lunes, 25 de abril de 2022

Mi amigo (Rocío Jurado): el soneto que habla de una infidelidad homosexual

La copla que os traigo hoy fue estrenada en 1970 por Concha Márquez Piquer (hija de doña Concha Piquer, fallecida el año pasado) en el teatro de la Zarzuela.

Está basada en un soneto que escribió el poeta Rafael de León. Aunque no se estudie en los libros de texto, Rafael de León es, por ley, otro autor más de la generación del 27 que se codeó con personajes ilustres de la talla de Lorca. El maestro Solano compuso la melodía para el soneto.  

Se trata de una copla de contenido homosexual y se titula Mi amigo. La versión más conocida es la de Rocío Jurado.

Pensad en el contexto de la época. Estamos en los últimos años de la dictadura franquista. El hecho de encontrar una canción en la que el protagonista es un hombre, que está enamorado de otro hombre y mediante vocativos lo llama “amor” era algo inaudito, escandaloso, y por supuesto, inadmisible en una sociedad tan conservadora y puritana.

Sin embargo, la canción era demasiado bonita. Un caramelito para los empresarios que regentaban los espectáculos teatrales, y para los aficionados a la canción española, que todavía acudían asiduamente a la representación. Era una pena perder un tema de una calidad literaria y musical tan extraordinaria por culpa de una voz poética homosexual

¿Y cuál fue la solución? Cambiar el yo lírico masculino por el femenino, convertir al protagonista en una mujer, feminizando los morfemas de género (seguro<segura). De esta manera, el personaje de la canción era una mujer que se dirige a un hombre (que era lo convencional y políticamente correcto en esta época). Lo mismo que ocurrió con otra emblemática copla de los años treinta: Ojos verdes.

La censura franquista jamás hubiera permitido una copla sobre dos gays. La única forma de sortear las trabas era poner el soneto en boca de una mujer, normalizando los cánones de la orientación sexual según la moral de esos años. Si cambiamos la voz poética nos queda una canción totalmente convencional sobre una mujer que mantiene una relación con un hombre, en vez de un varón con otro varón.



¿Por qué tienes ojeras esta tarde?

¿Dónde estabas, amor, de madrugada

cuando busqué tu palidez cobarde

en la nieve sin sol de la almohada?

 

Tienes la línea de los labios fría,

fría por algún beso de pecado;

beso que yo no sé quién te daría,

pero que estoy seguro que te han dado.

 

¿Qué terciopelo negro te amorena

el perfil de tus ojos de buen trigo?

¿Qué azul de vena o mapa te condena

 

al látigo de miel de mi castigo?

¿Y por qué me causaste esta pena?

si sabes, ¡ay amor!, tu bien lo sabes,

 

que eres: ¡Mi amigo!

.....................................................................

Aunque esta copla posee la estructura métrica de un soneto, no llega a ser un soneto como tal. Un soneto, normalmente, consta de 14 versos de arte mayor organizados en dos cuartetos (ABBA) y dos tercetos (ABA)

En este poema, los cuartetos son sustituidos por serventesios (ABAB), y hay un remate final pentasílabo, que sería el verso número 15. Por lo demás, se cumplen las reglas de soneto. Los tercetos se encadenan (ABA, BA-), y todos los versos son endecasílabos.

La canción refleja el drama que supone ser homosexual durante el Franquismo. Tened en cuenta que durante estos años la homosexualidad era considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud. Para la Iglesia, supone una falta/desliz/vicio grave. Esto lo vemos en la metáfora “beso de pecado”.

Tener en la familia un miembro “de la otra acera” era algo terrible, que atentaba contra el honor y desprestigiaba de por vida a los implicados.

El protagonista de la canción (un hombre) se dirige a otro hombre mediante oraciones interrogativas (Dónde estabas….?) y vocativos (amor).

