La copla que os traigo esta tarde podría concebirse como una fuente de inspiración para la creación de series televisivas sobre comunidades de vecinos alocadas (tipo Aquí no hay quien viva o La que se avecina).
En este tipo de género se recurre a un contexto realista (una escalera de vecinos) pero hiperbolizado y exagerado al máximo gracias a la presencia de personajes peculiares, los cuales contribuyen a crear un escenario caótico, ruidoso, movidito, en el que no hay tiempo para la paz y el descanso. Esto es más o menos lo que pasa en la canción que vamos a analizar hoy. Todos los personajes que se dan cita en ella harán de este edificio un auténtico vendaval de volcanes, terremotos y explosiones.
Vivir en una morada como la que se describe en el poema tiene que ser una experiencia de locos, que no desearíamos ni a nuestro peor enemigo. La encargada de trasladarnos a este ambiente tan divertidamente disparatado fue Marifé de Triana, en el año 1958, gracias a la canción Ay mi casa.
A la artista sevillana le gustaba interpretar en sus conciertos este tipo de canciones más cómicas, ligeras y desenfadadas. Entre drama y drama, había que airear un poco el escenario del tufo trágico que emanaban las canciones de la actriz de la copla.
La mejor manera de despejar al espectador de la pena y la lágrima era la inclusión de temas divertidos y graciosos que tenían como única intención sacar la carcajada del gran público y evadirle de sus vicisitudes cotidianas Estas canciones funcionaban bien como pasacalles, ya que marcaban la transición entre dos poemas de intensidad dramática
Mi casa tié tantos cuartos
Que es lo mismo que un cuartel
Y se forma cada bronca
Que es
Está la portera barriendo y cantando,
Chillando er der bajo que es tonto perdío
Er perro der quinto too er día ladrando
Y er der entresuelo oyendo un partío.
Er der sexto toca er bombo
Y er loro del principal
Se lía a llamar borracho
A un guardia munisipal.
¡Ay, mare vaya una casa”
Esto si que es er disloque
Y ya dise too el que pasa
Que es la de Tócame Roque
Si sabe arguno de ustedes
De un piso para arquilá
Aunque sea er manicomio
Sin verlo quisiero me voy a mudá
Por si todo fuera poco
Ayer tarde se arregló
Porque arquiló la asotea
Un equipo de furbó.
Allí hay japoneses y hay checoeslovacos
Y se habla en polaco se chilla en inglé
En ruso hay insurtos, chillios y tacos
Y pegan guantasos en vasco fransé.
Y ar laito de mi cuarto
Pa acabarlo de arreglá
Se ha mudao una pareja
Que se acaba de casar…
¡Ay, mare vaya una casa”
Esto si que es er disloque
Y ya dise too el que pasa
Que es la de Tócame Roque
Si sabe arguno de ustedes
De un piso para arquilá
Aunque sea er manicomio
Sin verlo quisiero me voy a mudá
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Estamos una copla de tinte descriptivo. El objetivo no es contar una historia ni expresar sentimientos, sino representar y dibujar diferentes escenas extraídas de un contexto aparentemente real y cotidiano. En la canción se esboza una pintura de una serie de personajillos que habitan en una comunidad de vecinos.
¿Cuál es la finalidad? Presentar el edificio como un lugar caótico, ruidoso e incómodo para vivir. La totalidad (el bloque de casas) se configura mediante la unión de las partes (descripción individual de los diferentes vecinos).
El receptor se ve obligado a unir todas las escenas para llegar a la conclusión de que esa vivienda es un auténtico caos. El texto posee una estructura inductiva o sintetizante: se presentan una serie de casos particulares/individuales/concretos (una portera que chilla, un perro que ladra de forma estridente, un hombre que escucha la radio con el volumen a todo gas, otro tocando el bombo…), con el fin de configurar una imagen disparatada y surrealista del todo (el edificio).
El mecanismo literario para la construcción de este tema es la enumeración, es decir, la acumulación o suma de estampas de la vida diaria hiperbolizadas. El uso de la exageración se convierte en abuso. La sobresaturación de elementos llevados al extremo desvirtúa y deforma la atmósfera realista, y convierte el edificio en una especie de casa de muñecas, teatro o caricatura.
