imagen de la deidad lanzando el dado entronca con el ideal de fatum grecolatino, sino romántico y Fortuna medieval. El individuo nace predestinado. Hay una fuerza misteriosa que determina lo que nos va a pasar y no podemos nada por evitarlo. Los dioses son elementos externos al mundo que desde la distancia elegían el devenir vital de los héroes trágicos clásicos, los cuales sufrían las consecuencias al margen de su manera de actuar. Es lo que ocurre en el juego. ¿Por qué unas veces ganamos jugando mal o perdemos jugando bien? En el terreno de los sentimientos no existe el libre albedrío, ya que dependes de la situación anímica de otra persona para cumplir tu pasión, y eso no lo puedes controlar. 

En estos versos encontramos palabras relacionadas con lo fortuito y la falta de voluntad (azar, dados, sin querer, dioses...). Los amantes son seres mortales que sufren y padecen las consecuencias de otros. 

En el segundo estribillo el yo poético vuelve a colocarse en el bando del derrotado: va todo al ganador, te deja su dolor. La ruptura no solo ha traído la separación física con el amado (lo deja de tocar, de oler, de ver...), sino también la perturbación anímica. El recuerdo y la mención le producen tristeza. La chica debe pasar por un duelo. El dolor no acaba con la partida del amado. Le ha quedado una herida que es difícil de sanar. 

La perífrasis de obligación refleja la universalidad del desengaño. Es un proceso por el que pasa mucha gente, no solo la protagonista: es como debe ser, hoy igual que ayer. La antítesis (hoy-ayer) eterniza la problemática. Muchas personas sufren por amor desde el que el mundo es mundo. La canción no ha inventado nada nuevo. La voz poética no será la primera ni la última en sufrir una ruptura amorosa. El mundo va a seguir su curso inmutable y no se va a parar porque alguien nos haya dejado. Lo normal y habitual es perder gente a lo largo de nuestra vida. No somos eternos. 

En la tercera estrofa la protagonista se dirige retóricamente al amado mediante el imperativo (DIME cómo es, cómo son sus besos...). A pesar de no producirse una respuesta a la petición y no generar un diálogo, están presentes las marcas del personaje masculino en el pronombre de segunda persona (si al llamarTE amor..../sabe que TE  añoro). 

Aunque la muchacha ha manifestado que sufre al hablar del tema y recordar a esta persona y ha dejado la puerta cerrada a una reconciliación, observamos que siente curiosidad por la vida del amado e incluso penetra en detalles escabrosos que implican a una tercera persona, tal como se expresa en las oraciones interrogativas indirectas (cómo es [la otra chica], cómo son sus besos). 

Estas contradicciones son propias de la psiqué humana. Por un lado, surge el instinto de alejarse de todo aquello que nos hace sufrir (protección), pero por otro lado nos cuesta romper totalmente el vínculo, ya que en el fondo seguimos queriendo a esa persona y nos resistimos a "matarla" de manera definitiva. Esto lleva a la protagonista a adoptar posturas masoquistas, ya que no le importa compararse a la otra mujer y mostrar su complejo de inferioridad (si al llamarte amor es mejor su voz...). 

Durante estos versos vemos a un yo poético que no mira por el honor y la dignidad. Sigue mostrando interés por el amado y no le importa quedar retratada en situaciones casi humillantes (saber que hay otra chica que le besa y le dice te quiero). ¿A qué se debe esto? Muy sencillo: aunque hay sufrimiento por la ruptura, el sentimiento de amor perdura, y eso hace que el orgullo desaparezca. 

A la chica no le importa mostrarse frágil y vulnerable ante el receptor. Podría hacerse la fuerte (estoy divinamente, sigo con mi vida, esto no me afecta, seguro que me espera algo mejor...). En cambio, ella misma reconoce que todavía no ha superado el contexto, tal como expresa la personificación conceptual (Algo en mi interior sabe que te añoro). Un elemento abstracto (mi interior) realiza acciones propias de seres humanos (saber-añorar). 