Las marcas verbales de segunda persona del singular (tieneS, estabaS), el posesivo de segunda persona (TU palidez) y el pronombre de segunda (TE han dado) marcan el diálogo con el amante.

¿Cuáles son las claves de este tema?

La primera, el repudio social. Estamos en un contexto histórico que condena a la persona que no sigue las normas y convenciones establecidas. Lo normal es que un hombre se enamore de una mujer, y viceversa. Todo lo que se salga de ese esquema se considera anormal/amoral y es motivo de crítica vecinal.

Por eso, tanto el protagonista como su pareja tienen que ocultar y callar su idilio, y vivir la relación en secreto. De cara a la galería, solamente son amigos. De ahí ese desenlace   tan dramático, en un tono de lamento: el yo poético reprocha a su amado que solo lo considere un amigo delante de la gente, y no pueda manifestar abiertamente sus sentimientos por el miedo y la vergüenza social. Así queda justificado el título de la copla: MI AMIGO.

La segunda clave del poema es el tema de la infidelidad. La infidelidad es un motivo muy recurrente en la copla (lo vimos en Romance de la otra y Con ruedas de molino). Sin embargo, Mi amigo desautomatiza totalmente el enfoque tradicional del asunto, ya que por primera vez, el concepto de deslealtad amorosa se aplica sobre una relación de carácter homosexual. En muchos temas el hombre ha sido infiel a la mujer (o al revés). Aquí, un varón es infiel a otro varón.

Podemos hablar de normalización e igualación: una realidad latente (ser infiel a alguien) que hasta este momento se trataba desde la perspectiva de la heterosexualidad, ahora se expande al contexto de la homosexualidad. ¿Por qué un hombre no puede ser infiel a otro hombre, igual que un hombre es infiel a una mujer? Esa realidad existe y merece ser representada en el mundo del arte. La infidelidad no responde a género o sexo.

El tono narrativo se impone en los dos primeros cuartetos. El protagonista nos cuenta cómo una noche se despierta y se da cuenta de que su pareja no está en la cama. Esto se expresa mediante una serie de imágenes sinestésicas (¿Dónde estabas cuando busqué tu palidez cobarde…?) y metáforas (en la nieve sin sol de la almohada)

Se crea una estampa casi fantasmagórica, de pesadilla, propia de un mal sueño. Cuando pasamos por una experiencia traumática, nuestra primera reacción es no creer lo que nos está pasando. De ahí, las alusiones a la falta de color (palidez) y a la falta de luz (nieve sin sol). En general, el color blanco genera sensaciones mortecinas y de mal fario. Algo malo se intuye el yo poético (mi pareja me está siendo infiel). De ahí la aplicación de un adjetivo de descripción psicológica (cobarde) sobre un concepto físico (palidez)

El protagonista pide explicaciones al amante mediante interrogaciones retóricas (¿Por qué tienes ojeras esta tarde…? ¿Dónde estabas…?).

En estos versos parece que estamos ante una relación matrimonial en crisis (la típica imagen de la esposa enfadada, con cuernecillos, preguntándole a su marido por qué ha estado fuera de casa toda la noche).

A pesar del enfoque homosexual del tema, los conflictos y los problemas sentimentales siguen siendo los mismos a los de una relación heterosexual. Se reflejan de una manera espontánea y verosímil. Si ves que tu pareja se pasa toda la noche fuera de casa lo más normal es preocuparse/ pedirle explicaciones. Al final, da igual que los implicados sean hombres o mujeres. Lo importante es el conflicto humano, su desarrollo dramático y la gestión emocional de las personas. El género no importa.

En el segundo cuarteto el protagonista llega a una hipótesis a partir del razonamiento y deducción del contenido del primer cuarteto: su amante mantiene relaciones con otra persona: Tienes la línea de los labios fría, fría por algún beso de pecado; beso que yo no sé quién te daría, pero estoy seguro de que te han dado.