El hecho de apilar tantas escenas en un corto espacio de tiempo genera un efecto hipérbole que anula el principio de verosimilitud: es difícil creer que existe un edificio en el que pasen tantas cosas a la vez. Nos da la impresión de que el bloque de viviendas está habitado por gente rara, inusual, anormal e incluso loca.
Todas las escenas son realistas (perros que ladran, gente que escucha la radio, toca un instrumento, discute…). Lo que no es normal es que todos estos eventos se den a la vez, en un mismo espacio y tiempo. Puede ser verosímil encontrarte en un bloque de pisos alguna de las escenas que se describen en el poema. Lo que no es concebible es que se den simultáneamente. El hecho de acumular muchas escenas realistas y verosímiles no garantiza que el resultado final sea un cuadro realista y verosímil. Es todo lo contrario.
En las escenas sueltas no encontramos nada fuera de la normalidad. La anormalidad se produce tras la unión de esas escenas en un todo (el edificio). Eso crea una especie de esperpento valleclanesco, que potencia el efecto cómico de la canción.
Todas las situaciones descritas tienen algo en común y es el hecho de transmitir contextos sensoriales incómodos, ruidosos, insoportables, escandalosos (ladrido del perro, radio a todo volumen, chillidos de la portera, ruido del bombo, loro cantando, celebración de un partido de fútbol, insultos, peleas…).
El ensamblaje de estas viñetas crea un contexto de surrealismo cómico. No es normal que todas estas cosas sucedan en un mismo edificio. La casa se convierte en la protagonista de la copla. Se trata de una vivienda muy especial, demasiado peculiar. El abuso y sobresaturación de realismo nos lleva a una exaltación de lo raro, lo extravagante, lo estrambótico, lo anormal. El resultado es un bloque de pisos genuino y original
Así es como funcionan las series de televisión tipo Aquí no hay quien viva. Parte de su éxito se debe a este peculiar mecanismo de trabajar la realidad para convertirla en algo surrealista y absurdo en el conjunto.
En la primera estrofa,
el yo poético hace alusión al caos que reina en el ambiente de la escalera. Esto se expresa mediante comparaciones, las cuales se insertan en oraciones
subordinadas consecutivas: Mi casa tiene tantos cuartos que es lo mismo que un
cuartel, Y se forma cada bronca, que es
La casa se equipara con un cuartel, ya que un cuartel es un lugar agitado, ruidoso, nada tranquilo lleno de gente que entra y sale, con muchas habitaciones. En definitiva, un lugar lleno de vida
Además, se recurre al mito bíblico
de
A continuación pasamos a la enumeración de escenas en las que el realismo se mezcla con el estridentismo. Las cosas que se cuentan son verosímiles. Lo extraño es que suceden a la vez
1. El personaje de la portera. La bimembración permite indagar en los diferentes aspectos realistas y estridentes de la conducta del personaje: Está la portera barriendo y cantando. De esta forma, el costumbrismo (la portera pasando la escoba) y el componente rimbombante (la mujer cantando) son perfectamente compatibles.
