jueves, 2 de marzo de 2023

Los piconeros: amor y sufrimiento en silencio

Durante los años de la Guerra Civil (1936-1939), la mayor parte de las producciones cinematográficas españolas se rodaron en países extranjeros. Debido al ambiente de hostilidad e inseguridad que había en España (frentes de guerra, bombardeos, hambre, persecuciones políticas, ejecuciones ideológicas, miseria…) muchos directores optaron por llevar a cabo los rodajes de sus películas en estudios foráneo

Este fue el caso de la conocida película Carmen la de Triana, protagonizada por Imperio Argentina y rodada en Alemania en 1938. El film incluye varios números musicales, entre ellos esta copla por bulerías de Perelló y Mostazo, que lleva por título Los piconeros.

Este tema ha sido versionado en numerosas ocasiones, gracias a artistas de la talla de Concha Piquer o Rocío Jurado. En la película La niña de tus ojos de Fernando Trueba, la actriz Penélope Cruz se atreve a cantar esta canción en alemán.



Ya se ocultó la luna, luna lunera
ya ha abierto su ventana la piconera,

La piconera, madre y el piconero
va a la sierra cantando con el lucero,

con el lucero.


Ya viene el día, ya viene mare,
ya viene el día, ya viene mare,
alumbrando su clara los olivares
alumbrando su clara los olivares.

¡Ay! Que me diga que si,
¡Ay! Que me diga que no.
Como no lo a querío ninguna
le quiero yo,
mi piconero como el picón.

Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.
Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.

Faja de "sea" lleva mi piconero
y un marsellé "bordao" de terciopelo
de terciopelo, madre y en el sombrero
una cinta que dice por ti me muero,
por ti me muero.

Ya viene el día, ya viene mare,
ya viene el día, ya viene mare,
alumbrando su clara los olivares
alumbrando su clara los olivares.

¡Ay! que me diga que si,
¡Ay! que me diga que no.
Como no lo ha querío ninguna
le quiero yo,
mi piconero como el picón.

Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.
Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.

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La copla está protagoniza por una mujer que se enamora perdidamente de un piconero. ¿Y cuál es el problema? Que el piconero está casado y mantiene una relación con otra mujer (que en la canción aparece citada como la piconera).

En la España rural de Posguerra era frecuente encontrarse la figura del piconero, cuyo oficio consistía en fabricar y vender un tipo de carbón vegetal llamado picón. Este tipo de carbón era utilizado para hacer funcionar los braseros. Los piconeros se pasaban la mayor parte del día fuera de casa, en el campo, recogiendo sierpes de oliva, tamujo y ramas de encina o de cualquier otro árbol de los montes

El procedimiento para hacer el picón consistía en amontonar las ramas y restos vegetales, y prenderles fuego, hasta que adquirían un toque ennegrecido. Entonces, se echaba agua y se removía poco a poco hasta que las ascuas (el futuro picón) se fueran apagando. El picón se prendía en los braseros y el poder calorífico era tremendo. Antes de que existieran las calefacciones y los braseros eléctricos, la gente se protegía del frío así.

En este poema juega un papel importante el entorno natural y los ciclos atmosféricos. Como ya os he dicho, los piconeros se pasaban la mayor parte del día en el campo o en el monte. La jornada empezaba por la mañana temprano, antes de que saliera el Sol. Por eso, en esta canción encontraremos descripciones y referencias al fenómeno del amanecer:

 -Ya se ocultó la luna, luna lunera y ha abierto su ventana la piconera

-el piconero va a la sierra cantando con el lucero

 -Ya viene el día, mare, alumbrando su clara los olivares”.

La prosopopeya/personificación de la Luna (la cual realiza acciones humanas, como es el hecho de ocultarse, esconderse, desaparecer) vivifica el ambiente y representa la Naturaleza como una realidad motriz y dinámica. La Luna parece un ser con vida propia, moviéndose por el cielo, desde la parte más alta (medianoche) hasta la parte más baja (línea del horizonte) por donde acaba “metiéndose” al rallar el día.

Esto es un reflejo del funcionamiento cíclico del planeta: el sol (día) se oculta por el horizonte para dar paso a la luna (noche), y la luna (noche) se oculta en el horizonte para dar paso al sol (día), por los siglos de los siglos, sin interrupciones.

El ciclo de la Naturaleza simboliza la repetitividad y la monotonía de la vida y del oficio del piconero. El piconero lleva a cabo unas rutinas y unos hábitos que se repiten una y otra vez, sin variación.  Todos los días son iguales para el muchacho. Su devenir vital es predecible, mecánico y rígido (lo mismo que la llegada del día y de la noche).