La anadiplosis (labios fría/fría por algún beso…/beso que yo no sé…) ayuda a mantener la intriga, amén de enfatizar el dramatismo de la situación. Además, refleja muy bien el funcionamiento de la mente humana ante los miedos/dudas/inseguridades: te veo con ojeras, ayer no estabas en casa por la noche…resultado, me estás poniendo los cuernos.

De nuevo, se crea una estampa con elementos sensoriales que connotan incomodidad y falta de armonía: línea de los labios FRÍA.

En el primer cuarteto, falta el color y la luz. Ahora, hay carencia de calor. La infidelidad supone una falta de empatía hacia la persona que quieres. No eres capaz de ponerte en la piel del otro, de sentir lo que el otro siente. De ahí esos elementos que enfatizan la falta percepción sensitiva: no hay cromatismo, no hay luminosidad, no hay temperatura…

El sintagma beso de pecado puede interpretarse de dos formas:

a) El desliz de mantener una relación antinatura (hombre con hombre). La Iglesia desde la tradición ha condenado la homosexualidad

b) El desliz de ser infiel a tu pareja, independientemente del género. Cuando alguien se casa (matrimonio) jura fidelidad a su cónyuge, en la alegría, la tristeza, la riqueza, la pobreza, la salud, la enfermedad, hasta que la muerte les separe. Para el cristianismo es un pecado mantener relaciones íntimas con dos personas a la vez.

 Las dos interpretaciones son válidas: hay homosexualidad, y hay infidelidad. Los dos elementos son pecaminosos

 Para el yo poético la identidad del amante es irrelevante. Lo que le duele es la traición, el hecho de que su pareja le haya sido infiel con otra persona. Da igual quién. Lo que importa es que ha habido una deslealtad. Esto se manifiesta mediante el políptoton, es decir, la presencia de un mismo verbo, en diferentes formas y tiempos verbales: beso que yo no sé quién te DARÍA (condicional) pero estoy seguro que te han dado (perfecto compuesto)

 Los verbos de certeza (no sé, estoy seguro…) dan rotundidad al pensamiento de la voz poética, la cual habla con propiedad y seguridad. Sabe lo que hay. No hace falta ocultar o maquillar el contexto. La realidad es la que es: el amado está siendo infiel. El yo no es tonto. Esta es la sección más introspectiva e intimista del poema.

 En los tercetos asistimos al tópico de la metamorfosis del amado, cuya personalidad ha cambiado desde que lleva esta segunda vida. No es el mismo de antes. Ha habido algo o alguien que le ha transformado su psicología. Y eso el protagonista lo percibe. Nota que algo anda mal, ya que proyecta comportamientos/conductas que no son propias de él.

 La metamorfosis se refleja mediante la interrogación retórica: ¿Qué terciopelo negro te amorena el perfil de tus ojos de buen trigo?

 En este verso encontramos una serie de metáforas en las que se contrasta la claridad y la bondad (buen trigo), con la oscuridad y la maldad (amorena, terciopelo negro).

El amado es un ser humano bueno. El trigo es un cereal relacionado con la abundancia, la prosperidad, el bienestar. A raíz de esta doble vida, el protagonista nota que algo ha cambiado en la pareja. Su personalidad se oscurece. Oculta algo. Hace cosas que no son propios de su alta moral.

Al final del primer terceto el lenguaje gira al vanguardismo y surrealismo de los años veinte: ¿Qué azul de vena o mapa te condena al látigo de miel de mi castigo?

La metáfora de la sangre azul hace referencia a las familias de alto linaje (nobleza). Tal vez el amante sea alguien de clase elevada. La pareja se ha dejado llevar por el estatus social elevado de esta tercera persona. Pertenece a un núcleo acomodado cuya economía funciona bien.

La palabra mapa hay que interpretarlo en su acepción femenina (aquello que sobresale en un determinado contexto). El amado destaca por su posición social prestigiosa. Mapa funciona como sinécdoque antonomástica de “excelencia”. Se trata de alguien rico e importante. El amante engatusa al amado con dinero y prestigio.

