jueves, 24 de marzo de 2022

Soy una feria: el gran himno de Gracia Montes que nos invita a mirar la vida con alegría

La canción que vamos a analizar hoy es considerada, para muchos, el gran himno de Gracia Montes. Se trata de una rumba flamenca compuesta en el año 1974 por Rafael de León y el maestro Juan Solano.

Su contenido es toda una declaración de intenciones, un emblema existencial, un lema y una filosofía de vida, que deberíamos aplicar y tener en cuenta en más de una ocasión si queremos plantearnos ser felices. Hoy vamos a recordar Soy una feria.



En un duelo de amargos desconsuelos

estamos enfrentados vida mía
tus armas son las dudas y los celos
las mías la franqueza y la alegría

Me estas constantemente avasallando
no cantes, no te rías ponte seria
y siempre terminamos tarifando


Pues yo quieras o no soy una feria
soy una feria,soy una feria,soy una feria

Si quieres de verdad que yo te quiera
alégrame la vida compañero
déjate de penas y miserias
olvídate de negros sin sabores
y viste tu bandera de colores

(estribillo)(bis)

Si quieres que te diga que yo te quiero
alegrame la vida compañero
dejate de penas y miserias
olvidate de negros sin sabores
y viste tu bandera de colores

(estribillo)(bis)

....................................................

El título, es una metáfora en sí misma (“Soy una feria”). Una feria es un lugar donde prima la alegría, la fiesta, la diversión, el cachondeo, el ruido, la algarabía, el color, el placer sensorial, el disfrute, el deleite, la felicidad. Todo el mundo hemos estado alguna vez en una feria. Ya sabemos lo que hay: luces, música, comida, diversiones, amigos….

Se trata de un contexto placentero en el que el ser humano lo pasa bien, se encuentra a gusto y se olvida de los problemas. Una feria se asocia a momentos agradables. Tiene connotaciones positivas. Nunca negativas (a no ser que tengáis algún trauma por algo concreto que os pasara alguna vez en una feria jajaj).

El yo poético se identifica con una feria en el sentido de que quiere ver la vida de una forma festiva, alegre, optimista, divertida, alejándose de las miserias y las penas que el mundo nos genera en el día a día.

Evidentemente, se trata de una postura subjetiva y personal. Algunos podréis estar de acuerdo y decir, pues me parece fenomenal que la protagonista se tome la existencia así, ya que si te dejas llevar por los males y las lacras del mundo, entonces no hay quien viva y nos pasaríamos llorando y amargados media vida. Seguramente, otros no estéis de acuerdo con este lema y diréis, pues vaya frivolidad/inmadurez/irresponsabilidad ir así por el mundo, de forma tan despreocupada y no tomarse en serio las cosas que puedan venirte.

Habrá gente que aplauda este eslogan vital, y otros que pongan el grito en el cielo. Eso es lo bonito de las corrientes de pensamiento, que son formas individuales y particulares de concebir la realidad. Cada uno tiene su mentalidad y lo que es bueno para unos, para otros no lo es tanto.

El yo poético femenino (amada) se dirige a un personaje masculino (tú, amado), el cual está presente implícitamente en el acto comunicativo, pero nunca toma la palabra. No vemos a hablar al hombre en ningún momento.

Ya os he dicho en alguna entrada anterior que esto era típico de la jarcha mozárabe. Hay un diálogo esbozado (no total): se supone que en el acto comunicativo hay un receptor (el hombre), pero no suelta palabra, aunque sí está presente al lado del yo poético. Esto se debe a que el objetivo del poema es la exposición y exaltación de la filosofía de vida que sigue el yo poético y no tanto la interacción y relación con el amado.