El yo poético se desnuda emocionalmente. Habla desde la sinceridad, aunque transmita una imagen de imperfección y debilidad: para qué mentir, yo no sé fingir. Muchas personas se engañan a sí mismas e intentan autoconvencerse de que el camino de la ruptura ha sido el mejor y están mejor que nunca. En este caso, la protagonista no oculta que su camino es duro y espinoso. No hay que maquillar la realidad. No es una mujer de hierro. Y cuando has querido mucho a alguien el duelo es largo y traumático porque tienes que luchar contra la idealización del pasado (nostalgia). 

El léxico casi filosófico (mentir, fingir...) es síntoma de que la muchacha habla desde el corazón y la verdad. Ha hecho un ejercicio sublime de introspección. 

La honestidad del personaje femenino ayuda a fraguar una sensación de injusticia entre el público, la cual se manifiesta en el lenguaje procesual: no importa qué JUEZ SENTENCIE cada vez, el FALLO se cumplió, nadie SE QUEJÓ. El marco legal no responde a sentimientos y emociones humanas. Da igual que haya una persona rota anímicamente. El tono de estos versos es frío e implacable. La enumeración del proceso va en asíndeton (falta la conjunción copulativa "y" que lo cierre) alargando la aflicción de los afectados. No es fácil superar una ruptura y encontrar la luz al final del túnel. 

En el ámbito de la ruptura amorosa los hechos suceden inexorablemente uno detrás de otro como si de un juicio se tratara: hay una parte o las dos (juez) que decide no continuar, lo cual implica la separación o alejamiento físico de la pareja (sentencia), el cual es irreversible (fallo cumplido) y no hay posibilidad de impedirlo (queja). Esto genera una serie de sentimientos nocivos (pena, dolor, tristeza, frustración...) que cada cual vive desde dentro, íntimamente, en función del grado de amor que tenía hacia el otro. Es lo que queda tras la experiencia amatoria. 

El resultado es una visión fatalista del amor. El esfuerzo y la dedicación a la persona que quieres no te garantiza el éxito y la felicidad. Hay factores que escapan de nuestro control y no dependen de nosotros. Otras veces resulta imposible concretar una causa o motivación para esa ruptura. Los sentimientos del ser humano son caprichosos.

La ética y la moral no son determinantes en la consecución de las pasiones, tal como se manifiesta en la antítesis: el juego sigue igual, actúes BIEN o MAL. Al final da igual cómo te comportes con la otra persona. El amor, al igual que el juego no responde a la lógica y a la razón. En este caso concreto, la derrota es inevitable y la protagonista estaba predestinada a ella. 

El perdedor en la relación es aquella persona que es incapaz de retomar su vida después de la ruptura, ya que además de perder a la persona que quiere sufre hasta el punto de que es incapaz de crear nuevos proyectos e ilusiones vitales. La ausencia de la otra persona le marca para el resto de su existencia y le impide volver a ser feliz. ¿Resultado? Ha apostado todo por estar con una persona y se ha quedado sin recursos para sobrevivir a la pérdida. 

El ganador de la relación es aquella persona que consigue volver a encauzar su vida y evitar el dolor y el sufrimiento. Esto se manifiesta con el adjetivo neutro en grado positivo (lo bueno) y comparativo (lo mejor): lo bueno y lo mejor va todo al ganador. ¿Resultado? El victorioso sabe reconducir su existencia y olvidar el pasado. 

En la última estrofa la protagonista cierra el acto de desahogo con el amado y pone punto y final a ese ejercicio de reflexión sincera y honesta mediante el paralelismo: ya no quiero hablar, ya no me apetece. Su objetivo es ser escuchada por el amado, transmitir cómo se siente anímicamente tras la ruptura. Ha conseguido ese propósito. El círculo comunicativo ha cumplido su función pragmática: adverbio de tiempo (ya/ya) + adverbio de negación (no/no) + verbo (quiero/apetece) + objeto directo (hablar, me). 