¿El resultado? El amado hace una doble vida: utiliza al amante por conveniencia, y al yo poético por placer sexual, tal como se manifiesta en la metáfora: te condena al látigo de miel de mi castigo

El desencanto de la situación hace que el protagonista se sincere del todo y reproche al amado aquellas cosas que le duelen, mediante la interrogación retórica causal: ¿Y por qué me causaste esta pena?

La voz poética no se queja de infidelidad en sí misma, sino del hecho de que su amado tiene miedo y vergüenza de andar pregonando su relación amorosa por ahí (de cara a la gente, sólo son amigos), y sin embargo, no tiene escrúpulos para otras cosas (mantener relaciones con otros hombres): si sabes […] tú bien lo sabes, que eres mi amigo.

En cierta medida, el amado queda desenmascarado en un contexto de hipocresía y doble moral. Las reiteraciones (sabes, lo sabes), el adverbio de cantidad (BIEN lo sabes) y el pronombre enfático (TÚ bien los sabes) son mecanismos que invitan a la pareja a hacer un ejercicio de sinceridad y autoconsciencia: ha sido infiel con premeditación y alevosía sabiendo el daño que puede hacer.

En las palabras del yo, observamos dolor, reproche, lamento, queja, pero también se detecta cariño, gracias al vocativo exclamativo e interjeccionado: ay, amor

El protagonista no indaga en detalles escabrosos, sino que presenta una situación muy dolorosa para él, la vive solemnemente y sin morbo. Precisamente hay coplas de amor heterosexual muchísimo más morbosas que profundizan en detalles más indecorosos que esta. Lo importante de Mi amigo no es la infidelidad, sino la situación anímica que genera esa infidelidad.

 


lunes, 11 de abril de 2022

Ay Torre Torremolinos (Isabel Pantoja): amor de verano en la Costa del Sol

La entrada de hoy está dedicada a mi amiga Carmen, que hace unos días empezó una nueva etapa en su vida, en el municipio malagueño al que alude la copla de esta noche: Ay Torre Torremolinos. El tema fue compuesto en 1979 para Isabel Pantoja.

Cuenta la historia de un amor de verano, protagonizado por una mujer sevillana que va de vacaciones a la costa del Sol, y se enamora de un chico. Las exaltaciones de goce, sensualidad, alegría y júbilo se fusionan con las pequeñas vicisitudes de este tipo de romances juveniles.



Cuando llegue de Sevilla

A la orilla, la orilla,
A la orilla del ma…
Los volantes de mi enagua
Me dijeron a compa…

Suelta tu pelo moreno,
Pues vas a encontrar aquí
Un cariño inesperao,
Rosita,rosita,
Rosita der me de Abril.

Ay, Torre, Torremolinos!
Campanas,campanas de San Migue.
Hueles a albahaca y a vino,
A barcas de vela,
Jazmín y clave.
Los ojos de un Malagueño
Se fueron detrás de mi,
Por ellos pierdo hasta el sueno
Y vivo que vivo en un sin viví.
Estoy de noche y de día
Metía, metía en un torbellino,
Por tus ojos vida mía
Ay torre, mi torre,
Mi Torre, Toremolinos!

Mi mare no lo camela
Ni tampoco,poco,
Poco a mi la de e…
Y nosotros nos queremos
Con mas fuerza cada ve.

Cuando se acabe el verano,
No se lo que va a pasa…
Pero mientras no se acabe
Yo sigo, que sigo,
Yo sigo con mi canta

..............................................

El relato está contado en primera persona por el personaje femenino. Esto se ve en las marcas morfológicas verbales (cuando LLEGUÉ de Sevilla), pronominales (ME dijeron) y el posesivo (MI enagua).