El yo poético se materializa en el texto mediante las marcas en primera persona del singular: “SOY una feria”. El verbo copulativo SER expresa una cualidad inherente y esencial. En este caso, el carácter natural de la protagonista es ser un derroche de alegría, vitalismo, optimismo, buen humor. Por naturaleza es así. Además del verbo, el yo se materializa también en el posesivo (las MÍAS) y el pronombre (ME estás…, YO quieras o no)

La figura masculina (segunda persona) se plasma en el poema con el vocativo (compañero), el posesivo (tus armas), la segunda persona verbal (estás avasallando, si quieres), el pronombre (te quiera) y el imperativo (déjate de penas y miserias)

La interacción hombre-mujer se materializa en la primera persona del plural (estamos enfrentados, terminamos tarifando).

Esto es importante porque cada personaje representa un sistema vital diferente. Y las dos filosofías se contraponen drásticamente. Cada uno tiene una forma distinta de mirar el mundo. Ella, como os he dicho, desde el optimismo y el vitalismo (todo alegría, fiesta, color, placer, feria, cachondeo…). Él, desde el pesimismo y la seriedad (todo pena, miseria, tristeza, dolor…)

El hecho de que cada uno se tome la vida de una forma hace que surja el enfrentamiento, la polémica, la discusión, el choque…y cuando dos personas son tan distintas es fácil que esas batallitas acaben en disgustos, reproches y aflicciones por ambas partes: En un duelo de amargos desconsuelos. El duelo implica una confrontación de pensamientos y corrientes ideológicas. El desconsuelo implica dolor, pena, decaimiento del estado anímico.

La incompatibilidad de mentalidades lleva a la incompatibilidad amorosa y personal: “Estamos enfrentados vida mía”. Al final, ya sabéis cómo acaban este tipo de situaciones: cada cual se cree que lleva la razón, critica la postura contraria y se aferra a la suya como si no hubiera otra cosa…y como guinda del pastel, lo llevamos al terreno de lo íntimo y lo personal, y ya tenemos a Periquito hecho fraile jajjaja

El paralelismo marca las diferencias entre estas filosofías de vida: Tus armas son las dudas y los celos, las mías la franqueza y la alegría: sujeto (tus armas/las mías) + verbo copulativo (son) + atributo nominal bimembrado (dudas y celos/ franqueza y alegría).

El léxico de él posee connotaciones negativas (dudas=inseguridad, celos=envidia). El de ella, positivas (franqueza=sinceridad, alegría=vitalidad). Estos elementos tienen valor antitético ya que se oponen frontalmente. Y está claro que el resultado es una bomba de relojería…

El yo poético reprocha al amado que siempre esté intentando imponerle su manera de ver la vida: “Me estás constantemente avasallando: no cantes, no te rías, ponte seria”. Este es el peligro de la diversidad ideológica, que la línea que separa la imposición de la invitación es muy tenue y a veces se sobrepasa. Y en muchas ocasiones, en el intento de querer llevar la razón, llevas a la otra persona a tu terreno.

Esos imperativos (no cantes, no te ríes, ponte seria) representan aquellas cosas que el amado no soporta de la amada. La alegría y la risa son herramientas de interacción con la vida, reacciones de nuestra alma, que normalmente salen de forma espontánea. El tú está intentando forzar al yo para que esa filosofía y esa manera de tomarse las cosas no aflore. Está conteniendo y reprimiendo sentimientos que son totalmente naturales.

Está claro que esto no puede llevar a buen fin, tal como se expresa con lenguaje coloquial: “Siempre terminamos tarifando”. Tarifar significa reñir, enemistarse

La oración disyuntiva, en este contexto, no deja lugar a la opción (quieras o no, soy una feria). Ella tiene esta forma de ver la vida, es así por naturaleza, su carácter es ese y no lo puede remediar. Su “feria” existe en su alma de una manera inherente, innata, esencial, natural. Su yo es así y no lo van a cambiar.

El amado no tiene el poder para moldear la personalidad de la amada. Ella será una feria le guste o no le guste al muchacho. Ese carácter viene incluido en el pack. Él debería decidir si quiere a una persona así en su vida, pero ella no va a transformarse en alguien que no es. De ahí las reduplicaciones que enfatizan la fidelidad a sus principios de manera firme, férrea e insistente: Soy una feria, soy una feria, soy una feria. Nadie la va a sacar de esa postura. Fiel a sus códigos desde el principio hasta el final de la canción.