La vida del piconero es tan exacta como el ciclo de la Naturaleza. Todas las mañanas a la misma hora se levanta, dispuesto a empezar el trabajo, siguiendo los mismos pasos y procesos que el día anterior

El hipérbaton da musicalidad al poema y dota de trascendencia a este momento del día, el amanecer, el cual supone el comienzo de una nueva vuelta del ciclo: Ya se ocultó la Luna. El verbo (se ocultó) se adelanta al sujeto (La Luna).  El fin de la noche supone el comienzo de un nuevo día, y eso genera ilusiones y alegrías (estás vivo, tienes un día por delante con muchas cosas por vivir y por hacer aunque sepas lo que te va a pasar). Al inicio de la jornada, siempre existe ese gusanillo por ver qué te deparará el día.

La musicalidad también queda potenciada mediante efectos derivativos que tienen como objetivo crear juegos fónicos agradables para los oídos (significantes), aunque no tengan un significado concreto: luna lunera. Todo esto da un carácter sensual y preciosista a la composición (suena bonito) y a la vez refuerza la idea del fin de la noche como los instantes previos al comienzo del reinicio del ciclo (con todas las ilusiones y proyectos que eso conlleva).

El hipérbaton se traslada a la segunda estrofa de la canción: Ya viene el día, ya viene, mare. El vocativo (madre) y la reduplicación (ya viene…ya viene) crea una atmósfera emotiva, ya que la protagonista siente necesidad de expresar ilusión y esperanza por el comienzo del día.

Tened en cuenta que ella está enamorada del piconero. Tal vez ese nuevo día que acaba de comenzar, sea el día en que se sus deseos se cumplan y pueda ver materializado su amor con el muchacho, es decir, este caiga rendido a sus pies. Esto supone un aliciente de vida para la chica, el cual se proyecta con la personificación y vivificación de la luz solar sobre los elementos del mundo natural: Ya viene el día […] alumbrando su clara los olivares.

En esta copla los elementos que dan luz juegan un papel fundamental (lucero, día, alumbrar...). Recordad que la luz, según la mística, está relacionada con el sentimiento y la pasión amorosa. Por tanto, el reinicio del ciclo del día no solo tiene que ver con la rutina del piconero, sino también con las ilusiones del yo poético. ¿Será este día el definitivo, cuando el piconero y ella puedan consumar su amor?

El vocativo acerca el poema a la jarcha mozárabe y la cantiga de amigo gallega de la lírica tradicional. En este tipo de composiciones la voz poética es femenina (como en esta copla), y siempre se dirige a otra mujer de la familia (a la madre, a la hermana…) transmitiéndole sus inquietudes amorosas. En este caso, la protagonista está coladita por el piconero, y se lo hace saber a la madre.

La rutina no solo afecta al personaje del piconero, sino también a su entorno. Todos los días, a la misma hora (amanecer), la mujer del piconero ya está abriendo las ventanas de la casa, síntoma de que en esa vivienda hay vida, hay movimiento, hay normalidad. Si no se abren las ventanas es que algo extraño pasa.

Como veis, el personaje de la piconera es designado de una forma metonímica. El que se dedica a ejercer el trabajo de piconero (ir a recoger ramas al bosque, prenderlas, hacer el carbón…) es su marido. La mujer se conoce como piconera por ser la mujer del piconero (y no por ejercer el oficio).

Estos fenómenos de designación son frecuentes en contextos rurales y coloquiales, sobre todo, a la hora de poner motes: etiquetar a una persona por la funcionalidad (rol social) e importancia que tiene otra persona con la que está relacionada o vinculada familiarmente.

Las anáforas (ya se ocultó la Luna/ ya ha abierto su ventana la piconera) resaltan la exactitud, la monotonía y la precisión con la que transcurre la vida de esta familia de piconeros. En esta casa, todo funciona con un rigor tremendo, sin alteraciones en la rutina y los horarios: todas las mañanas la mujer abre la ventana a la misma hora, el piconero se levanta, sale a la sierra…El ciclo natural se acaba coordinando con el ciclo familiar y vital, de una forma armónica. A la vez que la Naturaleza se mueve, se mueve el quehacer del matrimonio.

El hecho de que el piconero salga cantando hacia la sierra es una forma de dar vitalismo y optimismo a su filosofía de vida: Y el piconero va a la sierra cantando con el lucero. A pesar de lo duro y mecánico que es su trabajo, el piconero se lo toma con buen humor, gracia y alegría, mirando siempre el lado agradable y bonito de las cosas.

Esto recuerda a la canción del Sembrador y a las Espigadoras de la Rosa del Azafrán. A pesar de la dureza del trabajo en el campo, los personajes no se hunden en la miseria ni se quejan. Miran la vida de forma amena, ahondando en las cosas encantadoras del mundo (como puede ser disfrutar de la belleza salvaje de la sierra, la luz del amanecer o la estampa del Sol alumbrando los olivares).