Los complementos circunstanciales marcan el origen/punto de partida del viaje recreativo vacacional (de Sevilla), y la zona de destino turístico (a la orilla del mar). Se trata de una chica que procede de la Andalucía interior, que se marcha al litoral a pasar unos días de descanso, como hacen la mayoría de españoles cada verano

Gracias al título de la canción sabemos que el lugar donde va a pasar unos días de vacaciones es Torremolinos, municipio malagueño costero, situado en la orilla occidental de la Bahía de Málaga, y a espaldas de la Sierra de Mijas. En definitiva, mar y montaña a partes iguales

No obstante, si nos ceñimos a la letra original, observamos que la sinécdoque da un carácter vago, impreciso y genérico a la historia, ya que en lugar de mencionar explícitamente la ciudad en su totalidad (Torremolinos) se alude a una parte concreta (a la orilla del mar), la cual es común a muchos otros pueblos de España (que tienen costa). 

Se nombra una parte (playa) por el todo (pueblo), ya que es más importante realzar el hecho de que te vas de veraneo al litoral (playa, sol, arena, mar…), que el propio pueblo. El lugar de destino no importa. Lo que vale es que tenga playa (Benidorm, Fuengirola, Cullera, Barna…). A mucha gente le da igual la localidad. Lo que quiere es irse a la playa y mojarse los pies jejjeje. Sabemos que es Torremolinos por el título y el estribillo. Si nos ceñimos a la primera estrofa encajará cualquier pueblo costero español.

En el turismo de sol y playa la gente no cuenta tanto el patrimonio cultural, sino la calidad del clima, las zonas de baño…

En esas vacaciones, la protagonista se enamora sin esperarlo. El buen amor llega de una forma natural, no provocada, irracional, no buscada. No tiene una explicación. Como dirían los poetas épicos clásicos, el destino, el fátum, la predestinación. Pasa porque sí y punto. No hace falta estrujarse la cabeza en busca de una explicación. Dos almas en el momento y lugar adecuados.

De hecho, aparece la figura del oráculo que vaticina la buenaventura de la muchacha. El papel de oráculo es desempeñado por un elemento inerte y cosificado (los volantes de mi enagua).  La enagua es una prenda de ropa interior femenina que consiste en una tela blanca de algodón con encajes y bordados que se ajusta a la cintura y cae desde los hombros y cubre las piernas.

El ornato de esta vestimenta (volantes) cobra trascendencia y habla en el poema como si fuera un ser humano. Se trata de una personificación. Una realidad no humana establece un diálogo con la protagonista: Suelta tu pelo moreno pues vas a encontrar a aquí un cariño inesperado. Rosita, rosita del mes de abril

La perífrasis verbal ingresiva (vas a encontrar aquí) circunscribe la acción en el plano de la seguridad y la inminencia. Los oráculos nunca fallan. Lo que predicen, se va a cumplir sí o sí. El amor de verano es inevitable. La chica, quiera o no, se va a enamorar durante las vacaciones.

El diálogo está cargado de sensualidad gracias a dos elementos:

-Por un lado, la alusión al tópico de la mujer morena: suelta tu pelo moreno. El canon de belleza de la hembra española no está en el pelo rubio petrarquista o los ojos claros, sino en los tonos marrones, negros y tostados. El imperativo (suelta) es una invitación a disfrutar del placer del amor. El oráculo no solo vaticina, sino que invita a la chica a abrirse al amor, a mostrar su belleza, a perder los miedos, a no cerrarse a nada…

-Por otro lado, los vocativos elogiosos: rosita del mes de abril. La flor funciona como metáfora de la belleza y juventud de la mujer, tal y como ocurre desde la tradición clásica y renacentista. El diminutivo (rosita) da un carácter afectivo al discurso. El oráculo habla con cariño y dulzura a la chica, para que se abra a lo que le va a venir.

El ambiente de sensualidad es máximo. No se trata de una flor cualquiera, sino de una rosa del mes de abril, que es la época del año en que mejor luce en la Naturaleza, tanto en color (rojo pasión) como en olor y aspecto.