Ha dicho exactamente todo lo que quería decir, de una manera clara y transparente, tal como manifiesta en la oración impersonal: no hay nada que añadir. El discurso está cerrado. 

El yo poético se despide con una fórmula de cortesía, ya que ha tenido la posibilidad de ser escuchado (gracias por venir). También se disculpa por dar una imagen frágil, ya que su intención no es dar pena o conmocionar al amado: siento estar así. Si eso te entristece.... No busca compasión ni reconquista. 

La ruptura ha provocado efectos psicológicos graves. Ha mermado su autoestima y su salud: llena de ansiedad y de inseguridad. Son los trastornos contra los que tiene que luchar a diario. Son las secuelas que le ha provocado el trauma de la ruptura. En contextos de desamor es normal sentirse angustiado, sin ganar de hacer nada e inseguros ante la masa. La protagonista no va a maquillar las vergüenzas y tabúes ante el amado (ya lo ves...). Forman parte de su cotidianidad y no los va a esconder. Aunque ese "ya lo ves" suena un poquito a reproche o tironcillo de orejas. Es normal que haya resquemor. 

En cuanto a la métrica predominan los versos endecasílabos. La ausencia de rima se compensa con una sintaxis precisa, de periodos melódicos cortos y pausas (comas) entre oraciones. Esto dota de ritmo a la composición. 



domingo, 16 de junio de 2024

Amante de abril y mayo: cuando la desaprobación social por diferencia de edad no impide el triunfo del amor

En Te he de querer mientras viva asistimos al tópico amoroso de la mujer jovencita y lozana que se enamora de un hombre mayor. Con la canción de hoy, invertimos los papeles: la protagonista es una señora de mediana edad que queda prendada de un apuesto chaval jovencito, veinte años menor que ella

Esta tarde analizamos Amante de abril y mayo, un pasodoble de Quintero, León y Quiroga que popularizó Concha Piquer en el año 1957 para su espectáculo Puente de coplas. Rocío Jurado, Manolo Escobar o Isabel Pantoja hicieron estupendas versiones de este clásico.



 Andaba por los cuarenta,

La rosa de Peñaflor,
Señora de escudo y renta,
Hermosa y sin un amó.
Y de pronto un día cambío de peinao, cambió de peinao,
Y la vió todo er pueblo salí al zaguán,
A decirle adioses a un niño tostao, a un niño tostao,
Que partió galope sobre su alazán.

Amante de abril y mayo,
Moreno de mi pasión,
Te llevo como a caballo
Sentao en mi corazón.
Me están doliendo los centros
De tanto quererte a ti
Me corre venas adentro.
Tu amor de mayo y abril.
Desde los pies a la boca,
Que aprendan todos de mí, ¡ay. ay. ay de mí!
A querer como las locas.

Hablaron más de la cuenta
Las niñas de Peñaflor:
- que si ella tiene cuarenta
y que el solo veintidós-,
Pero contra el viento de la comidilla, de la comidilla,
Y a pesar del tango de lo de la edad,
La vieron casada salí de mantilla, salí de mantilla,
Con aquel mocito de la catedral.

Amante de abril y mayo,
Moreno de mi pasión,
Te llevo como a caballo
Sentao en mi corazón.
Me están doliendo los centros
De tanto quererte a ti
Me corre venas adentro.
Tu amor de mayo y abril.
Desde los pies a la boca,
Que aprendan todos de mí, ¡ay. ay. ay de mí!
A querer como las locas.

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La diferencia de edad no es un obstáculo para la consecución de la relación amorosa. Los sentimientos son tan grandes y auténticos, que a la protagonista le da igual el tema de los años y el contexto social de la época. Lo que piense la vecindad, lo que diga la gente, le da igual.

Ya hemos hablado muchas veces de cómo la sociedad tiende a ver con malos ojos este tipo de vínculos tan descompensados desde un punto de vista físico: ¿Es natural que una mujer tan mayor se enamore de alguien tan joven?