El yo poético busca la compatibilidad con el amado en el plano ideológico y espiritual. Para que el amor triunfe es necesario que las dos partes se compenetren en la manera de concebir la vida. La culminación del amor va supeditada al empaste en la cosmovisión. De ahí la oración subordinada condicional: “Si quieres de verdad que yo te quiera…”.

Para que haya amor se tienen que cumplir varios requisitos, los cuales se plasman en la apódasis de la condicional: “Si quieres que yo te quiera…1) Alégrame la vida compañero. 2) Déjate de penas y miserias 3) Olvídate de negros sin sabores 4) Viste tu bandera de colores”

El imperativo (alegra, deja, olvida, viste) materializa las exigencias que pone el yo poético al amado para aceptar la relación amorosa. Es como una especie de contrato para firmar. Las condiciones para que haya amor son estas, las cuales resumen y sintetizan los pilares básicos de esta filosofía de vida vitalista.

Realmente, la amada está haciendo lo mismo que hacía el amado en la primera estrofa: llevarlo hasta su terreno, presionar para que acepte, obligarle a actuar de una determinada manera, aceptar unas ideas que no son las suyas…en definitiva, le está diciendo implícitamente que se transforme, sea otro, se convierta en alguien diferente. Si no, no quiere su amor. El amor va ligado a la compatibilidad de pensamiento y de carácter.

La similicadencia (déjate, olvídate) también contribuye a dar intensidad y fuerza a las condiciones del contrato amoroso.

Un concepto abstracto (vida) es personificado (alegrar), con el objetivo de realzar la actitud de regocijo, goce, satisfacción, placer, alborozo, júbilo del yo poético para afrontar el camino de la existencia.

La bimembración (penas y miserias) representa los elementos tóxicos del mundo, de los que hay que alejarse para alcanzar la felicidad.

El color negro representa el luto, la tristeza, el duelo, la pena, la aflicción. Cuando alguien muere, la gente suele vestir de negro. El yo no puede concebir una visión dolorosa de la vida. Esto se contrapone antitéticamente a la metáfora (“bandera de colores”), que se identifica con la alegría, la belleza, lo placentero. Hay que disfrutar de las cosas positivas de la vida, en lugar de recrearse en lo malo.

El complemento del adjetivo (negros sin sabores) indica la importancia del componente sensorial en el deleite vital. Para disfrutar de la vida, hay que ver, escuchar, oler, tocar. Por eso, todo lo que queda fuera de los sentidos (sin sabores) es rechazado.

Como veis, esta filosofía de vida entronca con muchas posturas intelectuales clásicas y renacentistas: el epicureísmo (defensa de la satisfacción del placer) y el carpe diem (aprovechar la vida disfrutando al máximo)

Hasta la métrica nos recuerda al Renacimiento con el uso del endecasílabo en las estrofas.

-La primera estrofa está formada por 4 versos de arte mayor que riman primero con tercero y segundo con cuarto: 11A 11B 11A 11B. Son serventesios

-La segunda estrofa es un terceto, donde rima primero con tercero y el segundo queda libre: 11A 11-11A

-El estribillo va por libre, y además, son solo dos versos y se repite todo el rato “soy una feria”

-La tercera estrofa es de 5 versos pero no forma quinteto, ya que hay pareado final (sabores-colores) y un verso libre (miserias). 


lunes, 7 de marzo de 2022

La chica del 17: ¿De dónde saca el dinero una mujer de barrio para vestir ropa cara?

Aunque este blog tiene como eje central la copla, de vez en cuando me gusta dedicar alguna entrada a comentar temas que se circunscriben dentro de lo que denominamos antecedentes de la canción española. El cuplé, la tonadilla, la zarzuela, la tirana, la jácara o la opereta son géneros que existían antes de la copla y ejercieron una gran influencia sobre ella.