Si observamos las reiteraciones, durante la primera estrofa se repiten aquellas palabras que connotan sensaciones paradisiacas (orilla [del mar]) y estéticas (rosita).

La exaltación toponímica a Torremolinos es solo una excusa/pretexto para celebrar su bonanza con el amado.

El elogio se ve intensificado por la presencia de la interjección y la exclamación retórica (¡Ay Torremolinos!). El yo poético expresa su goce y éxtasis porque en este pueblo vive la persona a la que ama.

Además, el enaltecimiento está acompañado de un juego morfológico descomponiendo el lexema compuesto en dos palabras simples (Torre-Torremolinos)

La protagonista alude a uno de los monumentos más famosos del municipio malagueño: la catedral de San Miguel: Campanas, Campas de san Miguel

La vía de San Miguel es la calle más popular y transitada de la localidad. Es una calle peatonal, repleta de comercios y turistas. Al final de la rúa se encuentra la famosa torre nazarí que da nombre al pueblo, y la iglesia de San Miguel, del siglo XVIII.

La descripción de Torremolinos en enfoca desde la óptica de lo sensorial y lo sensual, mediante la enumeración de sonidos (campanas) y olores (hueles a albahaca y a vino, a barcas de vela, jazmín y clavel). El polisíndeton (y vino….y clavel) realza las virtudes del municipio. El olor a mar y montaña son muy característicos de estos pueblos de la costa del Sol.

La relación de amor con el muchacho se explicita mediante la sinécdoque: los ojos de un malagueño se fueron detrás de mí. Se alude a una parte del cuerpo (ojos) en lugar de la persona en su totalidad (el chico). Esto personifica y vivifica el sentimiento amoroso. Ya lo decían los tratadistas medievales: el amor entra por la vista.

La amada se encuentra en un estado casi extásico. Este se manifiesta en las hipérboles (pierdo hasta el sueño), la paradoja de influjo santateresiano (vivo en un sin vivir), la antítesis (estoy de noche y de día) y la metáfora (metía en un torbellino).

El torbellino representa la fuerza y el poder del sentimiento amoroso, el cual altera tu vida, la pone patas arriba, descoloca tus concepciones vitales y produce cambios en tu forma de ver las cosas. Cuando una persona se enamora, está como en una nube, los sentimientos se magnifican, todo te afecta más de la cuenta, estás más sensible y afectado. Desde la tradición cortés el amor se veía como una enfermedad, ya que provocaba efectos importantes en el cuerpo

La expresión de amor alcanza su grado máximo al final del estribillo hasta el punto de que la amada se fusiona con el amado. Esto, que posee influjo de la poesía mística, se expresa con el posesivo: vida MÍA. El chico se convierte en una pieza indispensable, clave y trascendental para la existencia de la amada.

Cuando amas férreamente a alguien, sus circunstancias personales también pasan a formar parte de tu vida. Si en Torremolinos vive tu amado, aunque seas de Sevilla, Torremolinos se convertirá en un escenario importante para ti. Se crea un vínculo afectivo con el pueblo. Por eso, el yo poético habla como si procediera de Málaga, y establece una relación de posesión con el municipio: Mi Torre-Torremolinos. Si no hubiera conocido a esta persona, el fervor a esta tierra no hubiera surgido.

En la segunda estrofa se alude a dos vicisitudes arquetípicas de los amores de verano:

Por un lado, la oposición de los padres, que no ven con buenos ojos que dos chavales de corta edad vivan un idilio amoroso que no va a tener recorrido. Aunque la copla data de finales de los setenta, la mentalidad de muchas familias seguía siendo puritana y conservadora. No se veía con buenos ojos las relaciones prematrimoniales.