Lo normal y estipulado en la sociedad de los cincuenta es casarse con otra persona que sea de tu misma generación. El paisanaje tiende a criticar y juzgar a los amantes, a veces de manera burlesca y cruel, en aquellos casos en los que la diferencia de edad es tan pronunciada. 

La protagonista, en lugar de achicarse ante las críticas y burlas, opta por irradiar abiertamente su amor y sentirse orgullosa de su amado. Estar enamorado no es un desprestigio ni una vergüenza ni un delito (a pesar de la diferencia de años). Es algo bonito y hermoso, que merece la pena vivir. La que se equivoca no es ella, sino la gente del pueblo y del barrio, que en lugar de respetar y reconocer las cosas bellas del mundo se dedica a poner trabas a la vida de los demás. 

Por eso, la mujer considera su actitud vital modélica y ejemplar: hay que disfrutar de las cosas que nos gustan, sin importar lo que digan y piensen los demás.

 Dos voces poéticas se alternan a lo largo del tema:

-En las estrofas habla un narrador omnisciente en tercera persona. El relato se alterna con la descripción

-En los estribillos, habla la protagonista en primera persona. Predomina el tono lírico.

En la primera estrofa se presenta al personaje principal, que es la muchacha madura. Para hacer alusión a la edad, el narrador recurre a un verbo de movimiento o desplazamiento: ANDABA por los cuarenta la rosa de Peñaflor. Esto conecta con la metáfora de la vida como senda, que explotaron algunos poetas como Jorge Manrique o Antonio Machado. El verbo andar implica desplazarse por un determinado momento del proceso vital o existencial. En este caso, la mujer se está moviendo, de forma aproximada, por un periodo de madurez. Está en el ecuador de su vida. 

En Amante de abril y mayo el tema de la edad es relevante. Se trata del rasgo que marca el desequilibrio entre los dos miembros de la pareja. Uno de ellos es más joven (hombre) y otro más mayor (mujer). La diferencia de años es lo más peculiar y característico de esta relación asimétrica. La sociedad aplica criterios físicos y superficiales en lugar de psicológicos y profundos para marcar a las personas. Por eso el primer rasgo que se describe de la protagonista es la edad, produciéndose un hipérbaton: el predicado (andaba por los cuarenta) se antepone al sujeto (la rosa de Peñaflor).

Este sujeto es representado en el poema mediante una metáfora sensual. La chica queda identificada con una flor: La rosa de Peñaflor. 

En los textos literarios, sobre todo renacentistas, la flor implica belleza, goce espiritual, alegría de vivir, color, pasión y esplendor vital. Normalmente, la imagen de la flor se aplica a muchachas que están en la primavera de la vida, es decir, a chicas jóvenes y lozanas, que acaban de estrenarse en la juventud o viven los primeros años de la etapa adulta (quince-veinte años). 

En este caso, se adhiere sobre una mujer que no es joven (cuarenta años). Hoy en día, una persona de esa edad es relativamente joven, pero en los años cincuenta, cuando la gente moría antes, tener cuarenta años significaba entrar en una edad complicada. A pesar de que la protagonista es una señora madura, se le describe con una metáfora típica del Carpe Diem (rosa de Peñaflor). Esto tiene su significado: aunque la muchacha no es joven, físicamente se encuentra bastante bien (hay señoras que para la edad que tienen, se conservan que da gusto, como el buen vino), y sobre todo, tiene un espíritu vitalista y juvenil. En lugar de llorar y lamentarse por el paso del tiempo y la cercanía de la vejez, opta por enamorarse y disfrutar del amor. 

La descripción de la muchacha se resuelve mediante complementos, que se van engarzando a modo de enumeración para darnos información sobre la protagonista:

-Sintagma preposicional, que hace referencia a la procedencia geográfica: …de Peñaflor. Peñaflor es un pueblo perteneciente a la provincia de Sevilla.

-Aposición, que hace referencia a su elevada condición social: señora de escudo y renta. La muchacha pertenece a una familia adinerada, prestigiosa e importante. La renta denota riqueza y poder económico. El escudo, prestigio, honor y privilegios. Solo las familias nobles poseen escudos con emblemas

-Adjetivo, que hace referencia a su belleza y agradable aspecto físico: hermosa...