Estas tendencias precopleras forman parte de la llamada canción tradicional, que a su vez recibe el influjo de la lírica popular de transmisión oral (jarchas, romances, serranillas, villancicos, cantigas de amigo…). Es interesante dedicarles un huequecito en este espacio de análisis musical y literario.

Hoy os traigo un divertido cuplé del año 1926 titulado La chica del 17. Mercedes Serós, Teresa Manzano, Lina Morgan, Marujita Díaz o Lilian de Celis son algunas de las artistas que se han atrevido a versionar esta picante y atrevida canción.

En los cuplés es frecuente recrear el ambiente castizo y popular del Madrid de los siglos XVIII y XIX, que conecta con el sainete, el teatro breve de Ramón de la Cruz y el artículo de costumbres de Mesonero Romanos.



La chica del 17

de la plazuela del Tribulete
nos tiene con sus toilettes
revuelta la vecindad.

La gente ya la critica,
pues hace tiempo que no se explica
a donde va la chica
tan bien portá.

Por eso a las vecinas
les da por murmurar
y, al verla tan compuesta,
le dicen al pasar:

Dónde se mete
la chica del 17,
de dónde saca,
pa tanto como destaca.

Pero ella dice,
al verlas en ese plan,
“la que quiera coger peces,
que se acuerde del
 refrán”.

La chica del 17
gasta zapatos de tafilete,
sombrero de gran copete
y abrigo de petit-gris.

Los guantes, de cabritilla,
medias de seda con espiguilla,
pues viste la chiquilla
como en París.

Por eso a las vecinas
les da por murmurar
y, al verla tan compuesta,
le dicen al pasar:

Dónde se mete
la chica del 17,
de dónde saca,
pa tanto como destaca.

Pero ella dice,
al verlas en ese plan,
“la que quiera coger peces,
que se acuerde del
 refrán”.

.........................................................................................

Esta canción se desarrolla en el conocido barrio madrileño de Lavapiés, y más concretamente en la plaza del Tribulete. Esta zona, desde siempre, ha estado habitada por familias de estatus social bajo. Es uno de los barrios más marginales y pobres de la capital de España, destinado al pueblo llano con escasos recursos: casas pequeñas y amontonadas en corralas, vecinos que se conocían entre ellos y no dejaban lugar para la intimidad, ambiente de suciedad…

La protagonista es una muchacha que vive en este humilde barrio madrileño. Por lo que se ve, la chica va siempre bien vestida, a la última moda, con un refinamiento exquisito, con ropa cara francesa, y ataviada de numerosos adornos y complementos llamativos (bolsos, zapatos, sombreros, guantes, medias…).

Su elegancia, belleza y estilismo despertará la envidia de todo el vecindario, ya que en un barrio de gente con escasos recursos no es normal ver a una mujer tan redicha, pija y bien vestida. Su aspecto externo aparenta ser al de una dama noble y aristócrata.

Evidentemente, las vecinas empezarán a murmurar y a criticar, preguntándose de dónde ha sacado el dinero la mujer para poder comprarse esas ropas y esos lujos: ¿Puede dar de sí una economía de subsistencia? jejejeje

Como ya os he dicho, en el barrio de Lavapiés resultaba difícil mantener la intimidad. Era como vivir en un pueblo. Todos los vecinos se conocían, y era imposible pasar desapercibido. En contextos familiares y rurales como este, es frecuente utilizar motes o etiquetas para identificar a los vecinos.

En esta canción, la protagonista es conocida por todos por el número de la calle donde vive: La chica del 17... Aparentemente, es un mote neutral ya que solo hace referencia a una circunstancia, que es el número de la vivienda. En muchos pueblos o barrios, a sus habitantes se les conoce más por el apodo que por el nombre de su DNI. Normalmente los motes están relacionados con la profesión, familia, rasgos físicos o psicológicos, origen geográfico: la chica del 17, el tuerto, la ciega, el carnicero, la hija del ferretero, el inglés…El título del poema nos remite a un contexto realista y verosímil.