La protagonista muestra su incertidumbre y sus dudas sobre la correspondencia y la reciprocidad del sentimiento amoroso por parte del piconero. Para ello, emplea las estructuras en paralelismo con elementos antitéticos: Ay, que me diga que sí/ Ay, que me diga que no.

La interjección (Ay) da autenticidad al estado anímico, ya que la voz poética no sabe si el piconero está o no enamorado de ella. El hecho de no conocer la verdad (me querrá o no me querrá) genera miedos, inseguridades, quebraderos de cabeza.

Lo que sí está claro es que ella está enamoradísima. Por eso, hace una declaración de intenciones explícita, en toda regla, recurriendo al tópico becqueriano de que no habrá nadie que te quiera como yo te he querido, procedente del poema Volverán las oscuras golondrinas: como no lo ha querido ninguna, le quiero yo.

La protagonista recurre a la acción superlativa relativa para expresar su amor en forma máxima, y a la vez, establecer comparaciones y límites con aquellas damas que también aman al piconero. En su plano mental, ella misma considera que es la que más ama al chico.

El objetivo del yo poético es resaltar sus sentimientos sobre los sentimientos de los demás, destacando su autenticidad y verdad (por encima del resto, incluida la esposa). Evidentemente se trata de un pensamiento egocéntrico (una persona no es nadie para juzgar los sentimientos de los demás y hacer afirmaciones del tipo “nadie te ha querido como yo te quiero”). Para hablar, primero hay que meterse en la piel de todos los que forman parte de la historia y conocer las circunstancias. Sin embargo, cuando estamos enamorados actuamos de forma egoísta y somos capaces de validar esta concepción

Para la protagonista, el amor va más allá de convencionalismos y reglas culturales. Puede haber pasión sin necesidad de formalizar relaciones, noviazgos o matrimonios. De hecho, ella en esta copla está manifestando explícitamente su amor hacia un hombre que está casado y no le importa decir abiertamente, que el amor que ella tiene por el piconero es más auténtico que el que tiene la piconera: como no lo ha querido ninguna, le quiero yo

En ese sentido, la mentalidad de la protagonista es muy liberal. Aunque luego no llegue a nada con el piconero, en su forma de pensar adopta una postura muy avanzada para la época: no hace falta estar casado para que haya amor. Esto recuerda al Romance de la otra (el amor de la querida podía ser más auténtico que el amor de la esposa). Aquí pasa lo mismo: el yo poético cree que su amor hacia el piconero es superior

Sin embargo, a pesar de esas ideas tan avanzadas, la realidad es otra, y cuando hay un matrimonio de por medio, es muy difícil romper las estructuras y convenciones sociales. Finalmente no habrá correspondencia y la protagonista sufrirá y llorará en silencio. El dolor se manifiesta mediante la metáfora del color negro. El negro simboliza el luto, la ausencia, el dolor, la tristeza: Por su culpa culpita yo tengo, negro negrito mi corazón.

El hecho de usar diminutivos (culpa-culpita, negro-negrito) permite al receptor sentir lástima por la chica, empatizar con ella, compadecerse, pues el hecho de utilizar sufijos apreciativos en un contexto de tristeza da cierta ternura y verdad al discurso, y hace que el receptor sienta pena por la protagonista. Recordad que los diminutivos crean una atmósfera afectiva y adquieren mucho poder retórico.

La imagen del color negro queda reforzada con una comparación que está inspirada en el oficio de piconero: como el picón, […] yo tengo, negro negrito mi corazón. El corazón roto de la protagonista se representa con el color negro, que es el cromatismo del picón. Cuando quemamos las ramas y los restos vegetales se obtienen trozos de materia negros. El corazón de la protagonista está tan negro como el color del picón cuando arde. El negro es el color del luto y del duelo.

En la segunda parte del tema, la protagonista describe al piconero, indagando en sus aspectos de indumentaria y vestimenta. Desde un punto de vista literario, las descripciones físicas reciben el nombre de prosopografías. Para dar agilidad y dinamismo al discurso, se recurre a la elipsis u omisión del verbo llevar”, ya que se presupone que antes de cada prenda aparece el verbo “llevar”: Faja de seda lleva mi piconero, y [lleva] un marsellé bordado de terciopelo, y en el sombrero [lleva] una cinta que dice por ti me muero

Como veis, en esta parte de la canción aparecen palabras relacionadas con el campo semántico del vestido y la moda. El hipérbaton da protagonismo a las diferentes prendas: Faja de seda lleva mi piconero. El complemento directo (faja) se adelanta al verbo (lleva) y el sujeto (mi piconero) se pospone

La protagonista da una visión sensual y preciosista del muchacho, aludiendo a tejidos y materiales de textura cálida y placentera para el tacto (faja de seda, marsellé bordado de terciopelo).