-Complemento circunstancial de modo, que hace referencia a la situación sentimental: sin un amor. Al principio de la copla, la muchacha está soltera y todavía no ha encontrado a su media naranja.

La aposición y el adjetivo crean un contraste respecto al complemento circunstancial. A pesar de que la mujer tiene cualidades positivas (es rica y guapa), no alcanza una situación de fortuna o felicidad (no ha encontrado el amor). Esto hace que el espectador adopte una actitud de empatía hacia la muchacha: es una lástima que una persona que tenga todos los requisitos para ser feliz (condición social, condición estética), no consiga serlo. Resulta inexplicable que alguien con dinero, con prestigio y con belleza no encuentre un novio. El espectador siente penilla de la chica y se pone de su lado.

Presentar a la muchacha en una situación de no plenitud (no es feliz, porque no ha encontrado pareja), constituye un poder retórico importante. Me explico: el espectador empatiza siempre con la parte débil  (en este caso, la señora mayor que no ha encontrado el amor, a pesar de poseer virtudes como la belleza, el dinero o el prestigio social). Cuando luego llega la polémica (la protagonista conoce al chico joven) es más fácil que el público entienda a la muchacha y se ponga de su lado, que la ponga parir: Aunque la diferencia de edad sea el rasgo identificador de los novios, habrá más partidarios que detractores en las gradas, y la gente aplauda su felicidad. 

El narrador busca crear en el receptor una percepción positiva de la protagonista, a pesar de que esta haya ejecutado un acto de desprestigio social (enamorarse de un jovencito siendo ella mayor). 

El espectador en lugar de criticar o mirar con malos ojos la diferencia de edad, celebrará que la chica ha pasado de una situación triste a una alegre y feliz. Al inicio de la copla ella está sin un amor. Al final, la vemos radiante por casarse con el chaval. El público asiste a la transformación, al cambio de fortuna, al paso de la amargura a la dicha. Por eso, es más fácil comprender a la protagonista, a pesar del delito social cometido. Presentar a la muchacha como soltera ayuda a que la percepción de ella no sea tan dura por parte del público.

Al final de la primera estrofa se produce el cambio de la suerte. La loción adverbial marca súbitamente el giro de los acontecimientos: Y DE PRONTO un día cambió de peinado.. La rapidez con la que ocurre representa el capricho del devenir mundano. La vida te da sorpresas y de un segundo a otro pasas de un estado a otro. En este caso, la mudanza ha producido un contexto de mejora o bienestar existencial. 

La protagonista se ha enamorado del chaval. Aunque el amor es algo abstracto e inmaterial, puede tener repercusiones materiales concretas, ya que nuestro cuerpo es una caja de resonancia perfecta, con un poder comunicativo tremendo. El lenguaje corporal nos delata: por la manera de caminar, de hablar, de mirar, de vestir y de hacer las cosas podemos detectar que alguien anda loquito perdido. A pesar de ser un concepto intangible, el amor nos transforma y esto se materializa de una manera impredecible. En esta caso, la chica se ha cambiado el peinado. Cuando nos gusta alguien, solemos cuidar más la imagen: la ropa, el pelo, el maquillaje, el perfume, el rímel...

Esto no solo repercute en el aspecto físico, sino también en los actos cotidianos y la rutina diaria. En la copla se nos cuenta cómo la muchacha salía todos los días al zaguán a despedir a su novio: Y la vio todo el pueblo salir al zaguán, a decirle adioses a un niño tostado. 

Para los que no lo sepáis, el zaguán es una especie de vestíbulo o hall, un espacio dentro de la casa que se sitúa justo al lado de la puerta de la calle. Es el lugar donde se recibe o se despide a las visitas. Todos los días, la muchacha sale al zaguán a despedir al novio, y los vecinos se ponen a cotillear mientras los ven.