Tened en cuenta que todas las cosas que hacen los personajes son reales, pero también pueden llegar a ser desquiciantes. El hecho de que la perífrasis verbal quede rota y fragmentada por el sujeto (ESTÁ la portera BARRIENDO Y CANTANDO…) da fuerza y rotundidad a la escena, amén de romper la armonía y tranquilidad. Cuando las reglas sintácticas se alteran es para querer destacar algo
2. Un vecino chillando. Los adverbios de lugar sitúan a los diferentes personajes dentro del edificio (el de abajo...), como si se tratara de una secuencia teatral o cinematográfica. El yo poético recurre a tacos y palabras malsonantes para describir a los caracteres dando un toque de naturalidad y coloquialidad a la expresión, dentro de la oración de relativo: el de abajo que es tonto perdido
Cuando algo nos molesta, normalmente recurrimos al insulto y nos ponemos bordes. El hipérbaton da rotundidad al segmento, adelantando el verbo (chillando) al sujeto (el de abajo)
3. El perro ladrando. El numeral ordinal inserta al personaje en el espacio (El perro, del quinto). La descripción del can queda hiperbolizada: todo el día ladrando. Evidentemente, es imposible que un perro se pase 24 horas del día ladrando (tendrá que comer, dormir, descansar...) El animal ladra mucho, pero resulta exagerado circunscribir esta acción a “todo el día” El gerundio dota de progresión y continuidad a la escena, eternizando y prolongando el componente molesto (los ladridos)
4. Un vecino escuchando un partido. En esta ocasión, el sustantivo (entresuelo) posee matices locativos, ya que designa al vecino por la zona del edificio en la que habita. El gerundio prolonga la acción, la cual puede resultar molesta (oyendo un partido). Normalmente, en esta época los partidos se retransmitían por la radio (la gente no tenía televisión). Y el transistor es fuente de ruido
5. Un vecino tocando un instrumento. Los aparatos musicales suelen ser un foco de molestia y quejas. Además, se elige un utensilio de timbre fuerte y rotundo: El del sexto toca el bombo. El presente de indicativo posee un valor de habitualidad (el vecino tiene como rutina diaria tocar el bombo). El ordinal (sexto) sitúa al personaje en el espacio (cada vecino tiene su vivienda, como pasa en La que se avecina o Aquí no hay quien viva)
6. El loro. Los pájaros son animales que connotan y sugieren ruido (por el cante que emiten, sobre todo cuando es tempranero). Los loros son criaturas que pueden llegar a imitar y repetir sonidos del habla humana (gracias a un órgano llamado siringe).
Esto se refleja en la copla mediante el humor fácil, con el fin de buscar la risa directa en el espectador, de una forma rápida y superficial, algo ruda: Y el loro del principal se lía a llamar borracho a un guardia municipal. Las escenas políticamente incorrectas (insultos, alusión a la embriaguez) son mecanismos que buscan la carcajada
7. Un equipo de fútbol. Según nos cuenta la voz poética, un equipo completo de balonpie invadió la azotea para celebrar un pequeño evento allí: porque alquiló la azotea un equipo de fútbol. El sustantivo colectivo (equipo) implica la unión o conjunto de varios elementos individuales (en este caso, jugadores, entrenadores...). Se recurre a parámetros cuantitativos (muchos jugadores, mucha gente dentro) para crear sensación de caos.
En esta ocasión, el discurso de la voz poética está teñido de ironía: Y por si esto fuera poco, ayer tarde se arregló, porque alquiló…”. Se usa la ironía cuando se expresa lo contrario de lo que se quiere decir. Evidentemente, con el equipo de fútbol no se ha arreglado la situación, sino todo lo contrario: la cosa va a peor. Es un mecanismo para generar burla. El hipérbaton enfatiza la escena: el verbo (alquiló) se antepone al sujeto (un equipo), el cual queda relegado a la parte final de la oración. Las circunstancias han querido que un edificio que ya está pegado de gente, se llene aún más.
La expresión del yo poético está plagada de elipsis con el fin de dar agilidad y espontaneidad al texto. A veces, no hace falta poner la palabra “vecino” porque se sobreentiende. Sería muy molesto, tener que repetir el vocablo “vecino” cada vez que aparezca un nuevo personaje. Por eso, se prefiere omitir el sustantivo, ya que el contexto nos lo dice todo: “el [vecino] del bajo”, “el [vecino] del entresuelo”, “el [vecino] del sexto”...
Los adjetivos gentilicios configuran un contexto de heterogeneidad y diversidad: Allí hay japoneses y hay checoslovacos. A mayor variedad cultural, mayores posibilidades de choque, confrontación, conflicto y polémica entre los vecinos.
El hecho de aludir a diferentes idiomas del mundo refuerza la riqueza cultural del edificio. Esto se manifiesta mediante estructuras en paralelismo (se impersonal+ verbo de lengua+ complemento suplemento): Se habla en polaco y se chilla en inglés
La enumeración de elementos que sugieren inestabilidad, choque, confrontación, pelea, mala relación social y falta de educación engordan el caos: En ruso hay insultos, chillidos y tacos, y pegan guantazos en vasco francés. No obstante, el contexto cómico del tema suaviza y dulcifica el tono de dureza
El discurso irónico sigue presente, con algunos diminutivos que dan un carácter afectivo a la copla: Y al laito de mi cuarto para acabarlo de arreglar se ha mudado una pareja que se acaba de casar. En la mayoría de los casos, las parejas de recién casados son jóvenes, de personalidad poco discreta y estilo de vida ruidoso.