Aunque los vecinos critiquen a la protagonista, vemos que a la hora de hablar de ella, el mote no es ofensivo. A veces, los apodos tienen carácter crítico-burlesco. Aquí, aunque haya critica a la mujer, el mote no hace daño: La chica del 17 en la plaza del Tribulete. Solo la nombran por el número de la calle.

Antiguamente, no había cuartos de baño en las viviendas. Existían patios comunitarios utilizados por todos los vecinos de una manzana o corrala. Si te entraban ganas de hacer tus necesidades, debías salir al patio, en el cual había un agujero de madera, por donde echar nuestros residuos fecales.

Este agujero conectaba con una zanja o pozo donde se acumulaban excrementos de los vecinos. Cada X tiempo, venían los del servicio de limpieza en carros tirados por mulas. Los encargados de limpiar entraban al pozo para retirar los excrementos, y así evitar que se acumulara guarrería. Los excrementos eran depositados en el carro, para ser llevados a un vertedero.

Evidentemente, estos patios tenían un olor degradable y eran el foco perfecto de virus e infecciones, ya que se acumulaba la suciedad durante semanas. Además, el agujerito era de uso comunitario. Esto significa que debías apoyar tu trasero en el mismo sitio que lo había apoyado tu vecino jejjeje.

Por lo que se ve, la protagonista de la copla es una de las pocas privilegiadas en tener taza del váter. En los años 20, en barrios pobres como Lavapiés no era habitual que los vecinos tuvieran cuartos de baño particulares. Lo normal era lo que os he dicho. Por eso, el hecho de que la mujer tuviera servicio en su casa causa tanto revuelo y fascinación en la canción: La chica del 17 […] nos tiene con sus toilettes revuelta la vecindad.

El cuarto de baño no solo implica la taza del WC, sino también el lavabo, e incluso el tocador para arreglarse y maquillarse. Un lujo al alcance de muy pocos a inicios del siglo XX

El extranjerismo gálico (toilette) da cierto toque de cursilería al poema, pues el francés posee una pronunciación muy dulce y melosa que no encaja con la entonación recia del castellano.

En muchas coplas, las pronunciaciones francesas suelen tener connotaciones burlescas. Lo francés queda asociado a lo excesivamente refinado, a lo excesivamente exquisito, a lo excesivamente educado, a lo excesivamente elegante, a lo excesivamente clasista. Cuando alguien es tan perfecto se dice que parece más una máquina que un ser humano. De ahí la crítica a la muchacha: tiene tantas cosas y tantos vestidos que no parece una persona normal

El plural al extranjerismo (toilettes) da un toque hiperbólico al poema, con el objetivo de exagerar la buenaventura y los lujos de la protagonista. Si tener una taza del baño era algo raro en un barrio como ese, imaginad tener varias. Es una forma de caricaturizar la situación dramática y al personaje. Es exageradamente rica jejeje.

El objetivo es representar a la protagonista como la típica mujer presumida, jactanciosa, vanidosa, presuntuosa y petulante, a la que cogemos manía. Cuando una persona sobresale o destaca suele ser enjuiciada (la envidia es el deporte nacional español).

El adelantamiento del circunstancial de instrumento (con sus toilettes) al predicativo (revuelta) y al complemento directo (la vecindad) acentúa el materialismo de la chica. Por tanto, el hipérbaton enfatiza la situación de buenaventura, lo cual causa envidia al vecindario.

En un contexto de pobreza y carencias resulta extraño que haya una persona con dinero para comprar lujos y objetos caros. Al fin y al cabo, un cuarto de baño era un capricho en aquella época. Por eso las vecinas empiezan a especular y a buscar un motivo oscuro que explique la opulencia: La gente ya la critica pues hace tiempo que no se explica a dónde va la chica tan bien portá

Cuando la sociedad tiene envidia de alguien, para paliar los celos, busca desvirtuar a la persona, asociando el acto de ascenso social con la falta de escrúpulos, es decir, la chica ha hecho algo malo (ética y moralmente cuestionable) para alcanzar ese estatus de gran privilegio.