La muchacha se recrea en los pequeños detalles y complementos del piconero. Las fajas son tiras de tela que rodean el cuerpo por la zona de la cintura. El marsellés es un tipo de chaqueta corta flamenca. El sombrero (rematado con una cinta) se utiliza para cubrir la cabeza.

El objetivo es crear una imagen muy refinada y elegante del piconero, del que está enamorado. En esta parte de la canción, el amor se enfoca hacia un matiz más físico y corporal que espiritual, ya que la protagonista suspira por la belleza del piconero.

En el estribillo hemos visto cómo la protagonista se siente triste y dolorida por la no correspondencia del piconero. Sin embargo, a pesar de la no reciprocidad, a la muchacha le cuesta asumir la realidad y sigue haciéndose ilusiones y creándose su propia película de fantasía en torno al muchacho: Una cinta que dice por ti me muero.

La chica se niega a quedar como la despechada de esta historia (la pobre mujer que no es correspondida). Ella quiere pensar que la no correspondencia no se produce por falta de sentimientos de una u otra parte, sino simplemente por circunstancias y contextos personales (él ya está casado y no quiere complicar la situación relacionándose con otra mujer).

La protagonista cree que el piconero realmente está enamorado de ella, hecho que se expresa con la hipérbole (por ti me muero). Lo que pasa es que él está casado y tiene miedo de decir la verdad y romper esa fachada matrimonial que se ha creado. Por lo tanto, solo queda la resignación para ambas partes

Evidentemente, esta estrofa puede tener lecturas e interpretaciones muy interesantes:

-Por un lado, el amor como sentimiento que no solo se manifiesta a través de la palabra, sino que crea un lenguaje complejo en sintonía con el cuerpo y la puesta en escena, los cuales constituyen una caja de resonancia que comunican y expresan emociones. La protagonista percibe que por la cinta del sombrero es posible ver que el piconero está enamorado de ella.

Evidentemente, esto puede ser válido desde la perspectiva individual y subjetiva de la protagonista (son sus impresiones personales), pero eso no quiere decir que sea la verdad latente. Muchos de vosotros podréis pensar que es una tontería que por el detalle del sombrero, el piconero pueda arder en deseos de estar con la chica.  

Cuando estamos enamorados y tenemos incertidumbre sobre si nos corresponderán, empezamos a ver signos donde no los hay y es difícil distinguir la realidad de nuestras fantasías, aspiraciones y deseos (lo que queremos que pase). El lenguaje no verbal, puede ser verdadero, y en otras ocasiones puede engañarnos.

-Por otro lado, todo personaje (sea real o literario) busca cuidar su imagen social. Todos los seres humanos queremos transmitir, proyectar y conservar una fachada de prestigio, para generar impresiones positivas en los demás (honor). La protagonista no quiere quedar como la típica mujer despechada no correspondida (resulta muy humillante de cara a la gente), así que estas fantasías suavizan el dramatismo y permite al yo poético quedar en una posición de dignidad: ella no es una mujer no correspondida por falta de amor, sino por contextos y circunstancias personales (él está casado y se crea una situación compleja).

¿Cuál es el análisis de la voz lírica? el piconero está enamorado de ella y si no fuera por la presencia de la piconera, esa relación podría haber fraguado. De esta manera, se reduce la sensación de fracaso para la protagonista: no estoy con él porque está casado y si no fuera por eso estaría conmigo.

Evidentemente, este análisis está enfocado desde la subjetividad (lo de la cinta del sombrero no es una prueba científica).

Lo que busca la protagonista es crear una situación de ambigüedad en la que el lector no tenga del todo claro los sentimientos de los personajes y siempre haya duda de si realmente el piconero está o no enamorado de la protagonista. La duda no es sinónimo de fracaso, sino reflejo de unas circunstancias que muchas veces no puedes controlar.

Métricamente predominan los versos largos, sobre todo los dodecasílabos en las estrofas (ya ha abierto su ventana la piconera) y los decasílabos en los estribillos (ya viene el día, ya viene mare).

En la segunda estrofa de los estribillos encontramos algunos versos cortos pentasílabos (le quiero yo) y octosílabos (ay, que me diga que sí) mezclados con decasílabos.

En cuanto a la rima, los cuatro versos de la primera estrofa forman dos pareados (lunera-piconera, piconero-lucero).

En la segunda estrofa, los cuatro versos riman entre sí, como si fuera una cuaderna vía del mester de clerecía pero en versos dodecasílabos (piconero-terciopelo-sombrero-muero)

En el resto del tema detectamos leves asonancias (mare-olivares, yo-picón)


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