Al no ser una relación seria (amor de verano), la familia no va a apoyar estos encuentros. De ahí la tirria de ella a la madre de él, y la manía de él a la madre de ella: mi madre no lo camela, ni tampoco a mí la de él. Para los padres, estos escarceos son una pérdida de tiempo que solo generan escándalo social y sufrimiento. Al fin y al cabo en un amor con fecha de caducidad

Esto nos lleva al segundo tópico del amor de verano. Se trata de una relación efímera. Solo funciona durante el periodo vacacional. Una vez se acabe el verano y ella vuelva a Sevilla, los encuentros físicos se acabaron. Esto genera miedo, incertidumbre e inquietud a los amados, ya que no se sabe qué va a pasar y cómo van a vivir uno sin el otro estando tan alejados. Esto se traduce en dolor y pena, sobre todo cuando el cariño ha sido sincero y verdadero.

La subordinada temporal marca la duración del periodo estable y seguro de la relación: cuando se acabe el verano…Se establece una “fecha límite”. La relación está acotada en el tiempo

Esto desemboca en un contexto de indeterminación y vacío. La negación del verbo de certeza crea una sensación de angustia: no sé lo que va a pasar. Lo normal es que después de las vacaciones cada uno siga con su vida y se separen.

Respecto al primer problema (oposición paternal) el poder del amor es tan grande que vence todas las barreras, como en Romeo y Julieta. A pesar de que las madres no apoyan la relación, ellos se aman de forma pura y sincera: y nosotros nos queremos cada vez más.

La gradación (cada vez más) es fruto de la rebeldía romántica juvenil. Cuanto más se prohíbe una cosa, más ganas tienes de acceder a ella. El rechazo de los padres hace que la muchacha ame con más fuerza al chico

La rigidez del mundo familiar (que no aprueba la relación) se manifiesta en una estructura sintáctica quiasmática dentro de la coordinada copulativa negativa (Sujeto-Predicado-Predicado-Sujeto)

-Proposición 1: Sujeto (Mi madre) + Predicado (No lo camela)

-Proposición 2: Predicado (Ni tampoco [me camela] a mí) + Sujeto (La [madre] de él)

Para las madres, lo que no está bien no está bien. Da igual lo que sientan los chavales. Está mal visto y atenta contra las buenas costumbres. La severidad ideológica se traduce en una frialdad sintáctica.

Para el segundo problema (amor con fecha de caducidad) el yo poético adopta una actitud típica del carpe diem. Prefiere disfrutar al máximo, aprovechar el tiempo, exprimir su pasión con el amado, y no angustiarse pensando en su final: pero mientras no se acabe yo sigo, que sigo con mi cantar. Si al final nos comemos la cabeza pensando en el futuro (muerte del amor), la relación se convertiría en un camino de espinas. Lo mejor es gozar de la felicidad y el placer del presente, y cuando llegue lo que tenga que llegar, Dios dirá.

El cantar es una metáfora de la propia vida y el amor. Todas las canciones tienen un comienzo y un final. Los hombres nacimos y morimos. El amor, y más el amor de verano, no está hecho para durar. Empieza y termina. Mientras tanto, hay que disfrutar de los placeres de cada nota, de cada palabra, de cada armonía, de cada ritmo, de cada acento, de cada tempo. Disfrutemos de la belleza de la música, el amor y la vida.

Las reiteraciones (yo sigo, yo sigo, yo sigo) refuerzan y solidifican esta filosofía de vida: vivir el presente feliz y dejar de pensar en un supuesto mal futuro. CARPE DIEM

Métricamente, predominan los versos de arte menor: hexasílabos (rosita, rosita), heptasílabos (a la orilla, la orilla) y octosílabos (suelta tu pelo moreno).

El estribillo consta de una quintilla (a _ a _ _), una cuarteta (abab) y otra quintilla (aba_b)

En la primera estrofa observamos un pareado (Sevilla, orilla) y la rima de dos versos impares (mar-compás). En la segunda y la tercera, los versos libres cobran todo el protagonismo (camela-poco, verano-pasa)