La masa no confía en el esfuerzo y el talento individual (méritos), sino que asocian la fortuna ajena a actos de dudosa moralidad, restando importancia a la valía personal a favor de las elucubraciones truculentas (se ha acostado con X, es prostituta, ha hecho un chantaje, ha robado…) La gente envidiosa ve la realidad con malos ojos, en busca del desprestigio de la otredad (tirar mierda). Es una forma de encontrar consuelo y saciar los vacíos vitales y frustraciones.

La gente que destaca o sobresale en algo se convierte involuntariamente en el centro de atención, en el foco de protagonismo de todas las miradas y comentarios. Cuando algo se sale de las pautas establecidas (en este barrio, lo normal es vestir mal porque la gente no tiene dinero), ese algo se convierte en objeto de análisis, valoración y opinión: Por eso a las vecinas les da por murmurar, y al verla tan compuesta le dicen al pasar….

El ser humano por naturaleza presta atención a las cosas extravagantes, curiosas, raras, llamativas, las que se salen de los límites de lo convencional. Lo normal siempre pasa desapercibido. Lo no normal conmociona, marca, sella, llama nuestra atención, nos hace opinar (para bien o para mal), y preguntarnos del porqué de esa anomalía.

En la segunda parte del tema, la enumeración enfatiza los lujos y la riqueza de la chica. Se hace un listado de elementos que tienen que ver con el campo semántico de la ropa, para crear la imagen de una mujer que nada en la abundancia, va siempre a la última moda, cuida los detalles y complementos en el vestir, y vela por su belleza y apariencia: gasta zapatos de tafilete, sombrero de gran copete, abrigo de petit-gris, los guantes de cabritilla, media de seda con espiguilla.

Como veis, la enumeración se configura mediante estructuras en paralelismo: sustantivo de vestimenta (zapatos, sombrero, abrigo, guantes, medias) + sintagma preposicional de complemento del nombre (de tafilete, de gran copete, de petit-gris, de cabritilla, seda…) Este último ahonda en los detalles de las prendas, sobre todo en lo relativo al tejido y la tipología del diseño.

Para aquellos que no lo sepan, el tafilete es un tejido de piel de cabra; los sombreros de copete están rematados con una capa de plumas; el petit-gris es un abrigo de piel muy caro. La mujer utiliza tejidos muy costosos como la seda o la piel de animales.

La comparación evidencia la moda francesa como un referente de la elegancia y el buen gusto: Pues la chiquilla viste como en París. Casi siempre nos fijamos en lo foráneo y lo convertimos en símbolo de lo sublime.

En el estribillo, la voz del diálogo la marca un sujeto colectivo/universal/plural. En este caso, habla una entidad que representa a los vecinos de la calle, los cuales, se preguntan mediante la interrogación retórica, por la procedencia del dinero y los lujos de la mujer: ¿Dónde se mete la chica del 17? ¿De dónde saca pa tanto como destaca?

A pesar de ser una interrogación retórica, la chica habla en primera persona y responde a las voces colectivas en estilo directo: Pero ella dice, al verlas en ese plan: la que quiera coger peces que se acuerde del refrán.

Un narrador en tercera persona marca la transición entre la pregunta y la respuesta, gracias al verbo dicendi (ella dice).

Para interpretar bien el poema, debemos recurrir a nuestro conocimiento de la cultura popular: la que quiera peces que se acuerde del refrán. Utilizar el artículo determinado delante del sustantivo (de+EL refrán) marca al sustantivo como conocido. Lo normal es que todos los receptores sepan que en la lengua española hay un refrán que dice que “el que quiera peces, que se moje el culo”.