Como estamos en un contexto cómico, la voz poética disfruta contándonos los líos cotidianos de esta escalera. En ningún momento hay quejas ni disconformidades. La voz poética se recrea y se divierte describiéndonos la vida del edificio
Haciendo la unión de escenas, el realismo se acaba perdiendo y llegamos a una situación de surrealismo, absurdo y esperpento. Pasan tantas cosas que por muy reales que sean, resulta difícil creérselas y convertirlas en referente real. Una cosa puede pasar, pero tantas a la vez no. Por tanto, el edificio se convierte en una casa de locos y chalados. En definitiva, una caricatura.
A la gente le gusta reírse de todo aquello que se sale de la normalidad. El público disfruta al contemplar eventos que pueden ser posibles en un mundo real, pero casi nunca (o raramente) se dan
La comedia consiste en presentar realidades que se salen del sentido común. Se presentan situaciones que podrían darse en un mundo real, pero por vergüenza y miedo al ridículo no las hacemos
Aquí no hay elementos fantásticos o sobrenaturales. Todo procede de un mundo cotidiano y conocido. Lo llamativo de este poema es que tantas escenas posibles pero extravagantes se acaben dando a la vez en un bloque de viviendas real.
Es imposible encontrarse en la vida real una casa en la que ocurran tantas cosas. La posibilidad de poder encontrarla, aunque sea en la literatura, genera fascinación, interés, curiosidad, diversión y risa.
En el estribillo,
la voz poética se dirige a los espectadores, recreándose en el caos y la locura
de este edificio, gracias a las interjecciones y exclamaciones: Ay, madre,
vaya casa. Esto sí que es el disloque, y ya dice todo el que pasa que es la casa
de Tócame Roque
Se recurre a un elemento del refranero y la cultura popular española, como es La casa de Tócame Roque. Se dice que una vivienda es la casa de Tócame Roque cuando reina el caos, el desorden, las riñas, los alborotos, la algarabía, vive mucha gente, que hace lo que le da la gana, entra y sale cuando quiere, no tiene horarios.
Esta casa existió en la vida real, en la ciudad de Madrid, en el último tramo de la calle Barquillo, en el barrio de Justicia. Era una corrala habitada por setenta familias de clase pobre, que siempre se estaban peleando y tirando los trastos a la cabeza. Era un edificio marginal. Muchos cabezas de familia se negaban a pagar los alquileres de las viviendas.
El yo lírico busca ganarse la atención, complicidad y simpatía de los receptores, con el fin de hacerles partícipes del contexto creado. Mediante la oración subordinada condicional y el pronombre de cortesía, se dirige a los espectadores: Si sabe alguno de ustedes, de un piso para alquilar, aunque sea el manicomio, sin verlo […] me voy a mudar.
Una vez nos ha contado con todo lujo de detalles cómo es la casa, la voz poética se permite hacer un comentario jocoso-humorístico, con el objetivo de dar una visión completamente degradada y deformada del edificio, poniéndolo al nivel de elementos que sugieren crudeza y mal rollo (como es un sanatorio): aunque sea el manicomio sin verlo siquiera me voy a mudar
A pesar de ser una casa de locos, el yo lírico expresa el deseo de vivir allí. En un edificio como este no te vas a aburrir. Siempre te van a pasar cosas, no vas a caer en el tedio y la monotonía. No vas a sentir la indiferencia. Los lugares demasiado tranquilo acaban hastiando a las personas con inquietudes vitales y ganas de comerse el mundo.
Métricamente, las
estrofas están formadas por los siguientes elementos:
-Una copla inicial. Consta de cuatro versos octosílabos en los que rima el segundo con el cuarto (Babel-cuartel, arregló-futbó). El primero y el tercero quedan libres (cuartos-bronca)
-Un serventesio: cuatro versos de arte mayor (dodecasílabos) con rima entre segundo y cuarto (perdido-partido, inglés-francés) y primero con tercero (ladrando-cantando, checoslovacos-tacos)
-Una copla de cierre, similar a la primera
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