Para aludir a los testigos de esta escena de despedida se emplea la sinécdoque: Y la vio todo el pueblo... Se hace alusión al todo por una parte. Es evidente, que resulta imposible que todos los habitantes de Peñaflor se pongan enfrente de la puerta de la vivienda a ver qué ocurre. Lo normal y esperable es que cotilleen solo unas cuantas personas (vecinos más cercanos, algún curioso que pase por la calle…). Para dar un toque de hipérbole se dice que la totalidad del pueblo la ve despedirse, cuando realmente es una parte del pueblo

La hipérbole da un toque caricaturesco a la escena: a la gente le encanta gastar su tiempo contemplando la vida íntima de los demás (con quién sale, qué hace, a dónde va, a qué hora…) en vez de centrarse en sus propios conflictos. Una forma de hacer frente a sus frustraciones y vacíos existenciales es juzgar y cuestionar los asuntos ajenos. Los vecinos se olvidan de sus problemas contándoles al de al lado lo que esta mujer hace todos los días en el zaguán. 

Además de la sinécdoque, encontramos algo de metonimia: el que cotillea no es el pueblo, sino los habitantes de ese pueblo

El novio de la protagonista aparece representado con una metáfora, que remarca el color moreno de su piel: A decirle adioses a un niño tostado. 

Al muchacho le encanta montar a caballo. En estos versos encontramos un léxico ecuestre: Que partió a galope sobre su alazán. Se denomina alazán a un tipo de caballo que tiene el pelo de color carena. El galope es la forma más rápida que tiene un caballo de desplazarse (paso, trote y galope).

Al inicio de la segunda estrofa el narrador recurre al estilo directo para recrear la opinión general que los vecinos tienen de la pareja. El verbo dicendi (verbo de lengua, en este caso hablar) marca el paso del estilo indirecto al directo: Hablaron más de la cuenta las niñas de Peñaflor: Qué si ella tiene cuarenta y el solo veintidós. 

El estado de la cuestión habla por sí solo. La valoración social de los amantes es negativa. Las palabras de la vecindad tienen un matiz crítico importante. La gente desaprueba la relación, ya que no se ve con buenos ojos que una mujer tan mayor se case con un chico tan joven que podría ser su hijo. Estamos en una sociedad de mentalidad cerrada y conservadora. En los años cincuenta resulta incomprensible que dos personas de edades tan diferentes se enamoren. Es un desprestigio social. De ahí las críticas, burlas e infamias. 

El noviazgo se ha convertido en un tema de candente actualidad en el barrio. Ocupa la primera página del diario de chismorreos del pueblo. Los amantes son el centro de atención por parte de las marujas. El complemento circunstancial de cantidad enfatiza e intensifica el fluir de los cotilleos de una forma espontánea y coloquial: Hablaron más de la cuenta…. Es evidente que la gente ha estado dándole a la lengua, hablando horas y horas del tema de moda de Peñaflor: la mujer cuarentona que se acuesta con un veinteañero. Cuando un tema está de moda, la gente se puede pasar días hablando de lo mismo.

El hipérbaton da fuerza a la actitud entrometida de la gente. El predicado (hablaron más de la cuenta) se antepone al sujeto (las niñas de Peñaflor).

En las palabras de los vecinos detectamos el uso de la elipsis. ¿Cuál es el objetivo? reflejar un estilo conversacional y natural, típico del habla coloquial: que si ella tiene cuarenta [años] y él solo [tiene] veintidós [años]. 

Las elipsis agilizan el discurso. Hay elementos que se presuponen (bien por contexto, o bien porque han aparecido antes en el discurso) y no hace falta repetirlos. En este caso se suprime la palabra años. Estos dos versos hablan de la edad de los amantes. Cuando los vecinos señalan a la chica, ya aparece el verbo tener (tener X edad), por tanto, no hace falta volver a repetirlo a la hora de hablar de la edad de él. 

Las dos estructuras son casi paralelísticas: que si ella tiene cuarenta y que él solo veintidós: marcador conversacional [que si/ que si] + sujeto [él/ella] + verbo [tiene] + complemento directo en numeral (cuarenta/veintidós). La gente ve antinatural e incompatible esta relación por la diferencia en el numeral. Por eso las dos estructuras se contraponen.