El autor del cuplé presupone que el receptor conoce el refrán. De ahí que este fenómeno se conozca como PRESUPOSICIÓN. Al escribir un texto, el compositor da por hecho que el oyente tiene interiorizados ciertos datos e informaciones de la cultura y el mundo hispánicos. El letrista compuso La chica del 17 pensando que el destinatario conoce la existencia de este dicho popular.

Lo que quiere decir la protagonista con esto es que si quieres ascender en tu nivel de vida (tener esas toilettes, esos vestidos bonitos y caros, esos lujos…) hay que esforzarse, ganárselo con el sudor de tu frente, hacer méritos. Para alcanzar una situación de fortuna no vale con estarse quieto y cómodo en la silla. Debemos luchar por ello. A veces nos tocará pasar por trances que no son agradables. El dinero no cae del cielo.

Esto sería la interpretación moral del cuplé. Sin embargo, si nos ponemos a buscar los tres pies al gato, se pueden sacar dobles sentidos e incluso interpretaciones más picantes y eróticas. Recordad que en el cuplé son frecuentes los momentos subiditos de tono. El hecho de mojarse no solo implica cosas honrosas y positivas (trabajar, esforzarse), sino también conceptos más feos, pecaminosos y prohibidos. Eso depende de la imaginación del receptor:

El final de la canción está teñido de ambigüedad ya que las palabras de la protagonista pueden interpretarse de diferentes formas, en función de la imaginación e intuición del lector, sobre la procedencia del dinero. ¿Ha sido por la vía de lo digno y lo moral? ¿O por la vía de lo ilícito y lo sucio? En el cuplé predominan las insinuaciones, el misterio, el juego, el lenguaje indirecto, el rodeo, la falta de claridad…

En algunas versiones se hicieron cambios y ajustes en la letra, generando una atmósfera más sensual y picante que la original: La que quiera coger peces que se moje el tralará.

En este final, hay un elemento que es puro juego fónico (tralará). La función principal de este vocablo es potenciar el significante de la palabra, darle un carácter juguetón, divertido, pícaro, lúdico…Sin embargo, el significado del tralará no es convencional, sino contextual: no aparece recogido en un diccionario, sino que se extrae a partir del resto de elementos que aparecen en esa oración.

Teniendo en cuenta el contexto, podemos ver que el tralará puede ser sustituido por un sustantivo que designa cierta parte física del cuerpo (culo).

En el mundo del cuplé es frecuente la aparición de elementos insinuadores/sugerentes, que acarician lo picantón. A veces la invención de un significante divertido (tralará) es un eufemismo para no tener que pronunciar una palabra impudorosa, con connotaciones amorales o pecaminosas (culo). El cuplé es sensual pero no sobrepasa la barrera del mal gusto

La canción se divide en dos partes, cada una de las cuales está formada por.

  1. Dos estrofas de introducción (de 4 versos cada una). Los tres primeros versos de cada estrofa riman entre sí (diecisiete-Tribulete-Toilette, critica-explica-chica, diecisiete-tafilete-copete). Los versos son octosílabos (arte menor) excepto el segundo de cada estrofa que es decasílabo (arte mayor) 
  1. Una estrofa de transición al estribillo, que es una copla de versos heptasílabos, con rima entre el segundo y el cuarto (murmurar-pasar). El primero y el tercero quedan libres (vecinas, compuesta) 
  1. Estribillo, que está formado, a su vez por dos estrofas de 4 versos cada una:

a)   La primera estrofa consiste en la unión de dos pareados: el primer verso de cada pareado es pentasílabo y el segundo octosílabo: ¿Dónde se mete (5) / la chica del diecisiete? (7), ¿De donde saca (5), pa tanto como destaca (7)?

b)     La segunda estrofa es una copla de arte menor, en la que todos los versos son octosílabos salvo el primero que es pentasílabo. El segundo rima con el cuarto (plan-refrán). El primero y el tercero quedan libres (dice-peces).