A pesar de los cotilleos, críticas y desaprobaciones, la pareja opta por hacer oídos sordos. Se deja llevar por el instinto más elemental: el amor, el cariño, la pasión. Si los sentimientos de afecto son auténticos y verdaderos, da igual lo que diga o piense la gente. Lo importante es que los dos personajes se quieran para lograr la felicidad. Sería absurdo no actuar de manera coherente a los sentimientos solo por quedar bien delante de la sociedad. Por muy feo/indecoroso/criticable que resulte casarse con un chaval joven, la protagonista mira por su felicidad. Las cosas no deben hacerse para agradar a otros sino para agradar a uno mismo. 

En esta época la presión social era muy fuerte y podía llegar a influir en la consecución de las pasiones, tal como se refleja en la metáfora atmosférica: Pero contra el viento de la comidilla…. 

El viento representa la fuerza que tenía la masa popular, ya que con sus palabras podía impedir ciertos hechos y conductas. A veces el entorno llegaba a ser tan duro, hostil y opresor que muchos jóvenes dejaban de hacer aquello que les gustaba solo para no ser señalados. El prestigio, la corrección y la convención se ponían por encima de la pasión y el deseo personal. El objetivo era pasar desapercibido, no destacar, no llamar la atención.

A la pareja le da exactamente igual que la gente hable, diga, piense, critique o comente. No les importa ser el centro de atención. Ellos lo que buscan es la autorrealización (aunque los vecinos suelten sapos y culebras por la boca ).  

Esto se refleja en las oraciones concesivas. La existencia de obstáculos y trabas en las subordinadas (pero contra el viento de la comidilla, y a pesar del tango de lo de la edad), no impide la consecución y el triunfo de la acción de la oración principal (la vieron casada salir de mantilla con aquel mocito de la catedral). 

A pesar del entorno, la protagonista termina en una situación de plenitud, formando un matrimonio con la persona que quiere, tal como expresa el complemento predicativo: La vieron CASADA

El espectador asiste al triunfo del amor y la derrota de la presión social. Ha podido más lo primero que lo segundo. El narrador se recrea en los detalles relativos a la ceremonia, con el objetivo de enfatizar el vencimiento del corazón. Se centra en la ropa de la novia (salir de mantilla), en su compañía (con aquel mocito), y en el escenario de la boda (de la catedral). Se regodea de la dicha. 

En los complementos circunstanciales detectamos pinceladas extásicas y burlescas. La protagonista está viviendo su día grande, está gozando de una situación de felicidad y placer. Con su indiferencia hacia el entorno social, la muchacha ha alcanzado la plenitud y la satisfacción espiritual. 

Ante el enemigo (sociedad, entorno) la señora queda en una situación de superioridad. La gente no la está viendo sufrir. No hay humillación. La muchacha se representa feliz, disfrutando de su gran día. A muchos les gustaría verla llorando por las esquinas y lamentándose. En cambio, se muestra radiante y pletórica. Ella es la triunfadora. Todo triunfo conlleva una celebración, la cual se refleja en las estampas jubilosas del narrador (la mantilla, la catedral, el mocito). La historia tiene un final feliz. Los amargados e infelices son otros  

En el estribillo la protagonista habla en primera persona. Se dirige al novio con vocativos metaforizados: amante de abril y mayo, moreno de mi pasión

Como ya hemos dicho, el chavalillo es de piel morena. En la poesía de la copla, el prototipo de belleza masculina se asocia al color tostado de la piel. Los chicos guapos suelen ser los morenos. Se trata de cumplir un canon establecido. ¿Recordáis la lírica italianizante del XVI? En la poesía renacentista hay un modelo ideal de la mujer, que representa la perfección física. Es la Donna Angelicata de Petrarca: mujer de pelo rubio, ojos azules, labios rosados. Al igual que existen prototipos de belleza femenina, también existen prototipos masculinos. En este caso, la piel morena.

Abril y mayo son los meses primaverales. La primavera representa la estación florida y colorida del año cuando la Naturaleza está en su máximo esplendor y belleza. La protagonista atraviesa una fructífera etapa vital. Se ha enamorado. Vive una segunda juventud. Lo único que hace es disfrutar de los placeres de la vida y de las cosas más bonitas que le ofrece el mundo (en este caso, el amor con un chico joven y guapo). La muchacha no es joven, pero su espíritu nada tiene que envidiar al de una chica joven. Quiere comerse el mundo. Adopta una actitud epicureista.

La protagonista describe su estado anímico empleando imágenes ecuestres que representan la unión mística entre los amantes: Te llevo como a caballo sentado en mi corazón. Los jinetes van unidos a sus caballos, lo mismo que la amada a su novio.

En algunos versos, aparecen recursos hiperbólicos de la poesía medieval cancioneril. El amor es tan grande e intenso que provoca daño físico en el amante: Me están doliendo los centros de tanto quererte a ti. La oración subordinada consecutiva adopta un enfoque cuantitativo. El amor es tan auténtico que no deja indiferente a la persona que lo sufre

La pasión se convierte en energía vitalizadora, en elemento purificador del espíritu, en fuerza esencial para la existencia, siguiendo los cauces de la lírica garcilasiana. Se recurre a la metáfora del amor como fluido de sangre: me corre venas adentro tu amor de mayo y abril, desde los pies a la boca. Una persona está viva cuando la sangre fluye por sus canales circulatorios. En este caso, la sangre se identifica con el sentimiento amoroso. Sin amor, la vida sería imposible. La vida de la muchacha tiene sentido porque ama a este chico. Sin amor, no hay vida. Los complementos circunstanciales (desde los pies a la boca) intensifican el sentimiento y lo dotan de plenitud.

Como dijimos al principio del análisis, la protagonista no se avergüenza de querer a un chico que tiene veinte años menos. Ella no está haciendo nada malo ni indecoroso. Solo se deja llevar por el corazón. Ella considera que su comportamiento es ejemplar y modélico. Todo el mundo debería hacer lo mismo para ser feliz: dejarse llevar por sus verdaderos sentimientos y pasiones y no preocuparse de lo que piensen los demás. Como queramos agradar a los demás a costa de nuestra felicidad y deseos, al final seremos unos amargados y frustrados. Lo que ella hace es lo que todo el mundo debería hacer. Por eso, la canción termina con una afirmación rotunda y sentenciosa, que encierra un consejo vital importante: Que aprendan todos de mí, a querer como las locas

Amar a alguien es algo maravilloso, sublime, hermoso. Es una lástima no poder vivir eso por culpa de convenciones sociales absurdas. ¿Qué más da que el chavaql tenga veinte años menos, si hay amor? 

La copla termina con la alusión a un tópico procedente de la poesía cancioneril: el amor como trastorno que causa locura (a querer como las locas...). Ya hemos comentado que muchos intelectuales de la Edad Media estudiaron de manera científica y rigurosa los efectos del amor, llegando a afirmar que el amor es un tipo de enfermedad que altera la personalidad del hombre. La protagonista dice que querer con locura, estar enfermos de amor, es lo mejor que nos puede pasar. En lugar de criticar, juzgar y valorar conductas ajenas y perder el tiempo mirando lo que hacen los demás, deberíamos preocuparnos de nuestra propia felicidad. Seguramente, mucha de la gente que critica lo hace porque nunca ha sido feliz y busca consuelo viendo cómo los demás tampoco son felices.

Cada estrofa está formada por la combinación de una cuarteta octosilábica (8a 8b 8a 8b) y un serventesio dodecasílabo (12A 12B 12A 12B). En ambos casos, el primer verso rima con el tercero y el segundo con el cuarto.

Los estribillos están formados por dos cuartetas (8a 8b 8a 8b) y una tercerilla, donde rima el primer verso con el tercero en asonante y el segundo queda libre (8a 8- 8a).